Una Black de ojos violetas ➳...

By LuisaLane-

506K 38.9K 12K

El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia... More

Prefacio (Aclaraciones)
Introducción
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟭
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟮
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟯
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟰
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟱
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟲
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟳
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
𝗘 𝗣 𝗜́ 𝗟 𝗢 𝗚 𝗢
♡ Gracias ♡

Capítulo 60

3.9K 360 239
By LuisaLane-


Hogwarts estaba más revolucionado que nunca. Las risitas tontas y las alumnas susurrándose secretitos en grupo brotaban como si fuera una muy floreada primavera.

Jamás habría pensado que algo tan simple como un baile pudiera crear todo este alboroto.

No es que no me gustara que hubiera uno, al contrario, me parecía una gran y divertida idea. Pero se me hacía demasiado elitista para mi gusto...

Las chicas bien peinadas, de vestido largo, joyería, tacones y maquillaje. Los chicos bien arreglados, de traje, moño, zapatos y colonia. Todos en pareja y con sonrisitas en la cara. Hasta nos habían dado clases de baile para no ser el hazmerreír de los tres colegios.

Por suerte eso se me daba bien... gracias Remus.

Tan solo me parecía "Raro".


Las veces que había estado vestida formalmente habían sido muy pocas, y en todas ellas, además de ser una niña, no había compañeros de curso cerca ni odiosas chicas que pudieran potencialmente hablar mal de mí vestido o mi intento de maquillaje o mi andar torpe con zapatos altos.

Y menos que menos tenía que estar arreglándome en la misma habitación que una de esas odiosas chicas.

Por eso, tuve una de las mejores ideas que se me pudiera haber ocurrido en la vida.


— ¿Te hice esperar mucho? —dijo Cedric sentándose a mi lado bajo uno de los árboles.

— Un poquito —dije encogiéndome de hombros.

— Lo siento —se disculpó— creí que haría más rápido, pero hubo un altercado en uno de los pasillos. Dos alumnos de slytherin se estaban peleando. No podía dejarlo pasar.

— No, claro, el señor prefecto tiene que hacer su deber —ambos reímos.

— ¿Y bien? —Bostezó— ¿Para qué era esta pequeña reunión?

— Bueno, quizás te suene muy idiota —me rasqué la nuca— pero te acuerdas de la apuesta que hicimos el año pasado, que íbamos a ganar la copa de quidditch. ¿Te acuerdas verdad?

— Sí Isa —rodó los ojos— recuerdo que perdí. ¿Me lo vas a seguir refregando en la cara por más tiempo? —sonreí.

— No, sonso. Quería reclamar mi premio, si puede ser.

— Claro —afirmó con la cabeza— pero la contraseña del baño de prefectos cambia cada sábado, así que tendrías que ir hoy o mañana.

— No, tranquilo —puse una mano en su hombro— es para más adelante. Para ser más específica, es para el día del baile de navidad.

— Ese día el baño estará muy solicitado, te lo aseguro —Me miró de soslayo— ¿Por qué quieres ir justo en esa fecha?

— Quiero arreglarme tranquila sin que Angelina esté echándome del baño o criticándome como me paso rubor en los putos cachetes —dije con rapidez— perdón por la mala palabra —me sonrojé. Cedric en cambio soltó una sonora carcajada.

— ¿Te pone nerviosa acaso?

— Un poquito —reí por lo bajo.

— De acuerdo —sonrió— te dejaré usar el baño ese día... ¿Ya tienes pareja?

— Damien.

— Era tan obvio que siquiera debí preguntarlo.

— Bueno, de seguro que tú invitaste a Cho. Tampoco hace falta que pregunte —rió.

— Diste justo en el blanco.



Corrí escaleras abajo hasta llegar al gran comedor lo más rápido posible. Estaba en uno de esos trances de adolescente "enamorada" y se me había pasado por completo el horario la noche anterior.

Sí, "enamorada" porque tengo mis dudas de que sea amor lo que hay entre Damien y yo. Pero al fin y al cabo, la pasábamos bien juntos y nos reíamos por cualquier idiotez, y eso era lo que más me importaba en estos momentos.

Por eso durante nuestro encuentro en la madrugada se nos pasó por completo qué hora era.


Intenté acomodarme un poco el cabello con los dedos mientras atravesaba la puerta del salón. La mitad de Hogwarts ya se encontraba dentro (y un par de alumnos de Durmstrang y Beauxbatons también).

Tomé asiento junto a Alicia, quien se encontraba con Lee y George. Fred estaba un poco más alejado con Angelina.

— Buen día señorita desaparecida —murmuró Alicia levantando la vista del diario El Profeta que tenía en sus manos.

— Buen día —contesté intentando hacerme la desentendida.

— ¿En dónde estuviste toda la noche?

— Uh, alguien se meterá en líos —dijo Lee sonriendo.

— ¿Yo? —Hice de cuenta que estaba sorprendida— nada más estuve en la sala común leyendo.

— De acuerdo —Lee me apuntó con su dedo índice— si dices donde estuviste en realidad, no te castigaré por haberte escapado a altas horas de la noche.

— Bien —rodé los ojos— fui a los terrenos, cerca de los invernaderos, con Damien.

— Con quién más —susurró George negando con la cabeza.

— Eh, George querido —habló Alicia quitándome las palabras de la boca— no te hagas el santo ahora, porque ya los he encontrado a ti y a Zeller pavoneándose por los rincones en muchas ocasiones. Así que o cierras el pico de una vez por todas o te lo cierro yo —dejó con furia el periódico en la mesa y mientras los tres la mirábamos entre una mezcla de sorprendidos y asustados ella se acomodaba la mochila en su espalda. Se levantó del asiento, acomodó su falda y nos volvió a mirar— perdón si fui muy ruda, pero alguien tenía que decirlo de una vez por todas —dicho esto caminó hasta salir del gran comedor, y la seguimos con los ojos hasta perderla de vista.

— Qué carácter —George rompió el silencio que se había provocado. Sacudí mi cabeza para volver a caer en la realidad y me serví el desayuno.

— Intenta no volver a repetirlo Isa —dijo Lee— sabes que yo puedo dejarte pasar esas tonterías de escaparte de madrugada, pero compartes habitación con Angelina, y a ella parece no gustarle mucho eso.

— ¿Y tú qué sabes? —alcé una ceja.

— Pues, es que ella me comenta, en las reuniones de prefectos. Siempre se queja de que te vas o de que desapareces por varias horas. A veces te encuentra en la sala común leyendo pero hay muchas otras que no.

— Que piense lo que quiera Angelina —me encogí de hombros— no siempre me escapo. Suelo ir a las cocinas a comer algo antes de dormir.

— Pero ella no lo sabe. Así que tranquilamente puede castigarte o quitarte puntos cuando vuelves a la habitación.

— Solo intenta controlar tus hormonas un poco más —agregó George.

— ¿Y tú que te entrometes? —Fruncí el ceño.

— Bueno, lo siento, solo te advertía que Damien es un creído. Nada más quiere acostarse contigo y pasarla bien mientras está en Hogwarts.

— ¿¡Qué!? —Dije enfadada— No sabes ni lo que estás diciendo, me trata como si fuera una reina.

— Y por qué será ¿No? —rodó los ojos.

— ¿Porque me lo merezco tal vez? Una vez que alguien hace algo lindo por mí y tú lo desprecias.

— No lo estoy despreciando, te estoy haciendo ver la realidad. Él sólo busca sexo —se encogió de hombros.

— ¿Y eso te molesta acaso? —Me crucé de brazos— Que yo sepa, tengo todo el derecho de hacer lo que quiera con mi cuerpo.

— No me parece conveniente que una dama se ande revolcando por ahí con un cualquiera que apenas conoció.

— George, te estás pasando —murmuró Lee.

— De acuerdo, perdón por expresar mi opinión —lo miré de reojo unos segundos más y me levanté del asiento bastante enojada. Caminé fuera de la habitación sin decir ni una palabra más. Me moría de hambre, pero mi orgullo era mayor que mis ganas de alimentarme.



La primera materia del día era pociones, por lo tanto, me dirigí hacia las mazmorras. Aunque no mucho antes de llegar, justo a dos pasillos de distancia entre mi aula y yo, George me frenó.

— ¿Para cuándo es la boda? —Alcé la mirada, que la tenía fija en el suelo, y me encontré con el pelirrojo apoyado vagamente contra una de las paredes. De seguro había usado uno de los atajos para llegar más rápido que yo.

Lo que faltaba.

Le dediqué una sonrisa forzada y seguí mi camino.


— ¿Te ha comido la lengua el gato? —Lo escuché seguirme detrás de mí pero no le di importancia— Ay Damien, qué fuerte eres, qué torso trabado que tienes —dijo George poniendo una voz absurdamente aguda, intentando imitarme de forma burlona. Apreté mis puños y me giré en donde estaba parada para verlo de frente.

— ¿Qué es lo que quieres? —dije entre dientes. George se metió las manos en los bolsillos y se encogió de hombros.

— ¿Cómo estuvo la noche de sexo? —preguntó haciendo caso omiso a lo que le había dicho antes.

— ¿Disculpa?

— Vamos —rodó los ojos— ¿Piensas que me tragaré el cuento de que siempre salen a "pasear" de madrugada?

— La verdad es que me importa un comino lo que creas o no —levanté una ceja— yo hago lo que quiero y no tengo por qué darte explicaciones —me giré para comenzar a caminar otra vez.

— ¿Se cuidaron? —Siguió preguntando— Porque después no te ayudaré a criar al hijo de ese inútil.

— ¡George! —volví a frenarme. Esta vez más enojada que antes— ¿Qué quieres de mí?

— Nada, molestarte un rato.

— ¿Ahora se te dio por molestarme? No te creo. Debe haber alguna razón.

— ¿Y por qué la habría? —el pelirrojo se cruzó de brazos.

— No sé, tal vez te moleste que Damien haya podido tocarme por todos lados y tú no —George levantó las dos cejas y comenzó a reírse, limpiándose lágrimas imaginarias. Apoyó una de sus manos en mi hombro y me dio unas palmadas.

— Siempre tuviste ese talento para hacerme reír enana —me sonrió. Muy en lo profundo de mi ser, yo también sonreía. ¿Enana? Hacía años que ya no me llamaba así cariñosamente— Por Merlín —volvió a hablar— ¿Por qué me molestaría eso?

— ¿No te molesta entonces? —Sonreí con falsedad— ¡Qué alivio! Creí que tú también deseabas verme desnuda y toda sudada, gimiendo de placer, gritando tu nombre hasta quedarme sin aliento y gozando —George puso un dedo en mi boca para callarme y me empujó contra la pared. Me quedé en silencio, sorprendida, esperando para ver que pensaba hacer.

— Yo creo que tú eres la que quiere verme desnudo a mí —susurró mientras lentamente quitaba su dedo y me acariciaba el cuello. Antes de que pudiera contestarle volvió a hablar— Si no funciona tu relación con Damien, tal vez puedas... —hizo una pausa— puedas intentarlo con McDowell. Creo que él todavía te está esperando.

— Preferiría mil veces a Félix antes que alguien como tú.

— Sabes que eso es mentira —sonrió de costado. Rodé los ojos e intenté escaparme pero George colocó ambos brazos contra la pared, aprisionándome— me elegirías a mí mil veces antes que a cualquier otro.

— ¿Te olvidaste la humildad en casa? —fruncí el ceño. George comenzó a inclinarse sobre mí cada vez más. La situación comenzaba a ser inquietante— Convengamos que tú también me elegirías a mí.

— ¿Y qué te hace creer eso? —murmuró sonriendo pícaramente.

— No dejas de pensar en mí —se acercó aún más. Nuestras narices se rozaron. Mi corazón había dado un brinco y empezó a latir a toda velocidad.

— ¿Sabes que tú haces lo mismo? —susurró.

— Lo que sé es que eres un idiota —contesté susurrando yo también. George continuó sonriendo, sin apartarse de mi cara. Podía sentir sus cálidos labios a unos pocos centímetros de los míos. Miré sus ojos, azules como el mar, aunque por primera vez en tantos años, pude distinguir que eran más claros que los de Fred. Tenían finas líneas celestes cerca del centro, de la pupila.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Por un momento hasta había pensado en cerrar los ojos, esperando que mis labios chocaran con los suyos. Pero sólo escuché a George reírse y distanciarse de mí. Menos mal que no se me ocurrió hacer tal cosa.

— Quizás lo sea, pero te encanta este idiota —se señaló a sí mismo.

— Tú fuiste el que me buscó, el que me acorraló y el que se interesó por saber si me acosté con Damien o no. Yo me preocuparía más por ti —sonreí victoriosamente por dentro mientras caminaba hacia el aula de pociones, dándole la espalda a un George bastante más serio detrás.





Aproveché el baño de prefectos no solo para ducharme, sino también para llevar a Alicia allí y que me maquillara. No tenía mucha idea de cómo se usaba cada cosa así que fue de gran ayuda que ella me enseñara un par de trucos.

Luego de eso ambas nos volvimos sigilosamente a la sala común, tomando atajos, ya que no queríamos que nadie nos viera. Por suerte más de la mitad del colegio se encontraba dentro de sus habitaciones, ya sea bañándose, arreglándose o aprovechando para dormir un rato extra.

Lo más lindo, aparte de que fuera navidad, era que estaba nevando. Y que habría un baile, claro. No nos olvidemos de ese pequeño detalle.

Alicia decidió ayudar a Angelina a peinarse mientras yo me peleaba con mi propio cabello. La solución más rápida que encontré fue hacer flotar unos tres espejitos alrededor de mi cabeza para poder ver en todos los ángulos. Por lo menos así sabría que no me quedaban mechones rubios disparados para cualquier lado.


Cuando ya por fin me había arreglado por completo, decidí que era hora de bajar, además no quería hacerlo esperar mucho a Damien.

Se escuchaba un murmullo proveniente de la sala común. Terminé de bajar las escaleras de caracol y varias miradas se posaron en mí. Algunas rodaron los ojos al verme, unos hombres me miraron con una mueca y alguno que otro sonrió un poco.

Caminé sin darles importancia, dirigiéndome a la salida, pero alguien me tomó de improviso por el brazo.

— ¿A dónde crees que vas? —Dijo Fred haciéndome girar hacia él— Así vestida matarás a más de uno —sonreí— no de lo linda que estás, obviamente, sino por lo fea.

— ¿Y a ti que te pasó? —Me crucé de brazos y lo miré de arriba abajo— ¿Te atacó la compostura que estás tan bien arreglado? —chasqueó con la lengua para luego reírse.

— Hablando serio, no me había percatado de que podías llegar a ser hermosa —ambos sonreímos— estás muy linda.

— Gracias Freddie —me sonrojé— tú te ves normal por primera vez en la vida.

— Es que no quería parecer una atrocidad —siguió con la vista a su hermano menor, quien caminaba con Harry al lado y su pareja de baile— buenas noches damisela —le hizo una reverencia a Ron para burlarse de él y este lo espetó con una mirada de odio. Me reí.

— Creo que debería ir bajando yo también, Damien me está esperando en el vestíbulo.

— ¿Dejarías que te acompañe? No a cualquiera le hago esta propuesta.

— ¿Pero no vas con Angelina? —pregunté confundida.

— Ah, sí —miró alrededor por la sala común— ¡Lee! —gritó. El chico morocho se acercó unos pasos hasta nosotros— ¿Le avisas a Angelina que la espero en el vestíbulo?

— Claro, se lo diré —contestó Lee volviendo hacia los sofás donde charlaba animadamente con un chico de séptimo año.

— Entonces ya podemos irnos —estiró su brazo y lo tomé con delicadeza para así bajar juntos hasta la entrada del castillo.

— Veo que no estás muy interesado en tu pareja —dije riéndome.

— Es que de seguro que tardará mil años en terminar de arreglarse —comentó— y aquí entre nos, sólo le pedí que fuera mi pareja para no ir solo. Además le cumplí un sueño, todas quieren ir conmigo y ella fue la afortunada.

— Claro, Fred solo ¿Te lo imaginas? ¿Fred Weasley sin pareja? ¡Qué escándalo! —ambos nos reímos. Continuamos caminando hasta llegar al vestíbulo. Ya había unos cuantos alumnos allí esperando a sus parejas o charlando con los demás.

Divisé a Cedric cerca del final de la escalera, hablando con McGonagall y junto a Cho Chang. Sus ojos giraron hacia mí cuando toqué el último escalón y me sonrió tan ampliamente como podía. Yo también se la devolví y continué mi rumbo pasando por su lado.

Fred ya había visto a Damien más cerca de la puerta.


Damien estaba vestido con un traje negro, camisa blanca y moño negro. Phillipe tenía un traje azul marino con camisa blanca y un moño del mismo color. Por lo que parecía, le estaba acomodando el pelo a su hermano, quien no dudó en girarse cuando Phillipe le susurró algo. Damien me echó un ligero vistazo de arriba abajo y luego sonrió.

— Toda tuya —Fred estiró su brazo, en el cual yo me estaba sosteniendo, para acercárselo a Damien. Él me tomó de la mano y la besó con delicadeza, como solía hacer de vez en cuando.

— Gracias —le dijo a Fred— la devolveré sana y salva —reí.

— ¿Ustedes dos además de ser clones decidieron vestirse con el mismo color? —preguntó el pelirrojo.

— Para nada —Phillipe se encogió de hombros— solo me gusta el azul.

— A mí me sienta bien —comenté.

Concueggdo —Damien asintió con la cabeza— Te hace ver más hegmosa de lo que eres —mis mejillas se incendiaron de repente. De seguro que estaba colorada como un tomate.

— ¿Y mi pareja? —preguntó Phillipe.

— Alicia se estaba terminando de arreglar el cabello —le dije— ya pronto debería bajar.







Me despedí de Damien en la entrada del vestíbulo. Desde la mañana que se sentía mal, con dolor de cabeza, e hizo el esfuerzo de venir para hacerme compañía. Pero ya habían pasado varias horas y lo mejor era que se volviera a su carruaje para descansar y recuperarse.

Me acerqué hacia la mesa de comidas, donde estaban Fred y George. Me serví un poco de ponche en un vaso y tomé un sorbo. Casi ni había hablado con ellos en lo que iba de la noche. La había pasado junto a Damien, Phillipe y Alicia. De vez en cuando se nos unían Hermione con Krum o Cedric con Cho, pero ninguno de los gemelos.

Y es que, la verdad, no quería tener cerca ni a Rose Zeller ni a Angelina Johnson.

— ¿Cómo la están pasando? —les pregunté. Ambos se dieron vuelta y notaron mi presencia.

— Bastante bien —contestó Fred, quitando su mirada perdida en la entrada del comedor para verme— es una fiesta descontrolada para ser Hogwarts —los dos nos reímos.

— ¿Y tu noviecito? —preguntó George fríamente.

— Se sentía mal y le dije que fuera a acostarse —dije sin importancia— yo quise quedarme un rato más.

— Igual la fiesta está decayendo un poco —comentó Fred— la banda se puso a tocar lentos, a la mayoría no le gusta —miré la pista de baile, que estaba poco poblada de alumnos. El resto estaba yéndose o sentados en las mesas platicando.

— Mírenla a Ginny —dije riéndome— bailando con Neville.

— Los vi hace rato —murmuró entre dientes Fred— están demasiado juntitos.

— Fred no seas tonto —le pegué en el hombro— sólo bailan.

— No me gusta para nada —volvió a murmurar— iré a retarlos.

— Déjalos en paz —lo agarré del brazo para que no fuera a molestar a Ginny, pero se soltó de mí y comenzó a caminar hacia ella. En ese instante se nos unió Rose dejando un vaso vacío sobre la mesa. Se acercó a George para darle un beso y luego se quedó abrazándolo— Es un tonto —dije omitiendo la escena que estaba haciendo la morocha— la estaban pasando bien Ginny y Neville.

— Igual que tú y Damien, ¿No? —George me miró.

— ¿De qué hablaban? —preguntó Rose mirando al pelirrojo sonriendo.

— Franeleándose ahí en los rincones —continuó hablando George sin darle importancia a lo que había preguntado su pareja— bailando apretados.

— ¿Y qué tiene de malo? —Pregunté sin entender— sólo fueron unos besos además.

— Sí, "besos" —rodó los ojos— no me sorprendería si vienes y nos dices que metió mano donde no debería —Rose hizo una mueca de asco.

— ¡George! —Grité furiosa— ¡Ya basta! Consíguete una chica, no sé, sácate esas ganas locas de entrometerte en mis relaciones.

— Ya conseguí una chica —señaló a la morocha— Además lo hago porque tú no sabes lo que haces, eres muy inocente y terminan lastimándote.

— Entonces deja que me lastimen, déjame aprender por mí misma, de mis propios errores —dije enfurecida— sino los volveré a cometer siempre.

— No lo entiendes —George dejó su vaso en la mesa con un fuerte golpe— lo hago por tu bien, ambos sabemos que con ese chico no pasará nada a largo plazo. Volverá a Francia y quedarás con el corazón roto porque jamás se verán otra vez y yo luego seré el que tenga que prestarte el hombro para que llores tus penas.

— No sé por qué te sientes el rey del mundo y crees que voy a ir a tus brazos a que me consueles. Además —Dejé mi vaso de ponche al lado del de George también— ¿Tú qué sabes? ¿Qué sabes si en un futuro no seremos marido y mujer?

— No es tu tipo, lo sé —sonrió con falsedad— siquiera dejarías que te toque las piernas.

— ¿Hace un par de días no era que yo me había acostado con él? —Arrugué la nariz— quién te entiende.

— ¡George! —habló Rose por detrás.

— Lo decía en chiste —él se encogió de hombros— sé que no tuvieron sexo.

— ¿Estás seguro de eso? —Lo desafié.

— Te lo advierto —se acercó más a mí— si ese francesito te llega a poner las manos encima, lo mato.

— No eres quién para decidir en mi vida. Déjame en paz —lo empujé para que se aleje y comencé a caminar afuera del salón. Rose se cruzó de brazos y se alejó de nosotros enfurecida. Parece que su novio no le daba mucha importancia como ella quisiera.

— Estoy hablando en serio —dijo George caminando a mi lado.

— Yo también estoy hablando en serio —lo miré enojada— no tienes por qué meterte en mis asuntos, en qué hago y qué no hago, a quién beso, a quién toco. Se supone que somos... —hice una pausa— no somos nada George. Siquiera somos amigos ya. No debería importarte mi vida.

— Sucede que si me importas. Y como ya te expliqué varias veces, él no te hará feliz, sólo busca —lo interrumpí.

— ¿¡Y qué!? ¿¡Qué tiene si sólo quiere sexo!? —Me frené en medio de las escaleras— ¡Deja de ser así de celoso! ¡Nosotros dos no estamos juntos George! —Comencé a caminar otra vez— ¡Y es por tu culpa, acéptalo! —le grité.

Sentí un pequeño golpe en la espalda provocado por un hechizo que había lanzado George, seguramente porque sabía que estaba de mal humor y eso me haría enfurecer todavía más aún.


— ¿Acaso...? —Di un gran respiro y me di media vuelta— Sabes muy bien que si vamos a por este jueguito terminarás en dos segundos en la enfermería. Ni lo intentes Weasley.

— Atrévete si puedes —me sonrió burlonamente, como si eso fuera un reto hacia mí. Volví a girarme, no pensaba pelearme con él y mucho menos allí en el medio del pasillo a la vista de varias caras. Lanzó un hechizo de nuevo que me pegó justo en la cabeza y deshizo mi peinado, dejando caer los mechones rubios que estaban sujetos sobre mis hombros.

— ¡Si tienes algún problema conmigo ven y dímelo a la cara! —Grité dándome vuelta como un torbellino— ¡Eres insoportable!

— ¿¡Y tú!? ¿¡Por qué no me dijiste nada de eso si era lo que pensabas!? —gritó él también. Volvió a lanzarme un hechizo pero esta vez lo pude desviar con un protego. Fred se nos acercó preocupado, al mismo tiempo que una multitud de alumnos se congregaba para ver la pelea.

— ¡Porque ya no nos hablábamos! —le lancé un hechizo que le pegó justo en el brazo. Ambos apretamos más fuerte nuestras varitas.

— ¿Qué está pasando? ¡George! —Gritó Fred poniéndose en el medio de nosotros— ¡Terminen con esta estupidez! —La profesora McGonagall se acercaba con su paso firme y su inconfundible cara de odio que hacía siempre al vernos a nosotros tres haciendo algo. Nos dirigió una mirada severa pero ninguno de los dos cedió.

— ¡Bajen sus varitas de inmediato! —Gimió McGonagall. Esta vez, pude ver que George bajaba su guardia e hice lo mismo que él. Para así finalizar la pelea. Apreté mi mandíbula porque ya sabía que nos castigarían por esto— ¡Ya están grandes para estas cosas! —Dijo McGonagall— Y los demás vuelvan a sus asuntos que esto no es un circo —la profesora no se movió hasta que los alumnos volvieran a retomar rumbo a sus salas comunes o hacia el salón de nuevo.

— Profesora lo sentimos mucho —se disculpó Fred por ambos.

— No los castigaré solo porque estamos de fiesta hoy —nos dirigió una mirada severa otra vez— pero a la próxima será una semana de detención —dijo para finalmente volver con paso firme adentro del gran comedor. Me aferré a mi varita y dando zancadas bajé lo que quedaba de las escaleras para acercarme a George.

— ¿Qué sucedió entre ustedes dos? —preguntó Fred buscando respuestas.

— Georgie, escuché que te estabas peleando —Rose se apareció corriendo como podía, casi se cae con sus tacos, y se acercó al pelirrojo para tomarlo de la mano— ¿Qué sucedió? Me fui un momento y —Fred la interrumpió.

— Zeller vete, esto no es de tu incumbencia.

— ¿Cómo qué no? —Dijo ella mirándolo con el ceño fruncido— George es mi pareja y me preocupo por él.

— Rose vuelve adentro, luego hablamos —le dijo George amablemente intentando sonreír.

— ¿Es por ella no? —Me miró con cara de asco— siempre dando problemas Black, ¿Algún día podrás no llamar la atención?

— ¿Te callarías, por favor? —dije cruzándome de brazos.

— Ella se va a callar si quiere —George se cruzó de brazos también— no eres nadie para decirle qué hacer.

— ¿Y ahora la defiendes contra mí? —Ya no podía creer las estupideces que hacía.

— ¡Sí! ¡La defiendo todo lo que se me canta la gana! —Volvió a gritar— ¿¡Quieres que empecemos la pelea otra vez!?

— No. No hace falta —Dije aguantándome las lágrimas— ya no te molestaré más —Me giré y comencé a subir las escaleras otra vez. Escuché un par de pasos siguiéndome— Fred vete.

— Espera, no te vayas así —intentó agarrarme del brazo pero me solté con brusquedad de él.

— Hoy no, Freddie —lo miré con los ojos aguados— quiero estar sola —afirmó con la cabeza apenado. Aparté la vista de él y continué subiendo las escaleras, con la esperanza de no encontrarme con nadie.



Busqué un lugar lo bastante alejado del camino de las salas comunes, para asegurarme de estar lo más sola posible, y me senté en un escalón para luego quitarme los tacos de mis pies. Ya me estaban matando. Me limpié las lágrimas que habían corrido por mis mejillas, deseando que el maquillaje no se hubiera vuelto un desastre como lo estaba yo por dentro.

Pocos minutos después, como por arte de magia, Phillipe se apareció por uno de los pasillos caminando con lentitud. Su moño estaba desatado y el saco del traje había desaparecido con Damien, cuando éste se volvió al carruaje. Se acercó hacia mí y sin decir nada se sentó a mi lado. Por unos minutos tan solo se escuchaban mis últimos sollozos.

— Si mi hegmano te hizo algo yo —lo interrumpí.

— Tu hermano es un santo. No me hizo nada —el silencio volvió a propagarse entre nosotros. Phillipe apoyó sus codos sobre las rodillas y se inclinó un poco hacia adelante. Pude ver que su cabeza estaba gacha y se sentía triste, o por lo menos, eso era lo que aparentaba. Giró su cara hacia mí con lentitud. Noté su mirada profundizando con la mía, hasta que decidió romper el silencio.

— ¿George?

Desvíe mis ojos hacia el suelo otra vez.

No le diré nada a mi hermano —susurró— bueno, quizás ya lo haya descubiegto él también.

— ¿Tanto se nota? —sonrió de lado.

— Poquito.

— No quiero lastimarlo a Damien.

— No lo harás. Es un hombre fuegte. Además, él quiere pasar un buen rato mientras estemos en Hogwarts, no creo que tenga intenciones de algo serio porque Damien es así. No le gusta aggiesgarse a mucho si sabe que puede salir dañado —hizo una pausa— Aunque no me cabe duda de que te quiere.

— Lo sé, me divierto mucho con Damien, y sé también que esto que tenemos no pasará a mayores... pero de vez en cuando estoy con él y desearía que fuera George. Quizás te suene muy idiota porque —me interrumpió.

— Porque él te está lastimando. Pero al mismo tiempo, él es quien puede sacarte las sonrisas más grandes —lo miré atónita— he pasado por algo pagecido. Me hizo bien venig aquí y desaparecer de Beauxbatons un tiempo. Pude aclarar mi cabeza —sonrió levemente— créeme, no me parece para nada idiota lo que dices.

— Es tan raro... verte... —negué con la cabeza— olvídalo.

— ¿Parezco tu hermano? —su sonrisa se amplió— lo sé, me lo dices siempre. Yo tampoco me acostumbro a que seamos tan iguales.

— Bueno, supongo que tus padres son tan guapos como los míos —reí— Digo, sino no habría forma de que saliéramos tan hermosos.

— Mi padre no es lo más lindo del mundo, aunque tampoco es feo —murmuró— mi madre era bastante hermosa.

— Ella... ¿Falleció? —afirmó con la cabeza.

— Cuando era pequeño. Tenía diez años.

— Oh, lo siento mucho —agarré su mano y la acaricié— mi madre también. Hace poco más de un año —suspiré— esta es la segunda navidad que estoy sin ella.

— Es bastante difícil los primeros tiempos, pero luego aprendes a convivir con ello.

— Lo sé —afirmé. Volvió a formarse un pequeño silencio— ¿Qué hacías por aquí?

— Ah, me perdí. Acompañé a Alicia a la sala de ¿Grifinder?

— Gryffindor —lo corregí riendo.

— Y luego no encontré el camino de vuelta, pero encontré algo mejor —ambos sonreímos. Apoyé mi cabeza en su hombro y Phillipe me acarició la mano, la cual estaba sosteniendo la suya hacía un par de minutos.

No era algo romántico, era como estar con un amigo. Como estar con Fred o con Cedric, pero mejor aún, porque Phillipe parecía siempre entenderme, por más que solo fuera que me había roto una uña. Y estaba segura de que a él le pasaba lo mismo conmigo.


Nos quedamos un tiempo más en esa posición, ambos en silencio, pensando en la vida.

Pensando en todo lo que estaba sucediendo, y sin saber todo lo que faltaba por venir. 




Continue Reading

You'll Also Like

304K 20.7K 93
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
362K 16.4K 32
Un dia como cualquier otro, Lunatico, Canuto y Cornamenta se dirigen a su compartimiento en el expreso de Hogwarts...jamas pensarian que en ese mome...
1.1K 173 4
❝Everybody wants a hero, Everybody wants someone to lay it all down on the line, Everybody wants someone who's gonna fight fire with fire❞ Historia b...
2.4M 247K 134
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...