Capítulo 15 - El portal Infernal (Parte I)

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15 - El Portal Infernal

Gêldar entró a paso firme en el recinto de la cámara regia en donde se encontraba su padre. Azkeel estaba de pie junto a una especie de atril y leía las hojas de papiro de un libro milenario que contenía infinidad de rituales y entre ellos las frases que debía decir para llamar a los grandes demonios que pensaba traer de vuelta. No se molestó en levantar la cabeza para ver que su hijo estaba furioso.

Gêldar aún traía sus alas desplegadas y éstas relucían azuladas a la luz de las antorchas que iluminaban el enorme lugar. La cámara regia se usaba para eventos especiales en donde los soberanos del reino decidían cosas importantes y convocaban allí a todos los demonios con rango para comunicarles lo que consideraran necesario. Los demonios eran organizados como un gran ejército donde cada cual tenía un rango y ocupaba un lugar en la escala de la pirámide, en la que por supuesto Azkeel ocupaba la cima.

La cámara regia era el recinto más importante del castillo, donde se tomaban decisiones y se discutían estrategias. Era un gran salón de forma rectangular totalmente desprovisto de mobiliario, en el que entraban  más de doscientos demonios cada vez que Azkeel o Gêldar convocaban sus legiones. Gêldar era el que dirigía a todo el ejército de Argozz, pero por debajo de él había siete generales que a su vez acataban sus ordenes y comandaban las legiones que se dividían en diferentes ramas.

Ésta vez , solo los tres soberanos se hallaban reunidos. La entrada al lugar se hacía luego de pasar una enormes puertas de madera y huesos que estaba labrada con infinidad de símbolos y sellos demoníacos. Al final del enorme salón se hallaba el escudo de armas del castillo que tenia el símbolo de la familia que lo lideraba y que no era ni más ni menos que la misma marca que Eldar llevaba grabada en su brazo izquierdo. Debajo del escudo de armas había tres enormes sillones góticos que usualmente ocupaban Azkeel y sus hijos en dichos eventos.

En el de la derecha estaba sentada Eysêll que jugueteaba con su látigo y miraba burlona a su hermano mientras avanzaba hacia su padre.

Los pasos de Gêldar resonaron en la cámara vacía.

- ¿ Porqué tanta ira? - pregunto Azkeel a su hijo sin dejar de leer.

- Porque es un débil -dijo Eysêll riendo.

Gêldar continuó avanzando hasta quedar a solo unos metros de su padre sin prestarle atención a su hermana.

- Me preguntaba si ya está todo listo - dijo Gêldar evadiendo la pregunta de su padre.

- No has contestado mi pregunta.

- Mi ira está controlada - dijo Gêldar por toda respuesta.

- Sabes que desplegar tus alas es señal de advertencia y de poder. Y a menos que halla aquí un enemigo es una falta de respeto hacia mí.

Gêldar miró a Eysêll de mala manera y con un movimiento ágil encogió sus alas y estas desaparecieron bajo los pliegues de su capa sin dejar rastro.

- Lo siento Padre - dijo haciendo una inclinación de respeto.

Algo en sus ojos era diferente, un brillo especial en su mirada, pero se guardó de demostrar algo ante su padre.

Azkeel levantó por primera vez la cabeza de su libro milenario y miró a su hijo a los ojos.

- Acércate - le dijo

Gêldar se acercó a él y quedaron a solo unos centímetros de distancia.

- ¿Por qué has liberado a los humanos de sus celdas? - dijo Azkeel en un susurro - Tu hermana está muy enojada por eso.

Entre Ángeles y Demonios: La Daga de los Mundos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora