Uno para el otro (Levi Ackerm...

By Cristillumibu

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Temporada 1: Terminada Temporada 2: En marcha Intenta no morir en un mundo en donde un movimiento en falso si... More

I Experience
II Star
III Control
IV Hurt
V Mission
VI Smile
VII Energy
VIII Daring
IX Child
X Dream
XI Free
XII Disaster
XIII Folder
XIV Truths
XV Doubts
XVI Torture
XVII Barn
XVIII Fear
XIX Limbo
XX Poisoning
XXI Blue
XXII Letter
XXIII Black tea
XXIV Green
XXV Trees
XXVI Souls
XXVII Destiny
XXVIII Motivation
XXIX Progress
XXX Promise
XXXI Hypothetical
XXXII Fire
XXXIII Welcome
XXXIV Inferno
XXXV Opportunity
XXXVI Mist
XXXVII Worthy
XXXIX Conviction
XL She
XLI Melancholia
XLII Traitor
XLIII Rage
Epílogo
Segunda temportada
I Alive
II Old Friends
III War
IV Past
V Cruelty
VI Warmth

XXXVIII Impulse

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By Cristillumibu


Despierto de un salto, espantada y con el fantasma del dolor en el pecho desapareciendo a paso lento.

Sin embargo, apenas titubeo los ojos, repasándolos por todo el alrededor, temo seguir en la pesadilla.

Me concentro en el lugar en que estoy, y me resulta complicado saber los acontecimientos y ordenarlos de forma cronológica. Pero apenas veo el rostro de Eren, recostado en lo que parece una gruesa rama del enorme bosque a mi lado, los detalles van adquiriendo claridad.

Mi cabeza reposa también en el tronco, sentada cómodamente con las piernas estiradas en despreocupación.

Intento formar una mueca plana de indiferencia y tranquilidad, con el objetivo de no llamar la atención, pero todo el plan se desvanece cuando me arqueo, tosiendo.

La mano que me llevo a la boca para retener, lo que al principio pienso es la bilis, solo recibe líquido espeso rojizo, creando en mi una desesperación que se multiplica cuando me percato de la distancia descomunal entre yo y la tierra.

—Tuviste una muy envidiable siesta, (T/N)—. La voz burlona proveniente del hombre de platinado cabello con el ceño fruncido me recibe, contraponiendo a la imagen y voz que permanecía en mi memoria, del aclamado hermano mayor Braun.

Ahí, parado con aires de grandeza, brazos en la cadera sostenedora del equipo de maniobras, me dedica una fría mirada.

Limpio la sangre, o por lo menos lo intento con asco, en el tronco del árbol, ignorando las palabras de lo que fue un compañero de la legión de Reconocimiento y que ahora solo significa para mi el gatillador de la catástrofe, alguien a quien odiar.

No me digno a responder, pero Eren, doblando la cabeza para encarar a pesar de su dolorosa posición de carecer de miembros superiores, grita, fúrico y desesperado, con la nariz arrugada, exclamando un rosario de insultos y rencor que, a igual grado, yo igual siento.

—¡Hey! —. Otra presencia, hasta ahora en silencio, llama la atención de todos, sorprendiéndome de mala manera. Ymir está en una rama aledaña, con también extremidades cercenadas y humeantes. —¡Dijiste que nos revelarías algo cuando Tachibana despertara, déjame disculparme por lo chismosa, pero más que ver los pájaros cacarear y titanes correteando como niños en las calles, no hay otra diversión! —. Cierro los ojos, queriendo despertar y aparecer por arte de magia en la incómoda litera que me pertenece en las instalaciones de la legión de reconocimiento, preparada para sumergirme en una ducha con helada agua y así estar lista para enfrentar la decisión de elegir un buen desayuno.

—Así es—. Las fantasías terminan en la realidad, en la cruda realidad, tan asquerosa y abrumadora como solo me está pareciendo en estos momentos.

No sé en realidad cuantas horas he estado inconsciente, pero, por la claridad que se alza en el cielo y el estado de Ymir y Eren, deduzco que menos de un día, donde hace algunas horas estaba manteniendo una conversación amena con mis amigos, con Levi... sin miedos, dispuesta a seguir investigando el porqué de los titanes en el muro.

—Los llevaremos a nuestro hogar—. Señala con la mandíbula la espalda de Bertolt, ajeno a su amigo. Casi me parece vislumbrar, entre las sombras que provocan las hojas, el brillo en los ojos de Reiner. —Me parece un fastidio la poca decisión que obtuvimos de ustedes, Eren, (T/N)...y cuando consiguieron dar una respuesta implícita, fue una rotunda negativa. —. Suelta en una pena que me resulta falsa. —De todos modos, vendrán con nosotros en la noche—. Abro los ojos para ver el panorama con mayor claridad, pudiendo intuir algunos temas que está omitiendo.

Pero está claro como el agua, no podemos escapar, yo no puedo escapar.

Carezco del poder de Eren o Ymir, y también mi cuerpo, humanamente frágil, no es nada sin el equipo tridimensional.

Siempre podría arrebatárselos a Reiner o a Bertolt, pero el peligro va más allá del poder de resolución, va más allá de mis capacidades en batalla.

Ignoro en mis planes el dolor palpitante que va adquiriendo territorio proveniente de las costillas, cada vez más relacionado con el infierno.

—Entonces, en síntesis, nos tendremos que sumir en complacencia hasta que se oscurezca—. Habla Ymir, indiferente con la situación.

¿Cómo parece estar tan tranquila?

¿Ha, acaso, agachado la cabeza en sumisión?

—Es una opción, sí—. Responde Reiner, de brazos cruzados.

El sabor metálico que permanece en mi boca me hace escupir nuevamente, esto hecho muy a mi pesar por el ruido que genero, dejándome en evidencia que estoy herida. Tengo sangrado interno, uno que quizás es lo suficiente serio como para alzar las alarmas.

—Perdona a Bertolt, al agarrarte al parecer presionó muy fuerte—. No soy alguien con inhumana regeneración ni tolerancia, por lo que jadeo del dolor, algo que trato de tragar con todas las ansias, ignorando mi alrededor en esos instantes de sufrimiento.

Las veces en que tengo tiempo de recuperar la compostura, escucho como Ymir mantiene conversaciones triviales y sin importancia con los dos traidores, despreocupada y ligera.

La sangre me hierve en las venas, no siendo la única, pues Eren masculla entre dientes hasta que estalla, revelándose con el rostro pálido y ademanes erráticos, levantándose.

Se tambalea sobre el mismo tronco en que me encuentro y, aunque tengo la posibilidad de agarrarlo, me encuentro demasiado cansada como para ayudarlo. Si él perdiese el equilibrio en totalidad y cayese, no tendría los reflejos para salvarlo, tampoco la fuerza para mantenerlo.

El moreno grita eufórico, exigiendo respuestas que también radico en saber, el por qué, el cómo.

No quiero perder el conocimiento, no en estos insufribles momentos, por lo que me centro en bombear con la mano la sucia camisa que llevo puesta, intentando centrar mi atención en mi agarre y no el malestar y el sueño que me invade.

—Reiner...—. Logro reconocer el balbuceo de Bertolt, lejano como un ruido del aire. —No eres un soldado, ¿recuerdas? —. Alzo la mirada, pálida y gélida, confusa ante las palabras del chico de oscuros cabellos y largo rostro.

Intento comprender el doble sentido, comprender la situación, comprender que el cerebro de Reiner yace frito desde hace años, en dos realidades alternas.

Tanto Eren como yo barajamos la idea.

Si se mostrase la más mínima oportunidad, sin mediar, matarlos es la opción que hay que tomar.

La traición de la humanidad, el genocidio sobre personas inocentes y el descaro de intentar hacerse las víctimas son demasiados pecados para espaldas tan jóvenes.

—Tú y yo somos guerreros—. Hay unos segundos de silencio gutural en donde solo el rascar de lo titanes en el tronco de los arboles y el viento resoplar tiñen el ambiente, donde el rostro del rubio se contrae en una mueca de pura sorpresa, de impacto.

—Oh...—. Se agacha en cuclillas, haciendo resonar el equipo. Oculta su rostro entre sus gruesas manos. —Es verdad—. Luego de eso lo repite en voz baja, en un mantra.

—¿Qué le pasa? —. Cuestiona en voz baja Eren, sorprendido por la actitud.

—Creo que lo entiendo—. Dice Ymir.

A estas alturas, sosteniéndome el estómago y dándole leves caricias reconfortantes, me veo con los pies sobre la tierra, intentando regular el ritmo acelerado de mi respiración. — ¿Por qué se jugaría su propia vida por la de Connie?, ¿Por qué haría eso el mismo hombre que destrozó la muralla y con eso asesinó a miles, tanto directa como indirectamente? —. Alzo las cejas, contrariada.

Habla con la verdad.

—Los guerreros deben de ser una secta destinada a quebrar la humanidad... Pero tantos años llamándose soldado, uniéndose con sus enemigos, ha cobrado parte de su cordura—. El análisis retumba en mi cabeza con eco. —No...—. Se detiene. La observo con determinación, tras el velo de dolor. —Para soportar cada una de las atrocidades cometidas, creando un método de protección, se convenció a si mismo que formaba parte, en realidad, de la legión—. A pesar que lo suelta en voz alta, parece estar debatiendo consigo, una discusión para dar un resultado.

Reiner, con la cordura desvaneciéndose en sus ojos e intentando con todas sus fuerzas restaurarla, reclama el silencio de Ymir, en una voz plagada de furia.

Ymir, a pesar que a mi el grito ha erizado cada vello de mi cuerpo del espanto, forma una sonrisa ladina, terminando sus suposiciones.

—No logro comprender—. Eren es quien retoma mi atención, permaneciendo con sus extremidades humeantes con un espíritu de hierro.

Eren cuestiona en una mueca de falsa inexpresión, sucesos que vivió con Reiner y Bertolt, apelando a las emociones, intentando gatillar la mente de Reiner o, como logro comprender luego de unas cuantas palabras, desahogar la impotencia y rabia.

La muerte de su madre, del abuelo de Armin, de cada uno de nuestros compañeros que no alcanzaron a despedirse de sus familiares o cumplir sus sueños, de conseguir un futuro digno. Todo se desvela como un frío plan de unos niños con un gran poder en sus manos, unos niños capaces de asesinar a cientos y luego teniendo el descaro de intentar fingir ser las víctimas.

—...En ese momento sentí pena—. Responde con mirada perdida Bertolt, soltando un conjunto de palabras simples que descontrolan mi corazón de rabia, impulsando unas ganas de levantarme y lanzarme a su cuerpo con violencia, ganas que me trago atrapando mi labio inferior entre los dientes.

—Oh...—. Mantengo mi distancia, tras un Eren apenas manteniendo el control. —Ustedes no son guerreros ni mucho menos soldados... Ustedes son asesinos—. Estoy lista para agarrar a mi amigo de las solapas si es necesario, pero no es necesario, la espalda tensa me indica la contención de sus impulsos.

No merecen el perdón, no merecen la compasión.

Sin embargo, ahí, lista para retener a Eren para que no cometa ningún movimiento en falso en su estado físico, me veo capacitada de favorecer a los enemigos.

Hay que esperar.

Solo un poco.

Eren y Ymir son demasiado importantes como para perderlos, a la humanidad le importa tenerlos de su lado.

Y yo también pertenezco a esa humanidad. Es mi deber, como perteneciente de la legión de Reconocimiento, por el afán a adquirir conocimientos para conseguir una ventaja sobre los titanes, por lo que daré mi vida si es necesario.

Dejaré atrás cada uno de mis sueños, de mi posibilidad de felicidad, de las vivencias que podría adquirir en un futuro y de las respuestas que tanto quiero hallar si eso significa que los futuros hijos de mis compañeros tengan una vida con oportunidades.


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