Dara se había imaginado lo peor cuando encontró a Ahree visitándola, y no pudo evitar cerrar su puerta con su cuerpo, y apoyarse contra esta.
—Su Majestad...
—No voy a hacerte daño, Dara —declaró el rey con calma, y ciertamente, por la ausencia de Cælum fue capaz de creerle, pero aun así no iba a invitarlo a su casa.
—¿Qué es lo que quieres?
Ahree se preguntó si tenían que pasar de las cortesías tan rápido, y sobre todo cuando llevaban muchísimo tiempo ignorando la existencia del otro, pero no podía culparla si se sentía tan tensa a causa de su relación con Cælum. Después de todo, él le había permitido ir tan lejos.
—Es un poco largo...
—No importa, tenemos tiempo —insistió su antigua compañera a la defensiva.
—No, no hay tiempo, Dara —suspiró el rey—. En verdad lo siento. Si solo lo hubiera sabido un poco antes...
—Jamás quise que tú y Cælum supieran dónde estaba —aclaró la mujer muy seria, pero temía que lo que Ahree tuviera para decirle fuera tan importante como para hacerlo salir del palacio, incluso sin la protección de ningún guardia.
Aún renuente a la idea de dejarlo pasar, decidió llevarlo a través de las callejuelas de Desyd, entre tantos hogares y comercios. De seguro, era la primera vez que el Rey de Gewër se daba el lujo de pasear por su pueblo, y quería que supiera de primera mano las necesidades que tenían.
Por supuesto que Ahree no lo ignoró, consciente de todas las veces en las que quiso hacer más. Ahora sabía que lo mejor que podía hacer, sería retirarse y dar paso a una mejor opción.
A Dara cada posible respuesta se le había desvanecido cuando entendió lo que Ahree intentaba pedirle.
Ser Reina de Gewër. Algo que alguna vez bromeó con Mira y Zaniah, podía volverse realidad.
Pensó en todas las veces que Mira le había dicho que podría hacer mucho más, y quería hacerlo. Se sentía capaz de ello.
El único problema era que ya era demasiado tarde.
—Incluso si acepto, la guerra ya ha sido declarada, ¿y quieres que me haga responsable por ello? —inquirió con indignación, deteniéndolo—. ¿Quieres que corrija todo lo que el Rey Silas y tú han hecho mal a estas alturas?
Percatándose de que Ahree no se atrevía a responderle, continuó:
—No hay nada que quisiera más que poder cambiarlo todo, y darle a la gente lo que necesita. ¡No sabes lo feliz que fui cuando me seleccionaron como futura guardiana antes de saber la verdad!, pero ya es muy tarde para limpiar tu desastre. ¿En verdad creíste que robando el cristal núcleo de Wölcenn cambiarías algo? ¡Dime en qué han mejorado las cosas hasta ahora!
—Solo quería conseguir tiempo...
—¡Pues ya se terminó, Ahree! —exclamó la chica en una mezcla de enojo e impotencia, y deseaba no ser tan dura porque sabía que Ahree nunca estuvo preparado para reinar, pero no le quitaba culpa—. Lo lamento mucho, pero no puedo. Es verdad que hice negocios con Wækas bajo ciertas condiciones, y si me involucro, estaría traicionando la confianza que Marseus de Wækas y sus guardianes han tenido conmigo.
—Eso solo significa que eres la única persona que puede detener todo esto... —aseguró el rey, sorprendido por la afirmación de Dara.
Que incluso se animara a negociar con Wækas cuando las relaciones entre ambos reinos eran tan tensas demostraba su capacidad como futura reina.
—¡No ahora! No cuando ya es imposible dar otra respuesta que no sea una defensa, y es solo culpa tuya. De verdad quisiera, pero está fuera de mi alcance...
—¡No quiero una guerra! Incluso si ganamos de nuevo, no quiero que se repita porque ya perdimos tanto...
Dara suspiró dolida, con la certeza de que tampoco quería que se repitiera lo sucedido durante la invasión, y odiaba estar obligada a mantenerse en una posición neutral cuando se trataba de su propio hogar.
—Enfréntalo, Ahree. Por una vez en tu vida, sé el rey. 'Zan ta-iyi...
***
Galathéia se removió un poco, empezando a despertar. Apenas abrió los ojos, se dio cuenta de que había descansado sobre el regazo de Zéphyrine, y se reincorporó, sorprendida.
Sin embargo, antes de que pudiera pronunciar cualquier palabra, miró el sitio en donde se encontraba, que parecía ser una de las habitaciones del palacio, y justo en ese momento, compartía lugar en un mueble alargado junto a la bruja.
Aunque la habitación lucía un poco vacía, las cortinas y almohadones eran de colores vistosos y elegantes, y encontró también una lámpara de mosaicos como las que había visto en el mercado. Estaba segura de que eran cosas que a Zéphyrine le llamarían la atención, ya sea por su color o textura.
—¿Esta es tu habitación...? —preguntó en medio de su asombro.
—Sí, algo así... —respondió Zéphyrine en un murmullo. No solía tener un lugar fijo, pues casi siempre estaba en el palacio, o con Moirean, pero no volvería allí jamás—. Apenas he tenido tiempo de decorarlo, pero quiero también una alfombra enorme... —se detuvo, segura de que sus futuros planes de diseño de interiores no eran relevantes en ese momento, pero al pensar en aquello que debía darle prioridad, se percató de lo molesta y dolida que estaba con Galathéia—. ¿Por qué lo hiciste?
—No quiero una guerra...
—¡No mientas! Tú y Andrómeda lo supieron todo el tiempo.
—¡Tal vez pensé al principio que era lo que este reino merecía! —exclamó la guardiana, incómoda al confesarlo, pese a las veces que Lyn la había convencido de que Gewër tenía que pagar por lo sucedido—. Creí que todos serían enemigos, y no pensé en que eran tan vulnerables como Wölcenn en este momento. Tampoco pensé en lo mucho que todo esto te importaba a ti...
Con la mirada caída, Zéphyrine exhaló un suspiro, segura de sentir una punzada muy similar a una fisura que ya no podría ignorar por más tiempo.
—¿Y creíste también que dando tu vida se solucionaría todo?
—¿Para qué si no nací con este don? —inquirió Galathéia desesperada—. Ambas sabemos que nunca fui de gran ayuda para la Primera Guardia, pero pensé que si podía detenerlo todo, valdría la pena...
Incapaz de responder, Zéphyrine le arrebató el aire en un abrazo muy fuerte y hundió su rostro contra su hombro, en tanto se aferraba a su cuerpo casi con sus uñas. La sola idea de perderla la hacía sacudirse en llanto, al principio lento, pero poco después, más desesperada, porque incluso si estaba destinada a permanecer sola por el resto de su vida, podría soportarlo si tenía la certeza de que en donde sea que estuviera, Galathéia estaría bien.
—Aún te debo un vínculo... —murmuró despacio la guardiana, sin saber qué hacer para detener su llanto, porque de alguna manera, la hería a ella también.
Sin embargo, eso solo provocó que la bruja levantara su rostro lleno de lágrimas frente a ella, con una mirada molesta.
—¡Basta de eso! No más vínculos, por favor —suplicó—. Volvamos al tiempo en que creíamos que no tenías un don, es mucho mejor así...
—Tú no lo entiendes...
—¡Sí que lo entiendo! —aseguró la bruja tomando aire para detener su llanto, pero su vista empezó a nublarse debido a este, y sus hombros cayeron con desconsuelo—. De niña pensé que estaba destinada a grandes cosas como tú o Lyn, pero ahora solo lo arruino todo... —musitó, tragando con dificultad—. Una vez estuve aquí en el palacio, frente al cristal núcleo, y Cælum dijo que estaba por extinguirse, y que lo mejor sería conseguir uno nuevo, ¡y sé que era una broma!, pero lo único que pensé en ese momento, fue que conocía una forma de arreglar las cosas, y tampoco quise dar marcha atrás incluso cuando ya era muy tarde. Sabía que iban a odiarme y que jamás me dejarían regresar a Wölcenn, ¡pero créeme!, nunca pensé en lastimarte a ti, o a Lyn. ¡Creí que iba a solucionarse todo muy rápido, y que podría devolver el cristal pronto...! Aún quiero creer que todo esto solo es una pesadilla...
Galathéia sintió que solo podía dejarla llorar sobre su hombro hasta desahogarse por completo, y por momentos, pasar sus dedos por su cabello.
—No te lo he dicho, pero te ves realmente linda sin tu sombrero... —murmuró muy bajo, y en respuesta, solo sintió a la bruja aferrarse más a ella, y suspiró apenada. Si seguía así, acabaría llorando ella también—. Por favor, no regreses con Moirean nunca más...
Zéphyrine no se atrevía a contárselo, a pesar de que los recuerdos eran aún demasiado nítidos para cargarlos ella sola.
—No creo que vuelva a molestarme... —musitó, y aquello fue suficiente para que Galathéia se diera una idea de lo que sucedió, pero no iba a forzarla a relatar más—. No tienes que seguir haciendo esto, sé que te estoy fastidiando... —dijo apenitas, pero sin la fuerza para separarse de ella, a pesar de que la guardiana tampoco la apartó.
—No me fastidias —confesó suave—. Y además, tú me cuidaste mientras estuve inconsciente...
Zéphyrine negó un poco con la cabeza.
—Eso tampoco me molesta. Ya te dije que podría mirarte todo el tiempo.
Galathéia no pudo ignorar el cosquilleo que aquello le hizo sentir, pero la llenaba de culpa, y no lo entendía. Incluso cuando había hecho lo que consideró correcto, aquello seguía sintiéndose mal, y se preguntó si se debía a que ambas seguían en lados contrarios, o por el hecho de que nunca hubo un pasado y mucho menos un futuro para ellas.
—Galathéia, ¿es normal que enamorarse duela tanto? —inquirió muy bajo, todavía abrazándola a pesar de que su agarre era mucho más débil. Estaba cansada de llorar, y aun así, el dolor y la confusión persistían—. Supongo que nunca te sentiste así con Elyon...
Quizás se debía más al tono quebradizo de la bruja al decirlo, que Galathéia sintió doler con ella, y sin embargo, todavía era incapaz de responder. No cuando su corazón ansiaba una cosa muy distinta a lo que su cerebro le pedía. Quería decirle que lo sentía mucho, y que esperaba algún día encontrara otra persona que fuera la correcta, y que jamás la lastimara.
Pero no quería que hubiera otra persona. Quería ser solo ella.
—Creo que entiendo a Cælum —continuó Zéphyrine, agradecida con el silencio, porque podía reflexionar con mayor calma, y así no le ganaba la vergüenza—. Al principio pensé que necesitaba tener un lugar para sentirme segura y cálida, pero también quería ser parte de algo por una vez. En realidad, solo sentí eso cuando llegaste junto a Andrómeda, y... me doy cuenta de que tú eres mi lugar seguro —confesó, separándose al fin de su abrazo para mirarla, dándose cuenta de que la sonrisa que esbozó Galathéia en ese momento era demasiado débil.
—Pensé que estar junto a mí te dolía... —respondió apenitas, sin darse cuenta de que sus dedos buscaban tocar la mano de la bruja muy lento, como si fuera una casualidad.
Zéphyrine volvió a negar.
—Eso es porque sé que no te tendré para siempre.
Y aunque el silencio volvía a ganarle, Galathéia sintió que tampoco debía decir algo más. Incluso si no podía estar más de acuerdo con Zéphyrine, y sabía que terminaría doliendo más, tocó suave su rostro con la punta de sus dedos, y se inclinó hacia adelante.
Zéphyrine se mantuvo quieta, casi congelada en su lugar, a la espera, y por instinto, cerró sus ojos hasta el momento en que lo sintió.
Era suave. Demasiado suave y dulce, aunque no sabía qué hacer, por lo que no se movió, y dejó que Galathéia siguiera presionando sus labios contra los suyos, mas, en el instante en que la sintió separarse —solo un poquito—, se inclinó hacia ella, reanudando así el beso, con sus labios un poco más entreabiertos. Fue suficiente para que la guardiana sintiera mayor confianza en lo que hacía, y probó con lentitud, dándole tiempo a Zéphyrine de que le correspondiera y tratara de hacer lo mismo.
El cosquilleo en su estómago fue más intenso, y quiso acercarla más a sí misma, haciendo que pronunciara un pequeño murmullo contra sus labios que le provocó seguirla besando, suspirando al separarse.
Sintió que quizás, había tomado más de lo que pensó al principio, por lo que no pudo evitar bajar la mirada con vergüenza, y la bruja hizo lo mismo al salir de su ensueño, y llevó sus manos a sus mejillas para sentir cómo estas hervían.
También, tocó con la punta de sus dedos sus propios labios, anhelando la misma sensación que tuvo hace un momento, y en cuanto volteó a mirar a Galathéia, pudo jurar que su corazón se le escaparía del pecho.
—¡Perdón! Ese fue el primero para mí en toda mi vida, y de seguro lo hice horrible... ¡Es que siempre pensé que llegado el momento tendría una especie de revelación y sabría qué hacer!, pero esperé un poco y seguía sin saber, y traté de hacer lo mismo que tú pero...
Por primera vez extrañó la ausencia de su sombrero, porque era bastante útil para esconder su rostro con él.
—En realidad, me gustó mucho... —murmuró Galathéia con una sonrisa muy pequeña, que se ocultaba más entre el rubor de sus mejillas.
Aquello hizo que Zéphyrine quitara sus manos para mirarla, y decidió ignorar sus acelerados latidos, al tiempo en que humedecía un poquito sus labios con su lengua.
—¿Te gustó... lo suficiente como para querer intentarlo de nuevo?
En respuesta, Galathéia asintió, y muy rápido, se sentó sobre su regazo, cortándole la respiración a la bruja en dicho momento, que apenas podía reaccionar al hecho de tenerla encima de sus muslos y mirándola con tanta atención.
—Cierra los ojos —le pidió ella, y volvió a tomar su cara entre sus manos, aproximándose para volver a besarla.
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Que tuvieran que pasar cuarenta capítulos para que una de las ships principales al fin tuviera un beso, quizás demuestre lo mucho que me gusta el slowburn, y me disculpo bastante por ello 🙏🙏🙏
¡Gracias por aguantarme una semana más!, confieso que sí me voy a sentir muy vacía cuando termine de publicar esta historia, pero de momento me hace feliz que también les gusta y no estoy tan solita en esto 🤧