18. "De Reyes Magos y Princesas"

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Hablamos hasta entrada la madrugada, eran las 3 de la mañana cuando decidimos que era tiempo de dormir. Juan, el novio de Caro, llevaba rato roncando en la habitación de ellos dos. Entró de puntillas y sacó un juego de sábanas, una almohada y un par de mantas; juntas preparamos el sofá-cama del living de su casa para que yo pudiera dormir.

- Lo siento... perdón por venir así... mañana vamos a ser un par de zombies las dos – susurré para no despertar a Juan.

- No te preocupes – Caro me sonrió – mañana será un largo día, así que es mejor que trates de dormirte...

- Tienes razón, buenas noches – le di un beso en la mejilla.

Caro se escurrió de puntillas dentro de su habitación y me dejó en la oscuridad del living. Me quité las zapatillas, el jean y la campera, luego me metí entre las sábanas y me tapé hasta la cabeza. Cerré los ojos en vano, sabía que me esperaba una larga noche de insomnio...

- Buenos días dormilona – me dijo Caro con una sonrisa, miré mi móvil, eran las 6.30 de la mañana. Le sonreí, en realidad no me sentía cansada aunque no había dormido nada, pero la adrenalina de lo que me esperaba al volver al trabajo había sido suficiente para mantener mi cerebro alerta.

- Buenos días – le dije destapándome – Caro... será mejor que me vaya a casa para poder tomar un baño y vestirme.

- Bueno, ¿quieres desayunar antes?

- No, gracias... llegaré tarde si no me voy ya – estaba colocándome la campera y las zapatillas.

Caminé hasta el baño y me lavé la cara con agua fría, lucía fatal, tenía ojeras de oso panda. Até mi pelo en una cola de caballo.

- Gracias por todo amiga – apreté a Caro entre mis brazos

- De nada Clara de huevo, espero que pienses bien en todo lo que hablamos – me sonrió.

- Lo haré, debo irme ahora... - Caro me acompañó hasta el ascensor pero no bajó conmigo, estaba vestida con una bata y pantuflas, no podía culparla.

El frío de la mañana me golpeó en la cara. Me paré en la acera y levanté el brazo cuando un taxi pasaba, me subí y le indiqué la dirección de mi edificio. Al bajar sentí el aroma de pan recién horneado que emergía de una panadería cercana y caminé hasta allí para comprar algo para el desayuno: Croissants, los amo...

Tomé una larga ducha y luego me vestí. No sentía las más mínimas ganas de ir al trabajo, pero me esforcé para que no se notara. Me puse un par de jeans negros, una camisa azul oscuro con un pullover negro con puntos multicolor encima, mis botas y algo de maquillaje para ocultar las ojeras inminentes. Recogí todo y lo guardé en la cartera. Bajé para esperar el bus y finalmente enfrentar el que sería quizás mi último día en el trabajo.

- ¿Nada todavía? – me preguntó Caro cuando ya eran las 10 y hacía al menos media hora que Amanda había llegado a la oficina.

- Nada – dije presionando el tubo del teléfono contra mi oído.

- ¿Y Max?, ¿te ha llamado o algo? – preguntó en un susurro desde el otro lado de la línea.

- Tampoco... Caro debo colgar, tengo que ir a hablar con Lucas... tomamos un café luego.

- Bien, adiós.

Dejé el teléfono en su lugar y me puse de pie, recogí algunas hojas de mi escritorio y caminé hacia el cubículo de Lucas. Lo encontré con la mirada perdida en la pantalla de su ordenador. Tosí un poco para llamar su atención y él giró, clavando sus ojos en mí, luego me sonrió.

Te amo, Idiota #1: El café no se toma quemadoKde žijí příběhy. Začni objevovat