Roommates

lualvarezb tarafından

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(Continuación de "Brothers") Cassie Reed tiene el corazón roto, o parcialmente roto te diría ella. Cassandra... Daha Fazla

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo especial 1
Capítulo especial 2
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 16

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lualvarezb tarafından

Actualidad

Revolví una vez más la taza de café frente a mí, estaba segura que el azúcar estaba más que diluida, pero estaba tan caliente que tenía miedo de que el liquido tocara mi boca. Suspiré, no me sentía del todo bien, podía sentir punzadas de dolor en mi pecho, era como estar ahogándose lentamente.

—El jetlag ha durado demasiado— Ed se sentó a mi lado con su propia taza de café, estábamos en la barra americana del apartamento, Luke estaba trabajando y nosotros organizando el desorden, mayormente ocasionado por Hilton.

—¿Qué?— estaba algo distraída, solo había asimilado la mitad de la frase.

—No puedes seguir diciendo que estás así por el cansancio del viaje, algo más te pasa ¿Qué sucedió en Londres?— Ed Pierce era demasiado sensitivo para mi gusto.

—¿Seguro que no estás estudiando psicología?— bromeé, pero no obtuve la respuesta que deseaba, solo una mala mirada.

—No cambies el tema— me advirtió, estaba peor que una mujer en sus días.

—Me encontré con mi pasado y me vengué— finalmente llevé la taza a mi boca, el calor del café me relajo, era simplemente asombroso como la sensación de calidez se apoderaba de mi pecho, tenía la perfecta cantidad de azúcar.

—¿Y eso es malo?— el bebía su café negro sin azúcar como si nada.

Sí, era bastante malo, porque me había gustado la venganza, al menos antes de descubrir que lo era.

—Mi venganza me mordió en el trasero— en el momento en que Harry habló del paraíso recordé todo, de cómo solía ser nuestro paraíso, de cómo ese día en el hospital se había ido sin mirar atrás, de cómo le había creído más a su hermana que a mí, de que se atrevió a cuestionar lo que sentía por él y lo que le había entregado y pensé que un poco de su propio chocolate era lo que necesitaba.

Recité las palabras que él me había dicho, las parafraseé un poco, pero era la misma idea, le dije que no lo amaba, le dije que su vida era miserable sin mí, le dije lo que él me dijo para herirme y alejarme, y había funcionado, quedó en shock y simplemente se detuvo, lo peor de todo es que tuve tiempo de escapar y ser una cobarde en paz, o simplemente una valiente delante de un tonto, ya no estaba muy segura de nada.

—¿Te dejo un morado?— ambos reímos, ese solo comentario aligero el ambiente. Negué con la cabeza —¿Entonces? Sé más específica, Reed— suspiré antes de clavar mi vista en la taza entre mis manos, solo con medio contenido.

—Pensé que vengarme me haría feliz, estaría satisfecha, pero simplemente se sintió como si el vacio en mi pecho no hiciera otra cosa que crecer y crecer— apoyé mi cabeza en mi mano que yacía en la barra frente a mí, ladeé mi cabeza y lo miré —¿Eso tiene más sentido?— pareció meditarlo un poco.

Era extraño, estar con un hombre dispuesto a escucharme, sin juzgarme y ayudándome a encontrarle sentido al desastre en mi cabeza, no era que Luke o Ian no fueran buenos amigos, o que incluso el idiota de mi hermano Jake, o Travis, Nick y Cal no estuvieran dispuestos a escucharme, era solo que todos tenían una conexión con Harry, todos lo habían visto al menos una vez en la vida, mientras Ed, lo único que compartía era el nombre.

—Eso solo pasa cuando hieres a alguien que te importe— lo vi tomar de su vaso.

—Mi ex novio— dije simplemente.

—Corazón partido eh— no pregunto, aseguró —¿Fue infiel?— comenzó a girar la taza entre sus manos, ambos mirábamos a ese pedazo de cerámica, era como si mirarnos a los ojos lo haría todo más difícil.

—No, a veces creo que si hubiera sido aquello, sería más fácil superarlo, pero nuestra relación fue algo así como un sueño que se desvaneció muy rápido y me obligó a despertar— suspiré, probablemente no había sido la mejor definición, pero era la sensación que tenía, como si todo hubiera sido un sueño, como si el despertador hubiera sonado.

—Ay, Cassie— sonó a lamento —Dime qué hiciste— llevé mis manos y me tape el rostro.

—Me acosté con él— listo, lo dije, simple, eso era lo que habíamos hecho, lo que habíamos compartido, y acababa de decirlo en voz alta para que lanzaran un juicio de valor ante mi acto.

—No es tan malo, sucede más frecuentemente de lo que crees— fruncí el ceño —Se llama química sexual, y si es buena, cosas como esa pasan todo el tiempo, también puede ser que guardes sentimientos por él, y algo dentro de ti te obligue a hacer un... ¿cómo decirlo?— llevó su mano a la barbilla y la rascó —Una comparación, por no encontrar un termino mejor para expresarlo— alzó una ceja, supuse que su cerebro seguía buscando un sinónimo o algo así.

—¿Una comparación?— no entendía que podría comparar, habíamos terminado, él me había roto el corazón.

—Sí, querías saber si sentías lo mismo de antes, estabas tratando de medir la intensidad de la situación— fue claro.

Lo miré sin verlo realmente, era como si estuviera analizando la situación, ¿había sentido más? Dios, sí, mucho más, todo era más intenso, más caluroso, más placentero, más real, más él. En realidad, acostarme con él de nuevo fue un error, ni siquiera debimos llegar tan lejos, solo debían ser un par de besos y luego lo dejaría, pero perdí en mi propio juego y fui más allá.

—Mala decisión, me equivoque— dejé que mi cabeza cayera sobre la tabla de madera, cerré mis ojos para no llorar, a veces podía ser tan patética.

Ed pasó su mano una y otra vez por mi espalda, supongo que trataba de reconfortarme.

—No son errores, Cassie, son simplemente experiencias, tropiezas y caes hasta que puedas mantenerte en pie sola, como cuando eres bebé y aprendes a caminar, es exactamente el mismo procedimiento, todos los seres humanos aprendemos de esa manera, solo que ahora eres consciente de ello y el miedo a fallar es mayor que el deseo de mejorar— sonreí y giré mi cabeza mirarlo, aun estaba apoyada en la barra.

—Eres como mi propio libro de filosofía y psicología, todo en uno— lo vi reír —¿Cómo puedes decir ese tipo de cosas?— pase la lengua por mis labios.

—Algunos caemos más a menudo que otros— besó mi cabeza antes de pararse y caminar hasta la escoba parada en la pared —Levántate, tenemos mucho que hacer, hay que organizar este chiquero antes de que el cerdo vuelva— soltando una carcajada me puse de pie y tomé un trapo, iba a ser un largo día.

.

—¿Qué hiciste en navidad?— pregunté con cautela mientras caminábamos hasta el bar donde trabajaba, eran casi las cuatro y su horario de trabajo estaba a punto de empezar, había decidido que era mejor acompañarlo que quedarme sola en casa esperando que Luke volviera, no era una ama de casa, y Hilton no era mi marido, no tenía porque depender de sus horarios y no tenía ánimos de escucharlo quejarse de cómo trabajaba tanto por tan poca paga, a veces solo quería decirle "Bienvenido al mundo real".

—Comí como cerdo— una ráfaga de viento pasó y me obligo a hundir más mis manos en mi abrigo, la nieve cubría las calles, dándole a la ciudad una pisca de soledad.

—Yo igual, pienso que subí unos cuantos kilos y no me importa— una pequeña sonrisa se instaló en su rostro mientras tocaba la puerta de hierro en un lateral de la edificación donde "La cantera" tenía lugar.

—Eso significa que comiste mucho chocolate— sus manos se perdieron en la chaqueta negra que llevaba.

—Básicamente— abrieron la puerta, un hombre grande y corpulento bajo un poco sus gafas por el puente de su nariz.

—Nombres— exigió y se cruzó de brazos, llevaba un suéter negro, un reloj dorado alrededor de su muñeca y una sortija de oro que indicaba que estaba casado.

Mi compañero de piso rió y tomó la misma posición, no entendía el fin de este juego, además de que me estaba congelando, probablemente podría ser una mujer congelada que encontraran en unos centenares de años en el futuro y me estudiarían, me recorrió un escalofrío, no muy segura de por si la imagen que planteaba mi mente o por el frio que recorría mi cuerpo.

—Edward Pierce, hombre, estudiante de finanzas de la Universidad de Columbia, 22 años, soltero, heterosexual...— iba a decir algo más, pero lo interrumpieron, el hombre alzó la mano y la puso en frente.

—Te pedí el maldito nombre, no tu hoja de vida— solté una risita, lucía frustrado —¿Y tú qué?— me detuve de repente, me estaba mirando y daba algo de miedo.

—¿Yo?— me lanzó una mirada que indicaba que yo era una tonta y que obviamente me estaba hablando a mí —Yo soy un ser humano— ni siquiera sé por qué dije aquello, tal vez el hielo había llegado a mi cerebro y había congelado una parte de él.

—Y yo que pensaba que eras una mujer— una comisura de su boca se alzó, lo miré mal, eso no fue gracioso.

Iba a contestar cuando una voz me interrumpió.

—Cállate, Jerry, si no quieres que llame a tu madre, la tía amara escuchar cómo te estás portando— una chica de pelo largo, ondulado y rubio oscuro se paró junto a él, si trabajaba en el bar era la primera vez que la veía, igual que al gigante mal educado —Déjalos entrar, deben estar muriéndose de frio— básicamente nos estábamos congelando.

El grandote bufó y abrió la puerta por completo, Ed saludó a la chica y siguió caminando, lo seguí sin dudarlo, el calor invadió mi cuerpo, la sangre empezó a circular por mis extremidades, y estaba segura que mis labios volvían a ser rojos.

Todos caminábamos en silencio, solo se escuchaba el retumbar de los zapatos, Ed miró hacia atrás para asegurarse de que lo seguía.

El lugar estaba desolado, casi podía decir que lucía más grande de lo que era, en un mes que estuve fuera pudo haber pasado mucho, más las dos semanas después de que toqué suelo canadiense que decidí que no estaba lista para entrar, cada vez que pensaba en el interior de La Cantera, recordaba la noche en que vi a Harry, en como resultó todo, podía no ser el mismo lugar, pero era la misma sensación.

Una vez que la barra fue visible, caminé hasta ella, baje una de las bancas sobre la mesa y me senté allí a observar a todo el mundo trabajar.

—No seas floja, ayuda— me ordenó Jerry, rodé los ojos y le sonreí.

—Ve a buscar a tu Tom, Jerry y déjame en paz— una risita se escuchó tras de mí, giré encontrándome a la chica que nos dejó entrar.

—Es gracioso, es la segunda vez en el día que alguien se lo dice— sacudió la cabeza y siguió acomodando los vasos de vidrio, probablemente asegurándose de que estuvieran limpios, secos y listos para usar.

—¿Quién fue la primera?— apoyé mi codo en la barra, tal vez conseguir amigas fuera de la universidad ayudaría a ampliar mi red de apoyo.

—Yo— ambas reímos —Es un dolor en el trasero cuando se lo propone, pero suele ser un gran oso de peluche— asentí no muy convencida, lo nuestro fue algo como desprecio a primera vista, veríamos que pasaba desde allí.

—¿Y si encontró a Tom?

—No, para su desgracia está ocupado con otro ratón— volvimos a reír —Soy Cassandra— extendió su mano hacia a mí, negué mientras la agarraba.

No pude soltar una risita, era increíble que nunca en mi vida me había topado con alguien con el mismo nombre y de repente, estaba en Vancouver, Canadá y todos parecían tener el mismo nombre que alguien que ya conocía, primero Ed, ahora ella.

—Yo también soy Cassandra— abrió más los ojos sin creerlo del todo, el color de ellos demasiado amarillo, parecían de mentira, que buenos genes tenía.

—Okay— pareció sopesar un poco las probabilidades —Dime que no te dicen Ci porque ahí sí, nos vamos al mier...— fue gracioso ver que no terminaba la palabra, al parecer las groserías no cabían en su vocabulario, pero sí el inicio de ellas.

—No, yo soy Cassie— puso un vaso frente a mí y lo llenó de agua, me guiño un ojo.

—Va por cuenta de la casa— tomé un trago.

—Sería un crimen si me cobraran el agua— ambas reímos, pero fuimos interrumpidas por Tina, la otra cantinera.

—No digas eso cerca de Tom, te mataría— con un trapo que llevaba en sus manos comenzó a limpiar las mesas y acomodar todas las sillas en su lugar.

—Por favor, él me ama— hice un gesto despectivo con la mano, Tom era el dueño de La Cantera, un hombre de unos treinta años, atractivo y exitoso, algo serio, pero usualmente conseguía hacerme reír, estaba en proceso de divorcio, era increíble la información que se podía conseguir cuando alguien está borracho.

—Mi tío no es tan genial cuando se trata de cobrar el agua, créeme— fruncí el ceño.

—¿Tío?— pregunté sin querer en voz alta.

—Tom es mi tío, es el menor de tres hermanos, ya sabes, el último suspiro, el condón roto, el que muchos suelen tener antes de cerrar ciclo porque piensan que no quedaran embarazadas— alcé la mano para que se detuviera, lo había entendido.

—Nunca lo hubiera imaginado— miré a Tina que ya llevaba la blusa que dejaba ver el piercing de su ombligo y su tatuaje de serpiente justo en la parte baja de su abdomen, un pantalón apretado y unas zapatillas para poder ir de un lado al otro, la camisa era parte del uniforme de las mujeres, sexista o no, era lo que les dejaba mejores propinas y Tina nunca parecía molesta por ello.

—Nadie nunca lo hace— vuelvo mi vista a ella y observo que tiene una camisa ancha, fruncí el ceño, se parecía a las de Ed, al menos a las que usaba para trabajar.

—¿No usas el uniforme común?— era curioso aquello.

—No creo que una barriga sería muy sexy— ladeé la cabeza confundida.

Abrí la boca para preguntarle de qué hablaba cuando alzó su prenda negra y pude ver una pequeña barriga redonda, no había duda estaba en embarazo.

—Felicidades— supuse que era lo indicado para decir.

—Eres la primer persona que lo dice cuando se da cuenta, el resto solo dicen que arruine mi vida— el tonó de melancolía fue evidente, debía doler ser juzgada y no apoyada.

—No soy un juez, no es mi deber decirte si está bien o está mal, además ¿Cuándo un bebe es malo? Son lindos e inocente y no te responden como estos— señale a las personas detrás de mí.

>>No voy a decirte que es un error porque Ed dice que no cometemos errores, simplemente vivimos experiencias— ella acarició su vientre distraídamente.

—Lo sé, lo mismo me dijo a mí, deberíamos nombrarlo nuestro filósofo personal, solo él dice cosas así de tiernas— ella dijo en voz alta lo que yo pensé.

—Y sabias— añadí —Encontraremos una forma de darle ese título— ella iba a decir algo más, pero un grito hizo que nuestra atención se volcará hacia otro lugar.

—Está cerrado— Jerry se cruzó de brazos y se paró frente al sujeto, en ese momento pensé que no era tan malo, hasta podría llegar a caerme bien.

—No es a ti a quien busco— le espetó el hombre.

Bufé, y yo que pensaba que podría descansar de él un poco más.

.

¿Cómo irá a terminar esta historia?... no sé sabe, no sé sabe... ¿o sí? No sé que tan mala podré ser, pero así es la vida jajajaja quédense atentos para más actualizaciones... recuerde, cinco comentarios nuevos y publico, así como hicieron en el capítulo anterior

*.*

Instagram: deeplittlething

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