Clarke POV
1 año después
A medida que los meses fueron pasando, el deseo de formar una familia fue creciendo, y cuando nos sentimos preparadas para dar aquel paso en nuestras vidas, decidimos ponernos en contacto con una clínica de fertilización asistida con el propósito de asesorarnos y comenzar el tratamiento.
Nos tomamos días enteros para charlar sobre quién sería la primera, no por cuestiones de imposición, sino, que, si bien mis ganas eran inmensas por serlo, el miedo a no ser fértil me aterraba, provocando dudas además de miedo; fue aquello lo que llevó a dichas charlas previas.
Ante la situación, me hicieron estudios genéticos relacionados, nuevamente, para quedarnos tranquilas, pero lamentablemente no eran muy alentadores, ya que sufría el mismo problema que mi madre: endometriosis; con la diferencia de que no tenía el mismo daño, aún, que ella. La sola idea de intentar quedar embarazada me provocaba muchísima angustia y miedo y no deseaba acrecentarlos pasando por todo un proceso que no sabía si funcionaría, ahí radicaba el temor, por lo que insistí bastante que lo mejor por el momento, sería que Lexa fuera la primera. No estaba preparada para enfrentarme con una frustración de aquella magnitud.
Pese a todo, Lexa me alentó todo el tiempo diciéndome que no perdiera las esperanzas y que intentando no perderíamos nada, pero entonces, comprendió lo que significaba para mí el "perder" en una situación como tal. Crecí viendo a mi madre sufrir luego de intentos fallidos y abortos espontáneos, sintiendo y siendo parte de ese sufrimiento, y no es algo agradable. Mi deseo era tan grande que temía fallar, no sólo a mí sino a Lexa también. No toleraría hacerle pasar por todo eso a ella.
Pensamos también la posibilidad, propuesta por Lexa, de que podrían realizar el tratamiento en ella, pero con mis óvulos y de esa forma fuera parte de las dos. El cariño que veía en su mirada, en cada detalle, en cada palabra, en cada intento para alentarme buscando otras posibilidades, eran una muestra de amor que mi alma conservaba como un tesoro valioso. Sin embargo, aquello, más allá de ser una idea hermosa, tampoco sería sencillo y fiable, debido a la misma causa. Así que, luego de días de charlarlo y de atravesar un proceso duro y difícil, de altibajos y lágrimas a montones, decidimos al fin, que el tratamiento completo lo haría Lexa.
En nuestra primera consulta, la obstetra a cargo no comentó, más allá de que yo conocía el procedimiento, acerca de todo el tratamiento, de cómo se realizaba, cómo funcionaba, los pasos a seguir. Explicó detalladamente todo y de manera muy profesional; ayudó a esclarecer dudas en Lexa, a pesar de que yo misma había intentado aclararlas, pero, que no la habían dejado muy conforme, argumentando que solo podrían ser mis miedos. Estaba en todo su derecho a desestimarme con sus dudas. Porque era cierto que no estaba siendo muy objetiva con el tema, obviamente.
Debo admitir que sus interrogatorios fueron excelentes y relevadores ante mi negación y miedos, porque escuchar de la obstetra decir que no era algo imposible el que pudiera quedar embarazada, me animó. Además de que conseguí una mirada triunfadora por parte de Lexa en donde expresaba que ella también tenía razón, había que mantener la esperanza. Pese a eso, por el momento seguiríamos lo acordado.
En las consultas siguientes comenzamos con el tratamiento. En un principio indujeron la ovulación de Lexa, para luego poder extraerle óvulos. Como fue bajo anestesia, no pude estar con ella dentro; fue un tanto torturante soportar los nervios consumiéndome los 20 minutos que duró el procedimiento. Pasado aquello nos tocó esperar alrededor de 18 horas para saber si se había producido correctamente la fertilización in vitro. Ese día nuestra mente no pudo concentrarse en absolutamente nada, por lo que ambas nos tomamos el día de trabajo para sólo estar pendientes de lo único que nos importaba.
Cuando nos avisaron que habían obtenido los embriones, ambas lloramos un largo rato de alegría, y la emoción no cesó los días siguientes que tuvimos que esperar para que pudieran transferirlos dentro del útero de Lexa.
Habían sido días muy movilizantes desde el "momento cero", muchas emociones y sentimientos que eran difícil de manejar y contener, pero estábamos felices.
***
Cinco días después allí estábamos, con el coche detenido en la clínica de fertilización, a minutos de que todo en nuestra vida comenzara un capítulo nuevo.
—¿Estás nerviosa? —Preguntó con una sonrisa diferente. Nerviosa, ansiosa, alegre, y miles de emociones más.
—Bastante. — La tomé de la mano y entrelacé mis dedos en los de ella. — Saldrá todo bien.
—Siento adentro mío que será así. — se estiró para dejarme un cálido beso en los labios.
Nos presentamos en recepción y luego de cinco minutos en la sala de espera, la doctora nos hizo pasar.
Nos comentó cómo sería el proceso nuevamente para darnos tranquilidad y también dejó en claro por protocolo, que, en la mayoría de los casos, existía la posibilidad de que no prendiera a la primera, pero que para eso eran los demás embriones congelados. Mis miedos se volvieron diminutos ante la esperanza y positividad de Lexa que sentía que todo saldría bien. Estaba confiada y feliz, aunque nerviosa también, pero lo anterior le ganaba con mucha ventaja a los nervios.
Hicieron pasar primero a Lexa para que pudieran acomodarla; luego pasé yo.
—Aquí estoy contigo—La tomé de la mano, conteniendo mis propios nervios, y le dejé un beso en la frente.
—Confía que todo saldrá bien. — Me alentó de manera relajada.
—De verdad haremos esto. —Exclamé emocionada con los ojos cristalizados.
—Te amo muchísimo.
—Y yo te amo a ti. — aferrada de su mano, la doctora, comenzó.
***
12 días después
—¿Puedes calmarte? —Se quejó Raven, mientras yo caminaba como loca por todo el consultorio, no controlando la ansiedad.
—¿Cómo puedo calmarme? Se supone que debería estar con ella, y no aquí en una guardia.
—Es solo un test de embarazo.
—No es solo un test Raven. ¡Maldita sea! —respondí un tanto furiosa, ante la falta de consideración de mi amiga.
—¡Ey! Tranquila. Lo siento, vale. Tienes razón. Es que no sé cómo ayudarte, sabes que no soy buena para estas cosas.
—Lo siento— resoplé. — estoy demasiado nerviosa. — Refregué mi rostro con ambas manos.
—Rubia, estará todo bien. Ven. —Me abrazó y buscó consolarme. —Anda, respira.
Era un momento muy especial, y odiaba no poder estar junto a Lexa. Me daba tranquilidad saber que al menos Luna la acompañaba y no estaba sola enfrentando todos esos nervios mayores que lo míos.
Media hora después, mi móvil comenzó a sonar notificándome de una videollamada entrante. Miré a Raven, y la mano comenzó a temblarme.
—¡Atiende rubia! — ordenó, contagiada de mi ansiedad, cuando observó que había quedado inmóvil. Reaccioné y atendí la llamada. Lexa apareció enseguida, con sus ojos llenos de lágrimas. El corazón se detuvo dentro de mi pecho y pude sentir como el mundo se me vino abajo. ¿Por qué lloraba? No pude identificar a causa de qué era, y me desesperé. Fueron los segundos más largos de mi vida, hasta que el llanto le permitió hablar.
—Son dos rayitas. — Exclamó entre sollozos y su sonrisa inundada de lágrimas. Mi mente demoró en asimilar todo aquello.
—¿Cómo? —Exclamé ya con la voz cortada y los ojos cristalizados.
—Que son dos rayitas. —Volvió a decir emocionada y entre lágrimas de alegría, mostrando el test delante de la cámara. — ¡Vamos a ser madres Clarke! — Aquellas dos simples rayitas en una pantalla y las palabras de Lexa provocaron que mi alma entre alegría y alivio, explotara en llanto. Era un llanto hermoso, emotivo, lleno de emociones y sentimientos que jamás había sentido; únicos y maravillosos. Aquellas dos rayitas significaban muchísimo más que un sí. Significaban felicidad plena.
Los gritos de festejo de Raven se mezclaron con las risas de felicidad de ambas y mis ganas de salir corriendo sin importar nada, sólo para abrazarla, besarla, y decirle todo lo que la amaba.
Observé a Luna abrazar a Lexa, sosteniendo con la mano que le quedaba libre un móvil en donde se veía el rostro de Anya quien también estaba presente en una videollamada, luego sentí como los brazos de Raven me rodearon en un cálido abrazo, fue entonces cuando comprendí cómo nuestras amigas quisieron regalarnos ese abrazo que deseábamos tanto darnos, un gran gesto de amor, todo lo que ellas representaban en nuestra vida.
Lexa y yo tendríamos un bebé y aquello era más de lo que había podido desear en toda mi vida.
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Buenaaaas!! Acá estoy, invicta, trayéndoles otro capitulo más. Uno bien emotivo y lindo. Espero lo hayan disfrutado.
No se si puedo agregar algo más del capitulo, creo que habla por si solo. Así que me gustaría leerlos a ustedes que tal les pareció. 🙈🙈
Les deseo un lindo fin de semana, abrazo enorme desde esta parte del mundo.💜😘
Sofi