Capitulo 43: Caen las venganzas

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Nathaniel Archer

No sabía exactamente qué ocurría conmigo. Estaba ahí, podía sentir que estaba ahí pero solo escuchaba voces lejanas. No lograba ver a nada ni a nadie. En cambio podía percibir el olor de Catalaia, su perfume y también sus penas. Vagamente podía lograr diferenciar su voz de otras. Estaba desesperado, no comprendía como era que podía sentirla tan cerca, como podía escucharla pero yo en cambio no podía reaccionar. Estaba tan lejos y tan cerca que era desesperante no poder verla. Sentía sus manos tocarme, estaban cálidas y suaves. Su dulce voz me acompañaba la mayor parte del tiempo y creo que fue esa misma voz la que hizo que mis deseos de estar completamente volvieran a mi. Abrí los ojos lentamente y todo me daba vueltas. Un ruido intermitente sonaba y al abrir completamente los ojos me percaté de que estaba en un hospital. Tenía máquinas conectadas a mi cuerpo y la cabeza me quería reventar. La sentía pesada y la peor sensación del mundo la tenía en aquel momento. No tenía idea de lo que ocurría. En medio de toda aquella confusión estaba Catalaia. Verla a ella a mi lado me reconfortaba el alma. Ella derramaba lágrimas y emocionada besó mis labios suavemente.

— Hola mi amor, ¿Cómo te sientes?

— Me duele la cabeza. ¿Qué ocurrió?

— Iré por el médico, no tardo.

Aún seguía perdido. No sabía cuánto tiempo había pasado, mucho menos si estaba soñando, todo esto era real o estaba muerto. Al poco tiempo Catalaia regresó con el médico y ambos me miraban como si yo fuera alguna especie de rareza. Catalaia no dejaba de agarrar mi mano y ella..., ella se veía hermosa. Su pancita comenzó a crecer y embarazada se veía tierna y dulce. Lo único que me descolocó fue verla vestida totalmente de negro. Ella era más de colores claros y también vivos de vez en cuando. Evitaba el negro a toda costa. El médico examinaba mis pupilas y Catalaia nerviosa preguntó.

— ¿Cómo está Nathaniel doctor?

— Lo peor ya ha pasado. Debo admitir que esto es un gran avance, un milagro como muchos le dicen. Las probabilidades de que sobreviviera eran relativamente bajas. Ahora solo queda seguir al pie de la letra la recuperación y el reposo por al menos un mes.

Al escucharlos sentí alegria, estaba vivo, y por lo que veía seguiría estándolo. El alma me regresó al cuerpo. El médico nos dejó a solas y Catalaia sonriendo agarro mis manos y besándolas comentó.

— Te dije que no permitiría que nos dejaras. Estuve aquí todos los días con la certeza de que despertarías. Nunca perdí la fe.

— ¿Cuánto tiempo he estado aquí?

— Te operaron hace un mes. Estuviste en coma todo ese tiempo. No había buenos pronósticos pero nunca perdí la fe por nada del mundo.

— No tienes idea lo feliz que estoy, y sobretodo lo agradecido que estoy con la vida de poder estar junto a ustedes.

Ella miró su vientre y sonriendo tenue agarro mi mano y pasándola sobre su vientre respondió.

— Vamos a tener un bebito. Es niño

Era la primera vez en mucho tiempo que lloraba pero de felicidad. Tendría otro bebé y después de todo eso de tener una familia grande comenzaba a cumplirse. Pregunté por Margaret pero Catalaia me evitaba el tema o cualquier cosa relacionada a ella. En un principio no le presté tanta atención pero luego comencé a preocuparme. Según Catalaia todo estaba bien pero lo cierto era que no estaba seguro de que en efecto así fuera. Al día siguiente Ellen fue a verme y ella también estaba de negro, como si guardaran luto a algo o a alguien.

— Exijo que me digan qué pasa.

Cata respondió nerviosa

— Nat, tienes que recuperarte. Prometo que te diré todo pero ahora no es el momento.

Catarsis Where stories live. Discover now