Capítulo 11 - La Ciudad de Las Sombras (Parte II)

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Lyra estaba aburrida, miraba por el ventanal de la habitación toda la extensión de la tierra oscura, que ahora estaba débilmente iluminada por lo que pretendía ser un sol rojo que no tenía fuerza. Todo estaba curiosamente teñido de rojo, como si las piedras y la tierra estuvieran bañadas de sangre. Sintió un escalofrío y una sensación de que tenía que recordar algo pero no sabía qué. Algo la mantenía inquieta, dentro de su pecho tenía una sensación que no podía definir, una mezcla de tristeza y añoranza, algo que recordar y no podía saber qué.

- Te noto aburrida...

La voz de Eysêll la sorprendió, no la había escuchado entrar.

- Si - dijo tímidamente.

Los ojos de Eysêll brillaron como los de un gato al refractar la luz.

- Entonces ven conmigo - le dijo tomándola de la mano.

El contacto con Eysêll hizo estremecer a Lyra, algo en esa mujer la cohibía al punto de ruborizarla y no sabía por qué.

Se dejó llevar tomada de la mano de Eysêll por el pasillo hasta una gran puerta doble. Se quedó maravillada ante el gran salón que apareció ante sus ojos, era como una gran pista de baile. Por un momento se imaginó un montón de parejas bailando al compás de una música de ensueño. Sus ojos se posaron en un ventanal por el que entraba el reflejo rojizo del sol mas extraño que hubiera visto. Cruzaron el salón en silencio y fueron por un pasillo angosto que desembocaba en una escalera en espiral. Parecía que no terminaban nunca de subir, los escalones se sucedían uno tras otro sin ningún descanso.

Algo dentro de ella la hacía sentir extraña y temerosa, seguía teniendo la sensación de que debía recordar algo y no sabía que era. La escalera se cortó de pronto y un nuevo pasillo corto las llevó a una terraza redonda con una especie de plataforma en el centro. Una gran piedra en forma de cilindro se alzaba en medio de la plataforma como una mesa. No había nada mas, solo un arco lleno de símbolos que cruzaba por encima de la mesa de piedra. La noche oscura y fría de Argozz cubría el cielo por encima de sus cabezas.

- Ésta el la Gran Torre y éste es el Portal de los Antiguos - dijo Eysêll mirándola con un gesto de placer.

- ¿Los antiguos? - dijo Lyra tímidamente.

- Dentro de unas horas serás parte de algo espectacular, eres una pieza importante de un ritual milenario.

- No comprendo...

- No hace falta... solo debes saber que eres importante y que es tú deber estar aquí.

- Me gustaría volver a mi habitación - dijo Lyra en un susurro.

Eysêll clavó sus ojos penetrantes en los de Lyra y ésta se quedó petrificada, la cabeza comenzó a darle vueltas pero no podía dejar de mirar los ojos de la princesa.

- Nada te detendrá para cumplir tu papel esta noche -le dijo Eysêll - Vendrán por ti y tendrás que defenderte.

Lyra asentía con la cabeza a cada palabra que salía de la boca de Eysêll.

- No debes dejar que te convenzan con engaños, tu estás hecha para este ritual. Cuando aparezca el chico de los ojos de hielo debes traerlo aquí, nada debe detenerte. Cuando llegue el momento serás recompensada.

Lyra asintió una vez mas y se dejó llevar por Eysêll nuevamente escaleras abajo. La imagen de la recámara con la mesa y el arco de piedra estaban clavadas en sus retinas. Cuando llegaron nuevamente al gran salón Eysêll se separó de ella y la dejó sola.

Era tan enorme el recinto que se sentía muy pequeña entre aquellos muros. Por alguna razón se sentía cansada y sin fuerzas, de manera que se sentó en el sillón enorme que estaba cerca del ventanal y perdió su mirada detrás de los cristales. Casi no podía mantener los ojos abiertos y solo recordaba que tenía que llevar al chico de los ojos de hielo a la terraza que la princesa le había mostrado. Se quedó dormida y soñó que había un baile y que ella era la figura principal, todos la rodeaban y la tocaban, se sentía ahogada entre tanta gente. La gente era extraña, parecían espectros sin expresión y todos la empujaban hasta que se chocó de frente con un hombre que ella conocía pero que no recordaba de donde. Sus ojos eran helados y la llevaba de un brazo hacia las escaleras en espiral. Estaba en la recámara de la mesa y la arcada, pero esta vez en la recámara había mas personas y todos la miraban como esperando algo de ella. Sin saber por que razón se acostaba en la mesa de piedra con la vista fija en el arco que brillaba de una forma extraña. La hoja ondulada y filosa de una daga cortaba sus brazos desangrándola gota a gota. Los ojos más celestes que alguna vez hubiera visto estaban sobre ella ocupándolo todo en su mente y le daban una paz que la alejaba de la realidad. La sangre manaba de sus venas y caía de la mesa hacia el piso y corría rápidamente junto al gran portal de piedra. Un sonido estremecedor provenía de la arcada y todo temblaba como en un terremoto. Tenía los ojos cerrados y trataba de abrirlos desesperadamente, necesitaba huir de allí lo antes posible. Hizo un gran esfuerzo y por fin pudo abrir los ojos mientras todo se derrumbaba a su alrededor. Respiraba con dificultad presa de una gran agitación, todo estaba en calma, no había rastros del baile ni de la sangre, aún tenía la imagen de los ojos celestes en su cabeza, pero todo había sido un sueño. Se incorporó en el sillón y miró a su alrededor, aún entraba la luz rojiza por el ventanal. Se levantó tambaleante, se sentía rara y no podía apartar de su cabeza la sensación de miedo que le había provocado aquel sueño. Fue hasta la gran puerta buscando salir de allí, aunque en realidad no sabía a dónde iría. Sin saber cómo, llegó a la habitación en la que estaba anteriormente y de alguna manera se sintió segura. Se sentó en la cama y se dejó caer hacia atrás. Necesitaba ordenar sus pensamientos, sabía que tenía que recordar algo, pero estaba aturdida y no conseguía mantener su cabeza firme, solo sabía que tenía que estar alerta a la puerta. Por un momento le pareció escuchar ruidos en el pasillo y aguzó el oído, pero no logró escuchar nada. Pasó un minuto o tal vez dos hasta que nuevamente le pareció escuchar ruidos y esta vez se incorporó en la cama. Estaba segura de que esta vez había escuchado algo y fijó sus ojos en el picaporte de la puerta. Se movía lentamente, no se lo estaba imaginando, realmente se movía y la puerta ya comenzaba a abrirse muy despacio

Entre Ángeles y Demonios: La Daga de los Mundos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora