¿Quién se casó con Mikaela Hy...

By Simpira

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[MikaYuu x YuuMika] Mikaela Hyakuya, próximo soberano del reino de Sanguinem, le importa un bledo terminar co... More

IMPORTANTE: Obra original
⚜️Prefacio
⚜️01: El primer encuentro
⚜️02: Amor a primera vista
⚜️03: Una reunión lasciva
⚜️04: Un loco en el castillo
⚜️05: La primera lección
⚜️06: Trabajo en equipo
⚜️07: Solo una caricia
⚜️08: Esto no es amor
⚜️09: Don Vampiro
⚜️A: Especial
⚜️10: La Gran Madame
⚜️11: La otra cara de la moneda
⚜️12: Una buena oportunidad
⚜️13: Poco a poco
⚜️14: Magia multicolor
⚜️15: La cena esperada
⚜️B: Especial
⚜️C: Especial
⚜️16: Puedes hacerlo
⚜️D: Especial
⚜️17: El pretendiente real
⚜️18: No se salvarán
⚜️19: El arte en su máxima expresión
⚜️20: Esto es amor
⚜️21: Final
Obra Original 2022
⚜️¿Quién se casó con Michirou Hyakuya?
⚜️Prefacio II

⚜️E: Especial Final

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By Simpira

El curry de cerdo empanizado con gotitas de sangre desataba uno de los aromas que más le encantaban a Yuichiro. Desde la primera vez que lo probó en el castillo real de Sanguinem, no tuvo otro platillo favorito en mente por más que el reino de Inari intente seducirlo con las colosales cantidades de sal que lo hacía salivar.

Yuichiro se sentó sobre el césped, acomodando todos los platillos que trajo consigo y vertió sangre dentro de una copa para acompañarlo con un postre que el nieto de Kureto había preparado con la receta familiar; seguidamente, se sirvió un fresco jugo de naranja y permaneció en silencio, contemplando a su acompañante.

Una delicada brisa hizo que los embriagantes olores se unan y sigan fluyendo cuesta abajo, por el camino por donde había venido el zorro. Otra corriente provocó que la cabellera de Yuichiro le cubra la vista, haciendo que suelte una infinidad de gruñidos. Luego de haberse asegurado de que el airecillo deje de hacer sus travesuras, Yuichiro le ofreció la merienda al vampiro y comenzó con la suya. Sus manos temblaban con cada bocado, pero todavía podía alimentarse por sí mismo. Lentamente, culminó con su merienda en la cima de la montaña. Una de las tantas que se podían ver desde lo alto del castillo.

Yuichiro se limpió la comisura de los labios con una de las servilletas de tela bordadas con las iniciales de Mikaela. Dobló la tela con afecto, guardándola de vuelta dentro de su chaleco como si fuese su más apreciado tesoro.

—Mikaela —lo llamó, admirando a su esposo con la copa y la torta de chocolate con sangre intacta—. Hoy día lo pasé muy bien —le informó con una sonrisa—. Los niños estuvieron limpiando una de las recámaras cerca de los baños y se encontraron con una caja.

Dentro de la canasta, una envoltura cubría un fajo de imágenes. Yuichiro rebuscó dentro de ésta y sacó todos los dibujos que había trazado con la antigua pluma de Inari. Yuichiro las contempló como si hubiese sido ayer el día en que se quedaron atrapados en lo más alto de la cima o cuando Mikaela le pidió un retrato. Había dibujos de dragones, de sus hijos cuando eran bebés, un retrato familiar completo y muchos más. Cuando el zorro llegó a uno de sus dibujos favoritos, tomó el pequeño marco que trajo consigo y la colocó dentro de ésta. La selló de un chasquido de dedos y la puso junto al vampiro.

—Mikaela —lo volvió a llamar en un tono sumamente afectivo, intoxicado de un amor puro—. Sé que me he pasado toda la vida negándolo —admitió con una pícara sonrisa—. ¿Cuántos años tuviste que soportar a este estúpido esposo tuyo? ¿Cuántas décadas aguantaste mi lado renegón y testarudo?

La imagen de ambos vestidos con trajes de gala tradicionales de cada nación con las manos entrelazadas y los anillos de bodas puesto se mantenía en pie, acompañaba al vampiro, quien solo podía escucharlo. Mikaela no le respondió y prosiguió en silencio.

—¿Sabes, Mikaela? —Yuichiro acarició el marco—. En verdad, te lo agradezco.

Yuichiro hizo una pausa y sintió que su corazón se hundía cada vez más.

—Te agradezco todos estos años en que me diste todo tu cariño. Eres el mejor esposo, el mejor compañero y el mejor todo que alguien como yo haya podido tener —musitó, observándolo—. Y sinceramente... —balbuceó en un tono apagado, casi desgarrador. Yuichiro inhaló con fuerza, tratando de no quebrarse—. Siempre te he amado.

El zorro se quebró y se aferró a la base de la tumba de cristal que se alzaba con decorativos de piedras preciosas incrustadas. La imagen de su esposo yacía en la parte más alta, sonriente, casi con un aire muy juvenil. Mikaela solo seguía escuchándolo, fijando su mirada en todo su reino. Yuichiro se mordió el labio, conteniéndose las ganas de chillar cuánto lo quería, cuánto deseaba volver a verlo. Anhelaba admirar las estrellas bajo el firmamento, robarle besos cada vez que se enemistaban, hacerle bromas pesadas como la vez que le prendió fuego a su capa cuando le confeccionó un monedero de dragón, llamarlo vampiro estúpido y hacerle el amor en la parte posterior del carruaje.

»—Yuu, ¿de verdad me estás invitando a Inari a conocer a tus otros familiares? —preguntó sorprendido, con un tenue rubor en sus mejillas. Mikaela bajó la mirada—. ¿Crees que les agrade? Me gustaría dar una buena impresión a tu familia.

«Mikaela hubiese podido encantar hasta la persona más odiosa. Era muy simpático. Siempre lo fue bajo esa coraza que utilizaba para protegerse cuando nos conocimos. Aquella vez, me hubiese gustado decirle que lo amarían sin chistar».

»—¿Qué te parece mi traje? Lo mandé a confeccionar bajo uno de los recomendados de Madame Kimizuki. —Mikaela desdobló una capa verdusca y arrugó la nariz—. Es verde bosque, no verde caca, zorro estúpido. —El vampiro se la colocó sobre los hombros y se la probó—. ¿Qué tal me veo?

«Solo pude decirle que parecería una caquita más de la naturaleza, aunque él se veía deslumbrante. Tuve que darme media vuelta para esconder mis rojizas mejillas de la impresión. Mikaela era muy bello y me costaba admitirlo frente a él. Eso solo lo hizo enojar más».

»—¡Te he dicho cientos de veces que no pongas nada helado sobre la madera! —refunfuñó, dándole un cocacho detrás de la nuca al zorro—. No es mucho pedir, Yuichiro.

«Siempre lo hacía renegar cuando me olvidaba de poner un protector bajo mis vasos. A veces lo hacía adrede para que me prestase atención cuando los invitados venían a molestarlo con esas tontas fiestas de gala. Odiaba que no se quedase conmigo por más tiempo».

»—¿Podrías ir más lento? Todavía no quiero correrme —suplicó el vampiro, destapándose el ombligo y acomodó su camisa mucho más arriba de su pecho, exponiendo sus tetillas—. Yuu...

«Cada vez que lo hacíamos, entrabamos en trance. Verlo con una mirada tan erótica, no solo hacía que todas mis fantasías se hiciesen realidad; sentía que mi corazón se saldría de mi pecho y solo podía pensar que una vida sin él no tendría sentido. Había llegado a amar a Mikaela como nunca. No podía vivir sin él».

»—Yuichiro, eres el esposo perfecto.

El zorro había calmado su llanto al recordar lo mejor que había vivido en todos estos años. Desde haber conocido un amor tan incondicional que tuvo con el vampiro hasta que tuvieron tres preciosos hijos, quienes tomaron rumbos distintos y tuvieron sus propios herederos. Dichos nietos también seguirían con el linaje. Yuichiro sonrió. pues las campanas ya habían comenzado a sonar. Su menor nieto contraía matrimonio aquel día.

El amor...

A Yuichiro le hubiese encantado asistir. Por más que su azabache cabellera se hubiese tornado tan blanca como su rabo y orejas, todavía hacía de las suyas. Sigilosamente, se había escapado con todos los preparativos para ir a celebrar con su amado vampiro. Y qué mejor desenlace que ver el atardecer juntos, descorchando el mejor champagne en dos copas, aunque una de las copas jamás sería tocada.

El dulce líquido se pasó por su garganta, dándole un ligero calor que lo hizo adormilarse. Yuichiro había disfrutado de su día al máximo junto a Mikaela. Puede que ya no entablen las ridículas conversaciones, ni tengan sus riñas, pero al menos podían acompañarse de una u otra manera. Con el pasar del tiempo, el cielo se oscureció y las estrellas brotaron bajo el firmamento.

»—Me gustan las estrellas, Yuu. —Mikaela prosiguió acariciándole la cabeza—. En tan basto firmamento, hay cientos de ellas que iluminan la noche. Si formas las que están debajo de la avenida principal, puedes ver un elefante. —Mikaela señaló otro lado—. Las que están cerca de aquella montaña tienen la forma de un zorro. —Se volvió a Yuichiro—. ¿Ves algo?

«Levanté mi pata, apuntando con mis garras a un gran conjunto de estrellas que resplandecían por el camino en donde había ingresado a la capital. Mikaela se incorporó, arrastrándose con sus codos para sentarse e intentó divisar lo que yo veía con una de las más curiosas expresiones».

»—¿Es un... florero? ¿Una taza de té?

»—No —replicó Yuichiro, aguantándose la risa—. Sigue intentando. ¿Te doy una pista?

El vampiro asintió.

»—Tiene que ver contigo, Mikaela.

«Noté que Mikaela se veía mucho más intranquilo, ruborizándose hasta las orejas. Mencionó todas las posibilidades que pasaban por su mente. Lamentablemente, cada respuesta terminaba errónea».

Yuichiro lo recordaba a la perfección. Le hubiese gustado ponerse de pie y gritárselo a todos, pero a su edad, sus miembros apenas podían moverse. En especial, luego de esa gran caminata. Por alguna razón, sus ojos se empezaban a cerrar. Tenía mucho sueño. Los parpados le pesaban como nunca. Somnoliento, recostó su espalda sobre el recuerdo de su esposo y una sonrisa se dibujó en su arrugado rostro.

Mi amor por ti representa esta infinidad de estrellas musitó con su último aliento.

El zorro se había quedado acurrucado, hecho toda una bolita como un cachorro a los pies de la persona cuyo corazón había latido con tanta fuerza. Mikaela no podía abrazarlo, pero le hubiese gustado resguardarlo del frío nocturno. Comerlo a besos y susurrarle todo lo que no pudo después de su muerte.

Poco a poco, el cuerpo de Yuichiro fue perdiendo su calidez a medida que pasaba la noche. Puede que no haya descansado dentro de una cama con las sedas más finas, pero su vida había culminado en el mejor lugar de todos. Junto a la de su esposo.

La copa de sangre se mantenía al lado del postre de chocolate, un pomo de curry vacío y un jugo de naranja a medio terminar. No había sido la mejor cena antes de marcharse a ver a Mikaela, pero Yuichiro suponía que la familia que había dejado atrás, lo entendería, pues ellos debían estar juntos. En alma y vida.

FIN.

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