Cuidando de ti (Dragon's Fami...

Od LyluRys

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Ella iba a ser un medio para un fin. Él iba a ser su salvador. Un amor inesperado. Lo escuché mientras soñab... Více

ANTES DE LEER
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Epílogo
Agradecimientos
Capítulo Extra
Capítulo Extra
Capítulo Extra

Capítulo 14

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Od LyluRys

Daniel

Entro a la oficina dando un portazo y me pongo a caminar de aquí para allá. Si no fuera porque respeto mucho al doctor Brandon, ya lo hubiera mandado a la mierda por prohibirme cosas en mi propio club. Ahora tengo que malditamente esperar. Me detengo, miro la mochila encima de mi escritorio, y siento que se burla de mí. Exhalo, más tranquilo ahora, sabiendo que como esa chica no ha visto a Max, ella aún tiene los documentos. Debió guardarlos en otro lugar, ¿pero en dónde? No creo que estén en el albergue La Rosa porque ahí no hay nada excepto catres para pasar la noche. Lo que hace preguntarme, ¿cómo demonios esta chica terminó allí? ¿Y por qué Max lo permitió? ¿Y su abuela? Bueno, obviamente está sin hogar, y por las emociones en su rostro desde que la vi, ella está sola. La soledad la arropa completamente. No sé por qué ese pensamiento hace nudos en mi estómago y me hace querer...no. Sacudiendo la cabeza, pienso en nuestra conversación. Su lindo rostro inocente me dijo todo. Ella no tiene ni puta idea de lo que hizo su hermano.

¡Maldita sea y maldito Max! ¿Cómo pudo abandonarla a su suerte? ¡Es su jodida hermana! Debió protegerla y ayudarla. ¿No es eso lo que los hermanos mayores hacen? Eso es lo que yo haría si hubiese tenido una. Recuerdo su actitud el día que esa chica vino a mi taller a pedirle dinero. En ese momento no me di cuenta, pero ahora lo hago, a Max le importa una mierda su hermana. ¡Cabrón egoísta! Sigo sin poder creerlo. Maldición...¡era mi hermano!

Nos conocimos en la correccional para menores, ambos con diecisiete años, y ambos condenados por el mismo delito. Robo. Desde entonces nos hicimos amigos. Le conté sobre el club Los Dragones, al cual pertenecía, y cuando salimos, hablé con el abuelo para que le diera trabajo en el taller de mecánica Baxter. Max, Dylan, y yo, somos buenos en nuestra profesión de mecánica. En mi caso, gracias a la experiencia obtenida de toda una vida en el club, arreglando motos, autos de carreras clandestinas, y también por un curso de mecánica de mierda que me hizo tomar mi abuelo, solo para tener un certificado para colgar en la pared. Cuando fui presidente del club, nombré a Max mi Capitán de Ruta. Él era bueno en organizar los viajes a donde iríamos cuando todo el club se reunía para una salida en motocicletas. Mi padre debe estar revolcándose en la tumba si viera lo que está pasando. Si estuviera vivo, ya le hubiera disparado a Max por traidor. En cambio, mi abuelo Frank Baxter, era un hombre justo, pero odiaba a la gente malagradecida. Estoy muy seguro de que él estaría de acuerdo conmigo en lo que le voy hacer a Max.

Demonios. Muchos años de amistad, motos, whiskey, mujeres, y así terminan: con traición. ¡El muy bastardo lo tenía todo perfectamente planeado! Él sabía de esos documentos porque yo mismo se los mostré. Lo que todavía me pregunto es cómo demonios supo la combinación de la caja fuerte, y para colmo, robó dinero del club, dinero de los hermanos. ¡Eso es imperdonable! Y el muy hipócrita diciendo en nuestra reunión: —"Nadie le roba al club y vive para contarlo". Pues prepárate "hermano", cuando te ponga las manos encima, las pagarás. Arrancaré tus parches con mi navaja, te golpearé hasta la inconsciencia y no lo verás venir. No contesta el teléfono y no podemos rastrearlo tampoco, y obviamente no ha ido ni vendrá al taller. ¿En qué cloaca de mierda estará metido?

Tocan a la puerta, detengo mis pasos y le digo que entre.

Dylan cierra la puerta y me pregunta: —¿Hablaste con la chica?

—Sí —replico.

Él alza una ceja: —¿Y...?

—Y nada, hermano. Brandon me sacó como la mierda de mi propia habitación después de sermonearme.

Dylan ríe secamente. —Sabes que no debes joder con ese viejo, hombre. Todavía asusta hasta el infierno.

Asiento. —Créeme que no lo hago, pero estaba desesperado. Al menos, pude darme cuenta de que ella no tiene ni puta idea en donde está metida.

—¿Cómo? —cuestiona, frunciendo el ceño—. ¿No sabe nada de la rata traidora?

—No. Ella no lo ha visto, ni ha hablado con él desde el día en que le dio el sobre con los documentos para que los guardara. El muy cobarde la involucró.

Dylan chasquea con la boca. —Hombre, las mujeres son mentirosas cuando les convienen. ¿Le crees a la chica? —me pregunta escéptico.

Y seriamente le contesto: —Le creo. Podrá ser hermana de Max, pero pude percatarme que de mentirosa no tiene un pelo. Tiene demasiada inocencia encima y sabes que soy bueno leyendo los ojos de la gente.

—No solo los ojos, Daniel. Con estudiar la actitud mientras te hablan, ya sabes si están jodiendo contigo o no. Lo haces desde hace años, así como un maldito mentalista, y a veces das miedo, hermano —bromea.

Me rio bufando de su ocurrencia, pero después me quedo muy serio y le comento: —Max aprovechó los problemas que tenía el club para engañarlos a todos, a mí incluido.

—Cierto, prez —Dylan toca mi hombro—. Todos nos sentimos jodidamente traicionados por la puñalada al club del cabrón de Max, y en ningún momento te juzgamos por no haberlo visto venir tampoco. Bastante tienes con ser nuestro presidente, y llevar todo un club y sus problemas sobre tus espaldas.

Asiento hacia mi VP, mi gesto agradecido, y entonces mis pensamientos se desvían. —La chica. Max debe estar buscándola.

—Lo apuesto —concuerda afirmándolo—. Es peligroso si sale de nuestro territorio, pero aquí ella está segura. Ben se encargó de eso.

—Sí, lo sé, pero también significa que si Max no les lleva los documentos a las malditas Serpientes, acabarán con él e irán tras ella para obtenerlos, y no puedo permitir que eso pase. No quiero ni pensar si ellos la hubieran encontrado primero.

Ambos nos quedamos en tenso silencio tratando de asimilar ese hecho. Ese club hace cosas terribles, cosas que no quiero ni tan siquiera decir en voz alta porque no quiero contaminar mi boca. Si yo soy un hijo de puta, Jake, la víbora negra y presidente de Las Serpientes MC, lo es todavía más. Aún no se sabe a ciencia cierta, porque la policía es tan inepta que no ha hecho bien su trabajo o fue comprada, pero estoy seguro de que él mató a mi padre. Él tenía negocios con Jake, y algo salió mal en sus transacciones turbias que terminó muerto y tirado en una zanja a las afueras de Delta. Un disparo limpio y certero con una Sig Sauer en el centro del pecho, la marca de Jake, la marca de su club. Su veneno se está extendiendo por toda la ciudad, y el pensamiento de esta chica inocente o cualquier mujer allí...

De repente, una idea loca y sin sentido llena mi cabeza. Es una antigua regla que ya nadie usa, pero si se aplica, es muy respetada por todos los clubes motociclistas en ley y fuera de ella. Voy rápido hacia los libros de historia del club, y encuentro el que estoy buscando. Lo abro, busco en el índice, y luego voy hacia la página y comienzo a leer.

—¿Qué estás haciendo? —En la voz de Dylan hay mucha curiosidad mientras se acerca al escritorio a mirar.

—Cerciorándome. Algo que recordé.

—¿Sobre el club y su historia? Eso ya lo sabemos de buena tinta por el abuelo Frank. Carajo, nos hizo leer varias veces ese maldito libro, y yo no leo una mierda —resopla por lo bajo.

No le respondo porque ya tengo mi respuesta. Y es cierta.

Mierda.

Niego tercamente, pero entre más lo pienso, creo que es la mejor y única solución al problema por el momento, aunque ya después lo dé por terminado y todo siga normal. No quiero, maldita sea, pero lo haré de todos modos porque no podría tener la conciencia tranquila después.

Decidido, miro a Dylan, y le cuento: —Debo hacer lo correcto por el club y por esa chica.

Dylan me mira contrariado. —Siempre haces lo correcto por el club, Daniel, pero por la hermana de Max, a la cual no conocemos de nada, no sé a qué te refieres.

—Ya lo entenderás cuando lo lleve a cabo, pero lo hablaremos en la mesa porque quiero oír sus opiniones.

—Y te escucharemos, prez —asiente solemne—. ¿Qué harás entonces?

Exhalo sonoramente. —La chica, tengo que protegerla, y solo puedo hacerlo de una manera. Le daré el chaleco, junto con mi parche.

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