El capricho de amarte

By nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal

Sophia Pierce - Almas que te salvan

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By nacaridportal

Faltaban dos días para el torneo más difícil en el que había participado. Si ganaba mi puntaje se elevaría y entraría entre las mejores. No en el ranking de Ksenya, pero sí entre las treinta mejores del mundo. Ella seguía de número uno y todos decían que tenía un beneficio al tenerla de mentora. Tenían razón. Era la persona más disciplinada. Su verdadero amor era el tenis y me lo demostraba a diario.

—Me llena como a ti pintar, que pudieses hacerlo todo el día —me dijo durante la cena meses atrás—. Es por eso que no me canso, no me duele, mi cuerpo vive para hacerlo y cuando estoy en la cancha todo está en armonía.

En eso tenía razón. Vivíamos entrenando, día, tarde y noche. Lo más loco que hizo fue despertarse sobre las cuatro de la mañana. Una noche me había quedado dormida en el sofá de su cuarto viendo series cuando la escuché caminar a su vestier. Pensé que iba al baño que quedaba en la misma zona, pero cuando la vi vestida deportiva y con su raqueta, la asusté (uno de mis gustos adquiridos). Casi la mato del susto cuando le llegué por detrás preguntándole: «¿Adónde vas tú?». Obviamente fue en tono de susto y gritó lanzando la raqueta contra el suelo. «Eres una loca y tienes que dejar de hacer eso», me reclamó y después de reírme por un rato escuché su respuesta: «Soñé que perdía y necesito ir a la cancha». «¿Tu entrenador se presta?», le pregunté aunque sabía la respuesta. «Le pago para jugar conmigo a la hora que sea, está escrito en su contrato». Lo que no sabía es que yo empezaría a hacerlo sin necesitar de un contrato.

Esa fue la primera noche que entrené contra ella en la madrugada, pero no la última. Tenía sueños donde perdía, otros donde tenía «una gran victoria» y siempre despertaba con ganas de estar en la cancha. Era obsesivo, pero a la vez tierno.

Era una campeona y se comportaba como tal y me conseguí entrenando con ella. Riéndonos en la madrugada en su cancha de tenis con las estrellas amontonadas observándonos. Así fue pasando la vida y aunque la nostalgia que sentía no se iba, de algún modo, aprendí a vivir extrañando a Julie. Aprendí a vivir lejos de lo que amaba, pero de ninguna forma se agotó mi amor. Yo no quería olvidarla. Quería quererla en libertad y eso fui haciendo.

—El tenis es constancia, no mantienes tu título pensando que ganarás un Grand Slam y ya. Son muchos al año y si no sigues ganando bajas tu puntaje. Es diferente, es un deporte de consistencia, de pasión, pero sobre todo de talento ligado a la entrega y control mental —Se señaló la cabeza—: Todo está aquí.

Tenía razón. Si te frustrabas o perdías la concentración estabas muerto. Tu contrincante tomaría la delantera. Ni siquiera podías dejarte vencer cuando estaban ganándote. Porque la victoria verdadera se daba antes de que acabara el tiempo. Un jugador podía ganar en el primer set si destruía emocionalmente a su contrincante. Ksenya no dejaba de repetírmelo.

—Yo hago eso, Sophia —me explicó—. Les gano con mi cabeza y todavía la gente piensa que todo se trata de mi juego. ¿No lo ves? Me ven tan inalcanzable que creen que lo soy, pero es mi destreza mental la que los aplasta antes de entrar en la cancha.

—¿Por eso apuestas con las demás? —le pregunté.

Ella apostaba dinero con sus compañeras, a veces diez mil dólares, pero la mayor apuesta fue contra Silvia. Apostaron quinientos mil dólares a que Ksenya le ganaría. Por supuesto, Silvia aceptó confiando en su victoria y terminó perdiéndolo todo. Imagino que cuando tienes tanto dinero apostar medio millón de dólares con las que se vivirían muchísimas vidas cómodas, es un juego de niños. Siempre estuve en desacuerdo con eso, pero tampoco iba a opinar al respecto.

—Apuesto porque es una forma de ganar dinero fácil, Soph.

Fue lo único que dijo antes de entrar al estudio.

Esa noche Christopher había ido a visitarnos. Grabaríamos dos temas juntos porque no estaría cerca por algunos meses así que era la oportunidad perfecta. Entre los dos tomamos la decisión de apoyar a nuevos artistas, por lo tanto el álbum tendría más canciones. Usaríamos no solo nuestras voces, sino también las de esos talentos que estaban comenzando y que podíamos impulsar.

Fui yo la que le pedí a la rusa que entrara con nosotros, me gustaba que estuviera viéndonos y a ella le gustaba verme cantar. Pero esa noche fue diferente.

Uno de los cantantes hombres que Christopher había llevado, Daniel, comenzó a coquetear con ella directamente.

—¿Me firmarías un autógrafo?

—No hay papel aquí —contestó la rusa que odiaba que invadieran su espacio.

El chico tenía el cabello castaño y ondulado, los ojos marrones, y un cuerpo musculoso. Sus brazos eran como ocho brazos míos. Y por supuesto que llevaba una camiseta para mostrarlos a pesar de que el estudio estuviera a congelar del frío.

—Fírmame aquí con este marcador. —Daniel se quitó la camiseta y con el marcador señaló por encima de sus abdominales, marcadísimos.

Sí. No soy ciega y la verdad tenía un cuerpo alucinante.

La rusa se lo comió con la mirada una y mil veces antes de decidirse.

—Yo elijo la parte de tu cuerpo que quiero firmar —fue lo que le dijo bajándole el jeans por detrás y le firmó encima de la nalga.

Vi al muchacho sonrojarse y su actitud seductora pasó a otro plano.

Christopher que estaba escuchando la pista lejos de la situación incómoda (al menos para mí), llegó a poner orden y comenzamos a grabar. Me tocó grabar la canción con Daniel, que no paraba de equivocarse y me tenía cansada.

—Estás más concentrado en Ksenya que en grabar y al menos para mí el tiempo vale —le dije de la forma menos agradable—. Si dejaras de mirarle a los ojos cada vez que cantas una línea y te concentraras, te aseguro que ya hubiésemos terminado.

—Relájate —intervino Christopher—. Es su primera vez y no tiene la experiencia, es normal que se tarde.

—No es normal que siga mirándola como idiota, Christopher. Además, prefiero que grabes con él y yo grabo mi voz sola, es innecesario hacerlo juntos y necesito descansar.

—Discúlpame, tienes razón, es difícil concentrarme con semejante belleza viéndome —respondió Daniel, y de nuevo volteó a mirarse con la rusa y allí decidí que había sido suficiente.

—Deberías asegurarte de que el chico sea profesional y no una total pérdida de tiempo como lo está haciendo hasta ahora —dije hacia Christopher y salí del estudio.

—Eres un poco egoísta, ¿no te parece? —Me interceptó la rusa, en el pasillo.

—No entiendo de qué hablas.

—Tú necesitas pintar para relajarte, y yo necesito sexo. Las dos tenemos partido mañana. Si me traes a casa a un muñeco, ¿no es para que juegue con él?

La vi regalarme su media sonrisa y le volteé los ojos. Subí a la habitación y ella, claro que sí, por supuesto que volvió al estudio de grabación. No lo dejaría irse de la casa hasta que le diera sexo. Eso era seguro.

En la madrugada bajé a servirme un vaso de agua y me encontré a Christopher en la cocina.

—Fuiste una grosera y no eres así, si somos sinceros, la que no es profesional eres tú.

—El chico estaba todo idiotizado, lo siento.

—No se trata de que lo sientas, se trata de que lo entiendas.

—¿Qué tengo que entender exactamente?

—La razón de tu comportamiento, Sophia —pronunció mi nombre con severidad.

¿En serio la del problema era yo?

—¿Y tu amigo? Imagino que muy feliz después del sexo sin control que tuvo con la rusa.

—¿Cuál sexo? —Christopher me dedicó una mirada de molestia—: Ksenya compuso su primera canción con nosotros —respondió Christopher—. Ni siquiera se ha ido a dormir a pesar de que tiene juego y no, no hubo sexo sin control. Ella nos mostró una letra que había escrito y le pusimos melodía. Lo único que ha hecho es trabajar más profesionalmente y madura que tú y Daniel juntos y este no es su trabajo.

—¿Y de qué es la canción? ¿De sexo?

—En realidad no —contestó Chris—. Y deberías controlarte porque tus celos son evidentes y si en tus planes está que tu amiga no se dé cuenta de que te gusta vas por mal camino.

Lo vi sonreírme y llevarse los vasos de agua al estudio, mientras yo le gritaba que no me gustaba, y que tampoco eran celos.

Esa noche me costó dormir. Estaba nerviosa, ansiosa y últimamente mis sueños recurrentes me tenían agobiada. No podía dormir, pero tampoco podía aguantar el sueño. Estaba indecisa. Así que puse la alarma cada 45 minutos. Era lo que hacía las últimas noches. Mi idea era que si algo salía mal, si de nuevo volvían las pesadillas, pudiese despertarme a tiempo. Y aunque no eran horas corridas de sueño, me funcionaba. El problema es cuando la realidad y los sueños se mezclan, y dejas de percibir cuál es la correcta. Si hubiese podido tener un deseo creo que en ese punto, hubiese sido egoísta y pediría poder vivir sin dormir para no soñar nunca.

Al día siguiente llegamos a California al torneo Indian Wells. Había competido mucho para llegar al puntaje. Ksenya había hecho lo imposible para que pudiese estar allí. Es decir, meterme en diez millones de torneos para que pudiese clasificar y estar dentro de lo que decía: «era el momento más importante de mi carrera dentro del tenis». Estábamos a un día del torneo más grande en el que había estado. Duraríamos allí diez días y por primera vez mis nervios estaban ganándome, así que hice lo único que en ocasiones me calmaba... Me metí en el perfil de Julie, era un hábito que debía dejar de repetir. No vi nuevas publicaciones, tampoco historias. Enseguida fui a la cuenta de arte, pero tampoco había nada. Luego, fui a las fotografías etiquetadas y entonces di con el Instagram de la doctora. Su última publicación era un selfie de una cena en donde aparecían ella y Julie.

—¿Y si dejas de hacerte daño? —me preguntó Ksenya arrancándome el móvil de las manos—. Está con otra y no puedes odiarla por eso. Es normal que las personas luego del primer amor, vuelvan a querer y supongo que algún día tú también lo harás.

—No la odio, y no creo que vuelva a enamorarme.

—Mal por ti, debes tener una eternidad sin probar el sexo.

—Para mí no es tan importante.

—Uy. Eso me lo dicen todos los hombres que lo tienen chiquitito así. —Señaló la mitad de su dedo meñique.

Y no pude evitar reírme, ella siempre lograba sacarme de mis pensamientos más oscuros. No sé cómo lo hacía pero de la forma más natural, lograba hacerme feliz. Y así fue cuando quise pagarle la universidad a Julie y su madre me mandó a decir con Paula que no me necesitaba. Que ella tenía suficiente dinero como para que su hija no mendigara a nadie y menos a la que le rompió el corazón. Ese día, Ksenya me hizo saber que sus humillaciones carecían de sentido y me dio un golpe de realidad que me hizo entender que por mucho tiempo creí lo que otros decían, en vez de creer en mí.

En la entrada del hotel nos encontramos a un grupo de jugadoras. Algunas me menospreciaban. Se enteraron de que jugaba en Venezuela y que era mi primera vez en la liga profesional. Decían que aparecí de la nada y que así como agarré fama iba a perderla. No todas eran así, en realidad la mayoría se comportaba amable, pero justo ese día, me tocaron las malas.

—Disfrútalo, hermosa. Pero que hayas ganado torneos de baja categoría no significa que resaltarás en este —fue lo que dijo Paola, una de las jugadoras con las que competiría.

—Es verdad, pero no te lo decimos por mal. Es otro nivel y para este nivel se necesitan años de práctica y no golpes de suerte, pero te deseamos lo mejor, aunque hay que ser realistas... Sería muy fácil llegar de la nada y ganar un torneo de un millón de dólares, si fuera así cualquiera lo haría —intervino una pelirroja de la cual ni el nombre me sabía.

Volteé a buscar a Ksenya, tratando de canalizar lo que acababa de escuchar. ¿Un millón de dólares? Ni siquiera estaba enterada de que ese era el monto para la ganadora.

—¿Por qué miras hacia Khokryaeva? ¿Necesitas su respaldo para tener una conversación con tus compañeras de juego?

—No —respondí tajante—. No hablo con idiotas.

—Qué vulgar.

—Y no has visto nada —dije hacia Paola—. Lo vulgar que puedo ser te lo demostraré en la cancha cuando te folle hasta que caigas de rodillas, derrotada.

Las dejé sorprendidas murmurando sobre mí y fui hacia Ksenya que estaba hablando con Silvia y Kira.

—Cálmate, no he hecho nada malo —se defendía Silvia.

—Te dije que dejaras de verme el culo.

—Y yo te dije que podía concederte cualquier otra cosa, esa no —contestó Silvia hacia Ksenya y bajó su mirada hacia su short deportivo—. Tienes el culo mejor formado que he visto.

De forma idiota bajé mis ojos para también observar lo que ella miraba y me quedé detallándola sin darme cuenta. Silvia tenía razón. Lo tenía bien formado imagino que por todas las horas de entrenamiento, igual que sus piernas. Ya que estábamos mirando, una repasada completa no hacía ningún mal.

—¿También tú? —me reprochó Kira y luego de forma infantil me «acusó» con Ksenya—. Al parecer tu estudiante es igual de poco profesional que Silvia.

—Ella tiene permiso de verme todo lo que quiera —fue lo que dijo Ksenya—. ¿Verdad, artista?

Y sin esperar a que respondiera me cogió de la mano alejándonos de Kira y de Silvia. Subimos el ascensor hasta nuestras habitaciones y empecé a quejarme de sus mentiras. «No son mentiras, es omisión de los detalles y por eso no te lo dije, ibas a ponerte más nerviosa y no necesitamos eso». «Coño, si me entero por otra persona obviamente me voy a poner nerviosa». «Sophia, olvídate del dinero, si piensas en eso va a ser peor y si no te lo dije fue porque justo necesito que no te venza la presión y porque sabía cómo te ibas a tomar la noticia». «Ksenya, es demasiado dinero, ¿no entiendes? Todos se dan cuenta de que no tengo lo necesario, y siento que hemos llevado esto muy lejos». «Vas a ganar este torneo porque tienes talento y porque si no lo tuvieras no perdería mi tiempo en ti».

Se abrió el ascensor y seguimos discutiendo hasta llegar a su habitación.

—Te quedas conmigo —fue lo que dijo Ksenya mostrando que tenía una sola llave—. Kira dormirá en tu habitación. ¿O prefieres que duerma conmigo?

—No me molesta que compartamos cuarto —respondí y me dispuse a abrir la puerta. Todavía molesta.

—Al parecer también compartiremos cama —aclaró cuando abrimos y se dio cuenta de que había solo una cama matrimonial.

Teníamos un baño del tamaño de mi casa en Venezuela, cocina incorporada, vista a la ciudad y una terraza, pero una sola cama.

Y negué con la cabeza dispuesta a abrir mi maleta y a cambiarme de ropa, pero Ksenya me retuvo por la muñeca y me empujó hacia la cama.

—Necesitamos tener un tiempo.

Sí, apeló justo a eso. En nuestras últimas discusiones importantes ella creó un juego mágico. Cuando estaba muy molesta, o ella lo estaba conmigo, cualquiera de las dos podía decir: «Necesitamos tener un tiempo». Las reglas consistían en que debíamos recostarnos o sentarnos en el lugar más cercano y hablar hasta que todo quedara aclarado. Para Ksenya, yo tenía un severo problema de comunicación y según ella era su forma de combatirlo sanamente.

La vi tenderse en la cama sobre su cuerpo. Yo estaba boca arriba mirando al techo, o al menos era así hasta que lo siguiente que vi fueron sus ojos.

Recostó mi cabeza en sus piernas y me miró desde arriba.

—¿Qué te asusta?

—No tener la información completa —le reproché.

—Bien, te diré la verdad. El torneo Indian Wells es considerado como el quinto Grand Slam —la escuché decir con sus ojos fijos en mí soltándome esa noticia.

Y siento que para apaciguar mis nervios dejó caricias suaves por mi cara.

—Dijiste que no estoy lista para un Grand Slam, ¿y me traes a un torneo así de importante? Voy a perder.

—Escúchame y mírame —sostuvo mi cara en sus manos antes de confesar—: ¿Recuerdas todos los entrenamientos que hemos hecho de madrugada?

—Cómo olvidarlo, eres una adicta al tenis que hasta en tus sueños te persiguen y te ordenan que juegues más, pero no me quejo, mis sueños me piden que pinte, así que nada que reprochar —bufé y era cierto, llevábamos meses entrenando de noche, mañana y ahora también de madrugada.

Pero mientras a ella sus sueños le pedían jugar, a mí me mostraban el peor momento de mi vida y cuando despertaba lo que necesitaba era pintar. Además, Ksenya no me obligó a acompañarla, fui yo quien decidió despertarse cada noche sobre las tres o cuatro de la madrugada para ir a jugar.

—Yo nunca sueño, Sophia —la escuché decir mirándome con profundidad y sus ojos esta vez se tornaron más grises que azules.

—¿Qué quieres decir?

—No tengo sueños como tú y si los tengo no los recuerdo.

—Entonces... —antes de que pudiera hablar, me interrumpió.

—Aprendí a conocerte y cuando algo se vuelve muy serio lo desestimas. No quieres formar parte del sistema en el que naciste, y no te gusta jugar por compromiso. Juegas bien en los entrenamientos pero juegas mejor cuando sales de madrugada a ayudarme, porque no se trata de ti, porque estamos jugando, sin pretensiones, sin torneos que pagan una fortuna por la victoria. Por eso durante este tiempo me di a la penosa tarea de engañarte, pero siempre lo hacía cuando te veía con miedo a dormir, por tus pesadillas, o cuando despertabas de un mal sueño con la alarma que pusiste y no querías volver a cerrar los ojos. Empecé a estudiarte, mi sueño es liviano y cuando te veía inquieta en la cama ganábamos ambas. Por eso me di a la tarea de que te mudaras a mi habitación.

Era cierto. Ksenya me pedía ver series con la intención de que me quedara dormida en su cuarto. Yo no quería despertarla con mis pesadillas, que eran cada vez más frecuentes, y mucho menos con mis alarmas. Pero me había dicho «que su sueño era muy profundo que ni con fuegos artificiales se despertaba».

Ella no quería que durmiera sola. Así que nos quedábamos en la galería y de ese modo terminé mi exposición, pintamos cada pared y el techo. Ella fue mi compañía y yo era feliz acompañándola a jugar. Por eso, esa noche cuando la vi poner otra serie aburrida para que me quedara dormida y no me fuera de su cuarto, dije que sí. «¿Si pongo dos camas en mi habitación dormirías aquí en vez de en tu cuarto?», fue lo que me preguntó, y sé que le costó mucho hacer la pregunta. Sus mejillas estaban enrojecidas y ella no sufría de eso. Era difícil verla avergonzada, pero ese día lo estaba. «Podría ordenar que trajeran tus cosas y durmieras aquí, pero no quiero que pienses mal... lo que quiero es que podamos compartir la habitación», me explicó y sabía que era por mis pesadillas y su tarea de cuidar mis sueños.

Acepté, igual era poco lo que dormía de noche, y Ksenya dormía en mi galería cuando yo pintaba. Había mandado a amoblar un espacio para ella con una cama. Se lo hice de sorpresa y aunque dijo que no era necesario, siempre la usaba. Mientras yo me dedicaba al arte ella recuperaba sus horas de sueño durmiendo plácidamente.

Su habitación era seis veces más grande que la mía y ella cumplió con su palabra y puso otra cama.

—¿Te inventaste lo de tus sueños con el tenis? —le pregunté, sin dejar de mirarla.

—Lo hice.

—¿Por qué?

—Porque no te dejaría pisar el India Wells con todos queriendo que ruede tu cabeza sin que estuvieras lista y para eso necesitaba ver tu juego natural, sin presiones, y lo hice —Con sus uñas dejó caricias suaves por mis mejillas, nariz y luego bordeó mis labios con suavidad para afirmar—: Sí estás lista, pero para ganar debes confiar en ti. En mi vida he visto a alguien como tú. He conocido muchas personas, he viajado por todo el mundo, pero nunca he visto a alguien con lo que tienes aquí dentro —Sus manos se dirigieron sobre mi pecho, en mi corazón—. Yo tengo títulos, sí, pero de las dos, la campeona eres tú, que después de todo por lo que has pasado, sigues teniendo la sonrisa más pura y bonita de todas y quiero que hagas historia y estar a tu lado viéndote sacar la luz que siempre ha estado en ti.

Y nos quedamos en silencio, pero mis ojos ya estaban aguados, y no de tristeza. Las lágrimas que amenazaban con salir eran de otro sentimiento que no logré definir. Me sentía en paz, con ella dejando caricias en mi rostro. Con un tonto juego de comunicación que ella había inventado y que en realidad servía demasiado y con esa percepción que tenía de mí y que empezaba a creerme.

Sonreí y Ksenya me devolvió la sonrisa, pero una distinta a las habituales. Una sonrisa sincera, sin intento de superioridad, o malicia. Una sonrisa que se quedaría grabada en mi mente, para siempre.

Iniciaron los partidos y comencé ganando. Por primera vez, no pensaba en cosas tristes, o en Julie con otra, para llenarme de ira y descargarla del juego. En cada saque pensaba en las noches de risas, en las madrugadas de pizza, donde Ksenya me decía que debía seguir la dieta y luego, al llegar a casa conseguía una pizza extra de pepperoni sobre mi cama. Jugué pensando en lo que podía hacer con el dinero. A las personas que podía apoyar una vez que estuviera en mi poder. El premio era de un millón doscientos mil dólares y con él las posibilidades aumentaban para esos niños que pensé que había abandonado.

Ahora entendía que si yo estaba bien, ellos podían estar mejor. Conseguí un propósito ante mis ojos. Mis hermanos ya tenían sus cuentas, estaban en buenos colegios, tenían dinero para su futuro. Estaban cómodos, pero cada partido que hiciera por ley el 25% era destinado a ellos, incluso de ese torneo. El restante podía ser para otros que tal vez no me conocieran, pero aun así estuvieran necesitando de ese dinero. Porque desafortunadamente no todos nacen con buenas posibilidades.

Algunos nacen de personas irresponsables que los ponen a pedir, pero otros, como yo, nacen de la mejor de las madres que simplemente no tiene una buena posición económica. Crecí odiando el dinero por ver el sufrimiento de mi madre tratando de conseguir algo para darme de comer. Nadie conoce la historia de mis hermanos. Algunos creerán que mi madre fue una irresponsable, pero la verdad es otra. Mi madre era tan hermosa, que decidió adoptar a Leo y a Jesús cuando vio que en su casa vivían una tortura. La madre había tenido dos hijos y los utilizaba para generar dinero con ellos pidiendo limosna en los semáforos.

Mis dos hermanos no tienen mi sangre y por eso cuando mi mamá murió, mi padre ni siquiera los tomó en cuenta. Se ensañó conmigo y terminó destruyéndonos. Pero yo sí los sentía mis hermanos. Los vi crecer a ambos como mis hermanos y así sería siempre, aunque Leo supiera la verdad. «En realidad, Sophi, todas las personas del mundo son nuestra familia aunque nos separen idiomas o clases sociales. Todos de alguna forma estamos conectados, lo importante es saberlo y ayudar sin distinción». Las palabras de mi madre me formaron. Ella fue mi maestra y ahora lo entendía.

Ahora entiendo que no se trata de cambiar todo el mundo. Mi madre me cambió a mí, me transformó con sus palabras y yo estoy haciendo lo mismo con mis hermanos. Ksenya está transformándome y ahora, con el tenis, puedo tener otra herramienta para hacer más por el mundo y por todos los niños que no tuvieron a una madre como la mía.

Iba a ganar por ellos.

Iba a ganar por mi propósito.

Iba a ganar porque si bien no podía cambiar «el sistema», tampoco tenía que unirme a él para obtener todo el beneficio para mí; pudiendo usarlo para ayudar a otros.

Respondí cada saque agradeciendo las horas de pesas con Ksenya, el cardiovascular infinito y la forma en la que me demostraba que mi cuerpo me pertenecía, que yo mandaba sobre él. Por una vez me sentí en equilibrio, cuerpo, mente y alma. Volaba rescatando cada pelota, concentrada en mí, en lo que soy y en el tiempo presente.

Podía sentir la mirada de Ksenya desde las gradas. Estaba acompañada de la agencia de representación. Todos tenían la vista en mí y no me afectaba. No me daba miedo el dinero, ni el nivel. Había jugado con ella durante las madrugadas y era cierto, me hacía feliz sentir que la ayudaba, aunque siempre fue ella ayudándome a mí. Cuando estaba en la cancha escapaba de mis sueños, lejos de mis pesadillas, del precursor de la muerte de mi madre llamándome asesina. Una parte de mí sabía que no fue así, que no fui yo, pero en mis sueños verla desangrándose, dejando de ser mi luz para ser solo sangre, no estaba tan segura de quién la mató y quería escapar.

Una de las razones por las que quería morirme era para escapar de la película de terror interminable. Para ponerle fin a la angustia y por fin sentir paz.

Allí en la cancha jugué ganándole a mis pesadillas, viviendo un sueño en el que yo tenía el control y gané ese partido, y el siguiente, y el siguiente. Ni siquiera sé cómo lo estábamos logrando, pero era real. Tenía a miles de personas viéndome jugar, y eso no me paralizó cuando por fin me encontré con su mirada. La vi avanzar hasta entrar a la cancha y me perdí en su abrazo, en su voz felicitándome y repitiéndome que ella nunca se equivoca, que siempre supo de lo que su chica era capaz.

Había pasado a la semifinal y Ksenya también. Si ambas ganábamos nos encontraríamos compitiendo en la final.

Esa tarde cuando subimos a la habitación de hotel todo iba bien. Pedimos la comida a domicilio y luego de bañarnos comimos viendo una serie. El problema sucedió cuando se fue a cambiar para irnos a jugar tenis juntas. Cuando se colocó el zapato terminó lastimándose el pie. La rusa tuvo que abandonar la competencia en semifinales. Había sido un «accidente» para casi todos menos para mí que sabía que así no fueron los hechos.

Sus zapatos tenían puyas, y se había cortado la planta del pie izquierdo. No entendí cómo tuvieron acceso a la habitación de hotel, pero las miradas estaban fijas en mí al menos de parte de Kira y de Mateo. Me culpaban diciendo que era la única que compartía habitación con Ksenya, y que casualmente si ambas ganábamos nos encontraríamos en la final.

¿Cómo eran capaces de pensar que podría hacerle daño?

Ella pidió ver las cámaras de seguridad del hotel y me repitió una y otra vez que no desconfiaba de mí. El corte había sido superficial, pero ¿y si no? Alguien quería hacerle daño, o peor aún, alguien quería inculparme y lastimarla al mismo tiempo.

El hotel se excusó diciendo que hubo un bajón de electricidad, y por eso no tenían las grabaciones. Y Ksenya amenazó con demandarlos. Incluso nos mudamos a una casa que alquiló y aunque podía caminar, lo hacía con dificultad. Según sus doctores estaría bien en unas semanas, pero le pidieron no apoyar el pie izquierdo en absoluto por los primeros cuatro días.

—Me lastimé el tobillo, y no competiré, pero estoy bien. Mis doctores dicen que estaré de vuelta en cada Grand Slam para humillar a sus jugadoras —fueron algunas de sus declaraciones en la rueda de prensa que pidió hacer esa misma noche.

Mateo estaba encima de ella cada segundo. Si había algún escalón la cogía en brazos, se desvivía por atenderla y dada la situación, Ksenya necesitaba de su ayuda.

—¿Por qué no dijiste la verdad?

—Porque no quiero que nadie piense que me hiciste daño.

—Pero invadieron tu seguridad, te hicieron daño adrede y la gente necesita saberlo.

—No, Sophia —respondió metiéndose debajo del edredón de su cama en la casa nueva—. Si algo he aprendido con el tiempo, es a atacar al enemigo cuando no esté preparado. Decir que me atacaron es poner el focus en mí y en ti y eso no sería una derrota sino su victoria. Él quería separarnos, piensa que te conozco tan poco como para desconfiar de ti y alejarme. Allí llevamos la ventaja sobre Zach.

Escuchar su nombre hizo que mis bellos se erizaran. Pensé que lo mantendríamos lejos y de algún modo había logrado quebrantar nuestra seguridad. Si Ksenya estaba asustada no lo aparentaba. Aun así, esa misma tarde cambió a todo su cuerpo de seguridad y contrató a dos infiltrados. Sabía cómo mover sus piezas y cuando otros pensaban que estaba distraída, yo sabía que estaba maquinando un plan. La vi reunirse con Ulises y cambió las reglas de su seguridad. Contrató a dos mujeres nuevas a cargo de liderazgo y puso a Ulises en un segundo plano.

«Pudo haber sido más grave y eres el jefe. Debías investigar cada hotel que tuviera relaciones con Zach. Ahora Lidia estará a cargo». «Lo entiendo y acepto. Seguiré mis obligaciones a cargo de la señora. Mi misión es que ustedes estén bien y asumo mi falla» fue la respuesta de Ulises, que la cuidaba como un padre, pero sin perder el respeto que amerita tenerla por jefe.

Todos habían fallado y vi a Mateo golpear a uno de los directores del hotel antes de que nos fuéramos. Él también estaba indignado por el trato que recibimos y por las excusas respecto a las cámaras de los pasillos. Al final, cuando tienes dinero todo se resuelve, o eso dicen, pero el problema es cuando te enfrentas a un hombre que tiene cien veces más dinero que tú y sobre todo... más poder.

—Vamos a ir a la fiesta que organiza el torneo y no voy a volver a repetírtelo —me dijo la rusa cuando despertó de su siesta.

Eran las ocho de la noche.

—Deberías reposar y yo no iré sin ti.

—¿Desde cuándo sabes lo que debo hacer o no? —protestó antes de añadir—: No vamos a perdernos la fiesta porque...

—¿Por qué? —pregunté cuando se quedó callada.

—Christopher va a cantar hoy.

—Ya lo he visto cantar muchas veces, y te aseguro que habrá otra oportunidad. Hoy deberías tener el pie en reposo.

—Va a cantar la canción que compuse, es la primera vez que hago una canción y no me voy a quedar tirada en esta cama, quiero ir y sentirme triunfadora. ¿O crees que me siento bien de estar fuera del torneo? Tenía la esperanza de patearte el culo en las finales y tampoco me hace feliz sentir que el hijo de puta me pisa los talones y quiere vengarse dejándome sin piernas, tampoco me hace ilusión.

Una hora después estábamos en la fiesta que organizaba el torneo. Desde que pisamos la entrada las cámaras se posaron en nosotras. Los comentarios absurdos de los periodistas decían que Ksenya nunca más iba a jugar bien. La atosigaban y ella les sacaba el dedo medio y les regalaba una sonrisa.

—Te ves muy linda —le repitió Mateo por quinta vez.

Era insoportable que tuviera que entrar con nosotras, pero aun Ksenya no podía afincar bien ese pie.

—Me lo has repetido tanto que ya pareces el presidente de mi club de fans.

Me reí por el comentario de la rusa, pero Mateo se puso serio, a él no le hizo mucha gracia.

Nos sentamos en la mesa que estaba frente al escenario y durante los primeros veinte minutos estuvimos viendo como Ksenya tenía que firmar autógrafos. Otras tenistas se acercaban, le pedían fotos, o que firmara sus agendas. Ella por primera vez parecía de buen humor. Nunca se negó a firmar o a tomarse una fotografía hasta que comenzó el concierto.

—No me hagas subir al escenario y cantar, por favor —volví a suplicarle.

—No lo haré porque no me conviene que aparten el ojo de ti como tenista. Además, la última vez que cantaste todas las canciones se las dedicaste a tu ex. Fue patético y se me quitaron las ganas de verte cantar después de oírte regalarle un concierto a alguien que estaba bien acompañada con su nueva mujer, ¿con la que se fue, cierto? A follar seguramente. —La vi regalarme su media sonrisa.

—Al parecer no a todas las seduzco con mi música —respondí siguiéndole el juego, y me encogí de hombros.

—Menos mal en esta ocasión no se trata de ti, sino de mí y de la canción que compuse —la oí hablar sonriendo de oreja a oreja, orgullosa de su nuevo talento.

Eso era lo que más me gustaba de ella, que se tomaba personal las pequeñas cosas como por ejemplo sus juegos de Nintendo, de mesa, o una canción que hizo con Christopher, y para ella tenía todo el valor del mundo.

—Estoy segura de que te quedó increíble.

—¡Sí! —exclamó como una niña—. Hoy te darás cuenta de que escribo mejor que tú.

La vi sacarme la lengua y Mateo al instante me torció los ojos.

Christopher comenzó a cantar y el lugar enloqueció. Habló de las jugadoras, de Ksenya, de mí y cuando me señaló diciendo que era mi amigo, pude ver a Paola, en la mesa de atrás, sorprendiéndose. Nunca he sido de regodearme de mis amigos, pero me alegró que fuera él quien hablara. Le hice señas de que no me pidiera subirme a la tarima y agradecí que tuviera piedad de mí. Así pasaron varias canciones y la rusa le daba golpes a la mesa, ansiosa por escuchar la suya.

—Esta canción la compuso su campeona Ksenya Khokryaeva, y después de tantos años en la industria de la música, debo decir que esto es un hit vaya donde vaya.

Me alegré de hacerle caso y de ir a esa fiesta cuando vi su carita de alegría con las palabras de Christopher. Estaba feliz y sabía que con lo juiciosa y responsable que es ella con el tenis, estaba aparentando estar «bien» para opacar sus verdaderos sentimientos y el ataque de Zach. Y sin poder contenerme entrelacé mis dedos con los de ella, apretándole la mano. Con esas ganas reprimidas de que estuviera bien. De que estuviera lejos de ese psicópata y siempre a salvo.

Se merecía ese momento de felicidad y que le brillaran los ojos viendo a Chris interpretar su canción. Se merecía estar feliz, pero sobre todo... se merecía estar segura.

Las dos nos quedamos prendadas en la canción y dejó de existir cualquier preocupación. Dejó de importar la gente, o el idiota de Zach.

En ese instante no existía nadie y me gustó que al menos por una noche ella se sintiera tranquila.

¿Cómo pasó? - Ksenya Khokryaeva Ft Danny Sanz

¿Cómo pasó?
Si tú lo sabes necesito que me digas.
¿Cómo fue que pasó?
Si pensamos tan diferente.
¿Por qué no sales de mi mente?
Y sé que igual, a ti te pasa igual.

Pero yo estoy seguro, tú nunca viste alguien así
pa tu futuro,
¿a quién voy a engañar?
Soy feliz cuando tú estás.

Coro
Ayudaré a quitar dudas que tengas,
quitaremos miedos,
hacer todo bien.
Dime... ¿qué perdemos?
Podemos ganar los dos.
Te confiaré a ti todos mis secretos
y me guardaré toditos mis defectos pa' darte alguien bueno.
Como te mereces... tú me haces mejor.

Verso II
Yo te vi, no pensé que me vieras a mí, así fue
diez segundos después y ya hablábamos de todo un poco,
y a lo loco me dije «¿si me gustará?» disimulando el brillo en mi mirada.
Que solo estaba si tú me mirabas, y ahora aquí estás, siempre vas.
Tú mi psicóloga en días de soledad.
Y yo tú consejero, quiero ser el primero
que sepa tus problemas
para ayudarte a sanar.

—Escribes hermoso —fue lo único que salió de mi boca al terminar la canción.

—Digamos que últimamente tengo buena inspiración —sonrió guiñándome el ojo y me quedé mirándola.

Nos quedamos mirándonos mutuamente hasta que Mateo interrumpió.

—¿Quieres algo más?

—Que te vayas —me escuché decirle en voz alta lo que debía quedarse solo en mis pensamientos.

—Déjanos solas un rato, te llamo cuando necesite levantarme —ordenó Ksenya a Mateo, sin quitar los ojos de mí.

Ninguna de las dos volteó a mirarlo y escuchamos el ruido de la silla cuando se fue.

—¿Tienes un talento oculto para la composición y no me habías dicho? Podrías ayudarme a escribir canciones.

—Yo necesitaba escribir una sola canción y ya lo hice, artista.

Su sonrisa seguía intacta.

—Acabas de abandonar una competencia, ¿por qué estás tan feliz?

—Tengo muchos motivos y uno está sentado frente a mí —fue su respuesta y la primera vez que alguien me dejaba sin palabras.

Aun así le sostuve la mirada tratando de detallarla. Sus pestañas risadas enmarcaban sus ojos. Su sonrisa seguía allí haciéndome entender que era yo quien la hacía feliz en medio de uno de los días más difíciles de su vida.

—Así como tú cuidas mis sueños, quiero ser yo quien te haga sonreír así a partir de ahora.

—¿A partir de ahora, queen? Llevas meses haciéndolo.

Y sentí cómo su mano apretó la mía y me di cuenta de que ninguna de las dos nos habíamos soltado.

Seguíamos con nuestros dedos entrelazándose y no sería yo quien se separara.

—¿De verdad te gustó la canción?

—Me encantó. Es hermosa. ¿Qué te inspiró?

—Me puse a pensar en que tú nunca me regalarías una canción porque tus canciones ya tienen dueña, así que quise explorar y escribir mi propia canción.

—¿Te dedicaste una canción a ti misma? —la fastidié.

—O pudo haber sido una canción para ti —interrumpió Christopher sentándose con nosotras.

Pero a Ksenya no le hizo gracia. Enseguida se soltó de mi mano y vi cómo le hizo señas a Mateo que vino de ipso facto y la ayudó a levantarse. Quise gritarle que no se la llevara, y que tampoco tenía que agarrarla por la cintura de ese modo. Pero la rusa tenía prisa por sentarse en la mesa de Kira y de Silvia, lejos de mí.

—¿Qué dije de malo? —preguntó Christopher confundido cuando lo fulminé con la mirada.

—Ella no es lesbiana y la hiciste sentir incómoda.

—Que no sea lesbiana no quiere decir que esa canción no sea para ti.

—Es una canción que hizo para probar que es buena en todo.

—No, Sophia —se burló—. Es una canción que escribió pensando en ti y aunque intentes mentirte a ti misma, estoy seguro de que lo sabes.

—No es lesbiana.

—Y aun así el día que la compuso tenías un ataque de celos porque pensaste que se iba a tener sexo con el cantante y ella estuvo juiciosa escribiendo para ti y tratando al cantante arbitrariamente hasta que grabara la melodía justo como ella soñaba. Puede ser que tú nunca hayas pensado en escribirle algo, pero ella sin ser compositora, escribió para ti.

—No fue por eso, somos amigas.

—Sophia.

—Christopher, ya estoy amando y mis sentimientos son por Julie.

—Pensamos que un amor se acaba porque inicia otro y no es cierto. La vida son conexiones y no te preocupes, la conexión que estás desperdiciando, la está aprovechando otra —fue lo que dijo Christopher y volteé a ver lo que me señalaba.

Kira la estaba ayudando a parar y tenía su mano sobre su trasero. No necesité nada más. En menos de dos segundos estuve agarrándola por detrás y quitando a Kira.

—Me quiero ir a casa, estoy cansada —mentí.

—¿Le digo a Ulises que te lleve? —me preguntó la rusa, confundida, ni siquiera se dio cuenta cómo, pero allí estaba yo.

Sujetándola en mis brazos.

—No me quiero ir con Ulises, me quiero ir contigo.

Y sí. Es posible que le estuviera haciendo una escena, pero no entendía por qué quería sentarse a disfrutar con la babosa de Silvia y con Kira en vez de conmigo.

Silvia me miraba sorprendida y Kira con disgusto, pero a esas alturas me daba igual.

—Ni siquiera puedo manejar así.

—Sabes a lo que me refiero, ¿tan entretenida estás que no puedes ir conmigo a descansar?

En ese punto, Kira esperaba que me pusiera en mi sitio, Mateo llegó con el agua de Ksenya y esperaba lo mismo. Pero la estaba reteniendo con mi cuerpo, para que no se apoyara en el piso y cuando Mateo se apresuró para agarrarla él, terminé de explotar.

—¡Está bien! No la voy a dejar caer, Mateo, ¿puedes tranquilizarte? ¿O te cuesta mucho comportarte como un trabajador y no como un enamorado obsesivo? Mierda, que cansón eres. —Aunque a decir verdad la que debía tranquilizarme era yo, me gustó decirle sus verdades en la cara.

—Mi trabajo es que Ksenya esté bien, por favor aparta tus manos de ella y deja de hacer el ridículo.

—Estoy bien, Mateo, y no vuelvas a expresarte de ella de ese modo si quieres mantener tu trabajo, no me gusta repetir las cosas y la siguiente... lo que verás tu carta de despido —lo calló Ksenya, para voltear a mirarme esperando una explicación.

—¿Vas a venirte conmigo o no?

—No me gustan las escenas en público.

—Solo te estoy pidiendo que te vengas conmigo, pero olvídalo.

Dejé de hablar y Mateo se encargó de sostener a Ksenya para que yo pudiera irme.

—Yo la llevo a la casa, sigan disfrutando —escuché decir a Christopher a lo lejos mientras caminaba persiguiéndome hacia la salida.

—Si no quiere venir a casa no voy a obligarla. Se soltó de mi mano como si le diera asco y todo por tu comentario. No entiendo su actitud y mucho menos que se hubiese alejado de mi mesa dejándome sola.

—Te dejó conmigo —me recordó Christopher, pero yo tenía mi monólogo personal.

—Estuvo de más buscarla, sí. Estuvo de más quitársela a Kira, pero se estaba aprovechando para tocarle el trasero. En fin. Estuvieron mal muchas cosas y ni siquiera tengo un cuarto distinto al de ella, sino que debo verla cuando llegue a dormir. ¿Y sabes algo? Quiero estar sola.

—Estás nerviosa por la semifinal, estás celosa y también estás confundida. Para ayudarte lo único que puedo hacer es mandarte la pista de la canción. Escúchala toda la noche y luego miéntete diciendo que la canción no es para ti —respondió Christopher y mientras manejaba reprodujo la canción en el carro una y otra vez.

Cuando por fin llegamos, y antes de que me bajara del carro, habló conmigo.

—El amor no siempre es igual, no siempre se sabe a la primera, y a veces crece como una planta que va surgiendo incluso en los ambientes más difíciles. No te niegues, disfruta el partido y disfruta esta etapa. Nunca sabemos cuándo es la última vez. Y si luego, en unos años o unos meses tienes que volver con Julie, por lo menos ambas habrán vivido. Y no te quedará en la mente todo lo que te reprimiste por sentirte desleal.

—No me siento desleal. No somos nada.

—Ahora repítelo viéndome a los ojos —me pidió Christopher y traté de hacerlo. Traté de mirarlo pero un millón de sentimientos se volcaron en mi interior—. ¿Lo ves? Una parte de ti se despidió, la otra siente que todavía son algo. Actúas como si siguieran juntas, pero Julie está creciendo y está viviendo y es hora de que tú también hagas lo mismo. Cuando mi hermano murió entendí que cada momento vale porque es irrepetible, hay que vivir y hacerle trampa a la eternidad.

Me abrazó fuerte y me quedé en su abrazo un rato prolongado hasta que subí a la habitación y luego de bañarme escuché la canción durante una hora, una y otra vez hasta que me quedé dormida.

De nuevo el sonido de un disparo. Avancé en medio de la niebla que lo llenaba todo. La voz de mi madre gritaba «auxilio» y seguí caminando sin ver. Quería encontrarla. Busqué y busqué hasta que encontré una piscina roja llena de sangre. Me lancé con ropa y por fin la conseguí en el fondo. Su rostro estaba despedazado. Sus ojos fuera de la cara y su nariz por la mitad. Los cabellos rubios de mi madre quedaron en mis manos cuando traté de abrazarla y allí escuché su voz: «Tú me mataste, hijita. Por ti me morí».

Desperté gritando sobresaltada. Mis gritos cesaron cuando sentí el calor de su abrazo. Eran apenas las doce de la madrugada y ella estaba allí conmigo y no en la fiesta.

—Es un sueño, no es real. Estás conmigo, a salvo —la oí decirme—. Abre los ojos, Sophi. Mírame, estás conmigo. Ese sueño no tiene poder sobre ti.

—Lo siento, perdóname, lo lamento —me disculpé sin dejar de llorar. No quería que me viera así y mucho menos que tuviera la responsabilidad de cuidar mis sueños—. Deberías estar en la fiesta disfrutando y no aquí conmigo.

—Me fui veinte minutos más tarde, la fiesta es aburrida sin ti.

—Entonces debiste venir conmigo cuando te lo pedí, en vez de dejarme ir sola. Fuiste maleducada —dije, tratando de ignorar que me sentía fatal. Que en mi mente mi madre seguía hablándome.

Mi cuerpo estaba temblando, y ella siguió mi juego:

—¿Y darte a entender que estaré puesta para ti en cada uno de tus caprichos? No, artista. Me gustó más ver tu salida triunfal. Lucías muy molesta y sobre todo malcriada.

—¿Te paraste de la mesa dejándome sola y la malcriada soy yo? Sé sincera. Te molesta que otros piensen que te gusto y que me dedicaste una canción.

—Me molesta que... —Ksenya iba a hablar, pero de pronto, pareció arrepentirse y se quedó en silencio hasta que por fin acotó—: No pediste tiempo para esta conversación así que no estoy obligada a responderte.

—Tramposa.

—Astuta, que es diferente y ahora tú y yo vamos a dormir —ordenó tumbándome a la cama y lo siguiente que hizo fue rodear mi cintura con su brazo.

—Conmigo no siempre puedes ser la que domine —me escuché decirle cuando me volteé frente a ella y fui yo la que la abrazó pegándola a mi cuerpo.

Quedamos mirándonos en medio de la oscuridad del cuarto. Sus ojos aun resaltaban en la penumbra. Me concentré en ellos cuando las imágenes del sueño intentaron aparecerse. Tenía pavor de dormir así que me concentré en sus ojos hasta que ella pegó su frente a la mía y quise, hubiese querido no estar temblando.

Hubiese querido ser un ser humano normal.

—No es real. Lo que aparece en tus sueños es producto del trauma. No es tu madre. Su cuerpo no es el que ves y aunque tuvo una muerte traumática, su alma está intacta. Ella está en primera fila desde el cielo viéndote jugar. Y seguro fue ella la que hizo que esta noche me devolviera cuando quería quedarme en la fiesta para no darte el gusto de ir corriendo detrás de ti, aunque en realidad lo quisiera. Fue ella la que hizo que viniera a buscarte.

—¿Entonces viniste corriendo detrás de mí? —pregunté intentando fingir un tono presumido, aunque en realidad, mis lágrimas estaban por toda mi cara y mis manos sudaban.

—Vine a cuidar tus sueños y estoy cumpliendo mi labor. —Me abrazó a su cuerpo y fue lo último que dijo antes de empezar a tatarear la canción que me cantaba cada vez que quería que me quedara dormida.

Karol G -

Dame tiempo
Que no estoy en mi mejor momento
Pero yo mejoro de a poquitos, sí
Hoy estoy down, pero yo sé que mañana será más bonito
Diferente
Otra vibra, otro ambiente
Hoy estoy en menos veinte
Pero me recargo de mi gente
Y mientras me curo del corazón
Hoy salgo pa'l mar a aprovechar que hay sol
Está bien no sentirse bien, es normal, no es delito
Estoy viva, más na' necesito
Y mientras me curo del corazón
Hoy salgo pa'l mar a aprovechar que hay sol
Está bien no sentirse bien, es normal, no es delito
Y mañana será más bonito

Y esa noche, a su lado, entendí que Christopher tenía razón... hay muchas formas de querer a alguien.

Cuando estaba me quedando dormida, ya con los ojos cerrados y mi cuerpo recostado a ella, sentí cómo se volteó y me abrazó de frente. Sentí su cara pegada a la mía. En realidad, yo estaba más dormida que despierta y supuse... que para ella ya no estaba consciente.

—Dios, nunca te he rezado por nada, pero por favor, bendice sus sueños. Bendícelos, Dios mío y te aseguro que comenzaré a creer en ti. Al menos por esta noche, al menos por hoy... cuida sus sueños de todo lo malo que quiera entrar en ellos.

Y la escuché rezar murmurando hasta que al fin cedí ante un sueño profundo, uno lleno de calma... uno en donde por fin, sentía paz.

Notas de autor: Feliz inicio de semana, los quiero mucho. Si ven algún error, se editará luego, pero siempre estoy agregando cosas, y full con mucho. Aún así, espero que les guste este capítulo.

1. Parte favorita
2. Momento que menos les gustó
3. ¿Creen que se puede amar a dos personas a la vez?
4. ¿creen que a Ksenya le gusta Sophi?

SORPRESA: Ya pueden escuchar ¿Cómo pasó? en Spotify. Deje el link directo en el apartado de conversaciones de mi muro. 

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