Capitulo 41: Al final, queda el amor

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Nathaniel Archer

Quería explotar, quería salir corriendo de aquella casa y desaparecer. No quería ese bebé, no podía ser cierto que Catalaia estuviera embarazada. El solo hecho de saber que cuando falleciera, dejaría una mujer embarazada sola en el mundo me destrozaba por dentro. Catalaia lloraba desconsolada y mirándome con indigno me miró mostrando en sus pupilas el destrozo que había en su corazón.

— Estas loco, idiota si crees que voy a abortar. Yo voy a tener este bebé porque lo quiero desde que supe que estaba en mi vientre. Te desconozco, no eres para nada el hombre del que me enamore.

— ¿Terminaste? Lárgate y déjame en paz

— Quiero el divorcio

Asentí con la cabeza

— Cuando quieras, ¡ahora vete de una buena vez!

Quería que se fuera lo más rápido posible. Mientras más tiempo pasaba ella en la casa, más probabilidades tenía de que Catalaia se diera cuenta que estaba muriendo. No podía controlar los desmayos ni las convulsiones. Eso sin contar que de un momento a otro podía perder la coordinación y el balance. Prefería que me odiara a que me viera con lastima y luego sufriera por mi culpa. Cuando pretendía agarrarle del brazo para sacarla a rastras de la casa de momento no pude controlar mi cuerpo, caí al suelo sonriendo como todo, cada centímetro de mi cuerpo se retorcía en el suelo. La vista se tornó oscura y lo único que podía hacer era escuchar a Catalaia desesperada intentando ayudarme. Literalmente me freía por dentro a tal punto que cada convulsión era más intensa que la anterior. Cuando volví al si, estaba entre los brazos de Catalaia y ella lloraba mucho. Lo hacía desconsoladamente y yo me sentía como el hombre más miserable del mundo.

— Llamaré a una ambulancia

— Es...estoy bien. — Derramando una lágrima le pedí con un nudo en la garganta — Vete por favor, si me amas, vete.

— No me iré hasta que estés mejor. No me iré hasta que me digas que ocurre. Jamás me dirías algo tan horrible como lo que acabas de decir.

La miré y buscaba grabar en mi mente cada rasgo, cada detalle de su rostro para jamás olvidarla. Deseaba recordarla aún cuando ya no pudiera ver, cuando los recuerdos fueran cada vez más vagos, ahí estaría ella al final.

— Mereces vivir más, sufrir menos. Estoy haciendo eso posible.

Había comenzado a caer una tormenta de nieve y para mi mala suerte, ella no podía irse hasta el día siguiente. La dejé en la habitación principal y yo podía ocupar cualquiera de las otras vacantes. Después de todo ya no exigía mucho si solo esperaba serenamente el día en que dejara de existir. Me senté en la biblioteca y mirando hacia la ventana miraba la nieve caer y me negaba a pedir, me negaba a recurrir a un Dios que se había olvidado de mi. Si bien yo no tenía opción alguna, lo único que deseaba era al menos conocer a ese bebé. Era una total ironía mi vida, por fin comenzaba a tener eso por lo que siempre había soñado. Una familia, una mujer a la cual poder amar más allá de mis limitaciones, hijos y algo a lo cual llamar hogar y sin embargo no estaría allí para ver cómo se forjaba. Se que estaba haciendo mal, que yo en la posición de Catalaia estaría furioso si me ocultara algo así, pero no hallaba cómo decirle que tendría que dar a luz sola, que debía seguir adelante sola con el recuerdo de lo que alguna vez fuimos. Decirle tantas mentiras, fingir que no la amaba, fingir que ese bebé no me importaba era la prueba más difícil que había tenido en la vida. No salí en todo el día de aquella biblioteca. Ya no comía, no dormía era como estar ya muerto en vida. Hasta respirar se volvió pesado y cansado. Estaba cayendo la noche y decidí salir de la biblioteca a ver cómo estaba Catalaia. Subí a la habitación y se había quedado dormida de tanto llorar. Tenía lágrimas secas en su rostro y aún estaba algo hinchado. Me senté suavemente en la cama a su costado. Toqué su espalda y acariciando suavemente sonreí dejando caer una lágrima. Creo que era la única forma de decirle lo que ocurría, ella durmiendo. Toqué su vientre y arrepentido por todo lo que había dicho susurré .

Catarsis Where stories live. Discover now