Capitulo 19: Resurgen pasiones

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Nathaniel Archer

Me iba a volver loco. Estaba en la difícil situación de dejarme llevar por impulsos, cargarla y sacar por la rendija del pantalón mi erección y empotrarla hasta rozar su matriz o intentar controlarme e irme de allí lo más rápido posible. Estaba deseoso de ella, sentía como las venas de mi polla seguían dilatándose y el calor que emanaba mi cuerpo era enloquecedor. Tenía que salir de allí como fuera o terminaría haciéndola mía sin poder esperar. Eran cinco años en los que el sexo era nulo y luego verla desnuda, besar sus labios y sentir su cuerpo tan cerca. Quería abrir sus piernas y deleitarme entre sus labias. Comerla, chuparla, morderla y volver a chuparla sin detenerme. Deseaba pasar mi lengua sobre su clítoris una y otra vez hasta hincharlo para luego chuparlo con suavidad y sus jugos terminen corriéndose en mi boca. Ella miró mi pene que había creado un bulto prominente en mi pantalón y su mirada quería sentir placer, pero algo seguía deteniéndola.

— Será mejor que me vaya a la sala de estar.

— ¿Hice algo mal?

— No, solo es que es una tortura dormir aquí. Si me quedo, no podré contenerme.

Tragando saliva respondió algo indecisa.

— No tienes que irte, podemos hacer que funcione. Yo..., me cubro y hago lo que sea para no provocarte...

La interrumpí rápidamente acelerado.

— No entiendes nada. El solo verte me excita. Ahora mismo estoy muy caliente, no tienes idea del esfuerzo que estoy haciendo para controlarme. Lo único que deseo es..., olvídalo. Me iré ahora mismo.

Intentaba ocultar la jodida erección pero no había puñetera forma. Agarré la almohada y antes de que abriera la puerta ella respondió y su respuesta más bien fue impulsiva.

— No lo hagas entonces...

— ¿Que?

— No te controles..., digo quiero decir que...

Había ganado el impulso en aquel momento. Al escucharla fue como un click automático. Caminé hacia ella y volví a quitarle el albornoz. La acorralé hasta llevarla a la cama y cayendo sobre ella la miré y en ella vi el paraíso. Separe sus piernas tumbándome en uno de sus costados y no decía nada, pero temblaba. La sentía asustada, inmóvil y sin saber cómo reaccionar. Quería tener sexo, pero más quería que ella no se sintiera invadida.

— Relájate cariño, no haría nada que te lastime.

Separé sus piernas pero ella intentó cerrarlas como si le avergonzara el que viera su vagina. Su rostro me lo confirmó y ella misma también. Dijo que no era para nada agradable el aspecto que tenía. Volví a separar sus piernas y esta vez no las cerró pero sí evitó mirarme fijamente. Mentiría si dijera que no me dolió ver aquellas quemaduras y pequeñas cicatrices que empezaban en su monte de Venus terminando salteadas por los labios externos de su vagina. No se que atrocidad pudieron haberle hecho para dejarle esas marcas pero haría lo que fuera por reemplazar esas malas memorias por unas nuevas y positivas. Estaba empapada y además de ponerme aún más, daba buenos indicios, ella también deseaba lo que estaba a punto de provocarle en su cuerpo. Trace un beso en la cara interna de sus muslos hasta rozar mi lengua en la hendidura de su vagina y automáticamente había perdido total control sobre mí mismo. Suavemente succioné su clítoris y sentir como se hinchaba en mi boca era extasiante. Su olor, su sabor, escucharla gemir..., era algo que pensé que nunca volvería a disfrutar.

— Mírame

— No — Respondió tiritando

— Hazlo — Insistí

Catarsis Where stories live. Discover now