Las Cenizas De Emma© #3

By shipsinthesky

655K 60.7K 31.6K

La quemaron viva. Y se culpó de todo. La redujeron a cenizas. Y, una vez más, se halló cara a cara con la ú... More

Epígrafe
Sinopsis
LAS CENIZAS DE EMMA
1: Un dueto perfecto
2: 8 meses
3: 8 meses u 8 años
4: La estrella caída
5: Un 8 volcado
6: Delicia
7: Como está escrito
8: Pérdida
9: Vacío
10: Lugar seguro
11: Dos orgasmos
12: Lista de pros
13: Un amor infinito
14: 5 minutos
15: Renaciendo juntos
16: Papi feliz, papi óptimo
17: Niña y niño
18: Comprometida
20: Una verdad
21: Un diamante
22: Dotada de amor
23: ¡Que los cumplas feliz!
24: Favor de cumpleaños
25: 22 por siempre
26: 8 de septiembre
27: Un equipo
28: Trinidad
29: Luna de miel:
30: Ellos
31: Mentiras
32: Al estilo Oschner
33: Renuncia
34: Sorpresa
35: A su medida
36: Estela: la niña de los anillos
37: Verdes, blancos y rojos
38: La Estrella
39: Soluciones
40: 8 certezas
41: Selene
42: Un desastre
43: Colin Oschner & Emma Miller
44: Capricho
45: Sueños
46: Muñequitos de torta
47: Tres carreteras
48: La porción de Emma
49: Cómo empezaron
50: Niños de los anillos
51: En nombre del amor
52: El perchero
53: Miércoles por la noche
54: Cordialmente invitada
55: Regalos
56: El stripper
57: Momentos
58: El ritual
59: ¡Sorpresa!
60: Alegría
❀『Adelanto: Capítulo 61』❀
61: Víspera de la boda
62: Contando los segundos
❀『Víspera del final』❀
63: Sr. & Sra. Oschner
64: Por toda la constelación de Leo
☆*AMOR DEL BUENO*☆
☆~Feliz 8 de noviembre~☆
⋆.ೃ࿔*:・¡4to libro!⋆.ೃ࿔*:・

19: Neptuno

9.6K 887 557
By shipsinthesky

Las piernas de Colin se sacudían debajo de la mesa. Por encima de la pantalla de su laptop, observó cómo Mónica y Kurt se marchaban a almorzar juntos, después, inspeccionó a Cohen. Cohen se encontraba sentando en un sillón de la enorme sala donde trabajaban, estaba con su celular, mirando calendarios, respondiendo mensajes, una infinidad de posibilidades, pero a Colin no le importaba lo que estuviese haciendo, porque siempre estaba haciendo algo, el truco estaba en saber cuándo interrumpirlo. Se puso los malditos pantalones de coraje, se sacó los lentes de vista, y se levantó de la silla.

—Señor —caminó hacia él.

—¿Por qué sigues aquí? —No lo miró.

—Quiero pedirte algo.

Y necesitaba hacerlo en ausencia de sus compañeros.

—Puedes pedirme algo —lo vio por encima de sus lentes—, pero es poco probable que te lo conceda.

Colin llenó sus pulmones, y desvió su mirada por un instante.

—El lunes necesito salir antes.

—¿Lunes? ¿Cuál de todos los lunes?

Mierda.

—El lunes 7.

—Eso es... ¿este lunes? —se sacó los lentes, mirándolo fijamente.

—Exactamente. Necesito salir antes —repitió.

—Bien. Te doy una media hora antes porque hoy salvaste mi archivo.

Y más mierda.

—El caso es que... necesito salir dos horas antes.

—¿Dos horas antes? ¿Qué es eso? ¿Tus vacaciones soñadas?

—Jamás lo pediría si no fuese importante.

—Habla con tus compañeros.

—¿Qué?

—Habla con Mónica y con Kurt.

—Pero eres nuestro jefe.

—Y también soy justo. No puedo darle permiso a uno solo, y yo te doy muchos permisos, Oschner. Nos interrumpes a todos cada miércoles para tomar tus sesiones de lo que sea. Mi respuesta solo será si a ellos no les molesta, mi respuesta solo será si luego no me echan en cara que a ti te hago favores y a ellos no. Habla con ellos y avísame qué te dicen.

Colin sintió dolor en medio de su pecho.

—Está bien. Hablaré con ellos después.

—Ahora vete a comer. Debes comer.

Debían hacer eso más seguido.

Salir a bailar juntas, comer pizza a las tres de la mañana, y dormir hasta el mediodía.

—¡Lo siento! —Gen se disculpó cuando su celular las despertó a todas con una llamada.

Emma abrió sus ojos, mirando el techo, desde la bolsa de dormir en el suelo, escuchó cómo Gen se levantó y salió de la recámara hablando en japonés. Escarlata se desperezó en su cama, soltó quejidos seguidos cuando los músculos de todo su cuerpo se estiraron, agarró dos almohadas, y se las lanzó a Emma y a Alicia.

—¡Buenos días, mis hadas fantásticas! —se sentó en la cama, mirándolas.

Emma sonrió, en cambio, Alicia se tapó la cabeza con la almohada que le había caído del cielo.

—Lo sé, Ali —dijo Carla—. Resaca.

Emma soltó una carcajada, y le devolvió la almohada con otro golpe.

—Tengo tanta hambre —les dijo.

—Resaca —repitió Carla.

—Puede ser —rio.

Escarlata verificó la hora en su celular, y se levantó de la cama:

—Ordenaré nuestros almuerzayunos. Nadie se irá de mi depa con hambre —salió de la recámara, gritando (según ella, cantando) una de Rihanna que seguramente se le había quedado de la fiesta.

Emma se sentó, e inhaló hondo en medio de una sonrisa cerrada. Estaba feliz. Sus pies le dolían y estaban hinchados como dos sapos gordos, pero lo que sentía en su pecho era superior. ¿Eso significaba tener amigas? ¿Así se sentía pertenecer a algo? Algo que no fuera su familia o los chicos que conoció en la universidad. Llevaba meses de amistad con ellas, pero no había sido completamente consciente de que ellas eran sus mejores amigas, hasta esa tarde. Tuvieron que pasar 21 años, y muchos dolores, para hallarse en el mismo camino. Simplemente no entendía cómo funcionaba la vida, pero tampoco necesitaba entenderla. No estaba en el mundo para entenderlo, estaba en el mundo para vivir, muchas veces para sobrevivir, y también dejar su huella positiva de alguna manera. Nadie le dijo que su deber fuera dejar una huella, pero le gustaba pensar que tenía varios propósitos, la mayoría desconocidos por el momento. Ellas eran sus mejores amigas. Juntas eran las cuatro hadas fantásticas. ¿Cómo pudo haber estado tan equivocada al pensar que la amistad a veces rompe o incomoda? ¿Cómo pudo haber estado tan equivocada al pensar que la amistad a veces lastima? La amistad no rompe, no incomoda ni lastima. La amistad es un tipo de amor, y ella sabía mucho sobre amor. El amor no rompe, no incomoda ni lastima. El amor une, conforta y cuida.

—¿Les gusta? ¿Están satisfechas? —Carla las apuntó con su barbilla.

Estaban sentadas alrededor de la mesa circular del comedor, comiendo burritos como almuerzayuno. Los burritos eran de un local ubicado a una calle de departamento, Escarlata siempre los ordenaba como almuerzayuno después de haber madrugado, pero era la primera vez que sus amigas los probaban, y estaba orgullosa por hacerles degustar algo que ella consideraba suyo. Las vio expectante, especialmente a Gen, quien era la más exigente tenía el paladar. Pocas veces estaba realmente satisfecha. El chef de su casa estaba especializado en las mejores escuelas de cocina del mundo, y trabajaba en nada menos que la casa de Gen porque jamás ganaría esa cantidad en otra parte. Emma decía que ella también tenía a uno de los mejores chefs del mundo en su cocina, y cocinaba gratis para ella, a ese chef le llamaba pa.

—Me encanta —dijo Emma, quien tenía un pie sobre su silla.

—Está bien. —Alicia tomó una servilleta del medio de la mesa.

—¿Gen? —preguntó Carla.

—Es horrible —contestó.

Emma estalló, escupió un poco de burrito en medio de la risa.

—A ti nunca te gusta nada —señaló Alicia.

—Le gusta el restaurante donde hacemos brunch después del yoga —dijo Emma.

Wow —habló Carla—. Las dos amigas hacen brunch después del yoga.

—Siempre te invitamos a nuestra clase de yoga —acusó Emma.

—Está bien. Es broma. No soy celosa —sonrió, levantando su barbilla.

—Yo tampoco soy celosa, pero ¿cuándo ibas a contarnos que conociste a alguien? —Alicia la señaló con su burrito. Carla miró el techo y soltó una risa de villana que sonó a «¡Muajaja!»—. ¿Sabes? Haces que pierda el interés en dos segundos.

—Pues, Agnes lleva una semana hablando conmigo, y aún no ha perdido el interés.

—¿Se llama Agnes? —Emma sonrió.

—Sí, y es muy guapa —llevó una mano a su pecho.

—Según tú, todas son guapas —le dijo Gen.

—Porque lo son, diablos. Las mujeres somos arte. El arte viene de distintas formas, pero no deja de ser arte. Emma entiende el concepto, ¿no? —Carla la apuntó con su índice, a lo que Emma levantó su pulgar porque estaba masticando—. Es que renuncio a los hombres, chicas. ¿Saben qué? Quitaré esa bandera ya —dejó su burrito, y se levantó a deprender su bandera del orgullo bisexual que colgaba en su comedor.

—Hola, hola. —En ese momento, llegó Milena al departamento—. ¿Qué está pasando?

—Escarlata está teniendo otra de sus crisis de orientación —contestó Alicia.

—Esa pobre bandera... —dijo Milena. Esa bandera no tenía un lugar estable.

—¡Detesto a esos malditos desgraciados! —gritó Escarlata, colocándose la bandera como si fuese un velo, y volvió a sentarse, achicándose en su silla, poniendo sus pies sobre el asiento—. ¿Sabes, Lena? En la fiesta se nos acercó un tipo, le dije que se largara, entonces, me dijo que no quería conmigo, sino con mi amiga «la rubia».

Milena miró a Emma, y preguntó:

—¿Qué hiciste?

—Eh, nada. Ya hasta lo había olvidado. —Emma miró a Carla.

—Le dije que Emmy está comprometida porque sabes que decirles que simplemente no está interesada a veces no sirve para deshacerse de uno —contó Carla—, pero tampoco mentí. Hasta se hicieron el mismo tatuaje —señaló, poniendo la bandera sobre sus hombros. Milena abrió su boca exageradamente cuando Emma le mostró su muñeca en medio de una sonrisa—. Emma, tú sabes que Colin me cae de diez, pero, wow, ¿por qué tan lento?

—Me pregunto lo mismo —habló Gen.

Emma alzó sus cejas, quedándose boquiabierta antes de echar una risita tímida. Iba a decirles que «todo a su debido tiempo», pero Milena se metió:

—Colin es rubio, ¿no?

—Sí —sonrió.

—Te gustan los rubios.

—No. Me gusta un rubio —rio.

—Vaya. Tienes un spoiler de cómo se verían tus hijos si es que los quieres tener, amiga.

Gen levantó su mirada del burrito horrible, y cruzó miradas con Escarlata y Alicia. Emma se limitó a soltar una carcajada, haciendo a un lado al sentimiento real le generó ese comentario.

—Lo sé. Espero que tengan sus ojos.

—Tal vez me vea con mi Agnes esta semana. —Carla cambió rápido de tema.

—Sin ilusiones anticipadas, Escarlata —le advirtió Milena.

—Claro... ¿Burrito? —le ofreció el suyo.

Emma se limitó a comer y a sonreír.

Dolía.

Gritaba en su mente.

Lloraba en su pecho.

Y albergaba una luz en su útero.

De noche, miró las espaldas de Mónica y de Kurt cuando los tres caminaban rumbo a la salida del edificio. Los vio atravesar la puerta mientras hablaban sobre las hamburguesas con queso que pensaban cenar juntos en un café. Había tenido oportunidad de hablarles en la tarde, pero se le estaba dificultando la elección de palabras correctas. El asunto es que no había palabras correctas, Oschner, porque se trataba de Mónica. Desprendió y prendió la correa de su reloj, a continuación, aceleró, alcanzándolos antes de que bajaran las escaleras de afuera.

—Eh, chicos.

¿Chicos?

Sintió como si Emma hubiese hablado.

Y quizá necesitaba ser como Emma en ese momento.

Agradable como su nena.

Mónica y Kurt giraron a verlo.

—¿Qué pasa, Oschner? —Kurt habló de forma amigable..., porque era amigable.

Kurt no era el problema.

—¿Qué? —preguntó Mónica, en tono fastidiado.

—Necesito hablar con ustedes un momento —dijo. Mónica cruzó sus brazos, poniendo todo su peso en su pierna derecha, en cambio, Kurt se limitó a asentir con la cabeza—. El lunes necesito salir antes. Dos horas antes. Ya hablé con Cohen, pero solo me dará permiso si ustedes dos están de acuerdo. No quiere que lo sienten como una injusticia al darme permiso. —Al diablo la justicia. Él solo quería llegar temprano al cumpleaños de su nena. Estaba diciendo lo que se suponía que debía decir—. Entiendo que no estamos en buenos tiempos, que Brice nos dejó, y. . .

—Brice volverá. —Mónica lo dejó con el resto del discurso en la boca, lo dejó boquiabierto—. ¿Qué hay de importante el lunes? Y no puedo creer que a Cohen le interese ser justo con el resto. Un puto año después.

Colin tragó saliva, y dijo:

—Saben que tuve problemas. Fue el peor año de mi vida.

—Todos tenemos problemas, Colin. La abuela de Kurt murió el mes pasado.

—Lo sé —la voz se le quebró como un vaso y en sus ojos se derramó el agua. A veces se preguntaba qué pensarían los demás si supieran todo lo que había pasado en un año. Estaba en uno de esos momentos que conformaba el a veces—. Está bien. Lo entiendo. Gracias por escuchar. De verdad.

De verdad.

Porque Mónica tenía razón.

—Colin, no tengo problemas con que salgas temprano el lunes —dijo Kurt.

Y volvió a tener esperanza.

—Jamás lo pediría si no fuese importante.

—Lo sé —respondió el otro.

—¿Qué es lo importante? —Mónica lo preguntó por puro chisme.

—Eh. —«El asunto es que ustedes jamás comprenderían la importancia del cumpleaños de mi nena».

—Mi respuesta es no —dijo Mónica. Era tan malditamente obvio que estaba relacionado con su noviecita.

—Es el cumpleaños de mi novia —soltó—. Si salgo en el horario solo me quedarán tres horas de su fiesta.

—Tranquilo. De seguro te mandará el vídeo de cómo sopló las velas. —Mónica giró, bajando las escaleras.

Kurt miró a Colin, y le susurró: «Lo siento» antes de irse con Mónica.

—Esta es la mejor escena. —Jake apuntó la televisión cuando Adam Sandler y Jennifer Aniston tenían que subir un coco desde su abdomen hasta sus bocas en Una esposa de mentira.

—No mientas. La mejor escena es cuando van de compras —habló Emma, quien estaba sentado en el medio de él y de Gael—. Y cuando Danny negocia con los niños en Pizza Hut. Esa es mi escena favorita.

—A pa le gustan las escenas románticas, Emmy —dijo Gael—. Convierte una comedia absurda de Adam Sandler en un drama romántico escrito por Nicholas Sparks. Es el cerebro de un enamorado.

—Entre todos mis hijos, nunca pensé ser traicionado por ti. —Jake miró a Gael por encima de la cabeza de Emma, quien estaba atendiendo la película—. Y no me hagas hablar sobre cerebros enamorados, Gael Miller. Florecita —le tocó el hombro a Emma, llamando su atención—, ¿ya te conté qué pasó esta mañana?

—Pa. —Gael cubrió su cara con sus manos.

Emma rio, mirando a Gael, lo agarró de una mano, y miró a su papá.

—¿Qué pasó? —preguntó.

—Gael estaba tratando de cocinar algo porque esas son las cosas que te inspiran a hacer cuando estás enamorado. Te diría qué fue lo trató de cocinar, pero no sé, cuando lo sacó del horno parecía una paloma rostizada. Según él, era un pollo, pero los de la morgue no pudieron confirmarlo.

—Pa. —Emma rio fuerte.

Gael suspiró, sacudiendo su cabeza.

—Déjame terminar —siguió Jake—. El detector de humos se activó.

—¿Tanto así? —Emma miró a su hermano.

—Todo porque estaba en una videollamada con Gillou Fourneau.

—Debí callarme —dijo Gael.

—Sí —respondieron los dos.

—Tomé la llamada y subí a mi recámara, y me olvidé del pollo —explicó.

—Tenías un solo deber, y era alimentarme —señaló Jake—. Por tu culpa tuve que ordenar comida rápida.

—Sí. Te puse un cuchillo en el cuello para que llamaras a McDonald's, pa.

—Comida rápida. Tenía hambre —resopló, y se estiró para pausar la película con el control.

—Pasan cosas interesantes cuando no estoy en casa —pensó Emma.

—Sí. Casi perdimos la casa por culpa de tu hermano y su paloma.

—No me fastidias, pa —habló Gael—. ¿Sabes qué? Me encanta que dramatices todas las cosas. Si Emmy es la reina del baile, tú eres la reina del drama.

—Y tú eres el desterrado del reino de mi cocina. No respires cerca del pavo en Acción de Gracias.

Emma soltó una carcajada, y apretó el hombro de su papá.

—¿Ya estás pensando en Acción de Gracias? Aún no entramos en la temporada de noche de brujas.

—Acción de gracias es una de mis fiestas favoritas. Mi familia, el pavo...

—¿El pavo? —mustió Gael—. Un pavo está justo después de nosotros —le susurró a Emma.

Emma rio, y luego les recordó:

—Días después es el cumpleaños de Cole.

—Lo sé —dijo Jake, asintiendo seriamente con su cabeza—. Está marcado en el calendario de mi corazón: 30 de noviembre, cumpleaños de Colin. Es como si el 4 de julio y el Año Nuevo hubiesen tenido un hijo, y ese es el cumpleaños de Colin. Una festividad que se debe celebrar. ¿Cuánto cumple este año? ¿28?

—Pa —puso los ojos en blanco.

—Te engañé. Sé que cumple 27.

—No bromees con su edad. Le está afectando un poco.

—¿Cumplir 25? —se ofendió—. Pero es la mejor edad.

—Dijiste que los 22 es la mejor edad —le recordó Gael.

—Y tú dijiste que podías hornear un pollo. Decimos muchas cosas, hijo —frunció el ceño.

—Pues —Emma llevó su cabello detrás de sus orejas—, yo estoy ansiosa por cumplir 22. El número 2 me hace pensar en dualidad, saben, y me gusta esa palabra. Me gusta porque estoy en un dueto perfecto con mi Cole.

—¿Y a ella no le dirás nada? —Gael vio a su papá.

—Sh. Tu hermana está diciendo sobre Colin —llevó su índice a sus labios para pedir silencio.

Emma sonrió, empujando despacio a su pa.

—También está el hecho de que Colin tenía 22 cuando nos conocimos, y eso me pone emocional.

En ese momento, tocaron el timbre de la casa.

—¡Jeffrey, ese tiene que ser el helado! —Jake había ordenado helado para la noche de comedias de Adam Sandler con dos de sus tres polluelos. Fue una tragedia caminar al refri y darse cuenta de que alguien había comido sus tarros de Hâagen-Dasz. Él había comido todos sus tarros, pero era más fácil culparle a quien no estaba, o sea, a su primer polluelo que estaba ausente.

—Hola —les dijo Colin.

—Vaya. Enviaron mal mi orden.

—Ni modo —añadió Gael.

El pecho de Emma se llenó de viveza, sonrió, y trepó sobre el sofá para llegar hasta el otro lado porque era más complicado rodearlo, ¿cierto? Se abrazaron fuerte. No era lo que ella esperaba recibir esa noche, pero definitivamente era mejor que cualquier postre. Colin sonrió, dándole un par de besos en la mejilla, después se acercó a la sala a estrechar la mano de su suegro y la de su cuñado. Miró la película en pausa y, antes de que pudiera pensar en decirles que no sabía cuántas veces había mirado Una esposa de mentira por puro gusto, Emma sacó a su gata de alguna parte, no le sorprendería que fuera de su bolsillo, y se la puso en los brazos, diciendo cosas la hacían ser ella.

—Mira quién vino a visitarnos, Estela —sujetó a Colin del brazo, llevándolo a las escaleras.

—Me da lástima que pienses que vino a visitarte a ti. —Jake bromeó, recostando su cabeza en el almohadón—. Hijo, dile la verdad, que echas de menos a tu suegro y todas esas cosas lindas que me dices por mensaje.

Colin se limitó a reír por obligación, subiendo escalón por escalón con Estela en sus brazos.

—¿Adónde me llevas? —le preguntó a Emma a mitad de las escaleras.

—Tienes una visita especial en el Museo de Emmy. ¿Recuerdas? —vio hacia atrás sin dejar de subir.

—Por supuesto —asintió con su cabeza, viendo a Estela, después llevó su mirada hasta las piernas de su nena. Ella estaba usando un short corto y él quería tocarla, pero esa noche no iba a hacer nada, no iba a desnudarla en el estudio de arte ni a pintarla sobre el suelo porque no había conseguido permiso para salir temprano la noche más importante del año. Y no sabía cómo decírselo.

—Muy bien. ¡Cierra los ojos! —Emma lo colocó frente a una puerta.

—Bien —lo cerró, y fue guiado lentamente hasta el interior del estudio.

Emma hizo que se parara en medio. Cerró la puerta y tomó a su gata.

—Ya puedes abrirlos —dijo, parada delante de él, con una hermosa sonrisa.

Colin abrió sus ojos, y sus cejas se elevaron del asombro. Había más artes plásticas que en todas las galerías y museos que había estado en toda su vida. Pinturas y dibujos hechos con todas las técnicas. Había lienzos en caballetes, a cada lado, también había lienzos apilados en el suelo o recostados entre ellos. Había dibujos colgando arriba, en cuerdas, dibujos hechos a lápices hasta pintados con témperas. Había un estante marrón donde se encontraban libros sobre pintura y arte, historia y técnicas. Y finalmente estaba la mesa larga donde ella se ponía a crear. De pronto, la Capilla Sixtina había dejado de parecerle el lugar más mágico del mundo. Lo siento por Miguel Ángel. Ahora tenía un ángel que hacía maravillas. Quería meterse en una de esas pinturas y dormir sobre la firma de ella.

—Diablos.

—Lo sé. Es demasiado —rio, caminando por el estudio con su gata en brazos—, pero no te preocupes. Soy amigable con el medio ambiente. Algunos lienzos llevan tres historias encima. Los reutilizo cuando pienso que no vale la pena lo que traen encima —le dio besitos a la cabeza de Estela.

—Quisiera vivir aquí —avanzó unos pasos.

—Puedes mudarte aquí —bromeó. Dejó a su gata en el suelo de madera, y rodeó la cintura de su amorcito con sus brazos, besándole el pecho—. Te dije que puedes elegir una pintura para tu recámara. Tómate tu tiempo.

—Esa —señaló con su índice a una que estaba puesta en un caballete.

Emma sonrió, caminando hacia la pintura.

—Casualmente, elegiste mi último orgullo.

—Tiene un significado importante.

—Sí —asintió.

Él lo supo porque los ojos de ella comenzaron a brillar más que el sol.

—Adivina qué es —pidió Emma.

—Es un planeta, obviamente —se acercó al caballete, inspeccionando con su mirada al planeta pintado en tonos azules en un espacio cósmico donde jugaba con la fantasía en tonalidades azules, lilas, blancas y negras. Se frotó la barbilla, pensativamente, después la miró a ella—. Quiero que me cuentes la historia, mi amor.

—Nuestro amor es residente de ahí.

—Nuestro amor tiene doble residencia cósmica. Vaya.

Ella soltó una risita enamorada, y se acercó a él, quien la protegió entre sus brazos.

—Es el octavo planeta del Sistema Solar.

—Es Neptuno.

—Sí. Neptuno es azul por tus ojos.

—De hecho, es la absorción de la luz roja del Sol por el metano atmosférico lo que hace que Neptuno sea azul. —Se quedaron en silencio, bajó su mirada hasta su nena, y rio cuando notó que ella lo estaba observando con el ceño ligeramente arrugado. Sacudió su cabeza, diciendo—: Neptuno es azul por mis ojos. Nos venden información falsa. Todos sabemos qué esconden en el Área 51.

—Ahí está escondida nuestra nave.

—¡Shh! —le tapó la boca con una mano, y miró sigilosamente hacia la ventana. Ella rio mucho debajo de la mano, y él la saltó despacio, como asegurando el perímetro—. Bien. Creo que nadie te escuchó. Puedes seguir contándome sobre la pintura del planeta que no conocemos de nada.

Emma lo miró a los ojos, diciendo:

—Eres increíble.

—¿De qué hablas? —rio, nervioso.

No era increíble.

Si lo fuera, hubiese conseguido el de Cohen y de Mónica.

—Me complementas perfectamente.

Hablaban el mismo idioma.

Tenían las mismas ocurrencias.

Habían sido hechos para ser uno.

—Tú me complementas perfectamente —respondió.

Emma se puso de puntitas, y se dieron un beso en los labios.

—Bueno —siguió diciendo, mirando su pintura—. Neptuno es nuestro planeta porque es el octavo en orden de proximidad al Sol, y es azul por tus ojos, y no por una explicación sosa.

—En realidad, es una explicación fascinante —pensó. Ella lo miró con el ceño fruncido—. Lástima que esté equivocada —rio, abrazándola con fuerza por detrás, alrededor de su cuello—. Te amo, mi nena linda —le dio un beso en la mejilla, mirando la pintura con ella—. Quiero a nuestro planeta encima de mi cama.

—Está bien. Lo encuadraré para ti.

—Pero cuánto pintas, corazón —la soltó para seguir mirando el resto del estudio. Emma recogió a Estela del suelo, y se distrajo con ella, mientras él se distraía con la maceta pintada con puntos que se encontraba sobre la mesa larga—. Me gusta como quedó tu maceta.

—Gracias —lo miró, entonces, descubrió que él estaba abriendo una libreta amarilla que tenía un sol sonriente. Entró en una especie de pánico, todo su cuerpo se alarmó, los vellos de sus brazos se levantaron en señal de alarma—. Esa no puedes verla —se la sacó rápido, y la llevó a guardarla en una caja de cartón marrón—. Es la única que no puedes ver porque sus borradores son pésimos.

—Bien. —Colin no le dio importancia, y siguió viendo un cuaderno de tapa negra, lo abrió, los dibujos hechos a lápiz de papel eran girasoles, todos eran girasoles, el destaque estaba en que ninguno se veía completamente vivo, sano o fuerte, todos tenían pétalos doblados, algunos perdieron los suyos, otros luchaban para no secarse, pero ninguno estaba realmente seco, lo cual era otro punto destacable—. ¿Y estos? Cuéntame la historia, mi nena.

Emma sintió un nudo en la boca de su estómago.

—No tiene.

—Todo lo que haces tiene una historia detrás.

—Estos no —le sacó el cuaderno.

—El arte expresa lo que no puedes decir por otros medios.

Ella colocó el cuaderno sobre la mesa, y de un segundo a otro, comenzó a llorar. Él se alarmó, su corazón palpitó a toda máquina. Ella sintió su garganta seca como si las palabras la hubiesen secado antes de atravesarla. Aceptó el abrazo de su amor porque tenía esperanza de que pudiera repararla esa noche. Solo por esa noche necesitaba que sus partes rotas encajaran. Solo por esa noche necesitaba que sus manos se movieran con delicadeza al escuchar las melodías en lugar de sudar por la agonía de perder aquella parte de su vida.

—Así me siento —dijo, temblando.

—¿Cómo un girasol afectado? —Colin no sabía cómo demonios describirlo.

—Soy feliz, soy feliz —habló, acelerada, como si necesitara convencerlo de que ese llanto no debía preocuparlo, pero él ya sabía que ella era feliz, y no porque ella se lo dijera, sino porque lo sentía—. Soy feliz —se apartó de él, limpiándose los mocos con su mano—. Te amo mucho. Estoy tan feliz porque eres mi amorcito. Estoy tan feliz porque tengo las mejores amigas, porque mi familia está unida, y porque tengo a mi Estela —se hundió en llanto, tapándose la cara con sus manos, mientras él le apretaba el hombro suavemente para hacerle saber que estaba ahí.

—Llorar no quita ese hecho, mi amor. Aceptar tu dolor no te hará menos feliz. Te hará libre.

—Extraño la música como antes la conocía —bajó sus manos, mirándole el pecho.

—Lo sé.

—No sé si pueda volver a bailar. Ni siquiera sé si pueda volver a escuchar un Nocturno.

—Emma —la tomó del mentón para que lo viera—, dime una sola vez en la que no hayas podido algo.

Emma se quedó en silencio, viéndolo a los ojos.

—Siempre has podido con todo. Mi nena siempre ha podido con todo.

—Te amo bien, Colin.

Se agachó, abrazándola, fuerte, y ella sollozó contra el pecho de él.

—Te amo bien. No necesitas forzarte. ¿Lo sabes?

—Sí —respondió, con la cara escondida en él.

—Te traje algo que seguramente te hará más feliz.

—¿Qué? —respiró fuerte, tratando de calmarse.

Colin se apartó, llevando una mano a su espalda. Levantó un poco de su camiseta para descubrir el bolsillo trasero de su jean, de donde sacó una llave que tenía un llavero de letra E adornada con incrustaciones de piedrecitas falsas de distintos colores. La colocó frente a los ojos de su nena.

—Llevo una semana queriendo dártela, pero no compré el llavero hasta el sábado. Quería dártela en un momento especial, pero me di cuenta de que todo momento es especial contigo. Es una copia de la llave de mi departamento. Después de encontrarte esperando en mi puerta la semana pasada se me ocurrió dártela porque no quiero que vuelva a pasar algo como eso. Quiero que sepas que puedes ir en cualquier momento, cuando lo necesites, a la hora que sea, incluso cuando no me encuentro ahí. Es tu lugar seguro.

—Tú eres mi lugar seguro.

—Te amo infinitamente.

Emma lo abrazó, rodeándolo con sus brazos hasta que sus manos se tocaron detrás de él.

Hacía exactamente dos años desde que sus almas se reencontraron. Esa primera noche de septiembre, en el estudio, rodeados de pinturas y dibujos, pensaron en silencio en muchas cosas. Cuántas cosas habían cambiado, cuántas cosas habían aprendido, cuántas cosas habían perdido, desde septiembre del 2018.

Y por supuesto que no era casualidad que su año de reencuentro en esa vida tuviera un 8 al final.

La palabra casualidad no formaba parte del vocabulario de su amor. Los versos estaban impecablemente escritos por una fuerza infinita que ninguno podía explicar, solo sentir.

—Emmy. —Gael golpeó la puerta al otro lado—. Llegó el helado.

—No queremos helado —respondió, frotándose los ojos.

—Papá me dijo que te diga que no es una pregunta —miró el techo, esperando una contestación.

Emma suspiró, destensando sus hombros, y dijo:

—Ya vamos.

—Bien.

Colin se acercó a apreciar otras pinturas exhibidas en caballetes. No quería helado, y bueno, tampoco quería sentarse a hablar con su suegro, digamos que no estaba de humor para eso. Había planeado contarle a Emma que no consiguió permiso para salir temprano la noche de su cumpleaños, pero, con todo el llanto inesperado, sería mejor que llegara el nuevo día para decírselo. Además, decírselo sería como aplastar una rosa en su puño, sin importar el día o el momento, él no estaba preparado para ver los pétalos caer al suelo.

Estaba cansado, tenía trabajo, y su suegro quería que comieran helado. Demonios.

—No es que no quiera. Solo vine unos minutos para ver a Emmy. Tengo trabajo —le explicó.

—Bueno. No te preocupes que no me ofendo. Gael sí se ofende, y mucho. —Jake percibía el rechazo de Colin a sentarse a compartir con ellos, con él. Gael frunció su ceño, algo le decía que ya debió haberse ido a dormir hace rato—. Al menos llévate el helado, hijo. Cómelo mientras trabajas.

—Tengo helado en mi refri. No te preocupes —metió sus dedos en los bolsillos delanteros de su jean.

—Está bien. Ojalá pronto puedas comer con nosotros —pensó.

—Sí. Solo necesito organizarme. Eh, nos vemos, nos vemos pronto —les dijo, alejándose con Emma.

—Que te vaya bien —le deseó Jake, estirando su cuello hacia atrás, desde el sofá.

—Gracias —contestó, tratando de sonar bien.


¡Sorpresa!<3 A que no esperaban este capítulo en ese momento, pero es que hoy (9 de feb de 2022) Al Estilo Emma llegó a 88,8mil votos, y había que celebrarlo de alguna manera<3 Aquí esperando el 888,8mil ;) Dale, Universo, lo estamos deseando.

Pero, antes que todo, ¡cuéntenme qué les ha parecido el capítulo anterior! <3 No hubo nota en el 18 porque fue un día raro, pero espero que les haya gustado mucho porque, como ya lo mencioné demasiadas veces, es de mis capítulos favoritos de toda la saga.

Ahora sí, el 19. POR FIN LES PUDE REVELAR LO QUE NEPTUNO SIGNIFICA. Siempre ando mencionándolo en Instagram, pero nunca he dado explicaciones. Bueno. Aquí Emmy nos ha explicado gentilmente la razón por la cual Neptuno es azul. Muchas gracias, maestra Emmy.

Emma y Colin son neptunianos. A que eso no lo sabías. Su amor tiene doble residencia intergaláctica<3 ¿Conocen la canción Biutyful de Coldplay? Bueno. Necesitan escucharla. La he bautizado como una de las cancioncitas de Emma y Colin<3

Por otro lado, dos cosas:

1) Colin no ha conseguido permiso para salir temprano la noche del cumpleaños de Emma. Estado: catástrofe universal. ¿Creen que Emmy se enfadará o no? ¡CUÉNTENME SUS TEORÍAS!

2) Nuestra Emmy quiere volver a bailar, pero sus miedos la tienen paralizada. ¿Creen que superará la situación? ¿La leeremos bailando alguna vez? Cuénteme <3

Ya. Nos leemos en el capítulo 20 que TAMBIÉN es de mis favoritos en toda la saga. (Espérenlo con emoción). Besos y abrazos<3

Continue Reading

You'll Also Like

4K 511 26
Nanami Sakura es una joven que fue abandonada en un orfanato cuando era apenas una bebé de tres meses de nacida. Pasaron los años he tiempos desde qu...
1.6M 117K 84
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
5.2K 1.1K 9
Emily Harper toda su vida ha tenido las cosas claras a pesar de tener solo diecisiete años, desde su trabajo deseado hasta su casa y esposo de ensueñ...
6.3K 614 22
El tiempo lo cura todo, o al menos eso dicen, solo qué hay heridas que duran en sanar mas qué otras; sobre todo cuando no es la primera vez que estas...