Capítulo 20 - Dos pájaros de un tiro (ParteII)

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Súmmum observaba a Alex desde el marco de la puerta, mientras hablaba con Alma por teléfono. Alex estaba inmóvil, parecía una figura de cera y apenas respiraba.

– Te digo que me ocuparé de buscar a Eldar ahora - dijo mientras guardaba unas dagas dentro de su cinturón.

– Estoy segura que se metió en problemas - dijo Alma angustiada - No me contestó la llamada. Se fue de aquí bastante alterado. Tu sabes que se ha vuelto bastante irracional últimamente. Me enoje con él por lo de Lyra y le dije cosas duras. Se fue enojado y seguro necesita descargar su ira. Pero temo que se halla metido en problemas.

– Lo se  - trató de tranquilizarla Súmmum - Cuando hablé con él me dijo que vendría para acá pero ya pasó mas de una hora y no ha llegado.

– Mi hijo está en peligro.

La voz de Gêldar vino desde un rincón de la habitación en penumbras. Su figura se desprendió de la pared como un papel oscuro.

Súmmum abrió los ojos desmesuradamente y sus miradas se cruzaron salvajes.

– Alma - dijo en tono gélido - Tengo que cortar, Eldar estará bien, te lo prometo. Iré por él.

Cortó la comunicación y puso el teléfono en un bolsillo bajo la fría mirada de Gêldar.

– Tú - dijo con los ojos encendidos - No debes estar aquí.

Gêldar dio un paso al frente; su estatura elevada y el traje negro de combate le daban un aspecto marcial. Niteris se posaba erguido en su hombro.

– Mi hijo está en peligro - dijo la voz helada e inexpresiva de Gêldar - Solo cumplo con mi parte del trato. No vengo a pelear contigo. Aunque lo haría de buena gana. Sabes que aceptaría un duelo contigo en cualquier momento.

– ¿Qué pasa con Eldar? - dijo Súmmum con gesto marcial.

– Si hicieras bien tu trabajo de Guardián, mi hijo estaría a salvo.

Los ojos de Súmmum se encendieron y de un solo movimiento desenvainó su espada y apuntó al pecho de Gêldar.

– No es momento de viejas riñas Señores.

La voz de Selene sonó suave detrás de Súmmum. Gêldar bajó su mirada a la hoja de la espada de Súmmum y luego miró a Selene, pero no se movió de su lugar.

– Gêldar, te doy mis respetos - dijo Selene acercándose.

Pasó por delante de Súmmum rozando con su mano la espada y obligando al Ángel a deponer su actitud. Parecía flotar en lugar de caminar y se sentó en el borde de la cama junto a Alex. Sus ojos verdes y serenos se posaron en los de Gêldar.

– El muchacho los necesita a ambos - dijo en voz serena - Pueden sacar sus espadas y batirse en un duelo interminable, mientras que él muere; o pueden ir a buscarlo y sacarlo del peligro.

Súmmum bajó la cabeza y se mordió el labio inferior. Gêldar permaneció inmóvil, sus pupilas de hielo clavadas en Súmmum.

– No puedes abrir un portal cada vez que te de la gana - dijo Súmmum.

– Mi hijo mandó a Niteris en mi busca. Lo que significa que necesita mi ayuda.

– Yo soy su Guardián - dijo Súmmum molesto.

– Pero parece que últimamente no estás haciendo bien tu trabajo y Niteris responde a mí.

– El Cazador está en peligro y el Principal del Consejo de las Sombras está con él. - dijo Selene mirando a ambos - Otro mortal está con ellos y morirá si no se apresuran a ir en su búsqueda.

Entre Ángeles y Demonios: La Daga de los Mundos (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora