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"Cura"
Abrí mis ojos con un poco de pesadez mientras me concentraba en estirar un poco mi cuerpo debajo de las delgadas frazadas que tenía en mi cama.
Un pequeño escalofrío recorrió toda mi espina dorsal cuando una pequeña ola de frío entró en mi habitación. Afuera las temperaturas eran bajas, la nieve ya había llegado al pueblo y ya se sentía por todo el lugar.
Una vez que mis ojos se acostumbraron a la luz, terminé incorporando un poco mi cuerpo sobre el respaldar de la cama mientras restregaba mis ojos grises.
Terminé soltando un pequeño jadeo gracias al dolor que sentía en todas mis extremidades. El enfrentamiento que había tenido con Ash el día de ayer estaba empezando a hacerse presente en mi cuerpo. A penas sentía las piernas, los brazos dolían y respiraba con demasiada dificultad ya que sentía un dolor insoportable en mi abdomen. Ni siquiera quería observar esa zona, estaba segura que estaría llena de hematomas.
Por primera vez en demasiado tiempo el dolor de cabeza ya no estaba presente como todos los días, por lo cuál aquello hizo que me sintiera un poco más tranquila.
«¿Qué demonios sucedió anoche?», pensé mientras restregaba mis ojos hasta que las pequeñas imágenes empezaron a aparecer en mi mente y mi respiración se cortó.
D había aparecido en mi vida... o bueno, al menos de una manera que pudiera observarlo fijamente.
De inmediato pensé en él, ¿acaso todo había sido un sueñ...?
—Buenos días —habló de repente una voz.
Me sobresalté en mi lugar mientras desviaba mi mirada hacia donde provenía esa profunda y grave voz que se había escuchado.
Ahí estaba él. Entonces no había sido todo un sueño lo que había ocurrido en el día de ayer.
Estaba D... o mejor dicho, Alister estaba en mi habitación.
Su cuerpo se estaba colando a través de mi ventana mientras sonreía de lado. Tenía algunos copos de nieve adornando en su cuerpo y entonces en mi habitación resonó el ruido cuando sus botas tocaron el suelo del lugar.
¿Qué demonios..?
Mis palabras de quedaron atascadas en mi garganta. No podía decir nada ya que estaba algo sorprendida. Pensé que todo había sido un maldito sueño.
Alister revolvió un poco su cabello y observé con más atención el color de sus ojos. Eran bastantes llamativos.
Me sorprendí cuando noté que no se encontraba pálido, ni mucho menos tenía los labios azules. ¿Había estado afuera toda la noche? ¿Acaso con su anomalía no podía llegar a sentir las bajas temperaturas en su cuerpo? ¿O acaso había estado en otro lugar?
El mayor me observó con un poco de preocupación en su mirada. Giró su cuerpo para cerrar la ventana y entonces empezó a caminar hacia en pequeño sillón que se encontraba en la esquina de mi habitación para terminar sentándose ahí mientras agarraba un pequeño libro que estaba arriba de mi escritorio.
Seguía estando con la misma ropa que ayer, su remera ajustada a su cuerpo llena de sangre, esos pantalones de vestir oscuros y las enormes botas del mismo color. Sus ojos observaban fijamente el libro que tenía entre sus manos y su cabello negro azabache se encontraba todo revuelto.
A penas podía observar el color de sus ojos.
—Hola —dije algo confundida.
—Te quedaste dormida anoche —indicó.
Desvíe mis ojos hacia la tapa de aquel libro, era uno de mis novelas favoritas de un autor que admiraba demasiado.
—Lo lamento —respondí con sinceridad, ni siquiera recordaba en que momento me había ganado el sueño—. ¿Qué haces aquí? —pregunté.
Alister dejó el libro en el escritorio y se colocó de pie.
—Tú pediste que me quedara —explicó—. Estuve toda la noche despierto vigilando este lugar.
Por alguna extraña razón alcé las frazadas y noté que seguía con la misma ropa de anoche, llevaba puesto el vestido negro con varias rasgaduras y manchas de sangre en ella.
Tenía un olor asqueroso.
—¿Te quedaste toda la noche en... mi habitación? —pregunté algo insegura.
No quería desconfiar de él. Era la última esperanza que tenía antes de perder la cabeza.
Pero de solo pensar que quizás estuvo observándome dormir y en su mente se cruzó alguna idea... aquello me incomodaba.
Traté de evitar esos pensamientos que invadían mi cabeza. Él no era así.
Alister no era así de asqueroso.
—No —respondió, seguro de sus palabras—. Seguro no lo recuerdas ya que estabas bastante agotada, pero me quedé vigilando el perímetro de tu casa.
—¿O sea qué...?
El mayor me interrumpió.
—Dejé tu habitación y este lugar una vez que quedaste dormida. Además, tu madre había llegado y no quería correr el riesgo de que te metieras en problemas —explicó.
Ambos nos quedamos fundidos bajo un silencio rotundo, no sabía con claridad si era incómodo ya que nuestras miradas se habían cruzado varias veces en todo este momento. Pero antes de que pudiese pensar en otra cosa, Alister habló nuevamente:
—No sabía si quedarme te iba a incomodar —aclaró—. Por lo tanto decidí darte privacidad. Espero que no te moleste.
Formé una línea en mis labios.
—¿Estuviste toda la noche afuera con las bajas temperaturas... solo para no incomodarme?
Alister me observó.
—He pasado por cosas peores.
Desvíe la mirada.
De inmediato recordé cómo anoche con sus mismas palabras había advertido que Nevs y No Stranger nos estaban buscando, más que nada para secuestrarme y después asesinar a Alister. Tenía sentido que quisiera protegerme si era la única persona que podía confiar.
—Gracias —respondí mientras colocaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—. No sabía que te gustaba leer.
—Es una de mis fascinaciones además de matar —respondió sonriendo de lado—. ¿Cómo dormiste? —preguntó mientras se sentaba al borde de la cama.
Se había colocado lejos de mi cuerpo, sin embargo aquello no me incomodó a pesar de que cualquier persona lo haría si tuviera a un chico pelinegro con una anomalía en su sangre que le hacía asesinar a personas.
Todo esto era tan... extraño.
Me crucé de brazos.
—Bien —hablé algo agotada—. Siento que dormí a penas quince minutos —admití mientras empezaba a juguetear con mis manos.
Alister apoyo sus antebrazos en sus piernas mientras sus manos las tenía entrelazadas, en su rostro se veía que se encontraba bastante preocupado y ni siquiera tenía que preguntar para saber la razón.
Sus ojos heterocromaticos se encontraban observando un punto vacío de mi habitación mientras su cabello pelinegro tapaba un poco sus faroles.
De inmediato me acordé de Ash, cuándo se notaba bastante preocupado la vez que abusaron de mi y D tenía que hablar conmigo.
Formé una línea en mis labios.
—¿Qué sucede? —pregunté.
Alister me miró.
—Tengo un plan.
Abrí mis ojos sorprendida.
—¿Cuál? —dije con curiosidad.
El mayor giró un poco su cuerpo para así quedar frente a frente por lo cual me puse algo nerviosa ante su intensa mirada. Una de sus enormes mano terminó apoyada en la cama, a unos pocos centímetros de donde se encontraban mis pies.
—Escapar.
Junté mis cejas confundida.
—¿Qué?
—Escaparemos del pueblo —indicó—. No estamos seguros en este lugar.
Ni siquiera dudé una palabra cuando empecé a hablar:
—No voy a escapar contigo —respondí—. A penas te conozco Alister, estuve hablando todo este tiempo con un número anónimo que ni siquiera sabía su identidad. Ahora que sé quién eres, ¿quieres que acepte así sin más? —pregunté incrédula—. A penas confío en ti. Tal vez si hubieras aparecido antes...
—Lo intenté —me interrumpió—. Intenté varias veces llegar a tu lado pero era bastante difícil —explicó—. Yo quería que supieras quién era desde el primer momento en que estuviste en peligro, sin embargo... Ash pensó que era una mala idea.
Frunci el ceño.
—¿Por qué?
—Pensó que si te revelaba mi identidad, ibas a querer escapar.
—¿Por qué lo haría? —pregunté.
—Por miedo.
—¿Miedo a qué?
Alister bajó la mirada.
—A que le temas a mi oscuridad.
—No te tengo miedo.
—Pero no te sientes tan cómoda conmigo a tu lado.
Tragué en seco.
—Yo...
—Lo lamento —respondió antes de que pudiese decir algo—. Sigo bastante molesto con todo lo que sucedió. Si no le hubiera hecho caso a Ash... tal vez todo sería diferente.
—No te preocupes —dejé en claro—. Eso nunca lo sabremos. Ash me engañó. Nos traicionó a todos. Y ahora solo hay que avanzar.
Esas palabras quemaban en mi garganta.
Bajé la mirada algo desanimada. A veces me costaba creer que aquel peliblanco en verdad me había traicionado, primero Carter y ahora Ash.
Cuando la imagen de aquel rubio se cruzó por mi mente, varias lagrimas anunciaron que iban a salir pero preferí contener aquello. No quería seguir llorandole a personas que estaban mejor sin mí.
Alister tenía la mirada perdida y entonces decidí hablar nuevamente:
—No voy a escapar —dejé en claro una vez más—. No lo haré. Y tampoco quiero dejar a mi madre en este asqueroso lugar. Tenemos que acabar con No Stranger, Alister.
El mayor se quedó en silencio mientras sus orbes grises observaban mis manos que no se quedaban quietas. Sin embargo supe que no le estaba prestando atención a ese detalle ya que estaba debatiendo que hacer en ese momento.
Solo tenía una cosa en claro: Si escapabamos ahora, Nevs iba a terminar encontrándonos a donde fuéramos.
El mayor suspiró mientras desviaba su mirada hacia el techo de la habitación y despeinaba su cabello. Mis ojos observaban la nuez de Adán que había aparecido en su cuello.
—Está bien —respondió.
Cuando estuve a punto de hablar, la voz del mayor inundó la habitación:
—No lo acepto porque soy fácil de convencer, lo hago porque de igual manera quiero protegerte.
Tragué en seco. A veces me olvidaba que tenía aquella sangre obsesiva en su cuerpo.
Suspire, solo tenía que preguntar una cosa más para dejar en claro que tan difícil iba a ser todo esto. Que tan grande iba a terminar este problema solo por haber respondido un mensaje una noche.
—¿Cuánto... cuánto poder tiene Nevs en sus manos? —me atreví a preguntar.
Alister me observó y en su mirada casi se pudo descifrar el miedo que transmitían al escuchar ese nombre.
—Demasiado —respondió sin dudar el mayor—. Aquello es gracias al ser el favorito de Addar y el primer cuerpo inicial de No Stranger.
Me quedé en silencio por varios segundos. Esto iba a ser más difícil de lo pensé. Y yo ni siquiera era lo suficientemente fuerte para defenderme por cuenta propia.
—No podremos escondernos por siempre aquí —indiqué en voz baja.
—Nevs ya sabe en donde nos encontramos —admitió el pelinegro—. Él tiene ojos por todas partes y está esperando a que demos el primer paso —tragó en seco—. Por lo tanto hay que idear un plan para que Nevs quiera reunirse con nosotros así podemos acabarlo.
—¿Qué pasará si acabamos primero con él? ¿No es un... subordinado?
—Acabando con Nevs podremos enfrentar a Addar para cambiar las cosas...
Lo miré.
—¿Qué cosas cambiarían en No Stranger? Allí son todos unos asesinos —indiqué—. Pensé que... tal vez querías que acabáramos con todos ellos. Si solo acabamos con Nevs y Addar... ¿acaso no seguirán habiendo más muertes?
—¿A qué te refieres?
—Las personas de ese lugar harán lo imposible para seguir sus impulsos de asesinar.
Alister suspiró y entonces acercó su cuerpo un poco más hacia el mío.
Tal vez no tendría que haber dicho esas palabras ya que el mayor proviene de ese lugar. Pero tampoco podía mentir.
—No es así, Kayd —respondió—. Verás, en No Stranger hay tres cuerpos iniciales. Aquellos tres cuerpos fueron los que dieron el inicio a las jerarquías en No Stranger. Tengo la teoría que ellos pueden tener la cura para que los pasantes dejen sus deseos de matar.
—¿Cómo sabes que dejarán de hacerlo?
—Las jerarquías están teniendo aleaciones con los Osados, una facción donde sienten empatía y quieren dejar de asesinar. Sin embargo aquello es bastante difícil de hacerlo ya que para los Nocivos y Obsesivos... matar es lo mismo que comer.
Asentí a sus palabras.
Si Alister tenía razón acerca de su teoría con respecto a los cuerpos iniciales, entonces tal vez podríamos encontrar la cura para que todas las facciones de No Stranger sean salvadas.
—Eso significa que existe una posibilidad de que ustedes... vuelvan a ser personas normales. Sin impulsos, deseos, ni anomalías...
Alister asintió.
Si existía la posibilidad de que aquella teoría fuese cierta, entonces no perdería esta oportunidad. Yo no era una pasante, ni mucho menos pertenecía a ese lugar. Pero pensaba demasiado a aquellas personas que sentían sentimientos y no podía dejar de matar aunque quisieran. Estaban viviendo en el mismísimo infierno.
Y por alguna razón, quería acabar con aquello.
—Está bien, te ayudaré —respondí, segura de mis palabras.
Alister sonrió y yo le devolví la sonrisa.
Sus ojos me observaron por varios segundos hasta que formó una línea en sus labios demostrando que no era lo único que quería decirme.
—Tenemos un problema —habló algo preocupado—. El único cuerpo inicial que conocemos es Nevs. Y él hará todo lo posible para que No Stranger no deje su función de crear monstruos.
Mierda.
Empecé a rascar el lóbulo de mi oreja algo nerviosa ante la situación en la que nos encontrábamos, tal vez podríamos derrotar a Nevs sin necesidad de matarlo pero... presentía que aquello era más sucio de lo que parecía.
—¿Qué hay de los otros dos cuerpos iniciales?
—No se sabe de su existencia hace años —respondió—. En los registros no salen sus nombres, seudónimos y tampoco su identidad. Son personas que no conocemos.
—Entonces nuestra única opción es... Nevs.
—Así es. Por lo tanto si queremos acabar con él y con Addar, debemos mantenerlo vivo para buscar la cura.
—¿Y en dónde podría estar?
—En su sangre.
Decidí mirar a través de las rejillas como el cielo se encontraba gris y varios copos de nieve descendían, sin embargo las bajas temperaturas ya no se sentían en la habitación.
—Entonces hay que buscar una manera de atraer a Nevs.
Alister sintió.
Si estábamos buscando la manera de mantener a ese subordinado con vida para buscar la cura en los pasantes, entonces tendríamos que hayar la manera de acorralarlo y hacer todo lo posible para que podamos experimentar con su sangre y ver si aquella pequeña esperanza podría ser cierta.
Si Alister había dicho que aquellas facciones estaban empezando a sentir una aleación con los Osados, entonces eso tal vez significaba que aquel pelinegro estaba empezando a sentir sentimientos por las personas a su alrededor.
Por el momento solo había que mantenernos a la posibilidad de resguardar a Nevs ya que es el único cuerpo inicial que conocíamos.
O que al menos Alister tenía en claro que era él.
Debíamos mantener también la opción de que aquellos otros dos cuerpos que dieron vida a los Osados y Nocivos ya se encontraban muertos, ya sea por los mismos experimentos o tal vez porque Addar decidió eliminarlos para no hayar aquella sanación.
Si queríamos atraer la atención de Nevs para que él mismo viniese a nosotros, entonces tendríamos que encontrar alguna manera de atraerlo con alguien que él quisiera tener entre sus manos, algo que deseaba con todo su ser a pesar de tener bastante poder entre sus manos.
Entonces...
—Voy a entregarme —avisé.
Es la única manera en la que Nevs acepte querer vernos. Si él tanto deseaba mi cuerpo, entonces esta era la única posibilidad.
Alister frunció el ceño y entonces me miró fijamente.
—No dejaré que hagas eso.
—Es la única forma en que Nevs se acerque por voluntad propia.
Los ojos de Alister empezaron poco a poco a volverse casi blancos en su totalidad y unas pequeñas líneas negras aparecieron a su alrededor, eran casi invisibles.
¿Estaba enojado?
—Ni loco dejaré que toque una sola hebra de tu cabello.
—No lo hará —dejé en claro.
—Es arriesgado.
—Es la única manera.
—Kayd...
—¿Por qué te preocupa tanto?
El mayor cerró sus ojos por unos segundos mientras suspiraba. Luego de unos segundos los abrió por completo para así notar que sus ojos habían vuelto a la normalidad, con aquellos ojos heterocromaticos grises y color avellana.
—Solo quiero mantenerte a salvo.
Tragué en seco.
—Es la única forma en la que podremos detenerlo.
Sus ojos me observaron nuevamente. Había algo que siempre hacía que nuestras miradas se cruzaran.
—Esta bien —aceptó desganado—. Pero no dudes que te apartare de esto en cuanto acabemos con él.
Sonreí de lado y entonces Alister decidió ponerse de pie.
—Tenemos que encontrar la manera de contactarnos con Nevs.
Alister formó una línea en sus labios. Estaba segura que no le había convencido este plan de tener que entregarme, sin embargo era la única posibilidad de que pudiéramos encontrarnos con aquel chico sin tener que recurrir a la fuerza.
O bueno, al menos no tanto.
—Yo sé cómo hacerlo —indicó el mayor.
Decidí levantarme de mi lugar y entonces cuando mis descalzos pies sintieron el tacto del frío mármol un enorme escalofrío recorrió toda mi espina dorsal.
Caminé rápidamente hasta que me coloqué un calzado más cómodo. Alister estaba observando indiferente la habitación y entonces fue cuando el sonido de la puerta tocando tres veces nos alarmó a los dos.
—¿Kayden? —se oyó del otro lado de la puerta—. ¿Estás despierta, hija?
«Esto no puede estar pasando», pensé.
—Mierda —susurre.
—¿Por qué está con seguro la puerta? —preguntó confundida.
Miré a Alister.
El mayor alzó ambos hombros confundido a pesar de que en su rostro se notaba lo divertida que le resultaba esta situación.
—Tú cerraste con llave toda la casa cuando te dije que nos podían estar observando —respondió en susurro.
Terminé rodando los ojos.
—¡Estoy despierta! —dije en voz alta—. ¡Me estoy... cambiando de ropa! ¡Quiero privacidad!
—Soy tu madre —se escuchó del otro lado—. Sé hasta el color de tu ropa interior, no hay privacidad en esta casa.
De inmediato mi rostro se tornó rojizo y el pelinegro alzó una ceja mientras una risa se escapaba de sus labios. Su sonrisa era bastante contagiosa.
—¡No te burles! —susurré por los bajo.
Alister alzó ambas manos indicando su inocencia.
—No dije nada —respondió del mismo modo mientras se daba la vuelta para agarrar el móvil que tenía en el bolsillo de su pantalón.
—¿Kayden?
—¡Mamá, por favor! —exclame.
—Esta bien —dijo algo frustada—. Pero recuerda que tenemos una charla pendiente respecto a cuidar tus aparatos tecnológicos. Despídete de las redes sociales por un tiempo, ni siquiera me pagan lo suficiente para mantener las deudas.
Suspire.
—¡Bien!
De repente se escucharon como sus pasos se iban alejando por el pasillo y entonces terminé soltando el aire que estaba conteniendo desde hace un momento.
—Me cae bien —dijo Alister de repente.
Lo miré.
—No es gracioso.
—Lo es cuando tienes el rostro rojo —respondió burlándose.
Baje la mirada avergonzada y entonces traté de contener las ganas de querer pegarle en aquel momento por la vergüenza que sentía.
Alister alzó su teléfono móvil para captar mi atención y en la pantalla salía bien en claro el nombre "Subordinado Nevs" e indicaba que estaba a punto de llamarlo.
—Dejemos las bromas de un lado —ordenó—. Porque a partir de ahora, empieza lo serio.