BANG ll: Explosion of love.

By iherebelieber

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TERCER LUGAR CATEGORÍA ACCIÓN EN LOS #BIEBERAWARDS2016 No leer esta historia si no has leído la primera tempo... More

«Prologo»
«Introducción»
«Prefacio»
«¿Aún piensas en él?»
«En la cárcel»
«Malditamente encerrados»
«Noche de alcohol»
«Sao vicente, Cabo verde»
«Decisiones»
«Blake Desmond»
«Caída»
«Feliz cumpleaños, Blake.»
«Compras y malas noticias»
«Problemas»
«Sólo tú y yo»
«Adrenalina, y vecinos raros»
«Charlie Everson» (Parte uno)
«Charlie Everson» (Parte dos)
«Plan seductivo»
«Engaño»
«Así es el amor»
«Disculpas»
«Tengo miedo»
«A comenzar de nuevo»
«Cassy»
«Dinero y explosión»
«No otra vez»
«Oscuridad»
«Todo estará bien»
«Ideas, sobornos y abogados»
«Juicio»
«Sensaciones»
«Sólo amor»
«¡Olvide su cumpleaños!»
«Adelantos»
«Accidente»
«Isaac»
«Locuras»
«Nervios»
«Gemidos, viaje, suciedad y narices rotas»
«Planificación»
«Cásate conmigo»
«Si»
«Matricidio y nuevos jefes.»
«Deja vu»
«Despedida»
«Huida»
«¿Celoso?»
«Golpes y anuncios de compromiso»
«Hoteles, trajes, y vestidos.»
«Preparativos, dieta, y más preparativos»
«Ciudad del pecado»
«Impedimentos matrimoniales»
«Locura en Las Vegas»
«Locamente casados»
«Sorpresas y más sorpresas»
«Pequeños cambios»
«Amenazas»
«Peligro»
«Familia»
«Los Dean»
«Rusos y Australianos»
«Espionaje»
«Vergüenza»
«Estamos listos»
«El trabajo de nuestras vidas»
«Uno menos»
«¡Diablos!»
«Año nuevo»
«Bebé Bieber»
«Cuidado»

«Segunda oportunidad»

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By iherebelieber

Cinco.

La boda había sido todo un éxito. Todo había salido perfecto. Yo había vuelto a California dos días después de la celebración, cuando mi padre y Mónica se fueron a su luna de miel. Habían pasado cinco meses, y no había vuelto a ver a Justin de nuevo. Sencillamente, no debíamos estar juntos y comenzaba a entenderlo. El tiempo pasaba, y lamentablemente mis sentimientos seguían quedándose en el pasado.

Miré a mamá, que estaba en frente de mí, tomando un sorbo de café.

—¿Estás segura de esto, Leah? —Frunció el ceño y se dio una mirada con John. Revolví un poco mi cena.

—Si. —Dije segura de mi misma. —No quiero ir más.

—Bueno—Dijo John tomando un poco de agua. —Mañana iremos los dos a hablar con él tutor de la carrera. ¿Te parece bien, Leah?

Le sonreí.

—Gracias por esto, John.

—No hay de que, pequeña. —Él me sonrió de nuevo.

Había decidido no ir más a la universidad. Pero era tan solo; no asistir. Seguiría con mi carrera a pesar de todo, pero mediante una computadora. Seguiría con mis pruebas, y mis planes semestrales hasta acabar con la carrera. Este, era mi tercer año. Y técnicamente el ultimo. El cuarto año eran mis prácticas y trabajaría para la empresa de John. En general, quería despejarme un poco. Tal vez viajar, estar en otros lugares, pero sin dejar de estudiar. Mi madre y John pagarían una pequeña fortuna para que esto pudiera efectuarse y estaba eternamente agradecida.

Al día siguiente John fue a hablar sobre lo que ocurría. Habíamos dicho una pequeña mentira. Dijimos que debíamos abandonar el país por razones personales y no quería continuar la carrera en otra universidad. El profesor Logan, se lo había tomado bien. El me ayudaría con todo. Las pruebas, la materia y seguiría estudiando como si realmente asistiera a la universidad.

John se fue a trabajar, y tuve que quedarme durante un par de horas más. Firmando papeles, y una serie de tonterías que particularmente, no me importaban pero eran necesarias.

Salí de la universidad a eso de las tres y media. Caminé con la vista pegada en mi teléfono y solo me despegué para sacar las llaves del auto de mi bolso. Levanté mi vista y fruncí el ceño al ver a un tipo con una chaqueta de cuero negra apoyado en mi auto. Tenía aspecto casual, una postura relajada, como si él fuera el mismísimo dueño del auto.

Entonces se giró.

Y francamente, dude en si lo que estaba viendo era real o simplemente me estaba volviendo jodidamente loca.

—Hola muñeca. —Abrí mi boca. Sintiéndome mareada, y confundida a la vez.

—¿Justin?

El ignoró mi estúpida pregunta.

—¿Podemos hablar en un lugar más privado? —Pregunto incómodo. Estuve en shock durante unos segundos que parecieron horas y asentí sin decir nada. Le saqué la alarma al auto y le indique que subiera. Salí de la universidad y miré en frente. Su vista se paseaba de mi a... mí. No paraba de mirarme.

—Estoy en un hotel. —Murmuró. —¿Quieres ir allí?

—¿Cómo es que puedes pagar hoteles? —Fruncí el ceño. Una sonrisa se le escapo, e intento ocultarla con su mano. Se encogió de hombros.

—Vamos a mi departamento. —Murmuré.

—Eso suena bien.

No hablamos en todo el trayecto, que fueron unos diez o quince minutos. Rogué porque Sara mágicamente desapareciera del departamento y Zoey no saliera antes de clases. Me estacioné, y subimos al ascensor.

Abrí la puerta, y miré por si había algo indiscreto por ahí.

—Pasa. —Dije haciéndome a un lado. El dio un paso. Se veía tan sensual. Tan poderoso. Tan peligroso, tan él. El lugar era gigantesco, tenía estilo para dos chicas universitarias, pero se veía completamente pequeño comparado con él. Caminé directamente a la cocina, que es donde Sara solía estar siempre. En efecto ella estaba ahí. Solté una maldición y ella se giró.

—¿Cómo te fue con lo de la universidad? —Me sonrió cariñosamente.

—Bien. —Contesté devolviéndole la sonrisa.

—Leah...

Oh maldición.

Justin apareció por detrás de mí y Sara lo miró. Para luego posar sus ojos verdes en mí, y en el de nuevo. Me sonrió cálidamente, y se secó las manos con un pañol.

—Cariño, hoy es jueves. —Me dijo.

—¿Jueves? —Pregunté estúpidamente.

—El último jueves del mes. Iré de compras. —Me sonrió. —Faltan muchas cosas por aquí...

—Oh. —Ahí lo entendí. Nos dejaría solos. Había captado todo sin que tuviera que darle una mirada que me delatara, o dijera algo.

—¿Necesitas dinero? —Dije abriendo mi bolso.

—No cariño. Tu madre lo dejó hace dos días. ¿Lo recuerdas? —Se quitó el delantal que usaba para cocinar y lo colgó en la cocina. Tomó su pequeño bolso que también estaba ahí y me besó las dos mejillas.

—Vuelvo en un rato. —Miró a Justin. —Que chico tan guapo. —Me dijo riendo. Me sonrojé y Justin le dio una sonrisa de complicidad.

—Adiós.

Ella salió y segundos después sentí como cerraba la puerta.

—¿Tu nana? —Preguntó Justin sonriendo.

—Ajá. —Respondí.

—Que simpática.

—Lo dices porque dijo que eras guapo. —Rodé los ojos. Y el soltó una carcajada. Le hice una seña para que fuéramos al living, y tomó asiento en el sofá de color morado que estaba en frente de mí.

—¿Quieres tomar algo?

—No, gracias.

Nos quedamos en silencio un rato más. Lo miré y lo miré, intentando buscar algo que no me pareciera perfecto en él, pero simplemente me parecía imposible. Cuando me aburrí, hable.

—Voy a ir al grano. ¿Por qué estás en Los Ángeles?

—Tengo una propuesta para ti. Pero antes, necesito que me aclares algo. —Oh. Su voz me hacía querer morir. Era ligeramente grave, sexy, y cuando estaba excitado ronca. Aún podía recordarlo.

—Pues dime. Te escucho. —Dije concentrándome en lo que debía.

—¿Aún sientes algo por mí?

Sus palabras fueron tan directas que me cayeron como un vaso de agua fría justo en la cara. No. Peor, como miles de cubitos de hielo. Me levanté, colocándome una mano en la frente. ¿Qué le respondería? Dios, de pronto se me vino a la cabeza Mark. ¿Por qué él? Siempre que debía pensar algo importante alrededor de Justin se me venía a la cabeza Mark. Él me miro expectante esperando una respuesta de mi parte.

—Estoy con otra persona ahora, Justin. —Dije a penas. Ahora, él se levantó.

—No te pregunte eso.

Abrí mi boca. Pero no sabía que decir. ¿Estaría bien decirle que si? Es que, Dios. Sería tan estúpida. Después de tanto tiempo seguir sintiendo como mi mundo se movía cuando él decía mi nombre.

Justin's POV.

Lo entendía. Ella ya me había olvidado. Pero aún quedaba ese pequeño destello, ese pequeño hilo de esperanza, de que dijera que aún me quería. Ella abrió su boca, como pensando su respuesta.

—¿Y bien Leah? —La presioné. Necesitaba una respuesta rápida. De lo contrario, estaría solo gastando mi tiempo.

—Yo...

Suspiré.

—Plantémoslo de esta manera. —Le dije. Me acerqué un poco a ella. —Si te propongo que escapes conmigo, y dejes esto, ¿si quiera lo pensarías?

Calló unos segundos y me miró a los ojos. Luego parecía ofendida. Oh dios. Chicas...

—¿Qué? —Dijo con el ceño fruncido. —¡Dios Justin! Eres tan bipolar.

Abrí mi boca.

—¡¿Qué?! —pregunté confundido. —Tú eres la bipolar. Demonios muñeca, acabas de mirarme durante medio minuto sin expresión y luego te enojaste. ¿Qué mierda pasa?

Ella respiró fuerte.

—¡Me confundes! —Exclamó de repente. —¡Me confundes completamente! Mi vida estaba jodidamente bien, y entonces mi padre se casa, me termino involucrando con Damon para ayudarlo a robar un banco y luego tú apareces aquí. ¿Qué se supone que debo pensar?

—¡Maldición Leah! ¿Quieres que me vaya? —Me exalté.

—¡No! —Exclamó frustrada.

No me di cuenta en que momento esto se había convertido en una discusión.

—En estos momentos siento que te odio. —Dijo con respecto a mi anterior pregunta. —Me confundes mucho. Desapareciste Justin. ¡Joder! No me hablas durante casi tres años y de pronto llegas así, como si nada a ponerlo todo de cabeza y a decirme que escape contigo a quizás donde.

Sonreí.

—Si muñeca. Es exactamente lo que estoy haciendo.

—¡Dios! ¡No me llames muñeca!—Casi gritó.

—Preciosa. —Le dije.

—¿Por qué Justin? —Preguntó. —¿Por qué volviste ahora?

—¿Es por el chico? Dios Leah. Déjalo, vámonos de aquí y empecemos de nuevo.

—No es por él. —Se tiró el cabello hacia atrás. —Eres tú. ¿Tienes idea de cómo me sentí cuando de repente no me llamaste nunca más? ¡Como una jodida mierda! No sabes cuándo pensé. Simplemente creí que alguien más te interesaba... Creí que no era lo suficientemente buena para estar con alguien como tú.

La miré, sin poder creer lo que me estaba diciendo. ¿Qué no era suficiente para mí? Joder, yo no era suficiente para ella. Esta chica iba a terminar matándome.

—Dios Leah, ahora sabes lo que pasó. ¡Joder, si fuera por mi jamás me hubiera alejado de ti!

Esto estaba yendo a otro extremo. Sus ojos ahora estaban ligeramente cristalizados, y si se ponía a llorar mi corazón iba a romperse.

—¿Por qué no viniste a buscarme en cuanto me fui, Justin? —Susurró.

—Tenía asuntos que resolver. —Contesté.

—Pero me querías. ¿Verdad? —Susurró nuevamente. Apreté mis labios.

—Todavía te quiero, Leah.

Un par de lágrimas cayeron por sus mejillas.

—No puedo hacerle eso a Mark. —Murmuró limpiándoselas rápidamente.

—No pienses en él. Piensa en ti. En mí. En nosotros muñeca—Me acerqué y pose mis manos suavemente en su cintura. —, solo en nosotros.

Le susurré las últimas palabras y levanté su rostro, subiendo mi mano y tomando su mentón con suavidad obligándola a mirarme a los ojos.

—¿Tú me quieres? —Le pregunté suavemente.

Ella respiró.

—Si. —Dijo en un murmullo. Casi inaudible. Estaba seguro que si no hubiera estado tan cerca de ella, no hubiera oído su respuesta.

—Ya te perdí una vez. —Susurré apegándola más a mí. Abrazándola. Su cabeza quedó en mi pecho. Acaricié su cabello y ella inhalo mi aroma. Subió su rostro y me miró.

—¿Qué? —Susurró de vuelta, como si el mundo fuera a quebrarse si osábamos a levantar nuestras voces.

—Ya te deje ir una vez Leah. —Dije con la voz baja, cerrando mis ojos, perdiéndome en la sensación que me daba tocar su cabello, y respirar el olor de su perfume. —No dejaré que eso pase de nuevo.

—No te alejes de mí nunca más. —Ahora ella me abrazaba de vuelta. Y me sentía como... sentía esa sensación que te invade cuando estás en tu hogar. En tu lugar.

—Kendall y Damon vinieron conmigo. —Le confesé. —Nos iremos a una de las Islas de Cabo verde.

Ella solo me abrazó aún más.

—Ahí me esperan Adrián y Audrey. ¿Los recuerdas?

Leah asintió.

Ven conmigo muñeca. —Supliqué. —Escapa.... Escapa de todo y ven conmigo.

—¿La policía está buscándote? —Preguntó en voz baja, acariciando mi espalda con sus finos dedos.

Ahora lo entendía. Eso era lo que le preocupaba. Sonreí ligeramente porque eso ya lo tenía resuelto.

—¿Eso es lo que te detiene? Sé sincera.

—No. —Dijo al instante. —Solo era una pregunta.

—Bueno. No, —Dije orgulloso. —Eso fue lo que resolví antes de venir aquí.

—¿Puedo decirte algo? —Me dijo como una niña, que va a contar su secreto más tierno, y más preciado.

—Por su puesto.

—No te lo pondré fácil. —Dijo con esa seguridad que la caracterizaba. Oh, Leah diva Collins había vuelto. Solté una risa.

—Oh preciosa. —Mis manos bajaron a su cintura. —No me preocupo por eso. Te seduciré de nuevo. Te enamoraré de nuevo. Ya lo verás. Esta es mi segunda oportunidad y no pienso desperdiciarla si tu aceptas.

Ella reprimió una sonrisa. Suspiré. Porque estábamos tan cerca, que casi podía sentir el latido de su corazón contra mi pecho. Nuestras respiraciones se mezclaban, haciendo de ellas una sola. La miraba con mi rostro ligeramente inclinado. Mi mano subió a su mejilla, y la acaricié suavemente, como si fuera a romperse ante el más mínimo contacto.

Me fijé en sus labios. ¿Sus besos aún serían tan esquicitos como los recordaba? Sus labios... tan maravillosos. Tan suaves. Tan tentadores. Tan excitantes. Lo único que quería era besarla, y que entonces ella abriera su boca un poco para apoderarme por completo de sus sabrosos labios.

—Te besaría. —Respiré. Y entonces me alejé dos pasos. Tomando aire, calmándome.

—Pero no lo haré si no es lo que quieres. —Me pasé una mano por el cabello. —Tienes el número de Kendall. Tienes hasta hoy a las doce para comunicarme tu decisión. El vuelo sale mañana a las una de la tarde. —La miré a los ojos. —De verdad espero que aceptes, muñeca.

Me acerqué lentamente, y me fijé como cerraba sus ojos al sentir el contacto de mis labios contra la cálida piel de su mejilla. Me giré, sin mirarla de nuevo. Si lo hacia la besaría y la tumbaría en ese sillón hasta convencerla. Abrí la puerta de su departamento, y tomé una respiración para continuar con mi camino.

Leah's POV.

Luego de que Justin se fuera, corri a mi habitación y me acosté en la cama, mirando el techo. Pensé en sus ojos mieles eran electrizantes. Magnéticos. Hipnotizantes. Cuando estuvo aquí no podía parar de mirarlo. Y me perdía en ellos. Estar a su lado, hacía que yo perdiera la cabeza. Hacía que perdiera la cordura, y me entregara por completo a él. Me acomodé un poco más, y poco a poco mis ojos se fueron cerrando. Desperté cuando oí unos pasos.

Sara estaba en la cocina. Escuchaba una canción un tanto antigua y tarareaba mientras cortaba vegetales.

—¡Llegaste! —Dije sentándome en un taburete de la barra de la cocina. Ella me dio una dulce sonrisa.

—No me contaste nada. ¿Cómo te fue exactamente con lo de la Universidad?—Preguntó colocando las bolsas en la encimera.

—Muy bien. Seguiré con mis estudios mediante clases online. —Sonreí.

—Me alegro mucho cariño. ¿Quieres comer o beber algo?

—Un vaso de jugo. —Ella giró. —Pero me lo sirvo yo Sara, no te preocupes.

Me levanté rápidamente y fui hasta la nevera. Me serví un poco de jugo de naranja y tomé un sorbo mientras volvía a mi asiento.

—Sara... ¿podrías... darme un consejo? —Pregunté tímidamente. Dios, esto me daba tanta vergüenza. Pero no podía hablarlo con nadie. Ni con mamá, ni con Zoey. Y Kendall no estaba a mi lado. Lo más probable habría sido que si hubiera estado con Kendall ella me hubiera convencido al instante de aceptar irme del país.

—Por su puesto mi niña. —Me sonrió y se secó las manos con un paño azul.—¿Qué ocurre?

—Bueno... es una historia un tanto larga. —Tragué.

—Oh bueno. Ya no vas a la universidad, así que tenemos todo el dia. —Me sonrió, tomó asiento, y se colocó en frente de mí.

—Oh espera. —Dijo.

Trajo un vaso, y se sirvió un poco de jugo.

—Bueno, cuéntamelo todo.

Tomé aire, y comencé.

—Hace... tres años, cuando tenía diecisiete, mi madre nos envió a mí y a mi hermano a Australia, a vivir con mi papá durante casi un año. Ella recién se había casado, mi padrastro tenia algunas cosas que hacer fuera del país y ella tenía que acompañarlo. Aceptarnos ir. Mi padre también tenía mucho trabajo así que nos metieron a un internado.

Su boca se abrió.

—No es lo que crees. El lugar era fantástico. —Sonreí. —Ahí... conocí a un chico. Él chico que viste conmigo ahora.—Me pasé las manos por el rostro. —Me enamoré completamente de él Sara. Y yo... ah. Papá lo odiaba. Completamente. Se podría decir que los problemas venían en conjunto con él. Pero no podía alejarme, lo quería... uhm, pienso que lo quiero, demasiado. Llegó el día en que me tenía que venir a California. Y no quería irme. Antes de eso tuve unos problemas, me secuestraron, y estuve algunos días en el hospital. Mi padre le hecho toda la culpa. Intenté escapar con él. Todo fue un desastre. Me vine a California, y meses después perdimos el contacto por un problema que él tuvo. —Suspiré. Sara me miraba expectante. —Cuando fui a Sydney para la boda de mi padre lo vi de nuevo. Pasamos algo de tiempo juntos, y regresé de nuevo. —Me encogí de hombros. —Hoy el apareció en mi universidad. Y quiere que me vaya con él y unos amigos a Cabo verde. Y francamente no sé qué hacer. Dios, Sara. No sé qué siento. No sé si irme o no. Pero estoy completamente segura de que no me quiero alejar de nuevo.

—Ay. —Suspiró cansadamente. —Cariño. No sé muy bien que consejo darte. Pero estoy muy segura de que él te adora. Y tú a él. ¿No es así?

Asentí ligeramente.

—A veces hay que escuchar un poco más al corazón, y dejar de lado la razón. ¿Comprendes?

—¿Qué sugieres?

—Oh cariño. Si fuera tú, y con la vida que tienes me iría sin pensarlo. Eres joven. Esta etapa de tu vida se trata de equivocarse millones de veces, aprender del error y aún así cometerlo de nuevo. Si lo quieres disfrútalo, amalo, vívelo.

—¿Y Mark? —Suspiré.

—¿Lo amas? —Preguntó frunciendo el ceño.

—Lo quiero pero...

—Eso es un no cariño. Amar y querer son palabras parecidas, pero no iguales. A veces no está mal pensar en ti primero. Piensa en lo que tú quieres. En lo que tú deseas. Y lo más importante; en lo que es mejor para ti.

—¿Y si yo creo que él es bueno para mi... pero solo me hará daño?

—Piensa en que tal vez el cree lo mismo. El amor es así, cariño. El amor duele, pero es tan mágico, tan bello, que te atrapa y te hace volver a caer cuantas veces sea posible.

Me bajé del asiento y me di vuelta para abrazarla. Suspiré y ella me abrazó de vuelta.

—Muchas gracias. —Susurré.

—Espero que tomes la decisión correcta mi niña.

Le sonreí ligeramente y me fui a mi habitación. Me tiré en la cama y miré el techo. No sabía que mierda hacer. No podía dejar mi vida así como así pero una parte de mi sabía que no podía alejarme de Justin de nuevo. Pensé en Mark. En Zoey, en mi madre, mi hermano y mi padrastro.

Me pasé cuatro horas dándole vueltas al asunto. Una y otra vez. Y todo esto se sentía como una guerra. Entre lo que sientes, y lo que sabes.

Decidí entonces ir a decirle a mi mamá. Bueno, no le diría que escaparía con mi ex novio, y mis ex mejores amigos. Le diría que necesitaba despejarme, y saldría del país durante algún tiempo, como le había comentado cuando decidí lo de dejar de asistir ''físicamente'' a la universidad. Me levanté y arreglé un poco de cabello. Tomé mi bolso, y verifique que adentro estuvieran las llaves de mi auto y mi celular.

Sara estaba limpiando la encimera de la cocina, tarareando esa canción que tanto le gustaba.

—Sara. —Le llamé. Ella se giró.

—¿Vas a salir cariño? —Me preguntó enjuagándose las manos.

—Voy a la casa de mi madre. —Ella asintió. —Volveré en un rato, supongo.

—Claro.

Me subí al auto y conduje hasta una de las zonas más ricas de Los ángeles. Media hora después llegue a la gran mansión donde vivía mi madre y John. El ama de llaves, que mandaba a las demás trabajadoras de la casa, me abrió la puerta. Su nombre era Sue, y en mi particular caso, me caía muy bien.

—Señorita Leah. —Dijo suavemente. —Adelante.

Se hizo a un lado. Le sonreí y entre.

—¿Cómo estás?

—Muy bien señorita Leah. ¿Y usted? —Me sonrió.

—Bien, gracias. —Suspiré. —¿Mi madre?

—Oh. Me temo que la señora Cristianne se fue a su oficina. La llamaron para que viera unos bocetos de ropa nueva. —Me informó. Solté un bufido.

—La voy a esperar. —Llené de aire mis pulmones. —¿Y John?

—También en su trabajo. —Dijo apenada. —¿Quiere que le sirva algo?

—No gracias Sue. —Le dije calmadamente.

—Bueno. Me retiro, señorita Leah. Si necesita o quiere algo solo llámeme.

—Claro, gracias. —Le sonreí de nuevo y pasé al living para sentarme. Me senté y encendí la televisión. Al rato, me dio sueño. Miré el gran reloj que estaba incrustado en la pared, justo entre los ladrillos que conformaban la estufa que llegaba hasta el techo. Eran las siete, y ni John ni mamá llegaban aún. A este paso, cenaría con ellos y me quería a dormir aquí. Me quité los zapatos sintiéndome totalmente cansada. Pasó una de las mucamas Bridget, y le pedí una manta. En menos de tres minutos, me trajo una suave y cálida manta de color morado.

Miré la televisión y me tapé con la manta. Mis ojos, comenzaron a cerrarse, y entonces no supe más de mí.

Unas suaves manos me sacudieron. Entonces abrí mis ojos y me sorprendí a ver el rostro de mi mamá tan cerca del mío. Ella soltó una carcajada y se alejó.

—¿Qué haces Leah?

—Pues te esperaba. —Fruncí el ceño y me crucé de brazos. Luego me senté.

—Oh cariño. ¿A qué hora llegaste?

—Uhm, ¿seis treinta? —Dije encogiéndome de hombros. Miré el reloj de la pared. Marcaba las once y media de la noche. Oh Dios. Me desesperé, a las doce debía dar una respuesta.

—Mamá debo decirte algo.

Ella se sentó a mi lado y me acarició el cabello.

—¿Qué ocurre?

—Quiero salir del país. Me iré mañana. Ya lo decidí.

Sus ojos se ampliaron.

—¿Con Zoey? ¿Mark? ¿Liam?

—No. —Murmuré, —Me iré sola. Quiero despejarme un poco, cambiar de aires... vivir cosas nuevas. Además seguiré estudiando. Solo que en otra parte.

Ella frunció el ceño.

—¿Por qué tomaste esa decisión Leah?

Me encogí de hombros.

—No los sé, tan solo quiero cambiar. —Respondí. Ella me abrazó.

—¿Qué piensas? —Le dije.

—Bueno...—Tragó. —No me agrada la idea de que esté sola en un lugar desconocido. Pero eres mayor de edad y no puedo prohibírtelo. Pero si advertirte ciertas cosas. Leah, piénsalo mejor. Hablemos de esto con John... o tal vez con tu padre. ¿Estás segura de querer ir sola?

—El punto es que no estaré totalmente sola. ¿Recuerdas Kendall?

—Kendall...—Suspiró. —¿Tu amiga de Sydney?

—Si. —Dije.

—Oh, sí. La recuerdo.

—Me juntaré con ella allí.

—¿Y dónde piensas ir?

—Uhm, a las Islas de Cabo verde. Queremos hacer algo así como un tour. ¿Comprendes? Por Europa, e incluso tal vez por Asia.

—Vaya. —Suspiró.

—Y me iré mañana.

—Pero Leah... ¿Dónde vas a quedarte? —Preguntó. —¿Y el boleto?

—Ya tengo todo listo. —Le confesé. Oh Dios, era una completa mentirosa.

—¿Desde hace cuando planean esto?

—Mucho tiempo. Uhm, desde que fui a la boda de papá. Ahí la vi y charlamos todos esos días. Retomamos el contacto. —Dije casi creyéndome a mí misma.

—Bueno, supongo que está bien. Aún estoy algo preocupada.

—Oh mamá. No me pasará nada. Ella está aquí en los Ángeles. Llegaremos allá, nos iremos al hotel y solo lo pasaremos bien. —Me levanté, queriendo zanjar el tema.

—Entonces déjame llevarte al aeropuerto.

Oh Demonios.

—No es necesario. Mamá, odio las despedidas. No quiero ir toda penosa en el avión. ¡¿Y si hay chicos lindos?! ¡No! Y tu me harás llorar.

—Oh cariño. —Me abrazó fuertemente. —Entonces ven mañana por mañana. ¿Segura ya tienes el boleto?

—Sí, nuestro vuelo sale mañana a las una de la tarde.

—Mañana por la mañana depositaré dinero en tu cuenta, y llamaremos a tu padre. ¿Si?

Asentí.

—Debo irme mamá. —Dije levantándome. —Zoey debe estarse preguntando en donde estoy.

—¿No quieres cenar? —Dijo preocupada. —Vamos a comer ahora, John y yo llegamos hace unos minutos.

—No mamá. Gracias. —Murmuré. —Comeré algo en mi departamento.

Ella me llevó hasta la puerta, y de paso salude a John.

—Cariño... ¿segura que esto no es algo apresurado?

—Te lo prometo mamá. —Dije. —Lo llevo planeando desde hace meses.

Ella me abrazó fuertemente manteniéndome entre sus brazos bastante tiempo.

—nos vemos mañana. Debes venir sí o sí. ¿Bien?

—Bien. Como a las diez estoy por aquí.

Mamá caminó conmigo hasta mi auto, y cuándo subí cerró mi puerta. Saliendo de la mansión de mamá, marque el número de Kendall. Hable con ella durante unos segundos, y luego me contestó él.

—Me iré contigo. —Tragué.

¿Hablas enserio muñeca? —Preguntó desde el otro lado de la línea telefónica. Lo sentí sonreír.

—Si.

No tienes ni idea de lo feliz que me haces sentir.

Oh, y él no tenía ni idea de lo que me hacía sentir a mí.

______________________________________________

¿Que les pareció el capitulo? ¿Porque?

Espero que respondan esas dos preguntas en los comentarios. Intenté hacer un capitulo uhm, ¿interesante? jaja. Me demoré un par de días en hacer esto, ya que tenia ideas pero nada en realidad venia a mi cabeza. Espero que les haya gustado. No olviden comentar la respuesta y darle a la estrellitaaaaaaaa. Besos.

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