Cuarenta y uno

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A pleno vuelo en dirección al norte, Elyon y Vega avistaron una nave en medio del océano que por su diseño, solo podía ser de Wækas, por lo que ordenaron aterrizar sobre la proa a sus aves

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A pleno vuelo en dirección al norte, Elyon y Vega avistaron una nave en medio del océano que por su diseño, solo podía ser de Wækas, por lo que ordenaron aterrizar sobre la proa a sus aves.

No obstante, al apenas llegar, ambos guardianes fueron apuntados por largas armas de fuego que desconocían, mientras Andrómeda intentaba bajarse de la garza a prisa, tratando de pedir que se detuvieran.

—Capitán, unos intrusos han abordado la nave.

—¡Que no somos intrusos! Puedes preguntárselo a tu rey —se quejó Vega, antes de que se diera cuenta junto con Elyon de que el capitán al que llamaron, no era el que solían conocer con ese cargo.

En su lugar, estaba Rygel de Wækas, que primero, con curiosidad, miró las aves, tratando de entender la situación, y luego al ver a los guardianes de Wölcenn —y en especial, a Elyon—, se le escapó un bufido de frustración.

—No puede ser, ¿¡tú otra vez!?

—¡Rygel!

El rubio enmudeció al recibir apenas a tiempo a la bruja en sus brazos, y no pudo evitar estrecharla con la fuerza que la había extrañado.

—¡Andy!, ¿me juras que estás bien? —inquirió, agachándose un poco a ella, que asintió segura, y luego, volvió a mirar hacia los guardianes, conteniendo apenas una mueca por el desagrado que le producía la sola idea de agradecerles.

Alzó su mano hacia sus hombres, ordenándoles que dejaran de apuntar a los forasteros.

—No son intrusos, son nuestros aliados —declaró casi con odio, mientras se aproximaba a ellos—. Me alegra que hayan podido llevar a cabo la misión que mi rey les ha encomendado...

—Agradezco también la oportunidad de permitirnos volver a unir nuestras naciones. Si no es molestia, puedo seguir ayudando a la misión —pidió Vega con firmeza, y solo recordando el enfrentamiento que ella tuvo con Marseus, Rygel pensó que era lo bastante fuerte para ir al frente.

—En dirección al sureste encontrará la flota de Wækas, en donde se encuentra mi rey y el suyo.

—¿Puedo ir contigo? —pidió Andrómeda, regresando hacia Vega. Aunque no le entusiasmaba la idea de ponerse en peligro, el estar cerca de Marseus le ofrecía cierta seguridad.

—¿Esta nave no se encuentra con la flota? —preguntó Elyon, curioso de que estuvieran tan alejados del resto, mas, Rygel negó.

—Mi posición actual es como explorador en vanguardia, en caso de que nuestros enemigos decidan tomar otro camino. Por ahora, es la posición más segura.

—Olvídalo, me quedo aquí... —murmuró Andrómeda, dando vuelta de regreso con Rygel.

—Está bien, iré al frente —decidió Vega—. Ely, quédate como apoyo.

Bastó una mirada entre los dos guardianes rivales para que se diera cuenta de que quizás, aquella no era su mejor idea. No obstante, Elyon esbozó una sonrisa más decidida.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now