Una Black de ojos violetas ➳...

By LuisaLane-

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El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia... More

Prefacio (Aclaraciones)
Introducción
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟭
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟮
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟯
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟰
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟱
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟲
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟳
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
𝗘 𝗣 𝗜́ 𝗟 𝗢 𝗚 𝗢
♡ Gracias ♡

Capítulo 71

659 67 21
By LuisaLane-


El señor Weasley tuvo el alta del hospital unos días después de navidad, tiempo suficiente para volver a verlo fuera del lugar y despedirnos de él sabiendo que todo marchaba en orden. Sin embargo Sirius era quien comenzaba a apagarse, porque él sabía muy bien que deberíamos regresar todos al colegio y que la casa ya no sería lo mismo sin la mitad de las personas presentes.


Me encontraba en mi habitación de Grimmauld Place, sentada sobre el borde de la cama, mientras miraba como Artemis terminaba por guardar sus cosas en una mochila y la cerraba. El silencio nos rodeaba, porque ya era momento de separarnos otra vez, pero no sería como antes y eso nos reconfortaba aunque fuera poco.

Tuvimos horas y horas para ponernos al día en muchos temas de los cuales debíamos hablar, y otros tantos banales, para recuperar el tiempo perdido que la vida nos quitó. Remus, Sirius y Tonks aprovecharon también para estrujar hasta la última gota de información de Artemis, cosa que era de esperarse, porque al igual que yo ellos estaban tan entusiasmados y abrumados por tenerlo de nuevo entre nosotros que cada tanto nos dabamos pellizcos para recordar que ya no era un sueño ni una vaga idea, sino que era real.

Artie se secó una lágrima con el puño de su sweater y terminó por cerrar su valija. Se giró hacia mí y me dedicó una pequeña sonrisa.

— Estaré bien, no te preocupes —murmuró. Asentí con la cabeza— nos escribiremos.

— Y si no tengo noticias tuyas por más de una semana, tendré que ir personalmente a Beauxbatons —ambos reímos.

Alguien tocó la puerta con dos suaves golpes. Me levanté de la cama y me acerqué para abrirla. Sirius, un poco desaliñado, se encontraba fuera de la habitación. Dio unos pasos dentro para luego hablar.

— Sé que ya nos hemos despedido, y de hecho están esperándote abajo —se acercó hasta Artemis— pero quería tener una breve charla con los dos, a solas.

— Si, por supuesto —contestamos. Cerré la puerta y caminé hasta ellos. Sirius posó cada una de sus manos en nuestros hombros.

— Me gustaría que cuando terminen el colegio vengan a vivir aquí conmigo —mi corazón comenzó a latir con rapidez— Isa, he hablado con Tonks al respecto y le parece una buena idea.

Asentí con la cabeza.

Me encantaba vivir con Tonks. Pero ella tiene su propia vida, y al salir de Hogwarts, yo tendría la mía. Y estar aquí con Sirius me daría mayor libertad, más espacio para nuestros inventos con los gemelos, más tiempo con mi tío...

— Artie —continuó Sirius— no sé bien cómo seguirá tu situación en tu casa, pero si de verdad tienes ganas vamos a encontrarle una solución.

— Me encantaría —contestó mi hermano.

Sirius esbozó una pequeña sonrisa. Tenía un nudo en la garganta.

Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos. No eran de tristeza, eran de felicidad.

— Ven aquí —dijo Sirius mientras me acurrucaba en un abrazo— tú también —susurró alegremente, al mismo tiempo que sentía los brazos de Artemis sobre mi espalda.

Eramos poquitos.

Eramos nosotros tres.

Pero eramos una pequeña y feliz familia.



Bajé los últimos escalones con pasos silenciosos y asomé la oreja cerca de la puerta de la cocina, quedándome en el pasillo de entrada. Quería escuchar quienes estaban dentro antes de interrumpir una charla importante. La voz masculina era la de Remus, pues me la sabía de memoria.

Miré hacia la habitación con la chimenea y visualicé a Kreacher quieto, observándome desde la oscuridad. Se me erizó la piel y di un respingo cuando la cabeza de Nymphadora apareció por la puerta de la cocina.

— ¡Que casi me das un infarto! —dije todavía sobresaltada. Ambas entramos dentro de la habitación. Remus se encontraba sentado en la mesa tomando café y frente a él había una segunda taza, que era de mi prima.

— Te pasa por andar espiando —murmuró ella.

— Yo no espiaba nada —mentí. Pude ver que Remus alzaba una ceja mientras tomaba un sorbo de su bebida. Tonks volvió a tomar asiento en la mesa y yo me acerqué hacia la estufa donde posaba una pava caliente, para prepararme un té y unirme a ellos en el desayuno.

— Fui a buscar tu paquete Isa —dijo Remus señalando con su cabeza una caja en el suelo.

— ¿Llegó? —Sonreí— Oh, genial —tomé un trago rápido de mi té, aguantándome las quejas de que estaba muy caliente, para luego abrir la caja de cartón.

— ¿Se puede saber qué es? —Tonks estiró el cuello por encima de la mesa. Saqué el objeto que estaba por arriba de todo y me lo coloqué en la cabeza. Eran unos sombreros violetas, en punta, cada uno con una pluma naranja al costado.

— Mercadería nueva —dije sonriendo— ¿Les gustan?

— No entiendo de moda —comenzó a decir Remus— pero yo diría que son peculiares —Tonks retuvo una carcajada al mismo tiempo que escondía su boca en la taza de café.

— Luego del almuerzo iremos hasta Hogsmeade en el autobús Noctámbulo —dijo ella. Yo solo atiné a fruncir el ceño y volver a guardar el sombrero que había sacado en la caja.

— Ah, hablando de irnos —Remus tomó con rapidez su café y dejó la taza sobre la mesa— Isa necesito unos minutos contigo.

Lo miré confundida, pero no me quedó más remedio que seguirlo por las escaleras hasta la habitación de mi padre. Se sercioró de que la puerta estuviese bien cerrada y caminó hasta la cama, pidiéndome que me sentara junto a él.

— Siempre soy yo el que da estas noticias —rió nervioso. Metió una mano dentro del bolsillo de su pantalón y sacó un pergamino viejo y arrugado, doblado en varias partes para que fuese más pequeño.

— ¿Qué es eso? —pregunté todavía confundida por toda la situación. Remus tomó una bocanada de aire y me miró con la boca abierta, como pensando qué diría a continuación.

— Mira, tienes que prometerme que no me creeras loco ¿De acuerdo? —Asentí con la cabeza— ¿Lo juras?

— Sí Remus. Serás lunático pero no loco —se rió.

— De acuerdo —me entregó el pergamino pero colocó su mano arriba del papel para que no lo abriera todavía— yo sé que tendrás muchas preguntas e intentaré responderlas pero...

— Ve al grano Rem —dije, exasperándome.

— Es una carta que escribiste en 1977 —lo miré sin comprender, pasando mis ojos del papel a mi padrino y vicerversa— viajaste en el tiempo Isa. Utilizaste el giratiempo de tu madre, se rompió, y viajaste al pasado junto con George. Estabas empezando tu quinto año... y me confiaste esta carta para dártela luego de esa fecha en el futuro.

— Que gracioso eres —me reí. Esta vez se había inventado una buena historia.

— Isa, no es broma —me agarró de ambos brazos y me miró con sus profundos ojos azules, de forma tan seria, que tuve que comenzar a creerle su loca historia— eres inteligente, sabes que estas cosas pueden suceder. Sabes que si, además, el giratiempo se rompe nada más lo puede arreglar —lo interrumpí.

Su creador —susurré.

— Así es.

Abrí con delicadeza la carta que tenía en manos, mas no me atreví a leerla aún.

— Espera, a ver si entiendo —me sacudí la cabeza— ¿Quieres decir que viajé con George a la época donde tú eras alumno de Hogwarts?

— Así es. Estábamos todos allí. Pero solo Sirius y yo supimos la verdad del viaje en el tiempo.

— ¿Qu-qué? ¿Cómo? ¿Por qué no recuerdo nada? George tampoco nunca mencionó eso.

— Bueno, según me has dicho, cuando volvieras de nuevo al futuro nacerías otra vez. Supongo que eso causó que perdieras todo recuerdo de tu vida pasada y de los meses que estuviste en el 77.

— ¿¡Meses!? —Remus asintió con la cabeza. Me quedé boquiabierta. No podía ser posible que hubiese pasado aquello.

— Yo creo que si lo cuentas te creerán loca, pero fue real. Y esa carta es para ti de parte tuya. Dudé mucho en dártela porque tenía miedo de lo que estuviese escrito ahí y que causara problemas en la línea temporal de los acontecimientos... pero dado que ya pasó el tiempo, no habrá nada escrito ahí que pueda cambiar este futuro.

— Sí, comprendo —murmuré con lentitud— pero es mucho para procesar. De repente me estoy enterando que tuve una vida anterior. Merlín...

Respiré hondo y, con valentía, decidí a leer la carta que tenía en mis manos.


"Isadora:

Llegado este momento, Sirius o Remus o ambos te habrán contado lo sucedido y deberás creerles, por más loco que suene. Tengo pruebas de cosas que sucedieron, y que, ojalá hayan cambiado para bien.

Nuestro padre murió (se cree que lo mataron) antes de que naciéramos y nuestra madre falleció durante el parto. Para ambos lados de la familia fuimos una desgracia, así que solo nos quedó una pequeña parte de ella: Fuimos adoptadas por los tíos Andrómeda y Ted Tonks, quienes ya también tenían una hija mayor llamada Nymphadora. Pero no le gusta que le digan así, prefiere Tonks o Dora.

Remus Lupin es nuestro padrino... y es un hombre lobo. Sirius Black, nuestro tío, se escapó de Azkaban porque fue encarcelado injustamente por matar a sus amigos, siendo que en realidad fue Peter Pettigrew quien lo hizo.

¿Supongo estas pruebas sirven para creerme?


No sé si estas cosas seguirán siendo iguales pero...

Cuando entré en Hogwarts el sombrero me seleccionó para ravenclaw, la misma casa que mi madre. Me hice muy amiga de un chica un año menor que yo, Jennifer Marbles, y una compañera de curso, Miranda Van Houssen. También (no sé cómo) trabé amistad con tres chicos de gryffindor, George Weasley, Fred Weasley y Lee Jordan. Ellos dijeron que me veían demasiado seria y que necesitaba más risas en mi vida, y de un día para otro congeniamos de maravilla y nunca más nos separamos.

También tuve un amigo de hufflepuff. Ambos empezamos a hablarnos cuando eramos prefectos, se llamaba Cedric Diggory... Voldemort lo asesinó el 24 de junio de 1995, en la final de un torneo interescolar llamado Torneo de los tres magos. Me hubiese gustado poder conocerlo más. A todos nos dolió mucho porque fue la primera vez que un compañero fallecía a manos de Voldemort... siendo además que, eso significaba que él había vuelto.

Siento no poder contarte nada más interesante, no pasaron muchas cosas en mi vida. ¿Quizás en la tuya si? Ojalá.

Dale mis saludos a Sirius y a Remus. Diles que me ha encantado pasar estos meses con ellos dos, verlos sonreir, hacer chistes, tratar de coquetearme sin saber que soy sobrina de uno y ahijada de otro. Me lo he pasado de diez, y sin ellos no habría sido lo mismo.

También espero que te sigas llevando bien con George Weasley, porque a mí me gusta mucho. De momento somos novios, pero sé que esto será algo que perdurará... lamentablemente, no sé qué pasará cuando vuelva al presente, pero al menos en estos momentos que escribo esta carta, sé que lo amo y que quisiera estar con él el resto de mi vida.

Cuídate Isa.

Atte. Isadora del pasado"



No le diría a nadie acerca de mi viaje en el tiempo, ni siquiera a George. Le hice prometer a Remus y a Sirius que aquello quedaría entre nosotros tres y nadie más. Inclusive me atreví a quemar la carta y hacer desaparecer toda prueba de ello.

¿Mi madre moría antes? ¿Mis abuelos me odiaban? ¿Meda y Ted me adoptaban?

¿¡Cedric moría!?

Lo tuve que procesar mucho pero, a fin de cuentas, comprendí que las cosas habían resultado para mejor en muchísimos aspectos de mi nueva vida y, por eso, estaba decidida a ver el pasado, el presente y el futuro con ojos optimistas y alegres.


Pero en estos momentos mis pensamientos estaban siendo opacados por la abarrotada sala común de gryffindor, donde los alumnos reían a carcajadas, pues Fred y George estaban haciendo una exhibición de su último artículo de broma.

— ¡Sombreros acéfalos! —Gritó George mientras Fred exhibía ante los estudiantes un sombrero puntiagudo decorado con una suave y sedosa pluma de color rosa— ¡Dos galeones cada uno! ¡Mirad a Fred!

Fred, sonriente, se puso el sombrero en la cabeza. Al principio no pasó nada, sólo que Fred tenía pinta de estúpido, pero a continuación sombrero y cabeza desaparecieron. Varias chicas chillaron, pero los demás se desternillaban de risa.

— ¡Y ahora...! —gritó George, y la mano de Fred tanteó un momento sobre sus hombros, entonces le volvió a aparecer la cabeza y se quitó el sombrero.

— ¿Cómo funcionarán esos sombreros? —escuché la voz de Hermione a una corta distancia, pero hablaba para sí misma más que con alguien. La dejé en la duda, y de paso, que no se enterara que la premio anual estaba metida en este negocio "prohibido".

— No niego que esos dos saben más de lo que aparentan —dijo Lee cruzándose de brazos a mi lado— pero sin ti no habrían llegado tan lejos... deberías pedir más crédito por estas invenciones.

— Cada quien hace su parte —me encogí de hombros— ellos son buenos vendiendo. Si fuera por mí ya estaríamos los tres en bancarrota.

Ambos nos alejamos de los sillones ya que la vista de los gemelos nos había sido tapada por un grupo de chicas que se habían acercado a contemplar el truco de los sombreros. Lee se apoyó contra una de las paredes, a un costado del arco que iniciaba las escaleras. Yo me quedé cruzada de brazos frente a él, viendo cual sería la siguiente jugada de Fred y George. Siempre era divertido escucharlos inventarse rimas y frases pegajosas para que la gente compre la mercancía.

— ¿Qué harán cuando salgan de Hogwarts? —preguntó una de las chicas del grupo. Lee me miró con una ceja alzada.

— Que bueno que lo preguntas —dijo Fred— porque abriremos una tienda de bromas, seguramente en el callejón Diagon.

— ¿Vendrán a comprarnos, cierto? —preguntó George entregándole un sombrero a una de ellas, quien ya le había pagado a Fred antes.

— Sí, pues claro —contestó.

— No me lo perdería —agregó otra.

— Ah, que chico solicitado —murmuré divertida.

— ¿Sales con George, verdad? —susurró Lee, con una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Alcé los hombros y ambos reímos— Tomaré eso como un si... Isadora... lo que nos han hecho sufrir ustedes dos —negó con la cabeza. Ambos nos reímos.

— Algún día les pagaría por todas las bromas que me hicieron —Lee me dio un pequeño abrazo.

— Me alegro mucho por ustedes —dijo separándose de mi.

Miré a George, quien seguía repartiendo gorros de aquí para allá, mientras Fred contabilizaba el dinero y repartía el cambio. Una de las chicas todavía seguía detrás de George, pasando sus dedos por un mechón de cabello que le caía justo sobre los hombros. Cada tanto veía que decía algo porque sus labios se movían, pero ninguno de los dos pelirrojos terminaba por darle la hora.

George levantó la vista y se encontró con mis ojos, que lo miraban desde otra parte de la sala común. Me dedicó una de sus bellas sonrisas y me sonrojé, sin saber por qué. Pero luego caí en la cuenta de que nadie nos estaba prestando atención, de que solo unos pocos (contados con los dedos de una mano) sabían que estábamos saliendo, y de que todos seguían creyendo que éramos nada más que amigos.

Y así me hubiera gustado que fuera hasta el final del año, pero todo gryffindor se estaba por enterar en unos minutos, y el colegio entero esparciría la noticia al cabo de varias horas.

Caminé para acercarme hacia Fred y George, ya que Lee quería estar con Katie un rato. Ambos pelirrojos contabilizaban el dinero en un rincón de la sala común, habiendo vendido todos y cada uno de los sombreros.

— Te dije que tu padrino no entendía de moda —dijo Fred sonriéndome cuando me vio acercarme— a la gente le atrae lo diferente, sobretodo si el producto viene con un extra de invisibilidad.

— De nada —dije haciendo un ademán con mi mano.

— ¿Irán mañana a Hogsmeade? —preguntó la chica, que todavía seguía allí. Se la veía nerviosa, pero no era más que una chica de quinto año tratando de hablar con Fred y George, de los estudiantes más conocidos del colegio. Y no es porque uno de ellos sea mi pareja, y el otro sea casi igual físicamente, pero ambos eran muy lindos.

— ¿Quién se perdería una salida a Hogsmeade? —dijo Fred bufando con sarcasmo.

— Angelina —susurré. Fred y George llegaron a escucharme, porque vi que ambos alzaron una ceja en señal de aprobación.

— Iremos a Las tres escobas —continuó la chica— por si quieren... venir.

— Oh —murmuró George— suena divertido, ¿Cómo te llamas?

— Madeline —respondió con una sonrisa.

— Madeline —volvió a hablar George— como te decía, suena divertido, pero tenemos planes.

Su sonrisa se achicó casi por completo, pero aún no perdía las esperanzas. Era una chica testaruda, quería cumplir su meta al cien por ciento, eso no se lo voy a negar.

— Bueno pero quizás, les sobra tiempo y pueden venir —se aclaró la garganta— estarán mis amigas también —Fred me miró de reojo. Le negué con la cabeza. Sabía que era una invitación tentadora para él, pero a esta altura del partido, esperaba (ojalá) que Fred ya hubiera madurado y entendiera que no era lo correcto liarse con chicas de quince años.

— Quizás Fred, él es el soltero —dijo George acomodando la última caja de cartón. Ella lo miró desconcertada. Luego pasó a verlo a Fred, quien miraba a su gemelo con sorpresa. George se enderezó al darse cuenta de lo que había dicho y se rascó la nuca mientras me miraba.

— En algún momento se debía saber —dijo Fred sonriendo— bueno Madeline, si nos permites, debemos hablar de negocios con nuestra asociada —hizo un ademán con su mano para señalarme— quizás si tengo tiempo me paso por Las tres escobas.

— De acuerdo —murmuró, poco convencida. Salió corriendo hacia su grupo de amigas, quienes la esperaban detrás de nosotros.

Lo siento —susurró George— se me escapó Isa —me encogí de hombros.

— Tarde o temprano se enterará la gente —dije.

— Sabes que solo tengo ojos para ti

— Lo sé —sonreí. Sentí la mano de George recorrer mi cintura

— Me dan ganas de vomitar —dijo Fred. Los tres nos reímos y George aprovechó el momento para acercar su cara a la mía y plantar un tierno y corto beso, que fue interrumpido por un chiflido de Lee en la otra punta de la sala común.

Tuve ganas de asesinarlo. Ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de que nos estábamos besando en un lugar repleto de personas, pero para peor, ahora todos se habían girado a vernos y el murmullo en la sala crecía.

— ¡De acuerdo, de acuerdo! —Gritó Fred parándose arriba de su silla— ¡Esta vez será gratis mirar, pero la próxima les cobraremos! —el pelirrojo nos miró e hizo señas con su cabeza, como para que hiciéramos algo al respecto. Sentí las miradas de unos treinta alumnos, mínimo, penetrándome en la nuca.

— Si quieren un show, vamos a dárselo —susurró George.

Me agarró con más fuerza y apenas atiné a aferrame de uno de sus hombros cuando con rapidez me reclinó hacia abajo, soteniendome solo con uno de los brazos. Con el otro acarició mi mejilla y no pude aguantarme a besarlo otra vez. Escuché los vitores de Fred y Lee de fondo, a los cuales se le sumaron muchos más alumnos y unos pares de chiflidos. George comenzó a reírse en medio del beso al igual que yo, pero continuamos unos segundos más hasta quedarnos sin aire. Me apoyé contra su pecho cuando por fin dejó de reclinarme y sentí como mis mejillas explotaban de calor.

Que vergüenza. Todos estaban mirándonos. Fred soltó un último silbido y se sentó otra vez en su silla. Poco a poco la sala común se fue calmando y cada quien había vuelto a lo que estaban haciendo con anterioridad.

— No me pueden reclamar nada —dijo él— hice que un momento incómodo fuera asombroso.

— Si, también hiciste que medio Hogwarts se enterara —dije sentándome frente a él.

— Para empezar, Lee dio el primer paso. No es mi culpa completamente —se encogió de hombros— al menos no le rompí el corazón a Madeline y compañía —rodé los ojos.

— Era romperle el corazón a Madeline y compañía o romperle el corazón a Isadora —murmuró George.

— No de nuevo —dijimos Fred y yo al mismo tiempo. Ambos nos reímos, aunque a George no le causó gracia, de hecho, estaba medio disgustado por el comentario. Pero al cabo de unos minutos se le pasó lo amargado y continuó siendo el mismo George de siempre.

La Isadora del pasado no se equivocaba.

George y yo teníamos el destino entrelazado.

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