Yaguareté·Abà II

By azanatoslagesis

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Secuela de Yaguareté·Abà I Si no lo has leído aún... no te lo pienses más. More

Avisos Previos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Epílogo

Capítulo 31

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By azanatoslagesis



Tras dos días intensos de papeleos en los que ocupaba sus ratos libres con Stiles, aprovechando cada momento juntos, Derek se fue a Oregón con una partida de dos perros y Jordan Parrish como compañero de patrulla. Tendrían cuatro días sin descanso, en busca de la red de distribución de la nueva droga y Stiles esperaba que en cuatro días fueran suficientes. Por experiencia de su padre, sabía que esos casos solían alargarse más de lo que podría creerse "normal".

-Tranquilo, Stiles... cuidaré bien del novato. -dijo sonriendo Parrish, chocando una de sus manos contra un hombro de Derek, que bufó y rodó los ojos.

-Eso espero... -rió Stiles. -Vuelve pronto. -dijo enterrando la cabeza en el pecho del lobo.

-Ya verás que sí. -contestó en un susurro inaudible para todos excepto para Stiles. -Te quiero. -terminó dando un beso en el pelo del muchacho.

-Bueno... nos tenemos que ir o nos retrasaremos... -comenzó Parrish.

-Id avisándome de todos los avances. -recordó el sheriff, al lado de la puerta de su casa.

Los dos agentes uniformados asintieron y tras una última mirada rápida, subieron al coche patrulla, teniendo por delante más de cinco horas de viaje.

Parrish condujo durante todo el camino. Al principio, todo fueron secas conversaciones superfluas. Los que habían sido cuñados no se odiaban, pero por ciertos sucesos pasados, preferían mantener las distancias. Bueno... en realidad, el lobo prefería mantener las distancias a pesar de las evidentes muestras de intentos a acercarse del rubio. Unos intentos bastante extraños y descarados.

-Derek, nos conocemos desde hace mucho tiempo... ¿no puedes contestar con algo que no sea un sí o un no?

-No. -contestó Derek alzando las cejas.

-¡Oh, vamos! -rió Jordan. -Y lo haces por joder...

-Nunca he sido muy hablador... -dijo sin más el lobo, mirando hacia la parte trasera del coche, donde dos perros, Troy y Sniffles le miraban con la lengua fuera. Alargó una mano y acarició a Sniffles, el más cachorro de todos, pero el más habilidoso.

-Eso no es cierto... -sentenció Jordan mirándolo de reojo. -Antes no eras así.

Derek no contestó, se limitó a volver a mirar hacia delante, con sus ojos clavados en la carretera, mientras sentía la mirada del otro agente clavada en él. Suspiró intentando mantener la compostura a pesar de lo mucho que le irritaba que le intentaran analizar (todos los que no eran un adolescente hiperactivo que podía transformarse en un jaguar).

-Antes eras un chaval como cualquier otro... hablabas, bromeabas... Ahora eres un tío con cara seria y borde que intenta espantar a todos con su aparente apatía.

-Jordan, me estoy conteniendo para no arrancarte la garganta.

-¿Ves? -rió irónico Jordan. -Antes...

-Antes yo tenía una familia. -espetó mirándolo directamente, intentando cortar la conversación.

-Ya, bueno... -siguió Jordan tragando saliva. -Ahora, si no me equivoco... te has hecho otra familia. Y de todos modos, Derek... te mereces ser feliz, ¿sabes? Lo que pasó en tu familia fue una desgracia, pero hay que superar las cosas.

-Lo que le pasó a mi familia no fue una desgracia, fue un asesinato. -dijo sereno el lobo. -Y si lo que quieres es que lo supere, no tienes que preocuparte. Ya lo he superado.

-¿Que lo has superado? -bufó Parrish.

-Sí. -le miró directamente a los ojos. -Estoy bien, mejor de lo que he estado en mucho tiempo.

-Pues me gustaba más el Derek alocado de antes... el que no paraba, estaba de un lado para otro, metiéndose en problemas... el criajo que sacaba de quicio a Laura. -rió Jordan.

-¿Por eso te gusta tanto Stiles? -preguntó cizañero Derek. El gesto de Jordan cambió súbitamente y su pulso se saltó un latido.

-¿Qué dices, Der? -se forzó a reír el rubio. -No todos estamos tan locos como para tirarle los tejos al hijo del jefe...

-¿No? Vaya, pues... -siguió el lobo disfrutando del momento. -Hubiese jurado que habías besado a Stiles... ¿en su cuarto? Sí, creo que fue en su cuarto... ¡Y justo después de decirle que debería salir con gente de su edad! Y juraría que le habías besado... a pesar de ser más mayor, incluso, que yo. -terminó el lobo sabiéndose el vencedor por el olor y la respiración de Jordan.

-Esto... -comenzó Parrish apabullado. -Yo... ehm... fue un impulso. -terminó Parrish. -Y yo no sabía que "estabais" de "estar". De hecho lo de "no ir contigo", el consejo que le di, también era pues por... bueno, ya sabes... por ser lobo.

-Por ser lobo. -repitió Derek. -Tú estuviste con una loba.

-Lo sé, lo sé. Y no me arrepiento. -siguió el compañero más tranquilo. -En absoluto... pero sé lo difícil que se puede hacer, los riesgos que hay... no sé. No me esperaba que supiera siquiera acerca de los lobos y de repente va y... -rió de repente. -¡Y cambia a no sé qué!

Derek bufó y asintió. El lobo sabía que Jordan Parrish, el que hubiera sido novio de su hermana durante bastante tiempo, había conocido lobos, los había visto en su forma completa (como en el caso de Talía Hale) y en transformación Beta. Sin embargo... Stiles no era como ellos, e incluso para alguien no demasiado experto como Parrish, eso era algo más que evidente.

-¿Qué demonios es? -preguntó animado al notar que Derek no estaba de mal humor.

-Un jaguar. -dijo sin más.

-Un jaguar... pues sin intención de ofender... me gusta más su transformación que la vuestra. -dijo con una sonrisa. -Los lobos sois más peludos, mas toscos... él parecía grácil, ligero... tranquilo, incluso.

Derek no pudo contener una leve risa ante el adjetivo usado por Parrish para describir al jaguar en el que Stiles se había convertido, lo que hizo que el agente lo mirara con las cejas en alto y una sonrisa en sus labios.

-¿Tranquilo? -bufó Derek.

-¿Qué? Los gatos solo comen y duermen... y sé que ya no toma Aderall, así que supuse que era más calmado.

-No toma Aderall porque realmente él ahora ya no es hiperactivo. Y tampoco humano. Probablemente no tuviera ningún efecto en él. -dijo antes de volver a echar un vistazo a los perros que viajaban en el asiento trasero. -Come y duerme mucho, pero cuando no está haciendo eso, se dedica a trepar al punto cercano más alto, subir a las estanterías para dormir... atravesarte el pecho con sus manos... sí. Muy tranquilo.

-¿Que qué? -preguntó boquiabierto. -¿Tan fuerte es?

-Bastante.

-¿Puede contigo? -preguntó aún más sorprendido Parrish, quien había visto entrenamientos entre un Derek adolescente contra su hermana mayor y su entonces novia y Derek era, sin duda, uno de los mejores combatientes.

-En cuanto a fuerza no, pero sí que es muy ágil y veloz y es ilocalizable por el olor... así que tiene ventaja en el cuerpo a cuerpo... sobre todo en espacios con obstáculos.

-Vaya... -murmuró impresionado Parrish.

-Tenemos que parar a darles de comer. -dijo señalando a los canes.

-Y nosotros también. -dijo acariciándose el abdomen. -Ya vamos por la mitad de camino así que... nos lo merecemos.

Parrish aparcó el coche patrulla en una estación de servicio. Bajaron a los perros y, tras ponerles la correa, les dieron agua y comida. Parrish entró para preguntar si podrían entrar con los canes mientras Derek los paseaba por un parterre cercano para que hicieran sus necesidades. Poco después, Parrish salió del restaurante de la gasolinera y tras informar de que podrían comer con los perros al lado en una terracita trasera, llenó el depósito del coche y llamó al sheriff para informar de su localización para que fuera él quien avisara al sheriff de Oregón de su hora de llegada.

Cuando por fin entraron en la terraza del restaurante, varios niños se acercaron para revolotear alrededor de los perros, que los miraban sin demasiado interés, pero movían la cola alegres por los signos de cariño. Poco más tardó el camarero en pedirles la comanda y, ya con las bebidas en la mano, los agentes comenzaron a hablar entre ellos acerca del caso que les llevaba tan lejos de su casa.

-Yo creo que con tu olfato, lo cerraremos en dos días a lo sumo. -comentó feliz Parrish, recibiendo con una risa las cejas alzadas que Derek le dirigía.

-Sabes que no soy un perro, ¿verdad? -comentó algo molesto.

-Lo sé, lo sé... -rió alzando las manos como disculpa. -Si no lo digo a mal, la verdad. Pero este caso pinta extraño y sin ti, probablemente se alargaría demasiado. -dijo algo más serio. -Lo de esa droga... no sé... ¿No te parece extraño?

-Ni siquiera sé qué es lo que hace. -dijo dándole un sorbo a su cerveza sin alcohol (porque estaban de servicio).

-¿No te lo ha dicho el sheriff? -preguntó sorprendido Parrish. -¿Y aún así aceptaste? -terminó aún más sorprendido.

-¿Me lo vas a decir o vas a seguir...? -preguntó ya algo fastidiado Derek. En realidad, no había sido muy inteligente aceptando un caso del que no sabía nada.

-Claro, claro. -dijo el agente antes de dar un sorbo y mirar a su alrededor para comprobar que nadie de los allí presentes pudieran escuchar. -Es una droga nueva que aún no han sabido clasificar... se supone que convierte en bestias a quien la tome. Pero no bestias en plan "colocados que arrancan buzones"... al parecer ya han habido unas cuantas agresiones bastante graves... -siguió el agente bajo la intensa mirada de Derek. -Y no solo eso. Todos los que se conoce que se han tomado dicha droga, se desvanecieron al pasarse el efecto.

-¿Se desvanecieron? -preguntó confuso el lobo.

-Entraron en coma. -asintió el rubio. -Sólo uno ha despertado y... bueno... no sabe decir más que su nombre y poco más. Todos los que se tomaron la droga tienen daños cerebrales severos. Los que no han muerto, vaya.

Parrish se quedó en silencio, inmerso en los datos que acababa de darle a Derek, que fruncía el ceño y pensaba también acerca del caso.

Los dos agentes devoraron el bocadillo que habían pedido, se pidieron un café para tomar en el coche y, tras un breve paseo de nuevo con los perros, se volvieron a montar en el coche rumbo a Oregón.

Tan sólo quedaba una hora, dos horas a lo sumo. El viaje se hizo corto a pesar de que no hablaban demasiado. Las carreteras estaban en muy buen estado y los perros, satisfechos por la comida, se hicieron un ovillo canino y durmieron en la parte trasera, ofreciendo un concierto de ronquidos que, de vez en cuando, sacaba risas de Jordan Parrish.

Cuando por fin llegaron a Oregón, ya eran las cinco de la tarde. Acompañados por los perros, los dos agentes se presentaron en la comisaría y los recibieron amablemente, sin dejar de mirar a los perros como si ellos fueran la salvación de la maldición de la nueva droga que, por lo que les comentaron los agentes del estado de Oregón, habían apodado como: Hombre Lobo. El nombre, hizo que Parrish mirara de reojo a Derek y Derek, como toda respuesta, apretó la mandíbula.

Tras una breve presentación del caso, el sheriff Oak, les llevó a su alojamiento. Era un motel bastante cutre y destartalado, pero estaba limpio y lo más importante: a unos metros de la comisaría. Los perros podrían quedarse en las habitaciones ya que la dueña del hospedaje era una amante de los animales y estaba al tanto de la nueva droga.

-Entonces, ¿duermes tú con los dos? -preguntó Parrish sonriente.

-¿Por qué debería? -preguntó Derek alzando las cejas.

-Eres el novato. -dijo simplemente dándole también la correa del Sniffles, para volver a entrar en la comisaría y ponerse manos a la obra con el caso.

Esa tarde fue la más tranquila, pues les pusieron al tanto de todos los datos recogidos hasta el momento: el nombre de los afectados por las drogas, sus direcciones y las declaraciones que habían logrado sonsacar a aquellos que habían sido agredidos por los que habían tomado el Hombre Lobo.

Por fin llegó la noche y Parrish decidió hacer patrulla con uno de los agentes de Oak para controlar las calles. Era un jueves, por lo que no debería haber más problema y mandó a Derek a descansar, pues al día siguiente él sería quien fuera a buscar el rastro con los perros.

***

Derek entró en su cuarto y soltó la correa de los perros, que fueron corriendo a tumbarse en la cama. Suspiró y se quitó la chaqueta y la camisa. Estaba entumecido por el viaje y, para colmo, frustrado porque hubiera querido ser él quien fuera a patrullar y quitar el caso de delante lo antes posible. La vibración de su móvil le sacó de su ensimismamiento y sin siquiera abrir los ojos para comprobar el contacto entrante, descolgó.

-Hale.

-No. Tú eres el Sargento Sexy. -rió una voz al otro lado de la línea.

-Stiles.

-Así me llaman. -volvió a reír. -Tu voz suena cansada.

-Cansado no. Entumecido y asqueado.

-¿Qué pasa?

-Hasta mañana no empezaré con el caso... lo único que nos han hecho ha sido ponernos al día... Parrish está ahora patrullando con uno de los agentes de aquí y a mí me ha dejado de niñero de los perros.

-Pues saluda a Sniffles y a Troy de mi parte. -dijo el muchacho con una sonrisa. -Y no te preocupes... por lo que he logrado indagar desde aquí... el caso pinta interesante. Y grotesco.

-Ya, pero cuando antes lo cerremos, antes vuelvo. -dijo aún con los ojos cerrados. -Y deja de espiar en los casos de tu padre. -terminó por fin con una sonrisa de medio lado.

-Es que me aburro demasiado. -rió Stiles.

-Pues estudia lo que tienes que estudiar... -bufó Derek.

-¿Qué gracia tiene eso? ¡Ninguna! -contestó Stiles. -Mi padre acaba de llegar a casa y tengo que ponerme con la cena... después te mando un mensaje. Pero Derek, escucha, no te frustres... si tienes que tardar un poco más en acabar el caso... pero ciérralo bien. Por lo que he visto, es un asunto grave.

-¿No quieres que vuelva pronto? -preguntó con sorna el lobo.

-¡Claro que quiero, idiota! -rió el adolescente. -Pero lo he pensado y... bueno, es tu trabajo, lo que tienes que hacer. Y los de Oregón tienen mucha suerte de que seas tú quien haya ido.

-Gracias, Stiles.

-Te quiero. -susurró Stiles. -Y lo digo bajito por si mi padre lo está escuchando.

Derek soltó una carcajada al tiempo que escuchaba que la llamada se cortaba. Posó el móvil sobre la almohada y acarició distraído a Troy, que dormitaba feliz.

-Mañana cerramos el caso. -les dijo con cariño a los dos perros que ocupaban prácticamente toda la cama. Sniffles, el más cachorro de los dos, levantó la mirada y la posó en el lobo. -Que alguien me está esperando.


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