Almas de cristal

By leezluntz

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Cualquier acto atroz te condena a la destrucción, y enamorarse puede ser letal. Conoce el mundo donde mueren... More

|| Sinopsis y mundo
|| Guía de personajes + Nota de autora
Primera parte
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Segunda parte
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Treinta y cinco
Treinta y seis
Treinta y siete
Treinta y ocho
Extra
Tercera parte
Treinta y nueve
Cuarenta
Cuarenta y uno
Cuarenta y dos
Cuarenta y tres
Cuarenta y cuatro
Cuarenta y cinco
Cuarenta y seis
Cuarenta y siete
Cuarenta y ocho
Cuarenta y nueve
Cincuenta
Epílogo
Nota de autora
Extra II
Extra III
¡Especial 100k! (Pt. 1)
Especial 100k (Pt. 2)
Especial 100k (Pt. 3)
Especial 100k (Pt. 4)
Especial 100k (Pt. FINAL)
Especial de San Valentín 2024

Treinta y dos

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By leezluntz

Para Elyon, lo único peor que soportar a Azhryl siendo bromista todo el tiempo, era tener que enfrentarlo cuando sabía que se pondría serio.

No eran muchas las ocasiones en las que aquello sucedía, y por eso podía recordar con claridad lo aterrador que llegaba a ser al relucir su verdadero carácter. Era la razón por la que fue el candidato favorito para ser rey antes que Lyn, y sabía que sus ideas podían ser tan brillantes como las de su mejor amigo.

Incluso si tenía que enfrentar un duro regaño, Azhryl y Vega eran su única solución.

Sobrevolando el Reino de las nubes, aceptó que era real que perdieron una de sus islas, y estaban muy cerca de perderlo todo, pero incluso con las grietas en los puentes de mármol y sus flores marchitas, pudo sentirse en casa, a pesar de que no lo merecía. Su misión estaba muy lejos de ser cumplida, y no tenía tiempo de descansar.

Entrar al palacio con la intención de anunciar algo que no era ni por asomo una victoria, se sentía como un castigo, pero debía enfrentarlo.

Aun así, saludó a su gente con la amabilidad que siempre le caracterizó, hasta llegar al salón donde se reunía con sus compañeros, y Azhryl y Vega levantaron la vista al verlo.

Ni siquiera tenía que decir nada; su rostro no auguraba buenas noticias, y Lyn no estaba con él.

Los guardianes mayores compartieron miradas, y antes de que Azhryl pronunciara alguna palabra, Vega se adelantó:

—¿Qué ha sucedido, Elyon? —preguntó con timidez, mientras se acercaba—. ¿Lyn te ha pedido algo? Podía haber enviado una nota con su garza, igual que nosotros lo hicimos con ustedes...

De manera inevitable, Elyon rodó los ojos ante la mención de su mejor amigo. Aunque el viaje a Wölcenn llevó su tiempo, cada vez que un pensamiento que tenía que ver con Lyn se le cruzaba a la mente, buscaba pensar en cualquier otra cosa. Aun así, por más que lo evitara, Lyn de Wölcenn se volvería el tema central de lo que anunciaría.

—Lyn ha sido tomado como prisionero de Wækas —se limitó a declarar, con la seriedad que merecía, pero sin ánimos de entrar en mayores detalles.

—¿Qué cosa? —Sorprendido, Azhryl se levantó, yendo a verlo—. ¿El Reino de Wækas nos ha traicionado...?

Bueno...

Con dificultad para tragar, Elyon bajó la mirada, y se odió por darle tantas vueltas al asunto. No era un niño, y debía responsabilizarse de sus actos.

—Fue al revés —declaró, y respiró profundo—. Nosotros traicionamos a Wækas, pensamos que podríamos robar su cristal núcleo, y al final nos atraparon a nosotros...

Fue evidente en las expresiones de sus compañeros lo difícil que se les hacía creer eso, pero tampoco era el tipo de broma que haría jamás.

—¿Y qué les hizo pensar que podían hacer semejante estupidez...? —preguntó Azhryl incrédulo, pero su compañera lo apartó, porque aunque empezaba a enojarse también, eso no los llevaría a ningún lado, y eran todo de lo que su reino dependía.

—¿Por qué te dejaron ir? ¿Pedirán algo a cambio de nuevo, como cuando hicieron a Galathéia prisionera?

Elyon negó con la cabeza, y aunque le molestaba recordar ese momento, tenía que explicarlo.

—Lyn rogó porque me dejaran ir...

Azhryl soltó una risa atónita.

—¿Y lo abandonaste? ¡Felicitaciones, Elyon!, eres el mejor amigo y guardián que pudiera existir en todos los tres reinos.

Con la cabeza baja, Elyon aceptó la culpa. Se había dejado llevar por el enojo del momento, pero era justo lo que Lyn quería.

—¡No quería abandonarlo! —prometió—. Pero comenzó a decir muchas cosas extrañas sobre él y yo, y me enfadé con él y me fui... Ya sé que lo que hice fue imperdonable, y puedes llamarme estúpido las veces que quieras, Az... —suspiró con dolor en su pecho—. De seguro, nada de lo que dijo era real, y yo lo dejé...

No obstante, vio a Vega negar, silenciosa.

—Entonces al fin te lo dijo... —murmuró triste, y sobre todo preocupada. Lyn era la persona más obstinada que jamás hubiera conocido, por lo que tuvo que haberse visto acorralado para hacer algo así.

Sin embargo, al ver a Elyon, no se sentía segura de si debía aclarárselo.

—¿Vega...?

La guardiana maldijo en sus adentros, y pidió que en donde sea que Lyn estuviera, la perdonara.

—Es verdad, Lyn siempre te amó a ti...

Elyon y Azhryl se miraron, seguros de que pensaron en la misma cosa a la vez, pero solo el rubio se atrevió a objetar.

—Lyn y tú estuvieron juntos —respondió, como si fuera la prueba irrefutable de que mentía. Además, sabía que Vega no fue la única relación que tuvo Lyn, pero sí la más seria.

Sin embargo, su compañera le respondió con una mirada de ironía muy dolorosa. No era algo de lo que a ella le habría gustado hablar jamás.

—Sí, y sin querer hicimos algunos vínculos y así lo supe —explicó, cruzándose de brazos, segura de que era de lo más obvio—. ¿Nunca se han dado cuenta de que ese idiota se rehúsa siempre a vincularse hasta con nosotros?

—Pero duraron mucho tiempo... —murmuró Elyon inseguro. No podía imaginarse en el lugar de Vega, pero no habría aguantado fácilmente si supiera que Galathéia pensaba en otra persona mientras estaba con él. Incluso, se sentía culpable de alguna forma, por haber truncado su relación.

Vega desvío la mirada, en tanto acomodaba un mechón de cabello detrás de su oreja.

—Le pedí que estuviéramos juntos aun así —pronunció con nervios, segura de que sus compañeros la juzgarían. Sobre todo, Azhryl—. ¡No quería que se enteraran de que las cosas no funcionaron tan pronto! Creí que se burlarían de mí, o buscarían culpables, y él aceptó también porque quería olvidarte a como diera lugar, pero supongo que no pude ayudarlo... —suspiró—. No hay rencores, Ely...

«Menos mal...», pensó el pelinegro, aún incómodo.

Sin embargo, Azhryl miraba pensativo a Vega por todo lo que contó.

—¿En serio fuiste capaz de permanecer en una relación que no funcionaría solo por temor a lo que diríamos? —inquirió, arqueando las cejas. Vega percibió enojo en él, a pesar de que lo que en realidad le molestaba, era que su compañera perdiera su tiempo en algo así, cuando él podía haberle correspondido como se lo merecía desde siempre.

La guardiana sacudió su hombro, fingiendo restarle importancia.

—Creo que lo que importa ahora, es saber cómo sacar a Lyn de Wækas, y recuperar de alguna forma nuestro cristal núcleo...

—Y yo creo que Lyn se merece quedarse allí con los piratas... —farfulló Azhryl molesto—. Recuerdo haberles dicho que debían dejar de ser tan arrogantes, sobre todo cuando Wölcenn depende de nosotros, y una vez más, demostraron lo estúpidos e inmaduros que son —apuntó a Elyon, quién sabía que en cualquier momento escucharía el clásico regaño de «te lo dije».

Vega suspiró.

—Podemos renegociar la alianza con Wækas —pensó en alto—. ¡Debemos hacerlo!, no tenemos otra opción.

—¿A cambio de qué? —preguntó Azhryl. Tenían oro, y era verdad que con su sistema económico, no lo necesitaban, pero tampoco creía que los piratas de Wækas le encontraran el valor suficiente como para perdonar una traición.

—¡No lo sé!, pero debemos intentarlo —insistió la guardiana—. Es necesario establecer que lo que Elyon y Lyn hicieron no representa al resto de nuestra nación, para evitar que tomen represalias en el futuro.

—Aunque me duela decirlo, Lyn representa a Wölcenn al ser rey, así que estamos condenados...

—¡Az! —reclamó su compañera.

—No creo que me reciban con cordialidad si regreso —terció Elyon—. Además, les dije que si regresaba, sería declarándoles la guerra por aprisionar a Lyn...

Azhryl lanzó una mirada de odio al pelinegro, seguro de que cuando nació, debió golpearse muy fuerte en la cabeza con la estrella fugaz de la que cayó.

—No irás tú —intervino Vega, evitando cualquier futura pelea—. Yo renegociaré la alianza. Saben que soy la más diplomática aquí, ¿verdad?

—Te necesito conmigo. —Azhryl trató de negarse.

—¡Claro que no!, solo te distraigo con mis conversaciones, y tienes aún a Kari y Dyma para que te ayuden —dijo, a punto de salir para prepararse para su viaje, mas Azhryl sostuvo su brazo, y ella volteó a mirarlo—. Sabes que no se me da bien lo administrativo, ni cuidar de los recién llegados, y mucho menos de las aves —resopló—, por favor, Az, déjame ser una guardiana.

Lo que más odiaba de la situación, era que no se perdonaría nunca si Vega terminaba pagando por los errores de Lyn, pero se detestaría aún más a sí mismo si la hacía dudar de sus capacidades, por lo que en silencio, la soltó.

—Gracias, Az. Eres el mejor —sonrió la chica, despidiéndose.

Casi al mismo tiempo, Elyon la siguió.

—¿Tú a dónde crees que vas, cerebro de animal?

El guardián de cabellos negros retrocedió sus pasos, fingiendo que no le dio risa el intento de insulto que su compañero usó con él.

—Iré a Gewër a recuperar a Galathéia —declaró firme. Ninguna orden que le diera, le haría cambiar de idea, y sin embargo, Azhryl sacudió su mano, señalándole que podía irse.

—Arruinaste nuestras relaciones con Wækas, pero ciertamente, no es como si se pudiera echar a perder aún más nuestra relación con Gewër —explicó la razón de su desinterés—. Más te vale que Galathéia regrese a salvo, aunque me da lo mismo lo que a ti te suceda.

Gracias, Az. Eres el mejor —fingió el tono de Vega.

—¡Elyon! —El rubio lo detuvo una vez más—. Solo en caso de que mueras, siempre quise saber: ¿tú ves a color, o en escala de grises?

Elyon rodó los ojos, y al fin salió del lugar.

Azhryl sabía que debía terminar aún algunas de sus tareas como reemplazo de su rey, pero no podía concentrarse por más que se lo pedía, y no quería despedirse mal de Vega. Aún debía encontrarse en algún lugar del palacio, antes de ir por su ave a Isla Blæcern, y con pasos silenciosos, se acercó al salón donde solía resguardarse el cristal núcleo.

No se había equivocado. Ahora era una habitación vacía en la que solo se encontraba Vega, tal vez perdida en sus pensamientos.

—¿Sabes? Siempre que pensaba demasiado, venía aquí y miraba al cristal núcleo por mucho, mucho tiempo... y tal vez suene tonto, pero le pedía cosas en silencio. A veces, solo quería un poco de descanso. O que la siguiente estrella fugaz en caer aquí, fuera una flor distinta y más hermosa que todas las que tenemos. Nunca pensé que el cristal me escucharía, ¿pero a quién más podría pedirle cosas tan triviales que ni siquiera me atrevía a decir?

Azhryl se acercó a su lado, y quiso pretender que en frente suyo aún se encontraba el cristal núcleo de su reino. Que la vida que llevaban seguía siendo perfecta, y que nada había cambiado.

—¿Crees que alguien... o algo podría estar escuchándonos a todos nosotros? Cosas como lo que dices, y cualquier deseo profundo que tengamos. ¿Tendría sentido el poder desear si no fuéramos escuchados?

Vega lo miró extrañada. Esperaba que Azhryl no se tomara en serio su desvarío, que solo se atrevió a confesar porque ya no había un cristal núcleo al cual pedirle deseos. El chico pensó con lentitud en cómo reformular lo que estaba pensando, y cruzó sus brazos mientras permanecía cabizbajo.

—Lo único que sabemos, es que cada vez que una estrella cae, nace uno de nosotros. Y luego de eso, ¿qué? Es como si este mundo fuera un cementerio para estrellas y nuestra existencia solo ha sido dejada a la suerte, esperando el siguiente amanecer o la siguiente noche, y tratar de no tener una fisura en el camino...

Vega también se apoyó contra una de las columnas, y no pudo evitar fruncir los labios al terminar de escuchar a su compañero.

—¿Era necesario soltar algo tan deprimente? Podías haberme dejado hablar sola para la siguiente... —masculló, abrazándose a sí misma al sentir la corriente entrar al palacio.

El guardián esbozó una sonrisa tan pequeña como triste, y con un ademán, le indicó a su compañera que podía acercarse a él para cubrirla entre sus brazos.

—Tan solo quería que supieras que no eres la única que lo ha pensado. En si alguien nos escucha, sea el cristal núcleo o mucho más grande... aunque por como van las cosas, no creo que eso sea posible.

La chica volteó a mirarlo con seriedad, y aprovechó para remover uno de los mechones de su cabello oscuro que caía sobre su ojo.

—¿Sabes? Si solo fuimos abandonados a nuestra suerte, creo que no lo hemos hecho tan mal...

—¿Es en serio? —rio el guardián con sarcasmo, y Vega tuvo que contenerse de pegarle.

—¡Claro que sí! —aseguró ella con ojos muy brillantes—. Decidir esperar a un siguiente sol, o hacer algo mucho mejor o más entretenido con el tiempo que nos han dado es solo decisión nuestra, ¡y mira lo que todo lo que hemos logrado!

—No quiero ser aguafiestas, pero te recuerdo que en cualquier momento el reino entero terminará por derrumbarse...

Como era de esperar, la guardiana frunció el ceño, y estuvo a punto de discutir, pero acabó por suspirar, en tanto ajustaba el largo saco que se colocó para su siguiente viaje. Volar le daba frío, y todavía recordaba lo helada que podía ser la brisa marina cuando estuvo en Wækas.

—Es por eso que como guardiana, debo salvar nuestro hogar —aseguró en un murmullo—. No quiero esperar a que tú, Lyn, o Elyon hagan todo el trabajo, y menos aún sabiendo lo difícil que es...

Azhryl asintió con la cabeza baja, porque aunque se rehusaba a dejarla ir a una misión que podía ser peligrosa, confiaba en ella.

Se apartó con un paso, señalándole que no le haría perder más tiempo, y Vega estuvo por retirarse, pero se detuvo un poco antes de llegar a la puerta.

Con tanto en juego, no podía negar que tenía miedo de lo que podría perder.

—¿Recuerdas que cuando Lyn me pidió que saliéramos, fuiste el primero al que se lo conté? —preguntó con nervios, y aunque Azhryl no respondió, sabía que él entendía bien a qué se refería—. Pensé que dirías algo, pero te pusiste feliz por mí. Solo le pedí a Lyn que siguiéramos juntos, porque quería creer que si jamás ibas a sentir lo mismo por mí, de un modo u otro, tenía que conseguir que funcionaran las cosas con él...

Inmóvil en su lugar, Azhryl no supo qué responder, pero tenía casi seguro que aquello era una confesión.

—No me hagas esto, Vega, ¿sabes que es de muy mala suerte si te confiesas cuando estás a punto de hacer un viaje peligroso? —resopló frustrado.

—¿Lo dice quién?

—¡Lo digo yo!

La guardiana cubrió sus labios con su mano al reír, y se dio un breve instante para mirar al chico rubio con el cariño que siempre le guardó, aunque no tardó en bajar la cabeza, y suspirar.

«¿Eso es todo lo que dirás?», se preguntó, pero al menos había sido capaz de decirlo. No quería que sus sentimientos se convirtieran en su mayor carga, tal como sucedió con Lyn.

—Si regresas a salvo, te daré mi respuesta —dijo Azhryl, antes de que se fuera, y no pudo evitar emocionarse por ello—. Recupera el cristal, y así podrás venir a hablarle todas las veces que quieras sobre lo difícil que es enseñar a los recién llegados a no caer de las islas...

Al instante, la sonrisa de Vega se transformó en un gruñido de frustración, y se preguntó qué le había visto a Azhryl para pensar tanto en él.

—¡Agh! ¿Para qué te lo dije?

Vega partió del palacio hasta la granja de la Isla Blæcern, en donde encontró a Elyon alimentando a su propia garza.

Con un rápido vistazo, el guardián notó que su compañera llevaba una espada muy similar a la suya amarrada a su cintura, y esbozó una pequeña sonrisa. Si no la conociera bien, pensaría que solo estaba siendo precavida.

Ambos llevaron sus garzas al final de la isla, a punto de subirse en ellas para arrancar el vuelo.

—Buena suerte, Ely. Por favor no hagas más nada tonto...

El chico sonrió.

—Buena suerte, Vega. Ahora toda Wölcenn depende de ti.

—Sin presiones... 

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