55. Maratón de fin de semana

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Con los zapatos en una mano y la cartera en la otra, abrí la puerta del departamento a las 5.30 de la mañana. Me desplomé en el sofá unos minutos y luego caminé hasta la habitación, me quité el vestido con cuidado, peiné mi cabello y con crema desmaquillante quité el desastre que las lágrimas habían hecho con la máscara de pestañas en mi cara.

Me metí entre las sábanas y mientras contemplaba el techo me di cuenta de que tenía miedo. Miedo a Max, a Belén y un halo de incertidumbre cubría la imagen de Gaspar dentro de mi mente. ¿Qué le diré?... el papel que Max me enseñó, ¿era certero o no?, ¿ya lo sabría él?... mierda...

Miré el reloj nuevamente para descubrir que eran las nueve de la mañana y mis ojos no se habían cerrado ni una sola vez desde que me recosté a pensar qué carajo haría con mi vida. Me puse un short, hurgué en el cajón de mi mesa de noche y encontré esa etiqueta de cigarrillos que guardaba para emergencias... por si se lo preguntan, no... no fumo, pero hay ocasiones en que me pongo tan nerviosa que un par de secas ayudan para aclarar mi mente. De la cocina tomé el encendedor y así, descalza, salí al balcón, y apoyada en la baranda, encendí el cigarrillo. Aspiré el humo y al tragarlo sentí cómo quemaba mi garganta y comencé a toser como desquiciada. Entre tosido y tosido, lo fumé completo y apagué la colilla restregándola contra el metal de la baranda y luego la arroje a lo lejos. Si Rodri llega a verla o si quiera sospechar de que he fumado me matará.

Ingresé a casa nuevamente al tiempo que escuchaba el tono de llamada de mi móvil, miré la pantalla y allí, una foto de Gaspar y yo abrazados me indicaba que él llamaba y, por primera vez, rechacé su llamado. Sentía los ojos arder, por el humo del cigarro y por las ganas inmensas de llorar... mordí mis carrillos y suspiré hondo. Maldita mi conciencia diciéndome que no le cuente nada a nadie, que espere y trate de arreglar las cosas. Maldita yo que quise asistir a esa fiesta de mierda. Tomé un libro de la mesa de noche y lo arrojé con furia contra la pared haciendo que caiga al piso con un estruendo y quede abierto.

"Amor, ¿duermes?... Sólo quiero saber si llegaste bien"

Leí el texto y mi corazón se detuvo por una milésima de segundo... ¿Sabría él?... suspiré, dejando salir lentamente el aire por mi boca y contesté el mensaje lo más natural que pude.

"Estoy bien amor, iré a lo de Caro en un ratito, hablamos más tarde"

Esperé unos segundos y el móvil volvió a vibrar con la respuesta.

"Te veo más tarde... te amo, besos (emoji corazón)"

No, definitivamente él no podría estar haciéndome lo que Max dijo... mandé a la mierda mi ansiedad y llamé a Caro.

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Juan dejó las tazas sobre la mesa, me sonrió con una mezcla de comprensión y compasión, apretó mi hombro como diciéndome que todo iría bien y luego salió de la cocina dejándonos solas.

- ¡Qué mierda, Clara! – Caro estaba enfurecida y me miraba sin poder creerlo – es un crimen, o sea, no puede drogarte y llevarte a una habitación para "hablar contigo"... ese tipo es un psicópata...

- ¿Qué hago?... no tengo pruebas de nada, no estoy herida, los análisis saldrán limpios y él no me ha hecho nada...

- Ese hijo de puta... te juro que tengo tantas ganas de matarlo...

- Caro... no sé qué hacer, no quiero volver a trabajar allí, estoy segura de que Belén está involucrada en todo esto y tengo miedo...

- No volverás...

- Y tampoco quiero ver a Gaspar, sé que no es su culpa, pero siento un nudo aquí adentro – señalé mi estómago que se retorcía en náuseas y cólicos.

- Dile la verdad Clara... dile que Max te mostró esos análisis y que... - no la dejé terminar porque negaba efusivamente con la cabeza.

- No, no puedo... no puedo decirle eso a Gaspar... al menos no ahora, no puedo hablar con él...

- Dime que al menos recuerdas el nombre del laboratorio donde se han hecho los estudios. – me miró con el ceño fruncido y yo me mordí el labio - ¿es un chiste?... ¿Hace cuánto que somos amigas y no has aprendido nada de mí?

- "BioLab" – dije con una media sonrisa entre las lágrimas y Caro lanzó una carcajada.

- ¡Lo sabía!, ¡Sabía que algo bien había hecho en este tiempo de amistad!

Se levantó de su silla y me abrazó.

- Ahora buscaremos en internet ese lugar, el lunes llamaremos por teléfono casualmente y preguntaremos si Gaspar y Cati se han hecho los estudios ahí.

- ¿y mientras tanto?... faltan dos días para el lunes...

- Mientras tanto....

- No puedo hacer mi vida normal Caro, no puedo enfrentar a Gaspar sin decirle nada, sin hablar con él, sin preguntarle...

- Te quedas aquí... y de paso redactas tu carta de renuncia, porque no te dejaré que vuelvas a trabajar a ese lugar, rodeada de todos esos psicópatas... el lunes iremos juntas a la oficina, recogemos tus cosas y te largas de ahí.

Caro me apretó en un abrazo y luego me dio un pañuelo de papel para que secara mis lágrimas que caían como ríos desde mis ojos.

Cuando estuve más calmada, mi amiga fue hasta su habitación y regresó con la portátil en los brazos, la colocó sobre la mesa y la encendió bajo mi mirada atenta. Me hizo una seña con los ojos y corrí mi silla hasta sentarme a su lado, mientras abría una pestaña de Google y escribía en el buscador "BioLab". Le devolvieron un montón de páginas y yo señalé una que tenía un logo bastante particular, era la palabra "BioLab" en color blanco, dentro de un óvalo color verde manzana. La letra I estaba hecha por una probeta que tenía un líquido con burbujas dentro. "Tu salud es importante para nosotros" decía el slogan debajo.

- Es esa – dije mientras señalaba y Caro hizo click.

La página que se abrió nos daba información detallada sobre los servicios que prestaba el laboratorio, entre los que figuraba "Estudios de ADN". También había una pestaña que invitaba a establecer contacto con ellos, donde otorgaban la dirección del lugar, un número de teléfono y otros datos. Caro copió todo en una hoja de papel bajo mi mirada atenta.

- ¿Qué le digo a Gaspar? – le pregunte entrecortadamente, entre sollozos.

- No te preocupes por eso... yo lo arreglo – me guiñó un ojo y tomando su móvil, marcó un número y espero con el auricular pegado a la oreja.

- ¿Qué haces? – tenía el ceño fruncido y mi cara debe haber sido terrorífica, pero Caro hizo un ademán en el aire y luego se llevó el dedo índice a sus labios indicándome que me quedara callada.

- Hola yema – sí, le decía así desde que estábamos juntos – oye, hace meses que no tenemos fin de semanas de chicas con Clara de huevo por tu culpa... - escuchaba la risa de Gaspar del otro lado - ¿me la prestas para hacer una maratón de series este fin de semana?... no, tú no puedes, ¿qué parte de "fin de semana de chicas" no se ha entendido?... Ok, te presto a Juan para que vayan por unas cervezas esta noche, bien, luego la llamas, está dormida en mi sofá, ¡adiós! – Sonrió triunfante.

- ¿Te dijo que sí? – mi amiga me guiñó un ojo y río.

- No hay hombre sobre la faz de la tierra que se niegue a mis encantos – señaló su cuerpo y luego se puso seria – el que va a matarme es Juan... porque deberá buscarse hogar durante el fin de semana...

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Holis... 

Te amo, Idiota #1: El café no se toma quemadoWhere stories live. Discover now