Los labios de Max se acercaban en cámara lenta a los míos, no sabía qué hacer, estaba petrificada, y entonces, como boxeador salvado por la campana, alguien golpeó la puerta del departamento.
Me levanté de un saltó de la silla y prácticamente corrí a abrir.
- ¿Quién es? – pregunté tratando de calmar mi corazón que latía desenfrenado en mi pecho.
- Soy Gaspar – escuché la voz del otro lado y me quedé dura, mierda... esto iba a tener consecuencias... Max me miraba aún sentado en la silla y yo sabía que estaba roja. Mis manos comenzaban a sudar, sentí el picaporte resbaladizo cuando lo abrí.
- Hola – le dije con una sonrisa, aunque supongo que le debe haber dado un aspecto aún más terrible a mi cara. Gaspar estaba parado en el pasillo, tenía un jean y un tapado negro, el casco de su moto en una mano y en la otra sostenía una bolsa.
- Hola Princesa – me dijo antes de que yo me hiciera a un lado para que pudiese entrar, no miré a Max, pero estaba segura de que lo había oído - ¿Cómo te sientes?... como me dijiste ayer que estabas enferma y no irías hoy a trabajar decidí traerte la comida, supuse que comerías algo poco saludable – me guiñó un ojo y yo sonreí nerviosa.
- Gracias – susurré y me hice a un lado para que pasara. Gaspar atravesó la puerta y cuando vio a Max se quedó parado en seco.
- Ah... están comiendo – dijo con un dejo de sorpresa y desilusión en la voz.
- Gaspar... él es Máximo D'Angelo, mi jefe – dije casi sin voz, Max se puso de pie y estrechó su mano. La mirada de Gaspar estaba sombría, pero cambió la bolsa de mano y apretó la que Máximo le tendía.
- Gaspar Herrero – dijo con una sonrisa forzada en los labios – así que él es tu jefe...
- Así es, encantado de conocerlo – dijo Max, también estaba incómodo por la situación.
- ¿Alguien quiere tomar café? – pregunté sin saber qué más decir
- Clara, yo debo volver a la oficina – Dijo Max caminando hasta el sofá donde había dejado su abrigo.
- Bien señor... gracias por venir – dije evitando mirar a Gaspar a los ojos.
- Adiós Gaspar – Max le estrechó la mano y yo permanecí parada al lado de la puerta unos segundos. – Adiós Clara, espero que te recuperes pronto – me sonrió pero en sus ojos había algo diferente, no sabría cómo definirlo.
- Gracias... Adiós – Max me dio un beso en la mejilla y luego caminó por el pasillo hasta el ascensor.
Cerré la puerta y me di vuelta. Gaspar se mantenía parado al lado de la mesa, no se había quitado el abrigo y sostenía aún el casco y la comida.
- Te traje ravioles, pero supongo que ya no tienes hambre – evitaba mirarme a los ojos y yo seguí callada, no sabía que decir – así que ese es tu jefe... creí que tenías problemas con él – había resentimiento en su voz.
- Los tengo
- ¿Y por qué almuerzas con él en tu departamento cuando estás enferma? – la pregunta me atravesó como un rayo y sus ojos se clavaron en los míos. Tenía el ceño fruncido y los labios apretados en una línea.
- No sabía que iba a venir, simplemente apareció diciendo que quería saber cómo estaba... - me encogí de hombros, después de todo esa era la verdad.
- Ese hombre quiere algo contigo Clara... se le nota en la forma en que te mira... - "Ese es el tipo de problemas que tengo con él" pensé, suspiré hondo y volví a mirarlo
- Es mi jefe, no pude no recibirlo, le dije que no subiera, que estaba enferma y él insistió... no quiero perder mi trabajo, es complicado.
- ¿Ha hecho algo que te incomodara? – pensé en unos segundos antes de que él llegara y en todo lo que había sucedido en los últimos días... él quería besarme, pero no podía contarle eso al Rey Mago, así que negué con la cabeza.
- Nop...
- Bien... Clara, escucha mi consejo, que él sea tu jefe no le da derecho a venir a tu casa o ponerte incómoda si tú no quieres... ¿lo sabes no?
- Sí – dije asintiendo con mi cabeza - ¿Podemos hablar de otra cosa?... no tengo ganas de discutir acerca del señor Max contigo... - Gaspar sonrió.
- ¿Y qué quieres discutir conmigo?
- ¿Cómo subiste hasta aquí? – le pregunté con una sonrisa en los labios.
- Aproveché que alguien salía y me colé por la puerta de entrada... realmente deberían tener algún sistema mejor de seguridad... - se rió.
- Ajá... lo voy a comentar en la próxima reunión de consorcio – me reí con él y luego tuve que sonarme la nariz. - ¿Almorzaste? – le pregunté mirando la bolsa que él aún mantenía en su mano.
- No, lo iba a hacer contigo, pero no importa... - negó con la cabeza.
- ¿Sabes?, en realidad no habíamos comido aún con mi jefe, y definitivamente prefiero los ravioles a las verduras – Gaspar rió.
Recogí todo lo de la mesa y lo llevé a la cocina, busqué platos limpios y regresé. Él se había quitado el saco y estaba sacando la comida de la bolsa.
- Esto huele delicioso – le dije con una sonrisa.
- ¿Realmente puedes oler con la congestión que tienes?
- No – negué con la cabeza – pero es cortesía – reímos los dos al unísono y recordé por qué me sentía tan cómoda con él, podía ser yo misma sin que me preocupara nada más.
Terminamos de comer, estaba tan resfriada que no podía distinguir bien los sabores, pero pondría mis manos en el fuego asegurando que estaban deliciosos sin pensarlo.
- Clara... ¿Puedo preguntarte algo? – dijo Gaspar desde la cocina mientras fregaba los platos. Tenía una camiseta de algodón blanca con rayas azules que se ajustaba a su cuerpo, dejando ver que se ejercitaba de alguna forma. Las mangas estaban arremangadas para que no se mojaran con el detergente.
- Puedes... que te responda es otra cuestión – me reí mientras terminaba de pasar una rejilla a la mesa para limpiar.
- ¿A dónde vamos?
- ¿A qué te refieres?
- Quiero decir que me gustas mucho Clara, me gusta tu forma de ser, cómo reímos juntos, me gusta todo esto... pero quisiera saber a dónde vamos... - la pregunta me tomó por sorpresa y me quedé parada con la rejilla en la mano mirándolo con los ojos abiertos de par en par. – No te asustes Clara... no hace falta que respondas si no quieres – volvió su mirada al fregadero mientras enjuagaba la espuma del detergente en un plato.
- A mí también me gustas – dije en voz baja y él levantó nuevamente la mirada y me sonrió.
- ¿Quieres que lo dejemos ahí y veamos que sucede?, ¿Que seamos tan sólo Clara y Gaspar conociéndose?
- Suena bien – le sonreí.
- Me gustas Clara Rigotzi, incluso tu pánico al compromiso – se acercó con las manos mojadas y yo sólo pude sonreír sintiendo mis mejillas arder, él me abrazó con sus brazos grandes y seguros, me apretó contra su pecho y yo respiré con dificultad, a pesar de los mocos pude sentir su perfume característico.
- A mí también me gustas Rey Mago sazonado....
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Hola!!! ¿Qué tal el capítulo de hoy?... Acabo de descubrir que los títulos de mis capítulos tienen casi todos nombres de comidas... tengo alma de glotona... jajaja... voten y comenten, gracias!! ☺♥