Michael Jackson y abuelitas en Madrid

129 17 0
                                    

Estábamos otra vez de vuelta a Madrid. Sentados en dos asientos del vagón del tren en el que nos encontrábamos. Estaba realmente cansada tras todo el viaje que llevábamos. Mi cabeza estaba apoyada en su brazo. Santi era demasiado alto como para que pudiera llegar a apoyarme en su brazo, eran pequeños fallos de ser relativamente enana. Me rodeó por el cuello y me tumbó hacia el. Eramos los únicos en el vagón y la redio se escuchaba. Sonaba la canción de Perdona si te llamo amory justo en es momento estaban diciendo esa frase. El chico de chaqueta de cuero me miró y sonrió.

-¿Me perdonas si te llamo amor?

No quería ser la típica parejita en la que le dejo que me llame ese tipo de cosas cursis. Quería dejarme llevar por lo que eramos los dos. Una pareja de bichos raros, pero felices.

-Pues no, no te lo perdono. Santi, eres un blandito. Déjame ya, ¡Eh!

El chico apartó su brazo de mi cuello y me cogió la cara con las dos manos para besarme. Justo cuando sus labios iban a rozar los mios cerré los ojos, esperé y esperé, se me hizo eterno. Un poco mosqueada volví a abrir los ojos y Santi aprató la cara y sonrió. En ese momento el tren dio un frenazo y este se puso en pie. Empecé a balbucear y a abrir y cerrar la boca, pero las palabras no salían.

Estaba ya en la puerta y salí corriendo tras él mientras le gritaba.

-¡¿Y mi beso?! Santiago, ven aquí a darme mi beso.

Me encantaba decir su nombre entero porque no le pegaba nada a alguien como él. Se giró y volvío con su ritmo marcado y sus andares raros, me volvió a agarrar como antes y esta vez no cerré los ojos. Sabía que no me lo iba a devolver. Acto seguido acercó la cara a mí y como ya prevenía, se apartó.

-Eso por llamarme blandito. No es justo, fea. Eres tú la que lo saca, tu pagas las consecuencias. Tiene sentido, ¿No?

-¡Pues no! Soy tu novia, quiero tus besos ¿Es tanto pedir?

Me paré en seco, acababa de decir que era su novia, algo que se había hecho oficial aquel 20 de marzo. No pensé que sonara así dicho por mí. Era... No se, era casi perfecto, y raro. No habría dicho nunca que me gustara alguien tan genial como Santi.

-Te aguantas, enana.- Me agarró de la mano y comenzamos a salir de la estación.

Teníamos pensado ir a un sitio entre las calles de Madrid, el rincón de la música más conocido por chicos como nosotros. No era muy usual que tocaran a un hora prudencial para que pudieramos ir a verlo y justo ese día un chico iba a interpretar a Michael Jackson, un ídolo para los dos.

Entramos al local, un tanto pequeño pero con un montón de gente bailando entre música y cerveza. Ni Santi ni yo bebíamos, cosa que me sorprendía de él, al igual que miles de cosas. Pasamos entre todo el mundo, a Santi prácticamente le dejaban pasar, pero a mí, claro, al ser algo más bajita que el resto de personas me cerraban el paso. Parecía mentira que él estuviara tirando de mi mano para que no me perdiera.

Enseguida anunciaron que iba a salir el chico y se formó una especie de corro en el centro del local. Santi y yo estabamos justo en medio de la gente y yo a penas veía. La música paró y se apagaron las luces. Todo el mundo estaba callado y a oscuras. El interruptor de un foco sonró y aputó con él al centro del espacio libre. Un chico algo bajito de pelo negro y medio largo iba vestido exactamente igual que Michael y empezó a bailar la canción de Bad acompañado de el grupo de chicos que tocaba la música y un gran repertorio de bailarines que se iban uniendo de entre el público. La coreografía era impresionante, pero no estaba ni a la mitad de la voz que le ponía el chico.

La gente se movía al ritmo de la música y Santi también. Le miré y me pregunté si a eso le llamaba bailar. Me reí de él y puse cara de que me daba vergúenza. Fue entonces cuando me agarró y se puso a bailar, o a intentarlo junto a mi. Sentía que me faltaba el aire de tanto reírme. La noche transcurrió en su línea hasta cierta hora, decididimos volver porque la gente se empezaba a emborrachar demasiado y no queríamos meternos en problemas.

A la vuelta le agradecí que me hubiera enseñado ese sitio y que teníamos que ir más a menudo. Solo me respondió con una sonrisa. Volvíamos otra vez solos en en vagón del tren donde seguíamos riendonos de que no sabía bailar y que le tenía que enseñar. Seguí enseñandole en el pasillo del vagón hasta que se subió una señora mayor. A Santi y a mí nos daba igual y seguímos bailando. La abuelita nos miraba con una gran sonrisa. Antes de bajarse nos dirigió la palabra.

-Espero que duréis mucho, muchachos.

*Nota de la autora*
Es un capítulo un poco más largo de lo normal, lo sé, pero bueno, mejor para los que disfrutéis de esto jajajaja^^

Bueno, por fin llegamos al capítulo 20 con 2,8k visitas, os las agradezco muchísimo!!!
No mucho más que decir, salvo que avisar de una cosilla.

Esta historia está basada en hechos reales y solo basado, es decir, que no todo lo que escribo es real, solo una parte de ello!

Si queréis seguir en twitter soy @BajoAnonimo
Os quieroooooo :]

Que sea para la eternidad.Where stories live. Discover now