Antes de empezar, es ficción, no se enganchen.
Lo dice la que hace historias donde Giyuu sufre porque esta molesta con él por culpa de otros fics donde Tomioka era un pndjo con Tanjirou.
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Pese a estar sin hacer nada durante 8 meses, más que salir de su habitación al jardín y tomar aire fresco y de nueva cuenta regresar, sus días eran tranquilos, sólo cuando sus amigos estaban de misión.
Inosuke se tomó en serio el papel de Alfa sobreprotector y complaciente.
Aún y cuando es de madrugada, el azabache no duda en levantarse e ir por cualquier cosa que aquel omega de cabellos burdeos se le antoje, por más raros que estos sean; como rodajitas de rábanos cubiertos de chocolate con limón.
Zenitsu tampoco se queda atrás, ayudándole a levantarse todas las mañanas, cada vez se le dificulta eso de levantarse puesto que su barriguita le impide moverse con agilidad, incluso las pequeñas naho, Kyo y Sumi suelen esconderse debajo de su pancita jugando a las escondidas.
Shinobu se mantiene al pendiente de su embarazo, haciendo chequeos y revisando que todo marche bien.
Pero el que más lo cuida, por el contrario de lo que se creería, es Rengoku, que cada tanto le manda hasta la Finca Mariposa infinidad de dulces para el omega y regalos para el pequeño cachorro latoso que no hace más que moverse dentro del vientre del pelirrojo.
Kamado ríe a carcajadas cuando recuerda uno de tantos momentos memorables con sus amigos.
En el sexto mes de embarazo, uno de esos días en donde no tenían misiones y podían acompañar al omega, fue que se presentó el primer movimiento del bebé dentro de la barriguita del oji-carmín.
Aoi había preparado unos cuantos onigiris para probarlos en compañía del omega, los amigos de éste, las pequeñas niñas, Shinobu y el pilar del Fuego que cabe recalcar pasa más tiempo en la mansión de la pilar que en su propia casa.
Todos sentados platicando amenamente, hasta que la pequeña Kyo le pidió al omega levantarse la bata que llevaba puesta para así poder ver la notoria pancita.
En cuanto el pelirrojo lo hizo, todos pudieron ser testigos de como una pequeña bolita se hacía en el estómago, subiendo y bajando.
Cada uno hizo una expresión de ternura al ver aquel evento, menos uno que grito al momento de presenciar aquello.
"¡QUÉ ES ESO!" gritó un azabache de mechas azules, mientras se ponía en posición de ataque.
"Oe, Calmate idiota." habló Zenitsu.
"Inosku-.
"¡ALGO SE LE MUEVE!." Volvió a gritar el Alfa." TRAES UN DEMONIO ADENTRO. ¡YO TE LO SACO!"
El azabache se trepó encima del omega dispuesto a atacar, hasta que sintió una mano rodear su cuello y apretar hasta casi dejarlo sin aire.
"Inohashira-mi chico. ¿Qué es exactamente lo que pretendías hacer?." cuestiona el rubio de mechas rojas, con casi voz de Alfa, que aunque debería ser fuerte y demandante, sorpresivamente era tranquila, aunque aquella sonrisa y ese rostro lleno de venas...
"Ara ara~. Calmemonos un poco." habló la pilar." Quiere, Rengoku-San.
Kamado-kun se está viendo afectado por sus feromonas.
Y era cierto, el omega se notaba nervioso, aunque no le afectaba de manera mala, sino que las fermonas del mayor lo confundían.
Aún le costaba entender porque lo aturdian, si después de lo que pasó con el pilar del agua, Shinobu le había dicho, que aunque no quisiera, Tomioka era su destinado.
Entonces ¿por qué cuando olía el aroma del azabache no reaccionaba de la misma forma que con el del rubio?.
Kamado no era tonto.
Desde el primer momento se dio cuenta que el pilar del agua suele colarse en la habitación a media noche, lo siente posicionarse a un lado de la ventana, siente su mirada azulina puesta en él, mirarlo fijamente sin moverse.
Aunque le inquieta la precensia del mayor, hace el esfuerzo de fingir dormir. Siente su aroma más cerca, justo a lado de su cama, aprieta con fuerza los ojos, siente como la mano del hombre se posiciona sobre su vientre y acaricia suavemente mientras suelta un poco su aroma.
Lo oye murmurar algunas cosas, entre ellas un lo siento cargado de dolor. Sigue con su mano puesta sobre su pancita, la siente moverse de arriba a abajo, tan dulcemente.
Siente ganas de llorar, por que a pesar de todo puede oler el arrepentimiento, dolor, tristeza, soledad, angustia en él.
Si tan sólo hubiese echo las cosas diferente, talvez hubiese habido un futuro entre ellos.
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Hace cinco meses que hace lo mismo.
Aprovecha la oscuridad de la noche para colarse sigilosamente en aquella mansión, directo a la habitación donde sabe que duerma aquel ser que ama, pero al cual le causó un daño irreversible.
De un salto trepa hasta el tejado y camina hasta situarse encima de la ventana. Brinca hasta caer sobre el marco, abre sin hacer mucho ruido y se adentra a la habitación.
Puede ver la hermosa figura de su omega acostado sobre la cama, vistiendo aquella bata de enfermería, notando así la bella pancita que se asoma.
Se queda parado a un costado de la ventana, tan sólo admirando a ese ser que duerme plácidamente.
Le duele tanto no poder verlo de otra manera, una donde no tenga que esperar horas hasta que caiga la noche para escurrirse como un delincuente.
Desea tanto acariciar ese cabello sedoso, sus regordetas mejillas, besar esos suaves labios, y no puede.
Tan sólo le resta admirarlo a la distancia, sin poder tocarlo, sin poder estar a su lado.
Se deja llevar y se acerca despacio hasta él, es cuando puede admirar mejor el rostro de su omega.
El embarazo le sienta de maravilla, lo a vuelto más hermoso de lo que ya estaba.
Sitúa su vista en esa abultada pancita, sonríe porque se le hace tierno el menor, se le aseqmeja a una bolita de mochi.
Suavemente posa su mano en el vientre del chico, su alfa ronronea al percibir el movimiento en ese vientre, orgulloso de que su cachorro lo sienta. Acaricia sin ejercer mucha presión, detallando cada parte de aquel omega, para así guardar en su memoria su rostro hasta que vuelva a verlo al día siguiente.
Aunque no quiera, por más que desea quedarse, debe irse.
El sol está apuntó de salir y conoce al omega, gusta de levantarse antes que todos, aún y cuando no puede hacer nada más que pasar el tiempo admirando el jardín.
Baja su rostro hasta aquella pancita, depositando un suave beso mientras deja salir unas cuantas lágrimas se deslizan por sus mejillas.
"Lo siento." susurra mientras sus labios aún están sobre la barriguita." Lo siento tanto.
Se aleja del menor viéndolo una vez más, admirando la belleza del omega.
Se da la vuelta y avanza hasta la ventana que permanecía semi-abierta y sale por ella.
Antes de irse se asegura de cerrarla, no queriendo que su omega enferme.
Salta hacia el tejado y corre, alejándose mientras su ojos se humedecen y dejan salir más lágrimas.
"Tomioka-san" murmuran con tristeza un pelirrojo y una azabache.
Shinobu se encuentra al otro extremo del tejado, mientras ve como el mayor se aleja por los árboles.
No es como si no supiera que el pilar del agua viene cada noche a visitar a escondidas al omega.
Bien pudo interceptarlo desde un principio y dejarle en claro que su presencia no es deseada, pero al momento de querer entrar y sacarlo a patadas, la voz llena de dolor del azabache mientras le susurraba al omega una y otra vez que lo perdonara le hizo detenerse.
Kamado por su parte abre sus ojos lentamente cuando siente que el mayor se ha ido.
Escuchó claramente lo último que le dijo y su corazón duele al oler la profunda tristeza en el alfa.
Su mirada carmín se posa en la ventana, viendo los primeros rayos del sol colarse a la habitación.
Suspira mientras lleva su mano a su pancita, acariciando suavemente mientras solloza.
"Pensé que con él no te moverías." habló el omega a su cachorro." Supongo que sabes que él es tu padre.
Giyuu-San... Si tan sólo hubiera echo las cosas de otro modo, posiblemente yo sería feliz a su lado...
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