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Que agradecida estoy, soy afortunada por tener... Una segunda oportunidad.
—Kate Morton.
——
Sé que es una extraña forma de celebrar pero es tanta mi emoción que me fui a sunnyside a beberme un vaso de nata con pan de Dios y un helado de nueces pacanas.
Sí, mi economía alcanza para comer algún premio de reconocimiento —por suerte no es un premio de consolación. Igualmente me parece dulce/amargo—.
Y el mejor premio... Es ver a mi querido Junniper.
En sólo pensar que puede llegar en cualquier momento me pongo parsimoniosamente y me pongo a reír como tonta. Ya quiero verlo.
Él único que sabe que voy aquí para ver a Junniper, bueno además del buen servicio del establecimiento es el señor Calvim (El dueño de Sunnyside).
Él siempre se dirige a mí cada vez que Junniper entra con su aspecto común; camisola a botones, pantalón cobrizo —a veces color menta, a veces color hoja, a veces color caoba—, el cabello áureo entrecano, sus deífico y grandes ojos añil cerúleo acompañado de sus ojeras con tonalidades violetas en su descolorido pero sonrosada dermis; a veces lee libros sobre administración de empresas y en su mochila se ve colgando una gorra de "8.
No sabía qué significaba "8 hasta que investigué; me costó mucho saber el significado pero, además de ser el icono que es familiarizado con Gus, debido a que lo usaba al principio de su carrera y gracias a eso tuvo su fama como el "chico americano misterioso" porque la gorra no permitía ver su rostro. Es una marca de ropa Coreana que hizo una colaboración con G-Dragón; cantante y icono de moda de Corea del sur.
¿Será que Junniper será fan de Agustín o algo por el estilo?
Al pensar esto y por no prestar atención a lo que hacía me embarré helado en la cara. Tratando de poder alcanzar una servilleta no pude ver la señales que me daba el señor Calvim.
Aupé la mirada y me encontré con los fanales utópicos de Junniper; él no me observaba en ese momento pero al sentir mi mirada se dispuso a mí. Mi corazón se hundió en mi pecho como en un océano impetuoso haciendo que perdiera el control de mi cuerpo, sólo imaginando como la ondina de las sirenas cantaban su nombre entre suspiros y mis latidos se aceleraban, tanto que hasta Junniper podría escucharlos y degustarlos.
Me coloré rápidamente y escondí mi rostro, a mirarlo de reojo se quedó plantado observando por un segundo; oh basta, me voy a morir del nerviosismo.
Parecía sorprendido, como si estuviese mirando a un cadaver, lo que me hizo estar más nerviosa. Esperaba que dijera algo, pero no lo hizo.
Sé que mi razón se volvió nula por un segundo y todos esos pensamientos de él apartando la mirada y se iba por su camino era algo que no podía soportar; ya son un año y medio que ha sido así.
Mi ojo derecho saltó una lágrima mientras se alejana y se apartaba de mí, pero ya no... No podía dejar que...
Sin pensar en algo razonable me levanté, lo agarré por los hombros y lo hice voltear; tenía los ojos desorbitados.
—¡...! —Antes de que pudiera decir algo planté mis labios contra los suyos.
Dancé mi comisura y lo lamí lentamente, dejando un camino perlado en sus labios. No me había dado cuenta que aún tenía los labios levemente manchados de helado y al separarme Junniper sin querer lo barnizaba con aquel líquido dulzón; sé que tenía una mirada risueña, como si hubiera salido de un ensueño en los confines del inframundo y hubiera regresado a su anima de golpe. También sé que yo tenía un coloración con una vanagloria grana en mis mejillas y para hacerme romper más mi moribundo corazón en mi pecho, Junniper, analizándome con dislate y con su pecho cadavérico respirando con calma, él se relamió sus labios.
Sé que agarré mis cosas y salí corriendo de Sunnyside. Fui valiente por un segundo pero no lo era demasiado. Lo último que vi fue su mano extenderse hacia mi persona, llamándome.
Pero hice caso omiso de su llamado.
Quizás no vuelva ahí de nuevo.
Después de encontrar mi auto e irme a mi departamento de ninguna manera pude concentrarme. Mi mano temblaba y todo mi ser también.
Cuando entré al estacionamiento casi desierto del edificio con sus respectivos puestos marcados equitativamente por el número del apartamento; el piso que le correspondía con las letras descuidamente aplicadas en la pared con un aerosol blanquecino y medio corrido, cabe recalcar que la pared estaba desteñida por falta de mantenimiento.
Después de agarrar rápidamente mis pertenencias e ir a mi respectivo departamento, sólo entro y voy directamente a mi habitación al verificar que el interruptor de la luz no servía; sin importar esto fui a mis gavetas a buscar mi libro dé anotaciones y un marcador sharpie de mi gran colección ordenadas rigurosamente por colores y tamaños, y con mano temblorosas (¿ya había mencionado eso?) me dispuse a escribir frenéticamente las siguientes palabras:
"Mira ésta luz/
Como llena mi pobre alma"
Pensando en algo más, la luz de la calle (Había mencionado que la luces titilaban porque los bombillos están descompuestos). Mientras la luz titilaba lentamente y su leve rayo refulgente iluminaba una parte de mi rostro, escribí:
"Como titila la luz azafranada en el cielo bruno/
Parece un rayo y me alarma por un momento/"
Escribiendo aquello sonrío, ya que me parecía irónico que con cada cosa que observaba podía convertirlo en un párrafo con sentido y siempre me he enorgullecido de ésta habilidad.
También pensé en Junniper y sus labios tal jarabe dulzón. Lo que me llama la atención es su mirada casi grotesca al verme; me llamarán lunática pero creo que siempre me había evitado la mirada y después de ese día, que había cantado para mí, él se olvido de mi ente, como si fuera un recuerdo inutilizable que era fácil de olvidar y/o desechar.
A veces olvido que... En algún momento, todo está hecho para ser roto, pero, que a pesar de que quizás me mienta a mí misma, que en realidad me proclamo más de la cuenta, que en realidad Junniper no nota que existo, sólo.... Solamente quiero que sepa quién soy, que yo valgo lo suficiente para poder colorear una sonrisa en sus labios.
"¿Cómo pudiste mirarme de esa manera?, te rocé con mis manos, la besaste y luego con tu sucia sonrisa me abandonaste/"
Después se disipó mi cólera momentánea, vaya, así que en el fondo lo odiaba... Un poco. Técnicamente el no me había hecho nada, pero en ese aspecto... Es la que me siento más enojada.
Me paso la mano por el rostro, mientras suspiro pienso:
¿Qué es lo que me está sucediendo?
Bufo y me tiro en la cama con el cuaderno en mi regazo. Ahora que lo pienso, tengo un trabajo de compositora musical y yo nunca he compuesto una canción como tal...
Estoy muy nerviosa, al parecer mi golpe de suerte llegó, finalmente ya lo tuve...
Se siente extraño cuando nunca tuviste uno; en eso siempre le he envidiado a Agustín.
Con una sonrisa en mi rostro y con una alusión sobre que llovían malvaviscos, ese pirulí que me gusta tanto sintiendo su sabor acaramelado —y fantaseando con labios más dulces del mundo— me quedé dormida profundamente.
——
¡¿8:45?!
¡Llego tarde!
No, no, no, Agustín me aclaró, bueno, quizás más de lo necesario, que tenía que llegar temprano el día de hoy.
¡Es mi primera reunión! No puedo llegar tarde, Agustín me echará y mis sueños hecho pedazos.
Me puse la mejor ropa que poseía; los tacones me mataban la existencia y me puse la camisa más neutral/Amateur que tenía en mi armario.
Oh, puse los botones mal.
No tengo tiempo para esto.
Salí corriendo (quizás con un esguince en el pie pero nada grave) y me encaminé hasta el escarabajo rumbo a la disquera.
—
¿Por que tengo que pasar por sunnyside de camino a la disquera?
Mierda, Junniper está afuera.
¡Pisa el acelerador! Corre, corre, corre.
Maldita sea ¿Qué tiene que hacer uno para invocar al mismísimo Paul Walker para que me saque de aquí?
¡¿De que es ésta cola?! Diosito no está de mi lado hoy. Acabé con mi buena suerte ayer definitivamente.
Quedo al lado de Sunnyside y trató de taparme el rostro lo más que puedo. Por suerte Junniper está ocupado con su teléfono.
Busco en la guantera unos lentes o algo; con mano trepidante revuelvo todo el compartimento y buscando en los más recóndito de mi auto. Me distraje y ya la cola delante de mi había cesado; los carros detrás de mi estaban pidiendo que me moviera con sus ruidosas bocinas.
Junniper alzó la vista y nos observamos cara a cara.
El mejor poema que pude haber hecho en toda mi vida no era comparado con mi rostro en ese momento.
—¡Tú! —exclamó Junniper apuntándome agresivamente.
—Hola... ¿Qué tal? —Embocé una sonrisa gigantesca mostrando mis dientes rubí tal como en un comercial de pasta de dientes mientras pisaba el acelerador y salía disparada de mi incómodo encuentro.
Eso estuvo cerca.
Prendí la radio y se escuchó "Blow" de Gus, una mala señal al mi parecer.
Al llegar me tomé unos minutos en arreglar mi apariencia un poco ya que lucía terrible y como de costumbre Junniper me dejaba con los nervios de punta ya que mis manos espasmódicas no podía arreglar los botones.
Entré esperando a Gus cruzado de brazos o con su cara de decepción que de hecho ya estaba acostumbrada a presenciar, la diferencia era que no tenía mi cabello empapado con un balde en la cabeza, por suerte. Pero en cambio escucho en el fondo la canción Black beatles de Rae Sremmurd.
Me conducí hasta la fuente del ruido y en un gran salón estaba decorado con globos y el personal estaba bailando muy bragadamente haciendo caso omiso a mi llegada.
En ella contenía incandescentes luces de neón multicolores, botellas Bacardi 151, Snake venom sobre todo. Se podía observar como los individuos se deleitaban con el sabor a levadura, cerveza y champán del licor. También tenía un gran equipo de sonido Sony que resonaba en todo el lugar; había una máquina de humo que me hizo toser y en una esquina estaba un grupo compartiendo un Narguile Bruno, todos soltando humarada de tonalidades vino tintillo y alguno que otro Bongs de la forma de una mujer con exageradas caderas en matices verdosas, escarlatas y amarillentas.
Divisé a Gus con una secretaria que tenía un enorme pastel en mano con velas que formaban "Florentino".
Oh, es el cumpleaños de Florentino.
—¡Mistie! —me llamó Gus y me acerqué rápidamente con la espalda muy erguida.
—Quédate dentro de la habitación, esto es una sorpresa —me indicó Gus y por consiguiente asentí.
El teléfono de la secretaria sonó y ella con ojos suplicantes me pidió que sostuviera el pastel.
Le di mi consentimiento y casi se me cae por su peso.
—Señor —llamó la mujer dirigiéndose a Agustín—Es Michelle, tiene una queja sobre el estribillo de la canción que le compuso.
—Siempre Michelle me tiene que joder mi tranquilidad —comentó él frunciendo el ceño—. Dile que me llame en dos minutos. —Mientras se iba con su secretaria y susurraba para si "¿Quién se puede quejar de mis malditas creaciones maestras?, no valoran nada, no, ya nada, no creo en nadie" y cosas parecidas.
Y... ¿Ahora que hago?
Escucho un ruido en unos de los armarios que parecía casi desesperado. Con mi mano libre a penas pude abrirlo.
Me sorprendí ver a Florentino adentro, sus ojos se iluminaron al verme.
—¡Por fin! ¡Gracias! —exclama.
—¿Que haces aquí? —me adentro en la habitación. Al notar que se cierra sola la puerta lo que hizo golpearme el trasero y hacerme caer con todo y pastel encima de Florentino.
Su cara llena de galletas y crema con la expresión de matanza me hace temer por mi vida.
—De nada...