¿Quién se casó con Mikaela Hy...

By Simpira

126K 13.5K 6.2K

[MikaYuu x YuuMika] Mikaela Hyakuya, próximo soberano del reino de Sanguinem, le importa un bledo terminar co... More

IMPORTANTE: Obra original
⚜️Prefacio
⚜️01: El primer encuentro
⚜️02: Amor a primera vista
⚜️03: Una reunión lasciva
⚜️04: Un loco en el castillo
⚜️05: La primera lección
⚜️06: Trabajo en equipo
⚜️07: Solo una caricia
⚜️08: Esto no es amor
⚜️09: Don Vampiro
⚜️A: Especial
⚜️10: La Gran Madame
⚜️11: La otra cara de la moneda
⚜️12: Una buena oportunidad
⚜️13: Poco a poco
⚜️14: Magia multicolor
⚜️15: La cena esperada
⚜️B: Especial
⚜️C: Especial
⚜️16: Puedes hacerlo
⚜️17: El pretendiente real
⚜️18: No se salvarán
⚜️19: El arte en su máxima expresión
⚜️20: Esto es amor
⚜️21: Final
⚜️E: Especial Final
Obra Original 2022
⚜️¿Quién se casó con Michirou Hyakuya?
⚜️Prefacio II

⚜️D: Especial

2.6K 339 75
By Simpira

La música era muy distinta a la que se tocaba en Sanguinem. A comparación de los refinados gustos de los vampiros, los pueblerinos de un reino al lado Sur del continente gustaban por la melodiosa tonada de la flauta, los ruidosos tambores y la divertida chispa de la pandereta. Aquella armonía iba acompañada de los enérgicos movimientos de unas jóvenes bailarinas, quienes rodeaban al anciano flautista. Ellas sonreían coquetamente, encantando a cuanto varón o bella dama que llamase su atención. Con un guiño, que funcionaba como una invitación difícil de declinar, los arrastraban en medio del comedor para mover el esqueleto. Y si su delicado pestañar no los convencía, se levantaban la falda.

—Sinvergüenza —musitó Mikaela, torciendo una mueca al desviar su mirada—. Es desagradable ver sus calzones viejos.

El vampiro bajó su capucha hasta la punta de la nariz y prosiguió examinando su vaso de sangre. Le daba vueltas sobre la mesa de piedra, agitando su contenido. Por más que haya limpiado el borde con la manga de su capa, no podía colocar sus labios sobre el cristal. Un burlesco suspiro hizo que levantase la mirada. Yuichiro arrimó todas las botellas de cerveza que había consumido y le sonrió.

—¿Hasta cuándo vas a seguir mirando tu merienda? Le vas a hacer un hueco con tus ojos —dijo Yuichiro, apoyando sus codos contra la tosca superficie del mueble—. Mikaela, sé que te da asco, pero tienes que entender que nadie lava las cosas aquí. Estamos en un pueblo, no en un castillo. —Hizo una pausa, alborotándose la cabellera de la frustración—. Tienes que comer algo.

Mikaela negó con la cabeza.

—¿Tienes idea de lo que podría pescar? —gruñó levemente, empujando el vaso hasta el centro de la mesa—. Por si no lo has notado, esta posada está en frente de un prostíbulo. Si tu pequeño cerebro peludo no lo ha procesado, después de coger, todos tienen hambre.

—¿Y tú cómo puedes saber que todos los que tienen coito quieren comer después del acto? ¿Experiencia propia? No recuerdo haberlo hecho contigo, todavía.

—Ese no es el punto, estúpido zorro. —Mikaela se ruborizó hasta las orejas y se cruzó de brazos—. Sabes que accedí salir del castillo a escondidas para tratar de adaptarme a las costumbres del pueblo, pero jamás me referí a esto. En especial, sabiendo que me podría salir cosas asquerosas en la boca o una comezón desconocida.

—Estás exagerando —dijo Yuichiro, meneando la cabeza—. Desde que hemos llegado a este pueblo, no has comido nada. Al menos toma un poco de sangre.

—No pienso comer.

—¿Estás seguro?

—¡Segurísimo!

Al incorporarse de golpe, el vampiro volcó la silla contra el suelo. Ésta rebotó, pero nadie notó el fuerte ruido que provocó pues las vivas voces, sus estridentes carcajadas y las canciones del bardo inundaban el local. Nadie se percató de aquel accidente, ni cuando Mikaela se tambaleó por un fuerte mareo y terminó desplomándose sobre el pecho de su acompañante.

Preocupado, Yuichiro se aferró a él y lo sostuvo protectoramente. Entrelazó sus brazos sobre sus hombros y su cintura para poder guiarlo en su caminar. El zorro se adentró entre la danzante multitud y se abrió paso entre ellos. Ambos atravesaron el salón hasta que llegaron a los grandes portones de madera y salieron de ahí.

A comparación del bullicio de adentro, en la calle no albergaba ni un alma. La única tonada que escuchaban era la que provocaban los grillos y otros bichos musicales. Ni bien los grandes portones se cerraron tras ellos, la canción de los animalillos se hizo más notable.

Los dos príncipes caminaron por el terral, pasando uno que otro mendigo o comerciante que salían de diversos callejones. Prosiguieron su andar, pasando por varias chozas y casas de madera a medio construir.

Bajo la luz de la luna, la única que los podía iluminar a altas horas de la noche, Yuichiro lo ayudó hasta la muralla de piedras que protegía una de las provincias de ese reino. Ambos se cruzaron con un par de guardias quienes ignoraron su presencia, tomándolos como un par de borrachos. Después de traspasar el arco de piedras, se desviaron del camino e ingresaron por unos matorrales, perdiéndose en el espeso bosque.

Con cada paso que daban, la corriente de agua se podía escuchar. Yuichiro chasqueó sus dedos, prendiendo una minúscula flama que desintegraba las molestas ramas y otros obstáculos. Luego de andar en silencio, llegaron hasta el río.

—¿Piensas arrastrarme hasta Sanguinem? —inquirió el vampiro de forma casi inentendible. Su voz era leve y su pronunciación se distorsionaba por la falta de energía—. ¿Por qué estamos en medio del bosque? ¿Acaso piensas tirar mi cuerpo por una pendiente? Tengo que admitir que no me sorprendería que tú...

La espalda de Mikaela fue a parar directo contra el tronco de un árbol.

—¿Puedes mantenerte callado? —interrumpió Yuichiro—. Ni porque estás débil puedes quedarte en silencio. —Palpó su cabeza, ganándose una horrible mirada por parte de su acompañante—. No me mires así —sonrió.

Yuichiro lo acomodó, depositándolo sobre el césped y se sentó frente a Mikaela, juntando sus rodillas. Le retiró la capucha y pudo ver su demacrado semblante. El vampiro estaba más pálido de lo normal, más blanco que las hojas de sus libros de dragones, muy cerca del color de la nieve. No era buena señal.

—Si mi corazón no latiese por ti, no estaría haciendo esto —bromeó Yuichiro.

—¿Qué quieres decir?

Antes de que Mikaela pudiese continuar, Yuichiro se jaloneó su propia camisa, abriéndola con fuerza. Los dos botones que mantenían sus clavículas escondidas salieron disparados, perdiéndose entre la vegetación. Yuichiro alargó una de sus garras y se profirió un tajo sobre su cuello.

La sangre empezó a brotar.

—¡Yuichiro! —chilló Mikaela boquiabierto—. ¡Estás loco o qué!

—Ya que tienes preferencias tan exquisitas... Supuse que tendría que tomar este tipo de medida antes de que te mueras y me quede sin mi persona especial.

—Pero...

—Solo hazlo.

Mikaela se quedó pensativo, igual de rojo de vergüenza. La proposición de Yuichiro era indecente, y eso le encantaba. Le gustaría declinar tal ofrenda, tomando en consideración lo que había aprendido con Madame Kimizuki. Aunque parte de él, gran parte de él, deseaba abalanzarse sobre el zorro y hacerlo suyo ahí mismo. Había estado tratando de cambiar su imagen para favorecer las preferencias de Yuichiro, pero cuando el zorro estaba frente a él con una expresión tan sensual... No podía resistirlo.

Un grueso hilo de sangre cayó entre ambos. Era tentador.

Yuichiro suspiró, cubriéndose de inmediato.

—Si no vas a comer, entonces...

Mikaela se abalanzó sobre él. En un abrir y cerrar de ojos, se alejó del zorro como si le hubiesen pasado una descarga eléctrica por todo el cuerpo. Tenía que resistir a sus instintos. No podía succionar la sangre de la persona de la que se había enamorado. Mucho menos mostrar tal debilidad a su único pretendiente.

—Eres un dolor de cabeza, Mikaela.

Yuichiro lo cogió de las muñecas y lo arrastró hasta tenerlo en brazos. Guio su cabeza hacia el espacio que hay entre su hombro y su cuello, mandando los labios del vampiro a chocar con la herida que él mismo se había proferido. Mikaela forcejeó.

—¡No! ¡Yuichiro! ¡Esto está mal!

—No me vengas con sonseras, Mikaela. Después de joderme todo este tiempo con que quieres hacerme esto y aquello, no te hagas el tímido conmigo. Come.

—¡Te dije que no!

Mikaela lo empujó.

—Bien.

Yuichiro pegó a Mikaela contra la corteza y volcó todo su peso contra él. Se sentó sobre Mikaela, imposibilitándolo de huir cuando colocó sus rodillas sobre los muslos del vampiro. Yuichiro agrandó sus garras una vez más y se cortó el brazo. Succionó una gran porción de sangre.

—¡No harás lo que creo que...!

Los labios de Yuichiro sellaron los de Mikaela.

La sangre paso por su garganta, proporcionándole los nutrientes necesarios. Poco a poco, Mikaela adquirió su color, una mayor vitalidad y un corazón que no dejaba de latir desenfrenadamente. Era muy difícil tener que convencerse que Yuichiro solo lo estaba alimentando, aunque la lengua del zorro y sus sensuales movimientos hayan dicho lo contrario. Al seguir besuqueándose, Mikaela se percató de un sabor muy diferente a la deliciosa sangre. Era sumamente fuerte. Una vez que Yuichiro se separó, su aliento lo delató.

Estaba ebrio.

—¡Es la primera vez que me besas así! —balbuceó Mikaela, dejando que un fino hilo de saliva los mantenga unidos.

—Y no será la última —replicó sin vacilar, tironeando del vampiro por las mechas para sellar sus labios.

La caricia se tornó candente al sentir el torso de Yuichiro sobre el suyo y cómo el zorro serpenteaba su cintura para descansar sobre su terrier. Con cada estrujada de éste, Mikaela arqueaba su espalda y soltaba ligeros gemidos. Luego se separaron para recobrar el aliento.

—No te quejes si terminas con la lengua irritada —siseó Mikaela, inclinándose para darle otro mimo—. Deberías ser así todos los días.

Yuichiro arrugó la nariz y llevó su índice a los labios del vampiro para callarlo.

—No hables en alto. No podemos dejar que se entere.

—¿Quién? ¿De qué hablas? —Mikaela parpadeó.

—De Mikaela. Te pareces tanto a él... Te besé porque se parecen mucho. —Los ojos de Yuichiro se cerraban—. Él no puede llegarse a enterar que no lo quiero. Yo... en verdad lo amo. Lo amo demasiado. —Yuichiro se cubrió la boca—. Tampoco le digas que dije eso.

Mikaela parpadeó una infinidad de veces sin creer lo que acababa de llegar a sus oídos. Era cierto cuando dijeron que el alcohol era la mejor sustancia para hacer hablar todas las verdades ocultas. Lo más gracioso del asunto: Yuichiro era el típico borracho que se picaba después de un buen rato, como un retraso a una dura embriaguez.

—¿Y qué pasa si se entera? —Entró al juego—. ¿Crees que se ponga de malas contigo?

Yuichiro negó con la cabeza.

—Se pondría muy feliz. No quiero decírselo todavía, porque quiero que él me pida matrimonio y a mí me da pena decírselo cara a cara —admitió tímidamente—. Ese pomposo vampiro sería capaz de hacerme el amor en frente de sus padres si nos comprometiésemos.

—Si te pide matrimonio, ¿aceptarías?

Yuichiro se quedó pensativo, rascándose la barbilla. Luego miró a Mikaela.

—Esto es un secreto entre nosotros, ¿sí? —gruñó irritado, sacudiendo su cabeza para concentrarse—. Cuando Mikaela me pida matrimonio, se llevará una sorpresa, porque yo he decidido...

Yuichiro cayó rendido sobre el regazo de Mikaela.

—¿Yuichiro?

No hubo respuesta.

—¡Qué has decidido! —Lo sujetó del cuello de la camisa con desesperación—. ¡Oye!

Yuichiro estaba roncando.


Continue Reading

You'll Also Like

228K 16.5K 54
¡Hola! Bueno, he decidido traer esta historia. Una mini descripción estarán adentro en la historia. Por cierto, los personajes de Nanatsu no Taiza...
35.1K 3.9K 11
Novela corta especial del Día de los Enamorados (inspirada en la canción "Gorgeous" de Taylor Swift) donde Haru toma más alcohol de la cuenta y sus v...
47.5K 5.4K 21
¿Que pasa cuando pasas demasiado tiempo con alguien? ¿Sera que es verdad que del odio al amor solo hay un paso?
27.1K 2K 43
En un reino no muy lejano lleno de vida y prosperidad, lo es posible todo, sobretodo en momentos de suma paz, desde lo que en un pasado era imposible...