Lo tenía claro. Yaiza me gustaba. No era la típica chica de siempre, pija, mimada, repipi... Era distinta. Le gustaba la música, pero no lo típico, Fito y Fitipaldis, si señor. Tocaba la guitarra, era cariñosa, buena, guapa. Nadie se encontraba a alguien así todos los días. Era agradable verla agarrando a sus amigas cada vez que me veía pasar en el instituto o cuando se empanaba mirándome. Era la primera vez que quedaba con una chica, no pasaba nada subido de tono y me había gustado.
¿Realmente alguien como yo se podía enamorar de alguien como ella? Cada segundo que pasaba sin verla, o incluso entre mensaje y mensaje lo pasaba mal, su ausencia me comía por dentro. Cruzarme con ella y que me sonriera era una bonita sensación.
Me acordé de lo cómodo que me sentía con ella. El tonto que había hecho y lo mucho que se había reído ella conmigo.
Sin darme mucha cuenta, y no sé cuando fue, la había dicho de volver a quedar. Ella había aceptado. Ibamos a bajar a Madrid, pero la madre naturaleza prefirió calarnos las botas. Estaba esperandola en la estación de Renfe.
-¡Mi choni! Iba vestida con unas zapatillas, pantalones y un jersey que le hacía unos ojazos. Llevaba un abrigo de color negro. Sonrió a lo lejos. Que sonrisa de princesa tenía. La abracé.
Después de decantarnos por quedarnos en la cuidad y no ir a Madrid centro, decidimos entrar a un centro comercial para pijulis. Ibamos hablando todo el camino, sin momentos incómodos, ni silencios. Todo perfecto.Estábamos en la zona donde estaba el Hollister, lo que se me ocurrió entrar.
-¿Qué te gusta?-Le pregunté.
-¿Qué?
Ella empezó a mirar alrededor y para mi mala suerte, lo que tenía pensado hacer, eso no me iba a sentar nada bien. Había cogido un top super estrecho y ajustado. BLANCO. La sonreí otra vez, como solía hacer y fuimos al probador. Enseguida fue mi turno. Pasé dentro del probador, me quité la camiseta y me la puse. Parecía un simio con patas. Abrí la puerta con el top puesto y llamé a Yaiza. Levantó la cabeza y me vio con las pintas que llevaba. Abrió un montón los ojos e intentó contener la risa, no pudo. Puse una pose y salí del probador haciendo que yo era una top model poniendo poses. Yaiza seguía riéndose. Yo me reí y volví a cambiarme. Al salir, el chico que estaba en los probadores nos miró con cara rara, después nos fuimos.
Habíamos salido del centro comercial y fuimos en dirección a su casa. Insistió en que no hacía falta que la acompañara, pero yo no podía dejar que la chica que me gustaba se fuera sola y hoy si que no me iba a ir sin lo que quería, a parte de ella. Quedaba una larga tirada hasta cruzar toda la ciudad. Íbamos por un paseo peatonal rodeados de arboles y plantas varias.
-Yaiza, ¿por qué eres tan choni?-Realmente no pensaba eso de ella, era solo para hacerla enfadar. Siempre lo hacía cuando se lo llamaba. Lo conseguí.
-No soy choni. ¡Para ya!¡Eres insufrible!
Escondí una sonrisa.
-¡Encima de choni, una enana y bajita!
Me puse a imitarla-¡Eres insufrible!- Intenté imitar su voz, pero salio una cosa un poco amorfa.
Yaiza hizo el movimiento ese raro de cabeza que hacen las chicas, enarcó las cejas y se fue a paso rápido. La intenté alcanzar, solo me sacaba dos pasos. Me puse a su lado y la paré. Había llegado el momento. La cogí de los hombros y la besé, era una sensación que llavaba intentando experimentar mucho tiempo. Nunca había besado a nadie estando realmente enamorado. Yaiza se hechó un poco hacia atrás. Estaba como en otro mundo. Empecé a reírme de ella, no sabía lo que hacer. Abrí mucho la boca y los ojos. Ya sabía lo que decir.
-Pero, pero, pero,¡Halaaa! ¡Me has hecho la cobra!
Yaiza se despertó de su mundo a donde la había arrastrado. Se asustó.
-No, no Santiago-Se lanzó a mis brazos y me abrazó- Lo siento, soy tonta. Es que no me lo esperaba.
-¿Te ha molestado?- Le pregunté yo, en ese momento empecé a dudar.
-¡NO! Soy idiota en serio, no se ni lo que he hecho.
-¿Quieres saber lo que has hecho? Has hecho esto, mira. La cogí de la cara y con una mano entre su pelo, a volví a besar. Yaiza volvía a estar desconcertada. No sabía que estaba pasando-¡¿Qué te pasa?!
-Eso tampoco me lo esperaba.
La cogí de la mano y la rodeé con un brazo. Íbamos andando agarrados hasta llegar a otro parque comercial. Entramos, se compró un Aquarius y volvimos a bajar a su casa. Cuando estábamos a mitad de camino hablando de nuestras cosas, se interrumpió.
-Santi, el metro está aquí al lado. Te acompaño.
-¿Estás de coña, no? ¡Yo te acompaño a casa!
-Se que eres un cabezota y aunque corra, me vas a acompañar.
-Nunca mejor dicho.
Continuámos cuesta abajo hablando, como siempre hasta que llegamos a su casa. Se despidió de mi con un abrazo.¡Ni de coña! Ella ya se había dado la vuelta pero me dio tiempo a cogerla de la mano y como acto compulsivo la besé. Ella me sonrió y se fue hacia dentro de su urbanización.
YOU ARE READING
Que sea para la eternidad.
UngdomsfiksjonYaiza nunca se había parado a pensar en que sería enamorarse, ni se había parado siquiera a pensar como sería la persona que destapara sus ojos y le hiciera ver la felicidad a su lado. Santi, sin embargo ya había caído en las trampas del amor cien v...