Cuidando de ti (Dragon's Fami...

By LyluRys

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Ella iba a ser un medio para un fin. Él iba a ser su salvador. Un amor inesperado. Lo escuché mientras soñab... More

ANTES DE LEER
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo Extra
Capítulo Extra

Capítulo Extra

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By LyluRys

Daniel

Ajuste de Cuentas 4

—Está retrasado, prez —comenta Ben en tono severo y a mi lado después de mirar el reloj en su muñeca.

Estoy impaciente como el infierno, pero aún así logro decir tranquilamente: —Así es él, pero ya llegará. No creo que sea tan imbécil y deje pasar esta oportunidad.

—Seh. Seguro que se le olvidó porque ahora que es un hombre libre, debe estar follando a su mujer a todas horas —se burla Dylan.

Resoplo aún más impaciente porque quiero terminar con esto, e ir a casa con mi mujer y mis gemelos de tres meses.

—¿Qué pasará después, prez? —me pregunta Carl.

—Todavía no estoy seguro, pero lo que sí sé es que aunque descargue toda esta furia acumulada contra él, no le regalaré la confianza así como así. ¡Debe jodidamente ganársela! —respondo fríamente.

Una ira que es bienvenida en este momento porque como en una película, estoy empezando a ver escena tras escena, las consecuencias de su arrogante y prepotente comportamiento. Efectos colaterales que afectaron al club, a los hermanos, pero más importante aún, a mi Samantha.

—También pensamos lo mismo y estamos contigo, Daniel —dice Lucas, su tono solemne y asiento hacia él.

Zach anuncia de repente: —Ahí viene el capullo de Max —Y baja sus binoculares.

A la distancia lo vemos venir y también escuchamos el sonido de su motocicleta. Como siempre, mis chicos están aquí conmigo en este lugar apartado y solitario casi a las afueras de Delta para ajustar cuentas, pero esta vez, el fuego de nuestra furia es para Max.

La traición en otros clubes se paga con muerte, pero no en mi club. Aquí se paga con sangre, quitamos todos los parches, y los echamos de nuestro territorio como las ratas traidoras que son. Y Max tiene una deuda muy grande con nosotros. Una que ya es hora de cobrar aunque haya pasado mucho tiempo y ya no sea parte de nuestro club. Con razón nunca quiso tatuarse el dragón en su espalda porque el bastardo esperaba tatuarse la serpiente en su lugar cuando cumpliera con sus objetivos. Mucho mejor. Así no tengo que arrancarle la piel como ese mismo animal.

Su Harley negra reduce la velocidad hasta que se detiene a cierta distancia de nosotros, sus exhermanos dragones. Apaga el motor, se quita el casco, y noto que ya no lleva el cabello largo hasta los hombros como solía tener. Ahora lo lleva recortado en un estilo militar. Noto también que su piel está más blanca a causa de su encierro en la cárcel. Hace poco que salió y lo primero que hizo fue casarse con la enfermera Alison.

Seh, Dylan tiene razón, de seguro que lo saqué de la cama matrimonial, pero me importa una mierda. Cuando lo llamé, solo le di la hora, el lugar y algunas reglas. Después de un corto silencio, Max aceptó sin vacilaciones porque quiere acabar con esto de una vez por todas.

—Allí estaré. —Fue lo único que dijo, y aquí estamos.

Lo observo, y todo su rostro lo que muestra es aceptación. Max sabe que merece esto. Veo algo en él que ha cambiado, menos cargas sobre sus hombros, y eso me deja sorprendido por un momento. Samantha ya me lo había dicho, pero yo aún dudaba. Él ya no luce atormentando, ni enfermo por el vicio de las drogas porque ya dejó todo eso. No lo veo así de cerca desde que se lo llevaron los agentes del FBI cuando allanaron el club las Serpientes porque nunca lo fui a ver a la cárcel ni al hospital. No me interesaba. Solo esperaba impaciente cuando Samantha iba a verlo los domingos, y solamente la acompañé a la corte cuando fue el juicio en contra de Max, en donde todavía allí, sentado en la silla de los acusados, él lucía desconfiado. Ahora, no. Él se ve en paz consigo mismo. Aun así, no tendré piedad.

Max se baja de la moto, la asegura con el soporte, y pone el casco encima del sillón. Es raro verlo sin un chaleco de algún club, pero aún viste como nosotros: pantalones negros, botas, guantes, y una camiseta de color blanca que cambiará a roja muy pronto. Carajo, no puedo esperar.

Todavía dicen que yo soy rudo y malo, un hijo de puta, y aunque esté casado y ya formé una familia, sigo siéndolo. Por mi club, por mis hermanos, por Samantha y por mis hijos, hago lo que tenga que hacer para mantenerlos a salvo y libres de ataduras del pasado. Mi chica sabe que estoy aquí, porque yo mismo se lo dije. Ella cree que solamente le daré un puñetazo en las costillas a su hermano para limar asperezas, pero lo siento mucho pequeña, Max merece mucho más.

Ella quiere que deje el pasado atrás, y lo haré, aunque este sea el primer paso para lograrlo. Lo que venga después, dependerá de Max y su promesa de no volver a joder con nosotors, porque por mi parte, esta deuda ya estará saldada.

Max mira mi actitud de dragón enojado y a punto de escupir fuego. Al ver que alza una ceja con actitud desafiante como queriendo decir "¿qué coño esperas?", no pierdo tiempo y voy hacia él.

El primer golpe se lo lleva su mandíbula, y el impacto lo hace retroceder varios pasos. Al ver que escupe sangre y se limpia la boca con el dorso de su mano, no me contengo, y le doy otro fuerte puño, pero esta vez en su costado izquierdo que lo hace doblarse y resoplar.

Escucho los murmullos de mis chicos, y el de un enojado Dylan por encima de todos:

—Golpéalo más fuerte, prez. Este cabrón traidor se lo merece.

Ellos se odiaban, y si Dylan pudiera lo golpearía también, pero él sabe que esto debo hacerlo yo. A su mujer no le gustan las peleas, y sé que no querrá ver los nudillos rojos de mi mejor amigo cuando llegue a su casa, pero él también haría cualquier cosa por su dama y su familia.

Otro puño va directo a su mejilla y hace que su cabeza se eche para un lado. No debería golpear su rostro porque entonces mi chica se daría cuenta, pero que me condenen si no lo hago. Max y yo quedamos en que no verá a su hermana por un mes, poniendo como excusa de que estará de luna de miel. Malditamente perfecto.

Golpeo su costado derecho, su mandíbula otra vez, su mejilla otra vez, y con un golpe al plexo solar, todo termina. Max cae al suelo hecho mierda. Me guste o no, él es el tío de mis hijos, y no deseo que se muera.

Me enderezo, respiro profundo, y cierro y abro mis puños a mis costados.

Mis hermanos del club se me acercan y murmuran: —Es todo, prez.

—Ya jodidamente terminó, Daniel.

—Déjame golpearlo también, prez. —Ese es Dylan, pero niego.

Mientras palmean mi hombro en solidaridad, asiento hacia ellos en respuesta.

Al ver a Max ya sentado en el suelo y respirando agitadamente, me acerco y le tiendo mi mano. Él la mira y después a mí. Al ver que asiento como para decirle que todo está resuelto entre los dos, Max la toma, y lo ayudo a levantarse. Él siempre ha sido un hombre grande, pero ahora, después de salir de la cárcel, ¡es malditamente corpulento! Seguro que puede aguantar un par de golpes más, y como su esposa es enfermera, lo remendará muy bien después.

Suelto su mano después de un apretón y él mira su camisa con sangre y niega con su cabeza.

—Diablos, casi me matas —frunce el ceño, y con semblante serio añade—: Pero lo merecía. Gracias por esta oportunidad, Daniel.

—Lo hago solo por Samantha. Por ella hago lo que sea. Ahora todo depende de ti, Max.

—Lo sé, Daniel, y les demostraré a todos que he cambiado para bien, y no con palabras, sino con acciones. Por favor, Dragones, acepten mis disculpas y que toda riña y venganza entre nosotros acabe aquí hoy —termina oyéndose muy sincero.

Y le creo.

Porque ahora tiene mucho que perder. La oportunidad de ser verdaderamente feliz.

Max le tiende su mano primero a Dylan, y mi amigo la mira como si fuera la cosa más extraña que haya visto en su vida.

Dylan masculla: —Carajo. ¿Por qué coño me das tu mano a mí primero? ¡Ahora mismo no puedo asimilar esta mierda!

—Hermano... —le advierto.

Pero Max interrumpe diciendo: —Te escogí primero porque siempre nos hemos odiado, pero quiero que sepas que ese Max que conociste en el club los Dragones ya no existe y nunca volverá. Jodí todo, lo sé. El club, la hermandad y la confianza. Nada de eso se devuelve ni se restablece en un día, pero quiero intentarlo al menos, y después de Daniel, con el que tengo que disculparme más, es contigo. Lo siento por todo, Dylan.

Después de un tirante momento, mi VP deja de analizar a Max, y luego mira su mano aún tendida hacia él.

Y después de otra retahíla de maldiciones, acepta: —Bien, pero será poco a poco, Max. Ni más, ni menos.

Max asiente con firmeza, y dice un significativo: —Gracias, Dylan.

Después de estrecharse las manos, Max hace lo mismo con Carl, Lucas, Ben y Zach.

—Así que tú eres el nuevo Capital de Ruta —le comenta Max a Zach, después de su apretón de manos.

—Ese soy yo —replica con orgullo.

—Es un puesto importante. No lo menosprecies como lo hice yo.

—No lo haré, y nunca traicionaría a mi presidente —jura con vehemencia, y me lleno de orgullo.

Max asiente, su garganta moviéndose, y sé por Samantha, que él ya no quiere saber nada ni de parches, ni de pertenecer a ningún club motorista.

—¿Puedes conducir la moto así? —le comento, señalando su lamentable estado—. Tenemos nuestras motocicletas, pero Ben vino en una de las camionetas del club y podemos darte un aventón.

Niega. —Nah, gracias. Aunque estoy jodido y adolorido como el infierno, prefiero conducir mi moto de vuelta a casa. Además, no es tan lejos. Escogiste muy bien el sitio para esto, Daniel —declara secamente, y haciendo una mueca dolorosa.

—Bueno, mierda, como ves tengo buen corazón —digo sarcástico.

—Sí, del que mi hermanita se enamoró perdidamente. Espero que no la lastimes nunca porque entonces esto se termina —me advierte en tono suave.

Rio sin gracia —Si la lastimo, te esperaré aquí mismo, y espero que ese día traigas un arma y jodidamente me dispares.

Sus ojos azules me miran con aprobación, y que me condenen si no admiro que sea protector con su hermana. Como debió haber sido.

—Lo reconozco. Mi hermanita te ha cambiado la vida.

—No tengo porque negarlo. Todos hemos sido cambiados de distintas maneras al conocer a nuestras mujeres, ¿no te parece? —alzo mi ceja hacia él.

—Como el infierno que sí —afirma sonriendo ampliamente por primera vez desde que llegó. Ese gesto lo hace ver más joven, y me recuerda al Max que conocí en la correccional para menores a los diecisiete años.

—Debo irme. Nos...veremos por ahí. Todavía tengo muchas cosas que arreglar —confiesa sinceramente.

Sé que se refiere a la situación con su madre, Sharon. Mi chica está muy optimista en que ellos podrán resolver al fin sus diferencias.

—Envíale saludos a Alison de parte de Samantha —digo.

Asiente. —Se los daré. Hasta luego.

Max se va caminando lentamente, con una mano en su abdomen, y con cuidado se sube a su moto. Y tengo que admitir que me siento aliviado y satisfecho también.

Mi...cuñado se aleja en su Harley, y con esta vieja cuenta ya saldada al fin, sonrío.

Girándome hacia mis fieles hermanos Dragones, les digo: —Vámonos como el infierno de aquí. Mi esposa y mis gemelos, me esperan.




Cuidando de ti©Todos los derechos reservados.

Prohibido su plagio, adaptación, continuación, copia total o parcial, o pdf sin mi consentimiento. Obra Registrada en Safe Creative. Todo plagio será reportado y denunciado, tomando capturas de pantalla como evidencia. No doy permiso para adaptaciones.

Nota aparte:

¡La historia de Dylan y de Ben ya están disponibles! Pasa por mi perfil para comenzar a leerlas.

Gracias por tu apoyo y por leerme. Te abrazo

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