Una Black de ojos violetas ➳...

By LuisaLane-

506K 38.9K 12K

El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia... More

Prefacio (Aclaraciones)
Introducción
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟭
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟮
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟯
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟰
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟱
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟲
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟳
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
𝗘 𝗣 𝗜́ 𝗟 𝗢 𝗚 𝗢
♡ Gracias ♡

Capítulo 51

4.4K 369 231
By LuisaLane-

Iba de camino a la clase de defensa contra las artes oscuras, seguida de Fred y George, cada uno a mi lado. Ya se me hacía un poco insoportable tenerlos cerca todo el tiempo, se habían convertido en mis guardaespaldas más o menos, y para peor, ¡No les gustaba ser disimulados!

Y cómo odiaba yo ser el centro de atención.

Recién estábamos a mitad de semana y ya no podía ocultar más mi enojo.

Está bien... Soy un poco exagerada, pero es que me sacaban las canas verdes.

Yo nada más quería caminar por el castillo acompañada para no tener miedo a morir en cualquier segundo, pero Fred y George se empeñaban en ir a donde fuera conmigo y hacer de ello todo un espectáculo.

No me dejaban doblar en los pasillos sin antes revisar que todo estaba en orden. No me dejaban entrar a ningún lugar sin antes asegurarse de rebuscar por doquier que Sirius Black no estuviera allí. Ni hablar de cuando algún grupo numeroso de alumnos se nos acercaba, los dos me acorralaban contra alguna pared y comenzaban a gritar "¡Cuidado por donde van! ¡No traspasen el perímetro! ¡Hay que proteger a la damisela en peligro!".

Los tres primeros días eran carcajadas mías unas tras otras. Pero hoy me habían agarrado de mal humor y ya no los soportaba más.

Cuando llegamos al aula me senté bruscamente en uno de los asientos de la fila del medio. Fred se sentó conmigo y George se colocó delante, en donde Lee se nos unió pocos minutos después.

— No nos has dejado revisar el aula —comentó Fred haciéndose el dolido. Como si eso fuera lo peor del mundo.

— Es verdad. ¡Mira! —Señalé un rincón vacío— ¡Allí está Black! ¡Vendrá a matarme! ¡Sálvenme!

— No bromees con esas cosas —replicó. Alcé ambas cejas y lo miré inclinando mi cabeza un poco.

— ¿Acaso escuché bien? —Dije— tú eres el que siempre bromea de esa forma. No se acabará el mundo porque yo lo haga aunque sea una vez en la vida.

— Pero es que no combina contigo —hizo un ademán con sus manos— eres más refinada que nosotros y eres femenina. Suena mal cuando lo dices tú.

— Dejen de pelear ustedes dos —bufó Lee desde el asiento delantero. Fred me miró unos segundos pero luego se calló la boca. Por lo menos al parecer la clase sería más tranquila.

Remus entró poco después al aula y comenzó a dar una de sus tantas maravillosas clases. Eran las mejores del año. Ojalá que con él la maldición del puesto falle y se pueda quedar por siempre.

Lo veía bastante feliz con este trabajo y noté que sonreía más seguido de lo normal, a pesar de todo lo que estaba sucediendo. Y eso me hacía feliz a mí también.

Nos dio para hacer una redacción en clase -una de las pocas veces que sucedió eso- y todos parecíamos más emocionados de lo normal en hacerla. Quizás porque yo no era la única que creía que Remus era un gran profesor y que sus clases realmente te incitaban a querer aprender y estudiar.

Algo me tocó la rodilla y me desconcentró por completo.

Agaché mis ojos y vi el brazo de George estirado hacia mí. Tenía un pequeño pedazo de pergamino en la mano así que lo agarré. Lo dejé sobre mi regazo y pude leer, con un poco de dificultad porque tenía una letra horrenda;

Negué con la cabeza divertida y coloqué el papel en el pupitre para escribir en su reverso.

Miré hacia abajo y el brazo de George continuaba en el mismo lugar. Le di la nota otra vez y él llevó su mano hacia adelante. Se acomodó mejor en el lugar, al parecer para escribir algo más, ya que pocos segundos después volvió a tocarme la rodilla. 

Bufé y agarré la nueva nota.

Lo pensé un poco y decidí responderle por última vez.

Dame esa porquería —gruñó Fred queriendo sacarme el pedazo de pergamino que estaba intentando terminar de escribir. Fui más rápida que él y lo alejé de sus manos.

— Eres un lame culos —Lee y George se movieron en el asiento. Era más que obvio que estaban intentando contener la risa al escuchar lo que yo había dicho.

— ¿Qué sucede, eh? —Murmuró Fred— ¿Los novios se envían cartitas de amor?

— ¿Qué cosa? —George se dio vuelta, sintiéndose aludido.

— Nada, nada —dije con rapidez— se estaba burlando de mí.

— Sí, claro —el pelirrojo terminó de estirar su brazo y agarró la notita que quería pasarle antes a George.

— ¡Fred, dámelo! —intenté quitárselo pero fue en vano.

— Señorita Black —dijo Remus alzando la vista hacia mí— ¿Tiene alguna duda para comentar de la clase?

— Eh, no —contesté acomodándome bien en la silla otra vez— no profesor Lupin. Disculpe.

— Entonces sugiero que guarde silencio —afirmé con la cabeza y luego la agaché. Mis mejillas debían estar rojas como un tomate.

— ¿Ahora se dan regalos secretos entre ustedes dos? —Fred sonrió— George, parece que alguien quiere ser tuya por lo que resta del día.

— ¿Por qué? —le entregó la nota a su hermano y este la leyó con atención.

— Ya no vale eso —dije— acaban de hacer que me reten frente a toda la clase.

— No importa. Lo único que quería es que le dijeras a Fred que era un lame culos y lo he logrado —me guiñó un ojo— te debo unas grageas Isa.

El pelirrojo se giró nuevamente en su asiento para volver a concentrarse en la redacción que estábamos haciendo todos.

— Nosotros dos tendremos una pequeña charla luego —miré de soslayo a Fred y este tenía la mayor de las sonrisas en su cara.

Malditos Weasleys.



— Recuerden entregar el ensayo a tiempo y practiquen el conjuro en sus ratos libres si es posible. Que tengan un buen día —dijo Remus al finalizar la clase. Todos nos levantamos estrepitosamente de los asientos— Black —volteé a verlo— ¿Puede venir un momento?

Afirmé con la cabeza. Terminé de guardar mis útiles en la mochila y me acerqué hacia él. Esperamos unos segundos a que el aula se vaciara un poco, para hablar con más tranquilidad.

— ¿Qué pasa Rem? —pregunté.

— ¿Estás libre ahora? —giré mi cabeza y miré a Fred y a George.

— No del todo... —dije apenada— tenía planeado volar un rato con los gemelos, pero si es algo importante —me interrumpió.

— No, solo quería platicar contigo y ver qué tal está todo —sonrió— será en otro momento.

— ¿Mañana por la tarde? Estoy disponible.

— Trato hecho —le devolví la sonrisa y caminé de nuevo hacia Fred, George y Lee, quienes me esperaban para seguir siendo mis guardaespaldas.



Luego de volar por los terrenos un rato, Lee tuvo un plan en mente. Quería encerrar a la gata de Filch en uno de los armarios y tirar dentro una bomba fétida. No era una mala idea pero ya habíamos hecho algunas parecidas, y no tenía ganas de andar corriendo por allí escapando de Filch y sus griteríos.

Por lo menos, no hoy.

Y de alguna manera, no sé cómo, logré convencerlo a Fred de que se quedara conmigo. Justo lo que yo estaba buscando.

Vi como George y Lee se alejaban por el camino empedrado hacia dentro del castillo, dejándonos a Fred y a mí en la más pura soledad y tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo.

Se sentía tan bien cerrar los ojos, sentir la brisa fría de invierno chocar con mi cara y poder oler el agua y el césped fresco.

— Fred, ya que estamos los dos solos —abrí los ojos otra vez— ¿Podemos tener una charla seria? —el pelirrojo me miró un poco confundido aunque luego asintió— pero tiene que quedar entre nosotros. No se lo puedes contar a nadie más.

— Está bien.

— Promételo —dije mirándolo a los ojos.

— Te lo prometo —alzó su mano en seña de juramento.

— Bien —suspiré— es que tengo un pequeño problemita y quisiera un consejo.

— Prosigue.

— No quiero que te pongas alocado... Quiero hablar seriamente —hice una pausa para respirar hondo— creo que me gusta George.

— ¿¡Te gusta George!? —se levantó del suelo de un salto. Lo miré un poco asustada, nunca sabías qué se le pasaba por la cabeza a ese chico. ¿Y si salía corriendo a contarle a su gemelo? ¿Y si comenzaba a gritarlo por todo el castillo?

Ya lo sé. Exagero.

Pero siempre es mejor prevenir que lamentar. Así que agarré a Fred de la pierna y lo obligué a que se sentara de nuevo en el suelo, porque si no caería de bruces contra él.

— ¿Te gusta George? —Volvió a repetir— ¿Estamos hablando de la misma persona? ¿De mi hermano?

— ¿Conocemos a otro George acaso? —alcé una ceja. Fred se rió por unos segundos y luego habló.

— ¿Y crees que no lo sabía? Me di cuenta hace tiempo, pero recién te lo hice notar el sábado.

— ¿En serio? —Dije preocupada— ¿Se me nota tanto?

— No, en realidad no. Pero yo siempre he visto que hay cierta tensión entre ustedes y comencé a prestarles más atención. Desde que hiciste cornudo a Oliver con George.

— ¡Fred! ¿Cuántas veces voy a tener que repetirte que no lo hice cornudo? ¡Y que no hables más de ese tema!

— Lo has hecho cornudo querida, acéptalo o no. ¡Y me encanta recordarte las idioteces que haces! —Sonrió de oreja a oreja— tú nos recuerdas las nuestras a nosotros, y a diario. Isadora Black no es tan tonta como los gemelos Weasley, pero alguna que otra cosita mala ha hecho.

— Fred, pero fue hace años y está todo bien con Oliver, ya deja el tema de lado.

— Bueno, bueno... No lo puedo creer —negó con la cabeza divertido— estás enamorada de mi hermano.

— No, no estoy enamorada —fruncí el ceño— te dije que me gusta nada más.

— Ah, eso es casi lo mismo.

— ¡Claro que no! —Me crucé de brazos— ¿Puedes tomarte en serio lo que te estoy diciendo?

— De acuerdo, tranquila —se aclaró la garganta— tampoco es la muerte de nadie. Te gusta y ya.

— ¿Si pero qué hago? No se lo puedo decir —negó con la cabeza— y tampoco puedo estar toda la vida haciéndome la estúpida... ¿Qué debería hacer?

— Nada —se encogió de hombros.

— ¿¡Nada!? —Lo golpeé en la cabeza con mi mano— ¿¡Eres tonto Fred!?

— ¡No! Por favor, que histérica te estás poniendo Isadora —se frotó donde había recibido el golpe segundos antes— lo que quise decir es que estas cosas suelen suceder, es más normal de lo que piensas. Pasas mucho tiempo con nosotros y compartimos bastantes cosas en común. Puede ocurrir que de un día para otro te des cuenta de que te gustamos. Es normal.

— Claro, y ahora al parecer vas a hacer chistes sobre el tema hasta que George comience a sospechar —lo miré enojada— ¿No es así?

— Me gusta molestar y lo sabes —se encogió de hombros— qué quieres que haga...

— Que cierres el pico sobre eso, ¿Podrías? —Sonrió de lado— no está bueno que te entrometas con mi vida privada. Y es un tema delicado, sino no estaría pidiéndote consejos.

— No me meto contigo. Sí con mi hermano. Que en parte su vida privada también es como mi vida privada.

— Fred no —me interrumpió.

— Mira, te entiendo Isadora. Él te gusta, aunque yo soy más lindo e inteligente.

— Fred...

— De acuerdo —continuó— a lo que quiero llegar es que quizás estás confundida. A veces pasa. Crees que la relación está comenzando a transformarse en otra cosa y puede que sea tanto verdad como que no, y nada más sea tu imaginación.

— Entonces ¿Dices que estoy mezclando las cosas?

— No lo sé —se encogió de hombros— No sabría decírtelo con certeza porque la respuesta la tienes solo tú. Pero si no estás muy segura es mejor no arruinar una amistad por una simple confusión. Primero deberías aclarar y despejar tu cabeza.

— Lo sé —afirmé— por eso quería saber qué opinabas del tema.

— El problema no es que te guste sino que intenten ser algo más y que eso no funcione y todos estos años terminen yéndose por la borda y yo quede en medio de una pelea que nunca se termine y me quiera suicidar por ello y-y ¡Sería un desastre!

— Diva —murmuré riéndome.

— Si quieres le puedo sacar información para ver si él gusta de ti.

— No —lo apunté con el dedo— ni se te ocurra hacer eso Fred Weasley. Es una orden.

— Yo sé cómo funcionan estas cosas. Lo haré de manera sutil.

— Oh sí, claro —rodé los ojos— ¿George, de casualidad te gusta Isadora? —Imité su voz— porque ella está coladita por ti.

— No me conoces todavía —negó con la cabeza— jamás diría eso si hay sentimientos de por medio. Me convierto en todo un detective.

— ¿En serio acabas de decir esa idiotez? ¿Tengo que recordarte el día que avergonzaste a esa chica de quinto?

— ¿Yo? Yo no he hecho nada. Quizás si me refrescaras la memoria...

— Le preguntaste a ella si le gustaba Lee Jordan.

— ¿Y qué tiene de malo eso? Preguntando es la única manera de sacarte las dudas.

— Se lo gritaste. En medio del gran comedor. Con todos allí presentes, inclusive profesores.

— ¡Ah, cierto! —Se sorprendió— es que no lo recordaba.

— ¿Y crees que después de eso confiaré en ti para "sacarle información" a George?

— Sí. Deberías confiar más en mí Isa —apretó una de mis mejillas con suavidad— a ti te trato con más cariño que a mi propia madre. Jamás te haría pasar un momento embarazoso como aquel.

— ¿Lo prometes?

— Como si mi vida dependiera de ello.

— Tenlo por seguro que tu vida depende de ello —murmuré— te mataré si no cumples con tu palabra.



Me senté frente al escritorio de Remus y él se acercó con una tetera caliente. Tomó lugar en la otra silla que había disponible y sirvió el agua hirviendo en dos tazas que poseían saquitos de té.

— Gracias —dije aceptando mi parte.

— ¿Cómo has estado? —preguntó moviendo su dedo con lentitud sobre la taza, haciendo que su contenido se revolviera mágicamente.

— Bien —me encogí de hombros— todo igual que siempre —dije sin importancia.

— ¿Estás segura? —entrecerró sus ojos y callé mi respuesta. Agarré la taza de té y soplé para que su temperatura bajase, para luego darle un pequeño sorbo. Remus quitó la vista que posaba en mí y noté un pequeño suspiro salir de su boca— si no quieres contarme no hace falta que lo hagas —dijo con suavidad— pero preferiría que no me mientas.

— De acuerdo —contesté tomando otro sorbo de té— ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué mi vida se está yendo por un precipicio? Sí. No estoy bien. ¿Te gustó más esa respuesta o le agrego un toque más depresivo?

— Disculpa si fui rudo contigo —se excusó— mi intención era que pudieras abrirte a alguien, nada más.

— No... Yo me disculpo —dije apenada dejando la taza sobre el escritorio— últimamente he estado de mal humor, ya ni siquiera me soporto a mí misma. No sé qué me sucede. Entre los exámenes y Sirius y la transformación y el ministerio que está atrás mío, me explota la cabeza.

Sumándole que me gusta mi mejor amigo y que no sé qué hacer sobre eso.

— Te dije que no te preocuparas por el ministerio —tomó un poco de té— solo tienes que ir a acompañarnos a Nymphadora y a mí. Te vistes bien, haces presencia en el lugar y quizás necesiten que digas un par de cosas, pero solo será eso. De lo demás nos ocuparemos nosotros.

— Confío en que así sea, pero ¿Y si algo sale mal?

— ¿Qué podría salir mal? —Sonrió de lado— sí o sí tendrás un tutor nuevo. No van a dejarte sin nadie a cargo.

— Podrían no elegirte a ti.

— Mira, no quiero sonar desesperanzado pero lo más probable es que suceda eso Isadora —traté de interrumpirlo pero me calló alzando un dedo— solo te lo digo para que te vayas mentalizando. Además elegirían a tu prima. Ella misma se ofreció a cuidarte... Te quiere, no es ninguna loca que te va a matar en la noche mientras duermes y lo sabes —me reí por lo bajo— ¿Qué hay de malo en que sea Nymphadora y no yo?

— Es que estoy más acostumbrada a verte a ti como el responsable a cargo que a ella, pero en fin... es Tonks.

— ¿Qué cosa es Tonks? —dijo confundido.

— Su nombre. No le gusta que le digan Nymphadora.

— Oh, ya veo —susurró— lo tendré en cuenta para este sábado. Recuérdamelo por las dudas.

— Lo haré... ¿Y cómo van las clases? —pregunté curiosa.

— Muy bien realmente. No sabía que se me diera tan a gusto esto de ser profesor.

— ¿Tienes alumnos difíciles?

— Alguno que otro siempre interrumpe o no quiere prestar atención o a tus amiguitos les urge hacer alguna broma, pero sacando eso son todos muy amables —se aclaró la garganta— excepto una. Hay una con la cual tengo que tener un trato especial.

— No me imagino quién será esa —me reí. Sabía que se refería a mí— lo siento Remus, es que algunas veces se me olvida que tengo que tratarte como un profesor y no como mi padrino.

— No tienes que disculparte Isa, lo entiendo.

— Rem, ¿Puedo preguntarte algo?

— Lo que sea.

— Los demás, quiero decir, los profesores ¿Saben que estás relacionado conmigo? —levantó la vista de su té y asintió despacio.

— Como ya te conté, le envié la solicitud de empleo a Dumbledore para cuidarte a ti y a Harry. Y bueno por supuesto que los demás también se han enterado de eso.

— ¿A Harry? —Pregunté confundida— ¿Qué tiene que ver él en todo esto?

— Sirius es su padrino —suspiró— hay que protegerlo tanto a él como a ti.

— Oh, no tenía idea —susurré.

— Sabes algo, ustedes me recuerdan a mí y a mis amigos —dijo cambiando de tema— Fred, George y tú, me traen a la mente tantos recuerdos de cuando tenía su edad.

— ¿Y quién es quién? —pregunté divertida.

— Supongo que Fred sería Sirius, porque en su época era bastante mujeriego, y George es James ya que era bastante parecido a Sirius pero un poco más centrado.

— Y no me digas —lo interrumpí— yo me parezco a ese tal Lunático, ¿Cierto? —ambos reímos.

— Por dentro y por fuera, siempre fue muy guapo ese chico.

— ¿Tenemos trabajos para corregir el día de hoy? —negó con la cabeza.

— No estás en un castigo con tu profesor, te invité a charlar con tu padrino.

— Cierto —sonreí— es la costumbre nada más —se rió.

— Traje el libro de animagia que tenía guardado en casa. Me olvidé de dártelo antes —se levantó de la silla para acercarse a una de las estantes traseras, en las cuales había un par de libros sueltos y algún que otro portarretrato. En uno de ellos había una foto mía, aunque por supuesto era de cuando tenía seis años, así nadie que visitara el despacho del profesor Lupin podría reconocerme allí y levantar sospechas de que él y yo estuviéramos involucrados.

Se acercó hacia mí otra vez y me tendió el libro marrón.

— Gracias —lo acepté apoyándolo sobre el escritorio— ¿Con este me alcanza para preparar todo? —levanté la vista hacia Remus.

— Primero teníamos acordado aprender a hacer un patronus corpóreo.

— No me olvido de eso.

— Bien, ¿Y ya has leído sobre la teoría de la transformación humana de Groffenhan?

— Estoy por las últimas páginas.

— De acuerdo. ¿Y la has entendido? —Afirmé con la cabeza— entonces supongo que luego con ese libro alcanzará —lo señaló— porque ya sabes sobre los animagos en general y las transformaciones. Debería serte suficiente para terminar de entender el proceso.

— ¿Cuánto tardará? —pregunté un poco impaciente.

— Mira, la verdad es que depende de cada uno y de las circunstancias, tiene que ver un poco la suerte también —se encogió de hombros— como sabes requiere de mínimo un mes entero porque en ese tiempo debes mantener una hoja de mandrágora en tu boca.

— Para luego usarla en la poción. Sí, lo sé.

— Y es muy importante que se comience y se termine en luna llena ese proceso.

— ¿Y qué pasa si me trago la hoja, por ejemplo? Sin querer —se rió despacio.

— Hay que empezar de nuevo.

— Qué aburrido —bufé.

— Yo te avisé que no sería un proceso ni fácil ni rápido.

— Bueno entonces, ¿Comenzamos? —Sonreí— demasiada charla y poca acción.

— En seguida —Remus me devolvió la sonrisa y ambos caminamos fuera del despacho hacia el aula vacía, en donde había mucho más espacio para practicar.

— ¿Has encontrado un boggart?

— Había uno dentro del archivador del señor Filch —se acercó hacia una caja de embalaje que estaba cercano a una de las ventanas.

— Me alegra saber que no será un dementor de verdad —suspiré aliviada— esos bichos son horrendos. Los días pasados cuando intentaba acercarme al bos —cerré la boca. Remus alzó una de sus cejas y me miró bastante enojado.

— ¿A dónde? —se cruzó de brazos.

— Al bosque de elfos que hay en la cocina. ¿Fascinante, no?

— Isadora —se cruzó de brazos— más te vale que termines la oración anterior o tendrás que hacer una redacción de quinientas mil palabras sobre los boggarts para mañana.

— ¿¡Quinientas mil!? —Dije sorprendida— bueno... puedo hacerlo.

— ¡Isadora!

— De acuerdo —murmuré avergonzada. Odiaba que Remus me gritara. Cuando eso sucedía era por alguna de estas tres razones: Estaba enojado por algo que hice. Estaba enojado por algo que yo intentaba hacer. O estaba enojado porque me comí el último chocolate y no le avisé que no había más.

Pero quedaba bien en claro que si Remus gritaba en una conversación normal, era porque estaba enojado.

— Lo que quise decir era que los días pasados cuando intentaba acercarme al bosque prohibido se sentía ese ambiente frío y triste que causan los dementores. Solo eso.

— ¿Y qué intentabas hacer en el bosque?

— Nada —agaché la cabeza— con Fred y George solemos ir por allí a pasar la tarde, porque no hay muchos alumnos por esos lados. Pero vamos de día, ya no nos atrevemos a hacerlo de noche con todo lo que está sucediendo.

— Deberían no hacerlo de día tampoco.

— No tiene nada de malo —agregué— Hagrid está cerca dando clases y nos mantiene vigilados a nosotros también.

— Pero sería más prudente que dejaran de ir.

— No podemos no ir.

— ¿Y por qué no? —levanté la vista y vi que él había vuelto a alzar una ceja.

— Es que hemos encontrado un perro. Suponemos que se ha escapado de Hogsmeade. Es muy listo —me reí— siempre nos espera en el mismo lugar a la misma hora, ya sabe que vamos a darle comida —Remus sonrió levemente.

— Bueno, esa es una excusa aceptable para acercarse al bosque. Me gusta que sean solidarios.

— Le pusimos Blacky de nombre.

— ¿Por qué?

— Porque es completamente negro. No lo sé, pero es bastante grande como para ser un perro normal. Aunque es muy cariñoso y le encanta jugar con nosotros.

Remus me miró con una cara de extrañeza. Trató de decir algo pero no salió ningún sonido de su boca.

— ¿Qué? —dije sin comprenderlo. Lo conocía bien, trataba de decirme algo pero no estaba del todo seguro de si hacerlo o no.

— Isadora creo que no es muy prudente que sigan viendo a ese perro —dijo Remus mirándome más serio que antes.

— ¿Y eso por qué? —Dije confundida— acabas de decirme que estabas feliz porque lo ayudáramos.

— Sí, pero creo que cualquier cosa que provenga del bosque prohibido tiene que ser tratado con cautela.

— Pero es amigable, no nos hará daño.

— No lo sabes —se acercó hacia mí y apoyó sus manos sobre mis hombros— no es para asustarte ni mucho menos, es solo para que tomes precaución... ¿Recuerdas lo que te conté sobre los nombres de los merodeadores? —Afirmé con la cabeza— ¿Recuerdas que animal era Sirius? —ahogué un grito

— Él no-no puede —tartamudeé— no puede ser él.

— No lo sabemos —dijo afligido— pero no quisiera averiguarlo de la peor forma. ¿Has entendido Isa?

— Remus, lo siento. No se me había pasado esa idea jamás por la mente —miré hacia el suelo— soy una idiota.

— No, no lo eres —puso una mano en mi barbilla y levantó mi cabeza con suavidad— por eso sé que entenderás el peligro que conlleva lo que estás haciendo. Demuéstrame que puedes cuidarte sola.

— Sí Rem, intentaré alejarme de los terrenos lo más que pueda —afirmó con la cabeza.

— Así me gusta —dio un paso atrás— bueno, ¿Empezamos con las prácticas del patronus?

— ¡Por fin! —dije entusiasmada.

Continue Reading

You'll Also Like

12.8K 717 7
Un grupo de chicos populares sabiendo que se cojen a todas y son los mejores y que obviamente No les gustan los hombres pero un chico de su clase le...
7.4K 676 15
¿Qué pasaría si también existiera una versión femenina de los Merodeadores? ¿Y si fueran las hermanas de ellos? Ese primer año de Hogwarts no solo s...
17K 1.1K 7
-¿Que intentas hacer, mi eterno? Me gusta cuando me llamas así- El regreso de Venius y Druig. ❌NO❌ NO acepto copias NO...
36.2K 3.7K 16
«Hace poco capturaron a un hombre, al parecer era el que originó todo el caos en Alexandria. Dicen que era muy peligroso, pero algo en él hace que mi...