Then and now... And always

By LDaydreamer_

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Adele con la ayuda de Simon ha podido olvidar los acontecimientos del pasado que la atormentaban y la habían... More

El sueño
Los colores
El primer paso
Sencillo
Ayuda
Peanut
Todo bien
¿Que has hecho?
Josh
Melody
Una sonrisa
El de antes
No te vayas
Ídolo
Cartas
Secretos
La cámara
Mamá...
Recuerda
Aquí estoy
Te necesito
Amiga del alma
Perdón
Tiempo
Se fue
Paparazzi
Noticias
Hablemos
Detente
Amor
Mi culpa
Disparo
De vuelta al inicio
Irresponsable
Adiós
Ella
Por fin
Tranquilidad
En el escenario
¿Tan sencillo?
El final
Epílogo

Desde cero

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By LDaydreamer_

—Simon, es en serio—dije viendo por la ventanilla como pasaban todos los edificios a una gran velocidad—. No podemos hacer esto.
—Claro que podemos.
—¿Y Melody y Angelo?
—Les dejé una nota diciéndoles a dónde iríamos.
—Podrías bajar la velocidad por el amor de dios—dije tomando mi cabeza. Me acababan de quitar las puntadas y el dolor estaba empezando a ser insoportable.
—Okay—quitó el pie del acelerador un poco—. Lo siento. Quería evitar que te bajaras o algo.
—Simon, me duele mucho la cabeza y muero de sueño. Nuestros hijos están en la casa y... ¿Y tu trabajo? ¿Acaso vas a desperdiciar esta tarde?
—Eso es lo que quiero que veas Adele. Me he dado cuenta de mi error y quiero que vayamos a la cabaña y que podamos reflexionar todo.
—Yo podría reflexionar si me llevas a casa y me dejas dormir—dije cerrando los ojos y sobando mis sienes.
—Tenemos un largo camino por delante. Puedes dormir. Ponte cómoda. Traje agua y tus pastillas, ¿quieres una para el dolor?—se detuvo en una luz roja y volteó hacia el asiento trasero—. ¿Te toca tomar alguna?
—Sabes...—recosté mi asiento ya que, sabiendo cómo es de terco, no se iba a regresar—. Tú sabrías cual me toca si hubieras estado conmigo cuando salí del hospital.
—Lo lamento mucho Adele. Por favor, te pido que me perdones.
Me volteé para ver por la ventanilla. Ya no le dije nada porque en serio me iba a explotar la cabeza. Tomé la mochila y saqué las pastillas. Me dio la botella de agua y me tomé dos pastillas para el dolor. Me recosté y cerré los ojos.
El movimiento del auto, mi sueño y cansancio y las pastillas me fulminaron. En pocos minutos ya no supe nada.

•Narra Angelo•

Estaba escuchando música cuando alguien me quitó los audífonos. Melody estaba detrás de mí.
—¿Qué escuchas?
—Escuchaba—dije molesto poniéndome los audífonos en el cuello—. Música. ¿Por qué?—la vi con detenimiento. Estaba extremadamente sonriente y sudada—. ¿Fuiste a la academia?
Asintió sonriendo.
—Ya me hacía falta regresar a bailar—se sentó en el sofá frente a mí.
—Bien por ti—me puse los audífonos de nuevo—. ¡Dúchate! Llenaras el sofá con tu apestoso sudor—le grité fingiendo que estaba escuchando algo.
—Cierra la boca.
—¿Qué?—grité.
Se puso de pie, me quitó un auricular y me gritó.
—¡Que cierres la boca!
—Ven aquí—la tomé de la cintura y la empujé al sofá.
—Jajajaja déjame.
—Andas muy sonriente—dije golpeándola con el cojín—. ¿Qué traes?
—Nada—tomó el cojín y me devolvió el golpe—. No tengo nada. ¿Y mis papás?
—Papá llegó hace un rato—vi el reloj—. De hecho no se hace cuanto. Me preguntó por las medicinas de mamá y luego se fue a hacer no sé qué tantas cosas. Y mi mamá... Ni idea. No ha llegado, creo.
—Okay... Voy a darme una ducha.
—Yo—cerré la laptop y la dejé a un lado—. Saldré con mis amigos.
—¿Nathan y Ed?
—No, los nuevos. A ellos ya no les hablo. Par de idiotas.
—Siempre lo dije y nunca me hiciste caso—dijo subiendo las escaleras.
—Si si, como sea.
—¿No le pedirás permiso a...?
—A mamá. Ya se ya se. En cuanto llegue le pido permiso. No tienes que recordármelo siempre Melody.
—Bueno, solo decía—fue lo último que dijo antes de encerrarse en su cuarto.

Me fui a mi habitación a cambiarme. Cuando ya estaba listo les mandé un mensaje a mis amigos de que los vería en el pub. Salí y me dirigí a la habitación de mis padres pero no había nadie. Fui al estudio temiendo que mi padre estuviera encerrado ahí pero tampoco estaba. Los busqué por toda la casa pero no había señales de ellos.
—¡Melody!—grité desde las escaleras.
—¿Qué?—salió ya en pijama y con el cabello recogido en un moño.
—¿Viste a papá?
—No había salido de mi habitación. ¿No está?
—Si Melody—dije sarcástico—. Solo te preguntaba así, nada más por preguntar si lo habías visto.
—Uy perdón—dijo bajando las escaleras—. ¿No estará en su estudio?
—No, no están en ningún lado.
—Llamaré a mamá a su celular.
Melody subió a su habitación y regresó con el teléfono en mano. Puso el altavoz y esperamos.
A lo lejos pudimos escuchar el tono de llamada del celular de mi madre. Seguimos el sonido. El celular estaba en su bolso en el recibidor.
—¿Qué rayos...?—dije viendo su bolso.
—Estuvo aquí. ¿Pero a qué hora llegó? ¿Y por qué se fue sin sus cosas y sin decirnos?
Empecé a buscar en su bolso su celular. Me topé con su cartera y Melody me dio un golpe.
—¡Deja ahí!
—Ya ya, perdón.
—Es en serio Angelo.
—Bueno, piénsalo así. Tal vez quiso salir a tomar aire o algo y mi padre la acompañó.
—Si, como están tan contentos entre ellos para hacer eso—dijo sarcástica.
Me dirigí a la mesa del recibidor por mis llaves cuando vi una nota.
—Melody...
—¿Qué?
Le mostré la nota. Se acercó y ambos la leímos.

"Hijos:
Estoy decidido a recuperar a su madre como se los conté. La llevaré a un lugar en el que creo que mejorarán las cosas. Volveremos mañana. David, Peter y Liam estarán al pendiente de ustedes. Hago esto por el bien de la familia. Los quiero.
S"

Ambos nos volteamos a ver.
—¡Esto es genial! Se van a reconciliar—dijo Melody.
—¿Y a dónde rayos van a ir?
—No tengo idea.
—La verdadera pregunta es... ¿Qué van a hacer?—dije viendo a Melody con una sonrisa que sabía que la pondría incomoda.
—No lo sé. Pero si los ayuda a quererse de nuevo, para mí está bien.
—Si, ya me imagino cómo van a quererse de nuevo.
—¡Angelo!—me golpeó bastante fuerte y me ataqué de risa.
—Bueno, me largo. Ahora no tengo que pedirle permiso a nadie.
—Liam te llevará.
—Prefiero conducir.
Me vio con el ceño fruncido.
—Bueno llamo a Liam. Mierda Melody estas peor que mamá.
Sonrió orgullosa. Ella misma llamó a Liam, quien llegó segundos después. De seguro ya estaban avisados que tenían que cuidarnos.

Liam me llevó al pub donde ya estaban mis amigos en una mesa. Los saludé y me pedí una cerveza para empezar. No quería ser mal hijo pero, si mis padres iban a divertirse yo podía tomarme unas cuantas copas de más, ya me hace falta.

•Narra Melody•

Me recosté pensando en Theo bailando conmigo, en la presentación, en mis padres volviendo a ser felices entre ellos. Me encanta que todo vaya mejorando poco a poco. Llamé a Louisa para preguntarle algunas cosas de la tarea y platicar.
—Y se fueron. No sé a dónde pero espero que funcione.
—Uuuuh habrá acción esta noche.
—Eres igual de pervertida que mi hermano Louisa.
—Jajajaja esque que más Melody.
—No lo sé. Pero no tiene que ser solo eso.
—Bueno, como sea. ¿Y Angelo que dijo? ¿Por qué dices que soy igual de pervertida?
—Lo mismo que tú. Y se largó al pub con sus amigos.
—¿Ah sí?
—Si jaja.
—¿Y tú no fuiste?
—Nunca voy con él ni quiero.
—El otro día Lily y yo fuimos. No está tan mal el ambiente.
—La verdad no tengo muchas ganas de ir. Quiero descansar porque fui a la academia.
—¿Volviste? ¡Qué emoción!
—¡Si! Y Theo fue... Y bailamos y, fue muy romántico.
—Owww qué bonito querida mía.

Seguimos platicando un buen rato hasta que Louisa se excusó por tener otra llamada. No pude evitar notar que su tono cambió cuando le dije que Angelo había ido al Pub. Supongo que se puso igual de nerviosa como yo de que pasara algo pero Liam estará con él, espero que no pase nada.

•Narra Adele•

Cuando desperté seguíamos en el auto. El dolor de mi cabeza había disminuido en gran cantidad y el sol se estaba ocultando. Simon había encendido la calefacción porque el frío estaba empezando a notarse. Me acomodé mi abrigo y levanté mi asiento.
—Buenos días—dijo Simon sin verme.
—¿Aún no estamos cerca?
—Ya falta poco. No dormiste mucho de hecho.
Me quedé callada de nuevo viendo por la ventanilla. Los edificios ya empezaban a ser escasos y la naturaleza comenzaba a reinar.
Los recuerdos empezaron a invadirme y de repente me emocione por volver a ese hermoso lugar. Recordar los buenos tiempos, y como ese lugar había cambiado tanto mi vida. No sé ni porque pero sentí mis ojos acuosos. Los cerré para impedirme llorar y volteé a ver a Simon. Conducía callado y golpeaba el volante de vez en cuando, nervioso. Se parecía un poco más a mi verdadero Simon. No con ese semblante serio e inexpresivo. Esta nervioso, es obvio pero ya no tiene el ceño fruncido.
Seguí viendo por la ventanilla sin saber qué hacer o qué decirle, seguía enfadad con él. Después me enfadé conmigo misma por haber olvidado mi celular y mi bolso. Pero bueno, Simon me había sacado tan de repente de la casa que ni tiempo me dio de pensar.

Después de un buen rato llegamos a la gasolinera y recordé tantas cosas. Cuando me trajo por primera vez, cuando veníamos con Angelo que apenas era un bebé. La nostalgia amenazaba con vencerme. Simon bajó del auto y cargó gasolina. Éramos los únicos y la tienda ya estaba vacía.
—¿Ya no existe?—dije viendo la tienda cuando Simon subió de nuevo al auto.
—Hace tiempo que ya no existe. Lo supe la vez que me encontré a mi padre. ¿Recuerdas que trabajaba aquí?—asentí—. Pues él me dijo que la habían cerrado. Ahora veo que era cierto.
Me dio un horrible sentimiento de tristeza al ver el local completamente abandonado. Sentí como si el tiempo hubiera acabado con ella.

Simon siguió conduciendo y cuando vi el sendero solté un pequeño suspiro, algo se revolvió en mi estómago y tuve que contener las lágrimas. Al ver la cabaña estuve a punto de echarme a llorar pero no lo hice, no quería verme débil. Estaba idéntica y hermosa. Sentí paz en mi interior por un momento, emoción de estar ahí pero después recordé el porque estábamos aquí y mi felicidad se fue.
Bajamos y nos fuimos directo a la cabaña. Al ver la sala no pude evitar recordar, todo lo que veía me recordaba algo. Santo dios, no creí que sería tan difícil evitar llorar.
—Adele...—volteé a ver a Simon—. ¿Vienes?—dijo desde la puerta. Dejé de ver la chimenea y lo seguí.
La hierva estaba bastante crecida, las flores estaban escondidas en sus capullos por la época y el frío que estaba haciendo. Vi el lago y no pude contenerme ni un minuto más. Solté un sollozo y Simon volteó a verme.
—¿Estás bien?
Asentí limpiando la primera lágrima y seguí caminando, evitando a Simon. Me fui directo al gran árbol que estaba mucho más grande que la última vez. Era simplemente maravilloso.
Las montañas a lo lejos, los árboles con pocas hojas. Como había extrañado este lugar. Me senté bajo el árbol y escuché como Simon se sentaba a mi lado.
—Vine aquí después del viaje a Sevilla—comenzó Simon—. Es increíble que exista un lugar tan tranquilo que te haga darte cuenta de lo estupido que has sido.
—Vaya que lo has sido—dije sin verlo.
—Y pensé muchas cosas Adele. Pensé en pedirte disculpas y si no me aceptabas, dejarte libre.
Volteé a verlo confundida.
—Me di cuenta, repasando estos últimos años y acontecimientos, que fui un imbécil y que tú no te mereces eso. Quería dejarte libre para que alguien en verdad te apreciara. Ya sabes, eso de si amas algo déjalo ir. Pero luego me di cuenta de que no puedo Adele...—volteó a verme a los ojos—. No puedo vivir sin ti. Y te amo, la palabra te amo no expresa la magnitud de el amor que siento por ti. Adele, yo soy esa persona que te valora y que te cuida pero me perdí en el maldito trabajo y ya ni siquiera yo supe de mi. Pensé que era lo correcto, que estaba haciendo algo por fin bueno. Que iba a ser exitoso. Pero lo único que hice fue ir perdiendo poco a poco mi mayor logro... Tu amor. Antes de conocerte nunca me habría imaginado que una mujer como tú se iba a fijar en mí, que iba a tener dos hijos maravillosos y una maravillosa vida que vale la pena ser vivida Adele. Y llegaste a mi vida y no pienso dejarte ir.
Las lágrimas no se detenían. No sabía qué decirle, no sabía ni qué hacer.
—Y puedes golpearme, decirme todos los insultos que se te ocurran porque me lo merezco por haber hecho tal estupidez de no estar contigo. Te propongo comenzar desde cero. Pero...—se detuvo y abrí los ojos—. Adele, estás temblando.
No me había percatado de que se notaba tanto el frío que estaba sintiendo. Acomodé mi abrigo pero no ayudó mucho.
Se quitó la chaqueta y la puso sobre mis hombros.
—Simon—mi voz temblaba—. Te va a dar una pulmonía. Dios mío ponte la chaqueta. Estoy bien.
—Sabes—se puso de pie y extendió su mano para ayudarme a levantarme—. No puedo evitar pensar que esto ya lo hemos vivido antes.
Y tenía razón. Era como la primera vez que me había traído aquí.
Me levanté y nos fuimos a la cabaña. Me senté en el sofá y él encendió la fogata.
Clavé mis ojos en el fuego que ardía a unos cuantos centímetros de mi. Le devolví la chaqueta y seguí viendo el fuego pensando en todo lo que me había dicho.
—Adele... Dime algo por favor. ¿Qué piensas? ¿Qué pasa por tu mente?
Solo esperé unos minutos para contestarle.
—Que eres un verdadero imbecil—me vio con tristeza—. Un idiota Simon. Te necesitaba, te extrañaba todas las noches al lado de mi en la cama, en las mañanas, en mis shows. Los niños empezaron a crecer sin ti, sin tu presencia. Yo me sentía pésimo pero nada te quitaba de la cabeza el maldito proyecto. Y a veces tenía ganas de golpearte, de decirte que era todo, que ya no quería estar aguantando tu ausencia y mi angustia por ti. Mi añoranza. Ya no quería Simon, me estaba dando por vencida. Y sabes porque no lo hice...—me acerqué más al fuego.
—¿Por qué?
—Porque te amo—sonrió—. Te amo con todo mi corazón y mi corazón es débil. ¿Cómo rayos voy a dejar al hombre al que amo? Que estaba encerrado en ese cuerpo perdido en documentos y papeles. Pero yo no me sentía correspondida...—solté un sollozo y me abracé a mí misma para calentarme.
Entonces sentí su abrazo. Me dio un beso en la sien y me abrazó a un más fuerte.
—¿Cómo creer que se siente que... Al salir del hospital no esté ese hombre al que amo conmigo? Con el que he pasado tantos baches, tantos momentos, tantos altos y bajos. Que... Que los paparazzis digan que no estás ahí y que ya nos vamos a divorciar.
—Quería hacer algo para darte. Para corresponderte. Pero se me fue de las manos.
—Yo lo único que quiero y he querido siempre Simon es tu amor. No más. Solo tu amor. Y no quiero comenzar desde cero porque nuestra historia no puede borrarse, quiero que vuelvas a ser tú mismo y...
Me levantó la barbilla. Lo vi a los ojos, sin dejar de abrazarme y frotar mis brazos susurró.
—Te amo—y me besó.
Ese besó despertó tantas emociones en mi. Me hizo darme cuenta de que Simon, mi Simon había vuelto. De que estaba arrepentido y que en verdad me amaba. Me besó como no lo había hecho en años.

•Narrador normal•

Louisa al colgar con Melody se quedó pensando en Angelo. No quería que hiciera nada estupido pero Melody había dicho que su guardaespaldas estaría por ahí así que se relajó un poco.
Se puso a ver televisión mientras su madre hacia la cena. En eso le llegó un mensaje. Era un número desconocido. Abrió el texto y leyó.
"Una expulsión merece un castigo. El rubiecito las pagará. Todo es tu culpa".
Louisa sintió que su estómago se revolvía. Leyó una y otra vez el mensaje. Se fue corriendo a su cuarto y marcó el número de Angelo. Lo llamó tres veces y no obtuvo respuesta. Aterrada pensó en llamar a Melody, pero no quería que supiera su situación con Jason y ellos. Lo decidió sobre la marcha. Se puso lo primero que encontró, tomó sus llaves y se dirigió a la puerta.
—Lou... ¿A dónde vas? Ya va a estar lista la cena y tu padre no tarda en llegar.
—Lily me acaba de invitar a cenar mamá, lo siento.
—¿Lily? Pero...
—Lo siento mamá. Guarda mi cena para mañana ¿si?
—Llámame cuando estés con Lily.
—¡Si!
Louisa tomó un taxi hasta el pub. Entró sin ningún inconveniente diciendo que iba al restaurante. Buscó a Angelo por todos lados. Estaba en una esquina con su grupo de amigos.
Louisa se dirigió hasta ellos cuando vio que Robert, Jason y otro chico se acercaban a él.
Louisa se paralizó. Vio la escena. Angelo diciéndoles algo, Robert señalando la salida trasera, Jason tomando a Angelo de la camisa.
Louisa desesperada buscó por todos lados al que pareciera un guardaespaldas pero no había nadie. A Peter y a David ya los conocía pero al nuevo no. En su momento de búsqueda perdió de vista a Angelo y a los otros. Cuando volteó de nuevo ya no estaban. Corrió hasta donde estaban los amigos de Angelo.
—¿Dónde está Angelo?—les dijo asustada.
Todos se encogieron de hombros o negaban haberlo visto. Maldijo en su interior a todos y se fue corriendo a la puerta trasera.
La abrió con esfuerzos y vio a Angelo acorralado entre las paredes del callejón y Robert y los otros.
—¿Quién te crees para hacer que me expulsen?—dijo Jason enfadado.
—Estabas molestando a mi amiga. No iba a dejarte salirte con la tuya.
—Quien te manda a andar de entrometido.
Louisa desesperada corrió hacia la entrada principal buscando al guardaespaldas. Vio la camioneta negra de Melody y casi saltó de la emoción. Se estaba estacionando así que corrió hasta la camioneta.
—Disculpe—le dijo al conductor—. Soy amiga de Melody y Angelo. ¿Usted es el nuevo guardaespaldas?
—Si...—dijo serio—. ¿Qué...?
—¡Angelo está en problemas!
Liam salió disparado de la camioneta y siguió a Louisa.
Cuando salieron por la puerta trasera Angelo ya se estaba peleando a golpes. Pero él llevaba la desventaja. Louisa soltó un grito cuando Robert le dio un golpe a Angelo que lo tiró al suelo.
Liam corrió hasta ellos y con pistola en mano los amenazó para que se alejaran. Los tres chicos retrocedieron.
—Eso te ganas por héroe idiota—gritó Jason.
Liam llamó a la policía y reportó a Robert y a sus compañeros.
Louisa corrió hasta donde estaba Angelo en el suelo.
—¡Angelo! Angelo Dios mío—Angelo tenía sangre saliendo de su nariz y tenía el ojo cerrado, rojo e hinchado.
Louisa lo ayudó a levantarse al igual que Liam. Lo llevaron hasta la camioneta aturdido.
Liam condujo hasta una farmacia cercana porque Angelo no quería ir al hospital. Louisa bajó y compro vendas, alcohol y pomada.
Liam bajó de la camioneta para seguir reportando a los chicos. Mientras en el asiento trasero Louisa abrió todo lo que había comprado y encendió la luz para intentar curar a Angelo. Había tomado un curso de primeros auxilios en la escuela y esperaba que sirviera de algo en ese momento.
—Lo siento tanto, en serio lo lamento—dijo Louisa mientras mojaba en algodón con alcohol—. Todo es mi culpa.
—No creas. Creo que su furia se acumuló contra mi. Nunca nos hemos llevado bien... ¡Auch!—gritó cuando Louisa puso el algodón en la herida de la frente, sobre el ojo.
—Lo siento lo siento—dijo Louisa asustada—. Iba a avisarte, pero no alcancé a llegar a tiempo.
—Gracias... Ouch...
—Solo un poco más... Después pondré la vendita y luego el hielo en el ojo.
Se quedaron en silencio un rato. Louisa se le quedó viendo, analizando su rostro golpeado pero aun así bastante atractivo. Se mordió el labio apenada cuando Angelo abrió el ojo sano y la vio.
—¿Qué?
—Nada—dijo ella abriendo la bolsa del hielo.
—¿Estabas admirando mis marcas de guerra heroica?
—Jajajaja si, eso hacía. Eres todo un héroe engreído.
—Un héroe engreído que besa bien, ¿verdad?
—No. No lo haces bien—Louisa le puso la venda y le dio el hielo.
—Como si pudieras hacerlo mejor.
—Eso mismo dijiste en el hospital. Y si, beso mejor que tú.
Sin previo aviso Louisa se inclinó sobre Angelo y lo besó. Angelo le siguió el ritmo. Se besaron por un buen rato hasta que Louisa se separó para tomar aire.
—¿Ves?
—Creo que no me quedó claro. Estoy un poco aturdido por la pelea de hace un rato—dijo Angelo con una media sonrisa.
—Eres un tonto—dijo Louisa sonriendo.
Angelo la tomó de la cintura y la acercó a él. Entonces sin pensarlo ni un segundo Louisa volvió a besarlo.
—Si...—dijo Angelo sobre sus labios—. Lo haces mejor que yo.

...
Aquí está el capítulo 30. Comenten por favor :)
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