En busca de la felicidad

By Miriam0019

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Mel es una adolescente rebelde e incontrolable desde que su padre murió cuando ella tenía nueve años. Desde e... More

Capítulo 1
Capitulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Pido opinión.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Aviso, final.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40 (Final)
¡¡Trailer!!

Capítulo 9.

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By Miriam0019

Nunca pensé que diría algo así, pero me ha salvado la campana, más bien el timbre.
Sara está en la puerta y no tengo que seguir con esa conversación incómoda. ¿Conocerme más? ¿De qué va esto?

Hugo se aleja de mí con una sonrisa, sin dejar de mirarme. Yo suelto todo el aire que había acumulado sin querer y me dispongo a abrir la puerta.

— ¡Hola, mi querida amiga loca! — Exclama Sara, entrando como una locomotora. Me mira sonriendo y después observa a Hugo de arriba a abajo, él está de espaldas, ha vuelto a los fuegos de la cocina.

— ¡Oye, disimula un poco! — Me burlo de ella al ver que no le quita los ojos de encima.

— ¿Y me lo dices tú? — Contesta poniendo los ojos en blanco — Venga ya, si necesitas que lo deje todo y acuda corriendo para no estar a solas con él.

— No era por eso — Gruño — No inventes historias.

— Ya, claro... crees que me engañas.

Voy a seguir contestándole cuando Hugo entra en acción, al parecer ha terminado porque los fuegos están apagados.

— Hola, ¿eres Sara, verdad? — Extiende una mano y ella la estrecha con fuerza y demasiado énfasis.

— S... si — No puedo evitar sonreír, Sara está completamente colorada, ¿qué le pasa? — Hola Hugo, ¿te ayudamos a poner la mesa?

Ella es así y cambia de compostura en dos segundos.

— Claro, gracias. — Dice él, aunque yo solo le dedico a mi amiga una mirada de reproche cuando lo sigue y me observa con suficiencia.

Le pego un par de codazos en cuando le doy alcance, ella me empuja y yo me defiendo estirándole suavemente del pelo, Hugo se percata y mira por encima del hombro, creo ver que sonríe.

Servimos los platos y nos sentamos a comer en silencio. Resulta que Hugo tenía razón cuando ha dicho que me gustaría la cena; ha hecho tortilla de patatas, mi comida favorita.

— ¿Está buena? — Nos pregunta. Empiezo a creer que le encanta eso de que la gente lo adule.

— Si, Hugo. Eres un cocinero excelente — Le contesta la pelota de mi amiga con los dos pulgares hacia arriba y la boca llena.

— ¿Tú qué dices, Mel? — Los dos esperan ahora mi respuesta, lo que me faltaba, no tenía suficiente con uno, pero yo misma me he metido en ese lío.

Fulmino a mi amiga con la mirada antes de responder.

— Está buena — Asiento.

— Hay que ver, Mel, que seca eres — Ahora hace como si yo no estuviera y se dirige a Hugo — ¿No te ha dicho que es su comida favorita?

Él abre mucho los ojos, sorprendido.

— ¿En serio?

Resoplo con desgana, ¿por qué tengo que ser yo siempre el principal tema de conversación?

— ¿No tenéis nada que hacer ninguno de los dos que no sea mirarme? — Suelto, mosqueada — Vais a hacer que me siente mal o que me acabe atragantando con la tortilla por culpa de vuestras tonterías.

Ambos cruzan la mirada durante varios segundos y estallan en una sonora carcajada. No quiero reírme también y darles esa satisfacción y aguanto todo lo posible por no hacerlo.

— Resulta que ahora soy la payasa del circo, ¿no?

Eso solo hace que su risa aumente. Pongo los ojos en blanco, cojo mi plato y me siento en el sofá.
Ellos siguen a lo suyo, ¿cuánto va a durar esto?
Miro como Sara se retuerce en su silla, hasta que en un movimiento brusco, su cuerpo pierde el contacto con ella, y cae al suelo, rodando por él.

He tratado de aguantar todo lo posible, pero con Sara no es fácil y menos si hace cosas como esas, mis comisuras tiran hacia arriba de mis labios y yo remuevo la lengua dentro de la boca, pero al final estallo con ellos, mi amiga sigue tirada en el suelo intentando que la comida no salga de su boca y la imagen es completamente cómica.

— Pero, ¿¡Esto qué significa!? — Los tres nos giramos hacia la puerta, mamá está cruzada de brazos con el ceño fruncido, ninguno de los tres nos hemos dado cuenta de que ha llegado a casa. — Oía las risas desde fuera, ¿se puede saber qué es tan divertido?

Sara se incorpora de un salto, volviendo a su sitio. Hugo se levanta y va a su encuentro. ¿Por qué se comportan así? No hacíamos nada malo.

— Llegó la aguafiestas, ¿qué problema tienes en que lo pasemos bien? ¿No es eso lo que querías? — Le pregunto, por su actitud parece estar molesta, y por primera vez no entiendo el porqué.

— Tranquila Mel — Me quiere apaciguar Hugo, y mi madre lo atraviesa con los ojos, como si de dos rayos láser asesinos se tratara.

— Si pudieses matar con una mirada, el pobre Hugo ya estaría muerto y enterrado, ya te vale mamá. — Digo entre dientes pero lo suficientemente alto para ver que Sara está aguantando la risa de nuevo y Hugo mira al suelo divertido.

Mamá no entiende nada, pasa por al lado de Hugo, golpeando su hombro intencionadamente y sube las escaleras en tiempo record.

— Que burra eres — Suelta Sara en voz baja para que mi madre no la escuche.

— Voy con ella — Hugo sube detrás y me molesta que lo haga, ¿y la caprichosa soy yo? — Lo arreglaré.

— Vaya Mel, no me imaginaba esto — Mi amiga se sienta conmigo, mamá nos ha cortado la diversión y está más tranquila — Sí que es agradable. — Se refiere a Hugo, claro.

— Podría decirse que sí — Me encojo de hombros — Aunque me doy con un canto en los dientes con que no se parezca en nada a cualquier otro novio de mi madre.

— ¿Siguen diciéndote que son solo amigos? — Pregunta, pillándome por sorpresa.

— Claro, aunque no sé a quién pretenden engañar — Pongo los ojos en blanco, queriendo que mi amiga coincida conmigo, pero al parecer, tenemos discrepancias.

— No sé, ¿y si es cierto? — Y ahí está, otra faceta de las muchas que tiene Sara — ¿Qué ganarían ocultándotelo? Me dijiste que él necesitaba un sitio donde quedarse, sin más.

— Oh, venga, es bastante obvio — Pero muerdo mi labio inferior, siempre consigue hacerme dudar y le doy vueltas a la cabeza.

Vale, entre ellos siempre hay una cierta distancia, nunca les he pillado en medio de un beso ni nada parecido, pero eso no significa nada, tampoco que duerman en habitaciones distintas, desde el principio he creído que lo hacen por mí, pero entonces, ¿por qué se comporta así con ella? Siempre intenta consolarla, ayudarle, escucharla... Un momento, eso también lo hace conmigo, y no nos une ningún vínculo.

— Creo que voy a dejar que esa cabecita loca siga en su mundo, porque he quedado con Javi y ya llego tarde. — Mi amiga sacude la mano delante de mi cara — Hablamos después, ¿vale?

— Perdona — Intento volver al mundo real, Sara ya está en la puerta — Y gracias por venir.

— Me debes una — Me guiña el ojo, antes de despedirse y salir.

Me quedo sola en el salón y pongo la televisión para despejarme, pero en lo único que pienso es en qué estarán haciendo mi madre y Hugo a solas en el piso de arriba durante tanto tiempo, ahora estoy desconcertada.
Cambio de canal una y otra vez sin ver nada que me convenza y unos minutos después desisto, es hora de irme a la cama.

Cuando subo a mi habitación creo oír gritos de mamá, está increpándole algo a Hugo pero no entiendo el motivo de la discusión, ¿le ha molestado que lo pasemos bien, o solo que estábamos haciendo demasiado ruido? No la comprendo, desde hace años no lo hago y por eso creo que irme a una universidad alejada y comenzar una vida que no tenga nada que ver con esto, es la mejor opción.

Me hago un ovillo sobre la cama, metiendo mi cabeza entre mis rodillas y cerrando con fuerza los ojos. Ojalá cuando volviera a abrirlos hubiera pasado el verano y ya tuviese las maletas hechas, lista para largarme de esta casa.

— ¡Mel! — Escucho que Hugo me llama en voz baja, está al otro lado de la puerta.

— ¿Qué quieres? — Respondo sin moverme.

— No te has terminado la cena, te he subido algo de tortilla por si te apetece — Es cierto, cuando mamá nos ha interrumpido hasta hemos dejado de comer. — Abro la puerta y ahí está, tiene tan buena pinta como hace media hora.

— Gracias — Cojo el plato y el tenedor que me ofrece y me siento en la cama, dejando la puerta abierta para que pase si es lo que quiere. Se queda de pie, a mi lado, mientras termino.

— Veo que te ha gustado — Sonríe divertido cuando le devuelvo el plato completamente limpio.

— No me había dado ni cuenta del hambre que tenía, ¿lo puedes creer? — Ahora observo que está algo serio — ¿Qué le pasa a mi madre?

— Ha tenido un mal día en el trabajo, nada grave — Me contesta, moviendo la cabeza a ambos lados.

— Ah, así que era eso — No termino de creerlo, pero si es lo que le ha dicho no tengo nada más que objetar — Gracias por la cena.

— De nada, pequeña. — Asiente — Tú no has tenido la culpa de nada esta noche, ¿de acuerdo? Así que descansa, buenas noches.

— Buenas noches. Hugo.

No se va, y algo dentro de mí está pidiéndome que le diga que no lo haga, estamos a gusto juntos, y es el siguiente paso que he aprendido que debo dar, aceptarlo.

Abro la boca, él espera que diga cualquier cosa, pero no me salen las palabras.

— ¿Necesitas algo más? — Pregunta alzando las cejas.

— Eh... no — Desisto — Supongo que no.

— Bien — Entorna los ojos y extiende una mano, tengo un mechón del pelo sobre mi cara y él lo lleva hasta detrás de mi oreja con lentitud, hasta colocarlo en un sitio, yo contengo la respiración mientras lo hace — Hasta mañana entonces.

— Hasta mañana, Hugo.

Es lo último que digo, y doy gracias a que me hayan salido algo por la boca, y no me refiero a insultos ni nada parecido por lo que acaba de hacer. Ya no me incomoda, en absoluto, hasta diría que todo lo contrario, que está empezando a gustarme esto, saber que le importo a alguien. 

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