Las Cenizas De Emma© #3

By shipsinthesky

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La quemaron viva. Y se culpó de todo. La redujeron a cenizas. Y, una vez más, se halló cara a cara con la ú... More

Epígrafe
Sinopsis
LAS CENIZAS DE EMMA
1: Un dueto perfecto
2: 8 meses
3: 8 meses u 8 años
5: Un 8 volcado
6: Delicia
7: Como está escrito
8: Pérdida
9: Vacío
10: Lugar seguro
11: Dos orgasmos
12: Lista de pros
13: Un amor infinito
14: 5 minutos
15: Renaciendo juntos
16: Papi feliz, papi óptimo
17: Niña y niño
18: Comprometida
19: Neptuno
20: Una verdad
21: Un diamante
22: Dotada de amor
23: ¡Que los cumplas feliz!
24: Favor de cumpleaños
25: 22 por siempre
26: 8 de septiembre
27: Un equipo
28: Trinidad
29: Luna de miel:
30: Ellos
31: Mentiras
32: Al estilo Oschner
33: Renuncia
34: Sorpresa
35: A su medida
36: Estela: la niña de los anillos
37: Verdes, blancos y rojos
38: La Estrella
39: Soluciones
40: 8 certezas
41: Selene
42: Un desastre
43: Colin Oschner & Emma Miller
44: Capricho
45: Sueños
46: Muñequitos de torta
47: Tres carreteras
48: La porción de Emma
49: Cómo empezaron
50: Niños de los anillos
51: En nombre del amor
52: El perchero
53: Miércoles por la noche
54: Cordialmente invitada
55: Regalos
56: El stripper
57: Momentos
58: El ritual
59: ¡Sorpresa!
60: Alegría
❀『Adelanto: Capítulo 61』❀
61: Víspera de la boda
62: Contando los segundos
❀『Víspera del final』❀
63: Sr. & Sra. Oschner
64: Por toda la constelación de Leo
☆*AMOR DEL BUENO*☆
☆~Feliz 8 de noviembre~☆
⋆.ೃ࿔*:・¡4to libro!⋆.ೃ࿔*:・

4: La estrella caída

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By shipsinthesky

Emma estiró la puerta del estudio de yoga a las 8:54 a.m. Había pensado que no llegaría a tiempo. Primer punto de la semana para ella. Sonrió cuando su mirada se encontró con la de Gen, y se dirigió al lugar vacío al lado de ésta, alrededor de otras chicas. Extendió su tapete amarillo pastel en el piso de madera, y se sentó mirando a su mejor amiga mientras le contaba que casi había llegado tarde porque se distrajo hablando con su papá, también mencionó a su hermano. Estaba hablando de prisa, con entusiasmo, y Gen no entendía nada, no sobre lo que le estaba contando entre risas, gestos, y susurros cómplices, no entendía la felicidad de Emma si en la tarde de ayer les había dicho que le dolía su espalda baja y que no se soportaba a ella misma.

—Pensé que no vendrías y que me dejarías plantada. —Gen la interrumpió. El problema no estaba en la trama mañanera de Emma, sino en que Gen había arrancado una crisis de ansiedad porque ambas siempre llegaban 10 minutos antes de que empezara la clase.

—¿Dejarte plantada? ¿Cómo se te ocurre? —Emma abrió completamente su pierna derecha en un perfecto horizontal. Estaba usando leggins de color lavanda y un top blanco. Se notaba un pedacito de sus abdominales superiores ligeramente marcados. Esa mañana estaba peinada con dos trenzas pegadas, y sus labios tenían un brillo natural gracias al bálsamo humectante.

No podía ser más bella, ¿cierto? Escarlata era la modelo de profesión del grupo, y siempre estaba arreglada igual que Emma, pero Emma irradiaba de forma distinta. Cuando se conocieron, Emma no tenía el mismo cuerpo fino que ahora, pero era tan bella como ahora, pero ella no lo sentía de esa manera. Por esa razón, Gen era feliz al verla con más autoestima, sí, verla, porque Emma no era la clase de persona que se admira en voz alta, nunca la habían escuchado decir que se gustaba, pero se notaba que lo hacía.

—Como ayer te bajó, y parecía que estabas mal. —Gen cruzó sus piernas en flor de loto

—Digamos que recibí medicina poderosa en la tarde... —sonrió, y se inclinó para colocar sus manos sobre cada rodilla de Gen— que me alivió en pocos segundos. —Gen se quedó mirando la sonrisa de Emma, esperando a que siguiera hablando—. ¡Tienes que adivinar, Gennie! —le sacudió las piernas, riendo muy alto.

—¿Besaste a Colin? —reaccionó.

—Ojalá —se curvó, colocando su frente en el suelo.

—Pensé que la medicina eran sus besos o algo así —musitó.

Emma se ruborizó, irguiéndose de nuevo.

—No. Él hace química en mi cerebro, y no necesita besarme para eso.

—Qué bien que estén en ese camino, Emmy.

—Luego te cuento detalles —sonrió, apretándole las manos juntas—. Pero, ey, ¿sí irás a la noche de chicas? Esta vez será en mi casa. ¡No quiero un no! —suplicó. La miró a los ojos, entre una sonrisa automática y un ceño arrugado—. Hasta puedes dormir en mi cama. Será divertido, pero no será tan divertido sin ti.

—No sé, Emmy —vio hacia la puerta, deseando que la instructora llegara y la salvara.

—Ni siquiera tienes que quedarte a dormir, ¿sabes? Y, como te dije, posiblemente mi papá salga con su novia, así que estaremos solas, bueno, no solas, porque mi hermano regresó, pero anda despidiéndose de su novio quien tiene que prepararse para la semana de la moda. Blablablá. Nadie nos molestará. Anda.

—Te avisaré —se colocó mirando al frente de la clase.

Emma sabía que no le avisaría nada, y la entendía, así que dejó de insistir.

—De acuerdo.

⠀⠀⠀⠀

—Emma, nada de alcohol —le advirtió su papá. Se estaba marchando a cenar con Bianca, y, aunque no lo hubiese dicho, Emma sabía que no regresarían hasta en la mañana—. Si me entero que entró una botella por esta puerta, tendrás problemas.

—Creo que ya hay suficientes botellas dentro —recostó su mejilla sobre la baranda de las escaleras. Los dos estaban frente a ella. Bianca lucía hermosa como siempre, y Emma no recordaba cuándo había sido la última vez que vio a su pa en forma, exactamente como ahora, lucía impecable con su camisa rosa bebé, y esa noche se había afeitado para su señora novia.

—Gael y Gillou se quedarán por aquí abajo, me dijeron —ignoró ese comentario ingenioso. No podía enfadarse si él mismo le había enseñado indirectamente a hablar de esa manera. Bianca lo agarró del brazo y lo estiró hacia la puerta—. Cole no aparecerá ¿o sí?

—Quisiera, pero no —suspiró dramáticamente.

A Jake no le sorprendió esa respuesta. Sabía que algo importante estaba sucediendo entre esos dos otra vez, desde el viernes, y sí que debía ser importante si Emma hablaba tan abiertamente sobre quererlo ahí.

—Pórtate bien. Pórtense bien —le advirtió una vez más.

—Y, como yo soy buena persona, les digo que espero que ustedes se diviertan mucho —se sentó en el tercer escalón. Eran las 8 de la noche, y ya tenía puesta su ropa de dormir que consistía en un short amarillo con rayas blancas verticales, y una blusa de tirantes blancas, abajo tenía su sostén crema, por último, unos calcetines blancos con dibujos de gatos adorables que... Colin le había regalado sin motivo especial.

—Gracias, Emmy. —Bianca empujó más a Jake. A ese paso iban a terminar perdiendo la reserva del restaurante—. Espero que tú te diviertas mucho también.

—Diviértete, florecita. —El caballo salvaje dejó de resistirse. Claro que deseaba que ella se divirtiera. Su problema se resumía en la desconfianza. Desconfianza hacia las nuevas amigas de Emma, y no porque alguna haya hecho algo que le hiciera levantar sospechas sobre qué tan buenas personas eran, sino que aún estaba traumatizado por haber permitido que una enferma, que también la lastimó, pasara el tiempo con ella.

Emma oyó la puerta cerrarse y recostó su cabeza contra un barrote de madera de la baranda. Vio a su celular que tenía en una mano. La pantalla no brillaba. Necesitaba que lo hiciera. Lo desbloqueó y entró a la conversación que tenía con Oschner (emoji de corazón amarillo al lado, lo había agregado anoche). No sabía de él desde el mediodía, y no quería molestarlo, aunque le hiciera falta para alegrar completamente su noche.

Emma: Hola

No se aguantó. Y, tal como esperaba, no obtuvo respuesta.

Oschner: Emmy

Emma abrió sus ojos de par en par, y sonrió demasiado, hasta se ruborizó.

Emma: Espero no molestarte. Solo quiero saber cómo estás

Esperó un minuto antes de obtener una respuesta.

Oschner: Estoy bien! Tú estás bien?

Oschner: No me molestas, solo tengo que entrar a una reunión ahora mismo. Creo que tendré que ir directamente a encontrarme con Eugene y Al, pero, mierda, sí me quería bañarrrrr

Emma: HOY sí te querías bañar??

Emma: Y sí estoy bien

Oschner: ja, ja, ja

Oschner: Me da gusto saber que estás bien también.

Oschner: Me tengo que ir

—No —pidió en voz alta, frunciendo su ceño.

Emma: Entendido

Emoji de corazón amarillo.

Colin le envió un emoji de corazón amarillo cuando Mónica le dijo que por Dios dejara su celular.

—¿A qué hora llegan tus amigas? —Gael preguntó, bajando las escaleras, con sus rizos negros húmedos, tenía los costados rapados como siempre, y su barba nunca la afeitaba. No estaba en ropa de dormir, pero tampoco tenía el mejor outfit con esos calcetines blancos y esas chanclas negras—. Emmy.

Emma despertó de su trance cuando Gael se sentó a su lado, preguntándole:

—¿Con quién hablas, mujer?

—Con nadie —lo tomó de la mano, trayéndolo hacia ella.

—Entonces, no es Colin —contestó.

¡Tan malditamente obvio que se trataba de Colin Oschner!

—Era. Está ocupado —lo miró a la cara una vez.

—Típico de Colin —le bromeó.

—Estoy feliz porque esta noche se reunirá con Eugene y Alan después de mucho —dobló su cintura para tenerlo de frente—. ¿Y Gi? ¿Por qué están desperdiciando sus últimas horas juntos?

—Está comprando su última cena decente, supongo. Detesto las despedidas —resopló. Gillou debía volar a la mañana siguiente, muy temprano, a Nueva York, para iniciar su preparación intensiva de la semana de la moda en París. El viaje a Las Vegas había sido su respiro antes de sumergirse al océano nuevamente.

—No detestas las despedidas. Detestas las despedidas con Gi. Es distinto —sonrió. Lo empujó despacio, usando su mano. Gael entrecerró sus ojos, luego, le sonrió, y la empujó también—. Gennie no vendrá —comentó.

—¿Y eso te sorprende, Emmy? —enarcó una ceja.

—Hago mucho para que se siente cómoda conmigo, con todas —regresó a mirar hacia la puerta.

—Haces lo que puedes. Haces suficiente siendo su amiga y compañera de yoga —le apretó el hombro con cariño. Sabía que no podía pedirle que dejara de preocuparse por los demás. Sería como pedirle que dejara de respirar—. Entonces, vendrá Carla.

—Y Ali. —se levantó del escalón exactamente cuando llamaron a la puerta de la casa con el timbre melódico—. Dos opciones. Es Gillou con un montón de comida o son mis chicas.

—Son tus chicas —se levantó también.

—Apostemos —habló en tono divertido.

—Te apuesto un bote de Hâagen-Dasz de tu sabor preferido —sacudió su sudadera púrpura de los Lakers por si perdiera la puesta y se trataba de Gillou.

—Tenemos botes de Hâagen-Dasz en la cocina. ¿No conoces a tu pa o qué? —se dirigió a la puerta. Ta-rán. Eran sus chicas. Escarlata la abrazó primero, traía consigo un bolso deportivo, y después la abrazó Alicia, ella traía una mochila—. Las estaba esperando frente a la puerta.

—Esa es mi cachorrita. —Escarlata bromeó, adentrándose a la casa con su pantalón de seda rosa. Se detuvieron frente a Gael, pero ella lo saludó primero—. Hola, jovencito. Me enteré de que el otro caballero subirá a la pasarela de París, y no puedo creer que no hayas hecho planes de reunirte con él en la ciudad del amor luego de la semana de la moda. ¿Acaso lo quieres terminar?

Emma sonrió, tocándose sus hombros, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—No lo quiero terminar. —Gael escondió su cabeza entre sus hombros, antes de decir como si fuese un secreto—: ¿Pero París? No, gracias.

—No quieres conocer a tu suegro. Chico astuto. —Escarlata le dio golpecitos en el hombro.

Gael nunca había mencionado tal cosa, salvo a Emma, y sabía que ella no se lo había contado a nadie, menos a Escarlata, entonces, ¿estaba siendo demasiado obvio? Conocer la ciudad donde había nacido y crecido Gillou le hacía mucha ilusión, pero éste tenía planeado ver a su padre después de la semana, y Gael no sabía qué esperar de ese hombre. Le era difícil construir un perfil del que llamaba a Gillou, hablaba increíblemente rápido, y a veces parecía molesto. Parecía, porque no tenía idea de lo que en realidad se decían cuando hablaban por teléfono.

Gael omitió todo eso, y se dirigió a Alicia.

—Hola, Ali.

—Hola, Gael. Linda sudadera. —Alicia tenía puesto un jogger negro y una sudadera del mismo color. Su pijama estaba dentro de su mochila. Tenía el cabello atado desprolijamente con un scrunchie de flores.

—Mi mamá la vio en una foto, dijo que me olvido rápido de las cosas —rio. A continuación, agarró a Emma de la barbilla y la movió—. Estaré mirando una película mientras Gillou termina de asaltar un In-N-Out.

—Siento que podrás miran dos. —Ella levantó dos dedos, y rio cuando Gael se fue suspirando—. Bueno. No tengo idea de lo que quieren cenar. Nunca respondieron mi mensaje sobre eso —caminó en dirección a la cocina con ambas siguiéndola. Tomó un tarro de galletas de chispas—. Las horneé hace un rato.

—Paso —dijo Escarlata—. No como desde el almuerzo, y no comeré más que una porción de pizza.

Alicia miró el tarro, pero no tomó ninguna galleta, aunque eso quisiera. Emma regresó a ponerlo en la mesada, pero sí agarró una, y la mordió, mientras se dirigía al enorme refrigerador de dos puertas.

—Entonces quieres pizza —habló animosa, buscando tres latas de refresco light. Metió el resto de la galleta en su boca, sacudió sus manos, y recogió las latas de la puerta, cerrándola después con su pie.

—Comeré lo que sea, Emmy —¿Lo que sea? Emma lo dudaba—, pero asumí que comeríamos pizza porque es tu casa —aceptó la lata y la bebió como si se encontrara sedienta.

—¿Qué quieres cenar, Ali? —preguntó Emma, pasándole una lata.

—Pizza está bien. Entonces, ¿no convenciste a Gen? —tomó la lata.

—No le insistí más. —Ahora caminó fuera de la cocina, en dirección a las escaleras.

—Qué triste que no lo intente —dijo Alicia, siguiéndola.

—Qué triste que seamos amigas, y que aún no le produzcamos esa confianza —pensó Escarlata.

—Yo la entiendo. —Emma puso un pie encima del primer escalón, y se detuvo para decir—: No se trata de confianza. Antes ni siquiera podía dormir en casa de mis tíos. Es la incomodidad de no estar en tu propio ambiente. Gen no es la misma que hace siete meses, ha progresado, y siento que en algún momento se dará la oportunidad de reunirse con nosotras de noche, y de dormir fuera de su casa —continuó subiendo.

—Tal vez. —Escarlata era optimista sobre Gen como Emma, pero dudaba que eso llegara pronto.

Emma abrió la puerta blanca de su habitación, y sonrió al ver a Estela en su castillo color rosa pastel.

—Mi niña —tomó a la gata entre sus manos y la subió a su cama.

La recámara era amplia, en ella predominaban los colores pasteles de gris y rosado. Colgaba una lámpara blanca cerca de la cama tamaño Queen que aportaba buena luminosidad al cuarto aparte de las luces escondidas en el techo. El baño de azulejos blancos era tan mundo aparte como el propio guardarropa, aunque mucho más pequeño que la bóveda donde Emma guardaba sus vestidos de florecitas.

Escarlata se acomodó, colocó su bolso encima de un sofá que estaba cerca de la ventana que daba a la calle. Alicia miró los juguetes de la gata de Emma, que estaban esparcidos en el suelo, cerca de la cama, incluso había un túnel amarillo además de ratones de peluches y cosas que la gente le compra a sus gatos.

—Entonces... —Emma se metió al cuarto de baño para terminar de ordenar el desastre que había dejado en el lavabo con sus productos para el cabello— ¿qué cenaremos? Tengo hambre.

Escarlata se sentó en la cama, tenía su celular.

—Ordenaré pizza si están de acuerdo —respondió.

—¡De pepperoni! —pidió desde el baño.

Entonces, Alicia tomó a Estela de prisa, y la lanzó fuera del cuarto porque los gatos siempre aterrizan correctamente, ¿cierto? Escarlata abrió sus ojos con impresión, después miró hacia la puerta del baño, donde Emma estaba tarareando una canción mientras tapaba un recipiente de crema para el cabello.

—¿En serio? —susurró Escarlata.

—No me gustan los gatos, ya lo sabes, por eso esperaba que nos reuniéramos en tu depa. —Alicia contestó con el mismo tono bajo, después arrinconó con su pie a los juguetes—. Y se supone que dormiremos en el suelo, ¿no? No pienso despertar a mitad de la madrugada con una gata caminándome encima.

—Emma no puede dormir sin ella —vio de nuevo hacia el baño.

—Entonces, me largo, Carla —dijo eso, pero tomó asiento en la cama.

—¿Qué te pasa? ¿Estás menstruando también? —arrugó su entrecejo.

—Ali, ¿estamos sincronizadas? —Emma apagó la luz del cuarto de baño, y cerró la puerta detrás de ella. Claramente, no escuchó nada aparte de la pregunta que hizo Carla—. Últimamente mis cólicos no duran mucho, se supone que es porque llevo una vida activa.

Alicia se quedó callada.

Sí, Emma, todas ahí sabían que llevabas una vida activa y saludable.

—Ordené dos pizzas en la App. —Escarlata cambió de tema. No sabía cuál era el problema de Alicia esa noche, y tampoco quería averiguarlo precisamente esa noche.

Emma se acostó boca arriba en su cama, diciendo:

—¿Dónde está Estela? —regresó a sentarse, buscándola con la mirada.

—Quería salir —contestó Alicia.

—Le compré un nuevo collar —les contó, ahora acostándose de lado sin parar de sonreír.

En ese instante sentía que su vida era como una escultura abstracta. No esperaba que los demás la entendieran, mucho menos apreciaran. Ella sabía que era bella, y con eso le bastaba. Pero ¿cómo no sentirla como una pieza artística? Si en una habitación se encontraban reunidas varias personas, y, entre éstas, se hallaba un rubio, con los ojos más azules que ella había encontrado en su viaje, podía imaginarlo en ese momento con el ceño fruncido y el cabello alborotado de tanto despeinarlo de manera inconsciente. Ese rubio la amaba, y su amor era como una octava forma en las bellas artes.

—Entonces, ¿hablaron esta tarde? —preguntó Escarlata.

El estado actual de esa relación era lo que los noticiarios anuncian como Último momento en color rojo.

—Sí y no —tomó una almohada, y cubrió su cara con ella, acostándose boca arriba nuevamente. Las otras esperaron calladas en Tierra. Emma apartó la almohada, diciendo—: Se reunirá con sus chicos en un bar, mientras yo estoy con mis chicas en mi casa, y eso está muy bien, solo espero que mañana tengamos oportunidad de vernos porque no sé qué será de mí. Me voy a derretir deseando ver su carita —se rio de ella misma—. Hablamos, pero fue un «¿Cómo estás? ¿Estás bien? De acuerdo. Adiós». Está ocupado.

—Siempre lo está —dijo Alicia.

—Así lo elegí, Ali —giró su cabeza para verla.

—Ahora que tus ovarios están tranquilos —Escarlata le dio un suave golpe en el abdomen bajo. Emma brincó del susto y rio—, espero que puedas pensar bien. Lo estás torturando, Emma Miller. ¿No lo notas?

—No lo creo. Él siempre ha sido paciente conmigo —colocó sus manos sobre su abdomen.

—Es paciente contigo. Nadie ha dicho lo contrario, pero que sea paciente no le quita el hecho de que se está derritiendo —copió la palabra de ella— por dentro. Colin Oschner te quiere comer, amiga.

—Y yo lo quiero comer a él. —Hizo una pausa, dándose cuenta de lo que acababa de decir. Escarlata movió sus cejas de arriba abajo, y Emma estalló en risa, agarrando la muñeca de Escarlata con fuerza—. ¡Es mío!

⠀⠀⠀⠀

Eran cerca de las diez y media. Colin estiró la puerta del bar de paredes de ladrillos. Inmediatamente ubicó a sus dos amigos, quienes estaban bebiendo cerveza helada en manijas y comiendo nachos con salsa guacamole porque «Colin llegará tardísimo, eso si es que no nos deja plantados, y mi estómago empezará a comerse a sí mismo en cinco minutos más, Eugene». Eugene lo visualizó caminando hacia ellos, y se puso de pie, lo abrazó con fuerza, y durante al menos diez segundos. No se dijeron nada en ese momento, pero no necesitaron hacerlo. Se habían extrañado mucho, punto aparte. Por otro lado, Alan metió un nacho a su boca, y se levantó para abrazarlo también, él sí habló, y con la boca llena, porque no pudo tragar ese bocado antes de que se le cortara la inspiración.

—Te extrañé, maldito científico loco —le frotó la espalda en medio del abrazo.

Colin se apartó, y se sentó antes que ellos, frente a la mesa redonda para cuatro personas.

—Tengo hambre —comentó, bajando su celular y la llave de su camioneta encima de la mesa.

—¿Viniste en tu camioneta? —Eugene preguntó, y se sentó al mismo tiempo que Alan.

—Eh, sí. No beberé —recogió el menú que estaba frente a Alan—. Vine en mi camioneta por eso. No puedo beber porque debo conducir, y no despertaré con resaca porque no beberé. Debo presentarme frente a Cohen a las 5:30 porque es un auténtico desgraciado. No funciona con su esposa, entonces, debemos pagar con nuestras horas de descanso. De verdad, no quiere estar en la misma cama que ella por mucho tiempo, y ninguno duerme en el sofá por cuestiones de orgullo, por eso nos reúne cuando el cielo está todo oscuro. Y me sé de su triste vida matrimonial porque vive aconsejándonos que no nos casemos jamás.

—Por favor, no te conviertas en ese hombre —le suplicó Eugene.

—Tarde, Eugene. Esta noche ni siquiera beberá —respondió Alan.

—De hecho, sé que Cohen no se va a dormir sin beber. Dios —se tomó de su puente nasal—. Saber tanto de ese sujeto me hace sentir que no tengo vida después de cruzar la puerta del Departamento —levantó su brazo para llamar la atención de algún mesero.

—¿Ves? Hasta Cohen se divierte. —Alan tomó su manija de cerveza—. No deberías posponer tu vida personal porque ese estúpido no puede con la suya. Diablos. Es lo más inteligente que he dicho ante un problema de Colin —sacó su celular del bolsillo de su jean negro—. Lo anotaré para contárselo a mi terapeuta. No deberías posponer tu vida personal porque... ¿Qué dije después de eso? —los miró a los dos.

Porque ese estúpido no puede con la suya —le recordó Eugene—. Pero, al parecer, Cohen no bebe todas las noches por diversión, Al. Su esposa debería dejarlo. Es un imbécil.

Una mesera llegó hasta ellos, y Colin le habló:

—Hola. ¿Puedes traerme una hamburguesa con papas y una Stella?

—Demonios. —Eugene dejó su manija sobre la mesa, y la deslizó, alejándola hasta el centro.

Había sacado su licencia de conducir a finales del año pasado porque su padre le había prometido para su graduación la vieja Ford Bronco que se pudría en su garaje. Ahora Eugene conducía orgullosamente su camioneta de los 80 cada vez que su madre le pasaba la lista de compras. Nunca había conducido una camioneta de lujo.

—Tranquilo. No beberé más de una botella. Escuchar a Cohen con resaca es un no, gracias. —Colin dejó el menú en la mesa, después de que la chica se retirara con su orden, y sacó del bolsillo de su pantalón un encendedor negro y una cajetilla de cigarrillos de menta. Acercó el cenicero a él.

—¿Cómo está Emma? —lanzó Alan de repente.

Colin encendió el cigarrillo en su boca y le dio una bocanada.

—Mejor que nunca —contestó, mirando su celular que seguía en la mesa con la pantalla bloqueada. No le había escrito para contarle que había salido del campus. No quería molestarla, pero... un solo mensaje estaría bien.

—¿Mejor que nunca? ¿En serio? ¿Cuándo podemos verla? —inquirió.

Colin respondió, mientras le escribía un mensaje a ella.

—No sé. Sale mucho con sus amigas.

Colin: Ya soy libre

—¿Acaso no tiene tiempo para sus amigos? —Alan sonó ofendido.

—No sé. Deberías preguntárselo —dijo, leyendo la respuesta.

Emmy (emoji de gato): AL FIN.

Emmy: Mándale saludos a Al y a Eugene

—No quiero. Que ella me pregunte cómo me siento. —Alan hundió un nacho en salsa y comió con rabia.

—Les manda saludos —bloqueó la pantalla del celular, dejándolo de nuevo sobre la mesa.

—Qué linda —respondió Alan, olvidándose que hace tres segundos la estaba odiando.

—¿Cómo van los primeros meses de tu año sabático? —Colin miró a Eugene, exactamente cuando la chica le dejó la botella de cerveza en frente. Colin le dio otra bocanada a su cigarrillo, y agarró la botella, bebió la cerveza.

—Pues —Eugene agarró el menú, pero Colin se lo sacó—, joder, muero del aburrimiento de solo pensarlo. Terminaré buscando un empleo y no quiero, mierda, no quiero un empleo porque tal vez necesito un año para ordenar toda la locura que tengo en mi mente. A mis papás no les importa que su hijo de 23 aún viva con ellos.

—¿Sabes? —golpeó el cenicero para que cayeran las cenizas dentro—. Emma tiene una amiga.

—¡La pido! —gritó Alan por encima de la música, incluso golpeó la mesa con sus dos manos.

—¿Qué? No te metas, idiota. —Eugene movió la cesta donde estaban los nachos—. Me está hablando a mí. Perro, continúa hablándome sobre la desconocida. Tal vez podría darle una oportunidad.

—¿Darle una oportunidad? Conmigo no necesitaría esperar oportunidades. —Alan le tiró un nacho a Eugene porque, al parecer, era la guerra. Sin embargo, su enemigo no reaccionó—. ¿Por qué le ofreces la amiga linda a Eugene? Ambos hemos pasado por momentos amorosamente tristes, ¿lo olvidas? Ninguno hemos tenido una relación decente. A él lo engañaron con un tipo más guapo, y yo mejor no recuerdo mi drama. Eres un canalla, Oschner.

Colin frunció su ceño, y no, no estaba precisamente enojado.

—No le estoy ofreciendo la amiga linda de Emma a Eugene. Es solo que pienso que ya es tiempo de que se olvide de cómo lo engañaron en la jodida preparatoria. Y Carla . . .

—¿Se llama Carla? —Alan lo interrumpió—. Hermoso nombre. ¡Bello!

—Se llama Escarlata —frenó el pico de la botella frente a sus labios—, y la verdad es que ni siquiera sé si serán de su agrado —bebió su cerveza.

—Ah, gracias. —Eugene levantó un pulgar—. Gracias por ilusionarme y después aplastarme con tus malditas Nikes, Colin Oschner. Pero al menos sé que, si yo no soy de su agrado, Alan mucho menos será.

—Tranquilo, Eugene. No me ofendiste, perro. No soy un melodramático como tú. —Alan siguió bebiendo, con su barbilla tan arriba como su orgullo.

—Si pudieran escucharse. —Colin dio un trago fuerte por mero impulso, y aún no había comido nada—. Y no me refería a que ustedes tengan algo malo. No elegí mis palabras correctamente. Quiero decir, Emma conoce a sus amigas de aquel grupo de apoyo. Son mujeres que han pasado una situación muy difícil, y toda persona sana a su tiempo, realmente no sé si Escarlata esté interesada en citas porque no la conozco lo suficiente para saberlo. La mencioné porque no sé, es bastante linda, y Eugene debería aprovechar su año sabático para conocer nuevas personas, incluyendo chicas que estén más allá de las que se encuentra en un café, y terminan siendo desagradables.

Colin apenas terminó de hablar, y ese par ya estaba buscando a Escarlata entre los seguidores de Emma en Instagram. Parecía que ni siquiera lo habían escuchado. Estaban compitiendo por quien se quedaba con la amiga linda, y, demonios, sabían que era linda porque Colin no era de aquellos que resaltan la belleza de alguien al azar.

Y, entonces, se dieron cuenta de que estaban dispuestos a pelear por Escarlata.

—¡Yo la pedí primero! —exclamó Alan, deslizándose por las fotos de una mujer demasiado hermosa.

—Es modelo, hijo de... Theresa. —Eugene alzó su mirada del perfil de Escarlata para mirar a Colin.

—Por favor, no hagan una estupidez —suspiró, claramente arrepentido—. Les digo que ni siquiera sé si está interesada en tener citas. Y, mierda, si no me van a hacer caso, al menos sean sutiles porque no quiero que Emma piense que les estoy ofreciendo a su amiga o algo así.

—Pero eso fue lo que hiciste —dijo Alan.

—¡Que no! —Ya se cabreó.

—De acuerdo. Seremos sutiles —aseguró Eugene.

—Ya la siguieron, ¿verdad? —suspiró.

—Tiene 50.000 seguidores. No lo notará. —Por eso Alan acababa de llenarle de me gustas y reaccionó con un emoji de 100 a la selfi de espejo en el gimnasio que Escarlata tenía en su historia—. Tranquilo, Cole. Ser sutil es mi especialidad. ¿Emma tiene otras amigas? No pienses mal —lo apuntó con su dedo índice.

—Sí. Pero sé que una pasa por un momento difícil, y a la otra la conozco mucho menos que a Carla —llegó a la mitad de su botella—. Lo importante es que finalmente Emma parece estar rodeada de las personas correctas. Se apoyan mucho, y sé que ya no son las cuatro chicas que se conocieron en terapia grupal, son amigas, Emma las llama mejores amigas, y eso me hace feliz. Extrañamos a Esme, pero ella estudia en otro continente, saben. No es lo mismo, aunque quieran opinar lo contrario.

—Claro que no es lo mismo —habló Eugene, regresando a su estado natural antes de que se mencionara a Carla—. Tú y yo estamos como a siete horas de distancia en auto, y definitivamente no es lo mismo. Pero estoy muy feliz porque Emma está mejor que nunca, y con amigas de verdad. Se merece estar en ese lugar, perro, se merece vivir plenamente, pero... vivirá mucho más feliz cuando la hagas tu novia de nuevo. Ambos vivirán más felices.

—Exacto. ¿Podemos pasar a la parte en la que dejas de reunirte con nosotros con frecuencia porque estás ocupado satisfaciéndola? —preguntó Alan, metiendo más comida a su boca. No tenía idea de lo que estaba sucediendo entre ellos, esa cercanía, pero nunca había dejado de pensar que esos dos habían sido creados para ser.

—No hagas esas bromas. —Colin se empeñó en terminar de beber su cerveza. Sus amigos lo miraron con unos ojos impresionados cuando bajó la botella vacía sobre la mesa. Entonces, ¿no quería beber? —. No digan nada.

—Lo único que diré es que no conducirás a casa —habló Eugene.

—Entonces, Cole —Alan tosió una vez en su puño—, ¿sabes de qué signo zodiacal es Carla?

⠀⠀⠀⠀

Eugene y Alan lo miraron, a continuación, se miraron entre los dos. Colin estaba hundiendo una papa frita en kétchup, y tenía una cuarta botella enfrente, que la misma chica acababa de traerle. Eran la una, y seguía con su mismo plato. Las papas estaban frías, y no acabó ni con la mitad de ellas después de tres horas.

—Ya —eructó, y puso el plato en el centro de la mesa. Agarró su cuarta botella. Había comido la hamburguesa entera, bueno, le había quitado un pan, pero su plato quedó limpio del resto de ella.

—¿Estás bien? —se atrevió a preguntar Eugene.

—¿Por? —frunció su ceño, después de tragar su cerveza.

—Porque llegaste diciendo que no ibas a beber. —Alan agarró su tercera manija de cerveza de la noche—. Colin, sé que no te gusta hablar de lo que te ocurre, pero si algo raro sucedió en tu cabeza para cambies de opinión, puedes decírnoslo. No tengas vergüenza de admitir que estás bebiendo por dolor. Yo lo hacía todo el tiempo, amigo.

—No estoy bebiendo por dolor, Al —rio, confundiéndolos—. Estoy bebiendo porque llevo un condenado año sin beber a gusto y en un lugar donde no sea mi departamento del tamaño de una casa de muñecas. Irónicamente, mi dolor hacía que no me sienta a gusto bebiendo. Además, los ansiolíticos, diablos, esa mierda no es divertida.

—Claro —dijo Eugene, asintiendo con su cabeza una vez—. Pero no queremos que nos mandes a la mierda porque despertaste con una resaca terrible, responsabilizándonos por no haber sido el ángel sobre tu hombro.

—Ángel —bebió su botella, y cubrió sus ojos con una mano.

—Demonios, Eugene. Ofendiste sus creencias. —Alan sacudió su cabeza a la vez que hacía un sonido con su boca en señal de desaprobación.

—No, no, no —Colin apretó el cuello de la botella—. Emma. Me acordé de ella. ¿Saben dónde quiero estar ahora? Quiero estar durmiendo sobre su panza, y, si no llego a las 5:30 frente a Cohen, quisiera que fuera porque no puedo despegarme de ella, y no porque he bebido un litro de cerveza belga.

Colin llevó la botella a su boca, y bebió de seguido, alterando a sus amigos como si se tratara de una botella de veneno. Entonces, ¿no estaba bebiendo por dolor? Absolutamente no. Emma le producía muchas cosas, menos dolor. Sinceramente, no sabía qué estaba haciendo. Tampoco supo qué estaba haciendo cuando ordenó una quinta botella, creando disturbio en su mesa, porque Eugene estuvo en contra de que lo hiciera. No sabía, en serio. Quizás Alan tenía razón, quizás esa noche estaba bebiendo por dolor, y no estaba ligado con su relación con Emma, sino con la tristeza de pensar que ese mes debía estar cumpliendo cuatro meses con un bebé entre sus brazos. Dios. Qué manera de torturarse. Lo pensaba mucho. Pensaba mucho en ese pedacito, y claro que no le decía a nadie que no fuera su terapeuta, mucho menos a Emma. De hecho, nunca hablaban sobre ello, porque dolía. ¿Para qué tocarse la herida si sabes que duele? Hace dos semanas se había cumplido un año del abuso y la pérdida, y esa había sido la última vez que vio a Emma antes de cenar con ella el viernes. Los Miller habían intentado que pasara ambos días con la mayor naturalidad posible, y parecía que lo habían logrado. Había ido a cenar en casa de ella las dos noches, y hasta jugaron Scrabble en familia. A veces sentía que Emma se estaba curando más rápido que él, y él deseaba estar en la misma línea que ella, pero esa era la realidad, su nena era más fuerte que cualquier cosa.

Le dio un primer sorbo a su quinta botella, y se puso de pie, tambaleándose un poco.

—Necesito ir al baño —recogió su celular de la mesa, y se alejó de ellos.

En primer lugar, vació su vejiga ultra resistente. Luego se paró frente al lavabo, nadie entró ni salió en ese momento. Se miró al espejo. Era un borracho que debía estar en el campus en dos horas y media. ¿Cómo? Sacó su celular del bolsillo de su jean azul, y abrió la conversación que tenía con ella. 0 mensajes nuevos. No lo desilusionó, ambos respetaban el espacio del otro, siempre lo habían hecho. Salió de la App, y miró el fondo de pantalla, una foto de los dos abrazados en el sofá de la casa de ella, era reciente, como de junio.

—Perros —Sí, plural—, tienen que llevarme a la casa de Emma ahora mismo.

—¿Enloqueciste o qué? —preguntó Eugene.

—No, solo está borracho —contestó Alan.

—Llévenme a casa de Emma. Tengo que hacer algo —tomó la llave y se la lanzó a Eugene.

Entonces, al final, fueron cuatro botellas de cerveza belga las que lo hicieron olvidarse de sus obligaciones para presionar a su mejor amigo, quien nada sabía de conducir una Benz eléctrica del 2020, a llevarlo a casa de su nena linda en la jodida ciudad de Beverly Hills a las 2 de la mañana.

A medida que pasaban los segundos, desparramado en el asiento trasero, más en las nubes se sentía. De pronto, en medio del camino, se metió en el espacio entre los dos asientos delanteros, y se puso a buscar monedas en un compartimiento, mientras Alan aseguraba que podía hacerse una paja por solo mirar el tablero de la camioneta, y Eugene le decía que nunca vería Transformers con él.

Y llegaron.

—Emmy, ¿tienes que dormir con Estela? —Alicia preguntó cuando Escarlata y ella ya estaban acostadas en bolsas de dormir en el suelo. Emma había ido a buscar a su gata, vio sin querer a Gillou y Gael comiéndose en el sofá, y regresó a su recámara con Estela.

—¿Qué pasa, Ali? ¿Esteli te molesta? —Emma bajó lentamente a la gata sobre su cama.

Podía dejar que Estela durmiera con Gael, si es que ese hombre dormía esa noche, pero no quería. Aunque tampoco quería que Alicia no durmiera tranquila. Iba a cagar a Estela para llevarla con los enamorados en el mismo instante en que su celular comenzó a sonar en la mesa de noche. Las tres se miraron entre sí. Escarlata enarcó una ceja, dibujando una sonrisita llena de picardía. Entonces, Emma, ruborizada, saltó a atender la llamada.

—¿Cole?

This Romeo is bleeding but you can't see his blood. —Colin empezó a cantarle Always de Bon Jovi al otro lado de la línea. Emma cubrió su cara con su mano. Estaba borracho. Lo sabía. Decir que sonaba bien sonaría mal—. It's nothing but some feelings that this old dog kicked up.

Continuó cantando el segundo verso mientras Emma se resistía frente a sus amigas para no llorar como una persona desajustada. Colin pasó al tercer verso, entonces, antes de decirle que la amaría para siempre con el estribillo de una de sus bandas favoritas, su voz subió por una montaña, aparentemente hizo un esfuerzo, cantó un «demonios», antes del romántico «and I will love you, baby, always». Emma alzó sus cejas, confundida, a continuación, Escarlata oyó un sonidito en la ventana. Colin estaba lanzándole monedas porque si lanzaba una roca, y rompía esa ventana, no iba a vivir para contarle la historia a su hijo y decirle al final «Si quieres a una persona, entonces, debes hacer lo necesario para hacerla sentir amada, incluso secuestrar a tus amigos para que te lleven a Beverly Hills a cantar borracho en su jardín delantero». Emma abrió la ventana, y lo encontró brindándole una serenata, en ningún momento él bajó su teléfono, era su micrófono, aunque también podría gritarle y despertar a todo el vecindario de culos ricos. Podía hacer eso, pero no. La primera reaccionó de Emma fue la de salir de su cuarto y bajar las escaleras, por supuesto, mientras su piel erizada no regresaba a la normalidad. Gael y Gillou la oyeron y vieron correr por el vestíbulo, se levantaron asustados cuando Emma salió de la casa a toda prisa.

Se encontraron bajo la ventana. Colin era el borracho más dramático y románico del mundo. Un hecho. Se arrodilló frente a ella, todavía cantando al teléfono como si fuese necesario, entonces, Emma se arrodilló también, y lo abrazó, y Colin se echó hacia atrás, cayendo sobre el césped, y ella cayó sobre el pecho de él, y él siguió cantando, hasta que Emma le tapó la boca con una mano porque lo había entendido. La amaba, pero ella lo amaba más fuerte.

—¡Cole! —rio.

Colin por fin soltó el celular, y le puso el cabello detrás de la oreja, contemplándola a los ojos. En sus sueños, ese era el momento en que se besaban, bajo la luna y las estrellas, después de haber hecho un espectáculo frente a seis personas que nada tenían que ver con lo que estaba pasando en sus corazones. Sin embargo, eso no fue lo que pasó, no se besaron. Emma le destapó la boca, riéndose dulcemente mientras lo miraba a los ojos también. Ella se había olvidado de que sus amigas estaban en casa, se había olvidado de su hermano y Gillou, se había olvidado de que habitaba en un mundo con otros seres humanos además de ellos dos.

—Hola, Colin cantante de canciones de boda.

—Bueno. Canción de boda boda no es —cerró un ojo con fuerza.

Emma sonrió. No quería tomar el hecho de que era una de desamor. Era su Colin cantante, y eso era todo lo que le importaba en esa calurosa madrugada en la que los grillos también cantaban.

—Te extrañé —se atrevió a decir ella.

—Estaba tomándome un descanso. No puedo sobre exigirle a mi voz.

Emma se echó a reír, diciendo:

—¿Cuánto bebiste, Oschner?

—Solo recuerdo que me llamo Colin y que tengo una nena linda que odia los espárragos.

Ahora, Emma se acostó a su lado, mirando el cielo. Quería besarlo. Desde que se dieron un tiempo, nunca antes había sentido tantas ganas de hacerlo, pero no era correcto. Estaba borracho, olía a cerveza, y tenía su misma ropa que en la mañana de ayer. Tampoco quería recordar su primer beso así, donde él estaba más arriba que abajo, mejor debían estar en el mismo césped. Había una amplia gama de razones para reservar ese beso para más tarde.

—Dios. ¿Cómo llegaste hasta aquí? —lo pensó mejor.

—Caminando —se echó a reír.

Emma se sentó, aunque Colin la haya estirando para que no se levantara de su lado.

—No condujiste ni de chiste —vio la camioneta en frente.

—Eugene es chofer. Alan respira —comentó.

—¿Están aquí? —sonrió, poniéndose de pie, aunque Colin le haya lloriqueado para que se quede a su lado.

Emma caminó hasta la camioneta blanca, y pegó su frente a la ventana. Eugene y Alan la saludaron, moviendo sus manos, acababan de ser pillados mirando el show, pero todos lo estaban haciendo. Gael y Gillou estaban en la ventana, detrás de la cortina, preguntándose si debían salir a mover el cuerpo tirado de Colin para comprobar si seguía bajo el mismo cielo que ellos, y no en él.

Eugene abrió la puerta, y Emma se hizo a un lado para dejarlo bajar.

—¡Emmy! —exclamó, pero sonó actuado, entre dientes. Quería decir «Lamento que este sea el escenario en el que tengamos que vernos después de tanto tiempo». Se abrazaron. Eugene miró a Colin por encima de la cabeza de Emma, seguía acostado en el césped, con sus brazos y piernas abiertos como una estrella.

—¡Estoy tan feliz de verlos, chicos! —brincó una vez, y abrazó a Alan, quien colocó una mano detrás de la cabeza de ella, cerró sus ojos con fuerza, esperando que la estrella caída en el césped hiciera algo más que llamarla a cantarle borracho.

Al parecer, Colin no había exagerado, Emma lucía bien para ellos, y, pensarán, apenas los había saludado, ¿cómo podrían saber cómo estaba por dentro? Pues, cuando te enteras que alguien llora constantemente porque no quiere seguir, y luego ves a ese alguien en vivo, contándole a otro con emoción que su gata ya tiene diez meses de vida, sabes que algo cambió. No era magia, ni siquiera un milagro, era Emma peleando.

—Sí, Emmy, he visto a Estela —respondió Eugene—. Es la estrella oficial de tu Instagram.

—Es fotogénica. ¿Qué otra cosa puedo hacer más que darle un espacio? —le bromeó, riendo, y tomándolo de la muñeca. Iba a decir más, pero Colin hizo que ella se acordara de su existencia, gritando: «¡Mi nena! ¡¿Dónde está mi nena?!» sin levantarse del césped. Emma volteó para verlo por un segundo, después se dirigió a ellos dos—: Sé que puedo contar con ustedes para que se aseguren de que duerma en su cama y no en la puerta de su depa.

—No te preocupes. Cuidaremos al bebé grande —contestó Alan.

Emma regresó hasta donde Colin, y lo miró desde arriba.

—Te llevarán a tu departamento ahora, Cole.

—¿No puedo quedarme aquí mismo? —levantó su brazo, tratando de acariciarle la cara con su mano. No dimensionaba lo lejos que estaba la cara de Emma del césped—. Ni siquiera necesito una almohada.

—No.

Ojalá pudiera quedarse bajo las sábanas de ella.

—Ey —Emma abrió sus ojos más grandes, y se puso de cuclillas—, Colin, no llores —le acarició el cabello sudoroso con su mano, mientras Colin lloraba, cubriéndose la cara con una mano—. De acuerdo. Puedes quedarte.

—¿Qué le pasa a ése? —preguntó Jake, quien acababa de bajar de su camioneta con Bianca.

Colin sollozó, y, entonces, pronunció:

—Te amo, Emma.

Emma contuvo su respiración. Quería decirle que lo amaba más fuerte, pero había una gran probabilidad de que ni siquiera lo recordara claramente al despertar. Le sacó la mano que le cubría la cara, y le dio un beso en la frente, después le secó las lágrimas con sus pulgares.

—¡Tanto tiempo, señor papá de Emma! —dijo Alan, a medida que se metían al jardín.

—Hola, señor Miller. —Eugene levantó una mano para saludarlo, pero Jake no les dio atención. Había un rubio borracho y llorando en su jardín delantero. ¿Qué hubiesen hecho ustedes? Eugene se agachó, y agarró a Colin de un brazo—. Perro, ya tuviste tu momento. Al, ayúdame.

Colin no se opuso, pero no hizo mucho para ayudarlos. Lo estaban arrastrando.

Antes de cruzar la línea del césped a la acera, se puso un poco loco.

—¡Emma, Emma!

Eugene y Alan se detuvieron. ¿Para dejarlos hablar? No. ¡Para descansar!

—Cole. —Emma le acarició la mejilla.

—¿Sales conmigo en la noche? —preguntó acelerado, como un adolescente que por fin se atrevía a invitar a su crush del salón. Ya no estaba llorando. Sus emociones andaban en montaña rusa cuando estaba borracho.

—Hablaremos cuando despiertes —le respondió.

—¡Joder, Emma! —gritó Escarlata desde la ventada de la recámara.

Entonces, Alan soltó a Colin, echándolo al suelo.

—Es la diosa —dijo.

Emma gritó asustada, y se agachó para agarrar a su amorcito del brazo. Claro que no logró moverlo ni un centímetro. Y Colin estaba demasiado ido para darse cuenta de que el jodido Alan acababa de hacerle besar la acera por andar caliente por la amiga de Emma. Eugene le gritó a Alan, ignorando a quien podía estar mirándolos desde arriba, solo quería irse, pensar que debía conducir hasta Westwood lo fastidiaba.

—Entonces —dijo Colin, echado en el asiento trasero de su camioneta.

—De acuerdo. Saldremos. —Emma susurró, apretándole las manos.

Colin abrió su boca para responder, pero Eugene se acercó para apartarlos, y cerró la puerta.

—Tranquila, Emmy. Entregaré el paquete en la dirección correcta —habló amablemente, después, transformó su cara a odio puro, gritando—: ¡Al, métete a la jodida camioneta ahora! —abrió la puerta del conductor.

Alan trató de subir, pero tropezó, y cayó, pero nadie lo vio además de Eugene.

—Debemos interrumpir las pijamadas de Emma más seguido —pensó.

—Por favor, no —respondió Eugene.

Emma se abrazó a sí misma, mirando cómo la camioneta se alejaba.



¡Hola! ¡Hola!

¡Qué capítulo! En el anterior ya les había adelantado que estaba ansiosa por publicarlo desde hace bastante tiempo, ¡y por fin llegó el día! Simplemente uno de mis orgullos<3 es que pasan tantas cosas emocionantes. En mi Instagram había dicho que hay dos formas de ver el capítulo: 1) la forma triste, porque Colin se emborrachó por dolor; y 2) la forma feliz, porque revivió al Colin cantante . Yo prefiero verlo de la forma feliz, pero sin omitir la raíz. Pero cuéntenme ustedes qué les pareció<3

Por otra parte, ¿extrañaron a Eugene y a Alan? Justo cuando Alan parecía haber cambiado, sale con sus cosas, pero bueno, no le quitemos el mérito, en serio lo está intentando, y yo estoy benditamente orgullosa de la evolución de su personaje a lo largo de los tres libros. 

¿Les caen bien las amigas de Emma? <3

Y finalmente, ¿será que Colin y Emma saldrán juntos o la escritora les está haciendo una de sus bromas pesadas? :') ¡Cuéntenme qué esperan del siguiente capítulo! <3 Y nos leemos ahí pronto.

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