Treinta y cinco

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Una prisión muy oscura y aterradora jamás sería el lugar indicado para ponerse al corriente de todo lo sucedido mientras estuvieron separados, pero estando solo ellos dos, Galathéia y Elyon no vieron otra opción, además de hundirse en la desespera...

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Una prisión muy oscura y aterradora jamás sería el lugar indicado para ponerse al corriente de todo lo sucedido mientras estuvieron separados, pero estando solo ellos dos, Galathéia y Elyon no vieron otra opción, además de hundirse en la desesperanza que les provocaba la derrota.

Al menos, no estaba todo tan perdido, pero ellos sí que lo estaban.

En otras circunstancias, Galathéia no habría tenido el tiempo necesario para asimilar todo lo Elyon le contó, y todavía no se sentía capaz de creerlo, a pesar de saber que él no mentiría.

Si algo era seguro, era que con la amenaza del derrumbe de Wölcenn, poco a poco su corte real colapsaba también, y lo más increíble de todo para la guardiana, era que los primeros en caer fueran justamente sus pilares más fuertes: Elyon y Lyn.

Tal vez, no era algo reciente, y ya llevaban algún tiempo soportando el peso de cuidar a su reino.

Recogió sus piernas contra ella, deseando poder abrazarlas a pesar de estar encadenada, y pensó que no debía importarle tanto si elegía morir, puesto que muy pronto ya no habría un hogar al cual regresar. Ladeó la cabeza, y miró a Elyon con profundo cariño; a pesar de las heridas en su piel, y su cabello desordenado, seguía viéndose de algún modo, muy impecable. Nadie sospecharía que recibió la mayor derrota de su vida.

—¿Todavía te duele? —inquirió acerca de sus quemaduras, e incómodo, el chico asintió leve.

—Ya pasará —respondió a la espera ansiosa de ello, pero incluso si borraba todas las heridas, sin que quedara el mínimo rastro de estas, el temor y la vergüenza quedarían con él por un tiempo mucho más largo.

—¿Qué hay de tu don...?

Elyon soltó una risa áspera. Si pudiera usar su don, hace mucho habrían escapado de ese horrible calabozo. Trató una vez más, pero no sucedió nada.

—No sé cuándo lo recupere... o si voy a recuperarlo —resopló con algo de temor. No era tan fuerte como se había imaginado, con o sin su don.

La seguridad que tenía en sí mismo le ayudó por mucho tiempo, pero esta terminaba de desmoronarse, sobre todo después de lo sucedido en Wækas.

Todavía dudaba de si debió llegar más lejos para conseguir el cristal núcleo de Wækas, a pesar de que Lyn también tuvo sus dudas, pero pensó en el guardián de Gewër contra el que se había enfrentado, y pese a todo, no quería llegar jamás a ser así.

Galathéia, por su lado, deseó poder ayudarlo de alguna forma, pero su don no sanaba más rápido otra cosa que no fueran las fisuras, y además, estaba muy lejos de él para alcanzarlo. Una vez más, era una carga que representaba más problemas que la ayuda que se suponía, debía ser.

—¿Qué querías decirme? —preguntó Elyon luego del largo silencio, sorprendiendo a su compañera.

—¿Dije que quería decir algo? —inquirió, sin recordarlo, pero Elyon rio un poco por primera vez desde que se volvieron a encontrar.

Almas de cristalWhere stories live. Discover now