No llores

650 29 1
                                    

BRISA

Dos semanas. Dos largas y tediosas semanas han pasado ya desde el accidente. Dos semanas prácticamente sin dormir, sin vivir. Estás dos semanas sin él es como si el tiempo se hubiera parado, mi vida se ha visto sacudida de tal forma que ha dejado de avanzar, los horarios se han alterado, no tengo hambre cuando debería tener hambre, y no tengo sueño cuando lo debería tener. Sólo estoy cansada, triste, preocupada constantemente.

Los maullidos de Karma consiguen que aparte la vista del cuerpo de Draco. Con una débil sonrisa lo subo a mi falda. Lo sé, está prohibido traer animales al hospital, pero dejar a Karma tantos días y tantas horas solo no me parecía correcto, él también se ha acostumbrado a Draco, y al igual que yo nota su ausencia en cada rincón. Y ni Ty ni yo estamos por la labor de intentar animar en ambiente. Nuestra tristeza se ha contagiado a cualquiera que pase un par de horas con nosotros.

La doctora me aseguró que despertaría, y no lo dudo, pero han pasado dos semanas, y su cuerpo sigue aquí tendido, sin moverse, sin reaccionar, y ya no desprende calor como antes. Me da la sensación de que se desvanece, y que yo me desvanezco con él.

Acaricio a Karma quién últimamente es el único ser que consigue traerme calma. Le lame la mano a Draco y agacha la cabeza esperando que éste le acaricie la cabezita. Obviamente eso no sucede.

— Brisa. —Ate entra por la puerta de la habitación. —Será mejor que me lleve a Karma ya, no vaya a ser que nos pillen. —Se acerca y agarra al gato. Éste se resiste, le gruñe y se mueve desesperado, no le agrada demasiado Ate, no entiendo porqué.

Le sonrío. — Llévalo al estudio. —Ate asiente aún luchando contra la insistencia de Karma de querer soltarse. — Muchas gracias, te debo una.
Sonríe y agarrando a Karma como si fuera el pequeño Simba del Rey Leon sale de la habitación.

Me acomodo en la butaca al lado de Draco y a causa del gran cansancio desmesurado acumulado por estos días de preocupación y estrés, quedo profundamente dormida, siento que una fuerza irresistible tira de mí y me sumerge en una oscuridad pacífica y dulce que me abraza.

Poco a poco, desubicada, abro los ojos, la luz de la habitación me hace cerrarlos inmediatamente. Me incorporo, aún con los ojos cerrados, en la butaca, ahora ya no es tan cómoda como hace un par de horas, y me sorprende que haya podido dormir de una forma tan placida, cuando en mi cama no ha sido posible ni aunque lo intentara con todas mis fuerzas. Incoherencias de la vida, supongo.

— Dormilona. —Una voz ronca a mi lado me sobresalta. Podría identificar al dueño de esa voz fuera donde fuera.

Draco.

Sin tiempo a fijarme bien en su cara, en su expresión y en su bienestar, salto del sillón y me lanzo a abrazarlo. Las lágrimas no tardan en empapar mis mejillas y me agarro fuerte a él, queriendo sentir su tacto bajo mi piel, queriendo sentir sus brazos rodearme, asegurarme de que es real, que está despierto, está conmigo.

— Bonita, ya está. —Susurra en mi oído. — No llores.

A pesar de querer abrazarlo por siempre, con toda la fuerza del voluntad del mundo me separo lentamente de él y le miro. Está guapísimo, tiene una sonrisa radiante en la cara y no consigo entender como puede ser que a pesar de todo, a pesar de llevar empotrdo a esta cama dos semanas, pueda verse bien. Es un don, tiene que serlo.

Dos enfermeros no tardan en acudir a la habitación después de recibir el aviso de que Draco ha despertado. Sólo entrar me piden amablemente que me marche para que puedan realizar una revisión general del estado de Dracl, supervisar sus constantes vitales, hacerle un par de preguntas, entre otras cosas para asegurarse que todo está en orden y que no hay secuelas graves.

Yo aprovecho ese rato para avisar a Ty, Farrah y a Ate, ésta última me hace dudar ya que a pesar de que a mí me ha ayudado mucho estás dos semanas, Draco no ha sido consciente de ello y tal vez sea algo raro para él que venga a verlo, pero aún así decido avisarla, creo que es lo mínimo que puedo hacer después de haber pasado tanto tiempo en el hospital.

Después de esa revisión rápida los enferemos se retiran, y la doctora hace acto de presencia, me hace saber que ya puedo entrar.

— Bien, veamos. —Abre el expediente médico de Draco y lo ojea, esta situación me recuerda a cuando la vi por primera vez y me dio la noticia de que Draco se encontraba en coma, ahora por suerte la situación es totalmente distinta y él está a mi lado despierto. — Sorprendentemente, no tienes secuelas preocupantes, tu recuperación ha sido mejor de lo que preveíamos. Pero, te voy a recetar unos calmantes, y unas pastillas para el dolor de cabeza, ya que lo más habitual en estos casos es que los días posteriores al coma los pacientes sufran mareos, dolores de cabeza, desestabilización, dificultad para concentrarse, etc. Son síntomas que duran alrededor de 1 o 2 semanas. Por lo demás está todo en orden, en un par de horas podrás irte del hospital. —Concluye. Sus palabras consiguen tranquilizarme totalmente.

— Muchas gracias. Por todo. — Respondo sin poder disimular la gran sonrisa que ocupa mi cara. La mujer asiente, con una pequeña sonrisa asomando en sus labios. 

— Por cierto, —Añado algo temerosa, es un tema del que no hemos vuelto a hablar y realmente tengo 0 idea de como está la situación. — La denuncia por el accidente ¿Sigue en pie? — Draco me mira extrañado y parece que hasta el momento no había recordado porqué esta aquí. 

— Cierto, se me olvidaba comentaros que, por suerte para vosotros, la denuncia ha sido retirada. —Su información consigue que cualquier rastro de preocupación desaparezca, y una cara de sorpresa ocupe mi rostro. 

Menuda suerte hemos tenido, la verdad es que sí. Por una vez parece que la vida nos sonríe. 

Con esto último la doctora se despide de nosotros dejándonos en la intimidad. Lo primero que hago es darle una colleja en la cabeza a Draco y éste me devuelve la mirada extrañado.

— ¿A qué viene eso?

Le miro incrédula. — ¡¿A qué viene eso?! Alucino contigo, de verdad. — Me levanto de la cama indignada. — ¿Cómo se te ocurre conducir borracho? ¡Podrías haber matado a alguien! ¿Tú has visto dónde éstas? ¿Te crees que has llegado aquí porqué sí o qué? Por tu culpa estás aquí, por ser un idiota sin cabeza. —Le lanzo una mirada llena de furia. — ¿Tú sabes lo mal que lo ha pasado Ty? En mi vida lo había visto tan deprimido, parecía que ya te estábamos enterrando. Te he visto cada día durante estas dos semanas aquí, quieto, inmóvil, inconsciente, esperando, y esperando y tienes la cara de preguntarme que porqué te pego. Ninguna hostia que te dé será comparable a lo que hemos pasado los demás esperando. — Al terminar me encuentro con la respiración acelerada, y a pesar de la impotencia y la rabia que siento no he derramado ninguna lágrima, y me aplaudo por ello. 

— Lo siento. — Confiesa. Y es la primera vez que le oigo pronunciar esas palabras y que suenen totalmente sinceras. Es la primera vez que le veo avergonzado por sus actos, y me atrevo a decir que hasta he conseguido intimidarle un poco. 

— No me vuelvas a hacer algo así. 

— Jamás. — Promete. 


¡hola! y otro capítulo por aquí. 

espero que os guste, y sí, ya sé que es el tercer capítulo en el hospital y que empieza a ser pesado, pero en el próximo ya todo este asunto será totalmente secundario. Tened paciencia.

muchas gracias, y recibo vuestro apoyo con mucho cariño. ;) 

¡nos vemos! 


Cicatrices con tintaМесто, где живут истории. Откройте их для себя