Cuidando de ti (Dragon's Fami...

By LyluRys

9.8M 508K 46.3K

Ella iba a ser un medio para un fin. Él iba a ser su salvador. Un amor inesperado. Lo escuché mientras soñab... More

ANTES DE LEER
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo Extra
Capítulo Extra
Capítulo Extra

Capítulo 29

227K 11.3K 1.4K
By LyluRys


Samantha

—Hermanos, les presento a Camila. ¡Mi jodida mujer! —grita Jake con una autoridad implacable y la multitud brama en respuesta. Unos gritos que están rompiendo mis tímpanos.

Él me voltea bruscamente para que ellos miren en mi espalda sus sucias letras en el maldito chaleco que me obligó a ponerme. Y al voltearme de nuevo, sonrío. Sonrío desafiante porque también me amenazó duramente con cortar todo mi cabello si no sonreía y demostraba que estaba loca por él. Oh, mi cabello. Y yo que empezaba a odiarlo porque me ha metido en varios problemas, y ahora...¡ahora quiero mi cabello negro de vuelta!

Cinco de sus putas del club vinieron a la habitación con todo tipo de accesorios, ropa de cuero negra, botas de tacón, maquillajes, y mil mierdas más. Recuerdo cuando mi amiga Daisy hizo lo mismo conmigo, pero era tan distinto a todo esto. La extraño mucho.

Traté de detener a esas mujeres, pero no pude. No con sus filosos cuchillos amenazándome con cortarme según ellas "mi perfecta cara de muñequita". Sí, aquí también ellas me miran con envidia y desprecio porque todas quieren ser la mujer oficial de Jake y llevar sus letras. Si tan solo supieran que pueden quedarse con él porque yo no lo quiero ni para una mierda. Me siento humillada y ultrajada porque ellas me bañaron, me depilaron, me vistieron, y me maquillaron. Luzco como una zorra del club y no me gusta. Toda mi cintura y mis piernas están expuestas porque la camisa y la minifalda de cuero negra que me pusieron son extremadamente cortas y muy ajustadas.

Pero lo que le han hecho a mi cabello no tiene perdón. Jake les ordenó que me lo pintaran. Ya mi cabello no es negro, ahora soy rubia. ¿Qué pensará Daniel si me ve así? ¿Me querrá? Tengo la certeza de que a él le gustaba mucho mi cabello negro. Recuerdo que lo acariciaba suavemente después de que hacíamos el amor, y cuando me quedaba dormida en sus fuertes brazos. Ahora con este cabello dorado siento que soy una desconocida. Ya no soy Samantha, ahora soy Camila para todos ellos. Jake me puso ese nombre y sé muy bien el por qué. Para que nadie sepa quién soy realmente y no meterse en más problemas por romper las reglas. Él quiere borrar mi identidad completamente, pero está muy equivocado ¡porque yo soy y seguiré siendo Samantha Revees! También me dijo que solo en la intimidad, él me llamará por mi verdadero nombre. ¡Desgraciado!

Hasta ahora he tenido suerte y me he salvado de sus avances sexuales. Odio mentir, pero a este hombre le miento sobre mi supuesto embarazo y no me importa. Él no merece nada más que mi desprecio y mis mentiras. Estoy atada de manos porque lo único que puedo hacer es nada. No puedo escapar de aquí, y no hay nadie que me ayude tampoco. Absolutamente nadie. Tengo que enfrentarme a esto sola y lo haré, con uñas y dientes, lo haré.

Ya no tengo miedo. No. Lo que siento por dentro es ira. Veo a todos sus secuaces reunidos para esta mierda de celebración, y lo que siento es odio y repulsión hacia ellos. ¡Estos hombres son unos salvajes! Todos están bebiendo, fumando, drogándose libremente, bailando lujuriosamente, o jugando cartas y billar. La horrible música heavy metal parece sacada del mismo infierno y me tiene los nervios alterados. Las mujeres, sin rastro de vergüenza, están pavoneándose casi desnudas o desnudas por completo. En algunas esquinas hay parejas follando, usando artefactos sexuales y no sexuales, y haciendo cosas con ellos que no puedo ni mencionar. Es repugnante, y ante todo esto tengo que poner una sonrisa en mi cara si no quiero terminar mal. Ya Jake me lo advirtió mientras me ponía su asqueroso chaleco en su oficina.

Después de ponérmelo me miró de arriba abajo con lascivia pura en sus ojos negros, pero después me dijo con voz helada: —Esta noche es especial para mí. No lo arruines, porque lo pagarás y muy caro. Serás sumisa y harás todo lo que te diga. Sonreirás todo el maldito tiempo y le demostrarás a mis chicos que eres digna de ser mi mujer. ¿Te quedó claro?

—Sí.

—¿Sí, qué?

—Sí, bebé.

—Bien. Ah, te ves jodidamente caliente, nena. —dijo mirándome de la cabeza a los pies con satisfacción—. Quedaste preciosa, una diosa, como a mí me gusta. Una reina para este jodido rey. Ese cabello largo y rubio quiero verlo esparcido por mi cama mientras te follo duro. No puedo esperar para hacerte mía completamente, Samantha.

La voz con una clara advertencia de Jake, me saca de mis oscuros pensamientos: —¿Ya escuchaste, nena?

—No, lo siento, bebé —le digo con voz dulce, pero disimulada con odio.

Él lo sabe, pero de todos modos se cree que esta farsa es de verdad.

—Me encanta que me llames así, lindura. He estado tan malditamente excitado desde que llegaste aquí. ¡Escucha a mis jodidos chicos!

Entonces creo que moriré porque todos estos salvajes están gritando: ¡Beso, beso, beso!

¡No! ¡Dios mío! ¡Esta mierda sí que no me la esperaba!

Miro a Jake, y él se está riendo a carcajadas mientras que yo quiero llorar y gritar hasta que me duela la garganta y se quemen mis pulmones. ¡Maldito pervertido!

—¿Estás lista, mi jodida mujer? Muero por probar esa boquita —ronronea en mi oído mordiéndolo, y quiero empujarlo lejos y morderlo también como le hice al imbécil de Wilson.

Lástima que no pueda salir corriendo de aquí después de que lo haga.

Al notar mi expresión congelada, me mira duramente, y susurra una advertencia en mi oído: —Hazlo y sonríe si no quieres terminar con algo más fuerte que un sedante de mierda que te haya inyectado Max en tus venas. Tengo muy buena mercancía, princesa.

Tragando fuerte, asiento...y sonrío, como él me dijo que hiciera. Sus enormes brazos tatuados rodean mi cintura desnuda, y sus manos se dirigen hacia mi trasero, apretándolo, acercándome a su erección. Una sonrisa burlona y desafiante aparece en su cara, y me armo de valor para hacer esto. En silencio, pido perdón a mi hombre porque mi boca y mis besos son solo para él.

Perdóname Daniel.

Entonces me acerco a su asquerosa boca para besarlo. Cuando mis labios están casi tocando los suyos, escucho una voz fuerte que lo llama.

—Prez, lamento interrumpir.

—¡Mierda! Más te vale que sea para algo importante, Chris, ¡si no quieres terminar muerto ahora mismo! —le gruñe furioso, y yo estoy tan aliviada que se me doblan las piernas.

Miro al hombre que me salvó de esta situación, y noto que él me mira fijamente. En su mirada hay algo muy distinto a todos estos hombres que hay aquí, algo escondido, cálido, sin maldad, y no sé porque siento que puedo confiar en él. Él es diferente.

Entonces Jake me suelta, se voltea hacia él, lo toma por su chaleco y le espeta iracundo: —¿Qué carajos haces mirando a mi mujer?

—Lo siento, Jake, no fue mi intención. Perdona mi insolencia, por favor. Solo vine a felicitarte —se disculpa con sinceridad, alzando sus manos, pero Jake no retrocede.

Todavía enojado, le grita a ese hombre: —¡No vuelvas a mirarla así! Eres uno de mis mejores hombres y no desperdiciaré una bala contigo, pero no me obligues a hacerlo. Por ella, mataré a cualquiera —lo suelta de manera brusca.

Él asiente estoico: —Entendido, prez.

—Eso no es malditamente suficiente. Pídele disculpas a mi mujer —le espeta Jake con autoridad.

El hombre me mira con cuidado, sin ninguna emoción, pero sus palabras son sinceras cuando me dice: —Lo siento mucho, por favor, discúlpeme si la he ofendido de alguna manera.

—No, por favor, no hay ningún problema —le digo sinceramente también porque sé que este hombre no me miró con lujuria, sino con curiosidad.

Él asiente, un tanto rígido, y luego se va. ¡No quiero que se vaya! De una forma extraña me siento segura con él. Jake voltea a verme, me toma por la cintura, y me pega a él. Ronroneando en mi oído, dice otra vez: —¿En dónde estábamos, Cami, bebé?

—En que iba a patearte las bolas por todo lo que me has hecho —le digo sonriendo falsamente, y sus carcajadas parecen no tener fin.

—¡Cómo me fascinas, nena! No puedo jodidamente esperar a mañana.

—¿Para qué? —le pregunto con aprensión.

—El doctor te verá mañana, y después de que te recuperes, tengo planes para nosotros. Unos planes que incluyen una cama y contigo en ella totalmente desnuda, atada, amordazada, completamente a mi merced y para mi único placer.

—No —susurro horrorizada—. No, por favor...

—Sí, nena, ya te dije que iré contigo, así no estarás sola y triste por tu pérdida. Anda, dame un besito. Muero por probar esa boca —gruñe besando, lamiendo y chupando mi cuello con fuerza, lo que de seguro me dejará marcas.

Siento su excitación en mi vientre creciendo más y más mientras aprieta mi trasero con sus dos manos y me pega más a él. Cuando besa mi mandíbula, ya estoy entrando en pánico, pero la voz eufórica de Max me salva otra vez de Jake.

—¡Prez! ¡Prez!

—Mierda, Max, ¡tú sí que sabes arruinar un buen jodido momento! —espeta enojado, pero a Max parece no importarle.

Lo miro fijamente y se ve...raro. Sus ojos están muy rojos y su nariz tiene rastros de un polvo blanco. Dios mío.

—Eh, lo siento mucho, Jake. Quería comentarte sobre la fiesta. ¡Es un jodido infierno aquí! He echado como mil polvos y estoy hecho polvo —comenta riendo como si eso fuera algo gracioso.

—¿Sí? Pues deja de esnifar tanto polvo también, imbécil. Eres mi vicepresidente y me estás haciendo quedar en ridículo y no voy a permitirlo. ¿Entiendes? —le dice Jake con una frialdad que me congela hasta los huesos.

—Sí, sí, lo siento mucho, prez. Iré a darme una ducha fría porque esto va para largo. Estaremos de fiesta toda la maldita noche...

Entonces me nota por fin, y dice con demasiado entusiasmo: —¡Hermanita! —Va a abrazarme y retrocedo.

Él me mira...dolido, y no sé si es porque está drogado, pero por primera vez en mucho tiempo veo un atisbo del verdadero Max en sus ojos. De ese chico que me defendía y me quería. Él sabe que lo vi, y pasa una mano bruscamente por su cara para borrar todo rastro.

Me mira detenidamente, y luego dice:—Te ves bien. Ese color...te sienta bien. Pareces...pareces un ángel —susurra con asombro, pero ahora veo algo más en sus ojos. Culpabilidad.

De repente, siento unas ganas enormes de llorar por él.

Toco su brazo, y con angustia en mi voz, murmuro: —Max...

—¿Ahora ves ángeles? ¡Maldito idiota! —Jake golpea su cabeza—. Ve a bañarte y deja de meterte tanta mierda. Eso es todo por esta noche. Ya no más, si no quieres terminar muerto y no por una sobredosis, si no por mis propias manos —escupe Jake, furioso.

—Lo siento. Yo...me iré ahora —se voltea para irse, pero Jake lo detiene.

—Oye, ¿quieres ir a un funeral mañana?

—¿Un funeral? —su ceño se frunce, confundido—. ¿De quién?

—Del hijo de Danny.

Max sigue confundido, pero cuando la realidad se abre paso en su mente adicta, él me mira fijamente, y no sé por qué instintivamente pongo una mano en mi vientre. Veo mil emociones en esos ojos parecidos a los míos: sorpresa, estupefacción, incredulidad, y por último...arrepentimiento. Él no se esperaba que pudiera estar embarazada. Vuelve a pasar una mano por su cara y todo lo que vi anteriormente se esfuma como por arte de magia.

El Max odioso regresó y con fuerza cuando, sin emoción alguna, afirma: —Allí estaré.

* * *

Me siento tan cansada. La fiesta de anoche parecía no tener fin. Tuve que decirle a Jake que me encontraba realmente mal y que quería descansar, pero él por supuesto que no me creyó, y me mantuvo con él hasta casi las tres de la madrugada. Estuve muy aliviada porque sus intentos de besarme fueron olvidados. Se puso a tomar, a fumar, y hablar con sus hombres de asuntos del club, sus negocios, y de la seguridad. Yo solo escuchaba a medias porque de verdad que me sentía muy mal, y aun así tenía que esforzarme en sonreír. Todas las fuertes emociones por las que pasé últimamente, hicieron estragos en mi cuerpo, y solo quería dormir, pero no dormí nada. Lo que no pude evitar fueron sus manos por todo mi cuerpo, especialmente por mi trasero, por mi cabello, y todo sentada en sus piernas y con él agarrándome fuertemente.

Según el reloj en la pared, son las siete de la mañana, y estoy acostada en una camilla de la clínica del doctor. Todo está muy tranquilo aquí y no se escucha nada porque esta clínica de mierda está localizada en la parte más alejada del club. Ésta habitación es bastante sencilla para toda la opulencia que he visto últimamente. Las paredes son blancas, hay otras camillas, armarios con medicamentos y equipo médico. Veo muchos objetos raros a mi lado que parecen de película de terror en una especie de bandeja, y siento que moriré porque serán usados en mí. Tengo puestas mis pantis, una bata blanca, una intravenosa con suero en mi brazo y nada más.

Hace un rato, Jake me trajo aquí, y se fue a resolver asuntos importantes, no sin antes darme un brusco beso en mis labios cerrados y que casi me hace vomitar. Él regresará cuando todo esté listo para que ellos se deshagan de mi bebé. He rezado hasta el cansancio esperando que no esté embarazada porque si lo estoy, esto me destrozaría completamente. El doctor es igual que Jake, y muy al contrario del doctor Brandon. Sus ojos no tienen la más mínima piedad. Ya me tomó unas muestras de sangre, de orina, y está preparando todo para hacerme una ecografía. Lo veo moviéndose de aquí para allá buscando guantes, toallas, alcohol... Dios mío. Él me explicó el procedimiento, será un aborto quirúrgico, y que sacarán el feto con tubo de succión, y ya después no pude escuchar nada más porque casi me desmayo del miedo.

Él se acerca a la camilla empujando una máquina que debe ser para la ecografía.

—Por favor, ayúdeme a salir de aquí —le ruego tratando de llegar a él.

Pero me mira fijamente y me dice con una voz tan dura como su semblante: —Cállate y coopera, zorra. Tengo una resaca endemoniada y no estoy de humor para escuchar estupideces. Te pondré un sedante y no sentirás nada. Haré todo rápido porque tengo otros asuntos pendientes y más importantes que estar haciendo esta mierda. Todo está listo, y ya llamé a Jake y viene en camino —me espeta sin ninguna emoción, y entonces sé, que ya no hay nada más que hacer.

Lágrimas se escapan de mis ojos y son muy bienvenidas. Lloro en silencio por todo lo que no pudo ser, por mis sueños, por Daniel...

Con el corazón en la garganta escucho cuando la puerta se abre y pienso que es Jake, pero suspiro aliviada al ver que es el hombre que vi anoche en la fiesta, el que me pareció diferente al resto. A pesar de la advertencia de Jake, él vuelve a mirarme fijamente, y su rostro cambia cuando ve el mío manchado de lágrimas. Él está enojado. ¿Será conmigo por no ser una perfecta dama para su presidente? El doctor sigue mi mirada y su cuerpo se voltea, y entonces la expresión del hombre cambia rápidamente a una de dolor.

—¿Qué coño haces aquí? —le gruñe enojado el doctor.

—Doc, tengo un dolor horrible y punzante en el costado derecho. Tengo fiebre, escalofríos y he vomitado toda la noche. No sé qué comí en la fiesta que me siento fatal y vengo para que me revises.

—Vete a la mierda. Estoy ocupado.

—No seas un hijo de puta. Si Jake se entera de que no me ayudaste...

—Jake ya viene. Veremos que tiene que decir al respecto —le responde con desdén.

—Bien. Esperaré —le contesta el hombre, sentándose en una de las sillas que hay en una esquina.

Mientras el doctor sigue moviendo cosas, cierro mis ojos, y vuelvo a rezar. Siento la mirada de ese hombre, pero ya me resigné porque sé que aquí no hay nadie que pueda salvarme. La puerta se abre de nuevo, abro mis ojos, y veo que son Max y Jake. Ellos me miran primero y después al hombre adolorido en la esquina.

—¿Qué haces aquí y qué carajos te pasa, Chris? —le espeta furioso Jake.

—No lo sé, prez. Creo que es apendicitis, pero aquí el doc quiere que me muera —le contesta a Jake, pero mirando desafiante al doctor.

Y al ver su mirada, el galeno le espeta: —Tú no eres prioridad. Aquí la mujer del presidente sí lo es. ¡Espera tu jodido turno!

—Dale algo para el dolor y que espere. Mi mujer es primero —le ordena Jake al doctor, y él lo hace sin dudar.

Busca unas píldoras en un armario, se las da, y el hombre, Chris, las traga.

Al ver mi cara llena de lágrimas, Jake me consuela: —Nena, no estés asustada. Ya di aviso a mis chicos para que no nos molesten. Aquí estamos tu familia, cuidaremos de ti, y todo saldrá bien. ¿Verdad, doctor? —le pregunta amenazante.

—Sí, prez. Ahora veremos el feto para ver de cuánto tiempo está.

El doctor comienza a apretar los botones de la máquina, y tengo tanto miedo que me tiemblan las manos y todo el cuerpo.

Al verme así, Jake toma mi mano, y dice: —Te dije que estaría contigo sosteniendo tu mano y aquí estoy. Así que, tranquila, bebé, todo terminará rápido, y así podremos irnos por unos días solos tú y yo. ¡Infiernos, no puedo esperar! —dice con entusiasmo, y a pesar de mi miedo, ¡lo miro con más odio que nunca!

Miro a Max, y estoy sorprendida de cómo se ve, él luce realmente mal. Luce peor que el hombre sentado en la esquina, pero su mirada... Su mirada es tranquila. Ahora que lo pienso, no lo vi en toda la noche. ¿Tan mal estaba que no pudo salir de su habitación? Cuando siento que el doctor sube mi bata doy un respingo, y alejo bruscamente sus asquerosas manos.

—Nena, coopera y así saldremos rápido de esto —dice impaciente Jake.

Y de repente, quiero esto. Quiero saber si estoy embarazada, porque si lo estoy...¡van a tener que matarme primero antes que a mi hijo! Asiento hacia el doctor, subo mi bata, y me tapo lo demás con la sábana. Él pone una sustancia pegajosa en mi vientre, y comienza a pasar un aparato por toda el área, buscando y mirando hacia una pantalla, pero yo no puedo ver nada. Él sigue haciendo lo mismo por largo rato, pero después se voltea hacia mí con el ceño fruncido, y después mira a Jake y le pregunta enojado: —¿Esto es una broma, Jake?

—¿De qué coño estás hablando? Sabes muy bien que nunca bromeo y no me hables malditamente en ese tono.

—Lo siento, prez, pero es que aquí hay algo raro. Dame un minuto. Iré a revisar los análisis de orina y de sangre.

El doctor sale confundido de esta habitación, y Jake dice gruñendo: —Espero que no sean gemelos. ¡Eso sería el colmo, maldita sea!

Asqueada, suelto su mano, y bajo mi bata. Mientras espero al patán del doctor, cierro mis ojos y pienso haciendo esto mismo, pero en una situación diferente. Daniel y yo, esperando para ver a nuestro bebé. Sus manos en las mías esperando ansiosos los resultados, pero felices.

—Espero que lo que estés pensando y esa sonrisa sean para mí —me advierte enojado Jake, despertándome de mi pensamiento feliz.

Lo miro, y ya estoy harta de él, de su club, de todo.

Aunque me meta en problemas, con sinceridad le digo: —Lo siento mucho, Jake. Podrás tenerme, pero mis pensamientos no son para ti, son y seguirán siendo para Daniel. Estoy pensando en él y en nuestro bebé.

Él se tensa visiblemente y me mira impactado, como si no se esperaba que dijera eso y que ya me hubiese olvidado de Daniel. Está muy equivocado.

Miro al hombre de la esquina, y él me mira igual.

El doctor patán entra en ese momento, y cualquier cosa que iba a decir Jake sobre lo que dije, queda en segundo plano cuando el doctor le anuncia: —Ella no está embarazada.

Siento mil emociones al escuchar esas palabras.

Siento alivio y felicidad mezclada con tristeza.

Quería este bebé de Daniel.

Jake se echa para atrás como si lo hubieran golpeado, duro, y después me mira. Me observa con ira pura y sin diluir. Una furia que asustaría a cualquiera, pero ya no tengo miedo. Me siento fuerte y poderosa. Entonces, le sonrío dulcemente. Él viene hacia mí, y hace algo que no me esperaba. Me agarra por el cuello fuertemente con sus dos manos y comienza a asfixiarme. Trato de defenderme, pero él está totalmente poseído por la rabia.

—¡Maldita zorra! ¡Me las pagarás! —me grita a todo pulmón, dejándome sorda por un momento.

Araño sus brazos, pataleo para quitarme este hombre enojado de encima, pero no puedo. ¡Es demasiado fuerte! Rindiéndome, suelto mis manos, me quedo quieta, y espero el final.

De repente, siento que sus manos ya no están en mi cuello, y que algo raro pasa a mi alrededor. Aturdida, busco aire desesperadamente. Escucho gritos, golpes...una discusión y después una pelea.

—¡Quita tus sucias manos de encima! No dejaré que la mates, cabrón.

¿Max? No puede ser... ¡Él no sería capaz de ponerme a mí por encima de Jake!

Trato de despejar mi mente, de respirar profundo, pero no puedo. ¡Este hombre casi me mata! ¡Maldito desgraciado! Toso, vuelvo a intentarlo, y logro levantarme. Me aferro a la camilla y me estabilizo porque mis piernas no me sostienen. Arranco la intravenosa de mi brazo y veo que comienza a sangrar. Levanto la vista para ver qué está pasando... y casi me caigo al suelo porque no puedo creer lo que estoy viendo.

Tres hombres...peleando...a muerte. Max, Jake... y el hombre de la esquina.

¡Dios mío! Estoy paralizada viendo cómo se golpean, sangran, maldicen... ¡es espantoso! Nunca había visto una pelea así. Retrocedo asustada y me tropiezo con algo. Miro hacia suelo y veo al doctor ahí tirado y parece...muerto. ¡Oh, Dios! ¡Ésta es mi peor pesadilla! Horrorizada, veo como Jake empuja fuertemente a ambos hombres, saca un arma de su pantalón y viene hacia mí. Trato de correr, pero él es más rápido, me agarra por el pelo y quedo atrapada en sus enormes y tatuados brazos. Siento el metal del arma en mi cabeza y creo que ahora sí, este es mi fin.

Con voz helada le escupe a Max y a Chris: —Pagarán con sus vidas. ¡Traidores! ¡No puedo creer esta mierda!

—Hice lo que tenía que hacer, imbécil. ¡No podía dejar que la mataras! —le espeta Max, y no puedo creer esto de él, tampoco.

—¡Ella jodidamente me mintió! Me dijo que estaba embarazada para que no tocara su coño de oro, y todo este tiempo sabiendo muy bien que no lo estaba. Me tomó por un estúpido y no voy a permitirlo. Debería matarla primero —escupe con voz hostil y apretando el arma todavía más en mi cabeza.

Tengo pánico y estoy paralizada.

Dirigiéndose al hombre de la esquina, le pregunta con voz implacable: —¿Y tú? ¿Por qué demonios te metes en lo que no te importa?

—Lo siento, Jake, pero tampoco podía permitir que le hicieras daño a la chica.

—¡Malditos traidores! Soy su maldito presidente. ¡Deben jodidamente respetar lo que haga!

—¡Seguro como el infierno que esto no! Ella es mi hermana y no la quiero muerta.

—¡No seas hipócrita, Max! Tú mismo la vendiste por un jodido parche.

—Sí, y lo admito. Ella era un medio para un fin, pero no para esto. ¡Matarla no fue lo que malditamente acordamos!

—¡Vete a la mierda! Ella es de mi propiedad ahora y haré lo que me dé la gana con esta puta mentirosa, con o sin tu maldito permiso.

—Entonces me matas primero porque a ella no le tocarás ni un maldito cabello. ¡Déjala ir!

—No, imbécil, ella viene conmigo. Nos iremos de aquí, y ustedes dos se irán al infierno por traidores. Creo que después de todo, el puesto de vicepresidente estará vacante de nuevo. No sé, estoy pensando en eliminar ese puesto definitivamente ya que todos los anteriores han terminado muertos.

—Obviamente porque tú los mataste —le escupe Max.

—¡Tuve que jodidamente hacerlo! Nunca estaban de acuerdo con mis decisiones, y lo que yo decida en mi club es ley, y el que no la respete, entonces no puede ser una Serpiente. Lo mismo te pasará a ti.

Dios mío. Estos hombres están sacando sus horribles verdades al aire y estoy congelada escuchando todo.

¡Jake es un asesino! Miro a Chris, y también está escuchando todo atentamente. Si salgo viva de esto, tengo que agradecerle por haberme defendido. ¿Y Max? No me esperaba esto de él. ¡Estoy estupefacta! Oh, Max.

Todos están golpeados, sangrando y respirando fuertemente como si hubieran corrido un maratón, y aunque no estuve peleando como ellos, yo también me siento igual por el agarre de Jake.

—Ahora, esto es lo que haremos, los mataré a ambos y llamaré a mis muchachos para que vengan a enterrar sus cuerpos traidores, mientras que yo me iré de luna de miel con esta zorra mentirosa. —Jake acerca su boca a mi oído y me escupe con odio—: Prepárate, nena, voy a follarte sin sentido todo el maldito día y a toda maldita hora hasta que malditamente me harte de ti, y cuando me harte de ti, también le harás compañía a tu hermano en el infierno —muerde duro mi oreja y grito del dolor.

Entonces cuando pienso que esto es todo y que moriremos, Max también saca una pistola y apunta hacia Jake. Es la misma pistola que había visto aquel día en la guantera de su auto cuando me dio los documentos robados de Daniel para que los guardara. ¡Oh, Dios mío!

—Ni lo pienses, prez —advierte con desdén Max, y Jake sigue apuntando su arma hacia mí.

Riéndose a carcajadas, Jake le espeta: —No tienes los cojones para dispararme.

—Te equivocas, Jake. Déjame iluminarte. ¿Sabes por qué quería tanto ser vicepresidente? Porque quería ser el jodido presidente, y para lograrlo tenía que matarte. Ya lo tenía todo malditamente planeado, esperando por el momento perfecto, y ese momento, es hoy. No te preocupes, los hermanos pensarán que fue en defensa propia y me creerán. ¿Estás conmigo, Chris? —le pregunta a ese hombre sin mirarlo, pero yo lo miro y me quedo estupefacta porque él, Chris, también tiene un arma y está apuntando directo hacia Max.

—Lo siento, Max, pero tú y Jake deben jodidamente pagar por todo lo que han hecho.

Entonces un disparo rápido, potente y certero, lanza a Max hacia el suelo.

—¡No! ¡No! ¡No! —grito horrorizada.

—¡Maldito hijo de puta! —ruge Jake, sacando su arma de mi cabeza.

Y antes de que pueda dispararle a ese hombre, ya sus rodillas están tocando el suelo, gracias a otro rápido disparo de Chris.

* * *

Daniel

—Lo siento, señor Baxter, pero no puedo dejarlo entrar.

—Voy a entrar así me dispare ahora mismo. ¡Abra la maldita verja!

—Esto no es un juego. Es una maldita misión encubierta y no va a arruinarlo con su pataleta.

—No es ninguna jodida pataleta cuando es mi mujer la que está allá adentro y en peligro.

—Es por eso que tiene que dejar que hagamos nuestro trabajo. Váyase a su club con sus seguidores, y espere noticias.

—¡Y una mierda! Ya estoy aquí y no iré a ningún lado. Ya le dije, o me dispara aquí mismo o me deja entrar. No me moveré de aquí si no es para ir con ustedes a buscar a mi mujer. Ella puede estar embarazada y de seguro que está asustada. No puedo, ni voy a dejarla sola —digo tajante.

—No estará sola. Nuestro personal está altamente calificado para...

—Me importa una mierda todo lo que diga y me importa una mierda su jodida misión encubierta. Lo único que me importa...

—Es su mujer. Ya lo ha repetido mil veces, y mil veces le diré que no puede entrar. No me haga perder la paciencia y arrestarlo por obstrucción a la justicia.

—Hombre, quiero verte intentándolo —lo reto, sarcástico—. El oficial Peterson me dio esta ubicación de este almacén en donde han planeado toda esta operación encubierta. Él me prometió que estaría en el equipo de rescate. ¡Llámelo o a su supervisor!

—A mí no me han informado nada de eso, así que debe ser pura mierda y no llamaré a nadie. Ustedes los moteros no son más que unos idiotas arrogantes que se creen que se lo merecen todo. Móntese cada uno en su moto y salgan de aquí.

A mi espalda mis hermanos gruñen enojados, listos para caerle a golpes a este oficial solo por ofender nuestra cultura.

Me acerco a él lento y amenazante: —Como el infierno que no hables así de nosotros o soy capaz de hacerlo comer esa maldita placa o enterrarla en su gordo trasero...

—¿Qué demonios pasa aquí, sargento Elliot?

Ambos nos volteamos hacia el hombre con voz autoritaria.

—Comandante Shepard, este hombre no quiere ceder. Al parecer, Peterson le dio nuestra ubicación, y ahora quiere entrar con nosotros al club las Serpientes y arruinar la misión que llevamos planeando por años, y solo por una mujer —le explica enojado, y el comandante me mira con seria curiosidad.

—La chica de la que nos habló Chris, ¿no es así? ¿Eres Daniel Baxter?

—Sí, soy yo, y la chica es mi mujer —contesto malhumorado por culpa del sargento inepto.

Él asiente y me pregunta: —¿Sabe disparar un arma?

Sorprendido por su pregunta, respondo: —Sí, desde los quince años sé disparar un arma. Mi padre me enseñó —mascullo hastiado eso último.

Parece que las acciones de mi padre me perseguirán toda la vida, pero en este momento creo que debo agradecerle por ese día en que me llevo al solar, propiedad del club, para disparar mi primera Glock.

Él me mira evaluándome como lo hace Dylan, y cuando creo que no va a responder, asiente, y le ordena al sargento Elliot: —Avisa a todos los agentes que salimos en treinta minutos para el club las Serpientes. Llegó la hora. —Se voltea para irse, pero antes le ordena—: Déjalo entrar, dale un uniforme, y prepáralo. Está adentro.

Asiento agradecido hacia él, e ignorando deliberadamente al irritante sargento, camino para hablar con mis hermanos.

—Estoy dentro. Vayan al club y esperen mi llamada.

—Entendido, prez —responden al unísono, y se despiden de mí con un abrazo y deseándome suerte.

Tocando mi hombro después, Dylan me advierte: —Cuida tu espalda allí dentro, Daniel —luego añade con voz dura—, y por favor, dale su merecido a esos dos hijos de puta.

—Que me condenen si no —mascullo fríamente, sediento de venganza, ansioso por llegar y salvar a mi Samantha.

Los veo irse. Dylan, Ben, Carl y Lucas. Ben está armado, y dispará sin dudar ante cualquier amenaza en el camino. Respiro, y me preparo para enfrentar lo que vendrá.

Ya dentro de las Serpientes, todo es un maldito caos. Nunca en mi vida he estado aquí, pero este club...¡Parece un jodido hotel de cinco estrellas! Jake y sus negocios sucios de mierda le han dejado muchísimo dinero y vive como un maldito rey. Todo es lujoso, y hay demasiado color dorado. Imbécil arrogante. Ya quiero tenerte frente a mí y romperte hasta los huesos por todo lo que le hiciste a mi mujer y por romper reglas sagradas. Bueno mierda, ahora tengo un arma en mis manos, y aunque no soy un asesino como él y como mi padre, seguro que puedo dispararle en las bolas para que no vuelva a ser un maldito pervertido.

Camino lentamente alrededor de esta enorme habitación, y todavía hay restos de la fiesta de anoche: botellas de licor y cerveza en el suelo, colillas de cigarrillos, de marihuana, condones usados, rastros y bloques abiertos de cocaína, jeringas y otros tipos de drogas. Esto verdaderamente es un asco, y una escena, trabajo para los oficiales y el equipo forense. En silencio, agradezco a mi abuelo Frank por enseñarme a ser honesto y a llevar a mi club por buen camino.

Ya el equipo SWAT entró primero, y han sometido a todos los miembros de este club y los pondrán bajo arresto. Hay algunos muertos. Fue un golpe sorpresa y los agentes aprovecharon que ellos estaban drogados o con resaca, y no pudieron hacer una mierda para defenderse ni defender su territorio. Todos ya están esposados y arrodillados en el suelo alfombrado y algunas de las mujeres también. Mujeres desnudas y totalmente drogadas. Mierda. Afuera hay autobuses para llevárselos y poner sus culos en prisión. ¿Y dónde demonios están Max y Jake? Mis manos arden por dispararles, pero jodidamente sé que no podré hacerlo con tantos policías aquí. Aún así la oportunidad está ahí.

—¿Daniel?

Giro mi cuerpo hacia la voz llorosa que me llama. Y me lleno de ira.

—¡Oh, gracias a Dios que eres tú! —esposada, corre hasta mí y se arrodilla a mis pies susurrando desesperada—: Tienes que ayudarme. Diles a estas personas que soy inocente, que soy parte de tu club, que soy una Dragón, por favor. ¡No quiero ir a la cárcel! —llora como una niña perdida y asustada.

—Max —cuestiono en un susurro letal desde mi altura. Conteniéndome.

Tartamudea: —N...no lo sé. ¡Me desdeñó como a un trapo viejo después de follarme! —afirma con decepcionante rabia y añadiendo—: Ya no me importa, ¡solo no quiero pudrirme en una maldita celda! Daniel, ayúdame, por favor —suplica llorando, sus lágrimas oscuras por el rímel negro.

Después de unos deliberados segundos, digo en tono profundo: —Te ayudaré, Ivy. —Y suavemente quito de su cara un mechón de su cabello húmedo.

Ella abre sus ojos con sorpresa, pero enseguida suspira con gran alivio. —Gracias...

—Por haber traicionado a mi club, y por haber colaborado en el secuestro de mi mujer, te ayudaré a que tu estancia en la cárcel de mujeres de Delta, sea un bonito infierno —la corto con fingida condescendencia—. Llévensela —pido a los oficiales.

Y mientras la levantan y la arrastran hacia la salida, ella no deja de gritar por mi ayuda. Una que nunca tendrá por ser tan culpable como Max y Jake. Por participar de muy buena gana en ese macabro plan, y alejar a la mujer que amo de mi lado. Tratando de aplacar mi furia, veo al sargento imbécil hablando con alguien por una radio, y estoy cansado de su actitud hostil hacia mí.

Doy una palmada en su hombro, él se gira con el ceño fruncido, y le espeto: —¿Por qué coño nadie me dice nada y por qué me dieron este maldito uniforme si no voy hacer una mierda?

—Cálmese, Baxter, y no me hable así. Era la única manera en que podía entrar para no ser identificado como Dragón y dañar la misión, y era otro modo de ver todo de primera mano por petición del oficial Peterson y por ayudar tan amablemente con la investigación —dice con sorna—. Es un privilegio que no se le da a nadie. ¡Así que no se queje y agradézcalo!

—¡Y una mierda! ¿Dónde está el comandante Shepard? Se fue hace rato por ese pasillo y aún no ha regresado. No puedo esperar ni un minuto más. ¿Qué hay allí? ¿Y en dónde demonios tienen escondida a mi mujer?

—Deje de hacer tantas malditas preguntas. El comandante las responderá todas en su momento. Él está a cargo de esta misión y tiene que investigar todo minuciosamente. ¡Déjelo hacer su trabajo!

—Bien. Si no me ayuda, entonces no me estorbe. Iré por mi cuenta y no intente jodidamente detenerme.

Camino dos pasos, y escucho el sonido del arma del sargento imbécil siendo desbloqueada.

—Quieto ahí, Baxter. No me haga dispararle.

Desbloqueo la mía también, y me volteo lentamente.

Apuntándole, y con una mirada letal, le digo resuelto: —Hágalo, porque así vaya arrastrándome y sangrando por este jodido suelo, voy a ir por mi mujer. Usted decide, y hágalo rápido, porque mi paciencia jodidamente se acabó.

—¿Qué demonios pasa aquí? ¿Ustedes dos discutiendo otra vez? Maldita sea, bajen sus armas. No necesito esta mierda, necesito vacaciones.

—Comandante Shepard, ¿dónde está ella? —exijo bruscamente.

Quiero respuestas, y es ya. Este edificio es enorme y no sé por dónde empezar a buscarla. Me siento perdido en este nido de serpientes.

—Está en el ala oeste, donde está localizada la clínica.

—¿Clínica? Ella...¿está herida? —Trago duro.

—No, no exactamente. Fue todo un desastre allí.

—¿Qué ha pasado? Ella no está muerta, ¿cierto?—Mi pecho quema.

—No, tranquilo, ella está viva. Véala por usted mismo. Acompáñeme, su mujer lo necesita.

Viva. Mi Samantha está viva. Siento un alivio enorme, ganas desesperantes por verla y abrazarla. Respiro profundamente, y ansioso, guardo el arma, y voy detrás del comandante Shepard.

Caminamos por un pasillo, después salimos a un espacio abierto que parece una especie de oasis con palmeras, piscinas, tumbonas, un bar... ¿Qué mierda? Jake no escatimó en gastos para que su club parezca un maldito hotel de puro lujo. Seguimos caminando, subimos a un ascensor, y siento que paso por una jodida eternidad para llegar hasta ella, pero lo acepto. Estoy impaciente, pero así tenga que esperar toda una vida por Samantha, lo haré sabiendo que ella espera por mí, también.

Salimos del ascensor y caminamos hacia una puerta con un letrero que dice, "Clínica Dr. Stain", y ya siento la adrenalina a mil porque mi chica está ahí y no puedo esperar. El comandante abre la puerta y veo que este lugar está lleno de personas, paramédicos y oficiales. Veo la cara conocida del oficial Peterson al lado de una camilla hablando con alguien, pero no pierdo tiempo.

Voy hacia él, y desesperado, le pregunto: —Chris, ¿dónde está Samantha?

—Daniel.

Me congelo, pero me volteo rápidamente hacia la voz suave que amo y que jodidamente extrañé...y lo que veo, me deja totalmente impactado. Ella está sentada en la camilla. Sabía que ahora era rubia, pero verla...No...¡no puedo jodidamente con esto! No puedo...no puedo dejar de mirarla. Ella está herida y se ve tan cansada, pero ella... ella sonríe suavemente y solo para mí. Al ver mi cara estupefacta, la suya cambia a una preocupada y angustiada.

—Daniel, por favor, no mires esto —me suplica tomando un mechón de su cabello rubio—. Mírame a mí. ¡Mírame a mí!

Y malditamente, lo hago.

Ella es mi Samantha. Mi mujer. A la que amo profundamente.

Y no me importa si su cabello es rubio, rojo, o jodidamente azul. Incluso, sin ningún cabello en su cabeza, ella es mía. Sin dejar de mirarla, voy hacia ella lentamente porque no quiero asustarla ante lo salvajemente protector que me siento ahora mismo. Con las yemas de mis dedos, acaricio suavemente y con reverencia la mejilla izquierda su hermoso rostro.

Con convicción, y con todo lo que hay en mi corazón, declaro: —Te miro a ti, y lo que veo, es a la mujer que amo.

—Daniel... —susurra, impactada por mis palabras, sus hermosos ojos azules abiertos en incredulidad, y lágrimas comienzan a brotar de ellos.

Antes de besar esos labios que son mi perdición, ella me contesta con voz quebrada por la emoción: —También te veo, y también te amo.

Continue Reading

You'll Also Like

1.7M 79.7K 67
Estefanía o Estefy como todos la conocen es una joven de 17 años que se encuentra en una situación muy difícil al estar enfermo su hermano de 6 años...
325K 24.9K 83
Pasión: Sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos. Sentimiento de...
75.6K 4.3K 27
Después de todo lo que ha pasado María decide huir y se aleja de su familia porque se siente juzgada por ellos. Allí conocerá a India, quien le camb...
35.1K 2.7K 36
Kyle Donovan necesita darle un lavado de cara a su imagen pública, y para ello a su mánager se le ocurre una idea descabellada. Tener una relación am...