Capitulo 12: Manipulaciones

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Catalaia Archer

Estaba nerviosa, no lograba concentrarme en nada. Ni siquiera podía sostener bien la taza de té. Temblaba de solo imaginar cómo sería el fin de semana con Eleanor y la lucha por que de alguna manera me acepte. Pero esa no era mi única lucha, aunque Alice se empeñaba en que dejara el pasado atrás y no buscara venganzas, necesitaba hacer que Odette se retorciera frente a mi. La quería ver de rodillas suplicando por su vida, suplicando porque la deje respirar. Era algo que nadie podría entender, era algo que sonaba cruel pero era lo que mi corazón necesitaba para estar en paz. Alice a pesar de ser alocada, era muy creyente y eso comenzaba a chocar con mis ideales en aquel momento.

— Cata..., piensa ahora en tu hija. Creo que estás desviando tus energías en cosas que pueden traer más desgracias.

Dejando la taza de té sobre la mesa la miré sin esperar que ella pudiera comprender mis sentimientos. Creo que nadie en este mundo podría comprenderlo.

— No espero que me comprendas pero tampoco te metas Alice. Haré lo que tenga que hacer para eliminar a esa mujer de la faz de la tierra. — Apreté los dientes— Tengo que irme.

Alice seguía insistiendo en que volviera a bailar. En que intentara retomar la vida que tenía antes de todo lo que me había pasado. Era fácil decirlo, muy fácil pero aunque lo intentara no podría porque ya esa Catalaia a la que le apasionaba bailar, no existía. Mis sueños habían muerto conmigo el día en que a patadas volvieron a arrancarme a un hijo del vientre. No había diferencia entre vivir y morir para mi. No tenía nada que me atara realmente a este mundo y si seguía respirando realmente no tenía ni puta idea de lo que lo hacía. Regrese a la casa y lo único que lograba hacerme entrar en una especie de trance donde apenas pensaba era el alcohol y mis píldoras antidepresivas. Necesitaba una copa, necesitaba mi dosis de píldoras pero allí estaba peleando contra mis demonios evitando tomar esa copa que se convertiría luego en toda la botella. Me tumbé en el sofá y solo estando sola me permitía llorar. Lloraba sin cesar, abracé mis piernas reposando mi cabeza sobre mis rodillas y pensé «Dios, ¿Qué hice para merecer esto?» no soy una santa, pero era demasiado, sentía que me quebraba día tras día. Se me había olvidado hasta comer, el hambre era algo que extrañaba sentir, a veces llegaba a pensar que no era humana. Que era tanto el dolor que había terminado por deshumanizarme. Aquel día me abstuve de tomar alcohol, era el día en que mi hija vendría a casa y quería tener el mejor ánimo posible para ella. Era increíble pero no tenía ni idea de cómo ser mamá. No sabía cómo abordaría a mi propia hija aquel primer día estando las dos solas. Sonó el timbre y mi corazón se detuvo y por un momento pensé que no era buena idea. Pero no..., yo quería estar cerca de mi niña aunque ella no me quisiera como yo a ella. Camine hacia la puerta y al abrirla ahí estaba Nathaniel junto a Eleanor detrás de él con dos maletas de maripositas.

— Hola...

— Hola — Respondí tenue

— ¿Podemos pasar?

Asentí con la cabeza y ambos entraron a la casa y Eleanor tenía los ojos llorosos. No soltaba a Nathaniel bajo ningún concepto y eso comenzaba a desanimarme.

— ¿Estas bien?

— Si

— No me mientas

— Estoy bien.

— Estás pálida. ¿Has comido?

— Si, de verdad estoy bien es solo cansancio.

Miré a Eleanor e intentando ser amable y cortés con ella me acerqué pero ella rápido se alejó.

— Hola, ¿Cómo estás?

Eleanor no me respondió y actuaba como si yo no existiera. Era más difícil de lo que pensaba. Nathaniel le ordenó que se sentara en el sofá y ella a regañadientes obedeció. El me miró y soltando un suspiro comentó intentando ser optimista.

Catarsis Where stories live. Discover now