Línea de salida ✓ [Editando]

By moniirguezz

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22 carreras, 20 pilotos, 10 equipos, 1 jefe desesperado, 1 hija dispuesta a ayudar como sea, 1 piloto rival q... More

antes de leer
Prólogo
Pretemporada
La cena
Hogar dulce hogar
Ruedas y ruedas
carreras nocturnas
Conversaciones profundas
Australia
Las primeras clasificaciones
El Gran Premio
El peor cumpleaños de mi vida
Días lluviosos de oficina
Un día de perros
Decepciones en Portugal
El silencio
Nueva oficina
Odio el paintball
#Extra por un año de Línea de salida
Esto es la guerra
Viajes al pasado
Entre fotos y besos
Música para nosotros
Buenos días, Amor
"Welcome to te newest Grand Prix"
Quédate conmigo
Bienvenida a casa, Jolie
Presentimiento
Te lo prometo
Mónaco baby
Mala hierba nunca muere
Cumpleaños especiales
Mónaco Podium
La ruptura
Amor a distancia
Consecuencias
¿Mi... campeón?
Gracias, Abuela
Dulces despedidas
Encuentros
La buena vida
¿Cómo le irá a Mark?
Las máscaras
Por fin en casa
El circuito de los Black
Tardes de miedo
Leyendas entre leyendas
Aventuras las justas
Os quiero más que nunca
El día que se apagaron la luces
Línea de salida
Agradecimientos
Comunicado para todos los lectores
Hasta la meta- libro 2
Prólogo
En la línea
El desastre que me dejas
Borrón y cuenta nueva
Buongiorno principessa
Miedos
Vuelta a casa
El plan
Los Hermanos Black
Reencuentros desastrosos
¿De nuevo a Mercedes?
Buenos días Bakú
Rojo como la sangre
La remontada
La pelea
Un sencillo trato
Locuras varias
Te esperaré
Quien no arriesga, no gana
El chofer
La gala
+18
Relación secreta
El malentendido
El retrato
Adiós Canadá, hola Singapur
Heridas
Complicaciones
Entre robos y pruebas
El juego de los bolos
Sentimientos a flor de piel
En casa de papá
En casa de la tía
México lindo
Horas a un Km por hora
El cumpleaños de mi novio
Los secretos siempre salen a la luz
ira
Otra pelea perdida
La lucha de puntos
Una batalla a parte
Los milagros existen
Mis amigos de Ferrari
"The last race"
The champion of the world
Epílogo #1
Epílogo #2
Epílogo #3
Agradecimientos
Dudas
Comunicado

Una semana digna de reyes

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By moniirguezz

El encierro no solo ocurre en las cárceles y en los institutos. Yo me encontraba sola en el aeropuerto esperando a que llegasen los padres de Andrew, y digo sola porque no consideraba que Andrew me hiciese compañía, estaba atrapada durante lo que quedaba de la semana.

Mi padre no solo me había obligado, o amenazado, a quedarme con ellos, sino que también tendría que estar con Black Racing durante toda la semana para hacer de guía a los mayores socios de la empresa.

Leonor entendía que pasara este Gran Premio con ellos, mi hermano me sugirió que podía decirle que quería pasar esta carrera con mi familia por los viejos tiempos. Aunque Leonor entendiese que la situación era complicada, a Mark no le hacía ninguna gracia que tuviera que estar con Andrew durante todo el fin de semana, y ciertamente a mí tampoco me la hacía.

— ¡¿Cómo está mi campeón?!

— Hola mamá —la saludó antes de abrazarla.

Los señores King eran gente que por fuera gritaban riqueza no solo por la forma en la que vestían, también por cómo se comportaban. Eduard King era un señor de negocios que estaba al teléfono todo el día al mismo tiempo que dirigía la empresa de electricidad más importante del país, mientras que Rowina King se pasaba los días enfocada en su propia compañía de moda y organizando desfiles. Y después, estaba Andrew, un piloto de Fórmula Uno que tenía el asiento comprado.

Cuando fuimos a cenar, me pasé toda la hora enfocada en mi comida y removiendo mi café, cuando fuimos a ver la playa desde lejos, para que nadie se manchase los zapatos, yo me quedé detrás de ellos y cuando fuimos al hotel intenté irme a mi habitación y dar por finalizado mi trabajo.

— ¿Qué tal tu día? —me preguntó Mark que ya no se veía tan enfadado como por la mañana. Había estado corriendo por el circuito y se veía que acababa de llegar hace nada.

— ¿Bien? —le respondí—, por ahora no me han soltado la pregunta que siempre me hace.

— Y esa es...

— ¿Cuándo te vas a casar con Andrew? —imité el acento escocés de Rowina.

— Espero que lo hagas antes conmigo —soltó y me tiré a su lado en la cama.

— Si me lo pides mejor me lo pienso —le contesté de broma.

— Tenemos Las Vegas cerca.

— Entonces solo nos hacen falta dos disfraces de Elvis y un lugar cualquiera, ya encontraremos a alguien por la calle que lleve a cabo la ceremonia.

— Yo me disfracé de Elvis una vez, solo hace falta tu disfraz.

— Dudo que lo metieses en la maleta, así que también te hace falta uno.

— Touché —dijo con una de esas sonrisas características de Mark que tanto me encantaban.

***

Iba a ir con Harry, Andrew y sus padres a un museo que quedaba a media hora del circuito.

Antes íbamos a ir a comer a un restaurante, yo iba en el coche con mi hermano y tendríamos que esperar al resto en el lugar.

— ¿En qué piensas Peque? vas muy concentrada.

— En nada —ni siquiera le miré para responderle.

— ¿No estarás triste por estar con nosotros? —me preguntó de broma.

— No, es solo que se me hace raro después de estar con ellos —Amelia eres una mentirosa.

— ¿Sabes ya algún plan que tengan? —No sabía nada, pero si lo supiera ¿se lo contaría?

En el fondo era mi hermano, se supone que tengo que cuidar de él y apoyarlo, pero si él no hace eso por mí ¿por qué debería de hacerlo yo por él?

— No, no han hablado nada delante de mí.

— Seguro que no se fían de ti, para que después les llames amigos —a Harry le caían mal, a mí también me caían mal, hasta que por fin los conocí.

— En cierto modo... —me interrumpió y puse los ojos en blanco

— Amelia yo solo intento protegerte y buscar lo mejor para ti ¿Lo entiendes verdad?

— Sí —suspiré.

Llegamos al restaurante más ostentoso que había en la zona y el camarero nos llevó hasta nuestra mesa, el sitio tenía una decoración antigua. Lleno de cosas de siglos pasados y con cuadros de arte.

¡Mierda!

Dos mesas más lejos que nosotros estaban Leonor, Mark, Josh, Addie y una chica que no conocía, parecían tranquilos, estaban hablando animadamente esperando por su comida. Ninguno se había dado cuenta de mi presencia.

Ninguno excepto Mark, él me había puesto los ojos encima desde que me había visto llegar al lugar. Después de unos pocos minutos llegaron Andrew, Eduard y Rowina King.

Andrew se sentó a mi lado, se acercó y me besó en la mejilla, me separé de él lo más rápido que pude. Me dio asco ese momento y me surgió la necesidad de restregarme la servilleta en mi mejilla. Tenía una vista directa a Mark que acababa de apretar el puño y la chica que también observaba su mano cerrada le empezó a hablar. Mark desvió su atención a la conversación de su mesa por un momento.

— Amelia, ¿tú qué opinas? —Rowina me había estado hablando y yo no le había hecho ni un mínimo de caso.

— Perdón no estaba escuchando —Eduard siempre estaba hablando por el móvil, organizando cosas, haciendo negocios, era igual que mi padre.

— Había puesto en cuestión lo horripilante que es este restaurante —me explicó como si me importase lo más mínimo sobre lo que hablaba.

— A mí me parece que está bien.

— Tonterías querida.

— Mamá, deja ya a Mel —antes Andrew me solía llamar Mel como apodo cariñoso, se fue perdiendo con el tiempo, menos mal.

— Cariño si va a ser parte de nuestra familia va a tener que pensar, opinar y comportarse como una dama.

— Rowina le puedo asegurar que mi hermana ya es una dama —agarré mi copa de vino y le di un sorbo largo ignorando la conversación de mi alrededor.

Los ojos se me iban a Mark y como dejaba que aquella chica estuviera tocando su mano con cariño. Comí en silencio, mirándole de vez en cuando, al igual que él a mí. Cuando fue el camarero a preguntar por su postre, Leonor se fue de la mesa para atender una llamada. Se dio cuenta de mi presencia y me saludó con la cabeza, así que le devolví el saludo. Al irse, la chica apoyó su cabeza en el hombro de Mark y él se revolvió incómodo en la silla y aun así la chica no se apartó. Me sentía sustituida al ver cómo se reían los demás con ella ¿Hacían eso conmigo también?

Andrew me pasó el brazo por encima de los hombres acercándome más a él y lo aparté bruscamente, Mark estaba enfadado ahora mismo. Entonces Addie y Josh se giraron y se dieron cuenta también de que estaba ahí y se giraron para saludarme.

— Amelia no saludes a esos pordioseros —me regañó la madre de Andrew.

— Son de Goldenwheels.

— No fue de buena educación que estuvieses toda la comida mirando para ellos.

— Son mis amigos —solté y estalló la guerra.

— ¡Retira eso señorita! —exclamó la madre de Andrew horrorizada.

Pues cuando te enteres que me beso con Mark...

No volví a hablar en toda la comida.

— Deberíamos ir al museo de una vez, si vamos a estar allí mucho tiempo tengo cosas que hacer, y estoy seguro de que Andrew también

— Cuanta razón, mi Andrew tiene que centrarse en ganar, a ver si nos da una alegría y gana el campeonato —estoy segura de que esa frase no le ha gustado a mi hermano.

Fuimos al museo que quedaba a unos quince minutos del restaurante, nos dieron unos cascos con el audio para ir siguiendo al guía. Estaba lleno de gente, eso asqueó a Rowina.

¿Qué podía esperar de un museo abierto al público?

No iba a utilizar los cascos, prefería perderme por ahí antes que pasar más tiempo con esta horrorosa familia. Empecé a mirar todas las piezas de arte que había por un pasillo.

Me sorprendió un cuadro demasiado colorido que se encontraba en una pared totalmente blanca. Lo que más me gustaba era la sección de cuadros de la revolución norteamericana.

Me dirigí a la zona de las esculturas, no tenía ni idea de dónde se habrían metido mis acompañantes. Crucé por otro pasillo y me escondí rápido detrás de una columna nada más ver que estaban Addie , Josh y la chica riéndose mirando cuadros.

Decidí salir de allí y volver a la zona donde estaba antes, choqué contra algo o alguien.

— ¿Celosa, Black? —me giré y vi como esos ojos verdes me miraban.

— ¿Por qué debería de estarlo? —tardé unos segundos en reaccionar.

— Florence de verdad te estaba poniendo de los nervios.

— No estoy celosa, para nada.

— Bien.

— ¿Bien? —¿A qué se refería?

— Me gusta que tengas claro que la única persona que me importa aquí eres tú, pero sé cuándo mientes.

— No estoy mintiendo.

— Arrugas ligeramente la nariz —me llevé la mano a la cara al instante.

— No, no lo hago —Mark se empezó a reír de mí

—Yo sí que soy capaz de admitir que estaba celoso.

— No tienes de qué estarlo.

— Estoy celoso de todo el mundo que está a tu lado cuando yo no puedo —quizás esta fuese la mirada más sincera que había visto.

— ¿Por dónde nos habíamos quedado? —pilló mi mensaje rápidamente.

— ¿Cinco, seis? Yo qué sé —susurró acercándose a mí, pero simplemente pasó su pulgar por mis labios.

— Habrá que sumar uno más.

— ¡¡AMELIA BLACK!! —Ese grito solo significaba una cosa: problemas—, no me puedo creer lo que está pasando, ¿Estás engañando a mi hijo?

— ¿Qué? yo no... —ellos no saben que no estamos juntos.

— Eres una niña de buena familia, con unos buenos valores. Por el amor de Dios, ¿Quién es este?

— Mark Laurent, encantado —le extendió la mano y se la aparté al instante ¿de verdad le hacía gracia la situación?

— Ten cuidado conmigo —la señora King estaba furiosa.

— No le pago a tu padre para que su hija esté con otra persona —el señor King por fin se dignó a hablar desde que había llegado.

— Lo siento, ¿Qué? —pregunté confusa.

— He notado que casi no has hablado con mi hijo desde que estamos aquí, y dado que este muchacho estaba a punto de besarte.

Harry me estaba mirando como si no entendiera la situación.

— ¿Cuál es el problema de que me guste otra persona? —Decidí empezar la guerra.

— Cariño, piensa lo que vas a decir —le dijo la señora King a su marido.

— Solo aceptamos las colaboraciones con tu padre porque creemos que eres una compañera potencial para Andrew, tu familia es de las más poderosas de Inglaterra.

— ¡¿QUÉ?! —levanté la voz y me dio igual que todo el mundo me mirase.

— Baja la voz —otra orden.

— No —hablé—, no me gusta Andrew, ya no estoy ni en el mismo equipo que él y me gusta Mark Laurent.

¿Eso había salido de mi boca? ¿Yo había dicho eso?

— No hablas en serio —dijo Harry negando con la cabeza—, con Mark no.

— Yo...

— Por favor, puedes estar con quién tú quieras, pero no con Mark, no con él —se levantó mi hermano también y los de seguridad habían venido para llamarnos la atención y pedirnos que nos calmásemos y nos sentásemos.

¿Qué he hecho?

Miré a Mark que también me miraba asombrado y abrió la boca para decir algo, pero el padre de Andrew habló primero.

— Entonces creo que tendré que mantener una charla larga con tu padre —finalizó el señor King.

— Padre, la dejé yo —yo tengo un concepto un tanto diferente de la historia.

— Contigo también tendré una charla —entonces Eduard se fue y lo siguió su familia.

— Dime por favor que es mentira —me rogó Harry mirándome.

— No..., no puedo.

— Has tardado poco en darle la espalda a tu familia —continuó—, espero que te vaya bien con ellos.

— Harry no me hagas esto.

— A esto has llegado tú solita —sentenció—, nos vamos al hotel.

— No sé si quiero ir al hotel aún.

— Amelia, no estoy bromeando —¿estaba... llorando? Miró a Mark con odio y su mirada pasó instantáneamente a mí al ver que no me movía—. Pues aquí ya no tengo nada más que hacer.

Harry empezó a andar hasta el exterior del museo, me giré y Mark me estaba mirando.

— ¿Vas a ir detrás de él? —asentí lentamente y pude ver el dolor en sus ojos.

— Lo siento —empecé a alejarme de Mark y alcancé a Harry.

— Ni te molestes en explicarme nada.

— Harry, por favor, escúchame —llegamos hasta fuera, y en el aparcamiento no estaba el coche de los King.

— Sube al coche si quieres hablar conmigo, no tendrás otra oportunidad —Harry me había abierto la puerta de su deportivo esperando a que me subiese y me fuese con él, igual solo lo hacía porque sabía que era capaz de irme con Mark.

Seguí mi instinto humano y me subí al coche, no tenía excusas, no había hecho nada malo de lo que disculparme.

— ¿Por qué?

— Sabes que siempre me ha gustado un poco.

— Pensaba que era una cosa de niños —empecé a peinarme un mechón de pelo, solo para evitar mirarle a la cara y que pareciese que estaba distraída con otra cosa.

— Todo empezó cuando... Bueno da igual —no le podía contar que era mi vecino, a saber, qué era capaz de hacer.

— Ya, a ti todo te da igual —masculló.

El resto de camino hacia el hotel se hizo infinito, durante todo el trayecto Harry decidió que no quería hablar más conmigo y nuestra conversación se quedó en dos frases que intercambiamos cada uno. Para mi sorpresa, Mark también había llegado al recinto, su coche estaba aparcado al lado del de Leonor.

— No le contaré nada a papá —me prometió cuando entramos—, confío en que lo sabrás mantener en secreto.

— Gracias.

— No me las des.

Él tomó su camino y yo el mío.

¿Por qué era todo tan difícil siempre? ¿Por qué no podía hacer lo que yo quería? Había decepcionado a Harry y seguramente también a Mark, hasta a los padres de Andrew. Esas personas que solo aceptaban tratos con mi padre por mi relación con Andrew. Me sentía peor que un objeto, no me podía creer que mi padre aceptase eso, en realidad sí, él haría todo por Black Racing, pero nada por los Black.

Mark caminaba hacia mí.

— No has hecho nada malo —me sentía frustrada, daba igual lo que dijera.

— La he cagado —balbuceé mientras caminábamos hasta nuestra puerta. "nuestra" se sentía como una palabra extraña ahora mismo.

— ¿La has cagado a los ojos de quién exactamente? —me detuvo— ¿De las personas que pensaron en pagarle a tu padre a cambio de que estuvieras con su hijo? ¿Del chico que te pegó? ¿O de la persona que te dice a quién puedes amar y a quién no?

— Soy una idiota —me puse a llorar y me abrazó. Mark tenía razón en todo lo que decía, nunca tuve que haber sucumbido a las amenazas de mi padre para estar esta semana con los King. Solo estaba demostrando el poco aprecio que me tenía.

— No eres idiota —empezó a acariciarme el pelo.

— Si mi padre me ordena estar con ellos lo hago, si me dice que priorice Black Racing lo hago... Soy muy idiota.

— Que sea la última vez que te insultas en mi presencia —posó su mano en mi mejilla para que lo mirase—, tu padre es una persona que manipula a todo el mundo, no me extraña que lo haga con su propia hija.

— Él me obligaba a ir a las citas a las que me invitaba Andrew, al principio no me gustaba y supongo que no paró de meterme por los ojos la idea de estar con él. Su ordenador está lleno de fotos nuestras que no quiero ni saber para qué son ¿Cómo no me pude haber dado cuenta antes?

— Ahora ya lo sabes, no vas a cometer el error de hacerles caso.

— Si me amenaza con hacerte algo...

— ¿Fue eso lo que hizo? —me quedé callada— Joder.

— Lo siento.

— ¿Qué sientes? —susurró y cambió de tema—, ¿qué sientes por mí?

— No lo sé —contesté.

— Vamos —después de quedarnos quietos unos segundos mirándonos entramos y reinaba la paz en la habitación.

Él se fue a la ducha mientras yo me quedé tirada en la cama esperando mi turno, cuando salió me fue imposible no echarle miradas de reojo así que me metí lo más rápido posible y disfruté mi larga ducha. Una vez terminé de secarme el pelo volví hasta el dormitorio.

— Perdón por ser tan directo —parecía más relajado.

— Me lo merecía, no te preocupes.

— Respecto a lo de la comida..., yo... creo que me gustas.

— Ya lo sabía.

— Idiota —le pegué de broma en el brazo.

— Tú también me gustas.

— Estoy pensando en que te podría besar ahora mismo.

— Espero que la próxima vez que tus labios me besen, estés en mi cama completamente desnuda.

— Ya estamos encima de nuestra cama ¿no?

Para su sorpresa estampé mis labios contra los suyos y tardó poco en darse cuenta de lo que estaba pasando. Empezó a besarme y comencé a sentir ese calor tan familiar que aparecía cada vez que nos besábamos.

Entonces decidió ponerse encima de mí y empezó a recorrer con su mano todo mi cuerpo, no aguantaríamos más dándonos solo un beso por muy apasionado que fuera.

Empecé a quitarle esa camiseta que llevaba puesta y joder. él hizo lo mismo y yo solo llevaba el sujetador debajo de su sudadera, la que usaba para dormir, entonces comenzó a darme besos por el cuello hasta llegar a mi pecho y siguió bajando hasta mi abdomen.

— ¿Estás segura de esto? —me preguntó Mark.

— Sí —dije cogiendo aire y se acercó de nuevo a mi cara para besarme una vez más en la boca.

— Je t'aime.

"Te quiero".

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