Entre Ángeles y Demonios: La...

By BeluRomiara

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Eldar despierta de una pesadilla el día de su cumpleaños y descubre que fue algo más que una pesadilla. A par... More

Capitulo 1 - El Príncipe Oscuro
capitulo 2 - Despertar (parte I)
Capítulo 2 - Despertar (Parte II)
Capitulo 3 - El Consejo de las Sombras (Parte I)
Capítulo 3 - El Consejo de las Sombras (Parte II)
Capitulo 4 - El Ataque (Parte 1)
Capítulo 4 - El ataque (Parte II)
Capitulo 5 - Eldar y el Consejo
Capitulo 6 - Lyra (Parte I)
Capítulo 6 - Lyra (Parte II)
Capitulo 7 - Contactos (parte I)
Capítulo 7 - Contactos (Parte II)
Capitulo 8 - Muchas cosas a ala vez (Parte I)
Capítulo 8 - Muchas cosas a la vez (Parte II)
Capítulo 9 - Un viaje lleno de peligros (Parte I)
Capítulo 9 - Un viaje lleno de peligros (Parte II)
Capítulo 10 - La tierra Oscura y las traiciones (Parte i)
Capítulo 10 - La Tierra Oscura y las traiciones (ParteII)
Capítulo 11 - La Ciudad de LAs Sombras (Parte I)
Capítulo 11 - La Ciudad de Las Sombras (Parte II)
Capítulo 12 - Huyendo del Castillo (Parte I)
Capítulo 12 - huyendo del Castillo (Parte II)
Capítulo 13 - Secretos Revelados (Parte I)
Capítulo 13 - Secretos Revelados (Parte II)
Capítulo 13 - Secretos Revelados (Parte III)
Capítulo 14 - Entre Ángeles y Demonios (Parte I)
Capítulo 14 - Entre Ángeles y Demonios (Parte II)
Capítulo 14 -Entre Ángeles y Demonios (Parte III)
Capítulo 15 - El portal Infernal (Parte I)
Capítulo 15 - El Portal Infernal (Parte II)
Capítulo 16 - Muerte y Redención (Parte I)
Capítulo 17 - El Regreso (Parte I)
Capítulo 17 - El Regreso (Parte II)
Capítulo 17 - El regreso (Parte III)
Capítulo 18 - Momentos Cruciales
Capítulo 19 - De Vuelta al Ruedo
Capítulo 20 - Dos pájaros de un tiro (Parte I)
Capítulo 20 - Dos pájaros de un tiro (ParteII)
Capítulo 21 - Ordenando el Caos (Parte I)
Capítulo 21 - Ordenando el Caos (Parte II)
Capítulo 22 - Epílogo

Capítulo 16 - Muerte y Redención (Parte II)

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By BeluRomiara

Eysêll estaba cómodamente sentada en su sillón de la cámara regia. La rodeaba un contingente de cinco o seis demonios que la custodiaban armados para una guerra y junto a ella se echaba su perro monstruoso y mal oliente. Lyra estaba atada de manos, era sostenida por dos demonios que apenas si la dejaban respirar, de tan cerca que estaban de ella. Su rostro estaba pálido por la pérdida de sangre y apenas si lograba mantenerse en pie. La tenían de pie frente al sillón que Eysêll ocupaba.

- Si tu noviecito logró derrotar a los demonios que le mandé - dijo Eysêll con los ojos encendidos en llamas - Lo veremos entrar muy pronto por esa puerta directamente para verte morir.

Lyra la miró a los ojos pero no pudo sostenerle la mirada y bajó la cabeza mientras que dos gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

- Mírame - dijo Eysêll colérica.

Lyra alzó la cabeza y esta vez sintió la misma atracción que sintiera la primera vez que se cruzara con la princesa de Argozz. Un aturdimiento raro de explicar se apoderó de ella y solo pudo ser consiente de que Eysêll le hablaba.

- Pase lo que pase - dijo Eysêll con malicia - Tú no te moverás de tu lugar, dejarás que las cosas pasen sin hacer nada. No correrás, no escaparás, pero serás consiente de todo y no podrás hacer nada.

Lyra apenas si asintió con la cabeza y se quedó inmóvil mientras que los demonios que la sujetaban le desataron las manos. Los brazos cayeron a un costado del cuerpo sin fuerza alguna y sus ojos tristes se clavaron al suelo.

Eysêll la rodeó y quedó detrás de ella.

- Te prometo que voy a disfrutar de esto - le dijo al oído.

Un golpe que provino de la puerta hizo poner en guardia a los demonios que acompañaban a Eysêll y a ella misma. Las enormes hojas de madera se movieron pesadamente y luego se abrieron de golpe. Súmmum y Alex aparecieron en la entrada con sus espadas en alto. Eysêll los miro divertida y comenzó a reír a carcajadas.

- Que estúpidos que se ven - dijo dejando de reír - ¿Dónde está mi sobrino del alma?

- Aquí estoy...

La voz de Eldar salió de entre medio de Summum y Alex que se hicieron a un lado para dejarlo pasar. Sonaba frío y controlado. Lyra levantó la mirada del suelo y miró a Eldar como si estuviera a kilómetros de distancia. 

Eldar se paró ante ellos con la cabeza gacha, llevaba su arco en la espalda y empuñaba la espada que Alex le diera.

- Deja a Lyra en paz - dijo entre dientes - Aquí me tienes. ¿No es a mi a quien quieres?

Eysêll se colocó detrás de Lyra y le pasó una mano por los hombros rodeando su cuello. Los ojos chispeantes de la princesa de Argozz se clavaron en Eldar de manera fría.

- ¿Y que harás para que te obedezca? - dijo mirándolo de arriba a abajo.

- Nada -dijo Eldar con un tono helado.

Alex lo miró sin comprender y se acercó a él por detrás.

- ¿Estás loco? - le susurró.

Eldar no le prestó atención y dio un paso al frente. La cámara estaba muy oscura, por lo que Eysêll no había notado la venda en los ojos de Eldar, pero al dar un paso al frente quedó directamente bajo la luz de una antorcha. De esta manera la princesa se dio cuenta de cuál era la situación y sacando una daga filosa la puso sobre el cuello de Lyra.

- Que pena - dijo con una sonrisa escalofriante - Tenía pensado que vieras morir a tu amada, pero por lo visto no podrás hacerlo en ese estado...

- Vengo a entregarme a cambio de ella - dijo Eldar desafiante mientras que tiraba su espada al suelo delante de sus pies - Puedes hacer lo que quieras conmigo si la dejas ir.

- Suena interesante. Podríamos tener muchos hijos, siempre quise tener mi propio ejército - dijo Eysêll ladeando la cabeza - Pero no me interesa, primero la mato a ella y luego a ti... o tal vez podría hacer al revés . Salvo que quieras darme la Daga de los Mundos. 

- Ya es suficiente de estupideces por hoy - dijo Súmmum abriendo sus alas frente a todos.

Eysêll retrocedió tirando a Lyra con ella y los demonios que estaban a su alrededor quedaron desconcertados; solo alzaron sus armas esperando la orden de ataque de su ama. El perro enorme se paró y avanzó unos pasos hacia Summum haciendo un gruñido gutural.

- ¡Tu no puedes estar aquí! - gritó Eysêll totalmente desencajada - ¡Éste no es tu territorio! ¡Estás rompiendo las reglas y sabes que no tienes que estar aquí! ¡Vete con tu Dios y deja las cosas de los demonios para los demonios!

- ¡Muy bellas palabras! - exclamó Súmmum - Pero sucede que este chico es mi protegido. Además, soy un ángel guerrero y aquí hay una batalla. ¿No?

- Nada cambiará las cosas - dijo Eysêll furiosa - Morirá de todas formas. Un ejercito espera fuera del castillo a que de la orden de atacar y ni siquiera mi hermano podrá evitarlo.

- No puede venir de ti mas que traición hacia tu propia sangre - dijo Súmmum - ¿Tanto odio y envidia tienes de Gêldar? Y si no estoy equivocado, el ejército de afuera son la huestes de Gêldar y no las tuyas.

- No te metas en asuntos familiares y vuelve a tu estúpido Edén. Gêldar está acabado y cuando mi padre regrese verás un poder que nunca viste.

La punta de la daga de Eysêll estaba sobre el cuello de Lyra que ya comenzaba a sangrar.

- Eysêll - dijo Eldar en tono grave mientras que comenzaba a caminar a ciegas hacia ella - Soy yo a quien quieres. Aquí estoy.

- Eres tan ridículo como Gêldar - dijo ella riendo - Estas dispuesto a sacrificarte por amor ¡No seas crío! 

Apenas dicho esto separó el brazo con el que sostenía la daga tomando distancia para clavarla en el cuello de Lyra.

Al ver el movimiento, Súmmum y Alex se abalanzaron sobre ella en una carrera desesperada con las espadas en alto. Pero no solo ellos lo hicieron, ya que al ver la actitud agresiva los demonios de Eysêll hicieron otro tanto y fueron al encuentro.

Todo sucedió tan rápido que Eldar quedó en el medio sin comprender lo que pasaba, solo atinó a tomar la espada del suelo con las dos manos y pararse en una posición de defensa girando hacia ambos lados esperando el golpe.

Alex se trenzó con dos demonios mientras que Súmmum caía sobre Eysêll con las alas abiertas. Un demonio tomó a Lyra del cabello y la arrastró sigilosamente hacia la salida de la cámara oculto entre las sombras.

En medio de todo el caos un chillido surcó el aire por encima de Eldar y algo le rozó la cabeza con fuerza. Eldar se agachó instintivamente y comenzó a dar golpes con su espada tratando de defenderse. Nuevamente algo le tocó la cabeza y luego el hombro, entonces se dio cuenta de que era el ave negra que él había herido. ¿Qué no la había matado? Lo que le faltaba era que el ave del demonio lo atacara ahora. Sintió un picotazo cerca de la frente y un tirón en la venda improvisada. Trató de deshacerse del pájaro pero era inútil si no podía verlo. El maldito bicho lo picoteaba de manera persistente. Todo alrededor era un caos. Súmmum luchaba con Eysêll y su perro maldito mientras que Alex se trenzaba con dos demonios en una lucha feroz. El ave arrancó la venda de los ojos de Eldar y dando un giro a su alrededor se posó en su hombro y emitió un chillido cerca de su oreja que lo dejó aturdido. Luego emprendió el vuelo por entre las vigas del techo de la cámara regia. Un fogonazo de luz blanquecina pasó ante los ojos de Eldar ocasionándole una punzada de dolor y una imagen de la cámara apareció por un segundo ante sus ojos. Dio un paso atrás mareado por la confusión y nuevamente sintió al ave en su hombro clavando apenas sus garras y nuevamente el chillido en su oreja. Esta vez el chillido dejó paso a una imagen mas duradera de la cámara regia. Entonces Eldar recordó al enorme dragón del demonio que los había cruzado con su balsa y comprendió que el ave negra no quería atacarlo.

- ¿Niteris? - dijo incrédulo, mientras que una luz de esperanza iluminaba su cerebro —Muéstrame...

El ave dio una vuelta por encima de los demonios que se trababan en lucha con Alex. Eldar pudo verlo tan claro como si fuera él quien volaba por encima de ellos. Niteris dio un vuelo rasante sobre Súmmum, y Eldar pudo ver cómo luchaba con Eysêll y ese maldito perro del infierno.

Aún estaba conmocionado por la situación pero no podía perder el tiempo buscando una explicación a lo que estaba pasando, así que sin dudarlo tomo su arco y con un movimiento rápido apuntó al perro y disparó una flecha. A pesar de estar ciego y tener los ojos cerrados podía ver como por un catalejo lo que pasaba a su alrededor. De manera que vio cuando la flecha se clavaba en el cuello del perro y éste perdía fuerza y caía de costado.

Súmmum se giró para verlo directamente a los ojos y le sonrió complacido.

- Ahora estamos parejos - dijo Súmmum posando sus ojos en el perro.

Eysêll dio un grito de furia y dando un empujón a Súmmum fue directo a Eldar que ya le apuntaba con su arco. Pero Eysêll agitaba su látigo con vehemencia directo a él. Las puntas del látigo alcanzaron la mano de Eldar antes de que éste pudiera disparar su flecha y el arco cayó al suelo.

Niteris volaba por encima de la cabeza de Eldar, por lo que el muchacho podía tener una visión bastante amplia del lugar.

Súmmum no perdía el tiempo y ya estaba tras Eysêll dispuesto a tomarla por el cuello, pero el grito de Eldar lo detuvo.

- ¡Lyra! - gritó Eldar - Se la está llevando

Eysêll ya caía sobre él empuñando una daga que intentaba clavar en su pecho. Tenía una fuerza increíble que él no esperaba. Las cosas se ponían difíciles y si él moría allí Súmmum tenia que llevarse a Lyra y a Alex.

- ¡Sacalas de aquí Súmmum! - gritó mientras que detenía la mano de Eysêll que ya apoyaba la punta de la filosa hoja sobre su pecho.

Alex estaba acorralada por dos demonios y los otros ya se precipitaban sobre Súmmum. 

Eldar pudo ver las enormes alas del ángel desplegarse y pasar por encima de los demonios abriéndose paso hacia Lyra. De un tajo de su espada se deshizo del demonio que la arrastraba del cabello y con un movimiento rápido la puso sobre su hombro como una bolsa de papas.

Los demonios que rodeaban a Alex fueron a atacarlo al ver que se aproximaba a ellos pero la espada del ángel emitíó una luz cegadora que los hizo retorcerse y dar un paso atrás.

- ¡Sácalas de aquí! - volvió a gritar Eldar tumbado en el suelo con Eysêll sobre él tratando desesperadamente de clavarle su daga.

Alex fue hacia él al verse libre de los demonios con la espada apuntando a Eysêll, pero apenas avanzó unos pasos cuando las puertas de la cámara crujieron con un estruendo y una horda de demonios enfurecidos entró a la carrera directo a ellos.

Niteris revoloteaba entre la vigas del techo por lo que Eldar podía ver casi toda la Cámara y supo que no tenía chance de enfrentarse a tantos demonios.

Súmmum dio un salto y tomó a Alex de un brazo y la arrastró con él hacia un ventanal.

- ¡Nooo! - grito ella desesperada mirando a Eldar - ¡No podemos dejarlo Súmmum!

Lyra colgaba del hombro de Súmmum totalmente inmóvil, sus ojos llenos de lágrimas se posaron en los ojos aún sangrantes de Eldar.

La daga de Eysêll ya tocaba su pecho, podía sentir la dureza del acero hacer presión sobre su traje de combate. Solo deseaba que Súmmum se llevara a Lyra y a Alex de allí y que todo terminara de una vez. ¿Por qué su padre no llegaba? ¿Habría sido derrotado por Azkeel? Nada importaba ya.

- No podrán salir de Argozz aunque salgan del castillo - dijo Eysêll entre dientes - Gêldar no es el único que cuenta con un ejército.

Eldar escuchó un estruendo de vidrios romperse y los gritos de Alex que lo llamaba desesperada. El tropel de demonios nada pudo hacer para evitar que Súmmum se escapara con las jóvenes de manera que rodearon a Eldar esperando que Eysêll les dijera qué hacer.

- ¡Vayan por ellos! ¡Inútiles inservibles! - grito la princesa enfurecida.

En ese momento diez o doce demonios salieron tras Súmmum mientras que el resto se quedaba rodeando a Eldar.

- ¡Despídete! - exclamó Eysêll haciendo mas fuerza sobre el pecho de Eldar.

Niteris bajó en picada desde el techo y atacó a la princesa tratando de picarle los ojos con su fuerte pico y logró herirla aunque no lo suficiente para luego volver a subir a las vigas. La heroica acción del ave no logró sacar a la princesa de su cometido y la hizo enfurecer aún mas.

- Ya me ocuparé de ese animal mas tarde - dijo acercando su boca al oído de Eldar - Es una pena que no hayamos podido ser amigos. Estamos en una posición bastante sexual. Lástima que me hayas rechazado, ahora podría estar dándote placer en lugar de muerte - dijo en un susurro.

Eldar ya no tenía fuerza para resistir la presión de Eysêll, por mas que lo intentaba la princesa lo dominaba. Ejercía sobre él un poder que no podía controlar y lo doblegaba. Si alguna vez había pensado que podía vencerla ahora se daba cuenta que la había subestimado. Eysêll era mas poderosa de lo que él pensaba y se lo estaba demostrando en este momento. Ella podía dominarlo, hacer que sus fuerzas flaquearan. Se metía en su mente. Por eso ella era la que corrompía y torturaba a los enemigos en Argozz y ahora comprendía por qué Azkeel la elegía. Gêldar era el brazo ejecutor y Eysêll quebraba la voluntad del enemigo con su poder de manipulación. Ya la hoja afilada atravesaba el traje de combate y se hundía levemente en su pecho.

- No eres mi tipo. Me gustan las mujeres más jóvenes. No importa lo que hagas conmigo. - dijo Eldar entre dientes - ¡No eres mejor que mi padre! Nunca lo serás... vivirás a su sombra eternamente... 

Las palabras de Eldar enfurecieron mas a Eysêll. El joven cerró los ojos y aflojó la tensión en sus brazos. Sus manos cayeron a los costados de su cuerpo. La filosa daga se enterró en su pecho unos centímetros y un dolor terrible lo atravesó dejando escapar un gemido gutural. Aún así sus labios se curvaron en una sonrisa. Eysêll se apartó sacando la daga y sonrió al ver la hoja empapada de sangre. Así nada mas. Luego de tanto sufrimiento y valentía, ahora sucumbía ante ella. Se había dejado vencer por Eysêll sin intentar luchar. La princesa se acercó significativamente a Eldar y lo olfateó como un animal de caza olfatea su presa. Necesitaba asegurarse que estaba muerto.

La Daga de los Mundos estaba a un costado. Los ojos de Eysêll se posaron en la hermosa empuñadora y estiró la mano hacia ella.

- El príncipe Gêldar viene hacia aquí - dijo un demonio detrás de ella - Ha despertado sus huestes y está furioso.

Eysêll se levantó de un salto y miró a Eldar que permanecía inmóvil en el suelo. Sobre su pecho un hilo de sangre buscaba camino hacia el piso frío de la cámara.

La Daga seguía en el suelo, solo tenía que tomarla. Se agachó para hacerlo, pero no hizo mas que acercarse y la Daga se desplazó por el suelo.

- Espero que me diga sus órdenes mi Señora - dijo el demonio en tono marcial.

Eysêll permaneció en silencio por unos segundos con los ojos brillantes de regocijo clavados en el cuerpo inerte de Eldar. No podía creer que había logrado matarlo por fin. Acababa de darle un golpe bajo a su hermano y sabía que la furia de Gêldar sería terrible y que no la perdonaría. También sabía que su hermano no tenía compasión y le temía aunque no lo admitiera. Gêldar no despertaba sus huestes porque si, de manera que eso sólo podía significar que había derrotado a Azkeel y ahora venía por ella. Era evidente que no podría tomar la Daga de los Mundos, de manera que la dejó allí y se acomodó el pelo en un gesto de exasperación. Ya tendría la oportunidad con la Daga.

- Cubran mi retirada - dijo en tono lejano - No podemos enfrentarnos a él ahora...

Apenas terminó la frase, cuando un sonido atronador se dejó escuchar desde la enorme puerta doble de la cámara. Una explosión de demonios enormes mitad animal y mitad hombres irrumpió dentro del enorme recinto. Estaban cubiertos de una armadura negra y sus enormes armas brillaban a la luz de las antorchas. Sus ojos rojos y encendidos se posaron en la princesa que quedó paralizada en ese instante.

Las huestes de Gêldar eran temidas en todo el infra mundo y ahora estaban dentro del castillo, cosa que no era habitual. Habían estado esperando afuera del castillo solo como demonios normales, pero el solo llamado de Gêldar los transformaba en los seres abominables que eran ahora.

Detrás de ellos se abrió paso Gêldar con sus enormes alas negras desplegadas. De inmediato sus ojos se clavaron en el cuerpo inerte de su hijo y de allí pasaron a Eysêll que dio un paso atrás. Con un movimiento rápido el ejército de la princesa la rodeó aunque sabían que no tenían chance frente a las huestes de Gêldar.

- Arrodíllate - le dijo Gêldar en tono imperativo.

Su expresión era dura y sus ojos de hielo eran mas negros que la noche, pero no había ninguna emoción en sus palabras.

Eysêll negó suavemente con la cabeza y le sonrió apenas.

- ¿Por qué habría de hacerlo? - dijo en tono desafiante pero retrocediendo algunos pasos.

Gêldar volvió a mirar el cuerpo de Eldar y dio un paso hacia Eysêll.

- Por que ahora yo soy el Soberano de Argozz.

Las palabras de Gêldar taladraron el cerebro de Eysêll. Así que Gêldar había matado a su padre. Eso solo significaba que ahora su hermano era doblemente poderoso y nada podría hacer en su contra. Necesitaba pensar rápido, se daba cuenta que matar al muchacho había sido un error y que le costaría caro. Amparada por los demonios que la rodeaban, confiaba poder escapar de allí aunque las huestes de Gêldar la persiguieran y mataran a todo su ejército, después de todo aún contaba con un grupo de demonios que había salido detrás de la chica.

- Mataste a mi hijo - dijo Gêldar repleto de ira pero en un tono helado.

- Tu mataste a nuestro padre y yo te devolví el favor - dijo irónica - Ya estamos a mano.

Gêldar enfureció y desenfundando su espada avanzó sobre los demonios que estaban delante de Eysêll y los atravesó de un solo tajo sin darles ninguna oportunidad de defenderse. Al ver esto la princesa dio un salto hacia atrás y con una agilidad suprema sacó su látigo y lo agitó en el aire en dirección a su hermano. Gêldar anticipó el movimiento y se agachó de manera que las puntas de serpiente no lo alcanzaron.

- Eres demasiado sentimental - dijo Eysêll buscando alejarse de Gêldar.

Pero ya los imponentes demonios guerreros de Gêldar se acercaban a ella de manera amenazante. Ante la situación desfavorable, Eysêll prefirió retroceder y dando un salto hacia atrás se alejó de los demonios que la rodeaban.

- Soy la Princesa de este reino y exijo el respeto que merezco - dijo colérica.

Eysêll se quedó un instante esperando que sus palabras surtieran efecto, pero la huestes sin alma de su hermano eran inmunes a sus encantos y nada sucedió.

- No te obedecerán - dijo Gêldar acercándose a ella lentamente.

A medida que él se acercaba, ella retrocedía tratando de encontrar la manera de salir de la Cámara Regia. Solo tenía una salida cercana y era el ventanal por el que Súmmum había escapado con la chica y la cazadora. Sin pensarlo emprendió la carrera esquivando a Gêldar que estaba frente a ella, pero el nuevo soberano no estaba dispuesto a dejarla escapar así nomas y alcanzó a tomarla del cabello.

Eysêll se revolvió furiosa y se dio vuelta quedando de frente a Gêldar. Tan cerca que podía sentir su aliento helado. La daga con la que había matado a Eldar brillaba en su mano y con un movimiento rápido intentó clavarla en el abdomen de su hermano. Pero la daga nunca llegó a tocar a Gêldar. Los ojos de Eysêll se clavaron en los de su hermano y luego bajaron lentamente hasta la afilada hoja que atravesaba su cuerpo de lado a lado. Gêldar la sostenía por la cintura con firmeza mientras que deslizaba la hoja de su espada para sacarla del cuerpo de Eysêll.

- Podría haber sido diferente - le dijo mirándola de frente.

La espada de Gêldar volvió a entrar en el pecho de su hermana.

Eysêll levantó la cabeza y le sonrió.

- Siempre fuimos opuestos - le dijo.

Ante las huestes de Gêldar y su ejército, Eysêll se desplomó entre los brazos de su hermano. Lentamente fue resbalando hasta quedar tendida en el suelo ante la mirada de la horda de demonios que la acompañaban.

La energía de Eysell era espesa y oscura y envolvió a Gêldar en un remolino furioso mientras su cuerpo se desintegraba, pero fue demasiado breve. 

- Tienen solo una oportunidad de salvarse - les dijo mirándolos a todos - O pueden correr la misma suerte que la Princesa.

Hubo un momento de titubeo entre los demonios de Eysêll que cruzaron sus miradas con las huestes de Gêldar, pero lentamente fueron cayendo de rodillas con la cabeza gacha reconociendo a Gêldar como su nuevo soberano.

Aline entró corriendo en ese momento con desesperación. Se llevó las manos a la boca en clara señal de horror al ver el cuerpo de su hijo tendido en el suelo. Se quedó petrificada en el lugar y sus ojos se clavaron en Gêldar.

El suelo de la Cámara Regia tembló en ese momento y algunas antorchas se apagaron. El centro de la gran Cámara se ilumino con una luz grisácea pero potente, obligando a todos los presentes a cubrirse los ojos a excepción de Gêldar que conocía perfectamente esa luz. 

- Azrael - dijo en voz baja.

La luz se disipó y una figura enorme y alada avanzó hacia él. Llevaba el cuerpo cubierto por alas negras tornasoladas y no se veía su rostro, pero aún así Gêldar podía sentir su mirada.

- ¿Sabes a que he venido?- dijo Azrael.

Las huestes de Gêldar se quedaron inmóviles ante la belleza del Ángel de la Muerte,  y ninguno intentó acercarse.

- Vienes a llevarte a mi hijo - dijo Gêldar con tono marcial.

- Te equivocas - dijo el Ángel.

- Entonces no comprendo a que has venido.

- Vengo a devolverle la vida que le fue arrebatada - dijo Azrael acercándose a Eldar.

Gêldar frunció el seño en señal de incomprensión.

Aline se acercó y se arrodilló junto a su hijo. La sangre desparramada por el frío suelo manchó su vestido.

- Azrael vino a restaurar - dijo Súmmum desde un ríncón entre las sombras.

- Creía que te habíaas ido.  Déjennos solos - dijo Gêldar paseando la mirada entre sus huestes.

Lentamente la Cámara Regia quedó vacía. Solo el cuerpo de Eldar en el suelo quedó en el lugar.

- Tu siempre te llevas la vida - dijo Gêldar - ¿Porqué ahora querrías devolvérsela a mi hijo?

- Por que su muerte ha sido injusta - dijo Azrael con total calma - Y tu hijo ha sido elegido para mantener el equilibrio entre este mundo y el mundo de los humanos.

Gêldar dio un paso al frente y se acercó a Azrael

- Él esperaba mas de tí - dijo Azrael a Súmmum - Has fallado en tu misión.

- Lo siento - dijo Súmmum bajando la mirada - He cometido un error y estoy dispuesto a pagar por ello.

- Tu tienes el privilegio de estar de ambos lados cuando lo deseas - dijo Gêldar con evidente malestar - Todos los demonios sabemos que eres el brazo ejecutor. ¿Pero porqué elegir al hijo de un demonio para esa tarea?

- Por que él tiene ambas sangres y el Don de andar entre ángeles y demonios cada vez que sea necesario.

- Él no acepta ser quien es.

- Todo tiene un precio Gêldar - dijo Azrael sacando una espada fina y reluciente de entre sus alas - Han sucedido muchas cosas que no debían suceder y a pesar de ello todos han sido perdonados. Pero nada sucede por nada y tu lo sabes bien...

- Llevo las marcas de eso - dijo Gêldar en tono gélido - Y dime entonces... ¿Cuál será el precio esta vez?

- Tu hijo es importante para Él - dijo Azrael - Debe haber un equilibrio entre la luz y las tinieblas y lo sabes. Tu hijo será el encargado de mantener ese equilibrio. Él quiere darte una oportunidad de redención. Ha estado observando.

- ¿Redención a un demonio? - dijo Súmmum descompuesto.

- El mundo de los humanos será un caos de demonios - dijo Azrael acercando la punta de su espada al pecho de Eldar - El Consejo de las Sombras a sido traicionado y necesita recomponerse. Solo le devolveré la vida a tu hijo si aceptas lo que Él te ofrece.

- ¿Un trato con Dios? -dijo Gêldar sacudiendo la cabeza.

- La oportunidad de que tu hijo viva y de que mas adelante tú salgas de las tinieblas. Tu hijo será el encargado de limpiar el mundo de los humanos y tu deberás respaldarlo.

- Nunca lo aceptará

- Te equivocas nuevamente.

- Yo me encargaré de que lo acepte - dijo Súmmum - Si Él está de acuerdo puedo seguir a su lado.

- Su misericordia es demasiado grande - dijo Azrael apoyando su espada en el pecho de Eldar - Todos tienen la oportunidad de ser perdonados.

- Por favor - le suplicó Aline - Podrías salir de esta oscuridad. Yo estaré siempre a tu lado.

El nuevo soberano de Argozz miró a Aline por un segundo y luego a Súmmum. Un movimiento afirmativo de su cabeza, apenas perceptible, fue suficiente para Azrael. El trato estaba hecho.

La espada emitió una luz brillante que hirió las retinas de todos, pero aún así, Gêldar pudo ver.

Vio como Azrael clavaba la punta de su espada en el pecho de Eldar exactamente en el mismo lugar en el que Eysêll había clavado su daga. En el mismo momento sintió una dolorosa punzada en el pecho y cayó de rodillas al suelo ante Azrael. Su rostro se desfiguró por el dolor.

- ¿Sientes el dolor? - dijo el ángel - Es porque a partir de ahora tu hijo y tú estarán unidos por un hilo que solo ustedes podrán sentir. Cuando yo saque mi espada él volverá a la vida, pero ya no será el mismo. Será mas fuerte, mas poderoso, será como tu.

Aline contuvo la respiración; sus manos aferraban con desesperación una de las manos ensangrentadas de su hijo.

Gêldar permanecía de rodillas preso de un dolor que nunca antes había sentido, ni siquiera cuando fue castigado por el mismo Azrael al arrebatarle a Aline de la muerte. Este era un dolor tan agudo que le hacía perder la fuerza por completo.

Súmmum sacudió la cabeza, tenía que aceptar que el pacto de Gêldar era por amor. Él también había sido perdonado.

- No... lo aceptará... - dijo Gêldar en un hilo de voz.

- No - dijo Azrael haciendo girar la punta de su espada en la herida de Eldar - Al que mucho se le da, mucho se le demanda. Todo tiene un costo y el tuyo será mantener a tu hijo a salvo y luchar contra los tuyos cuando sea necesario. La tierra debe ser limpiada. Te ganarás la Luz con esfuerzo.

Un sonido gutural salió de la garganta de Eldar y una bocanada espesa de sangre oscura se escapó por el costado de su boca. Su pecho se llenó de vida, mientras que Gêldar se desplomaba a su lado.

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