Curiosidades, y un triste entierro

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DRACO

Me estiro en la cama y lo primero que veo es el tatuaje que me hizo esa chica en el brazo.

Realmente había ido ahí para ver a Tiryon y que me tatuara, y cuando me dejó en manos de esa pequeña mocosa dude en marcharme, no tenía pinta de saber muy bien lo que hacía. Además todos los tatuajes que tengo son de gente con reputación que tienen años de experiencia, y no quería que alguien mediocre, como ella, me tatuara. Y me dejé más que nada porque Tiryon me pidió que le de diera una oportunidad, y porque parecía que si la rechazaba se iba a poner a llorar como una cría.

Pero me sorprendió el tacto que tuvo al hacerlo, como si con ello pudiera ver la historia detrás del tatuaje, como si abriera mi alma y leyera todos mis secretos. Que tontería.

Me río de mi mismo por estar pensando de esa forma y me levanto de la cama para ir a la cocina, donde me encuentro a Tiryon.

- ¡Y la bestia sale de la cueva! - exclama con una sonrisa de burla en la cara. Le doy una colleja en la cabeza.

Tiryon me ha dejado quedarme unos días mientras encuentro un piso en el que pueda quedarme. Ahora que mi padre ha muerto he podido regresar a la ciudad en la que me crié después de mucho tiempo, ya no hay nada que me impida hacerlo, ni nadie de quién deba preocuparme, soy libre, a medias, porque los demonios que creía haber dejado atrás, al regresar han vuelto y me atormentan. Y odio a mi padre por ello, por haberme convertido en quién soy, por haberme metido en toda su mierda.

Sacudo mi cabeza alejando todos esos pensamientos, todos esos recuerdos que me llevaron a huir de aquí.

- Entonces, cuéntame, ¿que te ha traído de nuevo aquí? - me pregunta Tiryon - Creía que no volvería a verte nunca más - añade.

Él y yo hemos sido buenos amigos desde pequeños, pero nuestros lazos se unieron cuando un día entro por el gimnasio que tenía mi padre en aquel entonces, uno de los tantos negocios que tenía, y que ahora, con su muerte, me pertenece a mí, creo que es lo único bueno que me ha dejado. El gimnasio era conocido por ser uno de los mejores centros de boxeo, donde también se organizaban peleas, pero eso era más bien un "secreto". Yo solía participar en ellas, y para que mentir, se me daba realmente bien, uno de los mejores diría yo, al igual que Tiryon, que al poco tiempo de empezar ya fue un gran rival para mí, eso nos unió. Pero cuando yo me fui tuve que romper lazos con todo, y con todos, no podía dejar nada atrás, necesitaba que el mundo se olvidara de mí, necesitaba desaparecer.

A pesar de ser muy amigos, había muchas cosas que nunca llegué a contarle, y que no es mi intención que ahora sepa.

- ¿Es tu novia? - pregunto mientras cojo un marco donde hay una foto de Tiryon y la cría que me hizo el tatuaje - Porqué si es así, me parece que es un poco cría para ti, amigo - añado. Tiryon mira la foto y no puedo evitar fijarme en el brillo que desprenden sus ojos al mirarla. Y con una gran sonrisa empieza a hablar. Parece no haberse dado cuenta de mi cambio de tema.

- No - se ríe - Brisa se podría decir que fue mi salvación - añade cogiendo la foto - Al poco tiempo de tu desaparecer, yo caí en una mala racha, había perdido el rumbo - hace una pausa - y entonces la encontré a ella, parecía aún más perdida que yo, estaba llena de dolor, y la tristeza emanaba de ella, y simplemente me propuse cuidarla, aquella decisión me dio un motivo para seguir - deja la foto en su sitio - No conseguía entender que era lo que tanto la atormentaba, hasta que mucho tiempo después me lo contó y entonces tuve claro que no podía dejarla sola en el mundo.

A pesar que tengo cierta curiosidad por saber los tormentos de aquella chica decido no preguntar, no es de mi incumbencia, ni me va ni me viene, suficiente tengo con lo mío, como para ir cargando con los demonios de alguien más.

- Así que, por favor te lo pido - borra su sonrisa de la cara y me mira seriamente - No te acerques a ella, no eres el tipo de persona que necesita en su vida.

- Calma fiera - me río - No me interesa en lo más mínimo esa cría - digo totalmente convencido.

Aunque ha conseguido despertar cierta curiosidad en mí, y es algo que no todo el mundo consigue, y ya sabéis lo que dicen, solo hace falta que te nieguen algo para que quieras hacerlo.

* * *

Después de llevar varios minutos en el coche me decido y bajo. No me gustan nada los cementerios, no por estar lleno de cadáveres, si no, por saber, por tener la certeza, que muchos de los que se encuentran allí muertos lo están por culpa de mi padre.

Me apoyo en el morro del coche y observo la escena de lejos. Me parece irónico que entierren a mi padre al lado de personas que él mismo mató, o ordenó matar, porqué si algo sé de mi padre es que nunca se ensuciaba las manos. Seguramente, ahora mismo desde allí donde esté debe estar gritando por ver como lo entierran con gente que él creía inferior a ellos. Pero la muerte no entiende de dinero, ni de clases sociales, y en el caso de que lo hiciera coincidiría con mi padre, lo están enterrando en el sitio equivocado, porque él era la peor escoria del mundo, no se merece ni ser enterrado.

El entierro se da por finalizado y todo el mundo empieza disiparse, no son muchas personas las que han acudido, y la mayoría son gente igual de repugnante que mi padre, y que yo, porqué yo lo permití, y nada podrá cambiar eso, es algo que siempre voy a tener que llevar conmigo, allí donde vaya. Uno no puede olvidar de dónde viene.

Cuando el sitio queda desierto me acerco a la tumba de mi padre.

- De lo único que me arrepiento en esta vida es de no haberte matado yo cuando tuve la oportunidad - escupo en su lápida - Parece que alguien fue más listo que yo, y lo hizo.

¡hola! este es mi tercer capítulo, sé que de momento no está pasando gran cosa, pero antes que nada quiero que se vea bien el carácter de los personajes e iros poniendo en situación.

Espero que os esté gustando, y todo apoyo, comentario o visita es de ayuda, así que ¡muchas gracias!

nos vemos (:

Cicatrices con tintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora