Junniper [Completado] [Edita...

By xxibgdrgnnn

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Ganadora en los WOW awards 2017 - Completado. En proceso de edición. - Junniper es la clara imagen de un... More

Sinopsis
Importante
Preámbulo
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Soundtrack I
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Nota nº 1
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Aviso + Photo
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Nota nro 2
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Soundtrack II
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Nota nro 3
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Colofón (final)
Dedicación
Soundtrack III

25

49 16 4
By xxibgdrgnnn

[~]

Los pecados no se pueden deshacer, sólo perdonar.
—Ígor Stravinski

Línea del tiempo número 7:
Hace dos años, aproximadamente en julio.

——

Siempre recordaré este momento; cuando las paredes santurronas contoneaba el fulgor de un día brillante y blanquecino. Cosa que en el momento de despertar no me hizo mucha gracia.

—Coño, despierta crío —me ordenó Agustín. En este momento compartíamos habitación en casa de los Hernández. No me molestaba en lo absoluto—. Voy tarde a la universidad y te tengo que llevar al instituto.

Lo observé por el rabillo del ojo, abrazando mi cobija añil en mis piernas; ni siquiera me quitaba el frío ya que sólo tapaba el centro de mis piernas, quiere decir que debo estar púrpura porque Agustín le gusta roncar con el aire acondicionado a 22 grados.

—Serás boludo —espetó antes de agarrar mi pierna gélida y tirar de ella. Caí directo al suelo, aterrizando en mi trasero.

—Está bien. —Me encogí de hombros alzando mi brazo para cepillarla a mis ojos—. Lo siento.

—Tú tuviste la culpa de todos modos. —Me observó de arriba a abajo—. No me disculparé por eso.

Me levanté impulsándome con mi piernas; quitándome la ropa de dormir para darme una ducha álgida al mismo tiempo que observaba mis pies descalzos en tonos violetas y azules quemarse en el suelo frío.

Coloqué el conjunto que me iba a colocar junto con una toalla de "8 que mandó a bordar mi hermano de colores brunos mientras juntaba los zapatos en un perpendicular; unos deportivos parecidos a lo que Agustín tenía puestos el día de hoy.

Una vez despojado, me encaminé desnudo hacia el baño. Me detengo cuando siento que la puerta suena por los nudillos de alguien.

—Hijo mío, tu hermano está acusando que eres un inconsciente en la cocina, ¿qué hiciste ahora? —me preguntó Cande, mi madre.

—Nada, sabes que él es una nena sensible.

Ella se acercó para agarrar mis mejillas y pasándome la toalla que estaba encima de la cama.

—Me imagino que eres así de revelador con tu amiga. —Me guiña el ojo colocando la toalla en mis manos.

Never —bromeé y siento sus labios en mi mejilla. Una vez que tenía la toalla en la cintura me encaminé a la ducha y una vez que me di la vuelta me da una nalgada.

El vapor del agua sale disparada por los compartimentos descuidados donde podrían escaparse, y me lavé el cuerpo con rapidez al igual que mi cabello castaño.

—¡Junniper! ¡Apúrate por el amor de Mamoru Miyano!

Salí disparado del baño y por no secarme bien caí directo al suelo. Solté un gruñido.

Santiago, Mariano, el ingrato de Agustín, Cande y Jorge (mi padre) se asomaron a mi habitación; observando mi cuerpo despojado. Hice un ademán mientras luchaba para ponerme boca abajo.

Agustín se cruzó de brazos y mis otros dos hermano sólo acomodaron sus lentes circulares con su dedo índice. Cande pone las manos en sus labios mientras mi padre ladea la cabeza decepcionado.

—¡Mi pobre hombrecito! —exclamó Cande inclinándose para ayudarme a levantarme. Me sobé una nalga.

—Junniper, me sentiría más agraciado si mi campo de visión no observara tu tejido adiposo —manifestó Mariano con mirada circunspecta.

—¡Si no quieres ver mi CULO, entonces largo! —Medité mi palabras—. ¿Cómo era que decía Agustín?... ¡длинный! —Santiago negaba con la cabeza al mismo tiempo que se encaminaba a la sala.

Una vez en la sala ya con mi ajuar en mi cuerpo, noté a mi hermano con las llaves en su dedo corazón. Cande estaba en la cocina. Mis otros hermanos en el mueble leyendo sobre Python en sus teléfonos; mi padre, en la tablet.

—Vamos —conminó Agustín encaminándose por la puerta.

Mi bolso estaba en el comedor, por ello lo recogí y lo puse a mis espaldas.

En el momento que iba a pasar la puerta, Cande mi llama.

—JunniHoney, te quiero mi hombrecito, que te vaya bien. Haré rollos Californias bien picantes para el almuerzo ¿Okay? Tal como te gustan.

—Yo también te quiero, madre. —La abracé con parsimonia, enterrando mi rostro en su hombro.

Observo a Mariano y Santiago junto a mi padre dirigirse hacia mí —Sos un pendejo, pero te queremos —me aclaró Santiago revolviendo el cabello meopila, con algo de rubor en sus mejillas.

Abracé a mi padre. Su estómago tibio por el café mi calentó el cuerpo. Él me sonrió.

Mariano me dio un golpe en mi entrepierna y yo me retorcí en el suelo. Él se agachó a mi altura y abrazó mi cabeza con rudeza; aplastándola entre sus brazos.

—Yo también te quiero, Junniper.

—Ajá... Yo también, Mariano... —Se acomodó los lentes.

Una vez recuperado fuerzas, me dirigí al Ferrari de Agustín. Camino a lo que sería mi sentencia de muerte familiar.

¯¯¯̿̿¯̿̿'̿̿̿̿̿̿̿'̿̿'̿̿̿̿̿'̿̿̿)͇̿̿)̿̿̿̿ '̵͇̿̿̿̿̿̿̿̿

Una vez en el salón de clases vacío, por petición de Poppy, me senté en unos de los pupitres; jugueteo con mis manos, por alguna razón me sentía ansioso.

Poppy se había quedado dormida en clase. Tenía las ojeras henchidas bajo sus fanales lo cual es extraño ya que a ella no le cuesta dormir.

La luz repulgaba en sus cabellos dorados; aligerados por un leve toque de su ronquido y brazos cruzados acunando su rostro. Siempre se sienta atrás de mí, situada en la última fila al lado de la ventana.

Tenía los brazos acurrucados en mis piernas y mecía con rapidez una de ellas; mostrando mi desgana para que la clase acabase para saber de qué se trataba.

Una vez pasado hora y media por fin sonó el último timbre; literalmente el último, ya que ya acabó el instituto porque; este era el último año.

Poppy se sobresaltó de repente, mirando ambos lados con frenesí para luego frotarse las manos en su rostro y tomar un aire profundo. Yo la observaba y una vez que estuve en su campo de visión ella también lo hizo; removiéndose en la silla, incomoda. Hizo un signo con su cabeza que me acercara.

Me levanté y tomé asiento en un pupitre cerca de la suya y dirigí su frente del rostro de Poppy. Sus fanales estaban apagados de todo fulgor de vida. Su rostro estaba algo perlado por no lavarse bien el rostro por la mañana.

—Junniper... Esto es muy difícil para mí. —La observé sin entender—. No sé ni cómo decirlo.

Le hice un ademán para que prosiguiera —Junniper, no puedo volver a verte.

Sé que sólo palidecí hasta la médula y aunque debería ser yo que escuchó sus entrañas romperse en miles de pedazos; fue el corazón de Poppy apretujarse.

Se sorbió la nariz —No pude dormir pensando en este momento —declaró.

Traté de respirar hondo y tratar de no hacer un barullo pidiendo explicaciones apresuradas —¿Me estás tomando el pelo, verdad?

Ella se encogió de hombros y observando las flores lavanda crecer en las afueras del instituto; bajo el cobalto del firmamento a través de la ventana. Ella apretó los nudillos y con voz encrespada me dijo lo que más había temido —Ojalá fuera así.

Tensé mi mandíbula pero aún así mis labios temblaban.

¿Aún creen que su corazón no puede sentirse un poco aguado? ¿Con algo de argüir estropeando sus sentidos? ¿No pueden sentirse algo emocionados por el sufrimiento que me condena el maldito creador del edén? Mis sentimientos están zarpados directo a un hielo negro, donde se aplasta hasta mi ser.

Mis fanales se cristalizaron —Dime el por qué... ¡Dímelo! ¡Ya!

Parece que la atmósfera se tornó denodado y lleno de acuartelados álgidos y rojos.

—Tendré educación en casa, tengo prohibido salir de casa. No quieren que dependa de un esposo, porque no tienen hijos varones. Soy lo único que les queda, Junniper.

—Tú eres lo único que me queda. —Arrastré las siguientes palabras:

—D-dime que quieres... ¿Qué quieres de mí? Porque te he dado todo.
¿Qué necesitas de mí, no estás contenta con nada? ¿N-no es lo suficientemente bueno? ¿No te he dado lo suficiente?
¡Dime qué quieres de mí!

Le agarré los brazos, agitándolos con fuerza; sus ojos estaban desorbitados mientras soltaba unas execrables lágrimas.

—¡No dejaré que te alejen de mí! —exclamé con furia.

—Por favor... Escúchame... —imploró tratando de tocar mi rostro con sus manos como tal rosa y sus espinas; la cual alejé con vilipendio.

—Poppy... Yo no sé qué haría sin ti, no me dejes...  —Agarré sus manos y vi su expresión. Una mezcla de sentimientos encontrados.

Ambos soltamos lágrimas irresponsables; pero a diferencia de ella, sollozaba. Me aferré a sus brazos, sentía como escarzaba mi cuello con su tacto. E incluso, podía percibir mi cabello húmedo por el líquido que emanaba por su dermis.

Se sintió a alguien tocar la puerta.

Ahí en el respaldo de la puerta reposaba el brazo de Todd Von Falkenhorst, el padre de Poppy.

No pude evitar intercambiar una mirada con Poppy y observé su diminuto rostro; aún caramelizado por fulgor del sol. Sus fanales carmesí por el llanto.

Me levanté con premura hacia el hombro y ella me siguió sobre mis talones.

Él salió al pasillo; casi a la salida. Yo me adjudiqué cerca de dónde el estaba posesionado antes. Nosotros estábamos cara a cara. Además me decepcioné observar cómo Poppy se encaminaba al lado de su padre, dejándome solo.

—Nos vamos ahora, Poppy —le ordenó su padre.

Ella sólo tuvo el descaro de bajar el rostro y asentir con morosidad; por alguna razón, se sentía su alma en otro sitio, porque de algo estaba seguro: ella ya estaba preparada para dejarme ir.

—Por favor, podemos discutir esto —imploré.

Soltó una risa ladina mientras que escupió:

—No hay nada que discutir, es mi hija y yo decido que hacer con ella.

Mi corazón se disparó a si mismo; la aflicción se aprehendió. Sólo sé que una fuerza que no sabía que existía entró en mi núcleo y que mis ojos se llenaron de tinieblas.

Ya no me importaba nada.

Empecé a murmurar con la cabeza gacha —¿Sé que no tiene hijos varones, ¿o me equivoco?

Me analizó sin mostrar expresión alguna —No.

Pensé en mi familia; en Cande, Jorge, los gemelos y en Agustín. También pensé en el sushi y en las sonrisas perladas que me esperaban en casa; mi cama con sábanas de matices índigos, escuchar a Agustín tararear diminutos fragmentos de canciones, pero con un sueño creciendo en cantidad extremas; llenas de esperanzas multicolores que desafiaba por salir disparado de la mente de mi hermano. Pero sabía que yo no tenía un futuro claro, que a pesar de mi desesperanzado pasado, tenía un presente con mi familia, porque ellos lo eran. Pero era hora de renunciar a ellos; abandonar a la gente que me dio un hogar, de que tuviera una vida apartado de otros miserables en el orfanato; jugando partidos desafiantes de ajedrez en una esquina llena de un grupo de arañitas; pegado a la pared beige.

Sé que Poppy a sido una ingrata, una maldita que pisoteó mi corazón y que daría sentencia de vida a mi depresión; a mi tragasantos. También dije que ya nada me importaba, pero en eso no estaba ella; estaba mi familia.

—Yo podría aligerar la carga de su familia —articulé lo suficientemente claro como para que Todd me escuchara.

—No meteré a un malcriado como tú a mi casa, ya tengo suficientes problemas.

Aún con la cabeza gacha, mostré una sonrisa torcida —Yo me encargaré. Soy... Soy huérfano, tengo un contrato con mi fa... Digo, con mi casa de acogida; podría decir al orfanato que me maltratan en casa y si usted hace un nuevo contrato podría irme a su hogar.
En realidad no soy un huérfano como tal, soy algo como un au pair así que recibo 70 y 85 libras a la semana para mis gastos personales y además tengo un récord académico excelente; podría evitar que Poppy se someta a ese destino. El gobierno nos proporciona a los que estábamos, ya saben, en casa de acogida unos abogados y eso, así que podrían ayudarle... Sólo le pido que me dejen estar con Poppy y prometo no ser una carga.

Poppy me observaba con repugnancia. Ya mi campo de visión estaba completamente obstruido por la lagrimas comprimidas.

Soy un mojigato, la peor hez del mundo. No merezco todo lo que me ha sucedido.

Sé que algún momento llevaría mi merecido.

Fucking Prat...musitó el hombre soltando una carcajada espesa—. ¿Estarías dispuesto? ¿Estás seguro? Te estoy dando la libertad de escoger. Te amarraré a mi hija para siempre, te lo aseguro; incluso si ella muriera.

Sentía que ya estaba deambulando, en pie como un saco de carne que se mueve sólo porque tiene que hacerlo, con la mente en la luna fantaseando en cosas que no pasaran. En ellas pensaba... con el alma podrida y pérdida en aquel carretera en donde acabe escapando de la mismísima muerte; donde debí haber muerto, pero que por culpa de esa mujer que trabajaba en el orfanato que me encontró, estoy sufriendo incluso peor que antes, quizás por inconsciente. Porque sabía que no sólo cargaba con el argüir de mis decisiones, sino los de los demás.

—Junniper... No lo hagas —me impretó Poppy.

—Sí, estoy seguro —acepté sin importarme nada.

Él se acercó a mí y me obligó a subir el rostro tomando de mi cabello. Ya no sentía nada; sólo el punto mortífero en donde se iba cualquier intento de avivar lo que quedaba de mí. Me sorbí la nariz y tragué saliva mientras le mostraba una sonrisa sombría.

—Bienvenido seas, Junniper Von Falkenhorst.

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