Then and now... And always

By LDaydreamer_

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Adele con la ayuda de Simon ha podido olvidar los acontecimientos del pasado que la atormentaban y la habían... More

El sueño
Los colores
El primer paso
Sencillo
Ayuda
Peanut
Todo bien
¿Que has hecho?
Josh
Melody
Una sonrisa
El de antes
No te vayas
Ídolo
Cartas
Secretos
La cámara
Mamá...
Recuerda
Aquí estoy
Te necesito
Amiga del alma
Perdón
Tiempo
Se fue
Paparazzi
Noticias
Hablemos
Desde cero
Amor
Mi culpa
Disparo
De vuelta al inicio
Irresponsable
Adiós
Ella
Por fin
Tranquilidad
En el escenario
¿Tan sencillo?
El final
Epílogo

Detente

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By LDaydreamer_

•Narra Angelo•

—Cuéntame—dije sentándome al lado de Louisa en las gradas frente a la cancha de futbol. Ella no quería perderse clases así que cuando sonó el timbre de salida fui por ella hasta su salón y la conduje hasta aquí. A esta hora no hay nadie así que pensé que sería buena idea.
—No... Quiero hablar—dijo viendo hacia los edificios de salones.
—Bueno, como quieras—dije y me acomodé de tal manera que quedé recostado en la grada. Saqué mi cajetilla y tomé un cigarrillo. Le ofrecí uno.
—No fumo—dijo seria tomando su mochila—. Y tú tampoco deberías hacerlo.
—¿Mi madre te dijo que me dijeras eso?—dije sonriendo encendiendo el cigarrillo.
Negó. No estaba de humor para bromas.
—Lo siento—solté el humo—. Vamos Louisa, desahógate.
Se quedó un momento en silencio respirando hondo, siguiendo su propio consejo que me daba siempre que me ponía furioso o estaba harto de los problemas en mi vida. Después vi como una lágrima recorría su mejilla. La limpió rápidamente y con una respiración fuerte y profunda levantó la vista.
—Siempre me obligó a hacer sus trabajos amenizándome con que me haría algo de lo que me arrepentiría. Pero últimamente he tenido tantos trabajos y combinados con los suyos era excesivo. Así que deje de hacerlos y él dejó de pedírmelos. Creí que se había terminado, que ya no me molestaría pero hoy cuando fui por mi libreta que había olvidado... Pues... Tú viste lo que sucedió.
—Pero ¿por qué no le dijiste a nadie?
—Me tenía amenazada. Él y sus idiotas amigos.
—Bueno pero Jason ya fue expulsado y de seguro tendrán vigilados a los otros. No te preocupes.
Se encogió de hombros, se frotó los brazos por el frío que estaba haciendo y se puso la mochila en los hombros.
—Gracias por golpearlo—dijo poniéndose de pie—. Y por escucharme.
—No hay problema—me puse de pie yo también—. ¿Ya estamos bien?
Asintió con una media sonrisa.
—Claro. Engreído.
—Excelente neurótica.
Sonrió y con un movimiento de cabeza se despidió y bajó las gradas a saltos. Me quedé viéndola mientras terminaba mi cigarrillo. Cuando ya estaba en la última grada volteó a verme.
—Podrías... No comentarle nada a Melody, ni a mi madre. A nadie... Por favor.
—Esta bien. No te preocupes.
Asintió aliviada. Se dispuso a bajar pero volteó de nuevo, esta vez con una sonrisa y eso me hizo sonreír.
—¿Estabas viendo mi trasero?
—Jajajaja claro que no.
Frunció el ceño y me indicó con un gesto que me estaba vigilando.
—Ya quisieras.
Levantó el dedo medio y se fue. Me reí y me quedé otro rato recostado en las gradas.

—¡Angelo!—me levanté y vi a Melody viéndome con los brazos en la cintura—. ¿Podemos irnos ya?
—No—dije recostándome de nuevo.
—¡Angelo! Vámonos.
—Que genio—dije poniéndome de pie y tomando mi mochila—. ¡Atrápala!
Le aventé mi mochila y ella la esquivó.
—¿Estás loco o que te pasa? ¡Vámonos! Llevo horas buscándote.
—Si estoy loco—dije brincando desde la cuarta grada—. De amor—lo último lo dije más para mí mismo que para Melody.

•Narra Adele•

Nos sentamos en la sala. Simon me dio un tulipán amarillo. Sabe que son mis flores favoritas. Lo tomé y lo puse en la mesa. No quería actuar gentil con él, estaba realmente enojada, estoy realmente enojada. Simon respiró hondo entre nervioso y pensativo y después me vio a los ojos. Yo volví a ser aquella Adele del mal carácter. Con gesto inmutable le sostuve la mirada, después volteé a ver mi reloj.
—Simon, ¿vas a decir algo? Porque si no, tengo que irme a la cita con el doctor—dije enojada.
—¿Tienes cita con el doctor?
—Para quitarme las puntadas.
—¿No quieres que te lleve?
—Me llevara Peter. ¿Vas a decir algo o no?
—Si si.
Se acomodó en el sillón.
—Quiero pedirte disculpas—se detuvo y después de respirar hondo continuó—. Porque sé que he sido un tonto y que he cometido muchos errores. Lo lamento en serio y si quieres golpearme lo acepto. Frank me golpeó de hecho y... Bueno. Solo quería decirte que he pensado en este tiempo que estuve lejos en lo que pasa entre nosotros y...
—¿Qué pasa entre nosotros Simon?—lo interrumpí.
—Bueno...—dijo nervioso.
—Nada. No pasa absolutamente nada. Más bien pregúntate qué pasa entre tu trabajo y tú. Porque es la única relación que has tenido en estos últimos años.
—Lo sé. Lo he reflexionado y he caído en la cuenta de que soy un completo imbécil.
—Si si lo eres. Y mi esposo, mi Simon no era un imbécil—hace años que no escuchaba este tono de voz en mi. Hasta yo me sorprendí.
—Yo... No sé porque, bueno más bien, si se porque cambié. Me sentí aterrado de no ser lo suficientemente bueno para ti.
—Lo cual es estupido Simon porque tenemos tanto tiempo juntos que ya deberías saberlo.
—Si...
—Deberías saber que yo lo único que quiero es tu amor. Y fue lo único que no tuve—no me iba a poner a llorar. Volteé a ver el reloj y justo en ese momento entró Peter.
—Tu cita es un quince minutos—dijo viéndonos a ambos.
—Si... Lo sé—me puse de pie y tomé mi abrigo. Simon también se puso de pie.
—Espera Adele terminemos de hablar...
—Te dije que tenía que ser rápido—dije poniéndome mi abrigo—. Adiós Simon.
Peter me dio la mano y con todas mis fuerzas caminé lo más rápido que pude para poder llorar sin que Simon me viera. Pero corrió y se puso frente a la puerta.
—Dame una oportunidad de demostrarte que te amo, que estoy arrepentido y que no quiero que nuestros dieciséis años de casados se vayan a la basura por una pelea.
—No ha sido solo una pelea Simon—si sigo aguantando mis lagrimas voy a explotar.
—Solo una oportunidad—dijo viéndome directamente a los ojos.
—Simon...—ya no pude más. Sin embargo no abandoné mi tono de voz—. Me duele muchísimo la cabeza y me urge que me quiten esto. Por favor hazte a un lado.
Se quitó del camino. Peter abrió la puerta y me condujo hasta la camioneta. Me puse los lentes de sol y me subí al asiento trasero. Antes de cerrar la puerta Simon se acercó.
—Te voy a recuperar. Aunque sea lo último que haga Adele.
Cerré la puerta sin decir nada más y le pedí a Peter que arrancara. No había mentido, me dolía horrible la cabeza pero eso no era nada comparado al dolor de mi corazón.

•Narrador normal•

Simon de quedó en la entrada de la casa pensando en qué hacer para recuperar el amor de Adele. Tenía que recuperarla, tenía que hacerlo. Entro a casa por las llaves del auto y cuando estuvo a punto de salir se topó con sus hijos.
Melody lo vio asombrada y Angelo con el ceño fruncido, idéntico al de Adele.
—Papá...—dijo Melody—. Papá haz vuelto—corrió hacia él y lo abrazó.
—Si mi vida, he vuelto y no pienso irme.
—¿En serio? ¿Ya no vas a viajar?
—No por ahora—dijo viéndola a los ojos—. Necesito arreglar mis errores.
—¿Entonces ya por fin te diste cuenta de tus estupideces?—dijo Angelo sin acercase a él.
—Si Angelo. Por fin. Quiero pedirles disculpas por haberme alejado de ustedes, por haber cometido tantos errores. Por favor discúlpenme.
—Claro que si papá—Melody volvió a abrazarlo—. Pero ya no vuelvas a hacerlo. Solo vuelve a ser tú mismo.
—Eso es lo que intento. ¿Y tú Angelo?
Angelo se encogió de hombros. Simon soltó a Melody y se acercó a Angelo.
—Por favor—le suplicó.
—Con que no te vuelvas a encerrar en ese maldito estudio.
—No lo haré—Simon abrió los brazos.
—Te perdono pero yo no abrazo papá.
—Bueno... No me importa—y lo abrazó.
Melody se rió un poco y se puso feliz por ver de nuevo a su padre.
—¿Y mamá?—dijo Melody.
—Se fue a su cita con el doctor. Le quitaran las puntadas pero digamos que ella aún no está muy contenta conmigo.
—¿Cómo va a estarlo después de lo que has hecho?—dijo Angelo.
—Exacto. Así que voy a hacer algunas cosas. Pero quiero saber si cuento con su apoyo.
—¿Para qué?
—Para recuperar a su madre.
—¡Si!—dijo Melody entusiasmada.
—Excelente. Gracias—los abrazó a ambos. Angelo se soltó pero aun así decidió apoyarlos.

Melody le pidió a David que la llevara a la academia de danza. Ya era hora de volver y se moría de ganas por bailar.
Llegando todos sus compañeros le preguntaron sobre su madre, como era de esperarse. Solo les dijo que estaba bien y le pidió a las chicas de su clase que la pusieran al día.
Al parecer habría una presentación en el Royal Albert Hall en los últimos días de diciembre. Era una presentación bastante importante y se elegirían a los participantes en las siguientes semanas.
—Se presentará el lago de los cisnes—dijo su maestra—. Y como es una presentación en un lugar tan prestigiado necesitamos a alumnos que sean de nivel excelente, que tengan compromiso, dedicación y pasión. Los que estén interesados en participar tendrán que apuntarse en las listas que se encuentran pegadas afuera de esta aula. Las audiciones serán en estas semanas. Habrá eliminatorias y después se asignarán los papeles a los que sean seleccionados.
Melody no lo pensó ni un segundo, quería participar. Tenía que participar. Amaba "el lago de los cisnes" y el Royal Albert hall era muy importante para su familia por la presentación de su madre hace algunos años que había sido maravillosa. Bailar ahí sería lo mejor que pudiera pasarle.

Terminando su clase corrió hasta las listas y fue la tercera en anotarse. Se fue al baño y al volver ya había veinte nombres anotados y varios chicos formados para apuntarse.
Tenía que esforzarse al máximo para conseguir un lugar en la presentación.
Cuando todos comenzaron a irse ella entró al ultimo salón, encendió las luces y dejó su mochila al lado de la entrada. Era el salón de espejos. Le mandó un mensaje a David que ensayaría un poco. Buscó una melodía del lago de los cisnes y después de unos estiramientos se puso a bailar al ritmo de la música de forma improvisada. Solo dejándose llevar. Casi ni se veía al espejo, solo cuando se detenía para pensar en su siguiente movimiento. Se sentía tan bien bailando después de tanto tiempo.
Cuando terminó la canción terminó en el piso empapada de sudor y un aplauso le sacó un buen susto. Volteó a la puerta y Theo estaba de pie aplaudiendo con una sonrisa.
—¿Qué haces aquí?
—Veo lo maravilloso que bailas—dijo acercándose. Le extendió la mano y la ayudó a ponerse de pie.
—Pero... ¿Cómo...?
—Llamé a tu casa y Angelo me dijo que estabas aquí. Melody, bailas maravilloso—dijo tomándola de las manos.
—Gracias—dijo sonrojada—. Solo estaba dando piruetas a lo loco jajaja.
—Si esto era a lo loco, no me quiero imaginar cómo ha de ser una coreografía estructurada. En serio Melody, bailas fenomenal—le dio un beso en la mejilla.
Melody con la respiración agitada aún por el baile sintió que se quedaba sin aire con el beso que había rozado la comisura de sus labios.
—Gracias—dijo de nuevo, nerviosa.
—Que ganas de saber bailar. Yo tengo dos pies izquierdos jaja.
—Eso dice mi madre y mira que puede bailar. La vi hace mucho bailar con mi padre—Melody se entristeció con el recuerdo.

*Recuerdo*

Melody estaba quedándose dormida en el sofá. Se puso de pie y con su bailarina de trapo entre sus brazos caminó hasta las escaleras. En la antigua casa al ir hacia las escaleras pasabas por una especie de sala de estar al lado del recibidor. De ahí escuchó una melodía bastante hermosa que llamó su atención. Iba a acercarse cuando Louie se acercó ladrándole y moviendo la cola. Melody lo hizo callar con su pequeño dedo sobre los labios y se asomó a la habitación de la que provenía la música. Se puso de cuclillas con Louie a su lado, éste lamió su mejilla y ella soltó una pequeña risa.
—No Louie—lo abrazó y vio a través de la puerta a sus padres de pie en medio de la habitación abrazados y bailando al ritmo de la melodía. Era lenta y hermosa.
Su madre estaba recostada en el hombro de su padre. Él le dio un beso en la frente, la separó de él y le dio una vuelta antes de volver a acercarla y seguir bailando. Melody sonrió.
—Te amo—le dijo su padre.
—Y yo a ti—dijo su madre y le dio un beso rápido.
—Feliz aniversario—dijo su padre antes de abrazarla.
***

—Era su aniversario. Los vi bailar y sabes que es lo curioso. Que a los seis años me enamore de una melodía de Beethoven.
—Que hermoso—dijo Theo tomándola de la mano—. Pero en realidad yo no sé bailar ni un poco.
—Debes de por lo menos saber moverte ¿no?
—Si por moverte te refieres a esto—Theo hizo unos pasos raros y Melody se atacó de risa—. Si, se bailar perfectamente.
—No seas tonto.
Melody tomó su celular. Puso la melodía que le fascinaba desde ese día que vio a sus padres bailándola y tomó a Theo de las manos.
—Bien. Pon tu mano aquí—dijo poniendo su mano en su cintura.
—Melody... En serio, qué vergüenza. Acabamos de empezar nuestra relación y ya me vas a cortar cuando veas como bailo.
—Piénsalo así—Melody tomó la otra mano de Theo y puso su mano en su hombro—. Estamos en una academia de baile, en la que se enseña baile. Aprenderás baile.
—Buen punto.
Theo bajó la mirada hacia los pies de Melody e intentó seguirle el ritmo. Melody no podía dejar de reírse. Le indicaba cómo hacerlo y lo conducía pero Theo siempre terminaba a destiempo.
Después de un rato lograron bailar varios segundos sin perder el ritmo.
—Excelente—dijo Melody viéndolo a los ojos.
—Me encantaría poder bailar la canción completa—dijo Theo sonriéndole—. Para poder ver ese brillo en tus ojos más tiempo.
Melody le sonrió. Theo le dio una vuelta y la acercó a él para plantarle un beso que dejó a Melody con las piernas débiles.
—Eso fue aún más excelente—dijo Melody sobre sus labios.

Cuando Melody terminó de cambiarse salió con Theo de la academia. Caminaron hasta el estacionamiento en la calle que ya estaba un poco oscura. El tiempo se había ido volando y ya estaba anocheciendo.
Mientras caminaban Melody se sentía extraña. Volteó a todos lados y pudo ver a un hombre al otro lado de la acera. Traía capuchón y caminaba con la mirada baja.
—Melody, ¿todo bien?
—Si.. Todo bien—dijo viendo al hombre.
—¿Crees que será un paparazzi?—dijo Theo.
—Tal vez. Mejor vámonos—Melody aceleró el paso y se sintió segura hasta estar dentro del auto. Cuando Theo iba conduciendo Melody pudo ver a David detrás de ellos y soltó el aire contenido.
—Malditos paparazzis—dijo para sus adentros.

Josh se detuvo en la esquina y vio como los autos se alejaban. Satisfecho contempló la academia. Había encontrado a la hija de Adele.

•Narra Simon•

Conduje hasta la florería. Compré un ramo enorme de tulipanes amarillos. Después fui a comprar chocolates y después fui con Frank.
—Pero claro que me rechazó—dije desesperado.
—Es obvio Simon.
—Y voy a recuperarla como me dijiste. Le compré un ramo enorme de flores, chocolates...
—Eso me parece superficial.
—¿Y qué más se te ocurre?
—¿Cómo la enamoraste? Recuerda que cuando empezaron a salir tú apenas tenías una libra en el bolsillo. ¿Y eso le importó a ella? No.
—Ella siempre decía que eras muy detallista—dijo Ana entrando al comedor—. Nada ostentoso. Creo que su vida siempre ha sido tan ostentosa que tú llegaste con tus detalles y la enamoraste. Vuelve a hacerlo.
—Hoy le llevé un tulipán como cuando empezábamos a salir y lo rechazó—dije pensando.
—Pues llévale otro, pero solo uno. O llévala a algún lugar al que solías llevarla, si es que sigue existiendo. Wow, eso me hizo sentir anciano—dijo Frank.
—Esque estas anciano—dijo Ana sonriendo y le dio un beso—. Somos unos vejestorios.
—Bueno, mira. Espera a que se mejore, que se acostumbre a estar fuera del hospital y después llévala a un lugar que le fascine. En el que se sienta cómoda y que haya sido especial para ustedes. Ahí podrán hablar.
—Ya... Lo tengo—dije sonriendo—. Ya lo tengo. Gracias.

Salí disparado de la casa de Frank hasta mi casa. Angelo estaba viendo televisión.
—¿Qué está tomando últimamente tu madre?
—Agua—dijo sin verme.
—Que gracioso.
—Esta tomando una pastilla para el dolor cada doce horas y el enfermero viene a la terapia todas las mañanas. También una pastilla para no sé qué cosa cada ocho horas. Creo que es para recuperar fuerza.
—¿Dónde está todo eso?
—En su habitación en el buró.
Tomé las pastillas. Las puse en una mochila que encontré en el armario y la dejé en el recibidor.
Me puse a planearlo todo. Cuando ya estaba listo eran las cinco. Solo necesitaba a Adele.

•Narra Adele•

—Esto no dolerá nada—dijo el doctor mientras quitaba la venda.
Mintió. O tal vez era el dolor eterno que tenía últimamente. La conversación con Simon solo había empeorado mi estado de ánimo. Tenía tantas ganas de abrazarlo, pero no iba a dejar que todo se arreglara tan fácil después de años de ser ignorada por él. No se lo merece.
Después de que me quitaran las puntadas me volvieron a poner venda. Me dijo que me la quitara en la noche, que continuara con el medicamento indicado y que tuviera reposo después de la terapia. Lo único que quería era llegar a casa y dormir hasta el día siguiente. Llamé a Melody y me dijo que estaba en la academia.
Cuando llegué a casa vi a Angelo en la sala con su computadora en las piernas y los audífonos puestos. Me dirigí a mi cuarto exhausta, me quité los zapatos a medio camino y decidida a tirarme en la cama entré a la habitación pero Simon estaba sentado en la cama y al verme se puso de pie.
—Hola—dijo sonriendo.
—Simon... Quiero dormir. Podemos hablar después.
—Quiero que me acompañes.
—¿A dónde? ¿Qué no oíste que quiero...?
—Si escuché pero por favor acompáñeme.
—Simon no estoy de humor.
—Ven—me tomó de la mano y me condujo hasta el primer piso.
—Simon... ¡Simon! ¡Detente! ¿Qué te pasa?—dije enfadada.
—Ponte los zapatos.
—¿Qué haces?—dije poniéndomelos porque al parecer no se iba a detener.
—Te recupero—tomó un tulipán del sofá del recibidor y me lo dio.
—Simon—dije fastidiada.
—Vamos—me volvió a tomar se la mano. Tomó una mochila y salimos de casa.
—Simon es en serio...
Me indicó que subiera al auto. Subí y cerró la puerta.
—¿Podrías decirme que rayos estás haciendo...?
—Conduzco—dijo acelerando.
—No estoy de humor para chistes—aceleró. Iba demasiado rápido—. ¡Simon! ¡Detente!
—No me detendré.
—¿A dónde me llevas?
—Solo te diré...—volteó a verme—. Que no te llevaré a un psicólogo.

*Recuerdo*

—¿Me dirás a donde me llevas?—dije en un plan mas "pacífico", aun con mi tono mandón y cortante.
Simon negó.
—¿Por qué...?
—Mira—dijo Simon. Era la primera palabra en bastante tiempo—... No te llevaré a un psicólogo. Y te recomiendo que te pongas cómoda porque aun falta bastante.

***

Entonces lo supe.... La cabaña.

...
Aquí está el capítulo 29. Cometen porfi :)
NOTA: mañana comienzo clases en mi nueva escuela así que no sé de cuánto tiempo libre dispondré. Una disculpa de antemano si no sigo subiendo capítulos diarios pero haré todo lo posible. Gracias por leer.
❤️

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