Súmmum observaba a Alex desde el marco de la puerta, mientras hablaba con Alma por teléfono. Alex estaba inmóvil, parecía una figura de cera y apenas respiraba.
– Te digo que me ocuparé de buscar a Eldar ahora - dijo mientras guardaba unas dagas dentro de su cinturón.
– Estoy segura que se metió en problemas - dijo Alma angustiada - No me contestó la llamada. Se fue de aquí bastante alterado. Tu sabes que se ha vuelto bastante irracional últimamente. Me enoje con él por lo de Lyra y le dije cosas duras. Se fue enojado y seguro necesita descargar su ira. Pero temo que se halla metido en problemas.
– Lo se - trató de tranquilizarla Súmmum - Cuando hablé con él me dijo que vendría para acá pero ya pasó mas de una hora y no ha llegado.
– Mi hijo está en peligro.
La voz de Gêldar vino desde un rincón de la habitación en penumbras. Su figura se desprendió de la pared como un papel oscuro.
Súmmum abrió los ojos desmesuradamente y sus miradas se cruzaron salvajes.
– Alma - dijo en tono gélido - Tengo que cortar, Eldar estará bien, te lo prometo. Iré por él.
Cortó la comunicación y puso el teléfono en un bolsillo bajo la fría mirada de Gêldar.
– Tú - dijo con los ojos encendidos - No debes estar aquí.
Gêldar dio un paso al frente; su estatura elevada y el traje negro de combate le daban un aspecto marcial. Niteris se posaba erguido en su hombro.
– Mi hijo está en peligro - dijo la voz helada e inexpresiva de Gêldar - Solo cumplo con mi parte del trato. No vengo a pelear contigo. Aunque lo haría de buena gana. Sabes que aceptaría un duelo contigo en cualquier momento.
– ¿Qué pasa con Eldar? - dijo Súmmum con gesto marcial.
– Si hicieras bien tu trabajo de Guardián, mi hijo estaría a salvo.
Los ojos de Súmmum se encendieron y de un solo movimiento desenvainó su espada y apuntó al pecho de Gêldar.
– No es momento de viejas riñas Señores.
La voz de Selene sonó suave detrás de Súmmum. Gêldar bajó su mirada a la hoja de la espada de Súmmum y luego miró a Selene, pero no se movió de su lugar.
– Gêldar, te doy mis respetos - dijo Selene acercándose.
Pasó por delante de Súmmum rozando con su mano la espada y obligando al Ángel a deponer su actitud. Parecía flotar en lugar de caminar y se sentó en el borde de la cama junto a Alex. Sus ojos verdes y serenos se posaron en los de Gêldar.
– El muchacho los necesita a ambos - dijo en voz serena - Pueden sacar sus espadas y batirse en un duelo interminable, mientras que él muere; o pueden ir a buscarlo y sacarlo del peligro.
Súmmum bajó la cabeza y se mordió el labio inferior. Gêldar permaneció inmóvil, sus pupilas de hielo clavadas en Súmmum.
– No puedes abrir un portal cada vez que te de la gana - dijo Súmmum.
– Mi hijo mandó a Niteris en mi busca. Lo que significa que necesita mi ayuda.
– Yo soy su Guardián - dijo Súmmum molesto.
– Pero parece que últimamente no estás haciendo bien tu trabajo y Niteris responde a mí.
– El Cazador está en peligro y el Principal del Consejo de las Sombras está con él. - dijo Selene mirando a ambos - Otro mortal está con ellos y morirá si no se apresuran a ir en su búsqueda.
Gêldar tomó al ave entre sus dedos y lo animó para que levante el vuelo.
– Selene tiene razón - dijo sin expresión - Debemos dejar nuestros odios personales para otra ocasión.
– Estoy de acuerdo.
– Yo me quedaré con la Cazadora - dijo Selene - Ella ya es una hija de la noche.
Gêldar pareció ver por primera vez a Alex. La recorrió con la mirada y luego miró a Súmmum fríamente.
– Una pizca de tu sangre la convertiría en un vampiro diurno - dijo.
– ¿Por qué haría eso? No puedo hacerlo.
– Y ¿Por qué no?
– Es contra las reglas. No debo interferir.
Gêldar salió de la habitación dejando una brisa helada detrás de él.
– No siempre tienes que seguir las reglas. Quien le hizo eso también las rompió.
– Es fácil para los demonios quebrar todas la reglas - dijo Súmmum detrás de él.
Se detuvieron en el pasillo frente al salón de Selene. Súmmum entró a cambiar las dagas que llevaba en el cinturón por otras mas largas y Gêldar se quedó en la puerta.
– No puedo creer que esté trabajando junto a un demonio por una causa en común. Dios debe estar muy enojado conmigo para castigarme de esta manera.
– Siempre puedes renunciar - dijo Gêldar desde la puerta.
– Ni lo sueñes. No dejaré que contamines al chico por completo.
Súmmum salía del salón cargado de su espada y algunas dagas brillantes en su cinturón. Gêldar llevaba solo su espada, otra de las tantas que poseía. Una sonrisa leve se formó en sus labios cuando el Ángel pasó por su lado.
– Niteris nos llevará con él - dijo a espaldas de Súmmum.
– Por lo menos ese pájaro del infierno sirve para algo.
***
Eldar comenzó a tirar con fuerza de las cadenas que lo sujetaban. Los grilletes de hierro comenzaban a cortar sus muñecas, pero no le importó. Solo quería liberarse y caer con toda su ira sobre Bruce.
Juntó todas sus fuerzas y tiró una vez más. El revoque saltó de la pared y una de las cadenas se liberó rebotando con fuerza en el suelo. Se estiró para tomar a Bruce con la cadena aún colgando del grillete de su mano pero no llegó a tocarlo. Solo unos centímetros lo separaban del vampiro.
– ¿Demasiado corta? - dijo Bruce con un tono burlón que enfureció más a Eldar.
– ¡Libérame! - le dijo con odio - ¡Eres un maldito cobarde!¡No tenías que hacerle eso!
- Te dije que iba a desparramar sus entrañas por el suelo. Pero tranquilo, todavía no lo hago. Lo dejaré que agonice un poco mas. Tal vez beba un poco de su sangre también.
Eldar enroscó la cadena que colgaba de su muñeca al rededor de su mano y la azotó con fuerza hacia Bruce.
La cadena pasó a unos centímetros del rostro del vampiro pero no logró tocarlo. Bruce había ganado una respuesta de reacción increíble y se movía anticipando cada intento de Eldar.
– ¡Buen intento!
– ¡Cobarde, imbécil!
– No soy cobarde, soy inteligente. Algo que a ti te falta - dijo Bruce examinando la copa - Eres demasiado impulsivo ¿No te lo dijo tu amigo el brujo? Si fueras mas inteligente te hubieras dado cuenta que era todo una trampa para cazarte. Pero tu gran ego de súper macho te hizo caer. Te crees poderoso desde que regresaste de Argozz.
– Sabes que si me sueltas voy a matarte - dijo Eldar clavando sus ojos de hielo en los de Bruce.
- Aún no se cómo mataste a Azkeel - dijo Bruce pensativo - Pero seguro fue pura suerte.
- No fui yo el que mató a Azkeel idiota, fue mi padre.
La piel de la mano de Bruce estaba recuperándose de a poco, pero el dolor todavía latía dentro de él. Mirando a Eldar de reojo balanceó la copa con la sangre.
– Que interesante. Después de todo de algo sirves - dijo levantando la copa - ¡A tu salud!
Se llevó la copa a los labios y vació su contenido ante la mirada de odio de Eldar. Su mirada cambió a medida que bebía. Unas gotas de sangre quedaron en su barbilla.
– Nada mal - dijo saboreándose - Y Brenda pensaba que quería matarte.
– Disfruta mientras puedas - dijo Eldar entre dientes.
La Daga de los Mundos brillaba en su mano. La cara de Bruce se desfiguró al darse cuenta de que había pasado por alto la Daga. De un salto tomó a Wolfgann del cuello y lo levantó frente a Eldar.
– Eres rápido - le dijo - Pero los vampiros somos más rápidos.
– Sabes que con la Daga no puedo fallar - dijo Eldar con una sonrisa macabra - Ella hará lo que yo quiera. Dará en el blanco por muy rápido que te muevas.
Wolfgann estaba demasiado débil para resistir la fuerza de Bruce y considerando que tenía una pierna menos, no podía apoyarse con firmeza. Solo se dejó llevar por Bruce y le hizo una seña a Eldar con la mano.
– Mataré al viejo si no sueltas la Daga ahora - dijo Bruce.
Como toda respuesta, Eldar se dio vuelta y de un tajo cortó la cadena que aún lo mantenía unido a la pared. Bruce no sabía que la daga podía cortar cualquier cosa, sin importar qué. Lamentó en ese momento no haberlo supuesto; al fin y al cabo estaba forjada por ángeles y llena de conjuros. Eldar podría haber cortado las cadenas mucho antes, pero al igual que Bruce, no sabía que podía hacerlo. Solo fue una idea que cruzó por su cabeza en un segundo y tuvo el impulso de hacerlo.
– ¡Suéltalo! - dijo Eldar en el tono mas helado que pudo.
– Al principio me sentí muy mal con esto de ser un vampiro - dijo Bruce tomando la espada de Gêldar y apuntando a Eldar - Pero cuando comprendí todas las ventajas, me di cuenta que era lo mejor que me podía pasar. No puedo morir ¿No es bueno? En cambio tu, no tienes demonios que matar aquí para absorber su energía. No tardarás en sentir los efectos de la pérdida de sangre.
– También me regenero - dijo Eldar con una sonrisa helada.
Bruce comprobó que el corte que le había hecho en el cuello ya no sangraba.
- Tendré que volver a cortarte - dijo con una sonrisa.
Se sentía renovado después de beber la sangre del muchacho. Con una velocidad increíble, soltó a Wolfgann y en un segundo estaba en la puerta de la habitación.
Eldar avanzó furioso contra él. Los aceros de la Daga y la espada hicieron un chispazo al chocar con fuerza. Bruce resistió el golpe con una sonrisa.
– Eres fuerte - dijo - Pero me has dado tu sangre y yo me hice mas fuerte ahora. Aún te falta aprender muchas cosas sobre los vampiros.
Con un empujón, lanzó a Eldar al otro lado de la habitación. La espalda de Eldar dio contra la pared y cayó al piso. Bruce ya se tiraba encima de él empuñando la espada totalmente enloquecido. Eldar se preparó para recibir el golpe, pero estaba un tanto aturdido. Se dio cuenta en ese momento que realmente tenía que aprender mas sobre los vampiros.
Solo tenía una oportunidad y era lanzar la Daga contra Bruce. Cambió rápidamente la Daga de posición tomándola por el filo para lanzarla pero quedó paralizado.Todo tembló a su alrededor como si hubiera un terremoto. La puerta de la habitación se llenó de una bruma espesa y oscura. Bruce volteó para ver que pasaba y quedó paralizado en su lugar con la espada en alto. Eldar trató de incorporarse apoyándose en la pared sin perder de vista a Bruce que le daba la espalda.
Para sorpresa de todos, la figura alta y oscura de Gêldar salió de la bruma, Súmmum estaba detrás de él. Ambos llevaban las alas desplegadas en un completo contraste de blanco y negro. Habían llegado mediante un portal. Niteris cruzó la habitación y fue a posarse en el hombro de Eldar que ya había logrado ponerse en pie.
Bruce se quedó inmóvil, miraba de uno al otro tratando de comprender qué era lo que estaba pasando.
– ¿Te atreves a empuñar mi espada?
La voz de Gêldar hizo estremecer a Bruce que retrocedió. Con un movimiento veloz, se colocó detrás de Wolfgann y lo apuntó con la espada.
A Eldar le daba la impresión de que flotaba cuando se desplazaba de esa manera.
– Lo mataré - dijo entre dientes.
– A mi no me importa - dijo Gêldar fríamente.
Súmmum pareció crecer al abrir sus alas frente a Bruce.
– Suéltalo Bruce - dijo con calma.
– Súmmum - dijo Bruce en voz baja - Sabía que había algo raro en ti.
Lucio emitió un quejido y se movió dentro del charco de su propia sangre.
– Lucio necesita ayuda - dijo Eldar acercándose - Es un cazador.
Súmmum cruzó su mirada con Eldar y levantó las cejas. Se agachó frente a Lucio y lo examinó.
– El no se ve bien - dijo - ¿Tu estás bien?
– Si - Eldar miraba a Bruce de reojo.
Bruce aprovechó el movimiento de Súmmum para moverse rápidamente y tratar de escapar. Pero no contaba con que Gêldar era un demonio y su poder era superior a todo lo que él intentara.. Se frenó en seco al pasar junto a él. Trató de moverse pero no lo consiguió. Sus pies no le respondían. Gêldar se movió por detrás de él como una sombra y quedó a solo unos centímetros.
Eldar miraba atentamente sin moverse de su sitio.
Eysêll no era la única que podía manipular la mente de sus adversarios y Eldar se dio cuenta de lo poco que sabía de su padre. Bruce estaba a su merced como un títere. Como vampiro, y al ser creado por un demonio, también tenía la facultad de dominar la mente de otros, pero con Gêldar era diferente.
– Mi padre te dio esta maldición - dijo detrás de su espalda - Pero te has aprovechado de ella y te has metido con mi hijo. Sangre de mi sangre no puede ser tocada por uno como tú.
Wolfgann asistía a las palabras de Gêldar con un gesto marcial.
– No quise ofenderte mi Señor - balbuceó Bruce.
Eldar meneó la cabeza de un lado a otro.
– Padre - dijo en voz baja.
Pero Gêldar no le prestó atención.
– Yo no soy tu señor - dijo Gêldar sin expresión - Has desafiado mi sangre y has traicionado a los tuyos. Maté a mi padre por defender a mi hijo. ¿Qué supones que haré contigo?
– Solo quería crear una nueva raza. Mas fuerte... para servir al propósito de Argozz.
– Tú no sabes nada de mi Reino - dijo Gêldar sobre su hombro.
– Si me perdonas te serviré por siempre...—Sé de un secreto...un secreto que te puede interesar Eldar... Si me ayudas sabrás algo que te cambiará la vida...
—No me interesan tus estupideces —dijo Eldar con desprecio.
Eldar se pasó la mano por la cara e intercambió una mirada con Súmmum que en ese momento alzaba a Lucio para sacarlo de ahí.
– Acábalo de una vez - dijo el Ángel pasando por detrás de Gêldar con Lucio en sus brazos - Me deprime. ¿De que te sirve un traidor?
Gêldar miró a su hijo a los ojos, había un mensaje en esa mirada, una conexión que nunca antes habían tenido. Era como si le dijera “ Mira y Aprende”. La habitación se había vuelto helada de golpe. El frío hacía que el aliento saliera en forma de vapor de la boca de Wolfgann que permanecía inmóvil mirando lo que estaba sucediendo.
– De la misma manera que mi padre te dio esta maldición - dijo Gêldar en un tono que heló la sangre de Bruce - Yo te libero...
La expresión de Bruce se congeló de pronto. Su pecho se arqueó ligeramente hacia adelante y sus ojos se posaron en Eldar. Un sonido gutural salió de su garganta y un hilo de sangre chorreo por su boca manchando su ropa. Sus piernas se aflojaron y se desplomó con muy poca gracia a los pies de Eldar.
Eldar vio el agujero en su espalda y luego levantó la mirada hacia su padre. El corazón renegrido de Bruce chorreaba las últimas gotas de sangre en el puño apretado de Gêldar.