Una Black de ojos violetas ➳...

LuisaLane- által

506K 38.9K 12K

El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia... Több

Prefacio (Aclaraciones)
Introducción
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟭
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟮
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟯
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟰
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟱
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟲
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟳
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
𝗘 𝗣 𝗜́ 𝗟 𝗢 𝗚 𝗢
♡ Gracias ♡

Capítulo 70

1.8K 153 105
LuisaLane- által

Phillipe me sirvió limonada en mi vaso y dejó la jarra sobre la pequeña mesita de su habitación de hotel. Habíamos pasado la mitad del día recorriendo miles de lugares en Londres y luego explorando las tiendas del callejón Diagon.

Terminó comprando un montón de objetos muggles que no necesitaba pero que le parecieron muy infaltables en su vida. Lo bueno es que con magia todo podía caber en su valija.

Phillipe tomó un sorbo de su jugo. Lo copié haciendo lo mismo que él, estaba cansada de tantas vueltas que habíamos dado hoy, me venía bien descansar unos minutos y tomar algo refrescante.

— Me he divertido mucho hoy contigo Isadora —dijo con alegría.

— Yo también Phil —contesté. El rubio agachó la cabeza e hizo una sonrisa de lado mientras jugueteaba con su dedo en la mesa. Lo veía un poco nervioso y por mi mente acababan de pasar mil ideas, de las cuales, la mitad eran "te va a decir que gusta de ti y no sabrás donde meterte Isadora". Encima no hay balcón por el cual tirarse.

¡Ah!

Pero soy bruja. Puedo desaparecerme. ¡Ja!

— No quisiera... —comenzó a decir con lentitud— no quisiera que perdiéramos el contacto. De verdad me alegra mucho estar contigo y — ¡No Phil, no! Trágame tierra. ¿Por qué me pasa esto a mí? Salgo con George y Phil es— Oh... No Isa, no, no es lo que piensas.

— ¿Qué? —mi mente quedó en blanco por unos segundos mientras sentía como el corazón me palpitaba más rápido.

— Que, eh, quiero decir, que todo esto lo digo como amigos —se rascó la nuca— que quiero que sigamos en contacto pero como amigos, no como algo romántico —largué un suspiro de alivio.

— Claro — dije un poco confundida por la situación. Parecía hasta como si me hubiera leído la mente— Claro Phil. Mantendremos contacto siempre que...

— Espera, tengo algo que mostrarte —dijo apresuradamente interrumpiendo lo que yo decía. Se levantó del asiento y empezó a moverse nervioso por la habitación— Yo sé que esto quizás te suene muy raro... pero es algo que viene rondando por mi cabeza. ¿Pero me prometes que no me creerás loco y te irás corriendo?

— Pues no lo sé, ahora me estás asustando un poco.

— ¿Me lo prometes? ¿Confías en mí? —me miró a los ojos con seriedad y pude sentir una especie de conexión rara. No contesté, tampoco asentí con la cabeza, pero ambos nos entendimos.

— Eh, de acuerdo —susurré.

— Bueno, para empezar, he venido hasta aquí solo por ti Isadora.

— ¿Perdón? —exclamé confundida otra vez.

— Siempre estuve aquí yo solo. Mi padre jamás tuvo que atender ningún problema urgente en el banco... porque no ha venido. Fue a pasar las fiestas con Damien.

— Espera Phillipe, qué —continuó hablando como si yo no hubiera dicho nada.

— Creo que ambos se han resentido mucho conmigo por esta decisión, pero ninguno de los dos me comprende.

— ¿Por qué has hecho esto? —dije confundida.

— Porque ellos no pueden ayudarme y creí que tú si podrías.

Se acercó hacia su valija, la abrió y comenzó a rebuscar algo entre su ropa.

— Yo soy adoptado, ya te lo había dicho —dijo apartando la vista de la valija y mirándome— Estoy tratando de buscar a mi verdadera familia. Y quizás te parezca una locura esto pero —volvió la mirada a la valija y sacó de ella un sobre abierto— siento que eres parte de ella.

— Phil yo —intenté decir, pero me interrumpió negando con la cabeza y acercándose a la mesa donde estábamos otra vez.

— Déjame terminar —asentí con la cabeza— Hasta ahora solo he sabido el apellido de mi familia. Pero tú y yo tenemos rasgos físicos muy parecidos y cumplimos en la misma fecha y —lo interrumpí.

— ¿Qué? —mi corazón empezó a latir con fuerza y se me hizo un nudo en la garganta— ¿Y cuál es el apellido? ¿Cómo te enteraste? ¿Por qué yo?

— Mira —se sentó de nuevo frente a mí— cuando nace un mago o una bruja, su nombre entra en las listas de los colegios mágicos. No sé si aquí funciona de la misma forma que en Francia, pero te diré cómo es allí... Beauxbatons abre sus puertas a los alumnos desde que cumplen siete años, pero no es obligatorio hasta los once. Cuando un niño pasa a tener siete, entra en su lista de posibles candidatos. Los padres deben encargarse de ir hasta la tesorería del colegio y verificar si su hijo está allí o no, para luego poder enviarlo a Beauxbatons. Si no lo envían en ese tiempo, cuando cumpla once años le llegará una carta oficial, diciendo que fue aceptado.

Abrió el sobre con dedos temblorosos.

— Ahora, existen chicos como yo, que al cumplir siete años, no tienen padres que se encarguen de verificar si están en las listas. Y nosotros entonces quedamos en un lugar aparte. Quedamos en unos documentos registrados como huérfanos. Esto ayuda a muchas familias de magos a poder adoptar niños que sean como ellos... Fue la razón por la que mis padres me encontraron a mí y a Damien. Al principio solo pensé que había sido mucha casualidad, pero mi madre me lo explicó todo un día.

Sentí como cada una de sus palabras hacían eco una y otra vez adentro de mi cabeza. El corazón se me iba a salir por la boca y seguía sintiendo esa rara sensación de que mis pensamientos estaban siendo los mismos que los de Phillipe, pero no quería interrumpir lo que me estaba explicando.

Sin embargo, se dio cuenta de mi cara de confusión e hizo una pequeña pausa, mirándome con cautela. Sacudí la cabeza y parpadeé un par de veces.

Mi cabeza se sintió mucho más liviana. Tomé un gran sorbo de limonada.

— Ella siempre fue abierta conmigo y quiso lo mejor para Damien y para mí —prosiguió, al verme centrada otra vez en la conversación— cuando cumplí los once años, mi mamá me dio un sobre con una carta y me dijo que la guardara con mucho cuidado, que allí podría encontrar las respuestas que ella no me iba a poder dar. Que cuando necesitara saber sobre mi verdadera familia, comenzara por ahí.

— Y todo este tiempo —murmuré aclarándome la garganta. La sentía seca. Había tomado líquido segundos atrás pero parecía como si cada sílaba que salía de mi boca arrastrara arena por la garganta— todos estos años... ¿Nunca tuviste curiosidad?

— No —negó con la cabeza. Hizo una pausa para soltar un breve suspiro y me miró a los ojos. Los sentí penetrarme— nunca tuve intenciones ni ganas ni interés por saber mi origen, hasta que te conocí.

Tragué saliva.

Costó horrores hacerlo.

Se me había formado un nudo en la garganta.

— Este es mi verdadero nombre —miró el papel que seguía sosteniendo en su mano todavía— es el que apareció en la lista de huérfanos de Beauxbatons, antes de que mis padres me adoptaran, incluso mucho antes de que me pusieran de nombre Phillipe en el orfanato.

Extendió su mano temblorosa por sobre la mesa y se frenó justo enfrente de mí, para que yo lo leyera.

Pero no tenía que hacerlo.

No hacía falta leerlo.

Mis ojos comenzaron a aguarse al mismo tiempo que los de él.

¿Cómo debería sentirme ahora? ¿Cómo tenía que reaccionar a esto?

Una lágrima recorrió su mejilla.

Agaché la cabeza y acepté su papelito.


"Artemis Oliver Black"


— Supongo, estoy en lo cierto —dijo con la voz entrecortada.

No pude esconder más mis lágrimas. Asentí y cerré mis ojos.

Mi cabeza empezó a viajar muchos lugares. En qué estaría pensando mamá ahora. Cómo se sentiría ella. Qué me diría Remus. Cómo se lo tomaría Sirius. Qué haría Tonks, mis tíos, George, Fred. Qué pasaría con la familia de Phillipe.

Sentí sus brazos rodearme en un abrazo.

Me levanté de la silla y se lo devolví con la misma fuerza. Estaba aquí. Estaba conmigo. Mi otra mitad.

Quien debió haber sido mi compañero de aventuras, mi cómplice en las travesuras.

Quien debió haber sido mi mejor amigo y a la vez mi enemigo.

Quien debió haber sido mi guardaespaldas, mi protector ante los hombres.

Quien debió haber sido mi profesor para algunas cosas, pero mi estudiante para otras.

El que hubiera venido a preguntarme qué decirle a una chica que le gustaba, qué regalarle.

El que hubiera venido a llorar en mi hombro por un corazón roto, porque ya me hubiera prestado el suyo antes.

El que hubiera venido a sacarme una risa cuando estuviera triste.

El que hubiera venido a decirme que estoy fea cuando en realidad estaba hermosa.

El que hubiera celebrado conmigo los triunfos, pero me hubiera dado la mano en las caídas.

El que me hubiera dado un abrazo sin pensarlo, si me hubiera visto llorar... Como lo estaba haciendo ahora... Porque era mi hermano.

Por qué éramos hermanos.

Somos hermanos.

Y ambos lo sabíamos.


Nos separamos y volvimos a mirarnos. Éramos un mar de lágrimas los dos. Phillipe tenía la cara colorada y se rió. Yo también me reí. Seguro nos veíamos horribles los dos.

— Por tu reacción, veo que no fue una sorpresa enterarte de que existo —negué.

— No, claro que no —me limpié la cara con el puño de mi sweater— no sé qué decirte.

— Pues... yo tampoco —se encogió de hombros— ya te he dicho todo lo que sabía.

— No quiero llenarte la cabeza con un montón de información, así de repente. No creo que sea justo para ti, tantas emociones de golpe —afirmó con la cabeza.

— Solo quiero intentar recuperar lo que era mío, y saber por qué dejó de serlo —sonreí— pero todo a su tiempo.

— Te estuvimos buscando, te estuvimos buscando por años —dije con una sensación de alivio en todo el cuerpo. Fue como si una gran mochila pesada se hubiera soltado de mi espalda— cuando te vi aquel día en el comedor de Hogwarts yo supe que eras tú.

— Lo sé, lo sé —afirmó emocionado— tuve un presentimiento. Estuve todo el año hablándole a Damien de ti, pero él no lo entendía. No sintió la conexión que yo sentí, me dijo que estaba loco.

— Mamá, ella... ella te buscó por mar y tierra e hizo lo imposible para encontrarte —sus ojos se cristalizaron— jamás se dio por vencida, hasta el último segundo. Y sé que en estos momentos está muy feliz de vernos juntos otra vez —suspiré— y tienes que conocer a Remus, es mi padrino. A mi tío Sirius, mis tíos Ted y Andrómeda, mi prima Nymphadora. —Sacudí la cabeza— bueno, son tus tíos y tu prima también —me mordí el labio— todos te buscamos, durante años. Qué alivio es sentirse así.

— Espero con ansias que me cuentes sobre nuestra madre y los demás, y todo lo que me he perdido estos años.

— Ay Phil —volví a abrazarlo con una sonrisa en el rostro— esto parece un sueño del cual no quiero despertar.

— Creo que soy Artie ahora, no Phil... Hermana.



— ¿Entonces somos algo así como cuñados? —dijo George bromeando. Me encogí de hombros y Phil asintió riéndose.

Digo, Artemis.

— Wow, esto es increíble —volvió a comentar George, esta vez sentándose en mi cama— quiero decir, sabía toda la historia de que existías y estabas perdido por el mundo, pero creí que tardaría más todo en saberse.

— ¿Más? —dijimos Artie y yo al mismo tiempo.

— Oh no, ahora ustedes también harán eso de hablar juntos —George hizo una mueca.

— Ya ves cómo se siente del otro lado —dije burlándome de él. Phil se sentó... Perdón, Artie. Artie se sentó también en la cama. Yo me puse frente a ambos hombres en una de las sillas de mi habitación, en Grimmauld Place. El rubio recorrió de nuevo todo el dormitorio con sus ojos.

— Si es raro para ustedes, imagínense para mí —dijo— pero estuve haciéndome la idea todos estos meses. Apenas volví a casa, lo primero que hice fue abrir el sobre de mi madre. Tuve mucho tiempo para procesar las cosas y controlar mis emociones.

Golpearon la puerta del cuarto. Los tres nos miramos asustados. Artemis y yo habíamos entrado a escondidas a la casa, con la ayuda de George. No quise que Sirius lo viera y le saltara a la yugular.

Si bien le ofrecí que viniera conmigo a pasar esta noche, mi deseo era que pudiera pensar un poco más y estuviera tranquilo. La idea era que se escondiera, pero ambos sabíamos que capaz nuestro plan fallaba.

— ¡Eh, ustedes dos! —Gritó Fred desde afuera— ¡Me estoy absteniendo de aparecerme porque no quiero verlos desnudos! ¡Pero abran!

— Es Fred —dije nerviosa— Qué hago, qué hago.

— Pues ábrele —dijo Artemis— le contaremos como hicimos con George —lo señaló con el dedo.

Tomé aire. Fred seguía golpeando la puerta. Me acerqué hacia ella y giré el picaporte, mas no la abrí por completo.

— Ey qué haces, qué estás escondiendo —el pelirrojo trató de empujarla pero George se interpuso entre ambos y le dijo que dejara de hacer escándalo por dos segundos. Fred entrecerró los ojos, desconfiado, pero hizo silencio. Le abrí la puerta y George se corrió para dejarlo pasar.

Fred se quedó boquiabierto viendo a la persona que estaba en mi cama. Giró sus ojos hacia su hermano y luego hacia mí. Ambos lo agarramos del sweater y lo empujamos dentro, para cerrar la puerta detrás de él.

— ¿Hola Phillipe, supongo? —dijo todavía confundido.

— Hola Fred —contestó él amablemente.

— Eh, Fred, Freddie, queridito Fred —dije nerviosa.

— ¿Estamos escondiendo a un asesino? —Preguntó sin entender la situación de por qué el francés estaba en la habitación— Creí que él estaba hospedándose en Londres en un hotel.

— No, no es un asesino, no hizo nada malo —agregó George, sentándose en una silla. Hice lo mismo y me senté también, pero en la cama junto a Phil. Artie.

— Oh, bueno —Fred se encogió de hombros— hubiera sido buena historia—Se sentó junto a su hermano en otra de las sillas y nos miró. Pasó los ojos de uno a otro. De Artemis a Isadora y viceversa, unas cuatro veces.

— ¿Sucede algo? —preguntó Artie.

— Es que no lo puedo entender, ¿Ustedes no lo ven? —le preguntó a George— son muy parecidos.

— Tú y yo nos parecemos también —dijo su hermano, a lo cual reí por lo bajo.

— Y si Feorge, somos gemelos, ¡Pues claro que nos parecemos idiota!

— ¿Estás diciendo acaso que soy hermano de Isadora? —preguntó Artie.

— Bien podrían serlo.

— ¿Cuánto apostaste Fred? —le pregunté. Me miró confundido otra vez— ¿Cuánto apostaste a que él y yo éramos hermanos?

— ¿Por qué están actuando todos tan raro? —Dijo mirándonos con bronca— ¿por qué demonios apostaría yo por eso? Pero si es obvio que salgo perdiendo, por las barbas de Merlín.

— Hubieras ganado mucha plata —murmuré— todas las veces que dijiste que éramos clones, tenías razón.

— Bueno, no exactamente clones como ustedes dos —agregó Artie— mellizos para ser más precisos.

Fred se quedó boquiabierto. De nuevo nos miraba una y otra vez, volvía a girarse en su asiento para comprobar la cara de George. Negaba con su cabeza.

— Yo... No entiendo —susurró.

Tragué saliva. Quise mantener una tonalidad graciosa y hacer el asunto lo más liviano posible, porque Artemis y yo merecíamos que todo esto fuera lo más fluido y fácil para todos. Creí que Fred era la persona más apropiada para esto y supuse que lo entendería rápido y no haría tanto bullicio.

Pero me había equivocado. Y me había evocado tiempo atrás, no hoy. Me equivoqué cuando le oculté una parte importante de mi vida.

— Fred —me levanté de la cama y caminé hasta la puerta, haciéndole señas para que me acompañara. Me siguió y ambos salimos fuera, al pasillo otra vez. Dejando adentro a George con Artemis.

— No entiendo qué pasa —dijo todavía confundido.

— Escucha, hay algo que no sabes y que pensé que podría contártelo de mejor manera —dije— pero cuando nací, tuve un mellizo. Mi abuela, la hermosa dama del cuadro de abajo, lo secuestró un día y se lo llevó a Francia... y bueno entre una cosa y la otra...

— ¿Phillipe es tu hermano de verdad? —Asentí con la cabeza— ¿Qué?

— Sí, es una larga historia pero —me interrumpió.

— ¿George lo sabía?

— Fred —hizo un ademán con la mano y negó con la cabeza, resignado. Pude sentir que estaba ofendido. Lo agarré del brazo para que no se fuera y me escuchara.— Por favor, déjame explicarte.

— ¿Oh, para decirme alguna excusa de que no soy tan importante en tu vida como para contarme que tienes un hermano?

— Fred no es algo fácil para mi. Todos estuvimos buscándolo durante años, lo perdimos cuando era bebé. Me enteré poco después de que mamá murió... tardé mucho en contarle a Cedric, tardé más en contarle a George —lanzó una carcajada irónica.

— Claro y yo vengo en tercer lugar, por supuesto.

— ¡Fred! Por favor —se me aguaron los ojos— te lo iba a contar, pero a mi tiempo, es una historia compleja y dolorosa para mí. Recién hoy pude sentirme aliviada. No sabes el peso con el que estuve cargando en la espalda todo este tiempo. Entiendo que te sientas mal por que no te he dicho nada, pero si no lo hice fue porque me cuesta, no porque no quise.

— Pero a Cedric y a George no te costó contarles —se soltó de mi brazo y caminó hasta el primer escalón. Ambos nos giramos cuando la puerta de enfrente se abrió y dejó ver la silueta de un hombre debajo del marco.

— Fred, ven unos minutos —dijo Sirius haciéndole señas para que se acercara. El pelirrojo titubeó unos segundos, pero terminó por ir hacia él y entró dentro en su habitación junto a mi tío. Sirius pasó un brazo por sus hombros y lo escuché preguntarle algo antes de cerrar la puerta.

Mi corazón comenzó a latir con mayor velocidad.

¿Cuánto tiempo habrá estado ahí?

¿Cuánto habrá escuchado?

¿Sabrá que su sobrino está a menos de tres metros suyo?


Volví a entrar a mi dormitorio y cerré la puerta con brusquedad. George y Artie se levantaron de un salto al verme. Caminé de nuevo hasta la cama y respiré con calma para bajar los nervios.

— ¿Y Fred? —Preguntó su hermano— escuchamos... — Lo interrumpí.

— Está con Sirius, que al parecer también escuchó todo. —Miré a Artemis— ya sabes, Sirius tu tío, tu padrino. —Negué con la cabeza— perdón si nos puse en un aprieto, no quiero apresurar las cosas, no quiero que medio planeta se entere hoy de que estás aquí.

— Tranquila —dijo despreocupado— ya lo hablamos, que pase lo que tenga que pasar. ¿Será raro? Si. ¿Será mucha cosa junta? Sí. Pero créeme que nunca me sentí de esta forma, y después de todos estos meses con un nudo en la garganta, pensando cómo hablarte, cómo contarte, pensado qué dirías y cómo te sentirías... lo demás dejó de ser una preocupación.

— Te va a hacer preguntas incómodas, te va a contar sus historias de chicas —dije con rapidez— no estás preparado para todo eso —se rió.

— Nada que no haya escuchado antes —se encogió de hombros. Me reí por dentro.

No podía creer que se tomara a la ligera todo el asunto. Parece que de verdad ya lo había digerido bien y estaba deseando conocer su historia, su familia, su linaje... pero hasta para mí había sido demasiado, descubrir todo durante estos años, y no podía permitir que mi hermano viviera todo eso en cuestión de días.

Yo tenía mis razones para hacerlo lento.

Yo sabía que esta familia se había fundado sobre bases inestables y no era justo para Artemis que le tirara una piedra de diez kilos en la cara con toda la información junta, por más que él dijera que no era un problema.

Claro, porque él no sabía.

Porque él no vivió que lo maltrataran por su apellido. Porque él no vivió aterrado con que su tío "asesino" viniera a matarlo en el colegio. Porque él no se enteró que tenía una hermana perdida, que su abuela había secuestrado y llevado a otro país, siquiera sin saber si estaba viva. Porque él no tuvo que pelear por quedarse a vivir con su padrino, después de quedar huérfano. Porque él no tuvo que irse a vivir con su prima en un pequeño apartamento, al que ahora llama hogar.

Artemis no sabía.

Y no era buena idea bombardearlo en el día uno.

Era mejor disfrutar de nuestra compañía e ir hablando las cosas con tiempo.


Fred abrió la puerta otra vez, sacándome de mis pensamientos. Los tres nos giramos hacia él, quien se corrió del marco para dejar ver detrás la figura de Sirius y de Remus, ambos mirándonos atónitos.

— Eh... ¿Vieron que les dije que iba a verme con Phillipe? —Dije con lentitud— y que me dijeron que no me precipitara a hacer algo loco —George sonrió y negó con la cabeza— bueno esta vez, el que se precipitó fue él.

— ¿Supongo son... Remus y Sirius? —el rubio los señaló confundido— ¿Sirius y Remus?

— El rubio Remus, el morocho Sirius —dije en voz baja.

Los dos dieron un paso dentro de la habitación. Remus estaba sonriendo y con los ojos aguados. Sirius seguía atónito, como la primera vez que me volvió a ver.

— ¿No nos vas a presentar? —me preguntó Artie mirándome, mientras se levantaba de la cama y daba unos pequeños pasos hacia ellos.

— ¿Presentar? —Dijo Remus con una sonrisa cálida— pero si ya nos conocemos. Ven aquí —se acercó hacia él y acortó la distancia entre ambos dándole un abrazo. Mi corazón se hizo un poquito más grande después de presenciar toda la escena. Apenas se separaron Sirius también se abalanzó para estrujarlo entre sus brazos. Le dijo algo que no pude percibir, porque mi oídos estaban nublados por risas tontas y lágrimas.

Fred también se metió dentro de la habitación y le estrechó la manó a Artie con una gran sonrisa en el rostro. Le dijo algo gracioso porque todos rieron pero no llegué a escucharlo, mi felicidad era tan grande que todo lo demás parecía no existir en este momento.



Todos pasaron la mañana colocando las decoraciones de navidad en la vieja casa. Mientras tanto, Artie y yo nos pusimos al día con cosas tontas como qué nos gustaba comer y cuál fue el peor libro que leímos.

Sirius estaba de un humor esplendido. Hasta lo habíamos escuchado cantar villancicos.

Al parecer no era yo la única persona alegre de que Artie hubiera vuelto a nuestras vidas y hubiera decidido quedarse estos días con nosotros, en vez de estar en un cuarto de hotel.

Luego del almuerzo llegó Hermione para quedarse con nosotros hoy y mañana y volver todos juntos al colegio. Fue una sorpresa para ella ver a tantos dando vuelta por el lugar. Sobretodo verlo a Sirius tan alegre.

Pude fisgonear un momento donde Remus y Nymphadora estaban en la cocina acomodando guirnaldas. A mi prima mucho no le hizo gracia que mi padrino fuera a ayudarla, pero sé que en el fondo le interesa Remus. Le lanza miraditas y él se hace el tonto. Y sé que Rem se pone a recitar poesías siempre que ella anda cerca.

Faceta que antes no había notado acerca de él.

En fin, el amor.


Nos fuimos a acostar en nochebuena con la casa completamente irreconocible. Todos se habían esmerado en decorarla para que la estadía fuera incluso mejor que en Hogwarts. Había nieve mágica en la alfombra de las escaleras, un árbol enorme tapando el viejo tapiz de la familia Black y hasta las cabezas disecadas vestían barbas y sombreros de Papá Noel.

Desperté ese día con un gran botín de regalos al pie de mi cama. Artie estuvo durmiendo estos días junto a Fred y George en su habitación. Yo me había encargado de comprarle varios regalos para que su pila no fuera menos, pero estaba segura de que al fin y al cabo la suya sería la más grande todos.

¿Tantos años sin poder darle un regalo y justo ahora no iba a recibir de parte de todos? Imposible.

Me acerqué hacia el borde de la cama y miré por arriba mis regalos. Era temprano, por la poca luz que entraba desde la ventana, pero estaba ansiosa y el sueño tardaría en volver, ¿Verdad?


¡Crack!


Me sobresalté. George se apareció dentro de la habitación con su pijama azul. Me reacomodé en la cama y crucé los brazos.

— ¿Por qué no puedes subir las escaleras como todos? —refunfuñé.

— Porque mi madre se daría cuenta y no me dejaría hacer esto —se acercó para plantarme un fuerte beso en los labios— feliz navidad Isa.

— Feliz navidad mi amor —sonreí. George sonrió más todavía.

— ¿Mi amor? ¿Has dicho mi amor? —Se llevó ambas a su pecho— ouch, mi corazón va a estallar de tanta dulzura —me mordí los labios.

— George no seas idiota —rió despacio.

— Pensé que estarías dormida, quería despertarte con el beso de tu amor verdadero —rodé los ojos. George se subió a la cama conmigo y me abrazó por la cintura. Ambos caímos sobre el colchón y nos quedamos recostados en silencio unos minutos, disfrutando de la compañía del otro y el pequeño calor corporal que emanábamos.

George corrió un mechón de pelo de mi cara que se había caído y me acarició la mejilla.

Me perdí un rato en el tiempo mirando sus ojos. Mirando la profundidad de ese mar azulado, que formaba olas que iban y venían en mi cabeza.

Conté todas y cada una de las pecas de su cara, y acomodé su pelo revuelto por la almohada. Sonreí, y él me devolvió el gesto.

— Me haces muy feliz —susurró George, rompiendo el silencio que había entre los dos. Suspiré y lo abracé.

— Tú también a mi —agregué. Nos separamos y nos dimos otro besito pequeño.

— ¿Sabes qué otra cosa no me dejaría hacer mi madre?

— ¿Qué cosa? —murmuré. George se acomodó arriba mío y acariciándome la cintura me dejó un beso en el cuello.

— Ya te enterarás —susurró en mi oído, mientras sus manos comenzaban a acariciar mi espalda, por debajo del pijama.

— No George... —intenté quitármelo de encima, con poco esfuerzo— hay mucha gente aquí.

— ¿No quieres?

— Está mi tío en la habitación de enfrente —Me excusé.

— No se enterará.

— ¿Y si Fred aparece?

— Fred sabe que salimos juntos y ya no se atreve a entrar donde estamos. Ademas es muy temprano, casi nadie está despierto.

— Pero Sirius —el pelirrojo se separó unos centímetros y me miró a los ojos.

— Isadora Joanne Black, no quieres tener sexo conmigo o no quieres que los demás se enteren —dijo con seriedad.

— Yo... lo segundo —murmuré. George se levantó de un salto de la cama y cogió su varita del suelo, que en algún momento dejó ahí, y la movió para hechizar la habitación

— Pan comido —dijo sonriendo. Me agarró por la cintura y volvió recostarse sobre mí.

— ¿Dónde estábamos? —dije divertida.

— En seguida te muestro —murmuró para besarme de nuevo, esta vez en los labios. Lo agarré de la cara para acercarlo más hacia mí y le revolví el pelo, que previamente había acomodado. Nos separamos unos segundos y lo miré, sonriendo.

— George. ¿Sabes cuál es la mejor parte de esto? —me miró confundido.

— No, dime.

— Que ahora puedo decir que si mi hermano se entera de esto, te mata.


Olvasás folytatása

You'll Also Like

15.5K 856 58
Es la tercera temporada de ¿Yo? en CSI Miami. Qué pasará luego del final inesperado de la segunda temporada? Te recomiendo que leas esta historia, n...
237K 18.6K 24
Donde los actores más famosos de Corea se separan después de años de relación Los fans de Jimin y Jungkook se comienzan a preguntar el porqué de la r...
39.4K 5K 71
Charity Lestrange tiene que ocultar su verdadero yo en Hogwarts, hechizadose para cambiar su apariencia, se convierte en Jacob Miles. Draco Malfoy se...
137K 8.5K 27
❝ Cuando Lia se encuentra con varios secretos busca la forma de hallar las respuestas. Pero no todo es fácil. En el camino de lo prohibido ocurrirán...