Las Cenizas De Emma© #3

By shipsinthesky

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La quemaron viva. Y se culpó de todo. La redujeron a cenizas. Y, una vez más, se halló cara a cara con la ú... More

Epígrafe
Sinopsis
LAS CENIZAS DE EMMA
1: Un dueto perfecto
2: 8 meses
3: 8 meses u 8 años
4: La estrella caída
5: Un 8 volcado
6: Delicia
7: Como está escrito
9: Vacío
10: Lugar seguro
11: Dos orgasmos
12: Lista de pros
13: Un amor infinito
14: 5 minutos
15: Renaciendo juntos
16: Papi feliz, papi óptimo
17: Niña y niño
18: Comprometida
19: Neptuno
20: Una verdad
21: Un diamante
22: Dotada de amor
23: ¡Que los cumplas feliz!
24: Favor de cumpleaños
25: 22 por siempre
26: 8 de septiembre
27: Un equipo
28: Trinidad
29: Luna de miel:
30: Ellos
31: Mentiras
32: Al estilo Oschner
33: Renuncia
34: Sorpresa
35: A su medida
36: Estela: la niña de los anillos
37: Verdes, blancos y rojos
38: La Estrella
39: Soluciones
40: 8 certezas
41: Selene
42: Un desastre
43: Colin Oschner & Emma Miller
44: Capricho
45: Sueños
46: Muñequitos de torta
47: Tres carreteras
48: La porción de Emma
49: Cómo empezaron
50: Niños de los anillos
51: En nombre del amor
52: El perchero
53: Miércoles por la noche
54: Cordialmente invitada
55: Regalos
56: El stripper
57: Momentos
58: El ritual
59: ¡Sorpresa!
60: Alegría
❀『Adelanto: Capítulo 61』❀
61: Víspera de la boda
62: Contando los segundos
❀『Víspera del final』❀
63: Sr. & Sra. Oschner
64: Por toda la constelación de Leo
☆*AMOR DEL BUENO*☆
☆~Feliz 8 de noviembre~☆
⋆.ೃ࿔*:・¡4to libro!⋆.ೃ࿔*:・

8: Pérdida

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By shipsinthesky

Emma entró a la casa, anunciándole a todos los que habitaban en ella que Gennie la había llevado a comer pizza como brunch en un restaurante que no conocía y que, de ahora en más, solamente iban a ordenar pizza de ahí. Bajó la cremallera de su chaqueta deportiva, y dejó la prenda sobre una consola de la entrada, junto con su bolso de yoga, y su tapete amarillo en el suelo. Apenas le respondieron. Su papá estaba ocupado contestando e-mails, y ella no le quiso interrumpir más de la cuenta; se asomó a la puerta de vidrio, mirando cómo Gael encestaba un balón en la cancha, estaban lejos, pero logró escuchar el grito de J.J., sin embargo, más fuerte se oyeron las risas de Olimpia.

—Hola —los saludó cuando llegó hasta ellos, tenía una mano como techito sobre sus ojos. El sol le encandilaba los ojos. Le saludaron, le preguntaron si quería jugar—. No, es que acabo de comer la mejor pizza del mundo.

—Emmy —J.J. habló con el balón en sus manos, tenía una gorra de los Nets al revés—, me parece una falta grave que no nos hayas traído una. No puedes venir y contarnos sobre la mejor pizza del mundo, y no traer contigo ni una sola migaja.

Gael rio, yéndose a sentar en un banco al lado de Olimpia. Estaba sudando mucho. No era el momento más idóneo para jugar bajo el sol que al parecer estaba furioso con el planeta. Emma sonrió, y ensanchó más su sonrisa cuando J.J. dijo que tenía una sonrisa cruel. No era cruel, ni siquiera estaba pensando en su comentario bobo, estaba sonriendo porque tenía dos hermanos geniales que habían sido, y seguían siendo, ladrillos en su proceso. Estaba convencida de que se encontraba de pie, viva, regresando del brunch después de la clase de yoga, gracias a su familia. Ellos la salvaron, pero ¿lo sabían? ¿Sabían que habían sido esa voz poderosa que silenciaba a la de su cabeza? Y con familia no se refería solo a esos tres hombres, sino también a Gillou, Faith, Bianca, incluso a Olimpia. Por supuesto, a Colin, él había sido una pieza importante, pero en diciembre había sido claro con él.

«—No quiero darte la responsabilidad de salvarme. Quiero que ahora seas tu única prioridad

Y esas habían sido de las palabras más difíciles de decir.

—Me voy —les dijo—. Le toca baño a Estela. ¿Quién me ayuda?

—Bueno... Emmy...—Olimpia miró a los otros dos.

J.J. le dio la espalda, encestando el balón. Y Gael dijo:

—Diviértete.

—Lo haré.

Porque, en realidad, no necesitaba ayuda, pues Estela era una niña obediente, curiosa e higiénica. Bañarla era una de sus actividades favoritas. En serio. La aseaba en la bañera de su baño. No había arañazos ni intentos de huida, hasta dejaba que le limpiara los dientes. Colin le decía a Emma que eso no era ser una gata, pero Colin sabía mucho de todo, pero su conocimiento sobre gatos era limitado. Le gustaban los perros, y mucho, quizá demasiado; cuando niño, deseó un perro con todas sus fuerzas, pero Bradley le había dicho que no podía tener uno porque los perros son un problema más para los adultos que deben sacarlos a pasear, en su lugar, le compró una cobaya que fue asesinada en manos, o garras, del gato del vecino cuando su abuela la sacó, y descuidó, mientras Colin estaba en la escuela. De acuerdo. Tenía sentido que Gael lo oyera decir que no era una persona de gatos, pero eso había sido antes de darse cuenta de que el amor de Emma por su gata birmana iba en serio.

Emma recogió la caja de aseo de Estela en el cuarto de servicio, después buscó a la gata en la planta baja, pero no la encontró, ni siquiera metida entre los almohadones del sofá de la sala principal. La buscó en el segundo comedor, donde su papá estaba contestando una llamada, tampoco la halló con él.

—¿Estela? —Emma subió a su recámara, y Estela no estaba en el castillo.

Así que soltó la caja sobre de su cama, y abrió la puerta del cuarto de baño, pero Estela no estaba ni en la bañera, tampoco en el guardarropa. El corazón comenzó a latirle cada vez más de prisa. Se dirigió a la habitación de Gael. La buscó desesperada en cada rincón. La llamó, la buscó en su estudio de arte, y pisó un lienzo húmedo con su zapatilla, desprendiéndolo del soporte. Arte arruinado. Empezó a dolerle el pecho al mismo tiempo que sus ojos se llenaban. Gritó «¡Estela!». Abrió cada puerta de cada habitación. A continuación, corrió escalera abajo, y se embistió contra J.J., quien la sujetó de los hombros, viéndola con unos ojos enormes y preocupados.

—¿Emma? —le tocó la cabeza, al costado.

—No encuentro a Estela —se deshizo de él. No sabía por dónde empezar a buscarla... otra vez.

—¿No está con pa? —Gael se acercó a ellos.

—¡No! —Emma alzó la voz. Perdió toda paciencia en menos de un segundo. Su garganta podría agrietarse de lo seca que se puso de repente. Cubrió sus ojos con sus manos. Los tres la vieron temblar. Había huellas celestes por toda la escalera, y también en el piso de mármol. Comenzó a llorar—. Se perdió. ¡Se perdió!

—No, no. —Olimpia fue la primera en reaccionar. Le habló dulce—: La encontraremos, Emmy.

—Gael. —J.J. le hizo una seña a su hermano para que empezara a buscar con Olimpia, y así lo hicieron.

—Se perdió —repitió, imaginándose los escenarios más catastróficos que su imaginación podía ofrecerle. Desde uno donde no la encontraba nunca más hasta otro donde la encontraba hecha papilla en el cemento.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —Jake abandonó su llamada, se acercó con una cara asustada, casi pálida. ¿Qué diablos estaba sucediendo? Si había amanecido tan bien, y hacía cinco minutos seguía bien. ¿No que había comido la mejor pizza del mundo? ¿Por qué ahora estaba llorando como si acabara de recibir la peor noticia del mundo?

—No encuentra a Estela, pa —le explicó J.J., y largó un suspiro estresado.

⠀⠀⠀⠀

Colin entró a una sala de reuniones vacía al mismo tiempo que Mónica y Kurt, detrás de ellos llegó Cohen.

—¿Saben? —comenzó a decirles, llevaba una portátil cerrada bajo su brazo. Caminó hasta una mesa larga, y se detuvo, viendo a los tres—. ¿Y Brice? Les dije que regresaran a la una. Demonios —frunció su ceño, verificando el smartwatch de su muñeca. Sorpresa, hombre. Eran las 12:58—. Bueno. Se ha salvado por dos minutos.

En ese inoportuno instante, interrumpió el celular no silenciado de Colin. Pero, oigan, faltaban dos minutos para que los hiciera prisioneros, Cohen no podía decir mu. Sin embargo, podía decir:

—Tienes dos minutos para atender esa llamada.

Mónica giró los ojos cuando a Colin casi se le cae su celular al sacarlo del bolsillo de su jean azul. Atendió la llamada de Emma, pero no habló hasta que salió de la sala.

—Emma —se paró al costado de la puerta. Había estado toda su hora libre tratando de hablar con ella. Iba a decirle que la llamaría en su descanso de la tarde, pero menos mal que ella habló antes de que él metiera la pata.

—Cole —se escuchó abatida.

Colin sintió un desespero directamente en su pecho.

—Mi amor, ¿qué pasa?

—Estela se perdió hace rato —parecía que estaba a punto de ponerse a llorar.

—¿Qué? ¿La encontraste? —despeinó su cabello con una mano. Imaginó lo peor en menos de un segundo.

—Sí —tartamudeó.

Colin volvió a respirar sin dolor.

—¿Dónde estaba esa niña? —Pero su corazón volvió a perturbarse cuando Brice apareció bien tranquilo en el pasillo, bebiendo Red Bull a primera hora de la tarde. Colin lo apuntó para que se quedara quieto. Brice enarcó una ceja sin detenerse, pero Colin sacudió su mano en señal de pare, y Brice se quedó quieto, alzando sus manos en son de paz. Colin miró su reloj plateado. Faltaban 30 segundos para la 1 en punto.

—Estaba de curiosa en mi guardarropa.

—¿Está contigo ahora?

—Sí. —Emma miró hacia abajo. Estaba sentada con las piernas arriba del sofá, y Estela estaba durmiendo plácidamente sobre ella luego de haberle provocado una crisis de pánico a su dueña—. Me asusté mucho.

—Pero ya la tienes ahí —sus ojos casi saltaron cuando Cohen se paró en la puerta, viéndolo a él, después a Brice, quien estaba bebiendo la lata en un estado de serenidad hasta que se encontró con los ojos del profesor, y la cafeína se le subió de una vez.

—Te extraño, Cole —musitó.

Colin entreabrió su boca cuando Brice entró a la sala.

—Yo también. Yo también te extraño —se atrevió a decir frente a Cohen, quien sacudió su cabeza en señal de desaprobación porque le estaba haciendo perder tiempo por una llamada estúpida—. Te llamaré, ¿sí?

Cohen entró a la sala, iba a cerrar la puerta, pero Colin la detuvo con su pie.

—Te amo, Emmy —le dijo, y colgó.

Entró a la sala, y Cohen le habló en voz alta, para todos:

—Nuestro día a día se basa en elecciones, Oschner. Me pregunto qué elegirás tú mañana —abrió su portátil, y comenzó a hablar sobre lo que él había elegido. Los otros parecieron no darle importancia al comentario inicial, pero, más tarde, mientras se encontrasen bebiendo algo después del día increíblemente largo, uno se acordaría: «Cohen destripó a Colin hoy. Qué mala onda».

Colin se sentó en una silla acolchonada que estaba frente a la mesa, y colocó su celular en silencio.

Colin: Sabes que te elegí?

Emmy: Y yo te elegí a ti.

Esbozó una media sonrisa, y guardó su celular en el bolsillo de su vaquero.

⠀⠀⠀⠀

Una lámpara encendida iluminaba lo que en ese momento parecía un cuarto diminuto.

Abrió la puerta y avanzó hasta la cama lentamente. El ambiente era de relajación. Había un incienso prendido al otro lado, su fragancia era de flores de lavanda. Emma estaba acostada de lado, con la frente hacia la ventana, tenía los ojos cerrados mientras escuchaba baladas a través de sus auriculares inalámbricos. Colin bajó el ramo de girasoles sobre la cama, y dejó en el suelo la bolsa que traía en su otra mano. Antes que todo, la apreció. Estaba usando un camisón blanco mangas cortas que iba hasta sus rodillas y unos calcetines de lunares de colores. Estela dormía a su lado, cerca de su abdomen, como debe ser. No supo cómo llamar su atención sin sobresaltarla. Se inclinó, y le tocó cerca de una rodilla. Emma giró su cabeza, y un auricular se le cayó de la oreja, su corazón latió de prisa, y puso una mueca de llanto que no se completó, se sacó el otro auricular. Ambos se sentaron al mismo tiempo, pero ella lo abrazó primero, con fuerza, respiró contra la camiseta blanca, buscando llenarse de él, tratando de sacarse todo el mal que llevaba desde hacía horas. Colin la sujetó del cabello, iba a decirle que la amaba, pero Emma le dijo algo que le dolió de alguna manera u otra.

—Te extrañé —estrujó la camiseta inconscientemente.

—Yo también te extrañé. Mucho —la apartó para verla a los ojos. Le acarició las mejillas con sus pulgares, respirando también. Sus ojos azules se aguaron. En un año, lo que había ganado de fuerza estaba equilibrado con un peso de fragilidad, al fin y al cabo, la fuerza nace gracias a la fragilidad, y ahora estaba frágil porque estaba cansando, odiaba el comentario que le había hecho Cohen, y la palabra pérdida le hizo pensar mucho de todo.

No la había llamado después de decir que lo haría, pero no se trataba de eso, ella lo hubiese extrañado así hubiesen hablado por tres horas seguidas, porque lo que había extrañado era su calor, sus latidos, su respiración.

—¿Estás bien? —le preguntó él.

Emma asintió. Hablaba en serio. Giró a tomar a Estela, y la entregó en manos de Colin, quien la puso entre sus brazos, y le acarició la cabeza mientras le decía que era una desconsiderada. Emma rio un poco por eso.

—¿Cómo estuvo tu día? —musitó ella.

Colin la miró a los ojos sin dejar de acariciar la cabecita de la gata con su índice.

—Bien. Bueno. No tanto. Estuve preocupado por ti.

—Te dije que estaba bien.

Se lo dijo por mensaje. Habían intercambiado algunos textos.

—Ya sé. Pero preocuparme está en mis venas.

—No, no está.

Colin se quedó callado al principio.

—Gracias por recordarme cosas básicas de la vida.

En ciertos casos, algunos solo optan por preocuparse como mala costumbre. Solo abran los ojos y miren cuántos despreocupados existen por todas partes. Él definitivamente no pertenecía al segundo grupo, pero podía elegir estar en el medio de ambos. Vaya. Las palabras de Cohen empezaban a cobrar mayor sentido.

Emma le sonrió un poco, y miró los girasoles. Colin agarró el ramo y lo puso entre los brazos de ella, quien los abrazó, un poco más de fuerza y seguramente terminaba arruinando el papel que protegía las flores. Se miraron a los ojos y se sonrieron con los labios, con las pupilas, con el alma.

—¿Y éstas por qué? —le preguntó sin borrar su sonrisa.

—¿Alguna vez necesité un motivo para regalártelas? —le sujetó suavemente la punta de la nariz.

Emma se limitó a sonreír, sentándose con las piernas cruzadas.

—¿Las recogiste ahora o algo así? ¿Tienes en tu bolsillo un florista que trabaja las 24 horas? —notó que él se veía fresco y tenía un aroma a espuma de afeitar que a ella le encantaba. Faltaba poco para la medianoche, quizá si él llegaba cinco minutos después, la hubiese encontrado dormida.

—Las encargué. Por eso no pude llamarte. No quiero estropeártelo con mi drama, pero sí perdí mi tiempo con el repartidor que las llevó a la universidad. Se retrasó, todo eso. No se suponía que te lo contaría —suspiró. Le acababa de quitar todo el buen sabor. Emma se inclinó, y le entregó un beso en los labios que le devolvió lo dulce. Colin miró hacia abajo, pensando en sus palabras—. Las flores no me hicieron perder tiempo, quise decir. . .

—Lo entendí —lo detuvo. Arrancó un pétalo y le acarició la cara con él.

Colin se obligó a perdonarse.

—También te traje otra cosa. Les traje otra cosa —dejó a Estela sobre la cama.

—¿Nos trajiste? Uy —puso el ramo a un lado, y cargó a Estela entre sus brazos—. ¿Escuchaste? Nos trajo algo, Esteli. Despierta, niña rebelde. Todavía no vamos a dormir.

Colin rio al recoger la pequeña bolsa de regalo que había dejado en el suelo al llegar. La bolsa tenía plasmada dibujos de gatos y perros. Ésta la había encargado de una tienda de mascotas. Así que no llamó a Emma, pero, en su lugar, se encontraba preparando su visita a la casi medianoche.

—En realidad, es más para ti que para la niña rebelde.

Emma aceptó la bolsa y sacó de ella un collar localizador para gatos.

—Cole —hizo una mueca emotiva.

—Para que siempre sepas dónde está. Lo configuras en una App, y así.

Dejó a Estela y al collar sobre la cama, y lo abrazó del cuello. Fuerte. Colin cerró sus ojos, sosteniéndola de la parte de atrás de la cabeza con una mano, mientras que con la otra tenía el placer de acariciarle la espalda delicadamente, fue entonces que escuchó un sollozo totalmente imprevisto. La abrazó más fuerte.

—Corazón —dijo.

—Pensé que ya no la iba a volver a ver —estrujó la ropa de él.

Colin vio a la gata muy inconsciente de todo lo que había provocado. Había un lazo que él jamás se atrevería a juzgar. Él había tenido un lazo con su cobaya que vivió, no sé, ¿tres meses? Pero este era un caso muy especial. Estela no estaba ahí de casualidad. Se la habían regalado a Emma específicamente para que fuera compañía suya en sus momentos más opacos, y ambas se lo habían tomado muy en serio, especialmente en las noches, momento en el que dormían juntas. Pero, más allá del susto que ahora estaba en el pasado, había quedado sensibilidad por el hecho. Una sensibilidad que estaba incluso más allá del pánico de la tarde. Una crisis solía ser como un par de agujas de crochet con los que tejía los pensamientos que normalmente estaban silenciados por otros más agradables.

—Fue un susto que no regresará porque ahora tienen el collar —la intentó tranquilizar.

Emma se apartó, secándose las lágrimas con sus manos. Colin también se las secó.

—Estoy bien —le aseguró.

—No tienes que fingir si no es así —le recordó, acariciándole el brazo.

Ella pasó una mano por su nariz, y recogió el collar que venía en empaque, inspeccionándolo.

—Quiero que te quedes conmigo, Colin.

Pronunció su nombre de una manera que él no supo cómo describir. Una súplica poco enclenque. Lo dijo con una voz seria como si necesitara que la tomara en serio, como si necesitara estar firme ante cualquier negación. Nunca le pedía nada. En serio. Seguramente porque no quería sentir que lo forzaba de cualquier manera. Pero eso se escuchó como un pedido del que no le daba otra opción más que decir que sí. Y a él le encantó.

—Me quedaré hasta que te duermas —la tomó de la mano y se la besó.

—Entonces, no voy a dormir —lo dijo seria otra vez, pero esta vez no hablaba en serio.

Colin sonrió un poco, diciéndole:

—Te amo fuerte.

Emma se echó hacia atrás, acomodándose entre las almohadas.

—Yo a ti. Más fuerte —juntó sus manos sobre su abdomen.

Él arrastró, hasta los pies de la cama, lo que había llevado, y se acostó junto a ella, quien automáticamente se acomodó contra su pecho, sin embargo, se acordó de alguien. Agarró a Estela, y la puso en el medio, hacia abajo, sin que obstaculizara el enlace de sus cuerpos.

Colin se dispuso a acariciarle entre el cabello.

—Mañana prometí ser todo tuyo.

—Y el domingo —le recordó rápidamente.

—En realidad, siempre soy todo tuyo. Todos los días.

—Lo sé.

∞ 

¡Hola! ¡Hola!

Feliz 2022 si lees esto en tiempo real<3 Les cuento algo. Cada 1 de enero estreno una historia nueva, pero este año rompí la tradición, ya que estrené Las Cenizas de Emma en noviembre del año pasado, así que no quise saltarme por completo la fecha, y aquí esta un capítulo sorpresa<3

¿Qué les ha parecido? ¿Se llevaron un susto por la desaparición  de Estela la niña rebelde? Pues el verdadero susto se lo llevó nuestra Emmy, sin embargo, supo regresar de la bajada... como siempre lo ha hecho<

Momento para decir que la historia de Colin y su cobaya es de mis cosas random favoritas. Momento serio para decir que Colin ha vivido de todo en sus 24 años. En fin, el niño solo quería un perro:( 

Momento para que ahora me cuentes cuál es tu escena favorita del capítulo<3

Y nos leemos en el capítulo 9 <3<3

Por cierto, no olvides dejarme un voto. Muchas gracias si lo haces.

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