Almas de cristal

By leezluntz

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Cualquier acto atroz te condena a la destrucción, y enamorarse puede ser letal. Conoce el mundo donde mueren... More

|| Sinopsis y mundo
|| Guía de personajes + Nota de autora
Primera parte
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Segunda parte
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Treinta y seis
Treinta y siete
Treinta y ocho
Extra
Tercera parte
Treinta y nueve
Cuarenta
Cuarenta y uno
Cuarenta y dos
Cuarenta y tres
Cuarenta y cuatro
Cuarenta y cinco
Cuarenta y seis
Cuarenta y siete
Cuarenta y ocho
Cuarenta y nueve
Cincuenta
Epílogo
Nota de autora
Extra II
Extra III
¡Especial 100k! (Pt. 1)
Especial 100k (Pt. 2)
Especial 100k (Pt. 3)
Especial 100k (Pt. 4)
Especial 100k (Pt. FINAL)
Especial de San Valentín 2024

Treinta y cinco

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By leezluntz

Una prisión muy oscura y aterradora jamás sería el lugar indicado para ponerse al corriente de todo lo sucedido mientras estuvieron separados, pero estando solo ellos dos, Galathéia y Elyon no vieron otra opción, además de hundirse en la desesperanza que les provocaba la derrota.

Al menos, no estaba todo tan perdido, pero ellos sí que lo estaban.

En otras circunstancias, Galathéia no habría tenido el tiempo necesario para asimilar todo lo Elyon le contó, y todavía no se sentía capaz de creerlo, a pesar de saber que él no mentiría.

Si algo era seguro, era que con la amenaza del derrumbe de Wölcenn, poco a poco su corte real colapsaba también, y lo más increíble de todo para la guardiana, era que los primeros en caer fueran justamente sus pilares más fuertes: Elyon y Lyn.

Tal vez, no era algo reciente, y ya llevaban algún tiempo soportando el peso de cuidar a su reino.

Recogió sus piernas contra ella, deseando poder abrazarlas a pesar de estar encadenada, y pensó que no debía importarle tanto si elegía morir, puesto que muy pronto ya no habría un hogar al cual regresar. Ladeó la cabeza, y miró a Elyon con profundo cariño; a pesar de las heridas en su piel, y su cabello desordenado, seguía viéndose de algún modo, muy impecable. Nadie sospecharía que recibió la mayor derrota de su vida.

—¿Todavía te duele? —inquirió acerca de sus quemaduras, e incómodo, el chico asintió leve.

—Ya pasará —respondió a la espera ansiosa de ello, pero incluso si borraba todas las heridas, sin que quedara el mínimo rastro de estas, el temor y la vergüenza quedarían con él por un tiempo mucho más largo.

—¿Qué hay de tu don...?

Elyon soltó una risa áspera. Si pudiera usar su don, hace mucho habrían escapado de ese horrible calabozo. Trató una vez más, pero no sucedió nada.

—No sé cuándo lo recupere... o si voy a recuperarlo —resopló con algo de temor. No era tan fuerte como se había imaginado, con o sin su don.

La seguridad que tenía en sí mismo le ayudó por mucho tiempo, pero esta terminaba de desmoronarse, sobre todo después de lo sucedido en Wækas.

Todavía dudaba de si debió llegar más lejos para conseguir el cristal núcleo de Wækas, a pesar de que Lyn también tuvo sus dudas, pero pensó en el guardián de Gewër contra el que se había enfrentado, y pese a todo, no quería llegar jamás a ser así.

Galathéia, por su lado, deseó poder ayudarlo de alguna forma, pero su don no sanaba más rápido otra cosa que no fueran las fisuras, y además, estaba muy lejos de él para alcanzarlo. Una vez más, era una carga que representaba más problemas que la ayuda que se suponía, debía ser.

—¿Qué querías decirme? —preguntó Elyon luego del largo silencio, sorprendiendo a su compañera.

—¿Dije que quería decir algo? —inquirió, sin recordarlo, pero Elyon rio un poco por primera vez desde que se volvieron a encontrar.

—Sé bien cuando quieres decir algo y no te atreves, Galathéia...

Era verdad, a pesar de que en ese momento, no tenía nada en mente. Pensó en todo lo que creía que debía decirle, y la primera imagen en sus pensamientos, fue la de cierta bruja pelirroja muy irritante...

No. Todo menos eso.

Se obligó a olvidar aquello y pensar en algo más, aunque acabara doliendo más que su pensamiento inicial.

—Lo siento mucho... por todo —suspiró con dificultad por el nudo en la garganta que se le hacía al pensar en todo lo que había salido mal—. También eché las cosas a perder. Sabía que no tenía ninguna oportunidad, pero estaba tan desesperada por querer probar algo... —Se detuvo, recordando que ni siquiera había alcanzado a decirle que pensaba en renunciar a la Primera Guardia—. Fui tan egoísta y estúpida, y si hubiera hecho las cosas mejor, no habrías tenido que buscarme, ¡y nada de esto habría sucedido!

Lo más molesto de todo para Elyon, era no poder consolarla en sus brazos, como era debido, pero con una mirada muy tierna, la guardiana pudo calmarse, a pesar de que ni siquiera podía limpiar sus propias lágrimas.

—Si te sirve de algo, también fui muy egoísta y estúpido... —murmuró el pelinegro—. También quería probar algo. Supongo que pensé que todo esto sería como una prueba o un entrenamiento más. Azhryl tenía razón, debí quedarme contigo en Wölcenn...

—¡Claro que no! —exclamó Galathéia—. Tenías que estar con Lyn, debías cuidarlo...

El chico bajó la mirada, incómodo. Era una promesa rota, y también, la única parte que no le contó a su compañera porque no lo veía necesario.

—Fallé en eso también... —murmuró triste.

Sintió merecer lo que estaba pasando en ese momento, porque no solo había fallado a su deber como guardián, también le había dado la espalda a su amigo. Y a pesar de que aún se sentía molesto y confundido, una parte en su corazón insistía en que seguía queriendo a Lyn. Lo extrañaba bastante, quería saber cómo estaba, y se odiaba por haber reaccionado de la forma en que lo hizo.

Lyn lo había querido por mucho tiempo en silencio, y él solo destrozó sus sentimientos y lo abandonó. Si moría, jamás podría decirle cuánto lo lamentaba, y si por alguna razón, lograba huir de allí, no creía que volvieran a ser tan unidos como antes.

—Quién debe pedir perdón soy yo —admitió con la voz quebrada, recordando una y otra vez su derrota—. Debí ser más fuerte y sensato. Debía protegerte, y quizás esto te haga gracia, pero Azhryl me dijo que si algo te llegaba a suceder, me mataría...

Al instante, escuchó a Galathéia reír, y aun entre sollozos, seguía siendo tan dulce, y provocaba cierto cosquilleo en su interior. Debía ser completamente irreal que después de tanto tiempo, siguiera sintiéndose igual por ella, pero era lo más genuino que había tenido en su vida.

Galathéia, por su parte, agradecía poder reír así, e incluso, imaginarse a Azhryl diciéndolo. Se imaginó a sí misma en la escena, porque echaba en falta tanto a su hogar y a sus compañeros, y una vida entera se le hacía muy poco ahora que estaba más cerca de morir.

—Y lo siento, Galathéia. Sé que querías seguir creyendo en Zéphyrine... —murmuró el guardián, sacándola de sus pensamientos de repente.

El nudo se hizo mucho más grueso, y por un momento, Galathéia se olvidó de cómo respirar. El dolor de la culpa volvió con mayor intensidad, y en realidad, nunca se había ido, pero en ese momento, estaba segura de que no iba a vivir en paz si no decía la verdad.

No sabía a cuál verdad se refería su corazón, ni por qué evitaba tanto la sola mención de Zéphyrine. Quizás, era porque no quería creer que le había mentido y la había traicionado, pero sabía que de alguna forma, ella la lastimó también.

Lo hizo por egoísmo. En ese momento lo único que pensó, fue en que Zéphyrine tenía razón, y siempre tuvo la vida perfecta, y aun si no creía merecerla, tampoco se sintió lista para dejarla atrás.

Antes de saber qué diría, empezó a sollozar, y se odió más a sí misma, porque sabía que Elyon se preocuparía y no podría decir que no era nada, incluso si sentía doler, y solo pedía que se detuviera.

—¡Lo siento, Ely! —exclamó en medio de su llanto—. ¡Lo siento, lo siento, lo siento!, no tienes idea de cuánto me estoy odiando en este momento...

Quería detenerse, pero el dolor era mucho más grande, y no tenía que mirar a Elyon para darse cuenta de lo confundido que se veía, de lo mucho que quería consolarla, a pesar de que no lo merecía, y eso solo la hacía sentirse peor.

—No quiero hacer esto, no quiero lastimarte, no quiero que me odies, incluso si lo merezco...

—Jamás te odiaría, pero me estás preocupando bastante... —admitió el chico, dolido de verla llorar así. Solo podía imaginar que se sentía responsable de que fueran prisioneros, y ya había dejado en claro que ambos tuvieron la culpa de eso.

La guardiana se pidió a sí misma respirar profundo las veces necesarias hasta encontrar la calma, incluso si respirar en sí dolía. Más fácil habría sido desear morir.

—Yo... yo solo quería que todo fuera igual que antes...

—Tú no tienes la culpa de las decisiones de Zéphyrine —rectificó su compañero, tan serio como podía, y a pesar de eso, los ojos de Galathéia volvían a aguarse.

—Hice algo horrible solo porque quería mantener las cosas como antes... —Trató de explicar, dándose pausas para que el llanto no la traicionara de nuevo—. Pero aun cuando te vi frente a mí, y creí que todo estaba más cerca de arreglarse, no era lo mismo. Incluso ahora, no siento lo mismo, y no quiero mentir, no quiero mentir de nuevo, y mucho menos a ti porque no lo mereces. Y si pudiera elegir, desearía que fueras tú, pero incluso con todo, lo único que quiero es que ella esté aquí...

Quiso reír con ironía, a pesar de que sus lágrimas seguían traicionándola. El dolor de repente disminuía, como una especie de tortura que solo se detendría cuando terminara de hacer añicos su propia vida.

—Siempre pensé que lo mejor de poder estar contigo, es que con el tiempo, aprendería a ser más como tú. A veces te envidiaba solo por estar tan seguro de todo, incluso si te equivocabas. Quería haber sido tan valiente con ella como tú lo fuiste conmigo. Creo que ya no importa si los dos me odian ahora...

Soportar el silencio era mucho más angustiante. Ni siquiera se atrevía a mirarlo de vuelta, pero sabía que lo había herido.

Y no obstante, Elyon no sabía qué responder a todo aquello. Su corazón se había arrugado un poquito al terminar de escuchar y comprender a Galathéia, y aún seguía intentándolo, pero no dolía tanto como se lo imaginó. Quizás, se estaba dando su tiempo para reaccionar al golpe. Como fuera, sonrió a medias, triste, pero con la seguridad de que Galathéia era honesta.

—Podríamos morir en cualquier momento, y aun así, eliges terminar por lo que sientes...

—No te mereces morir sin saber la verdad... —admitió la chica en voz muy bajita, con miedo.

—Ese es el punto. Ahora mismo, no sé si hubiera preferido no saberlo hasta morir, pero creo que tú no te habrías sentido bien así —divagó, como si una parte de él, todavía no estuviera al tanto de la situación—. Yo siempre voy a querer que seas feliz, así que me alegra un poco que hayas podido decirlo. —En un murmulló, siguió mirándola con el cariño que le guardaba, a pesar de que en verdad le apenaba terminar así, y suspiró.

Ella le miró con duda. Todavía su corazón latía con prisa, y temía que en cualquier momento, Elyon dijera que la odiaba. Incluso, se sentía un poco molesta de que no fuera así, porque al menos, le estaría dando la razón a las cosas horribles que su conciencia decía de sí misma.

—¿No vas a decir que me odias...?

El chico negó con la cabeza, y al mirarla, estaba extrañado de que insistiera tanto en eso.

—¿Crees que te odiaría solo porque no sientes lo mismo? Si lo hiciera, entonces nunca te habría amado en realidad...

Galathéia suspiró, deseando una vez más, poder ser como él.

No se atrevía a decir más, por lo que esperó a que en cualquier momento, aquel guardia de Gewër regresara a dictarles su sentencia.

***

Antes de entrar a uno de los salones del palacio, Cælum se detuvo al escuchar unos pasos apresurados y firmes bastante familiares, y aunque no estaba de humor para soportar la siguiente ocurrencia de Zéphyrine, volteó a ella, amenazante, solo para darse cuenta de que ella le miraba de la misma forma.

—Fuiste tú todo este tiempo, ¿no es así? Tú fuiste quien asesinó al Rey Silas —aseguró con la completa certeza de que si bien no sabía pelear ni usar armas como él, su don le bastaba para defenderse—. ¿Sabes? Todo este tiempo quise creer que solo actuabas así para no mostrar lo mucho que te dolió perder al resto de la Primera Guardia, o lo de Ahree, o solo porque crees que así toda Gewër va a respetarte. Nunca pensé que eras el monstruo que la gente a veces decía...

Cælum no pudo evitar rodar los ojos. Estaba seguro en un gran porcentaje de que iba a decir algo estúpido, pero aquello superó sus expectativas.

—No tienes ni idea de lo que estás diciendo, Zéph...

—¿En serio que no? —rio la chica con ironía—. ¡Dejaste que inculparan a Ahree todo este tiempo! ¿Y así dices amarlo? ¡Ni siquiera te mereces ser llamado héroe!, solo eres un narcisista retorcido.

El rubio soltó una pequeña risa de manera inesperada, pues a pesar de lo equivocada que la bruja estaba, sentía una extraña afinidad con su diagnóstico.

—¿Terminaste ya de ponerte en ridículo, o vas a seguir? Aunque pensándolo bien, es una especie de pasatiempo en ti...

Harta, y sin el menor atisbo de temor, la bruja se acercó más, con una mirada de odio.

—Tú y Moirean son iguales, por eso la defendiste —masculló—. Miente todo lo que quieras, Cælum. Di que lo hiciste por amor, o lo que sea, de seguro disfrutaste tanto asesinando al anterior rey, como lo disfrutas al herir a cada persona que se cruce en tu camino...

—¡Yo no asesiné al Rey Silas! —soltó el chico de repente, con la desesperación que lo atormentaba cada vez que Zéphyrine repetía la misma afirmación, y tras un pequeño temblor en su mano que le demostraba que estaba por perder el control ante sus propias emociones, sonrió con tristeza de solo recordar lo que más temía—. Pero créeme, Zéphyrine, no hay un solo maldito momento en el que no deseara ser yo quien lo hubiera hecho, ¡y tienes razón! Lo habría disfrutado cada instante, incluso si me hubiera llevado a la muerte, ¡porque se lo merecía!

Se dio cuenta de que la bruja enmudeció de repente ante su afirmación, confundida, y solo conseguir que hiciera silencio logró tranquilizarlo un poco más, pero lo dejaba con el dolor de recuerdos que se moría de ganas de sepultar.

Odiaba sentirse vulnerable incluso frente a Ahree, pero en ese momento sintió que no era tan diferente de Zéphyrine. Que, tal vez, ella sí podría entenderlo...

—No lo hice yo, y creo que ese fue mi mayor error... —murmuró, bajando la mirada, y decidió apoyarse contra la pared hasta sentarse, e invitó a Zéphyrine a hacerlo también.

Aún confundida, ella aceptó por inercia, pero ya no sabía qué esperar cuando su guión mental fue arruinado tras la confesión del guardián.

Cælum tampoco sabía muy bien cómo iniciar. ¿Qué tanto tenía que obligarse a recordar y contar para que Zéphyrine pudiera entenderle? ¿Cómo podía relatar algo así?

Pensó en la manera en que empezaban todos los cuentos, a pesar de que su historia no tenía nada de infantil, y mucho menos, un final feliz. De hecho, se asemejaba más a una historia de terror...

Y sin embargo, quiso empezar así, con la voz un poco más quebradiza, y más calmado de lo que nunca la bruja lo había visto.

«Hubo una vez un rey tirano y egoísta, y también un rey gentil y sacrificado. Solo que todavía estaba muy lejos de ser rey, y poco sabía que con la corona, cargaría también con todos los pecados del primer gobernante...»

***

Cælum habría deseado que aquella vez en la que tomó el lugar de Ahree para visitar a su rey hubiera sido la última. Incluso si se odiaba a sí mismo cada vez que la pesadilla acababa, y sentía deseos de acabar con todo, de alguna manera, proteger al chico nuevo, le daba cierto propósito.

Quería mantenerlo inocente. Quería que siguiera creyendo que estaba allí para convertirse en un guardián, y quién sabe, tal vez en rey. Quería verlo sonreír, sin importar lo que sucediera consigo mismo.

«¿Esto es amor?»

Lo que sea que fuera, le daba cierta esperanza aún a costa de su autodestrucción, pero quería mantenerlo. Nunca pensó que podría ser feliz hasta saber que Ahree se sentía igual, y sin embargo, allí empezaron sus problemas.

Temía que en cualquier momento, él sospechara de la verdad, hasta que luego de que la curiosidad provocada en el chico, hiciera que espiara un poco, sucedió.

Lo que más recordaba, era que estaba muy preocupado de lo que él pensara tras saberlo. Temía que de algún modo, lo odiara por lo que hacía, y se sintiera traicionado. Después de todo, había sido su decisión visitar a su rey.

—¿Es así solo contigo...? —inquirió Ahree tan confundido como asustado, aunque de cierta manera, se lo estaba tomando mucho mejor de lo esperado. Quizás, y ya lo iba sospechando por la mirada triste que a veces Cælum tenía, o las extrañas heridas que alcanzaba a ver antes de que se curaran por sí solas.

El rubio, en cambio, sin saber bien cómo enfrentar su mayor temor vuelto realidad, solo rio quitándole importancia.

—Es así con todos... —rectificó, en un intento de quitarse la culpa. Empezando a desesperarse, tomó de las manos del chico, y las acercó a sí mismo—. Lo que sea que él haga, te juro que no cambia ni un poco lo que siento. Para mí, solo estás tú...

—¿Nadie hace nada?

—¿Ah?

Cælum no parecía entender que tenían prioridades muy distintas al respecto.

—¿Quién se supone que haría algo por nosotros? Lo tenemos todo —respondió con sarcasmo—. Descuida, te prometo que no dejaré que te toque...

—¿No han pensado en hacer algo al respecto? ¡Somos guardianes!

Cælum rio un poco al darse cuenta de lo ingenuo que seguía siendo Ahree.

—¿Y qué se supone que haríamos? ¿Matarlo? —enarcó una ceja, pero debido al silencio de su compañero, lamentó la idea—. Obtendríamos una fisura y moriríamos al instante. No lo vale...

—¿Entonces es mejor desear morir y ya? —reclamó el chico.

—Eh, sí... —Cælum rodó los ojos—. A diferencia de una fisura, no duele.

—¡Usa el cristal núcleo para curarse! ¡Él es la razón por la que varios lagos empiezan a secarse! —reclamó el menor—. ¿Cómo pueden ser tan egoístas?

Cælum deseó haber entendido cómo ser la víctima lo convertía en egoísta, y qué fue lo que pensó hacer Ahree antes de que fuera tarde. Antes de que considerara que si nadie iba a hacer el sacrificio por su reino, entonces lo haría él mismo.

Aquello fue solo la entrada al caos para los guardianes de Gewër, que seguían siendo muy jóvenes para saber cómo reinar, o qué hacer, cuando por fin el monstruo de sus pesadillas fue castigado. Con Ahree enfermo y nulas posibilidades de sobrevivir, Cælum rogó a sus compañeros que tenía que ser el siguiente rey para así usar el cristal núcleo una vez más. No soportaría perderlo, sabía que era su culpa por no protegerlo mejor...

Más de una vez se preguntó cómo hacer las cosas mejor para evitarlo. A veces pensaba que el vacío que sentía, era debido a la venganza que nunca pudo reclamar, y que en cambio, Ahree le había arrebatado junto con todas las consecuencias. Lo único que le quedaba ya, era eliminar cualquier obstáculo, y tal vez, obtendría la paz que merecía.

No se atrevía a mirar a Zéphyrine después de contárselo todo, y ni siquiera sabía cómo sentirse, luego de recordar tanto. Muchos detalles prefirió evadirlos, y otros, los convirtió en una broma para poder lidiar mejor con ello.

Al final, sentado, abrazaba sus piernas, y dejaba reposar su rostro sobre sus rodillas, nervioso. Por raro que pareciera, la bruja no lo interrumpió ni una sola vez, y aún no sabía qué decir, pero tanto silencio en ella se le hacía demasiado inusual y molesto.

Pese a todo, sabía que no lo juzgaría. Era una corazonada.

—Ey, siento todo lo que dije antes...

Cælum no pudo evitar reír, y sacudió su mano para restarle importancia. En el fondo, deseaba que ella hubiera tenido razón.

Lo que Zéphyrine más odiaba de todo, era no poderle ofrecer una solución, pues limitarse a compadecerlo le parecía demasiado inútil. Ya había traicionado a su reino tan solo para darle a Gewër y a sí misma una nueva oportunidad, pero aquello solo trajo muchos más problemas. Al igual que Cælum, solo veía pelear hasta las últimas consecuencias como la única posibilidad, sin importar cuán equivocados estuvieran.

—¿Moirean sabía lo del Rey Silas?

El guardián se encogió de hombros. Lo único que sabía, era que gracias a ella y al agonizante cristal núcleo, Ahree seguía con vida. Quizás, su ayuda fue demasiado conveniente, pero al igual que Zéphyrine, buscaba cómo ganarse su lugar.

—¿Qué hay contigo? —inquirió de repente el rubio, desconcertándola.

—¿Qué cosa?

—Llevas cara de camello herido desde que llegamos al palacio, así que sé que no tiene nada que ver con lo que conté. ¿Qué tienes?

Zéphyrine quería imaginarse cómo luciría un camello herido para saber si en verdad, podrían parecerse en algo. Incluso, se sentía un poco insultada, pero pensó en su última pregunta, y suspiró, siendo ella ahora la que abrazaba sus piernas, y dejaba que el cabello le cubriera parte del rostro sin que la preocupara.

—No es nada... —musitó, más que consciente de que era una mentira—. Solo estoy un poco harta... No es que sea la segunda opción, es que jamás seré una opción para nadie, y de verdad que no quería hacerme ilusiones, pero por un momento creí que...

Se detuvo, limpiando enseguida su mejilla con su mano. Respiró profundo, y en silencio, se abrazó más.

Ambos suspiraron a la vez, ensimismados en sus propios dilemas, pero aunque Cælum no entendía a qué o quién su amiga podía referirse, levantó un poco la vista a ella.

—No creas en lo que la vieja diga. No eres distinta —aseguró, estirándose un poco para quitarle su sombrero, y observarlo, curioso. Durante ese tiempo, Zéphyrine se sintió muy rara sin él—. Creo que no hay manera de que yo pueda librarme de mi dolor jamás, pero tal vez sí pueda librarte a ti del tuyo...

Su mano creó una bola de fuego que poco a poco empezó a consumir el sombrero, para sorpresa de la bruja, que inmóvil, se preguntaba si valdría la pena salvarlo, cuando se convertía en cenizas. Con él se estaba yendo una parte esencial de su vida, y eso la asustaba, pero en cuanto Cælum terminó, supo que estaría bien.

—Me ayudaba a no tener que peinarme... —suspiró, y al verlo levantarse, decidió seguirlo—. Sobre Moirean...

—Haz lo que quieras.

De alguna manera, aquello dejaba más incertidumbres que respuestas en ella por su futuro, pero pensó que después de tanto, no había llegado tan lejos para nada. 

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