Una Black de ojos violetas ➳...

By LuisaLane-

506K 38.9K 12K

El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia... More

Prefacio (Aclaraciones)
Introducción
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟭
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟮
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟯
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟰
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟱
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟲
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟳
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
𝗘 𝗣 𝗜́ 𝗟 𝗢 𝗚 𝗢
♡ Gracias ♡

Capítulo 52

4.3K 370 214
By LuisaLane-


El sábado había transcurrido con normalidad. Me alisté lo más formal posible (Andrómeda me había enviado una camisa blanca simple y unos zapatos negros, que era lo que me faltaba) y hasta me até el cabello en una cola de caballo alta y bien apretada, para que ningún mínimo pelo se escapara de su lugar.

Había que verse bien para las autoridades. Incluso Tonks estaba vestida decentemente y con el cabello color castaño claro y a la altura de los hombros. Tardé unos segundos en reconocerla. Hacía mucho tiempo que ya no usaba ese tono y mucho menos sin ningún mechón violeta o rosado.

El ministerio tenía su toque encantador. Me gustaba el diseño que tenía todo el edificio, pero a la vez me traía malos recuerdos. Mi madre caminaba por este mismo suelo y todo aquel que me había saludado hoy, de seguro la saludaba a ella también.


Conclusión... Que habían elegido a Remus como tutor provisional, aunque eso era lo que ya estaba acordado desde hace meses. Ahora solo restaba que el ministerio revisara los archivos de Tonks y los de Remus para hacer una evaluación de ambos y dar en un resultado sobre quién estaría mejor en el cargo.

Y por lo que me había dicho mi prima, siempre se tardaban su debido tiempo en hacerlo. Así que lo único que podía hacer para saber la respuesta era esperar.

Es que no pudieron hacerlo en todo este tiempo. Era una tarea demasiado compleja para ellos; Sentarse tres o cuatro horitas a leer unos papeles. Yo también estaría cansadísima después de eso... Nótese el sarcasmo.

Por suerte no tuve que quedarme mucho más tiempo allí dentro. La audiencia fue más rápida de lo que yo pensaba y en poco menos de una hora ya me encontraba de camino a Hogwarts otra vez.

Estuve en todo momento temblando de los nervios y no por la audiencia, sino porque tenía una maldita hoja de mandrágora en la boca desde hacía días, porque la necesitaba para la poción de animagia.

Me moría de ansiedad creyendo que alguien del ministerio se iba a dar cuenta de que la tenía allí y que iban a saber para qué era y me iban a mandar a Azkaban. Pero para mí fortuna no fue así.

Lo bueno es que con Remus habíamos logrado achicar el tamaño de la hoja y habíamos podido hacerle un encantamiento acoplante para que se quedara pegada a una de mis muelas, pero debía acordarme de conjurar el hechizo todos los días o la hoja se saldría de su lugar y sería todo un fiasco.

Fred me dijo que parecía una empresaria cuando me vio regresar al colegio. Traté de ignorarlo e ir rápido hacia el cuarto para cambiarme y estar más cómoda.

Aunque le había agarrado cierto gusto a estar bien arreglada... Cosa que con anterioridad no me sucedía.



Era la mañana del sábado siguiente. Había una tormenta horrorosa azotándose afuera. Me encantaba la lluvia cuando podía quedarme en mi cama acurrucada o cuando podía estar frente al fuego de una chimenea leyendo un libro o quizás escuchando música.

Pero me atemorizaba cuando había partido de quidditch. Y peor aún si quienes competían eran los de gryffindor contra los de hufflepuff.

Temía por mis amigos.


Me senté frente a George en la mesa del comedor para desayunar. Alicia ya estaba allí al lado de Wood y los demás del equipo.

— Deja de preocuparte Oliver —dijo ella mientras yo me servía comida en el plato, tratando de no prestarles mucha atención— no nos asustamos por un poquito de lluvia.

Negué con la cabeza disimuladamente. Seguro que Oliver estaba igual de preocupado que yo, y con toda razón. No era una simple lluviecita, era más o menos el diluvio que Dios le había enviado a Noé.

Cuando alcé la vista divisé a Cedric sentándose en la mesa de su casa. Él también me vio y me dirigió una de sus tantas sonrisas amables. Alcé los pulgares como seña de que tuviera suerte para hoy y él me devolvió un gesto de plegaria con sus manos.

Me reí por aquello y volví mi atención hacia mi desayuno.

— Así que ahora estás del lado enemigo —dijo George en tono de broma.

— ¿Qué sabes a quién se lo hacía? —el pelirrojo estaba enfrente mío, dándole la espalda a la mesa de hufflepuff.

— ¿Si no es a Cedric a quién más será? —Sonrió de lado— ¿Malfoy? ¿Sanders?

Estaba a punto de contestar quizás con uno de los chistes más graciosos del mundo -bueno, no tanto- cuando Fred abrió la boca para hablar. Lo había visto venir caminando exaltado desde la puerta del gran comedor. Cuando George y yo entramos, él nos había dicho que tenía "unos asuntos pendientes" y que luego nos alcanzaba.

— A que no adivinan qué me acaba de suceder —dijo Fred sentándose a la mesa con nosotros.

— A ti te pasan hasta las cosas más estúpidas —hablé— así que será mejor que nos cuentes antes de que perdamos dos horas de nuestras vidas intentando adivinar.

— Pero que aguafiestas —Fred frunció el ceño— ¿Recuerdan la chica de ravenclaw con la que me veía?

— ¿Qué chica? —Alcé la vista sorprendida— ¡A mí nunca me cuentan nada!

— ¡Pero si tú también la has visto! —agregó George.

— ¿Qué? —Murmuré confundida— ¿Dónde?

— Ya van como tres veces que los encontramos a ambos en los pasillos —dijo— la de pelo negro y ojos grises.

— Fred anda detrás de cualquier cosa que tenga dos patas, dame más detalles George.

— ¡Ey! ¡Oye! —Se quejó Fred— Te estoy escuchando Isadora.

— La chica que cuando la ves dices "Ay no entiendo por qué siempre tiene esa sonrisa tonta en la cara" —me imitó George, a lo cual su hermano soltó una carcajada.

— Ah, esa —alcé las cejas con desaprobación— ¿Tiene nombre por lo menos?

— Melody.

— Es nombre de tonta.

— Isadora es nombre de mujer insoportable pero nadie te dice nada, ¿Sabías? —me encogí de hombros.

— Si fuera tan insoportable como dices no sería tu amiga, ¿Sabías?

Touché. Buen punto —afirmó George con la cabeza. Fred nada más chistó con la lengua y murmuró por lo bajo algo que no pude oír.

— A lo importante —prosiguió el pelirrojo— la chica me acaba de decir si podíamos salir juntos el fin de semana que vamos a Hogsmeade —negó con la cabeza— una cita, chicos. Que me ha pedido una cita la loca esa.

— Ay Fred, por favor —rodé los ojos— deja de ser tan inmaduro.

— ¡Pero me pidió salir! Una ci-ta —remarcó la última palabra separándola en silabas— Yo. Fred Weasley. Cita. No.

— Si no quieres no vayas y punto, pero no por eso debes armar un escándalo. Hay mujeres a las cuales les gusta salir con los chicos y no solo pavonearse como lo hacen ustedes.

— Lo sé. Pero que me lo venga a pedir a mí, cuando le dejé bien en claro que yo no quería nada serio con ella, parece un chiste.

Pueden tener citas y no ser algo serio —susurré— no veo el problema.

— Bueno Fred... —habló George esta vez— quizás está de verdad interesada en ti y quiso probar si estabas dispuesto a algo más. ¿Le has contestado que no?

— Por supuesto —hizo un ademán de obviedad con sus manos— ¿Por qué le diría que sí, si no quiero?

— ¿Y qué ha hecho ella? —pregunté.

— Me dijo que estaba bien —se encogió de hombros— y luego se fue, seguro a su sala común.

— Pobre chica —negué con la cabeza— el mayor problema es que no sabe que eres un idiota.

— ¿Hoy estás graciosita? —Fred sonrió un poco malicioso— oye George —le dio un codazo.

— ¿Ahora qué? —dijo este con un pedazo de tarta a medio camino hacia su boca.

— Isa es divertida, inteligente y bastante linda —continuó Fred. Su hermano lo miró bastante confundido— no había notado hasta hoy que usa un perfume cítrico.

— ¿Y a qué viene todo eso? —preguntó George todavía sin comprender.

— Sí, ¿A qué viene? —dije entre dientes. Fred solo se limitó a sonreír.

— A que eres bonita Isa —contestó— ayer te veías linda con la ropa bien arreglada... ¿Por qué no tienes tantos chicos detrás de ti como nosotros tenemos chicas?

— Deben temerle —dijo George riéndose— quizás se piensan que los matará tan solo si le hablan.

— Es una buena teoría —coincidió Fred. Yo negué con la cabeza y me concentré otra vez en el plato de comida. No quería escuchar más a ese par de tontos hablar de cosas sin sentido— pero volviendo a lo de antes. ¿No es linda?

— ¿Quién? —preguntó George.

— ¡Isadora! Si de ella estábamos hablando.

— Supongo.

— Isa —me llamó Fred.

— ¿Qué quieres ahora? —dije con cansancio luego de engullir un pedazo de budín de chocolate.

— Quiero que en cinco segundos levantes la cabeza y le des la mirada más sexy de tu vida a George... Solo para probar mi punto —agregó con rapidez.

Este chico no podía ser más sutil porque no le daba la cabeza. Las hormonas le estaban jugando una mala pasada.

Sí, era eso.

Y yo fui tan tarada en confiarle aquel secreto a él. Sabiendo como es. Sabiendo que no solo se le podría escapar en cualquier momento, sino también que haría de mi vida un martirio mientras tuviese que ocultarlo.

No veía mucha escapatoria lamentablemente.


— ¿Qué mierda tienes en la cabeza hoy Fred? —lo miré enojada.

— Lo mismo me pregunto —murmuró George.

— Es que Feorge no te ha mirado con atención, por eso no está de acuerdo conmigo en que eres bonita.

— ¿De casualidad estás insinuándote a Isadora de manera indirecta? —preguntó George. Fred y yo nos reímos por lo bajo.

— No digas tonterías Georgie —dije.

— Eso parecía —se encogió de hombros.

— Voy a hacer una pequeña parada técnica al baño para hacer más espacio a la comida y vuelvo —Fred se levantó de la mesa y me señaló— la mirada, Isa. No te olvides.

— Bien, bien —dije bufando fastidiada. Creo que de verdad había sido una mala idea contarle a Fred que me gustaba su hermano. El pelirrojo caminó hasta la salida y no lo perdí de vista ni un segundo hasta que estuviera fuera del lugar.

Miré de nuevo a mi plato de comida y jugueteé unos segundos con mi tenedor mientras acomodaba un mechón de pelo que se había caído frente a mi cara.

— Te queda mejor el cabello atado —alcé la vista hacia George— resalta más tus rasgos faciales. Las trenzas te deben sentar muy bien.

— Sí, ya me lo han dicho antes —contesté tímida— pero es mucho trabajo.

— Me tienes a mí para cuando quieras que te haga un peinado —dijo Alicia uniéndose a la conversación— y si necesitas que mate a Fred, también cuenta conmigo para eso —me guiñó un ojo.

¿Por qué me hizo ese gesto? ¿Se había enterado lo de George? ¿Fred le habría dicho algo?

Ay Fred... en que lío me has metido.


Corrección: en que lío me he metido yo misma.



El partido fue un fiasco total. Además de que llovía a cántaros, los dementores decidieron hacer presencia en mitad del campo de quidditch justo cuando Harry estaba por atrapar la snitch. Cedric sí lo logró. Hufflepuff nos había ganado... aunque no de la mejor forma, quisiera decir.

Pero al fin y al cabo habían ganado.

Mientras los del equipo de gryffindor acompañaban a Harry hasta la enfermería me escabullí a la entrada de los vestidores del equipo contrario, esperanzada de que mi amigo todavía siguiera allí.

Repentinamente una chica salió por la puerta y por poco no choca conmigo.

— Disculpa —le dije para que me prestara atención— ¿Diggory todavía está dentro?

— Sí. Se está terminando de cambiar —la morocha se giró sobre sí misma y volvió a asomarse por la puerta— capitán, te buscan —dicho esto tomó rumbo fuera del estadio, en donde la lluvia todavía continuaba pero era mucho más escasa que minutos antes.

Vi la cabeza de Cedric dentro de los vestuarios, dejándose visualizar por la pequeña ranura de la puerta entreabierta. Sonrió y me hizo señas para que pasara al interior del lugar.

— Con permiso —murmuré abriendo la puerta por completo y cerrándola detrás de mí. Por lo que parecía, solo quedábamos nosotros dos en el lugar— ¿Te dejaron solo? ¿A la estrella del partido? —dije a modo de broma. Cedric se rió y se sentó en uno de los bancos para atarse las zapatillas que recién se había colocado.

— No estamos solos. Los dos bateadores están en las duchas —levantó la vista del suelo y me miró— y ahora que lo pienso... ¡Michael! ¡Anthony!

— ¿¡Qué!? —escuché una voz grave proveniente del baño.

— ¡No se atrevan a salir desvestidos que hay una chica!

— ¡Esa es mayor razón para andar desnudo! —contestó otra voz, un poco más aguda que la anterior. Cedric se rió y yo tampoco pude contener una pequeña carcajada.

— ¿Qué haces aquí? —Me preguntó— creí que irías a la enfermería a ver como estaba Potter.

— Luego iré, total no despertará hasta dentro de un rato —me encogí de hombros— Le has ganado al mismísimo Harry Potter —dije felicitando a Cedric.

— Fue pura suerte nada más —se rascó la nuca apenado— los dementores no deberían de haber estado allí.

— Lo sé, pero has atrapado la snitch —sonreí— sabría que te iría bien siendo el capitán.

— Es el primer partido, no hay que cantar victoria desde temprano.

— Mm... pero a mí me gusta predecir el futuro —me reí— ya verás que ganaremos Diggory. La copa este año será de los leones.

— Ay sí, ganaremos —imitó mi voz— no se crean la gran cosa —me despeinó al pasar a mi lado, luego de acabar de atarse los cordones— no te quiero ver llorando cuando terminen últimos.

— Eso quisieras, ¿No? Sabes que nuestro equipo es de los mejores que ha habido desde hace años. Fred y George son los reyes bateando.

— Nosotros tenemos a Malcolm Preece y a Heidi Macavoy de cazadores, no se les escapa ni una sola quaffle.

— Bueno ¿Y nosotros? Tenemos a Wood de guardián. Es tan apasionado por el quidditch que se toma el juego como si fuera su propia vida.

— Y ni hablemos de que hufflepuff me tiene a mí como buscador, ¿No?

— Dos palabras; Harry Potter.

— Tres palabras; le gané hoy.

— Tú mismo has dicho que fue solo suerte —Sonreí de lado— apostemos. Gryffindor ganará.

— ¿Cinco galeones? Hufflepuff aplastará a todos.

— Diez galeones para ti si ganas. Cinco para mi si acierto y además me dejarás usar el baño de prefectos por un día.

— Suena justo —estiró su mano hacia mí y la estreché— trato hecho, perdedora.

— No cantes victoria antes de tiempo —lo imité y Cedric soltó una pequeña risita— ¿No irás a festejar con tus compañeros?

— No solemos celebrar mucho por el quidditch —se encogió de hombros y se encaminó a la salida, así que lo seguí por detrás— quizás nos aplaudan cuando nos vean llegar a la sala, pero no más que eso. Sé que ustedes los de gryffindor hacen fiesta por cualquier cosa pero nosotros no.

— Envidioso. De seguro te mueres de ganas de estar en nuestra sala común cuando festejamos.

— Sí, no te lo voy a negar —sonrió— al parecer nos mojaremos.

— ¿Me has visto acaso? —Levanté los brazos y di una vuelta para él— no hay parte de mi cuerpo que no esté mojado.

— Entonces, ¿Una carrera hasta el castillo?

— Afirmativo, capitán.



Estaba con Fred y George caminando por el viaducto, charlando de la vida. Nos sobraba tiempo porque dentro de unos minutos sería la hora de la cena. Así que habíamos decidido recorrer un poco el castillo, y el puente nos proporcionaba un techo que nos cubría de las últimas gotas que quedaban de la tormenta.

Todo iba de maravilla. Habíamos reído por una anécdota que ellos contaron sobre Percy y su insignia de premio anual. Soporté a Fred y a George cantando por milésima vez una canción de Queen. Habíamos hablado del partido de hoy a la tarde. Nos quejamos (ellos más que yo) de la tarea que nos había dejado Snape el día anterior.

Sí. Todo iba de maravilla.

— ¿Sabes qué te vendría bien para conseguir más chicos?

Hasta que Fred tenía que abrir su boca y estropearlo todo. Tenía que hacerlo porque no podía consigo mismo.

Imagino que estos días sin decir nada sobre el tema "Isadora gusta de George" se le estaban haciendo eternos. Lo notaba en su cara. Había una vena que parecía estar a punto de reventar cuando me veía hablar con George. Y aunque me diera miedo hasta pensarlo... Seguro que no tardaría mucho en explotar.

— Fred me importa tres cominos tener o no estudiantes baboseándose detrás de mí —contesté— Hay cosas más importantes por las cuales me debo preocupar.

— Vestirte más provocativa —continuó hablando como si nada— eso ayudaría mucho.

— Claro, menos botones abrochados —agregó George— y la falda un poco más arriba. Muchos te lo agradecerían.

— ¡Ahora sí! —Sonrió su hermano— por fin coincidimos en algo Feorge.

— Son un asco —gruñí— ¿Para qué haría eso? Ya hay unas cuantas que se pasean por Hogwarts prácticamente con medio trasero al aire. Disfrútenlas a ellas.

— No es lo mismo —dijo Fred chasqueando la lengua— esas ya tienen la mala fama ganada. Hablo por todos los hombres que hay aquí, que preferimos cuando las tranquilas se rebelan contra el sistema opresor —lo interrumpí.

— No empieces a decir estupideces, te lo suplico —me toqué con ambas manos las sienes de mi cabeza— ya bastante tuve contigo hoy Fred. Baja los decibeles, por favor.

— De acuerdo, haz lo que quieras —bufó enojado. Giró para darnos la espalda y se fue hacia el interior del castillo, pateando una pequeña piedra que había encontrado en el trayecto.

Opción uno: Fred se calla pero su vena explota en medio de la clase de herbología.

Opción dos: Fred dice todo lo que sabe y su cara sigue normal como siempre pero me arruina a mí la vida. Y después lo mato.

Opción tres: Hablo yo antes que Fred y él hace una fiesta por eso, pero luego me mato yo.

Opción cuatro y quizás la mejor de todas: George se da cuenta de lo que está pasando antes de que Fred o yo muramos.

— Pido disculpas en nombre de mi hermano —dijo negando con la cabeza— estoy de acuerdo, hoy estuvo más insoportable que de costumbre.

— Lo sé. Ni me lo digas —murmuré entre dientes.

— ¿Te has dado cuenta lo raro que está actuando últimamente? —lo miré de soslayo y tragué saliva. ¿De qué se dio cuenta? ¿Qué sabe él? ¿¡Y si Fred ya le contó algo!?

Lo mato. Yo lo mato.

— ¿Raro cómo...? —pregunté curiosa.

— ¿No viste cómo estaba hasta recién? —Se giró hacia mí y yo me encogí de hombros— ¡Bah! ¡Ahora te haces la desentendida! Dos minutos atrás hubieras concordado conmigo Isadora.

— No lo sé George —dije sin importancia— debe ser que Melody está muy caprichosa y él no tiene nada mejor que hacer que desahogarse con nosotros de esa forma.

— No —me apuntó con el dedo— sabes que no es eso. ¿Fred cambiaría su forma de actuar por una chica que poco le interesa? Jamás.

— Bueno... entonces digamos que cambió por una chica que sí le interesa —los ojos de George se abrieron como dos platos y dio un fuerte aplauso victorioso.

— ¡Lo sabía! ¡Yo lo sabía!

— ¿Qué sabías?

— ¡Fred gusta de ti!

— ¿¡Que Fred qué!? —grité sorprendida.

— Por eso me pregunta cosas sobre ti y está todo el día "porque Isa esto e Isa aquello e Isa es hermosa, inteligente, bla bla" —imitó a su hermano y luego sonrió— ya le he sacado la ficha.

— ¿Qué? —Dije todavía confundida— estás inventando cosas George. Él no gusta de mí y yo no gusto de él. Me refería a que quizás cambió su forma de actuar por alguien que le interesa.... Pero no de esa forma.

— ¿Me lo podrías explicar en un idioma más simple entonces?

— Que quizás lo hace por una amiga —murmuré.

— Ah... —hizo una pequeña pausa— eso tiene más sentido.

— Y también tiene —me interrumpió.

— Pero no descarto la idea de que le gustes a Fred —me di una palmada en la frente.

— George te digo que no. No seas idiota.

— ¿Y por qué de un día para otro no ha parado de hablar sobre ti? —Sonrió de lado— hay solo una opción y esa es... redoble de tambores por favor...

— Sí —lo interrumpí— esa es la opción que tú crees. Pero yo sé de una segunda que es la verdadera, y que por suerte, no es como la que piensas.

— Está bien —respiró hondo— al parecer voy a tener que investigar un poco más a fondo. Por lo que veo no me lo dirás, y quizás me cueste trabajo hacer hablar a Fred.

— No hablará.

— No lo conoces.

— Lo conozco.

— No tanto como yo, querida. Sé cuáles son sus puntos débiles. Alguno de ellos debería de funcionar.

— La comida no te servirá de nada.

— Oh, no —me miró con una sonrisa pícara— Fred tiene gustos más exquisitos ahora. Le interesan más las carnes... si es que me entiendes.

— ¡George! ¡Las mujeres no somos carnada! —el pelirrojo se rió.

— Eres una mal pensada —dijo entre risas todavía— yo hablaba de las costillitas de cerdo que preparan los elfos. Ahora, si quieres creer que hablaba de ofrecerle mujeres... allá tú —volvió a reírse.

— Idiota —bufé cruzándome de brazos.

— Vamos —comenzó a caminar— no quiero llegar tarde a la cena.

— Siempre pensando en comer —reí y me puse a la par de él para así ambos dirigirnos hacia el Gran comedor— debería disculparme con Fred. Creo que he sido un poco ruda con él.

Y es que a pesar de todo, solo quiere ayudar, no lo hace con maldad. Lo sé.

— Ya se le pasará —dijo George— verás que cuando lleguemos no —George se frenó en seco y al igual que yo, miraba confundido un pequeño avión de papel que se acercaba hacia nosotros. Se frenó a diez centímetros de mi cuerpo y comenzó a girar sobre sí mismo— si no lo abres te perseguirá todo el día —murmuró él.

Le hice caso. Conocía este tipo de mensajes. Le llegaba a su destinatario como un misil dirigido, pero solo funciona si la persona que lo envía está viendo a quién se lo manda. Puede ser una distancia larga o corta, pero sí o sí debe verla.

Abrí el avión y había una nota escrita dentro;


Espero que pronto maten a tu sucio y asqueroso padre, tío, lo que sea, así nos salvamos de todo este lío que hay en Hogwarts.

Bah, de seguro que tú lo has ayudado a entrar al castillo la vez pasada. Que los maten a los dos si es necesario.

No queremos más dementores dando vueltas. Y mucho menos a gente que se apellida Black.



Fruncí el ceño y abollé el papel para tirarlo al suelo. Seguí caminando aunque George me preguntara que era lo que decía allí.

¿Ahora yo era la secuaz de Sirius Black? ¿La gente de verdad se pensaba que lo había ayudado a entrar? Si lo hubiera hecho de seguro que ya estaría descuartizada en mil pedazos, como lo había hecho él con uno de sus mejores amigos.

No podía creer que encima se tomaran el trabajo de mandarme un mensaje hechizado. Miré a ambos costados apenas salí al patio del viaducto. No había nadie. Quien fuera que me había enviado aquello, ya se había ido hacía rato.

¿Sanders?

No. No lo creo.

A Amanda le encanta hacerme la vida imposible, pero ella es más sincera por lo menos. Me dice las cosas en la cara. No me enviaría un tonto avión de papel. Además es tan torpe que no debe de saber el hechizo que se utiliza.

Pero definitivamente estaba de acuerdo en que era alguien que me odiaba.

— ¿Puedes frenar un momento? —George se puso frente a mí haciendo que me sobresaltara. Estaba demasiado concentrada en mis propios pensamientos— ¿Te encuentras bien? Creo que acabas de matar a varias flores en el camino. ¿Qué les dirás a sus familias ahora? —sonrió.

Pero yo no lo hice. Estaba enojada con quien haya sido él o la que envío ese mensaje.

¿Y si era una amenaza? ¿Y si me estaban avisando que pronto me mataría alguien más que no fuera Sirius?

— Isadora —George me agarro de ambos hombros y me dio una pequeña sacudida— fue nada más un simple mensaje en broma. No te lo tomes tan serio.

Le caigo mal a todo el mundo —susurré.

— Oh, vamos —se rió despacio— ¿Desde cuándo te preocupa eso? Además hay unos cuantos que si te queremos mucho.

— Vayamos al Gran comedor —me solté de los brazos de George y retomé otra vez el rumbo.

— No, espera —volvió a colocarse frente a mí— ¿Estás así por culpa de lo que leíste?

— N-no —balbuceé.

— Esta debe ser la vez número tres mil millones que te digo; no sabes mentir.

— No es nada George. Vámonos.

— No dejes que te afecte, eso es lo que está buscando sea quien sean que te haya enviado el mensaje. Además Fred y yo somos tus guardaespaldas, nadie te hará daño —sonrió— que suerte la tuya. Tienes a dos hombres encantadores detrás de ti todo el día.

— Lo último creo que estuvo demás —me reí— pero gracias Georgie.

— No tienes nada que agradecer —pasó un brazo por mi hombro y ambos volvimos a caminar. Amaba que hiciera eso. Me reconfortaba mucho— ¿A dónde irás a pasar las fiestas? —Cambió repentinamente de tema— ¿O te quedas?

— No lo sé —suspiré— mi prima tiene un trabajo de auror para esas fechas, así que estarán mis tíos nada más. Quizás vaya con ellos pero no es lo mismo sin Tonks. Estaba pensando en quedarme pero —es que mi padrino se convertirá en hombre lobo ya que habrá luna llena el veinticuatro de diciembre— solo si ustedes se quedan también. Sino no tendría sentido.

— Nosotros nos volvemos este año —dijo apenado— solo Ron se quedará para hacerle compañía a Harry, pero si quieres —lo interrumpí.

— No. Lo entiendo. No tienen porqué quedarse por mí.

— Te iba a decir que si quieres puedes venir con nosotros a casa —sonrió— a mamá y a papá no les molestará que te quedes.

— ¿De verdad? Supongo que podré aguantarlo a Percy unos días —sonreí— me encantaría ir.

Por unos segundos mis ojos se encontraron con los de George y ninguno de los dos se atrevía a separar la mirada. No lo había notado, pero nos habíamos frenado en medio del pasillo y estábamos como dos estatuas sonriendo y mirándonos.

Seguramente si yo me estuviera viendo en estos momentos diría mi típica frase de "¿Por qué las chicas sonríen como idiotas?".

Y ahora lo había comprendido.


— Eh, tengo que ir al baño —dije rompiendo el tierno momento— guárdame un lugar en la mesa.

— Claro —murmuró un poco confundido. Caminé lo más rápido que pude, sin mirar atrás, hacia los sanitarios de mujeres. Me aseguré de que no hubiera nadie allí y saqué mi varita de adentro de mis botas negras.

No había mucho que pensar. Ya tenía mi recuerdo feliz plasmado en la cabeza.

Expecto patronum —susurré con un movimiento leve de varita. Primero apareció una chispa plateada igual que siempre, pero para mi sorpresa, luego vino algo más. Había tomado forma por primera vez.

Ahí estaba mi animal, frente a mis asombrados ojos. Mi patronus daba vueltas cautelosamente a mí alrededor.

Por fin lo había logrado.

Continue Reading

You'll Also Like

138K 8.5K 27
❝ Cuando Lia se encuentra con varios secretos busca la forma de hallar las respuestas. Pero no todo es fácil. En el camino de lo prohibido ocurrirán...
253K 30.4K 78
||Nunca en su vida se habían preguntado si realmente existe la reencarnación o la posibilidad de regresar a su mundo original. Harriet Potter una "re...
362K 16.4K 32
Un dia como cualquier otro, Lunatico, Canuto y Cornamenta se dirigen a su compartimiento en el expreso de Hogwarts...jamas pensarian que en ese mome...
336K 22.7K 94
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.