Las Cenizas De Emma© #3

Von shipsinthesky

656K 60.8K 31.6K

La quemaron viva. Y se culpó de todo. La redujeron a cenizas. Y, una vez más, se halló cara a cara con la ú... Mehr

Epígrafe
Sinopsis
LAS CENIZAS DE EMMA
1: Un dueto perfecto
2: 8 meses
3: 8 meses u 8 años
4: La estrella caída
5: Un 8 volcado
6: Delicia
7: Como está escrito
8: Pérdida
9: Vacío
10: Lugar seguro
11: Dos orgasmos
12: Lista de pros
13: Un amor infinito
14: 5 minutos
15: Renaciendo juntos
16: Papi feliz, papi óptimo
17: Niña y niño
18: Comprometida
19: Neptuno
20: Una verdad
21: Un diamante
22: Dotada de amor
23: ¡Que los cumplas feliz!
24: Favor de cumpleaños
26: 8 de septiembre
27: Un equipo
28: Trinidad
29: Luna de miel:
30: Ellos
31: Mentiras
32: Al estilo Oschner
33: Renuncia
34: Sorpresa
35: A su medida
36: Estela: la niña de los anillos
37: Verdes, blancos y rojos
38: La Estrella
39: Soluciones
40: 8 certezas
41: Selene
42: Un desastre
43: Colin Oschner & Emma Miller
44: Capricho
45: Sueños
46: Muñequitos de torta
47: Tres carreteras
48: La porción de Emma
49: Cómo empezaron
50: Niños de los anillos
51: En nombre del amor
52: El perchero
53: Miércoles por la noche
54: Cordialmente invitada
55: Regalos
56: El stripper
57: Momentos
58: El ritual
59: ¡Sorpresa!
60: Alegría
❀『Adelanto: Capítulo 61』❀
61: Víspera de la boda
62: Contando los segundos
❀『Víspera del final』❀
63: Sr. & Sra. Oschner
64: Por toda la constelación de Leo
☆*AMOR DEL BUENO*☆
☆~Feliz 8 de noviembre~☆
⋆.ೃ࿔*:・¡4to libro!⋆.ೃ࿔*:・

25: 22 por siempre

9.6K 905 1.1K
Von shipsinthesky

Los 22 de Emmy:
Parte III

Como era de esperar, Emma había hecho una playlist especial de cumpleaños, y la llamó: Mis 22 otoños. Aunque aún faltaban dos semanas, Colin le había dicho que, si ella quería, entonces, ya estaban en otoño. Antes Emma no se creía amante de la temporada de los árboles calvos y del latte de calabaza... hasta que se dio cuenta de que el otoño traía en su calendario grandes cosas como, por ejemplo, la noche de brujas, el día de Acción de Gracias, el aniversario con su amorcito, y el cumpleaños de su amorcito. Lo último era lo más importante. Pero volviendo al asunto de la playlist, Colin le había pedido que la pusiera en modo colaborativa.

—Añadiré canciones para que no me extrañes mientras no llego —le había dicho.

No miró qué canciones Colin había añadido ya que le ilusionaba sorprenderse, pero, Dios, casi no se había resistido a abrir la playlist días antes. Ella había añadido mucho pop, así que se imaginaba que él había puesto rock. Estaba sentada en ronda con Gillou, Gael, J.J., y Pía, y todos se estaban riendo de una broma que hizo la última, entonces, los oídos de Emma se afinaron, escuchando, por encima de las carcajadas de sus hermanos, la versión de Kygo de la canción Higher Love de Whitney. Vaya. Sí que se había sorprendido. Sonrió, sintió cómo sus mejillas se tiñeron en un rosa clarito, mordió su labio inferior que estaba pintado en rojo, y verificó la hora en su smartwatch.

—Emma, son tus amigas —avisó Bianca, quien se veía hermosa con un vestido blanco.

Emma se levantó rápido del sillón donde estaba, por poco corrió hasta sus tres amigas que se pararon bajo la puerta del jardín. Llegó hasta ellas dando una vuelta, haciendo volar la falda de su vestido corto que era rojo, cruzado, y con florecitas blancas.

Se las ingenió para abrazar a las tres al mismo tiempo.

—¡Mi pequeña hada del jardín! —gritó Escarlata, vestía una falda de cintura y un crop top blancos a juego. Cuando se separaron, sacudió la bolsa de regalo que traía con ella—. Feliz cumpleaños, mi Emmy chiquita. Otra vez.

—Feliz cumpleaños, Emmy. —Alicia también traía un regalo para la cumpleañera. Comprarle un obsequio había sido la cosa más difícil que había hecho últimamente, en serio, porque, según ella, no había algo que Emma no tuviera. Sin embargo, cuando se estaba a punto de dar por vencida, vio scrunchies de gatitos en la caja de la tienda, en ese momento se sintió como haberse ganado la maldita lotería.

Emma abrazó fuerte a Alicia, y dijo:

—¡Gracias! —Después, abrazó a Carla, y luego a Gen—. Gracias a todas. Gracias por estar aquí.

—¿Dónde más estaríamos un 7 de septiembre, amiga? —preguntó Carla, sonriéndole.

—Te trajimos regalos —habló Gen, alzando la bolsa de Valentino que traía.

—Cielos. Me di cuenta. No tenían que hacerlo, pero gracias. —Emma sonrió, y tomó los tres regalos—. Pasen, por fa. Iré a guardar mis regalos —rio—. Ya vuelvo, ya vuelvo —les dijo de forma acelerada por el entusiasmo, y se metió a la casa donde se topó con su papá cerca de la sala, él se acercó misteriosamente a ella.

—¿Y el honorable? —susurró.

Emma sonrió, poniendo los regalos sobre el sofá.

—El honorable llegará en tres horas o más.

—Espero que menos.

—Yo también —curioseó dentro de la bolsa que le dio Escarlata. Era un bolso marrón.

—¿Estás pasándola bien? —quiso asegurarse.

Emma dejó los regalos, diciendo:

—Por supuesto que sí —le sacudió la camiseta blanca que en realidad estaba en perfecto estado—. Creo que ya me pasé con la pizza. Eso me recuerda a que debo darle de comer a mis amigas. Nos vemos luego —le dio un golpecito en el hombro, y Jake la observó con curiosidad, en tanto se alejaba de él, es que aún no terminaba de dimensionar la fortaleza de su florecita. Había pasado tanto y en tan poco tiempo. Tenía mucho que aprender de ella. Todos.

Sus amigas estaban sentadas en unos sofás del jardín, y ya estaban comiendo pizza para cuando ella llegó.

—¿Le gusta? —tomó asiento en paralelo a ellas—. Es del restaurante donde hacemos brunch con Gennie.

—Es una delicia —respondió Alicia.

—¿Y Colin? —preguntó Escarlata.

—En la universidad —aceptó la rebanada de pizza de pepperoni que un empleado le trajo.

—¿Vino a tu gran almuerzo de cumpleaños? —inquirió. Ni Escarlata pudo resistirse al sabor de la pizza, la disfrutó.

—Claro que no —sacudió su cabeza, viendo su rebanada—. No le hubiese dado el tiempo.

—Hay un jardín dentro de tu casa —señaló Alicia.

Emma entrecerró sus ojos, tardó un segundo en captar.

—¡Ah! —rio—. Recibí muchas flores, sí.

—Y ahí vienen más —dijo Gen, con su barbilla apuntó hacia tras de Emma.

Emma volteó en su butaca baja sin respaldo, y su corazón sonrió cuando vio a Eugene trayéndole un ramo de girasoles, otro ramo más de girasoles, él la saludó agitando su mano, y ella dejó rápidamente su rebana de pizza para correr hacia él. Se reunieron en un abrazo que casi aplastó a las flores. Eugene pocas veces se sentía tan feliz como cuando veía a Emma... feliz. No podía evitarlo. Tal vez ella tenía otros amigos, tal vez ella no sentía lo mismo, pero, para él, ella era su mejor amiga, y siempre lo iba a hacer. Quizás en el pasado, en alguna ocasión, no había actuado de la mejor manera, quizá debió haberla llamado cuando terminó con Colin el verano anterior, quizá debió haberse esforzado por darle más, quizá pudo haber impedido que pasara por ese horror, pero en la actualidad no había espacio para los quizás, porque estaba completamente seguro de que estaría para ella hasta el final.

—¡Feliz cumpleaños a mi mejor amiga! —Y finalmente lo dijo.

—¿¡Quién eres tú!? —Gillou agitó su puño desde donde estaba.

Eugene rio, y Emma volvió a abrazarlo.

—Gracias, gracias —susurró, con su mejilla pegada al pecho de él.

—Te quiero, Emmy. Esta es la primera vez que le regalo flores a una mujer que no sea mi madre —le besó la cabeza, y alzó su mirada, haciendo contacto con los ojos de la castaña más hermosa que había visto en su vida, sin embargo, regresó al cumpleaños de su mejor amiga en cuanto ésta se apartó de él.

—Son hermosas. Gracias.

—También te traje eso —le mostró lo que parecía ser un libro envuelto en papel de regalo de florecitas y un moño amarillo—. Es una libreta o una agenda, la verdad que no me fijé en su interior, pero me susurró tu nombre, en serio, la vi en una tienda y dije que debía ser tuya. Cole me dijo que te gustan esta clase de regalos.

—¡Me encantan esta clase de regalos! —tomó la libreta o agenda, y la colocó contra su pecho. Eugene la miró con una sonrisa. Colin tuvo razón cuando le dijo que ella podía emocionarme hasta por un origami—. Gracias por pensar en mí. Gracias por traerme mis flores favoritas. Ugh. Ven. Te presentaré oficialmente a mis tres amigas.

Emma dejó los regalos de Eugene sobre una mesa, y lo tomó de la muñeca para guiarlo hasta sus amigas.

—Mis chicas, quiero que conozcan a Eugene —sonrió.

—Hola —dijo Alicia, inspeccionándolo disimuladamente.

Con que ese era el estúpido que no le escribió a Escarlata.

—Hola —saludó Eugene, tratando de sonar lo más natural posible, miró a Alicia con una sonrisa, después a Gen, y finalmente se encontró cara a cara con la más hermosa del mundo, quien, definitivamente, estaba fuera del alcance de cualquier mortal. Menos mal que no había intentado escribirle. No estaba preparado para jugar en la liga de ella. Probablemente nadie lo estaba. Dios. El visto que le dio a Alan de pronto tuvo todo el sentido del mundo.

—Hola —contestó Escarlata, encorvándose para tomar su lata de Coca light de la mesita de enfrente. Por el amor de Dios. Era hermoso. Eugene era hermoso, tan hermoso como en Instagram, pero sí que se veía mucho más bajito que en Instagram. Había pensado que solo se veía bajito porque en sus fotos aparecía al lado de Colin.

—Ellas son Carla, Ali, y Gennie —las presentó Emma. Por supuesto, se había borrado de su mente, y sí, así de pronto, que en algún momento había intentado ser la diosa del amor de sus dos amigos.

—¡Eugene! —J.J. se le acercó por detrás, rodeándole del cuello con un abrazo y dándole unos golpecitos cerca del pecho, lo arrastró hacia su familia como si fuesen grandes colegas, y Emma los siguió, feliz al ver esa rara y sorpresiva interacción, pero lo cierto es que a J.J. le caía muy bien Eugene, y sí, también Alan, hasta los seguía en las redes sociales, y le daba me gusta a sus fotos, y claramente comentaba si en ellas aparecía Colin.

En ese interín, Alicia le susurró a Escarlata:

—No te perdiste de nada, amiga. Él se perdió de todo.

—No necesitas recordárselo —dijo Gen—. Está de lo más feliz con Agnes, ¿cierto?

Escarlata esbozó una media sonrisa, y respondió:

—Cierto.

En eso, Jake abrazó a Eugene como saludo.

—Ay Eugene. ¿Cuándo fue la última vez que nos vinos? —largó un suspiro dramático.

Eugene entrecerró sus ojos, mirando al resto de la familia.

—¿Es una broma?

—Sí —se metió Emma—, y una de mal gusto.

—Por favor. Cole no está presente... esta vez. —Gillou soltó una carcajada, ganándose una mirada asesina de la florecita adorable que sacaba sus púas cuando quería. Gillou alzó sus manos en son de paz.

—Me hubiese encantado estar presente esa noche —se lamentó J.J.

—¿Estamos hablando de la serenata de Cole a Emmy? —Olimpia siempre despistada.

—Basta —dijo Emma, cortándoles la risa—. No es gracioso. No lo es.

—Mi culpa. —Jake tomó la lata de cerveza que un empleado le dio, y se la pasó a Eugene, quien agradeció—. Dime, Eugene, ¿tú también haces esa clase de show para la que te gusta? Espera. ¿Te gustan las chicas?

—Sí me gustan las chicas, pero no tengo a quien hacerle esa clase de show.

—¿Pero lo harías? ¿Harías esa clase de show?

—No —rio—. Cole es único.

—Lo sé. Cole es un pingüino en un gallinero.

Emma puso sus ojos en blanco, yéndose con sus amigas.

—Espero no enterarme de que hablan mal de mi Cole.

—¿Quién habla mal de nuestro Cole? —Jake la miró—. Vamos a patear su trasero ahora mismo.

Emma rio, pero no dejó que ellos la notaran fuera de la seriedad que les acababa de dar. Se sentó de nuevo en la butaca sin respaldo, uniéndose a la alegría de sus amigas con una sonrisa, posó las palmas de sus manos sobre sus muslos albar.

Todo estaba en su lugar, ya solo faltaba él.

—¿Recibiste muchos regalos, Emmy? —le preguntó Gen.

—Sí —asintió—, más de lo que imaginé.

—¿Tu suegra te mandó algo? —Escarlata se acordó de Theresa porque, pues, era la reina de la moda. En su momento, Emma les había hablado maravillas de Theresa, y también había aclarado que no estaba ni cerca de tener una relación cercana con ella, bueno, ni siquiera Colin tenía una relación cercana con su madre, pero eso ellas no sabían ni tenían porqué saber.

—Un regalo no, pero sí un mensaje —sonrió.

Theresa había escrito: «Feliz cumple, hermosa. Tuve que enterarme por Instagram que Colin te llama novia otra vez. ¡Estoy feliz con ustedes! Te quiero mucho. Pasa un hermoso día». Colin no le había dado la noticia a su madre, y Emma entendía todas sus razones, empezando por el hecho de que casi no hablaba con Theresa. Lo más impresionante es que ninguno de sus hermanitos había soltado el chisme durante la cena.

—¿Y tus cuñis? —preguntó Escarlata.

—Me llamaron hace no mucho tiempo —rio al recordar la videollamada.

Thomas había sido el primero en hablarle, Emma vio con sus propios ojos cómo le había sacado el celular a Mercy, después, todos gritaron «¡Feliz cumpleaños, Emmy!», y se pelearon por hablar con ella, todos tenían algo importante qué decirle. En resumen, cada uno le habló sobre lo especial que era y de lo mucho que amaban tenerla como cuñada. Cate hasta la había llamado hermana mayor, y Heidi le había dicho que la quería porque: «Haces feliz a Cole».

—¿Tiene cinco hermanos? —Gen perdió la cuenta de cuántos Oschner eran.

—Tiene cuatro. Hoy me hicieron sentir especial —confesó, formando unos hoyuelos en su cara.

—Es que eres especial —dijo Escarlata.

—Es que tú no conoces a los hermanitos de Cole —rio—. Son... territoriales.

—¿Celosos? —dijo Alicia.

—Extremadamente mimados por su hermano mayor —sonrió.

—¿Qué hiciste para ganarlos? —Gen habló en tono curioso.

—Hacer feliz a su hermano —soltó una dulce risa. Las otras rieron con ella—. También Colin les habló bien de mí. Bueno. Llevamos tiempos conociéndonos. Mer y Cate siempre me escriben. Los más pequeños no tienen celulares ni redes sociales, pero Tom es, Dios, se parece mucho a Cole, y Di es como la copia física de Cole en versión niña, bueno, en realidad, todos los Oschner se parecen, son como unas mamushka.

—¿De su papá? —Alicia bebió de su lata.

—Eh —Emma asintió con su cabeza—, sí. Los genes Oschner son fuertes.

Escarlata y Gen alzaron sus miradas viendo a quien llegaba por detrás de Emma.

—¡Feliz cumpleaños a ti! —Alan sorprendió a la cumpleañera desde atrás.

El invitado que faltaba, omitiendo al invitado de honor.

—¡Al! —Emma se levantó rápido y no tuvo que ponerse de puntitas para abrazarlo. Pero él la abrazó con más fuerza que ella a él, es que, cielos, la quería muchísimo, y estaba feliz de que la verdadera fiesta se hallara en el corazón de ella. Emma le dio un beso en la mejilla—. Pensé que la universidad te impediría venir.

—Emmy —la agarró del brazo—, jamás faltaría al cumpleaños de la reina —habló seriamente. Cuando estaba con Emma, su mente se volvía sensata como por arte de magia. Levantó un pequeño regalo—. Es un poemario.

—Es un poemario —repitió ella.

—Cole me dijo que te regale arte —explicó.

—¿Acaso ese hombre está detrás de todos mis regalos? —llevó sus manos a sus caderas, sonriendo, riendo, poniéndose de puntitas y balanceándose hacia delante, con cada vez más ganas de encontrarse con él.

—Es que nadie quiere fallar, todos queremos darte el regalo ideal, y quién mejor que Colin para darnos la información precisa. Toma —le dio el regalo en su mano—. Espero que te guste. Yo no lo elegí.

—¿También lo eligió Cole?

—Lo eligió una chica.

Emma sonrió, apretándole cerca del tríceps.

—¿Conociste a una chica, Al?

—Una desconocida en la librería me ayudó con un regalo para mi mejor amiga.

Entonces, ¿cuántos mejores amigos tenía Emma?

—Muy bien —sonrió, asintiendo con la cabeza, viendo el papel de regalo rosa.

—No me atreví a pedirle su número, ni si quiera pude preguntarle su nombre —confesó, porque, si había alguien con quien que se sentía cómodo desnudando su alma, ese alguien era Colin, y también Emma. Efectivamente, se había debilitado cuando la desconocida le preguntó que estaba haciendo en una sección de poesía femenina, y le resultó bastante atractivo que él se encontrara buscando el regalo perfecto para su mejor amiga.

—Al. —Emma hizo una mueca de pena.

—Está bien. Tenía una canasta con al menos cinco libros. No me conviene ilusionarme con una chica que sepa más que el promedio porque más rápido se dará cuenta de que no valgo la pena —rio porque se suponía que había sido un buen chiste hacia él mismo.

—Dios. —Y Emma se enrabió—. No te atrevas a repetir algo como eso.

Alan sonrió, mirando hacia abajo. Esa reacción de Emma le había recordado a su mamá, probablemente porque la mayoría de las mamás siempre ven belleza en sus hijos, y su mamá había pertenecido a ese grupo, siempre había visto belleza en él, aunque él fuera un maldito desastre.

—Está bien. Más que nunca tengo en claro que no quiero salir con nadie hasta sentirme bien —contestó.

—Es una buena decisión —sonrió.

Ella sí que sabía sobre eso, y le parecía una decisión más que acertada de parte de él.

—Ehm... —Alan miró por encima del hombro de Emma, dándose cuenta de que había estado charlando a gusto frente tres desconocidas, volvió a mirar a Emma—, ¿son tus amigas?

—¡Ay sí! —Emma lo tomó de la mano, girando hacia sus amigas—. Chicas, él es Al.

—Hola —se dijeron los cuatro.

Escarlata no quiso mirarlo tanto. ¿Será que recordaba que lo había dejado en visto? A decir verdad, feo no era, de hecho, era lindo, pero Eugene... ¿Por qué pensaba en Eugene?

—Al, ella son Gennie, Ali, y Carla —las presentó Emma.

Alan asintió una vez con su cabeza, y escaneó rápidamente a Escarlata. ¿Qué diablos había fumado para haber creído que tenía oportunidad con ella? ¿Qué diablos había fumado Eugene para haber creído que tenía oportunidad con ella? Las chicas como Escarlata no quieren con chicos como ellos. Es una ley universal.

—Un placer —les dijo.

—Te llevo con Eugene. —Emma no les permitió interactuar más, simplemente no se le ocurrió que pudieran hacerlo. Estiró la mano de Alan, llevándolo a donde su familia estaba riendo demasiado, siempre reían, y en esa cantidad—. Miren quién llegó —los interrumpió, abrazando su nuevo libro.

—¿El honorable? —Jake volteó rápidamente—. Ah, es el que lanzó al honorable a la acera.

—No fue a propósito. —Alan vio a Emma, recordándoselo, con una mirada enorme.

—Te creemos, Alan —dijo J.J., riendo, con una botella de cerveza en su mano.

—¿Ya pueden dejar esa noche atrás? —Emma se sintió realmente fastidiada, y todos lo notaron.

—Perdón —dijeron padre e hijo al mismo tiempo.

El resto se quedó callado, viéndola.

—Al, come algo —pidió Emma, apuntando la pizza. Otra vez estaba tranquila—. Iré a guardar mi regalo.

⠀⠀⠀

A cada rato miraba su smartwatch. Estaba disfrutando con su familia y con sus amigos, pues claro, pero no tenerlo presente le producía un notable vacío. Apenas pudo bailar cuando Carla la estiró del brazo, y eso que estaba sonando una que le encantaba. No estaba ni cerca de estar triste, no crean mal, más bien, estaba distraída, aguardando la llegada de su amorcito cuando su smartwatch ya marcaba las 10 de la noche con 0 mensajes de él. Sonrió con la lata de Coca frente a sus labios rojos, siguiendo en silencio la conversación de sus amigas.

—Mi mamá es canosa —dijo Carla—, y yo heredé la maldición.

—Mi primera cana me salió a los 18, creo —comentó Alicia.

—A mí me gustan las canas —se metió Emma.

—Emmy, a nadie le gustan. —Carla sacudió su cabeza. A nadie podía gustarle envejecer—. Es otra maldita forma que tiene nuestro cuerpo de recordarnos que estamos envejeciendo sin disfrutar en absoluto de nuestras vidas. Te gustan las canas porque no las tienes, pero espera a que broten en tu cabeza. Querrás llamar a tu terapeuta y a una colorista, y no sabrás a quién de las dos llamar primero.

Emma rio, y después dijo:

—Pero hablo en serio, chicas. Dejaré que mi cabello cambie a su gusto, y no interferiré en ninguna de sus etapas —habló en un tono que demostraba entusiasmo poco convencional para esa idea—. Como los árboles, desde la primavera hasta el invierno, cambian, y no dejan de ser bellos.

Gen sonrió, amando esa analogía, mientras Alicia, a pesar de que llevaba meses conociéndola, aún se preguntaba por qué Emma hablaba tan... raro, parecía sacada de una película llena de cursilería que no vería por nada del mundo. Por otra parte, Escarlata estaba acostumbrada al léxico angelical de su amiga, creía que Emma tenía una forma única, hermosa, y, muchas veces impresionante, de romantizar hasta las cosas más comunes de la vida.

—Te admiro, hermana —dijo Carla.

—¿Por qué? Las canas son una de las tantas cosas que se deberían normalizar —dijo Emma.

—No me refiero a las canas. Eres una mujer admirable, Emma —los músculos de su cara se movieron, pero no lograron completar una sonrisa. No le salió sonreír porque lo que dijo fue en serio, y necesitaba que Emma lo entendiera de esa manera, pues la mayoría de las veces era tan difícil que aceptara los elogios porque nos los creía del todo, y Escarlata se preguntaba con frecuencia porqué las personas más maravillosas del mundo están cegadas a su propia brillantez —. Tienes tanto que celebrar hoy.

—Carla... —sonrió, mirando hacia abajo, a sus manos juntas sobre sus muslos.

—Es cierto —dijo Gen—. Tienes tanto que celebrar.

—Eso lo sé —las miró.

—Ahora podemos celebrar que tu amorcito ya llegó. —Escarlata le sonrió.

—¡Qué! —Emma se levantó inmediatamente, y lo vio parado frente a la puerta con un ramo de flores.

Entonces, ella obedeció a su instinto, y corrió hasta él, quien menos mal dejó las flores sobre una mesa de al lado, pues su nena se lanzó a sus brazos, y él la cargó, elevándola alto, por encima de su cabeza. Emma colocó sus manos sobre los hombros de él, riendo, a continuación, se besaron fuerte, se besaron despacio, se besaron como si fuesen los únicos en el espacio. Ahora su fiesta estaba completa, ahora su celebración tenía doble sentido. Los besos de él sabían a pureza y a cigarrillos de menta. Todo el cuerpo de ella obedecía a todo el aroma de él, y no era consciente, no se daba cuenta de cómo la esencia de Colin se colaba por sus fosas, llegando hasta su cerebro, y haciendo brillar de placer a sus conexiones nerviosas.

—Te amo —dijo ella, aún arriba.

—Yo te amo más —sonrió, bajándola al suelo.

—¡Tu sudadera! ¡Mi amor! ¡Cole! —apuntó con entusiasmo, estirándolo varias veces de la manga.

La sudadera sin capucha era completamente roja y tenía dos florecitas pequeñas, blancas, bordadas en el pecho.

Quería combinar con mi nena —explicó, mirando hacia abajo, a su sudadera nueva, después la comparó con el vestido rojo de ella que también tenía florecitas blancas, pero por toda la tela. Mientras conversaban por mensaje, él le había preguntado con disimulo qué ropa usaría en la noche, ya sabía que ella usaría un vestido rojo porque, bueno, el álbum Red, pero no quería arriesgarse y le preguntó bien, a lo que Emma le mandó la foto de su vestidito.

—¡Me encanta! —brincó una vez—. Deberíamos tomarnos una foto.

—Espera —levantó sus manos frente a ella—. Aún no terminé.

Emma sonrió, mordiéndose el labio inferior, y dijo:

—Prosigue, amorcito.

Colin agarró el ramo y se lo pasó.

—Rosas rojas como debe ser —dijo—, y los girasoles porque jamás deben faltarte.

Ella contempló y olió el hermoso ramo de dieciséis rosas rojas y ocho girasoles.

—Cole, son las más hermosas.

—Son los girasoles más amarillos que encontré —rio, pero inmediatamente se puso serio. Emma le sonrió con los labios, con los ojos—. Tiene una tarjeta —señaló, sacudiendo su índice, todo acelerado por el entusiasmo.

—Por supuesto. —Emma tomó la tarjeta blanca y la abrió.

La caligrafía de él, en tinta negra, estaba ahí:

Hace 22 años que el sol encontró una razón para seguir brillando.

—Hace 22 años nació la niña de mi niño —añadió, acercándose para mirar lo que escribió.

Emma cerró sus ojos, presionando el ramo contra su pecho.

—Y la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida —subió su mirada hasta ella.

—Cole —sus ojos se aguaron, viéndolo directamente.

Colin se alarmó, alzando sus manos en señal de calma.

—¡Corazón, no llores! Aún no terminé... Después puedes llorar.

Ambos rieron, mirándose a los ojos.

Colin llevó una mano al bolsillo de atrás de su short color caqui, a continuación, tomó una cosa misteriosa que no reveló tan pronto. Estaba entusiasmado, pues había pasado el día imaginando las posibles reacciones de ella. El corazón de Emma comenzó a funcionar a toda máquina, los hornos se habían llenado de carbón, marchaba a toda velocidad, su alma pisó el acelerador, entonces, chocó.

Chocó cuando él le enseñó unos lentes de sol. Sin embargo, no eran unos lentes de sol cualquiera, sino unos de corazones rojos como los del vídeo musical de 22 de Taylor Swift.

—¡Co-lin! —le sacó los lentes como una ladrona, sus ojos brillaron en el vidrio, regresó a mirarlo a él, con una sonrisa que ya le hacía doler las mejillas—. Es el mejor regalo del mundo.

Porque la escuchaba.

Cielo azul Colin.

Él la escuchaba hasta cuando ella misma no lo hacía.

Colin agarró los lentes y se los puso.

—Te amo. Mi nena me hace sentir por siempre de 22.

—Debería congelarme en esta edad —se acomodó los lentes con una mano, sin dejar de observarlo a él—, ¡así podremos tener 22 por siempre! —se entusiasmó por la idea de vivir un amor joven con él para toda la vida.

Colin sonrió de costado, y le levantó los lentes, poniéndolos encima de la cabeza de Emma.

—Te amo fuerte —pronunció claramente.

—¡Cole! —saludó Gael, quien cruzaba por ahí, yendo a buscar comida por su cuenta.

Colin alzó una mano para saludarlo, pero Emma se interpuso.

—Gael, tómanos una foto. Por favorcito —flexionó sus piernas, haciéndose más pequeña, en forma de súplica. Hubiese juntado sus manos, pero estaba sosteniendo el ramo. Después, giró hacia Colin, pegando su pecho a él, y le palpó las nalgas buscando el celular que debía tener en uno de los dos bolsillos.

—Vaya —dijo Colin—. ¿Eso te gusta?

—A ti te gusta —lo miró con una sonrisa juguetona, y le pasó el celular para que lo desbloqueara.

Él le hubiese palpado algo importante también, pero... toda la familia de ella estaba a metros de ellos. Le dio su celular a Gael, quien no tenía ni un problema en tomarles todas las fotos que quisieran, o sea, salía con un modelo adicto a Instagram, estaba condenadamente acostumbrado, y también era bueno tomando fotos después de tanta práctica y tantas críticas. Colin la abrazó por detrás, Emma sostenía su ramo, tenía sus lentes puestos, ambos sonrieron, luego se tomaron otra sin los lentes de ella, y finalmente él se acordó de algo importante.

—¿Y Estela? —miró el perfil de su nena.

—¡Tienes razón! —Emma se apartó de él, yéndose hacia sus invitados—. ¿Vieron a Esteli? —preguntó con todo un aire dramático con ese ramo de flores en sus brazos. Faith estaba cargando a la mimada de Estela, se la dio en seguida, entonces, Emma pudo regresar. Se enfocó en posar con su gata y con Colin. Colin puso una mano sobre la cabecita de Estela, sonrieron de nuevo, y Gael por fin capturó la última—. ¿Salí bien? —le preguntó a Colin cuando Gael le devolvió el celular antes de seguir su camino a la cocina.

—Lindísima como siempre. —Colin la miró con una sonrisita, y metió su celular en el bolsillo delantero de su short. Emma sonrió, ladeando su cabeza. La noche no podía ser más dulce—. Luego eliges una para el departamento. ¿Ahora me llevas con tu familia? —acarició a Estela, sin dejar de mirar a su nena.

—Primero saluda a mis amigas —bajó a Estela en el suelo.

—Está bien —la agarró del mentón y le dio un beso en la mejilla.

Emma lo tomó de la mano, llevándolo hasta donde se encontraban las tres.

—Mi amorcito llegó —les comunicó como si fuese necesario.

Todas miraron al amorcito de Emma al mismo tiempo, le sonrieron agradablemente, mientras a cada una se le pasaba varias cosas por la mente, empezando por la sudadera roja de florecitas.

—Hola, Colin. —Alicia saludó antes que nadie—. ¿No tienes calor?

—Hola. —Colin miró a Alicia, a Gen, a Escarlata quien estaba de pie, y omitió la pregunta de Alicia como si ella nunca la hubiese hecho. Giró el cuello para mirar a su nena, le sonrió como tratando de decirle «Tus amigas me caen bien», y Emma le sonrió también, captó el mensaje a la perfección.

Entonces, Carla se acercó a él, y le apretó el brazo amistosamente, tensando entera a Emma, pero, para sorpresa de ésta, Colin no reaccionó de forma negativa al contacto, es más, respondió al saludo de Escarlata con bastante cordialidad.

—Es que salí tarde de la universidad.

—Pues tu novia no ha parado de mirar su reloj. —Escarlata se echó unas risitas, y abrazó a Emma de lado, quien sonrió, abrazándola también—. Por favor, dime quién te ha mandado a ponerte esa sudadera de florecitas.

—Nadie. —Colin miró a Emma sin borrar su sonrisa—. Fue mi idea.

—¿En serio? ¿Esta chica no tuvo nada que ver? —se sorprendió, abriendo su boca.

—No —se metió Emma, orgullosa de su amorcito—. Me sorprendió a mí también.

—Qué detalle, Colin. —Escarlata movió su cabeza como aprobación.

—Mi Cole es el más detallista. —Emma soltó a Carla para abrazarlo a él, miró hacia arriba, a la cara de él, quien tenía el corazón calentito por tantos elogios de parte de su nena linda—. De seguro no has comido nada. Ven. Tienes que probar la mejor pizza del mundo. —Y así, se alejaron de las tres chicas, camino a donde se encontraba la familia celebrando a su florecita. Le dieron la bienvenida a Colin con silbidos, vítores, y palabras exageradas.

—¡Llegó por quien lloraban! —gritó Gillou, quien estaba un poquito tocado por el alcohol.

—Este es mi chico. —J.J. lo sorprendió con un abrazo que incomodó bastante a Colin, pues J.J. le puso todo su peso encima, además, lo despeinó hasta dejarle el cabello todo parado.

Emma se interpuso, tratando de quebrar el contacto.

—Basta. No le gusta. No seas pesado, Jay —dijo.

—Jay, no molestes al honorable. —Jake movió su cabeza en señal de desaprobación total. J.J. alzó sus manos, disculpándose por estar un poco borracho, mientras Colin se peinaba, en silencio, con los dedos de sus manos. Jake lo observó, lo estudió, y concluyó que Colin estaba hecho todo un blandito—. La próxima empújalo, Cole, nadie te juzgará por meterte con un borracho.

—Yo sí —dijo Gillou.

—¿Cómo estás, Cole? —Olimpia siempre tan amable.

—Bien —contestó. Tardó un segundo en darse cuenta de que sus amigos estaban ahí mismo. Alan meneó cinco dedos como saludito, y Colin frunció su ceño para él, después se sentó en el sillón que estaba más próximo, y Emma le pasó una rebanada de pizza de espárragos—. ¿Gracias? —sonrió. Volvió la dulzura a su boca.

—La pedí exclusivamente para mi amorcito. —Emma se sentó en el reposabrazos del sillón, mirándolo.

—Es verdad —habló Gael.

—¿Te gustan mucho los espárragos? —le preguntó Faith.

—Lo normal. Y hola, Faith —saludó.

—Hola, Cole —respondió con una sonrisa.

—Le gustan más que el pepperoni —siguió Emma.

—Eso es un derechito al infierno para mí —dijo Jake. Abrió una nueva lata de cerveza y se la pasó a Colin.

—No, gracias —rechazó amablemente.

—¿Por qué? —preguntó J.J., se resistió con fuerza para no mencionar el show de Colin ebrio. ¿Acaso tenía que ver con eso? ¿No quería beber porque sentía vergüenza? ¡Él no lo crió para que sintiera vergüenza con ellos!

—Traje mi camioneta y todo eso —miró su rebanada de pizza, y la mordió.

—Pues, Eugene puede conducir por ti. —Jake planteó una gran solución.

—Voy por mi tercera botella, señor Miller —habló Eugene desde un lado.

—Tenemos cerveza sin alcohol —se acordó Bianca.

—Beberé soda. —Colin siguió con la misma amabilidad en su cara—. Gracias.

Un empleado lo oyó y le pasó una lata con azúcar.

—Bien —dijo Emma, poniéndose de pie—. Cuiden a mi bebé.

—Lo cuidaré como si fuese el cuarto hijo que nunca pedí —contestó Jake.

—Si Cole es el cuarto, ¿yo qué número soy? —inquirió Olimpia.

—Tú eres la quinta, y Gillou es el sexto. Están por orden de llegada para que no se peleen.

Emma sonrió, Colin la agarró de la mano, y ambos se miraron, diciéndose te amo, después, la soltó despacio, dejando que regresara con sus amigas. El cosmos estaba equilibrado, las estrellas brillaban con fuerza y las aguas del mundo lucían el más puro turquesa porque su amorcito estaba con ella. Se sentó en el sillón frente a sus amigas, y quiso unirse a la conversación que estaban teniendo sobre una serie romántica que las cuatro miraban al mismo tiempo, pero Gen cambió de tema justo cuando se percató de la presencia de ella.

—Dime qué chico se pone una sudadera solo porque a su chica le gusta cierta cantante, y no es cualquier cantante, es la número uno de cualquier mujer... Mujer. La mayoría de los hombres no están preparados para aceptar que Love Story es un temazo —sonrió, demostrando a su manera lo maravillada que estaba.

Colin cada día las impresionaba un poco más. Gen estaba tan impresionada que no pudo guardarse el comentario, y era muy imaginativa, le gustaba la poesía, y a veces también la escribía, así que se imaginaba a Colin como un ser literalmente único en el planeta. Debió haberse caído accidentalmente de una nube a los brazos de Emma.

—Cole cree que Love Story es un temazo. —Emma rio, mirando de reojo hacia donde él estaba charlando activamente con toda la familia y sus dos amigos. Si les impresionaba lo de la sudadera, no se imaginaba qué pensarían si supieran todo lo que él hacía por ella—. Vino a la medianoche a verme —volvió a mirarlas.

—Eso sí que no me sorprende, chiquita —dijo Escarlata, feliz por ella.

—Me trajo un mini pastel. Se quedó a dormir —detalló con unos ojitos ilusionados.

—¿Y sí durmieron? —Escarlata levantó sus cejas, molestándola.

Emma se ruborizó, fue inevitable si en su mente se armó un boceto de la figura de él sobre ella.

—Sí dormimos —rio bajito.

—Cuidado con embarazarse de nuevo —advirtió Alicia.

En un segundo, Emma pasó de rojo a blanco, su cara se puso pálida, como la luna que se hallaba sobre sus cabezas en un cielo que poco a poco la escondió entre sus nubes porque aquel corazón roto era una tortura demasiado grande hasta para los cuerpos celestes. Escarlata y Gen miraron boquiabiertas a Alicia, la primera reaccionó.

—¿Qué te pasa, Alicia? —preguntó, brava.

—No lo dije en mala onda. —Alicia se defendió.

—¿En qué onda entonces? —Escarlata incluso podía enfurecerse más que eso.

—Emmy —dijo Gen, tratando de mantenerse calmada en la incomodidad.

Emma sonrió con los ojos aguados y una daga clavada en su garganta.

—Está bien —se puso de pie, acomodándose la parte de atrás de la falda de su vestido.

—Pídele perdón, Alicia —le ordenó Escarlata.

—No —se interpuso Emma, mordiendo con fuerza para no echarse a llorar en medio de su fiesta. Tragó saliva, le dolía el nudo que escondía. Las miradas pasmadas de las tres le rasparon la piel—. Tengo que hacer pipí —huyó de ellas rápidamente.

Apenas atravesó la puerta de la casa, se puso a llorar sin consuelo, se metió al baño de invitados del piso de abajo y se lamentó como si su mundo, y todo lo que amaba, se hubiese derrumbado frente a sus ojos que en ese momento cambiaron de verde a grisáceo.

Cerró el inodoro y se sentó ahí a llorar con un dolor de pecho que hacía tiempo que no sentía en esa magnitud rompe huesos, hundió sus dedos en su cabello, y se sujetó de la cabeza, estirando sus mechones con fuerza. No podía calmarse porque no quería vivir en un mundo donde no lo tenían. Había engañado a todos, incluso a ella misma, al creer que podía omitir la verdad. Dolía más que un ataque de avispas.

¿Cuidado con embarazarse de nuevo?

Esa mujer lo pronunció como si haberse embarazado antes hubiese sido una vergüenza, un hecho asqueroso e indeseable. ¡Un hecho asqueroso e indeseable había sido la manera en la que se lo arrebataron de su vientre!

—Emmy. —Olimpia se petrificó. Había abierto la puerta, pues no sabía que estaba ocupado, ella solo quería vaciar su vejiga llena de cerveza sin alcohol. Emma se cubrió la cara para que no la viera. Tarde. Olimpia entró y cerró bajo llave, se desesperó, claramente, pero había visto mucho de Emma llorando en el pasado, el asunto es que se suponía que eso estaba precisamente en el pasado. Se puso de cuclillas frente a ella—. ¿Necesitas algo?

Emma negó con su cabeza, sollozando.

—Tal vez quieres que llame a alguien —añadió Olimpia.

—No —la miró a los ojos, y la flor que habitaba en el interior de Olimpia se marchitó por el frío—. No se lo digas a nadie. Siempre debes tocar antes de entrar, Pía —la regañó, se secó las lágrimas con sus manos y se limpió los mocos que caían sobre sus labios pintados.

Olimpia vio hacia abajo, pensando.

—Jay se moriría sin ti. Le ha contado al todo el mundo que es el cumple de su hermanita —se quedó en silencio, pensando más—. Estás aquí. Estás tan adelantada al pasado y tan lejos del futuro. Trata de pensar en el hoy.

Emma cerró sus ojos, cargando su vientre de aire, y vaciándolo en una larga exhalación.

—Me duele —susurró.

Podía ver, en una imagen flash, a la sangre recorriendo su entrepierna.

—Siente ese dolor y luego bótalo porque no lo necesitas en un presente lleno oportunidades para ti.

—Lo sé —asintió con su cabeza, sin poder parar de llorar todavía. Luchaba con fuerza contra sus pensamientos negativos y las emociones que desencadenaban en ella. Sabía lo que debía hacer. Debía respirar con consciencia como en el yoga, debía prestar atención a su presente inmediato, poner su atención en sus extremidades, a los latidos de su corazón, y reemplazar esos pensamientos negativos con visiones más positivas o al menos neutras.

—Todos te llaman florecita, pero para mí eres una mariposa, y la más hermosa —le acarició el cabello con dulzura y amor. Emma la miró directo a los ojos, y Olimpia le secó las lágrimas con sus manos—. Va a doler un rato más, pero tú eres más fuerte que cualquier dolor. Eres como la luchadora que yo elegiría en un videojuego.

Los labios de Emma se movieron, su sonrisita duró menos que un segundo, y casi no se notó que la dibujó.

—Haces analogías raras.

—A Jay le gustan los videojuegos —rio, apretándole una mano.

—Dicen que fue lo primero que mi pa le enseñó cuando llegó a nuestro hogar, lo segundo que le enseñó fue el baloncesto en la televisión, poco tiempo después lo llevó a su primer juego en el Garden —contó, y se olvidó un poco de lo otro gracias a nada menos que Olimpia y sus analogías raras, pero su maraña seguía tratando de llamar su atención, como: «Oye, te estoy hablando, te estoy diciendo que todo es un desastre. No me ignores.»

—Creo haberlo escuchado. Jay recuerda muy bien su infancia, la cataloga como una feliz.

—Mi papá nos hizo los niños más felices del mundo siempre que estábamos juntos.

Ella había vivido momentos que apagaban la sonrisa con la que salía de su ático, sin embargo, su pa había hecho un impecable trabajo como papá, hasta ahora, y ella esperaba ser al menos la mitad de buena que él. Y otra vez se repitió en su cabeza la advertencia de Alicia, y se lamentó por la injusticia. Lo que había vivido era una injusticia, y sentía rabia, sentía mucha rabia, porque esa noche debía estar celebrándola con su familia, su familia de tres integrantes. Imaginar al amor de su vida siendo papá con ella la hacía caer de rodillas. Si tan solo la hubiese empujado cuando llegó con un girasol al vestíbulo, si tan solo no hubiese accedido a salir al bar con ella la noche del cumpleaños de su papá, si tan solo hubiese ignorado el mensaje de ese tipo en la noche más oscura del verano pasado, si tan solo hubiese sido inteligente, si tan solo... Tal vez ahora no estaría llorando en el baño, tal vez ahora estaría dándole de mamar a un bebé o tomándose un montón de fotos familiares de ellos tres.

—Es que tu papá es un verdadero papá. —Olimpia respondió, regresándola al presente inmediato.

—Sí —susurró—, lo sé.

Porque conocía a falsos papás, bueno, conocía a Bradley Oschner, y recordarlo le generó otro tipo de rabia porque lo odiaba. Odiaba al papá de Colin. Sentía cómo su corazón se encogía y se ennegrecía, como un tronco en el fuego. Quería gritar contra una almohada.

Estaba pensando en demasiadas cosas a la vez y ninguna era bonita.

—Respira, Emmy —la tomó de la mano otra vez.

—Quería pasar un lindo día —hizo una mueca de gran llanto, pero lo reprimió.

—¿Y no es un lindo día? —Ahora Olimpia sintió rabia.

Todos habían deseado que Emma pasara un lindo día.

Emma cerró sus ojos, tratando de reemplazar el mal recuerdo de cómo rompió con él en Coney Island, por el hecho de que él estaba ahora mismo en su jardín, con una sudadera roja, y le había traído flores y unos lentes de sol, estaban juntos, y a ambos les dolían en las mismas zonas del corazón, pero iban a superar la aflicción, iban a emerger de las profundidades de las gélidas aguas oscuras. Algún día se iba a detener el tren en una estación iluminada por la fe que habían mantenido en todo ese tiempo.

—Es un lindo día —pronunció, con los ojos cerrados.

No podía permitirse condenar su día por un instante.

—Exacto. Ha sido un hermoso día. Lo estamos pasando genial, ¿verdad?

—Sí —pensó en las risas del día, en cuánto había bailado con Escarlata, en los detalles de Colin.

—¡¿Dónde está la cumpleañera?! —Gillou gritó con todas sus fuerzas desde la lejanía.

—De seguro quieren cantarte —dijo Olimpia.

—Ya —se secó las lágrimas con su muñeca derecha—. Ve a decirles que ya voy.

—De acuerdo. —Olimpia se irguió, la miró bien, Emma tenía los ojos hinchados y rojos exactamente como la nariz. No iba a abrir su boca, pero esa cara llorosa no demoraría ni un segundo en delatarla. Se marchó, obedeciendo a la cumpleañera.

Emma se desesperó al verse al espejo. No podía permitir que la vieran en esas condiciones. Abrió el grifo y se lavó la cara, menos mal que no estaba usando más que un delineador, seguidamente, se arregló el cabello.

A pesar de sus intentos, en el espejo seguía viéndose mal.

Salió del baño y su corazón palpitó de prisa cuando vio a su hermano mayor caminando hacia su dirección con un pastel blanco, redondo, que decía No sé tú, pero me siento de 22, en negro. Tenía 22 velitas rojas encendidas en el borde del círculo. Emma no tuvo más remedio que atravesar la puerta del jardín. Fue entonces que sus ángeles se apiadaron de su ser en apuros, indicándole los lentes de sol de corazones que había dejado sobre la mesa, se los puso rápidamente, y fingió una sonrisa cuando pisó el césped.

—Emma. —Alicia por poco se embistió contra ella.

—¡Que los cumplas feliz! —comenzó a cantar el resto cuando J.J. apareció con el pastel.

Emma juntó sus manos, forzando más su sonrisa.

El pastel llegó hasta ella, en el jardín, y la rodearon.

—Cole —habló alto.

Colin se abrió paso, haciendo a un lado a Alicia, y atrapó a Emma de sorpresa, por detrás, haciéndola sonreír de verdad. Le cantó al oído mientras la abrazaba a la altura de los hombros. De esa manera ella se salvó de ser acusada de haberse lamentado en el baño, pues comenzó a llorar bajo sus lentes porque su amor del bueno le hacía bien. Se secó las lágrimas bajo los lentes, y Colin la vio, se las secó con una de sus manos, y pegó sus labios a la mejilla de ella, en un largo beso, en tanto el resto terminaba de cantarle.

—Ahora sí quiero que mi nena linda pida un deseo —le susurró al oído.

Toda su familia, y amigos, los estaban mirando expectantes, especialmente a ella.

Emma cerró sus ojos con fuerza e inclinó su cabeza para apagar las 22 velitas con un largo soplido. Todos aplaudieron y gritaron, incluyendo Colin, fue entonces que ella interrumpió los aplausos de él, poniéndose de puntitas para darle un beso en los labios. Él facilitó las cosas al agacharse, y se besaron con fuerza. El público terminó de estallar en su celebración, y los dos sonrieron en medio del beso; cuando se apartaron, se contemplaron, y él le levantó los lentes sin hallar nada más que los ojos hinchados por lágrimas de amor.

—¿Sí deseaste algo? —le preguntó.

—Sí —le regaló una media sonrisa.

El año pasado el Universo había sido generoso con su deseo de cumpleaños. Colin era feliz, era feliz de manera real, no de la manera fantasiosa. A veces lloraba, pero muchas veces sonreía. Y solo había una cosa que ella deseaba en ese momento por encima de cualquier otra, una cosa que llenaría su alma, una sola cosa con la que soñaba día y noche, despierta y dormida.

Deseó tener una familia con él. 

¡SORPRESA! EL CUMPLEAÑOS DE EMMY MERECÍA UN REGALO PARA TODXS LXS LECTORXS<3

DÍGANME SI NO ES LA ILUSTRACIÓN MÁS BELLA DEL UNIVERSO. EMMY, COLE, ESTELA. LOS LENTES. LAS FLORES. LA ROPA. LOS OJOS DE COLE Y ESTELA. EL CABELLO DE COLE. LA DIFERENCIA DE ESTATURA. CADA DETALLE PERFECTAMENTE PENSADO Y PLASMADO. ESTOY TAN FELIZ <3 DESDE EL MOMENTO EN QUE IDEÉ LA FIESTA DE EMMY SUPE QUE DEBÍA HACER ALGO REALMENTE ESPECIAL Y QUÉ MEJOR QUE UNA PRIMERA ILUSTRACIÓN (ES LA PRIMERA, DE VERDAD). ESTOY FELIZ PORQUE RESULTÓ EXACTAMENTE CÓMO LA IMAGINÉ HACE MUUCHOS MESES ATRÁS. 

ENTONCES, NIÑOS, ¿PONDRÁN ESA FOTO EN SU DEPARTAMENTO?

Pues, yo ya la puse como fondo de pantalla de todos mis aparatos. Les reto a usar la ilustración como fondo de pantalla, compartirla y etiquetarme en Instagram<3 Me encuentran como: wolveslikeyou !! Ahí lxs veo para compartir sus stories.

Por otro lado, QUÉ FIESTA. QUÉ CAPÍTULO. ¡Extrañaba las montañas rusas intensas en un solo capítulo! Hay TANTO qué decir, pero me centraré en los detalles más resaltantes<3

COLIN SIENDO EL MEJOR NOVIO DEL UNIVERSO FICTICIO DESDE QUE BROTÓ EN EL PLANO. POR FAVOOOOR. ESA ROPA Y ESOS DETALLES A NUESTRA EMMY. <3 ¡LOS BENDITOS LENTES DE SOL! ¿LO HUBIESES IMAGINADO? Ya sé. Emmy no fue la única con el corazón acelerado cuando Cole buscó los lentes en su bolsillo de atrás. ¿QUIÉN MÁS SE ILUSIONÓ?

De acuerdo... Alicia se pasó. Definitivamente, en este capítulo, llegó al límite de comentario dolorosamente innecesario. ¿Sí o no? Cuéntenme qué piensan. Sin dudas, Alicia tocó el punto débil de Emmy, y uno de los puntos débiles de todx lector de la historia.

... Lo que nos lleva al deseo de cumpleaños. Emmy desea tener una familia con Cole<3 El tiempo transcurrido, con las situaciones agradables y desagradables, nos ha dado como resultado una Emma con sueños bastante distintos a la Emma del primer libro. Creo que, para la Emma de Al Estilo Emma, el formar una familia era una visión completamente borrosa y extraña. Hoy lo ve como uno de sus más grandes deseos<3

Muy bien. Aquí termina la aburrida nota de la autora. Espero que mi sorpresa lxs haya gustado mucho y que no lxs haya desilusionado como Cole desilusionó a todxs (bromis. Cole, TE AMO). ESTOY MUY FELIZ CON TODO LO QUE TIENE VER CON LA HISTORIA. Y LXS AMO<3

Nos leemos en la cuarta y última parte del cumpleaños de Emmy ;) ;) ;)

Weiterlesen

Das wird dir gefallen

12.1K 52 7
𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦𝘯̃𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘵𝘰𝘴 𝘦𝘳𝘰́𝘵𝘪𝘤𝘰𝘴. 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘩𝘦𝘵𝘦𝘳𝘰𝘴𝘦𝘹𝘶𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘎𝘢𝘺 𝘭�...
192K 15K 45
[Libro #2; Trilogía Slave] Sophie es consciente de que la oscuridad la rodea, desde la muerte de él, nada volvió a ser lo mismo, y aunque sabe que es...
1.6K 99 8
Aveces tener la capacidad de recordar algo que parece no tener importancia, puede ser la mejor medicina, puede ser el mejor aliado, cómo también pued...
97.7K 8.9K 66
Júlia Fort García es la hermana mayor del joven lateral del Fc Barcelona Héctor Fort,el club invita al equipo a un partido de la sección femenina,est...