Querido señor, señora, señorito, señorita, tortuga o lo que considere pertinente el agraciado lector:
Tengo la dicha de invitarlo a, como dice la tarjeta, la fiesta de pre-fallecimiento de Howard Saint el 16 de abril a las 19hs. Es usted un ser viviente privilegiado que podrá disfrutar los últimos minutos en vida de esta indomable máquina sexual (según fuente confiable), además de ex-predicador de los andenes del cristianismo.
Se requiere vestimenta fluorescente y un regalo significativo para agasajar al casi muerto, así puede llevarlo en su ataúd por toda la eternidad. Sí, no quiere ser cremado. Sí, quiere parecerse a los egipcios. No juzgue que usted aún no se muere. También le pedimos traer un tazón de alegría interna y ganas de bailar la Macarena. No venga a llorar ni a pedir condolencias. De lo contrario, no podrá entrar al establecimiento.
No puede negarse. No intente poner excusas. Ya tendrá tiempo para pintar el techo o ser operado de apendicitis en otro momento. Morirse es más importante.
Se despide con el cariño de siempre y esperando verlo muy pronto,
Howard Saint
PD1: Si su regalo va a ser comida, intente que no sea algo que pueda pudrirse. Ya sabe, no quisiera que cuando alguien pase por mi tumba lo único que se acuerde sea el olor a putrefacción que dejó su donación mal elegida.